Comedor

Me hacía gracia ver su expresión, levemente cohibida. Me encogí de hombros y los miré de reojo. La verdad, por sus respectivas actitudes, bien podía deducirse algo así. Miré a Jun con una expresión que dejaba bien claro que no tenía ni idea.

-Puede ser -respondí, asintiendo, pensativa-. No que yo sepa, pero si me viene alguien ahora a decir que sí, tampoco me extrañaría.

Bien pensado, nunca había sabido gran cosa de los amoríos de Alehyss, y eso que había dejado bien clara su experiencia al respecto y ella me había preguntado a mí. ¿Se molestaría si yo le preguntara a ella? Bien pensado, nunca me había parado a pensar mucho en ese aspecto de la vida de la chrysos.

-De lo que sí estoy segura -remarqué a Jun- es de que, si no están juntos, él le va detrás. No hacen mala pareja. Aunque cualquiera luce con Alehyss del brazo...

No hago comentarios al respecto. Un hombre presumiendo del tamaño de su miembro es algo tan extraño de ver como un árbol en medio del campo. Y, generalmente, al contrario que pasa con el árbol, muchas veces... Da igual. Es una comparación irrelevante.

"Opciones". No puedo evitar la sonrisa. De modo que hasta ese punto llegan sus humos. Es increíble ver qué enorme ego puede tener una sola persona.
Ya no sé de quién hablo, ahora mismo.

Iniciativa... Podría llegar a besarlo. ¿Por qué no hacerlo? ¿Qué pierdo al hacerlo? Quizás el respeto de Massen, pero lo dudo. Pero estas mesas son anchas, y la fantasía de hacérselo sobre una pierde el erotismo cuando tienes que encorvarte sobre ella como si intentases ver el fondo de un pozo apoyándote en un muro de dos metros de alto.
Además, besar a Gerald en un momento como este carecería de encanto.
Y con encanto no me refiero a encanto.

Clavo los ojos en los de Gerald, dejando surgir un brillo, interesado, de los míos, apenas una milésima de segundo. La sonrisa que utilizo ya es más relajada, incluso me atrevería a decir que seductora.

Solo de pensar en que esta atractiva mujer de metro setenta, cuerpo definido y grandes ojos verdes terminará el día caminando como una lisiada, atravesando los pasillos acompañada del sonido de muletas...
Es arrogante, pero odio que me hieran, y a veces me siento demasiado superficial al pensar que no siempre es el dolor el primer motivo...

-¿No prefieres a las cautas y virginales, entonces? -inquiero, suave, burlona-. ¿O le dices a según qué chica el tipo de mujer que te gusta?

Los miro de reojo, como corroborando las palabras de Massen. Me ruborizo un poco, pero esta vez es por darme cuenta de la situación. La verdad es que sí que hay como un aura extraña, y eso que yo no entiendo de estas cosas. No puedo evitar acordarme de la fiesta del señor Brumm y aquellos dos que...
Por Mithos... ¿Cómo puede la gente hacer eso? Ya parece difícil llegar a ese tipo de situaciones en privado, pero... ¿Con gente mirando? Me estoy hasta sintiendo algo sucio por estar aquí, presente, respirando el mismo aire.

Menos mal que a mí esas cosas no me tocan y no tengo que romperme la cabeza, porque, sinceramente, no me veo...

Me termino el plato, vacilante. Ahora que lo pienso, jamás había oído a Massen hablar tan bien de alguien.

"Se nota que la admiras mucho", escribo, enseñándoselo con una sonrisa más tranquila.

Si tuviese que buscar a alguien al que admiro tanto... ¿El abuelo? No se me ocurre otra persona...

Medité un momento sus palabras, y luego asentí, convencida. Realmente, nunca había pensado mucho en cómo definirlo, pero admiración era un término que se ajustaba bastante bien. Al principio, Alehyss me daba miedo, pero las cosas habían cambiado mucho desde entonces.

-Bueno, pero es normal -repliqué, convencida-. Me ha enseñado muchas cosas. Piensa que yo llegué aquí muy pequeña. Y Alehyss siempre me ha ayudado mucho...

Podía enumerar una buena cantidad de situaciones importantes que había vivido con ella, por un motivo u otro. Me molestaba un poco pensar que, pese a todo, la idea que ella tenía de mí pudiera ser tan diferente. Después de todo, Alehyss había estado en Brontë espiándonos, y era raro que compartiera algo conmigo. Y, aún así, yo volvía a ella una y otra vez.

-Es muy particular.

Al notarlo más cerca me siento a gusto. Ya no hablo de esa sensación de comodidad que te provoca un ser querido, o como quieras llamarlo. En absoluto. Hablo de simple dominación.
Hacía mucho que no estaba en esta tesitura, y no es desagradable. Es como una especie de pulso, pero ninguno cede. Aunque yo no me siento perder, de modo que todo marcha correctamente.

Me da igual lo que diga. Para mí todo es un "sí, uso lo que me conviene". Es lo más astuto. Hasta me decepcionaría que no fuese así, siendo cómo es. Sin embargo, tras contener una suave risa burlona, me siento en la obligación de contestas a su última pregunta.
Obligación no.
Necesidad.

-Yo siempre soy cauta y virginal -respondo, divertida, dilatando cada sílaba.

Cuánto cinismo.

De modo que es eso. Una admiración provocada en la niñez que permanece al llegar a la adolescencia. Si no ha cuestionado la forma de ser de Alehyss durante esta etapa, que hasta yo he cuestionado al abuelo... No sé cómo será eso.
¿Quizás le transmite unos buenos valores? ¿O es porque es joven?

No se me da bien descifrar ese tipo de cosas...

Sin quererlo, bostezo, y no porque me aburra. Pero tiene que ser tardísimo. Yo a estas horas nunca... Pero creo que nunca en toda mi vida.
Empiezo a pensar que el abuelo tenía razón y que Massen Dew es una mala influencia.

Miro a la piscis con una sonrisa. No me importa hablar con ella infinitamente, ni estar aquí contemplando a la extraña pareja interactuar, pero me pican los ojos.

"Creo que como no vaya a dormir me convertiré en caeruleus", bromeo, antes de frotarme un ojo.

Ella coincide conmigo. Veo que no soy el único cansado. Aunque seguramente sí el más cansado.
No sé si despedirse procede, pero termino zanjando que yo ni fui a saludar, de modo que no voy a ir a entorpecer ahora.

Abandono el comedor, bostezando, junto a Massen.

*se van*

FdR- Rol pausado

Se lo está pasando en grande. Lo noto. Yo, por mi parte, mentiría si dijese que no considero que la situación esté siendo divertida. Sin embargo, ello no implica nada más que simplemente eso: es entretenido. Lo suficiente como para que me relaje un poco y me permita perder algo de tiempo ahora que no tengo mucho que hacer.

Voy a responder, incluso llego a acercarme un par de milímetros, descendiendo el rostro, seductora. Entonces escucho algo, algo que él no puede oír, y me sereno un instante. Involuntariamente, asiento con discreción, como respondiendo a alguien.

Cuando mi atención regresa a Gerald, lo encusntro mirando mi cuerpo sin demasiada discreción. Recupero una sonrisa altiva y me aproximo un poco más, clavando los ojos en los suyos, divertida, tan cerca de sus labios que sería fácil rozarlos.

-Madame Desmarais desea verte en el observatorio -susurro, ladina, emulando por un instante el peculiar tono de la caeruleus. Podía habérselo dicho a él directamente.

Me retiro, recuperando mi posición erguida en el asiento, contemplándolo con curiosidad. ¿Qué se trae entre manos?

Parece algo contrariado con la noticia. ¿Tan a gusto estabas que no deseas partir? ¿O acaso lo que tiene que decirte es algo negativo? ¿Le debes algo, Gerald?
Asiento, perezosa, todavía con gesto entretenido, moviendo un poco el cuello, con disimulo, para relajar los hombros. No sabía que se conociesen, pero no ees algo que me resulte sorprendente.

Su segunda pregunta casi me hace suspirar, pero sé cómo contenerme. Simplemente recupero la seriedad, hablando casi con cansancio, no aburrimiento ni falta de respeto.

-Eso mismo me he preguntado yo -respondo-. No sabría explicarte por qué hace las cosas, de modo que no puedo responderte nada mejor.

Sí. Seguramente quiera dejar patente ante todo el que pueda que estoy a sus órdenes. Pero no es algo que me interese, personalmente, y prefiero evitarlo si me es posible.

Mantengo la sonrisa divertida hasta que se marcha, casi cómplice. Luego, lentamente, la desdibujo, terminando por borrarla. Esto se ha quedado vacío. Entonces...
Aprovecho mi repentina soledad para apretar los dientes en una mueca. Ya no aguanto más. Creo que se está inflamando de nuevo...

Con mano firme, hurgo en mi ropa y extraigo una botellita con un líquido transparente. Bebo un sorbo, sin mostrar en la expresión el sumo desagrado que me produce su sabor. Es repulsivo.
Me levanto, con dificultad, tras alcanzar las muletas. Pronto comenzará el espectáculo, y me gustaría estar en cama cuando eso suceda.
Al menos lejos de miradas. La debilidad no debe ser pública.

*se va*

Entro con expresión seria, ayudada de las muletas. Estoy harta de ellas. Me gusta poder moverme con libertad. Ese siempre fue uno de mis puntos fuertes. Ahora mismo me siento débil, casi inútil.
Y estoy de mal humor.

Acaban de darme una carta de Ventus, en los pasillos. No esperaba noticias de Heylel, y todavía no la he abierto. Esperaba estar sola en el comedor, pero aquí está el piscis, Follow, al que saludo con un gesto seco, tomando asiento en una mesa cercana.
Cuando un muchacho se acerca pido algo de comer, con desgana, dejando las muletas a un lado. He creído ver en sus ojos, por un instante, la intención de ayudarme, y eso ha empeorado mi humor.

Llevo una mano al bolsillo, palpando la carta, sin sacarla. Esperaré a no encontrar los ojos indiscretos del servicio.

FdR- Son mejores amigos

FdR: Rencoroso Follow lol

Lo miro de reojo cuando se acerca. Termino por girar lentamente la cabeza, llevándome un bocado a los labios, masticando con tranquilidad antes de dignarme a responder.
Solo he visto a Massen una vez desde que volví. No tengo idea de dónde está, si bien tendría que contactar con ella pronto, como prometí.

Debo contenerme para no ser desagradable. No está justificado.

- Supongo que terminará por venir, aunque no tengo idea de dónde se encuentra. Quizás te resultaría más sencillo encontrarla si la contactases mediante una nota -respondo, casi con pereza.

Aunque no sé si en el sitio del que vienes se lleva eso. Si fuese algo privado, por otra parte, yo buscaría algún modo de comunicación secreto para comunicarme con la otra persona.
Pero obvio eso. Que la busque por todo el palacio si lo prefiere, o que espere aquí la semana entera.

FdR: Party hard

Lo contemplo mientras se aleja. Me resulta desagradable su arrogancia. Seguramente esté más relacionado con su educación, o alguna incapacidad para comunicarse causada por algún factor cerabral.
No me importa. Me sigue desagradando su manera de comportarse. En algunos aspectos es más primario que Corbin.

Aprovecho que se va para abrir la carta de Heylel, centrándome en ella. No son malas noticias. No me arranca una sonrisa, aunque mi humor no ayuda, pero sí que me siento algo aliviada tras leerla. De hecho, pronto me surgen algunas dudas, y siento el impulso de escribirle. Pero no es algo que vaya a hacer ahora.
Empiezo a leer la carta de nuevo, buscando algún detalle que se me haya pasado por alto.

Termino de leer la carta por tercera vez. Nada que aportar. No veo indicios de mensajes secretos ni segundas intenciones. Sinceramente, una pena, aunque sigo considerando que su contenido me alivia bastante.
Al ver llegar a Gerald bebo un sorbo de agua. Pliego el papel con cuidado, sin aspavientos, y guardo de nuevo la carta en su sobre y el sobre en mi bolsillo, con calma. No me interesa que lo vea, pero tampoco me asusta. Procedo con tranquilidad.

-El dolor ha remitido un poco. Espero poder empezar la rehabilitación en breves, aunque sea poco a poco -respondo, concreta, contemplándolo con seca curiosidad.

Hoy no viene a por todas. Es una suerte, pues no estoy de humor, pero dudo que sus motivos sean que yo no me encuentro receptiva.

-Esperabas ver a alguien -indico, casi como una pregunta que termina siendo una afirmación.

Al entrar su porte era otro. Si su mirada no se encendió al ver a una mujer, es muy probable que viniese con una intención concreta.

Dedico una mirada de lado a Follow, que ya no se dirige a mí, sino a Gerald.

Salí de buen humor del agua.
Entré de buen humor al palacio.
Crucé de buen humor los pasillos, con pasos decididos y una sonrisa de oreja a oreja.
Abrí de buen humor la puerta del comedor.

Al ver el panorama siento que el buen humor desciende un poco. La sonrisa se vuelve una mueca, para empezar. Tenemos aquí lo mejorcito de Brontë, todo junto.
A la de las perolas no la había visto en mi vida. Pero he de esforzarme por mantener la compostura.

-¡A las muy buenas! -exclamo, en general, tomando asiento en una mesa algo alejada.

Desde lo que pasó aquel día no termino de estar cómoda. Pero no por ello debo ser maleducada, por lo que hago un gesto a Gerald con la cabeza, a modo de saludo personal, con una sutil sonrisa, antes de pedir algo de comer y centrarme en ello.

Mierda.