Lago

Cuando había recibido el aviso de Lis me había sorprendido mucho. No era normal que ella apareciese ante mí, y mucho menos sin Lea por el medio. Y cuando me había contado lo que había visto lo había comprendido todo. Con Värdjas a la espalda había salido enseguida, armado, preparado para enfrentarme al mayor de los peligros y ir en la ayuda de Lea.
Llevaba un flagrare encendido. Al seguir las huellas no había visto rastro alguno de la flamma, pero sí que vi aquellas sombras en cuanto salí de la vegetación junto al lago.

-¡¿QUIÉN VA?! -pregunté enseguida, preparado para la batalla. No veía bien a la figura, pero su tamaño indicaba que era un hombre-. ¡EN NOMBRE DE BRONTË, IDENTIFÍCATE!

Ben se había puesto las botas anti-deslizantes y llevaba el alfanje a la cintura, al igual que la riñonera que Frikka le había regalado. En ella guardaba el anillo llameante, la pala portátil y el colgante de agilidad, junto con un par de dulces de roca que habían acabado allí por pura casualidad.

Avanzaba por los árboles, saltando de uno a otro con la agilidad de un mono. Le parecía buen método para evitar tocar el suelo, lo que dejaría huellas. Y, probablemente, no la esperaran en los árboles. Escondida entre las ramas, se detuvo justo antes de llegar a la primera línea y observó. Desde allí se veía a una caeruleus, acompañada de tres moles gigantes. Qué bichos más majos. Salvo porque no parecían muy de su parte.

Con un susurro, se envolvió en un alfresnoiret y envió un âchnam a la caeruleus. Justo entonces, un grito la sobresaltó.

Al recibir el clair ëm yäk de Corbin, la bestia soltó un suave quejido (tenían la voz grave y de alguna forma rocosa) que alertó a la caeruleus, que ordenó al grupo que se detuviese. La bestia atacada buscó con la mirada al guerrero, y al no encontrarlo movió con fuerza sus brazos contra los árboles, haciendo que estos se partiesen. La caeruleus, unos pasos por delante, al notar el âcham de Ben, se volvió, buscando entre los árboles a los guerreros. Si llegó a verlos, nadie lo supo, porque en el momento en el que escuchó la voz de Rick desvió su atención hacia el flamma.

-Buscamos a los prisioneros y a un chrysos llamado Lyam -dijo, curvando suavemente los labios-. Dádnoslos y no sufriréis ningún daño.

Parecía tranquila, relajada.
Las bestias, detrás suya, se mantenían quietas pero atentas a cualquier amenaza.

Lo que Corbin había definido como una posible cuarta sombra fue la que se declaró como la jefa del grupo. Por la voz, una mujer. Segura de sí misma. Corbin no sabía de qué prisioneros hablaba, pero dudaba que su deber fuera entregar a nadie por una simple amenaza. Además, la idea de enfrentarla era mucho más interesante.

Invocó un ebrain aitchbrëa para ocultarse y localizarla bien, esperando que no se tratara de una claritas, y envió un clair ëm yäk contra su vientre cuando la luz la definió a sus ojos. No. Una caeruleus. Mejor. Justo tras el hechizo, y aún amparado por la luz, cambió su posición entre los árboles, sigiloso.

Arrugué el ceño en cuanto hablo. ¿Una mujer? Pero su la sombra parecía la de un hombre. Pero de hecho...
¡No! ¡Aquello no importaba! ¡Lo que verdaderamente importaba era otra cosa! ¡¿Por qué Lyam?! ¡¿Qué quería aquella malnacida, con perdón a su madre, de mi compañero?!

-¡¿LYAM?! ¡¿PARA QUÉ QUERÉIS A MI COMPAÑERO?! ¡¡NO SÉ QUIÉNES SON VUESTROS COMPAÑEROS, PERO NO PIENSO ENTREGAROS A UN AMIGO!!-. Desenfundé a Värdjas-. ¡¡SI LO QUIERES, TENDRÁS QUE...!! ¡¡QUE NO!!

No tenía que darle ni la opción a pensar que era posible. Debía marcharse de allí, o dejarse ajusticiar.

-¡¡ENTRÉGATE Y NO TE HARÉ DAÑO!!

Y, como fruto de una maldición, la mujer invocó una luz cegadora que me hizo cerrar los ojos. Enseguida me preparé para resistir cualquier ataque.

La voz de Dehnel me dejó claro que Frikka y yo no estábamos solos. Y me llevé una mano a la cara, frotándomela desde la frente hasta el mentón. Bueno, pues si Dehnel tenía tantas ganas de delatarse, que nos cubriera al resto con su delación.

Con el golpe de los animales, me moví a un árbol cercano, retrocediendo un poco para evitar astillas y ramas. Después, aprovechando que Rick seguía siendo el centro de atención, reacomodé mi posición. Fue entonces cuando, estando ya dispuesto a aportar mi propio ataque, una luz me impidió hacerlo. ¿Una claritas? Pues qué noche más movidita nos esperaba entonces.

Esperé a que la luz desapareciera antes de enviar un aethes contra ella. Los tratos se los podía guardar.

Me vuelvo muy tensa cuando algo me da por detrás.
Qué mal ha sonado eso... Menos mal que no lo he dicho, que solo lo he pensado.
Al ver a Cierzo me relajo un poco y le indico con un gesto que lo he visto. Pero la escena no es como para ponerse de charla...

De hecho, no está para una puta mierda. ¡QUÉ COJONES SE CREE ESE IMBÉCIL?! ¡¿DAN GANAS DE SALIR A PATEARLE EL CULO A ÉL, COÑO!

Me mantengo tensa, de todas formas. No señor... Hasta que la situación explote Fifi no va a saltar... Fifi no va a...

El ebrain aitchbrëa me hace pensar en Corbin. ya es como un acto reflejo.
Invoco un garves para paliar los efectos y seguir mirando. Mientras ese bobo distrae puedo ver si encuentro una solución para esto que no sea lanzarse a lo gilí. Si es que ella no ha atacado. ¡¿Es que nadie ve que ella no ha atacado?!

Bueno, las moles esas sí... Pero, de momento...
No sé si será que me da como palo decir "ey, también estoy auí". No me gusta luchar contra gigantes.

Ben se mantuvo donde estaba, escuchando la conversación con una sonrisa, sintiéndose protegida. Incluso cuando aquella mole gigante y peluda arrasó con los primeros árboles, no la alcanzó, así que pudo mantener su posición. La reacción de la mujer a su ataque resultó un tanto decepcionante, pero Ben no se amilanó. Estaba preparando otro...

... cuando una luz cegadora la obligó a taparse los ojos y soltar un suave gemido. Se puso un garves sobre los ojos y bajó a tierra de un salto para esconderse tras un tronco. Una sombra en la luz era bastante más visible que una sombra entre las sombras, así que mejor le valdría andarse con cuidado.

Buscó a sus compañeros hasta localizarlos a todos. Bueno, no parecían muy compenetrados, pero al menos tenían ventaja numérica.

Cuando vi llegar a Rick, no pude evitar suspirar, porque, de verdad, Rick, de verdad: siempre igual. No entendía qué interés tenía el flamma en delatarse siempre que podía, pero en fin. Este no era el momento para preguntárselo.

Las palabras de la caeruleus no me sorprendieron en un primer momento, pero sí lo hicieron después, cuando mencionó al chrysos. No tardé, sin embargo, en comprender por qué lo querrían, aunque eso no implicaba que fuese a hacer un trato con ella. Rick parecía pensar lo mismo, y... Un claritas. Fuese quien fuese. Pronto sentí una molesta luz que me obligó a cerrar los ojos.

Cuando recuperase la visión, cambiaría mi posición, buscando no revelarme ante la caeruleus. Si Rick necesitaba ayuda, buscaría apoyarlo con algún hechizo. De momento, no quería salir al campo de batalla.

Al escuchar la respuesta de Rick, la caeruleus ensanchó la sonrisa y negó suavemente. Con la mano libre, apuntó hacia el cuerpo del flamma, dispuesta a lanzarle un hechizo cuando el ebrain aitchbrëa y el clair ëm yäk la golpearon. Entonces, cambiando de estrategia, conjuró un garves en sí misma, recuperando al momento la visión. Como respuesta a los ataques del claritas, una de las bestias se arrojó contra los árboles, hundiendo su puño en la zona, buscando aplastar al guerrero.

El aethes de Cierzo llegó a rozarla, pero la caeruleus fue lo suficientemenre rápida para esquivarlo. Como respuesta, una de las bestias atacó la zona, en un ataque semejante al que su compañera había hecho contra Corbin. La caerueleus, mientras tanto, lanzó un hechizo contra el flamma. La otra bestia permanecía quieta, a la espera.

Corbin encontró la respuesta a sus hechizos no en la caeruleus, sino en una de sus moles gigantes. Se apartó de un salto del puño que se cernía sobre él, preguntándose si el clavarse los árboles en el puño lo afectaría en algo. Podía ser que estuviera manejado por la mujer, pero no dejaba de ser una herramienta que bien valdría la pena eliminar. Solo que llegar a él no era sencillo.

Corbin, tras retroceder, se impulsó de nuevo con la daga por delante, tratando de rajar con ella la mano, o al menos alguno de los dedos. Se preparó para retroceder rápidamente, hubiera cumplido o no su objetivo.

¡LOS COJONES! ¡TUS COJONES, CIERZO, PARA SER MÁS EXACTOS!
Una reacción de esperar, por otra parte...

Cuando veo que uno de esos puños viene al árbol me lanzo enseguida hacia la derecha. Pero me lanzo así coma tierra al caer de cara. No pienso acabar hecha un cromo debajo de esa mano descomunal, lo siento.
Supongo que ya está. Ya han atacado. Ya no vale eso de ser pacifistas.

Si lo consigo, que no descarto palmar ahora mismo, le enviaré un âchnam al bicho. Pero será cabrón. Que con una Njorthrbiartr uno no se mete, y eso hay que tenerlo clarito desde el principio.

Supongo que los árboles no van a salvarnos. Qué alivio, eh...

La respuesta a mi hechizo fue la necesidad apremiante de moverme de donde estaba. Genial. Monitos de feria en proporciones astronómicas. Y encima entrenados. Ni siquiera parecía que ella diera las órdenes. Simplemente, atacaban por ella. Porque joder, yo a la mole de pelo no le había hecho nada.

El caso fue que, tras mi retroceso, me tocaba dedicar una nueva ofensiva, aquella vez al bicho. Mejor quitármelo de encima. La mujer ya parecía entretenida con Rick.

Envié un aethes contra la muñeca de la criatura, dispuesto a cortarla. Seguía barajando en mi cabeza la idea de enviar a mi pequeño mayordomo, pero no acababa de parecerme la mejor opción.

Ben observaba, oculta. Al final, parecía que había pasado desapercibida, así que volvió a tomar altura. Y entonces vio cómo dos de los seres atacaban. Uno de ellos a Frikka, a la que localizó un poco más allá.

Tratando de evitar que se acercara a su compañera, Ben envió un nuevo âchnam contra la cabeza del monstruo. Si a ella no le había afectado, dudaba que con el bicho fuera diferente, pero no podía quedarse sencillamente a mirar.

Justo a continuación se lanzó en busca de otra rama en la que situarse, no le fuera a caer a ella otro puño gigante sobre la cabeza.

Cuando ella me había apuntado me había preparado para protegerme, pero enseguida la luz del hechizo me había cegado. Invoqué un baadha por si acaso, preparándome por si venía un ataque en la oscuridad, pero no llegó.
Para cuando recuperé la vista, o lo que pudiese llamar a aquello que tenía en la oscuridad, apreté las manos, aferrando bien la espada.

-Pues si no vas a rendirte... -murmuré, para mí-. ¡VOY A...!

Me lancé contra ella, con Värdjas por delante. En mitad de mi carrera salté a un lado para tratar de evitar su conjuro, pero sin dejar de avanzar. Atacaría con el canto de la espada. Buscaba alcanzar su hombro derecho, como había hecho con Aryde en el duelo días atrás.

Al ver cómo la caeruleus atacaba a Rick, lancé yo misma un âcham contra ella, buscando golpear la muñeca con la que sujetaba la espada para darle así a Rick una pequeña ventaja. Al momento, aún oculta tras los árboles, cuidándome de no acercarme a las bestias, me desplacé, buscando un nuevo flanco desde el que atacarla.

La recordaba de la misión. Sabía que era fuerte.

Corbin logró esquivar el ataque de la bestia, y al momento se lanzó contra ella, logrando hacerle una pequeña hendidura en la mano y retrocediendo al instante, esquivando un nuevo golpe de la bestia, que no tardó, pese a todo, en buscar golpearlo de nuevo con la otra mano.

Los ataques de Ben, Frikka y Cierzo también impactaron contra la bestia, que soltó un alarido pero que no retrocedió. Como respuesta al ataque del aether, que había sido el que más daños le había hecho, la bestia movió el brazo, derribando varios árboles con el movimiento, buscando golpear al aether. Por estar en una posición cercana al aether, Frikka también pudo ver cómo el brazo se acercaba peligrosamente contra ella. Ben, en los árboles, se mantenía segura de las ofensivas de las bestias.

Los ataques de Inger y Rick no tuvieron gran éxito. Veloz, la caeruleus interpuso su espada al ver venir a Värdjas, y aunque el ataque de Inger sí logró impactar contra su muñeca, la mujer no pareció inmutarse. Con la otra mano, conjuró un hechizo contra el pecho del flamma.

La otra bestia, que hasta entonces había permanecido quieta, se acercó con lentitud a los árboles.

Joder con el oso este de mierda. ¿Me tiene en el punto de mira o qué? ¿Por qué la ha tomado conmigo, joder? Si es que a una la odian o algo pasa...

Con un jadeo miro en ambas direcciones. ¿Y a dónde voy? No tengo mucho tiempo. Joderjoderjoder. ¿No podían ser más de mi talla? No me gustan los hombres muy altos.
Para empezar, ¿qué pintan aquí estos macacos?

Me tiro al suelo como puedo, pegando la cabeza a la hierba y rezando (no, pero casi) por ser lo suficientemente delgada. Un día de esos en los que no tener tetas puede ser bueno..., si salgo de esta.
Y si sobrevivo lanzaré un garves a esa mole. No sé si funcionará, pero me está tocando ya la moral con los ataques...

Me levantaré en cuanto pueda para alejarme. Hacia atrás. Lejos de sus manos.

Vi que Inger se ponía en marcha para...
¡¿INGER?! ¡¿Qué hacía ella allí?! La había visto en la enfermería apenas unos días atrás. No estaba muy seguro de que su forma física fuese tan buena como...
¡No! Ella era una guerrera. Tenía que pensar aquello y no agobiarme. Preocuparme por si era o no el momento de luchar para ello solo me haría hacerlo peor.
Ya bastante preocupado estaba también por Lea. ¿Dónde estaba? Demonios...

Fruncí el ceño y la miré un momento, haciendo un asentimiento rápido. Quizás si uníamos fuerzas podríamos herirla.
Como ella iba por detrás me centré en lo que yo tenía delante. La mujer había parado a mi Värdjas, por lo que me concentré en aumentar al máximo la fuerza con la que forcejeaba con ella. Tenía que entretenerla el tiempo suficiente para que Inger atacase, aunque eso significase que me alcanzase el hechizo que la mujer parecía preparada para enviarme.

Debía aguantar.

El barrido se me acercaba, pero era lento, y yo podía tomar ventaja de mi posición, más cerca de la mano que del brazo. Así pues, retrocedí para alejarme de ella y dejarla pasar de largo. Mi intención era enviar un nuevo aethes una vez hubiera pasado de largo, de tal forma que mi corte se apoyara con otro del otro lado que ayudara a cortar la mano.

Después, con un nuevo aethes, traté de rajar el brazo a lo largo, como si lo estuviera ayudando a suicidarse. Si seguía moviéndose así, acabaría por perder una buena cantidad de sangre.

Por otra parte, a mí me convenía alejarme antes de que intentara alcanzarme de nuevo con esa manaza... o con la otra.

Tenía la sensación de que su ataque no había servido de mucho. El animal parecía más preocupado por las acciones de un... sorprendentemente aethes, al que intentaba alcanzar... llevándose a Frikka por el camino. A Ben no le gustaba el cariz que estaban tomando los acontecimientos.

Desde su nueva posición, apoyó el ataque del aether en la muñeca con dos nuevos âchnams, y se movió otra vez. No quería acabar hecha un amasijo de carne y astillas se hueso si al animalito le daba por centrarse en ella.

Corbin se encontró solo contra un ser que lo superaba plenamente en altura y no se le quedaba atrás en velocidad. Lo cual requería de mucha concentración por su parte. Concentración y habilidad...

Lo ideal habría sido contar con alguien que tuviera a bien distraer a su voluminoso contrincante, pero Corbin no pensaba pedir más de lo que las circunstancias le ofrecieran. Y si él era más pequeño, tendría que servirse de eso.

Conjuró un nuevo ebrain aitchbrëa para confundir al animal y, cuando la nueva mano se cirnió sobre él, la esquivó por poco... y saltó sobre el brazo, aferrándose con fuerza al pelo. Había llegado el momento de trepar.

Mi hechizo no pareció ayudar demasiado a Rick, así que pronto cambié de estrategia, saliendo de mi escondite para tratar de ayudar al flamma utilizando fuerza física. Estaba detrás de la caeruleus, que parecía ocupada con Rick, así que eso podía darme una oportunidad. En cuanto vi su gesto, me dirigí contra la espalda de la caeruleus, buscando golpearla en la nuca. No obstante, en mitad de mi carrera sentí como una nueva luz me cegaba, y no pude evitar detenerme, notando una fuerte molestia en los ojos.

Frikka logró salvarse del barrido de la bestia por apenas unos milimetros, notando cómo el pelo del animal le rozaba el rostro. Al momento, la caeruleus lanzó un garves contra la bestia, que se vio ciega pero que aun así intentó seguir golpeando a sus rivales siguiendo la misma técnica empleada hasta ahora. Los ataques de Cierzo y Ben también habían impactado contra ella, logrando hacerle varias hendiduras desde las que la sangre empezó a brotar. Y a pesar de que las heridas no eran muy profundas, los alaridos de la bestia se volvieron más lastimeros y sus golpes más agresivos.

El hechizo de Corbin sirvió para cegar no solo a la bestia a la que se enfrentaba, sino también a sus compañeros y a la propia caeruleus. Como resultado, el ataque de Inger nunca llegó a golpear a la enemiga, desperdiciando así la oportunidad que Rick le había dado. El flamma, al sentir el hechizo contra su pecho, notó cómo su cuerpo retrocedía; la caeruleus, por su parte, conjuró un nuevo garves en sí misma, recuperando la visión y lanzándose de nuevo contra el flamma.

La bestia a la que Corbin se había aferrado movió el brazo, buscando, aunque ciego, golpear al claritas contra los árboles. Por su parte, la bestia restante esperó a recuperar la visión para moverse, acercándose a la ahora descubierta Inger.

Parecía que los ataques tenían su efecto, y por más que se enfureciera, seguía siendo más lento que yo. Continué esquivándolo, así como continué lanzando aethes para abrirle las venas, buscando que perdiera tanta sangre como fuese posible. Al parecer, tenía ayuda, aunque no sabía muy bien desde dónde. Ni tampoco tenía intención de averiguarlo.

Mi objetivo era mantenerme lejos de él y aprovechar mis ataques a distancia para ir menguando sus fuerzas. Lo ideal sería cortarle el miembro, pero desangrarlo no era mala idea.