Lago

Me encogí de hombros, tratando de poner colores a lo que percibía a través de las ondas del agua. Desde luego, las membranas eran muy útiles, pero me gustaba más ver que sentir. Aún así, bajo el agua estaba acostumbrada a cuál era mi mejor sentido.

-Me gustaría poder verlo -respondí, aún sonriendo.

Fruncí el ceño, extrañada por su siguiente comentario. ¿Buscador? ¿Qué era eso de Buscador? En mis ojos se reflejó un brillo de alarma que apenas duró un instante.

-¿Quién es Buscador? -pregunté-. No será esa chica piscis tan pesada...

Me parecía un nombre extraño, pero en la tribu de Follow prácticamente cualquier nombre era posible. Él mismo había dicho que los nombres se referían a algo así como oficios, aunque esperaba denominaciones un poco más encriptadas.

La verdad es que me puedo sentir bastante afortunada, aunque a mí eso de apreciar los colorines de los peces y así no es que me vaya mucho... Pero en el agua puedo "ver" de dos formas, aunque sea el fondo. A cambio me ahogo mucho más rápido que ella. Equilibrio.

Frunzo el ceño. ¿No conoce a Buscador? Pues él tenía toda la pinta de conocerla. Alguien que busca a un desconocido no lo hace de esa forma.

-¿Qué chica piscis? -inquiero, confusa-. No, no. Buscador es el raro ese. Follow.

Así lo había llamado Silvanus durante la misión. Buscador para mí.
Joder... Bien pensado, estoy rodeada de piscis...

Sentí cómo enrojecía de golpe ante la mención de ese nombre. Follow. ¿Y por qué lo llamaba Buscador? Tragué saliva, nerviosa de pronto.

-¡A-ah, Follow! -exclamé, tratando de sonar natural sin mucho éxito. Piensa rápido, Dew-. Estuve con él hace unos días... -No, eso no-. ¿Cuándo te dijo que me buscaba? ¿No dijo qué quería?

Follow no me había dicho nada de particular el otro día en las termas, más bien había sido yo quien le había contado cosas a él. Quizá había sido después, aunque me extrañaba que me buscase tan pronto... De hecho, normalmente, Follow no me buscaba; dejaba que "el destino decidiera" nuestros encuentros.

Puedo leer en su expresión como si fuese un libro. El rubor no me pasa desapercibido por la noche. Y ese tonillo de disimulo... Hablas con alguien que vivió con dos de los putos mayores mentirosos que ha parido el mundo. Y al final o aprendías o se reían en tu cara.

Sonrío, laxa, burlona. Venga, Massen... Cuéntame más.

-Pues te buscaba aquella noche, así que ya llegas tarde -comento, despreocupada-. Y no no me dijo nada. Pensaba que podría pasar mi aburrida tarde con él y me dejó tirada -añado, melodramática, atenta a sus gestos.

De modo que también tú buscas al que busca, eh... Qué enternecedor.
Me parto.

Desvié la vista, algo incómoda. Esperaba que no pudiera ver el color de mi cara con aquella luz. Aunque al ser caeruleus, aquello hubiera sido un auténtico milagro. Contuve el impulso de hundirme en el agua, sintiendo cómo el rubor se me extendía hasta las mismas membranas.

-Bueno, si fue antes de que lo viera, no, pero... -¿Pero qué dices, Massen Dew? Solo lo estás empeorando-. Quiero decir que... Aunque supongo que fue después, porque no me comentó nada... -Céntrate-. Bueno, ya me lo encontraré por ahí. Me extraña porque no coincidimos tanto, pero si es importante ya se preocupará de seguir buscándome.

¿Era yo o se estaba burlando de mí? Tampoco era nada para reírse, ¿no? De hecho, ¿de qué se reía? A veces la gente busca a otra gente, y eso no es motivo de risa. ¿Por qué se pone así? Casi me hace sentir como si hubiera hecho algo malo...

-Es raro que se quede mucho tiempo en el mismo sitio -comenté, disculpándolo, al tiempo que intentaba desviar un poco el tema.

Por Mithos, Massen. Hay que intentar ser un poco menos obvia. Y te lo digo yo, que por cómo canté el otro día no tengo mucho derecho, pero bueno...

-Quizás fuese a darte un regalito -me burlo, conteniendo la risa muy decentemente. Al fin y al cabo era un día especial.

De modo que el joven corazón de Dew late por Buscador. Vaya tristeza de hombres que hay por aquí. Y ahora hablo por ambas, no solo por ella, que estoy muy enfadada conmigo y no me disculpo.

-Fuimos juntos de misión -comento, como quien no quiere la cosa.

Primero que se confíe. Luego asesto el golpe final destructivo y ya puedo darme por satisfecha.

Me encogí de hombros, haciendo un gesto vago a su suposición. Si no sabía yo qué quería, no iba a decírselo a ella. Sin embargo, me preguntaba si habría pasado algo. ¿Quizá algo malo? ¿Algo relacionado con la otra noche? Esperaba que no, pero... ¿Y si...? Empezaba a angustiarme aquel asunto.

Agradecí que accediera a cambiar de tema, y la miré con interés quizá algo exagerado.

-¿Ah, sí? -pregunté, tratando de animarla a hablar. Así podíamos centrarnos en otra cosa-. ¿Cuándo fue eso? ¿Adónde fuisteis?

Siempre pasaba por alto el hecho de que la gente podía conocerse perfectamente sin mí de por medio. Se me hacía raro a veces, pero de hecho era lo más lógico del mundo.

FdR- rol pausado

Mientras charlamos, la contemplo con deleite, esperando el momento apropiado para meter la pezuña. La dejaré relajarse un poco, pero solo porque me cae bien. A veces incluso yo sé ser benevolente.

-Fuimos a Lumen a recuperar un amuleto mágico. Ya hace meses -. Me encojo de hombros, risueña-. Nada especial que contar.

Me hundo un instante en el agua, emergiendo a su espalda, sonriente. A ver cómo lo digo con disimulo...

-¿Y estáis juntos o no te hace caso? -inquiero, con el tono que, imagino, usarían en un interrogatorio.

Al parecer, había conseguido desviar el tema, aunque no parecía dar mucho más de sí. Y eso que, para mí, una misión era un motivo de conversación bastante interesante. Esta en concreto debía haber sido bastante poca cosa, porque tampoco recordaba haber oído a Follow hablar nada al respecto. En cualquier caso, tenía que exprimirlo al máximo...

-Ya... -respondí, sin saber muy bien qué decir-. Yo tengo ganas de ir a alguna misión, que desde que he vuelto no he trabajado nada... Quiero compensar el no haber estado cuando hacía falta.

Pensaba que de esa forma iba bien encaminada, pero a Frikka no parecían interesarle mis planes de futuro en absoluto. Bajé la vista, algo reacia a ceder a hablar del tema, pero aún así respondí.

-Estamos juntos -murmuré con vergüenza.

Espero, esbozando una amplia, satisfecha, incluso burlona, sonrisa de disfrute. Casi me cuesta dejarla hablar. Tengo que contenerme para no interrumpirla y obligarla a ir al grano. Finalmente, tras conseguir formular la ansiada pregunta, ensancho la sonrisa con deleite al comprobar que la respuesta suena incluso mejor de lo que esperaba.
Contengo la risa.
Realmente, si me río en su cara seré una zorra un poco hipócrita.

-Así que sí, ¿eh? -recalco, burlona, nadando a su alrededor-. Menos mal. Sería un poco triste que te ignorase un... Da igual.

No he de excederme. No tengo nada contra Massen, esto no es más que diversión al fin y al cabo, y Buscador se sabe mi apellido. Lo perdonaré, aunque sea por hoy, y simplemente me reiré en mi cabeza.

-No te hacía con novio. Pareces más seria que eso -continúo, divertida, a medio camino entre la burla y el mero marujeo-. Aunque estás en la edad.

Y una puta mierda de bismonte. Yo a su edad...
Esto es irrelevante, me parece.

Un gruñido de estómago, caprichoso, me obliga a pensar en dejar el tema. ¡Pero no quiero! Aunque sería más divertido si Massen no fuese tan jodidamente seria...

-¿Vamos dentro y me cuentas las maravillas de Buscador? -inquiero, sin tratar de disimular el tono divertido, hundiendo el codo en sus costillas un par de veces.

Sentí cómo el rubor aumentaba, si es que eso era posible siguiera. No respondí a su primer comentario, y traté de disimular la tensión que me provocaba. ¿Un qué? ¿Qué era eso que daba tan igual? Traté de ignorarlo, pero no parecía querer permitírmelo, porque insistió al respecto. Traté de no fruncir el ceño a sus continuas pullas.

-¿Qué es más seria? -pregunté, tratando de no sonar demasiado molesta-. ¿Casada y con hijos?

Lo peor eran las insinuaciones que Follow había hecho al respecto. Y no era que Follow me pareciera muy serio, más bien parecía tener poca idea, o quizá, sencillamente, una idea diferente. Todo aquel mundo de la tribu era muy diferente, y eso que yo debería saber algo al respecto, ya que no me quedaba tan lejos.

Apreté los puños por debajo del agua. ¿En la edad? ¿En qué edad? ¿En la edad de reírse de la gente por tener pareja, como ella? Porque esa no parecía una edad muy avanzada...

Iba a responder cuando un rugido de su estómago se hizo presente. Entonces ella propuso ir adentro, y aunque en realidad no me apetecía mucho acompañarla para seguir oyendo bromas pesadas sobre el mismo tema, no supe negarme.

-No creo que haya mucho que pueda interesarte que te cuente, en realidad...

O, más bien, no había mucho que yo tuviera interés en contarle, pero eso no me atrevía a decírselo. En cualquier caso, recogimos nuestras cosas y volvimos al palacio. Esperaba encontrar un tema válido de conversación cuanto antes...

*Se van*

Zacharyas dedicaba su tarde, como había hecho los días anteriores, a recoger los cuerpos abandonados de los animales muertos durante la tragedia, aunque aquel día se permitió también apartar ramas y escombros de los caminos con intención de limpiarlos para hacer más fácil el acceso al lago. Sabía, al fin y al cabo, que su misión en Brontë no era solo satisfacer solo sus deseos personales, y comprendía que debía arrimar el hombro.

Con la capucha calada, trabajaba en silencio, contento. Llevaba unos días bastante tranquilos y agradables. Zacharyas podía decir que se sentía a gusto, sin más.

*se queda*

Tras horas trabajando, en algún momento, Zacharyas decidió cambiar de actividad. Había recogido muchos escombros y desperdicios y se había deshecho apropiadamente de ellos.
Regresó a Brontë, animado, arrancando algunas astillas de sus dedos, distraído, de buen humor.

*se va*

Parece increíble que las cosas sigan como siguen después de la tormenta. Una vez que le presenté a su niño acabó por desaparecer, pero ahora los alrededores del palacio están manga por hombro. Me siento en parte responsable, asíi que procuro ayudar en cuanto pueda a los trabajadores habitantes del palacio.

El lago sigue turbio, por ejemplo. Y aunque estar tan cerca de agua no me hace especial ilusión, es un sitio bonito. Así que aquí estoy, tirado en la orilla, arrastrando hacia mí los escombros de bosque con el brazo. Igual debería coger una rama larga para no mojarme tanto. Me estoy llenando de barro, pero es igual. Un hombre tiene que saber mancharse por lo que es necesario. Siempre puedo quitarme la camiseta si la cosa se pone demasiado pegajosa.

Al final los días entre las paredes del palacio son una mierda. Llevaba un ritmo de entrenamientos y trabajo envidiable, mi familia jamás se lo hubiese creído de haberlo escuchado, y para un jodido día que me meto a echarme una siesta en los establos se desencadena la tragedia. Aún voy a empezar a pensar que esa mierda de que la suerte sonríe a los que se esfuerzan es cierta.

De todos modos, aunque he decidido que es mejor llenar mi vida con más que lamentos, no me apetece demasiado rodearme de gilipollas cantando contentos porque el arreglo del pueblo va como la seda, por lo que termino por venir al lago, esperando no encontrarme con nadie correteando y feliz. De hecho, lo ideal sería no encontrar a nadie haciendo nada. A nadie.
Pero ya hay alguien. Además de los miembros del servicio, que están por todas partes pero se obvian fácil. No obstante, dentro de lo que podría ser...

Me acerco, con las manos en los bolsillos, intentando no componer un gesto demasiado huraño.

-Hay formas menos humillantes de comer barro -digo, a modo de saludo, terminando por esbozar una pequeña sonrisa al final de la frase.

Entrelazo los dedos y estiro ambos brazos hacia arriba. Parece que habrá que ir empezando, o así...

El agua sucia no permite que mi reflejo se forme con claridad. Dicen que durante el embarazo las personass se ven radiantes, que es su mejor época. Nunca me ha preocupado mucho mi aspecto físico, pero es agradable saber que se es más guapo que de costumbre. Una voz me saca de mi ensoñación de belleza. Me levanto con una sonrisa.

- Pero pocas son tan efectivas, Apellidobonito. ¿Quieres un poco?- le ofrezco cogiendo un puñado con la mano-. Estás demasiado limpia para haber estado trabajando. ¿No echas una mano?

Me estiro imitándola. La verdad es que ya me sentía un poco solo aquí.

Me pongo a su altura y él aprovecha para levantarse. Tiene un aspecto deplorable. Cuando yo llegaba así a casa, de pequeña, mi madre me castigaba sin cenar. Así tengo esta figura de sílfide.

-Veo que te acuerdas de mi apellido -murmuro, con tono divertido. Al ver el terrón que lleva en la mano, sin embargo, retrocedo una pierna, dispuesta a dar el paso completo atrás si se me acerca, alzando las manos hacia él, como escudo entre ambos-. Relaja la raja, eh. Yo ya me mancho sola. Todo a su tiempo.

Hoy he tenido la decencia de ponerme ropa interior debajo de la camiseta, y me da que ha sido una buena idea, porque como acabe estando la mitad de enguarrada que él me acordaría de no haberlo hecho.

-¿Qué tal van las cosas? -inquiero, luego, por decir algo, tirando con desgana de una rama enganchada entre dos rocas.

La verdad es que esto es una mierda... No estoy muy motivada, que se diga.

- Qué poco divertida- le murmuro antes de lanzar de vuelta el barro al lago, salpicando. El barro es mejor que el agua. A una mala, sobre el barro puedes andar. Mancha, pero bueno-. Las cosas que de verdad merecen la pena manchan. Algunas más que otras- ¿dar a luz será algo muy sucio? No lo había pensado...

No se lo piensa mucho y se pone a ayudarme. Qué chica más simpática. Sin pensármelo mucho me echo hacia atrás el pelo, manchándome en el proceso. Qué se le va a hacer...

- Las cosas... avanzan. Al menos logramos que la tormenta se largara por donde vino- sonrío. En verdad me siento orgulloso de ese pequeño logro secreto. De pronto caigo en la cuenta. ¡Es una chica! Me acerco hacia donde se encuentra- Eh, oye... ¿tú dirías que estoy más guapo? ¿Radiante y esas cosas felices?

En respuesta a su decepción, sonrío exagerada, burlo, mostrando casi toda la dentadura al completo. Sé ser divertida, por supuesto, y admito que eso de lanzarse barro resulta atractivamente infantil y entretenido, pero no es el momento ni el lugar. Y no tengo claro que la persona. Con mis hermanos quizás lo hiciese. Ellos ya no me respetan, de todos modos...

-Eso sí que es cierto -murmuro luego, asintiéndo, sin pensármelo. Tampoco es que yo sea la más sabia al respecto. Pero hay que hacer parecer que sí.

Sigo con mi difícil tarea. Apenas he arrancado un par de ramas y ya tengo los bajos de los pantalones asquerosos y la camiseta llena de puntitos. Lanzo uno de los palos a un montón, frotándome las manos a la ropa. Ya no hay nada que hacerle. La ducha que va a caer hoy será gloriosa...

Blabla la tormenta. No me apetece hablar mucho al respecto. Sería una conversación vacía, así que solo asiento y me entretengo con una roca que está bien encajada entre unas raíces. Y entonces viene a preguntarme algo que... ¿Qué?

Lo miro, con el ceño fruncido. ¿Qué me dices, hombre?

-¿Más guapo que cuándo? Si es la segunda vez que te veo-inquiero, ladeando la cabeza, confusa. Se me escapa un bufido, una risa, cuando veo una mancha de barro que tiene en la mejilla. Acerco una mano a la zona en cuestión, frotando con los nudillos, en un intento por limpiarlo, pero termino extendiéndolo más-. Lo que estás es lleno de mierda -zanjo, burlona-. ¿Por qué cosas felices? ¿Te has fumado algo o así?

Le ayudo de un tirón con la roca y sigo insistiendo.

-¡ Más guapo! En general. Que la última vez, que lo que te acordabas, que la gente. No sé. Más guapo- me esparce barro por la cara y no sé si ofenderme. ¿Creerá que estoy más guapo así? Sonrío un poco triste. Igual soy el único embarazado del mundo que no irradia belleza prenatal. Qué triste. Yo quiero que mi bebé piense que su papá es el más guapo de todos. Yo lo pensaba de mi madre. Luego las chicas comenzaron a presentarse como una alternativa bastante aceptable

Me levanto la camiseta e intento arreglar algo, pero probablemente solo lo empeoro. Aun así, sonrío.

-Pero sucio no pierdo mi atracctivo natural. Y las cosas pintan felices, ¿no? El futuro es brillante. Y el presente no está nada mal. ¡Míralo desde mi perspectiva! Estoy haciendo algo bueno por mis compañeros, compartiendo conversación con una chica guapa. Y cuando llegue a palacio, tendré una ducha caliente y comida esperándome. Aunque ahora que lo dices... No diría que no a fumar algo- añado guiñando el ojo.

Parece que su habilidad para sacar rocas tocahuevos de entre raíces es superior a la mía, pero estoy segura de que yo soy mejor que él utilizando insultos gratuitos que solo pretenden hacer sentir al interlocutor irritación y abatimiento. Cada uno tiene sus habilidades. Así somos.
Insiste, insiste, insiste. Si consigues arrancarle un piropo a Frikka Njorthrbiartr dudo seriamente que ese piropo sea guapo. Como mucho puedo preguntarte si la tienes dura con intención de avergonzarte en público y que resulte que no, que solo la tienes grande, y que tú te lo tomes como un piropo.

Lo contemplo largos segundos, como si fuese a dar un veredicto impresionante.

-Te veo igual que la otra vez -me limito a decir, manteniendo la sonrisa burlona, difusa.

A mí no me puedes meter en estos compromisos. Eso se lo preguntas, mejor, a una fulana comepollas. Porque si no fueses tú sería borde sin necesidad, pero me caes bien, chaval.
Aunque no parece de los que se desaniman. Mejor. La gente que se deja pisotear es una mierda.

Me dedico, esta vez, a arrancar una de las raíces. Entonces tenso un instante, tomada por sorpresa. Levemente, nada más. Lo miro, pues, dedicándole toda mi atención por un momento.
¿Chica guapa? ¿No dice "niña mona", ni "machorro" ni, "cría enana", ni...? Eh, espera, Frikka. Mantén la cabeza fría. Solo las niñas estúpidas se dejan comprar con cumpliditos ñoños de esos. Es cierto que debe de ser como la primera persona que me trata de mujer desde que estoy aquí, quitando a la líder chrysos que... No es lo mismo.
Em... ¿Por dónde iba?

-Nunca he fumado -murmuro, tras un par de segundos de silencio, ignorando el trozo de raíz que tengo asido-. Desde que vine a Brontë -me apresuro a decir, como para enmendar mi frase.

¿Por qué digo eso?
Nunca he fumado. No me interesa. Haber fumado, reconocer que has fumado, no te hace más guay. Y, además, soy asmática.
¿Qué cojones pretendo?
Al final soy una facilona más. Vaya mierda, Fifi. Esas defensas arriba.

-A mí todavía me queda mucha jornada por delante. El día acaba de empezar -. Termino la frase tirando de la raíz, que se parte, finalmente, obligándome a retroceder dos pasos para no caerme-. Joder.

Vaya, menuda decepción... Yo esperaba ser tan guapo como... no sé. Como el chrysos ese que vino a buscarla la otra vez. Me tendré que conformar con seguir siendo Narbe. Que tampoco está tan mal, ¿no? La parvus loca aquella quería besarme. Algo es algo. No soy un sex symbol pero las locas me quieren. Viva yo.

Me apoyo en una de las ramas que he sacado, un poco abatido. No quiero ponerme triste por esta tontería, pero... Esto es sin duda cosa del bebé. Las mujeres embarazadas del pueblo siempre andaban raras. Igual si el bebé está triste, el padre tiene que ponerse triste. ¿Qué le pasará? ¿Tendrá hambre? Si hoy he comido bien...

De pronto se me ilumina la mente. ¡Seguro que está triste porque aún no he pensado un nombre para él! Siempre pienso en él como "el bebé", pero claro, yo también estaría abatido si fuera siempre "el chico". ¿Qué nombre le gustaría? Son algo importante, los nombres...

Me sorprende cuando dice que nunca ha fumado. Parece que ya tiene una edad para haber hecho tonterías adolescentes. Luego me relajo, pero la semilla de la idea ya está plantada. La cojo de la mano y trato de arrastrarla al castillo.

- ¡Hay que ponerle remedio! Yo tengo alguna cosilla en la habitación, y no me importa compartirlo contigo- intento contener la emoción para no ser demasiado brusco con ella, no se me vaya a romper-. ¡Ya lo has dicho, la noche es joven!

Abro mucho los ojos. De repente me arrepiento tanto por haberle dicho eso... Mithos... Ahora es cuando le digo que no y quedo como una rajada... Pero si acepto estoy dejándome arrastrar por malas influencias como una debilucha... Hay que demostrar que sé tomar mis propias decisiones. Al final lo que opine el resto es irrelevante.

-¿Ahora? -inquiero, frunciendo un poco el ceño, algo contrariada-. Bueno... -. Vacilo un poco, pero termino por asentir con cierta timidez. Tampoco tiene que ser para tanto. Bebí aquellos licores de frutas y no pasó nada. Y estoy algo estresada. A lo mejor relaja, como dicen...-. No pasa nada por probar, ¿no?

Lo miro, pidiendo realmente su confirmación. Al final es él el que sabe.
Aunque, claro... ¿Qué me va a decir? ¿Que es horrible? Se supone que él lo hace porque le gusta, joder...

*es arrastrada y se van*

Llovía, peor no me apetecía estar encerrado, por lo que decidí salir de todos modos. ¡Y ya que estaba innoblemente mojado pues no había mejor opción que ir al lago a terminar de hacerlo! Era un buen lugar en el que pasar la tarde. Incluspo pasé por los establos para llevarme a Telma y que estirase un poco las patas.

-¡Aquí estamos! -indiqué, animado, con el pelo pegado a la cabeza, llevándome las manos a la cintura-. La verdad es que está haciendo un tiempo espantoso, pero eso a los Dehnel no nos afecta, eh, Tel.

Su mugido no fue tan animado como mis palabras, pero no importaba. Pronto estaba tan desnudo como ella, y mi ropa, empapada, colocada bajo un árbol en un intento por secarla, aunque fuese imposible a aquellas alturas.

-¡Venga, vamos! -dije, mientras la empujaba por detrás para obligarla a ir al agua.

Yo fui detrás de ella, y pronto ambos estábamos nadando por el lago. concentrarme en dar poderosas brazadas, en bucear hasta no aguantar más o en hacer diferentes giros en el agua era un buen entrenamiento. ¡Y también lo eran las carreras contra Telma! No sabía cómo podía ser que moviéndose tan pronto pudiese nadar de aquel modo, pero lo cierto era que, si se lo proponía, la muy innoble lograba dejarme atrás.

*se quedan nadando*

Estuve un buen rato ejercitando mis músculos, pero cuando la noche empezó a caer el frío se notaba más, y como no dejaba de llover pues no había nada que hacerle. Salí con Tel y me puse la ropa, mojada, por desgracia, y juntos partimos hacia los establos.

*se va*