Lago

Quien nadaba resultó ser un piscis, uno al que recordaba de la fiesta de aniversario del señor Brumm. No había hablado nunca con él.

Lo observé en silencio, examinándolo. Era bastante alto, mucho más que yo, y delgado, no demasiado ancho de hombros. Tenía el pelo y los ojos oscuros. Un rostro joven. Fruncí levemente el ceño. Me preguntaba si sería un guerrero más parecido a la pequeña Massen o a Kettleburn. Con un poco de suerte para mi raza, sus cualidades se asemejarían a la muchacha.

Su pregunta me hizo torcer una sonrisa. Era evidente que no sabía quién era, y aquello me resultaba curioso, gracioso de alguna forma.

—La pregunta es quién eres tú, muchacho.

Me acerqué a él.

FdR: Esos modernos con nombres que ignoran todo

Ensanché la sonrisa al ver su reacción, casi asustada, como si fuese un animalito. Su posición defensiva me hizo preguntarme qué pasaría por su mente. ¿Pensaba atacarme? ¿Con qué? ¿Magia? No parecía tener un arma con él. ¿Lo haría si avanzaba más? Probablemente.

Crucé los brazos.

Su respuesta me resultó extraña nada más oírla, pero no tardé en deducir que sería miembro de alguna de las extrañas tribus que poblaban Aqua. Curioso.

—Por supuesto que tengo —respondí. Torcí una sonrisa—. Pero no suelo dárselo a la gente que me trata con tan poco respeto. —Lo miré. Luego di un nuevo paso, curiosa por su siguiente movimiento—. ¿Qué haces en Brontë?

Tranquila, observé la respuesta del muchacho, que, tal y como había supuesto, me lanzó un aquaerum. Antes de que el conjuro llegase hasta mí, desaparecí, apareciéndome tras su espalda. Encantador muchacho, sin duda. Poco inteligente, también. Antes de atacar a alguien, debería plantearse si realmente tiene alguna posibilidad de vencer.

—Fascinante —murmuré, a su espalda. Esbocé una amplia sonrisa, mostrando todos los dientes —. Fascinante respuesta, también. ¿No crees que es un motivo demasiado vago para enrolarse en un ejército?

Volví a aparecerme a su espalda. Si fuese más alta y más inmadura, ahora mismo estaría susurrándole al oído, masticando las palabras antes de pronunciarlas, sonriendo ampliamente, amenazadora, poderosa. Pero no lo era, así que me limité a responder sin más.

—Qué vida más triste, entonces, atada a los azares del destino. —Alcé las cejas—. Qué poca capacidad de decisión, qué falta de libertad.

Sonreí ampliamente cuando se giró, con las manos agarradas tras la espalda, en una posición extremadamente infantil, como si fuese una pequeña niña remilgada que esperaba los elogios de sus padres o maestros. El muchacho, más calmado que antes, bajó el arma. Supuse que había llegado a la conclusión de que entre mis planes no estaba atacarle. No a menos que resultase demasiado impertinente.

—Quiero saber si eres un guerrero fiel, si estás dispuesto a darlo todo por el Palacio de Brontë. —Lo miré a los ojos—. Espero que seas un gran guerrero, uno de los mejores, y que demuestres cuán poderosa es Aqua. —Ladeé la cabeza hacia la izquierda—. Has dicho que tú elegías seguir o no tu destino. Quiero saber hasta qué punto estás dispuesto a seguirlo, sin más.

Me balanceé sobre los pies.

fdr. es una nasi.

FdR: gosaj-disseh: forma con la que llaman al "cielo" en la tribu de Follow.

Me encogí de hombros.
Nunca entendería a esa clase de personas, a las que creen tan firmemente en el destino, a las que se marcan un objetivo único e invariable para su vida. La mayoría de la gente no llegaba a cumplirlo y se amargaba porque seguían intentándolo, una y otra vez, una y otra vez, como si por mucho que lo deseases, o por mucho que te dijesen que estabas destinado a ello, fuese a cumplirse.

—Cuánta ambición. —Sonreí—. Liderar una tribu que probablemente no tarde en desaparecer. —Ensanché la sonrisa—. Espero que lo consigas.

¿Qué futuro les esperaba a aquellas remotas tribus? ¿Cuánto tardarían en desaparecer de una vez por todas? ¿Y con ellas su cultura? Probablemente, no demasiado. El mundo cambiaba demasiado rápido.

FdR: Iba a esperar a que se fuera ella, pero tengo sueñín XDU

Asentí complaciente. Si él quería creer en el destino y demás cuentos, adelante. Mientras sirviese bien al ejército, a mí poco me importaban sus fantasías. Si en algún momento su destino fuese interponerse con el objetivo de Brontë, entonces ya nos enfrentaríamos, y él vería como no existe tal destino.

—Ten cuidado, pues —murmuré, mirándolo de reojo, con un amago de sonrisa en los labios. El muchacho no era como la pequeña Massen, ni tampoco como Kettleburn. Era extraño, y no compartía sus creencias. Sin embargo, por cómo abandonó el lugar, parecía un guerrero capaz, que ahora mismo era lo que más importaba.

Había oído lo de los chicos espías, los dos chrysos y el aether, los tres con deseos alejados de lo que buscábamos en el ejército. Y no quería que se repitiese. Si por mí fuese, se haría una criba entre los miembros, asegurándonos de que los que están aquí lo están por motivos serios, por un deseo común. Pero dudaba que la idea tuviese éxito; a fin de cuentas, no estábamos recaudando a demasiada gente.

Era todo un engorro, pero suponía que debíamos dejar a la gente con motivos tan vagos como los del muchacho en Brontë.

*se va*

Aunque hacía frío y llovía, decidí ir al lago de todos modos. Juntar oscuridad, mal tiempo y otros muchos inconvenientes en un mismo lugar sería una especie de contratiempo para algunos, pero para mí era... ¡Contra tiempo! ¡Claro! ¡Porque era yo contra el tiempo, que era frío y lluvioso! Vaya ocurrencias... ¡Pero para mí era una forma de entrenamiento poderosa, capaz de mejorar mis características más débiles!

Me desnudé, ¡y vaya si fue difícil!, y luego salté al agua helada, que me mordió como cien escorpiones furiosos harían si estuviesen hundido en las arenas de algún desierto de Ignis. Empecé a patalear, furiosamente, para deshacerme del frío e interiorizarme en el lago, nadando en línea recta hacia el centro. ¡Si me alejaba de la superficie no sentiría innobles tentaciones!
Telma, que me había acompañado en todo momento, solo se remojó un poco, pero terminó quedándose fuera.

-¡Maldita malandrina!-exclamé, furioso, pero la tiritación me impedía hablar muy alto, y al entrarme agua en la boca decidí parar.

Nadaría kilómetros y kilómetros, rodeando aquella isla, hasta que el frío fuese historia. Cada uno de mis brazos desplazaba el agua con fuerza, permitiéndome mover veloz y poderoso.

*nada un rato y se va*

Podía jurar y perjurar que había intentado evitarlo, pero al final, mi carrera me había llevado hasta el lago. Ni siquiera me había dado cuenta de ello, lo cual revelaba que no había prestado demasiada atención a mi dirección. Y aquello estaba mal, muy mal. Por algo me había propuesto el mejorar mi orientación...

Una vez en el lugar, sin embargo, no pude resistir la tentación. Total, ya que estaba allí, que tenía de malo meterme en el agua. Estaba cubierta de sudor, un buen baño no iba a hacerme ningún mal. Y podía seguir entrenando en el agua...

Con este convencimiento, me deshice la ropa y me dirigí al agua.

*se queda*

Aprovecho que hoy hace mejor noche para salir. Tras un trote animado, luego convertido en uno perezoso, alcanzo el lago, que bien podí estar más cerca del palacio.
He traído una toalla y una muda de ropa. Soy una chica precavida. No hace falta que nadie lo jure.

Dejo las cosas junto a un árbol y entonces veo a Massen, no demasiado lejos, acercándose a la orilla. Alzo un brazo, enseñando mucho los dientes al sonreír, llamando su atención.

-¡Ey! -exclamo, llevándome luego las manos a la nuca, inclinándome despreocupadamente hacia atrás-. Las grandes mentes piensan jodidamente igual, puedo ver.

Aún no había llegado al agua cuando una voz a mi espalda me hizo volverme. No necesitaba mirarla para saber quién era, pero aún así la miré y me detuve donde estaba, esperando a que llegase a mi altura.

-Anda, hola -saludé, correspondiendo a su sonrisa entusiasta-. Pues debe haber pocas grandes mentes por aquí, porque no se ve gente por esta zona muy a menudo... -comenté-. ¿Qué tal todo?

Hacía algún tiempo que no coincidía con la chica, y eso que no me estaba acostando demasiado temprano en los últimos días. En cualquier caso, era bueno ver que estaba de buen humor, al contrario que la última vez.

Cuando llegó a mi altura, eché a andar hacia el agua.

Termino de prepararme, desvistiéndome. Hoy, sabiendo que vendría al lago, he tenido el pudor de cubrirme el pecho, aunque no sea nada que la piscis no haua visto.
Hará mejor día, pero al mismo tiempo los cojones hace mejor día. No es la época de ir sin ropa, todavía.

A su frase respondo con un poco sutil codazo en las costillas y una sonrisa maligna. Eso mismo, Massen.

-No es precisamente la casa de la sabiduría, esto. He visto más musculitos cabezahueca que otra cosa -me burlo, bromista.

No tardo en alcanzarla, sonriendo a placer, relajada. Aunque su pregunta me trae malos recuerdos. Tampoco es que me hayan pasado muchas cosas malas.

-No me quejo, porque si empiezo no paro -respondo, exagerada, de buen humor-. ¿Y tú qué?

Al tocar el agua con el pie, me estremezco.

-Joder... -murmuro, arrugando el ceño.

Parecía, efectivamente, de mucho mejor humor que la última vez. Pronto llegó a mi altura, y juntas nos metimos en el agua.

-Bueno, bueno, ya será menos grave -respondí, aprovechando su buen humor-. Yo, nada, intentando volver a la rutina, que en como me descuide me voy a volver una floja.

Me lancé al agua sin pensármelo demasiado; sabía de sobra que cuanto más dudase, peor lo pasaría. En seguida estaba ya nadando, con todas las membranas bien extendidas. Me volví hacia ella, que, en la orilla, parecía dudar un poco más de si era buena idea.

-Se nota que no es verano, ¿eh? -comenté, nadando de un lado a otro para no quedarme fría, esperando a que se decidiera.

Vaya sosa que está. Supongo que no tiene una vida muy interesante. O quizás es volver a la rutina lo que es un rollo. Yo prefiero decir que vivo relajada.

La veo entrar en el agua casi con envidia. Habiendo estado en Aqua hace poco, cualquiera le dice ahora que tiene frío. Es como para que se me eche a reír en la cara.
Odiaba cuando íbamos a Aqua a visitar a los abuelos y tocaba puto frío. Aquello sí que era una jodida mierda.

Hago una mueca, como dándole la razón, pero me meto antes de poder arrepentirme. Contengo un grito de nena y un par de palabrotas y doy alguna brazada, buceando, desplegando las orejas, emergiendo junto a ella.

-La madre que me parió -gruño, nada más sacar la cabeza, antes de respirar incluso.

No pude evitar soltar una risa ante sus aspavientos. Frikka tenía rasgos piscis, pero era evidente que no estaba muy acostumbrada al frío. De hecho, casi me extrañaba eso de que viniera a nadar al lago en pleno invierno y de noche. Aunque, bien pensado, en Caligo debía hacer más frío, con tantas horas de sombra...

-En cinco minutos se te pasa -repuse, quitándole importancia a sus quejas.

Me sumergí entonces, buscando llegar al fondo. Aún estaba cerca de la orilla, así que en seguida lo encontré. Volví a emerger sin entretenerme mucho. Estando acompañada, no podía actuar como siempre.

Me preguntaba cuánto aguantaría Frikka bajo el agua. En teoría, debería aguantar más que otros, pero conocía a tan pocos mestizos que no sabía cómo funcionaba aquello.

Cinco minutos... Más quisiera yo.
Me sumerjo tras ella, aunque no intento seguirla. Soy rápida en el agua. Me desenvuelvo bien. Es de lo poco que mamá logró inculcarme. Pero sé, por experiencia, que de ser buena nadadora a pillar a un piscis hay una diferencia importante. Aunque habría que probar sin membranas.
Por otra parte, Massen es excepcionalmente rápida, según veo... Incluso más que mis hermanos.

Me dedico, pues, a bucear con calma. El agua, tan fría, hace que note el pecho congestionado. Otro mal punto del asma: mala cuando hay frío.

Finalmente busco la superficie. Hacía mucho que no sentía con las membranas. Casi hasta se me hace raro.

Al ver emerger a la piscis me acerco, sonriendo socarrona.

-Te mueves como pez en el agua -bromeo, alabándola, haciendo el muerto boca arriba.

Sonreí a su comentario, orgullosa. Adoraba el agua por encima de todas las cosas, y estaba muy satisfecha con mis habilidades en ella. No en vano llevaba toda la vida dedicándome a ello como una de mis actividades favoritas.

-Es todo práctica -repuse, como quitándole importancia-. Aunque las membranas nunca están de más, la verdad...

Para no ser piscis, Frikka se desenvolvía en el agua perfectamente, eso había que reconocerlo. Me preguntaba si lo disfrutaría tanto como yo.

-Para no tener más que dos, a ti no sé te da nada mal -reconocí-. ¿Qué tal veis los caeruleus debajo del agua? Seguro que mejor que otros...

Por su sonrisa, he acertado. He debido de rozar su punto g mental o algo así. No soy muy dada a los piropos, pero nunca está de más comerle un poco la oreja a una amiga.
Asiento, con suficiencia, en respuesta a su pregunta, sacando pecho con arrogancia.

-Resulta que en los fondos a los que no llega la luz se puede disfrutar de una vista que pocos tienen el placer de contemplar -canturreo, petulante-. Aunque no soy muy de esas mariconadas.

La contemplo un instante. Algo viene a mi memoria, de repente. Para no ser un pez, Fifi...

-Por cierto. El otro día me encontré con Buscador, que te buscaba, irónicamente.