Comedor

Llego al comedor estirando los brazos con cierta pereza. Después de encontrarme ayer con Fera y que se marchase de esa forma, hoy no he tenido ni ganas de entrenar en serio... Simplemente, no consigo concentrarme.

Al llegar al comedor veo una mesa alejada donde está la mujer despampanante, Madame Des (bien sea Desmarilles, Desmartilles, Destornilles o lo que sea...) y entorno los ojos con interés. Luego me fijo en que la que está hablando con ella en otra mesa es Lea y se me quitan un poco las ganas de interrumpirlas. Ella parece tener un brazo inmovilizado. Alguna misión, según parece el panorama.

Decido no hacer mucho ruido y sentarme en una mesa aleatoria donde pueda echar un vistazo de vez en cuando. Si bien recuerdo, Lyam dijo que esa mujer hacía "favores". Todo me había sonado muy a prostitución, la verdad. Así que me pica la curiosidad si habla con Lea. Que yo sepa, Lea no me cobró...

Pido una cerveza y algo para picar mientras espero. Me quedo mirando la sala y centrando mi atención en ambas de vez en cuando, sin mucho reparo.

Cuando llega mi cerveza le doy un sorbo y voy picando algo de jamón mientras no aparto la vista de las mujeres. Me fijo más en la mujer madura, pues de las dos es la que más llama la atención y no paso por alto su escote ni su aspecto atrayente. De vez en cuando miro también a Lea, tratando de descifrar sus gestos, aunque sabiendo lo poco que te puedes fiar de ella no es que saque nada en claro.

Siento un golpe en la nuca y me giro un poco, descubriendo a Frikka sentándose junto a mí.

—Hombre, la enana de palacio. Pues estoy decidiendo a cual llevarme al pueblo —Bromeo, mirando como se lleva mi jarra a la nariz y pone cara de nargüino.

—Venga, prueba, es la bebida de los hombres —Comento, jocoso, agarrando la jarra por el asa y acercándola a su careto de nuevo. —¿Qué? ¿Qué haces últimamente? —Le acabo preguntando.

Enarco las cejas, con cierto y divertido interés, limpiando una gota de vino dulce de mis seductores labios con la lengua, entretenida. Me peino un mechón del pelo, recogido, colocándolo con suavidad tras la oreja.

-¿Eras soldado en el ejército de Ignis?

¿Intereses personales? Eso es lo que quiero preguntar, realmente, aunque dudo que sea importante. Esta muchacha no ha atraído demasiado mi atención, de modo que no espero grandes historias de ella. Pero sí, quizás, alguna que me haga pasar un buen rato. Como quien cuenta cuentos en torno a una hoguera.

-Un buen soldado es aquel que cumple con su trabajo, incluso si lo cuestiona -recito, comiendo un poco, pulcra.

Escucho a Fi-Fi opinar sobre el percal. De pronto parecen bastante centradas en su conversación. Tras hacer que cavilo un momento, respondo.

—¿Y cuál es la que está entera, según tú? Si te soy sincero, estaría bien servir a la condesa oscura —Comento, socarrón, poniendo de manifiesto mis intenciones juguetonas. Cuando Frikka aparta la cerveza con su dulce comentario, bebo yo.

—Pues no sabes lo que te pierdes —Añado, divertido. Más para mí. Veo como zampa el bocata mientras presto atención a mis embutidos y como algunos más.

—Eres una culo gordo. Vas a venirte a entrenar conmigo —Le espeto sin permitir réplicas. Si no va a marcharse a casa, tendré que hacer algo para que no se la carguen por el camino.

Me cubro discretamente los labios con la mano, con las yemas de los dedos, para disimular una risa cristalina y delicada. A veces, Chriselle, eres de lo más desagradable. No puedo evitarlo. Pero es que la porquera convertida en guerrera tiene su gracia.
Que conste en acta, de hecho, que quizás se crea que me burlo, y de hecho es gracioso, pero respeto mucho a la gente de origen humilde. Es decir... los respeto del mismo modo que a los otros, que suele ser poco.

Como, tranquila, antes de añadir nada más. Echo un vistazo a la zona sur, que parece más ocupada que esta.

-¿No caes bien? -inquiero, divertida, mirando de reojo a la flamma.

Bebo un poco escuchando a Frikka y asiento con una media sonrisa.

—Entonces estamos de acuerdo —Comento, entretenido, pero más centrado en observarlas con cierto interés.

Me dice entonces que ya entrenará sola y le doy un capón.

—Ya has tenido tiempo suficiente. ¿Tienes el equipo? Mañana quiero verte en la sala de entrenamiento. Si no vas, daré por hecho que eres una cagada a la que no vale la pena retar —Añado, con tono más serio aunque interiormente no me lo tome a pecho.

Frunzo el ceño cuando escucho unos gritos tras nosotros. Ese estúpido chaval va a molestar a las de allí alante. Es el memo de la misión de los karnikash. Cuando se acerca deduzco que se refiere a mí sobre todo por las carcajadas de Frikka.

—Lárgate, enano. No soy ese tal Ungil —Le reprocho, algo molesto.

Me cubro los ojos con la diestra, entreabriendo los dedos para poder mirarla a través de la sonrisa, manteniendo impoluta mi tranquila sonrisa. Desde luego, es más entretenido hablar con otras personas... No me sorprende que no haya mucha gente con ella. No es el alma de la fiesta, supongo. Hay gente que ni herida recibe la atención que otros tienen.

-Estoy segura de ello -respondo sin más, con cierto deje divertido en la voz.

Tras terminar de comer, masticando silenciosa el último bocado, me pongo en pie, sinuosa. Ya va siendo hora de proseguir con mis asuntos. Tengo un asunto entre manos, ahora mismo, que no debo dilatar demasiado.

Apunto al brazo de la muchacha con un dedo y lo agito en el aire. Enseguida notará cómo el dolor disminuye, aunque solo sea por un par de horas. El que apliqué con Lyam fue mejor, pero es que Lyam también se esfuerza más por agradarme, así que ella no merece más.

-Buenas noches -digo, más alto que antes, refiriéndome a todos los presentes.

*se desvanece*

FdR- Como Lyam es mascota...

El tío me da unas palmadas en la espalda y me giro para apartarme.

—Eh, pasa de mí, claritas. Me llamo Gerald y es verdad que hemos ido a una misión, pero búscate una vida, ¿vale? —Este tío no ha podido venir en peor momento a armar escándalo. Me giro para mirar a las otras dos, pero entonces la caeruleus se despide y desaparece delante de nosotros. Joder, será idiota.

Miro a Frikka, siguiéndole el juego al tonto lava. Me he sulfurado un poco. Me la sudan los tipos memos cuando estoy aburrido, pero ahora no me apetece soportar a un cargante.

—Os lleváis muy bien, así que quedaos aquí quietos hasta que vuelva —Comento con sequedad, levantándome de la silla y dirigiéndome hacia Lea. No es que sea un alivio de compañía, pero entre mi interés, mi molestia y que ella no es tan molesta, prefiero alejarme hacia allí. Sin preguntar, me siento en frente.

—Hola. ¿Qué ha sido eso? —Pregunto, haciendo un gesto con la cabeza dirigiéndome a su brazo. Realmente mi pregunta es más referente a su conversación con la caeruleus, pero seguro que eso no me lo responde porque tampoco es que vaya a incumbirme.