Comedor

De reojo, el chrysos miró la mano que el flamma había puesto en su hombro, preguntándose cómo de borde sería si se apartaba. Al final no lo hizo, y en su lugar se limitó a escuchar las palabras del guerrero, de nuevo con la vista fija en el bebé, pero atento al flamma.
Torció una sonrisa al escuchar su chiste, aunque no dijo nada hasta que Rick terminó de hablar. Entonces alzó la vista, y esta vez sí, se rió.

—¿Una madre te ha encasquetado a su hijo porque se ha ido de viaje? —Negó con la cabeza—. ¿En serio? —Miró al bebé, luego al flamma de nuevo. Rió de nuevo—. Oh, venga ya. No me lo puedo creer.

Aquella explicación tenía, por supuesto, mucho más sentido que varias de las teorías que él había pensado; Rick era demasiado joven, o eso le parecía, como para tener un bebé. Sin embargo, aquello también era increíblemente divertido. Surrealista. Rick Dehnel cuidando el bebé de una tal Cassandra que se había ido sabía Mithos a dónde. Rick Dehnel, un guerrero, cuidando a un bebé en un lugar donde había un montón de gente que, probablemente, estaría más cualificada para hacerlo. No era por desacreditar al flamma, que seguramente cuidaba bien del crío, pero el chrysos estaba convencido de que alguien del servicio hubiese sido una mejor opción. Y estaba convencido también de que Rick tenía intereses incompatibles con cuidar de un bebé. O al menos con cuidar bien de un bebé.

—Lo siento, lo siento —se disculpó, negando con la cabeza. Suspiró—. No quiero reírme de ti, y no me estoy riendo de ti, pero es tan... —Sonrió ampliamente, bajando la vista a la mesa—. Surrealista.

Mithos, ¿dónde dormían? Porque no recordaba haber visto al bebé en los dormitorios. ¿Tenían una habitación aparte para ellos, a lo familia feliz?

Suspiró, y todavía con la enorme sonrisa dibujada, miró al niño.

—Será que sabe que soy un ser gruñón y muy borde al que es mejor no hablarle —murmuró, jocoso. Asintió—. Chico listo.

Tras observar unos segundos más al bebé, alzó la vista. Con un gesto, llamó a un miembro del servicio y le pidió el vaso de leche que había ido a buscar. Luego miró a Rick, frunciendo levemente el ceño.

—¿Qué consejos? —Francamente, no recordaba ningún consejo del flamma—. Pero sí, estoy bien. —Se encogió de hombros—. Normal.

No borré la sonrisa tras la risa de Lyam, sino que lo miré con incluso más interés, enarcando las cejas, de buen humor. Desde luego, parecía mucho más animado que en aquel baño. Sin embargo, poco a poco sí que se me hizo un poco más pequeña, aunque conservé un poco.

-Bueno, ella me pidió que lo cuidase porque tenía que hacer un viaje largo y peligroso. Es cierto que ya debería de haber vuelto, pero supongo que se habrá metido en problemas. Espero que no tenga muchos más, estoy algo preocupado por ella. Un niño tan pequeño necesita una madre, ¿no? -. Miré a Lyo, pensativo, un momento. Luego me rasqué la patilla derecha, volviendo a mirar a mi compañero-. Tranquilo, sé que no te ríes de mí -aseguré, con una sonrisa renovada-. Supongo que no es lo normal, pero he conseguido, con ayuda del servicio, llevar mis entrenamientos al día, y este pequeño hace mucha compañía, aunque no lo parezca. Aunque también da trabajo, no te creas. Creí que sería mucho más fácil, pero...

Me llevé una mano a la nuca, riendo suavemente, casi con algo de vergüenza.

Lyo, por su parte, abandonó el biberón por un momento, y clavó sus enormes ojos en Lyam, mientras este hablaba. Finalmente extendió sus manos hacia él, con el biberón entre ellas, dibujando una pequeña sonrisa.

-No sé... Consejos sobre el amor, o algo así. No recuerdo muy bien qué te dije... Sea como sea, pareces algo más animado. Desde luego, hubo un tiempo en el que parecías llevar una nube encima que te empañaba, y que descargaba el agua sobre ti. Aunque supongo que todos tenemos malas rachas, eh.

Lyo, por su parte, trataba de decir algo, pero no se le entendía demasiado, como solía pasar.

El chrysos frunció levemente el ceño, borrando un poco la sonrisa, al escuchar las palabras del flamma. Miró de nuevo al bebé, en silencio, más serio que antes.

—¿Y no sabes a dónde fue? —preguntó. Parpadeó. Luego, como si acabase de acordar de algo, alzó la vista y preguntó—: ¿Y su padre? ¿No sabes nada de él?

A lo mejor, pensó, la tal Cassandra se había ido con el padre del chaval. O tal vez la tal Cassandra lo había ido a buscar. Quizá la propia mujer no sabía quién era, o a lo peor el padre era un completo imbécil, un pedazo de escoria humana incapaz de asumir una responsabilidad o algo así.
Qué sabía él, de todas formas.

—Seguro que da muchísimo trabajo —murmuró, curvando un poco los labios, bajando de nuevo la vista la crío, que lo observaba—. Como todos los bebés, supongo.

Cuando el bebé le acercó las manos, todavía con el biberón entre ellas y con una pequeña sonrisa en los labios, Lyam sonrió ampliamente y se encorvó sobre la mesa.

—¿Qué pasa? —Ladeó la cabeza hacia la derecha—. ¿Qué quieres? —Señaló el biberón—. ¿Quieres que lo coja?

Ensanchó la sonrisa. Cuando Rick habló, no obstante, su gesto empequeñeció un poco. Recordaba aquella conversación, y no recordaba que aquel consejo le hubiese hecho especial gracia, sino todo lo contrario. Por supuesto, al hablar no hizo referencia alguna a aquel encuentro, y en su lugar se limitó a decir:

—Estoy mejor, sin más. —Se encogió de hombros—. Tampoco es que fuese muy difícil verme más animado. De todas formas —alzó un segundo la vista— gracias por la... preocupación, supongo.

Y volvió a mirar al bebé, ignorando al miembro del servicio que se acercó a la mesa y dejó el vaso que había pedido.

Me rasqué el mentón con gesto pensativo, mirando hacia el techo, pero terminé por negar con un suspiro.

-La verdad es que no sé a dónde ha ido exactamente. Sé que tenía asuntos pendientes con el papá de Lyo, pero ni lo conozco ni me ha dicho mucho sobre él. Los asuntos familiares no son algo en lo que uno deba entrometerse, por otro lado, pero yo me encargaré de cuidarlo de todos modos hasta que vuelva.

Lyo asintió a la pregunta de Lyam, ofreciéndole, de alguna forma, lo que quedaba de su biberón. Supuse que era una demostración de noble amabilidad, aunque poca gente estaría dispuesta a beber un buen sorbo de babas de Lyo, la verdad.

-Ibi -dijo, con su vocecilla aguda de bebé, risueño.

¡Es que ni con la leche templada le entraban ganas de dormir! Incluso se había aferrado a la camisa de Lyam con una de las manos y la examinaba como si fuese hallar animales misteriosos en ella, o fuerzas malignas.

-Sea por lo que sea, me alegra verte más animado. Podríamos hacer algo algún día, que últimamente está todo muy tranquilo. ¡¿Sabes?! Incluso ha vuelto Heylel. Le dije que nos veríamos pronto y todavía no hemos hecho nada juntos... La verdad es que con esto del niño estoy hecho un desastre -. Me desperecé, cansado. La verdad era que ya era tarde-. En fin, creo que me voy a llevar a este traste a dormir antes de que decida obligarme a convertirme en caeruleus. Que te aproveche la cena -. Le di un par de palmadas en el hombro y me puse en pie con el niño en brazos-. Ha sido un placer verte, Lyam. Dile buenas noches, Lyo, no seas maleducado.

-Aióh -dijo él, agitando la mano con torpeza.

-Hace lo que puede. Muy bien, eh -animé, despeinándolo un poco-. Bueno, siento mucho dejarte así, pero como no lo meta pronto en la cuna no se va a dormir hasta que amanezca. Hasta pronto, Lyam. ¡Y sigue animado!

Hice una gentil y noble reverencia, alejándome poco a poco y, finalmente, con un gesto de mano final, me volví y, ya de espaldas a él, bostecé. Estaba cansado, Mithos...
Le dediqué una última sonrisa y un gesto a Lyam y abandoné el comedor.

*se va*

El chrysos compuso una mueca al escuchar las palabras del flamma, pero no dijo nada. Rick tenía razón: los asuntos familiares no eran algo en lo que uno podía entrometerse.
Lyam observó en su lugar al bebé, con curiosidad. Divertido, incluso. Cuando Lyo asintió, el chrysos sonrió de nuevo, ampliamente, y negó con la cabeza. En lugar de coger el biberón, el chrysos cogió el vaso que le habían dejado y se lo mostró al pequeño.

—Mira, yo tengo la mía. —Señaló el vaso—. Y tú la tuya. —Señaló el biberón—. Que deberías terminarte, por cierto.

Ensanchó la sonrisa, y cuando el bebé le agarró la camiseta, apartó el vaso, apoyándolo en la mesa, lejos de Lyo. Lyam rió con suavidad. El bebé parecía interesado en la tela, como si hubiese algo interesante en ella.

—¿Qué estás buscando? —preguntó, con inusual dulzura—. Porque no hay nada en ella, te lo aseguro.

El chrysos observó al pequeño sin moverse, dejando que jugase con la tela. No prestó demasiada atención a las palabras del flamma, hasta que oyó algo que sí hizo que alzase la vista y borrase del todo la sonrisa.
Heylel.

Lyam frunció el ceño y apretó la mandíbula. Aquel tipo había vuelto. ¿Por qué había vuelto? El chrysos había jurado que el aether iba a quedarse para siempre en Ventus, lejos, lo suficientemente lejos como para que fuese imposible encontrarse con él por accidente, y sin embargo ahí estaba, en Brontë, ¿haciendo qué? ¿Qué demonios quería? ¿Acaso no había sido él quien había dicho que no era un guerrero, que no tenía lo que había que tener? Entonces ¿por qué había vuelto? ¿Se sentía en deuda con alguien, acaso? ¿Con Brontë tal vez? Aquello era absurdo, una idiotez. El aether estaba mucho mejor en su maldita casa, con su maldita familia, haciendo lo que le diese la real gana. ¿Qué demonios quería? ¿Por qué había vuelto?

—No sabía que había vuelto —murmuró. Miró al flamma, curvó un poco los labios—. Gracias por decírmelo. Lo buscaré.

No dijo mucho más al respecto.

Cuando Rick y Lyo se despidieron, esbozó de nuevo una amplia sonrisa, dirigida al niño, y se despidió de ellos, agitando la mano, imitando al pequeño. Observó cómo abandonaban el lugar, ya sin sonreír, y respondió al gesto de Rick con uno. Luego volvió la vista al frente y suspiró.

Heylel había vuelto.

Aquello era inesperado. Se preguntó si Alehyss lo sabía. Probablemente sí; era Alehyss, a fin de cuentas. En ese caso, ¿qué opinaría al respecto? ¿Su regreso le parecería igual de desagradable que a él?

*se toma la leche -tiene 3 años- y se va a dormir xD*

fdr. es el año 2014 y Lyam sigue guardándole rencor a Heylel

Zacharyas se arrastró dentro del comedor. Llevaba ya varias horas sintiendo un dolor intenso en el estómago, e incluso algún mareo, y había terminado por, tras haberlo disfrutado un buen rato, decidir que era el momento de alimentarse.
Tomó asiento frente a una de las mesas, tras detenerse un instante a pensar, como si realmente le diese importancia a cuál de ella elegía. Esperó entonces, paciente, a que alguien llegase, observando el lugar como si se encontrase en él por primera vez en su vida.

No tardó demasiado en llegar un chrysos, y Zacharyas lo miró con una sonrisa extraña, reforzándola cuando este le preguntó qué quería.

-Algo de carne, por favor -pidió, carraspeando antes de continuar, un instante-. Apenas hecha -matizó entonces, estirando uno de los mechones de su flequillo sobre los ojos.

El muchacho asintió y fue hasta la cocina. No tardó demasiado en volver con lo que había pedido, y el caeruleus empezó a comer en silencio, despacio, inexpresivo. Parecía inusualmente tranquilo.

Tras terminarse una carne casi sangrante, el caeruleus dio las gracias, se levantó y abandonó el comedor.

*se va*

Ya empieza a hacerse tarde y todavía no he cenado, pero aún es buen momento para hacerlo. Entro en el comedor y me ubico en mi mesa habitual, una más recogida, y espero a que vengan a atenderme. Como no hace muy buen día, en cuanto llegan a atenderme ya me he encargado de escribir que quiero una sopa o lo que tengan parecido. Tampoco voy a darles un trabajo especial. No estoy aquí para ser una molestia.

Espero paciente y no tardan en venir con un cuenco humeante que me dejan delante. Tiene algo de verdura flotando... Bueno, supongo que apartándola un poco bastará, que tampoco es cuestión de hacerle el feo a nadie.

Al terminar la cena ya se ha hecho tarde, de modo que me marcho a descansar, despidiéndome educadamente de los que me han atendido con una reverencia.

*se va*

Pese a la hora, seguía dando vueltas. No me apetecía volver a molestar a Alehyss, pero tampoco meterme sola en cama, así que no acababa de decidirme a irme a dormir. Entre tanto, me dedicaba a hacer tiempo de una forma u otra.

En aquel momento, por ejemplo, pelaba cuidadosamente una manzana, preocupándome de aprovechar al máximo toda la carne y cortando trozos con absoluta delicadeza. Una vez tuve los cuatro cuartos en el plato, tomé uno y le di un mordisquito apenas, mascándolo con desgana, medio apoyada en la mesa, triturándolo mucho más de lo que realmente sería necesario.

Lo peor era que sí tenía sueño.

*Se queda*

Entro en el comedor y enseguida la veo. Alzo la mano, animado, saludándola, y me acerco a su mesa, sentándome a su lado, ya sin pedir permiso. Lo cierto es que la confianza da asco. ¿Habrá tenido un mal sueño? Aunque ella es mucho más de estar despierta a estas horas que yo, así que tampoco sería de extrañar que, simplemente, no se haya ido a dormir todavía.

<<Buen provecho>>, formulo con las manos, no tardando en descolgarme el amuleto y acercárselo sobre la mesa. Ahora que me fijo... No parece muy exultante. <<¿Estás cansada?>>

Pronto viene un chico del servicio, al que le pido un trozo de bizcocho y algo de leche. Luego me centro en Massen de nuevo. Ya se ha puesto el amuleto.

-Mírame, aquí a estas horas. Cualquiera creería que el mundo se acaba... -comento, sin mover los labios.

Tardé un momento en darme cuenta de que Jun se estaba acercando. Cuando me habló, me limité a un cabeceo, y respondí a su pregunta con un desganado encogimiento de hombros. Di un nuevo mordisquito, mínimo, a la fruta, y empujé el plato hacia él.

-Coge si quieres -murmuré con tono apagado.

Cogí el colgante cuando me lo tendió. Esbocé una pequeña sonrisa, no demasiado sincera.

-Deben de habernos cambiado las costumbres sin que nos demos cuenta -comenté, tratando de seguir su pequeña broma sin mucho ánimo-. ¿Pesadillas?

Se me borra un poco la sonrisa a su respuesta. La verdad es que diría que parece que le han quitado parte del alma. Casi da miedo hasta preguntar, la verdad.
Rechazo la manzana con un gesto suave y espero a que me traigan lo mío. Esbozo una sonrisa a su comentario, más animada que la suya, y vuelvo a negar cuando pregunta.

-Hoy no. Pero me entró el hambre, y antes de volverme a cama... -. En ese momento llegan con el bizcocho, y, como ha hecho ella, le acerco suavemente el plato. Tardo un momento en atreverme a transmitirle lo que pienso, pero logro sobreponerme-. Tienes mala cara.

Diría que hasta la observo con cierta preocupación. Quizás haya pasado algo más relacionado con lo de su hermana, que tampoco ha pasado tanto de aquello, o algo semejante... Es un tema delicado del que entiendo poco, pero no como para evitarlo deliberadamente. Solo que no se me dan bien estos temas...

Asentí, aún con gesto apagado.

-La recena ayuda a dormir -murmuré, completamente de acuerdo.

Aunque la manzana no me estaba ayudando mucho. Di un nuevo mordisco y atraje de nuevo el plato frente a mí. Su comentario me hizo esbozar una mueca, un intento de sonrisa mal conseguido. Mordisqueé de nuevo la manzana con desánimo.

-Lo he dejado con el novio -suspiré, rotando los ojos.

Miré de reojo su bizcocho y su taza, planteándome si no sería mejor plan de cena que la manzana. Después di un nuevo mordisco, esta vez con algo más de fuerza. Acabé por aceptar lo que me ofrecía, y le puse encima un trocito de manzana antes de llevármelo a la boca. Así se volvía todavía más dulce.

Asiento, corroborando sus palabras. Aunque me siento un poco como si molestase. Quizás es eso. Quizás es que estaba haciendo algo, o disfrutando de su soledad y tranquilidad, y la molesto. Estos últimos días nos hemos visto bastante y a lo mejor está harta de que...
O no. Quizás no.

No puedo evitar que se me note la petrificación un momento, atragantándome al beber, tosiendo un par de veces. Enseguida recupero la compostura, claro. Es solo que no tenía ni idea y...

La miro algo confuso. No sé qué decir a eso.
Bueno...

-No tenía ni idea de que... -. Niego fuertemente. ¡¿Pero qué digo?! Eso, tú hurga en la herida, Jun-. Lo siento -. Claro, ahora dale el pésame. Si es que hay veces que lo mejor es ser mudo...-. Si necesitas algo cuenta conmigo -me decido finalmente, serio, con un asentimiento.

Como si yo fuese a saber...
¿Pero en serio? Si jamás me ha dicho que... Ni la he visto con... Quizás llevaban poco y ni me enteré. De pronto me siento tan irresponsable...
Tal vez no me dijo nada porque no me considera un amigo tan cercano, o...

De nuevo, hice un intento de sonrisa tristona, encogiéndome de hombros.

-Estoy bien -fruncí el ceño, pensativa-. Más o menos. Es solo que después de tanto tiempo me siento un poco rara. Aunque últimamente nos veíamos tan poco que... -Suspiré, negando con la cabeza-. Supongo que hay cosas que simplemente no salen adelante. Pero no puedo evitar pensar que a lo mejor había otra solución más agradable.

Se me hacía raro hablar de aquella forma con Jun, cuando la noche anterior no había querido hacerlo con Alehyss. Quizás entonces era demasiado pronto, porque me parecía evidente que Alehyss era más adecuada que Jun para hablar de aquellos temas.

De nuevo, arañé la manzana con los dientes. Empezaba a oxidarse.

-Tampoco quiero darte la chapa con el tema -murmuré.

Pues parece que tampoco es que fuese una relación de dos semanas, la verdad. A ver si va a ser que estaba a su lado en todo momento y yo ni lo veía, porque... No, no, no... Sin duda no me he enterado porque no me lo ha dicho. ¿O estaba pensando en otra cosa y...? No, no. Que no.

Dudo un momento, pero tengo que preguntar.

-¿Quién es? -. La miro con tiento, que aún me va a caer una mala mirada por desconsiderado-. Supongo que si las cosas han llegado hasta ahí sería con motivo... -digo, y creo que por decir, porque no es que sea un experto, ni un inexperto, ni un nada...

La miro, en silencio. Tengo el vaso rodeado con los dedos, pero ya no bebo.
Me apresuro a negar.

-Habla lo que quieras y necesites. Sé que no soy muy ducho en esto, y quizás te frustre más que te ayude, pero puedo escucharte todo lo que quieras -aseguro, mirándola serio.

De eso tengo experiencia. De hablar no, pero de lo otro... Y si ya ni para eso sirvo, pues...

Ladeé suavemente la cabeza, un tanto sorprendida por la pregunta.

-Ah, ¿no te había dicho quién es? Bueno, presentarlo no es fácil, desde luego, pero... -Negué con la cabeza-. Se hace llamar Follow, pero ese no es su nombre. Bueno, a mí me decía que lo llamara así. No sé si lo conoces. La verdad es que es algo rarito...

Me encogí de hombros de nuevo y me froté un ojo con cansancio. Miré de reojo el bizcocho.

-¿Puedo? -pregunté. Di un nuevo mordisco a la manzana-. Tampoco te creas que tiene mucho que hablar la cosa. La distancia nunca ayuda, y mucho no nos veíamos. Además, viene de una tribu aislada de Aqua, es difícil interactuar con él. Y ahora que ha venido esa otra chica de su tribu, me hace sentir aún más incómoda. Claro que ella no ha tenido mucho que ver en esto. Ya le hubiera gustado. Me la tiene jurada, ¿sabes? Es bastante desagradable -. Puse los ojos en blanco-. Pero en fin, supongo que después de esto tengo que aceptar que lo acapare todo lo que quiera, ¿no? Ya no importa mi opinión. Si es que importaba algo hasta ahora. Bueno, y luego está Frikka, que la muy cerda me va dando las puñaladas por la espalda. Pero en fin, qué más da. Yo ya no tengo que ver con eso -terminé, con tono amargo.

Me recosté sobre la mesa y me metí el trozo que quedaba de manzana en la boca. Tomé otro cuarto del plato.

Enseguida caigo, y no puedo evitar abrir mucho los ojos con sorpresa. ¿Pero ese no es el que...? Es el chico piscis que Lluvia... Oh, vaya... Quizás incluso yo he metido la pata en todo esto sin saberlo. Espero que Lluvia no haya tenido nada que ver con el problema este, porque no me perdonaré nunca... Sería muy propio de mí eso de estropear cosas sin darme cuenta, sin saberlo. Es mi torpeza natural...

-Lo conozco -corroboro, con un asentimiento-. Bueno, lo he visto un par de veces.

No es buen momento para mencionar lo de Lluvia, supongo. Al fin y al cabo, por lo que parece, el problema fue otro... Y no sería un comentario delicado por mi parte.
Asiento a su petición, acercándole un poco más el plato, y me acabo la leche de un trago. Paso a escucharla. Parece, realmente, que no conozco a nadie. Ahora sí me siento algo torpe, pero en eso de relacionarme. Aunque supongo que es normal. Aquí son muchos y yo no es que sea el señor de la popularidad, ni nada...

-¿Qué te ha hecho la chica de la tribu? -inquiero, con tono algo preocupado. Tengo que ir por partes, que a mí estas cosas me cuestan, que no estoy demasiado acostumbrado y...

Tomé un trozo de bizcocho y de nuevo lo junté con la manzana. Así entraba mejor, la verdad. Asentí cuando dijo que conocía a Follow. Eso me ahorraba detalles, él mismo sabría lo que había visto.

No pude evitar fruncir el ceño, muerta de rabia, cuando pregunto por la ninja.

-Me ha puesto nombre -espeté, furibunda-. ¿Te lo puedes creer? ¿Pero cómo se atreve, la muy...?

Entonces me di cuenta de que, probablemente, Jun no tenía ni idea de qué le estaba diciendo. Suspiré y negué con la cabeza.

-En la tribu de Follow dicen que los nombres atraen a la muerte, así que nadie tiene nombre. Se hacen llamar por apodos. Son algo así como oficios, es complicado -traté de acortarlo-. Y esa guarra se ha atrevido a darme un nombre cuando no quise decirle el mío. Si se lo decía, para ella era como si le estuviera dando un poder sobre mí. No iba a dejar que se diera aires de superioridad así porque sí. Y la muy cerda me puso un nombre ella. Es como decirle a alguien que le deseas la muerte, y cuanto antes mejor. Encima era un nombre horrible, por cierto. Así, en el primer encuentro, sin más. ¿Ves como no tiene sentido?

Negué con la cabeza, ofuscada.

-Pero a quién le importa esa idiota. Por mí puede envejecer hasta que se le pudran los huesos, aunque no se muera -mascullé entre dientes.

Puesto nombre...
¿Massen? ¿Dew? ¿Massen Dew?
Sea como sea, esa mujer no parece despertarse muchas simpatías por parte de Massen...

Su explicación pronto me aclara un poco más, creo. De hecho, yo soy "Jun, el silencioso", creo. ¿Eso es poner nombre? ¿Me han puesto "El silencioso"? ¿Debería estar enfadado o asustado? ¿Es una amenaza? O quizás un apodo de eso...
Pestañeo algo abrumado por la información, que va aderezada con comentarios que jamás había oído en boca de Massen... Su rabia me hace sentir, si cabe, algo más fuera de lugar.

-No tiene sentido -corroboro, asintiendo, y luego negando. A ver si me aclaro. Bueno...-. ¿Y qué busca ella de él? Bueno, es decir... -. Imagínalo. Torpe Jun-. ¿Por qué desapareció ese Follow?

Yo lo vi hace un tiempo con Lluvia. ¿Quizás se marchó de palacio después?
Miro el vaso vacío, sosteniéndolo entre las manos, pensando un instante. Arrugo la nariz y vuelvo a mirar a mi amiga.

-¿Y es todo culpa de esa Frikka? ¿Fue malmetiendo? -inquiero entonces, muy serio.

Suspiré, exasperada, y puse de nuevo los ojos en blanco.

-Su destino -respondí con voz burlona-. Se supone que ambos han venido a buscar su destino. Follow decía que el suyo era formar una nueva tribu. En teoría conmigo, aunque me imagino que ya habrá reconstruido la historia... Y esa otra va por ahí diciendo que su destino es el propio Follow. Si es que encima es una cursi, no podía salir peor, la pobre.

Negué con la cabeza, tomando, ya sin permiso, otro trozo de bizcocho junto al mío de manzana. Bueno, que lo de Frikka no me parecía bien, pero tampoco iba a ir soltando veneno al respecto por ahí. Yo, al contrario que otros, sabía dejar en paz a la gente.

-No, no, qué va. Se supone que Frikka es mi amiga, aunque cada vez lo tengo menos claro. La cosa es que también es amiga de Follow, y hablaba con ambos a espaldas del otro. Al final, el resultado era que venía a decirme las cosas como si pretendiera apoyarme, pero en realidad tenía más información que yo porque ya había hablado con Follow antes. Aunque de eso me enteré ayer -. Suspiré de nuevo-. No sé, se supone que intentaba ayudar, pero pienso tener unas palabras con ella en cuanto pueda. No se puede ir uno metiendo en la vida de la gente sin permiso, para bien o para mal. Mucho no ha conseguido ayudar, desde luego. No tengo ni idea de qué se dedicaba a decirle a Follow de mí, pero no estoy muy segura de querer saberlo.

Ya no puedo evitar pestañear, confuso. Estas cosas en la Torre no pasaban. Al menos que yo sepa... Y, desde luego, el Abuelo jamás me enseñó a resolver este tipo de problemas. No salen en los libros de física... Quizás en alguno de los de magia arcana avanzada, pero esos yo todavía no los he tocado, así que no estoy informado de esas fórmulas.

Una tribu. Eso sí lo entiendo, claro. Y mira que es complicado...
Venga, Jun, no te rindas.

Y luego, a falta de males... La tal Frikka, que es su amiga, pero que parece que no cumple como tal. Pues yo tampoco sé muy bien cómo sentirme, que de esto no supe nada hasta hoy, y parece que aquí era sabido por todos. Aún me voy a ofender yo tamb...
Qué va.

-¿Entonces el problema era, simplemente, que él y tú no os veíais? Bueno, simplemente... -. No es tan simple, claro, pero algo hay que decir-. ¿Y eso por qué?

A estas alturas mi expresión de confusión es obvia, pero aun así me mantengo en la batalla. Que no se diga después que no soy valiente y audaz...

Poco a poco, y sin que yo me diera verdadera cuenta, la manzana iba desapareciendo de mi plato. Y el bizcocho también del de Jun, dicho sea de paso.

-No, no -negué-. Bueno, sí. Es decir... -Hice un gesto con la mano, tratando de dar énfasis a mi explicación-. Es complicado. Por una parte está el problema de verse. Para ver a Follow tienes que dejar que, como él dice, el destino haga que os encontréis. O algo así. Y parece que el destino llevaba cuatro meses sin ganas de que nos viéramos -. Que se decía pronto-. Pero no es solo eso. Venimos de culturas muy diferentes, y era difícil hacernos entender el uno al otro. Y al principio le pones ganas, pero después de año y medio, acabas por darte un poco por vencida. Es inevitable... -Negué con la cabeza-. A veces pienso si no será que perdí el interés. Aunque supongo que, si de verdad lo hubiera perdido, no me sentiría así ahora. Es muy frustrante.

Y la manzana se había acabado. Como mi... Bueno, mejor dejarme de autocompasión, que aún me iba a tener que sentir más estúpida todavía. Me dediqué, pues, al bizcocho, que aún quedaba. Desde luego, estaba falta de azúcar...

-No sé, por más que lo intente, no encuentro una opción en la que eso hubiera tenido un final feliz -declaro-. Suena frío. Soy un poco fría, ¿no? Demasiado. Menos mal que Follow no era muy cariñoso, porque sino habríamos tenido problemas mucho antes -. Me dejé caer sobre la mesa-. Qué desastre...

La escucho, callado. Es cierto que es un problema del que nunca he tenido, pero tampoco podría decir que no lo entiendo si me esfuerzo, porque al final es como otro problema cualquiera, ¿no? No distan tanto unos de otros. Quizás lo que lo complica todo un poco es ese extraño comportamiento del tal Follow, porque no es el usual, pero pese a todo sé de algunas de las tribus más famosas de Aqua, y no es extraño encontrar comportamientos inusuales, de todos modos. La diferencia cultural, por otro lado, siempre dificulta la comprensión.

De nuevo, los ojos se me abren. ¡¿Año y medio?! Pero si eso es antes de que yo llegase... No puedo creérmelo. Empiezo a sentirme un poco apartado de la realidad. ¿Será que soy muy niño para contarme estas cosas?

-Bueno... -. Juego un poco con las manos, incómodo-. No creo que sea un asunto tan sencillo como para tratar de darle una explicación sin más, ¿no? Como para decir "sigo interesada" o "no lo estoy". La verdad, nunca he sentido eso, así que no lo entiendo exactamente... -me disculpo, bajando la vista un instante-. Pero las relaciones entre personas son tan complicadas que a veces necesitas tiempo para entender los procesos mental... las decisiones que se toman.

La miro un momento, cavilante, mientras parece hundirse más y más. Me recuerda un poco a lo que viene siendo el concepto de mí, algunas veces. Cuando baja la cabeza le acaricio un poco el pelo, cariñoso, sonriendo, ya que ella no puede.

-No suenas fría. De hecho, suenas bastante afectada -le digo, aunque no sé si es lo que quiere escuchar-. Supongo que es lo normal. Diría que, incluso saliendo de este asunto, te tienes en baja estima. No deberías menospreciarte de esa forma.

La miro, elevando un poco las cejas.

Asentí, alicaída.

-Supongo que sí. Tiempo. Siempre hace falta tiempo para entender todo. Será que soy impaciente... -respondí, con un suspiro.

Compuse una mueca, frunciendo el ceño. Negué con la cabeza.

-No creo que me menosprecie. Solo intento ser realista -expliqué-. No creo que lo haya hecho bien. De verdad. Tampoco creo que nadie esperara que lo hiciera bien, así que no es del todo grave. Quizá Follow lo esperaba, pero ni de eso estoy segura. No deja de ser la primera vez. Suena muy bonito eso del "para siempre", pero no funciona mucho. Es más fácil el ensayo-error, ¿no? - Apoyé una oreja en los brazos, volviendo así la cara hacia él-. Soy exigente, pero es la forma que tengo de asegurarme de mejorar. Solo que ahora mismo ya no puedo mejorar. Al menos en esto. Me siento un poco perdida. No deja de ser normal, supongo.

Fui a coger un trozo más de bizcocho, y entonces me di cuenta de lo poco que quedaba.

-Me estoy comiendo tu recena -observé, con tono compungido.

Bueno, quizás no sea un genio en esto, pero no diría, por lo menos, que lo estoy empeorando. Vale que no se consuela quien no quiere, pero bueno, que más o menos bien, ¿no? Porque me preocuparía ser un amigo dañino de esos que no es capaz ni de ayudar con su silencio, al menos...

Lo cierto es que está siendo bastante científica. Eso está a mi favor, ya que será de lo único que tengo un poco de idea... De todos modos, decirle un "ya verás cómo lo haces mejor para la próxima" suena algo frío. De verdad... Supongo que lo de ensayo-error no es hasta tal punto un experimento...

Me tumbo en la mesa como ella, pero con el rostro vuelto en su dirección, para poder mirarla de frente. Esbozo una sonrisa algo tristona.

-Te lo dices tú todo... -. Elijo un tono bajo, un murmullo.

Su comentario sobre el bizcocho me hace reír, mudo. Termino por pasarle un brazo alrededor de los hombros, despacio, atrayéndola un poco contra mí costado, alentador.

-Ya comí lo que quise, tranquila.

Bajo la vista a la mesa un momento, negando para mí.

-Me llevas años de ventaja, eh. La verdad es que no sé qué puedo hacer más que esto...

Es un poco decepcionante, pero no deja de ser cierto. Y eso resulta más decepcionante todavía.