Biblioteca

Sonrío de lado. Si ha llegado hace solamente un par de días y todavía no ha visto el correo, supongo que entonces no puede haber visto la carta.

<<Creo que tienes una carta mía. Espero que haya llegado. De cumpleaños>>. Ensancho la sonrisa. Me alivia saber que no he llegado tarde, porque si hubiese llegado en el día tampoco la hubiese encontrado. <<No me he olvidado. Felicidades.>>

A su pregunta, simplemente asiento con energía. No sé si volveré a irme alguna vez, claro. No prometo que me vaya a quedar aquí toda mi vida. Pero ahora que acabo de llegar, con las ganas que tengo de hacer cosas y de ver a todo el mundo, no puedo siquiera pensar en irme. Ya tendré tiempo de querer viajar de nuevo por el mundo.

<<¿Y tú?>>

Me quedé un momento descolocada. Luego alcé las cejas y recompuse la sonrisa.

─Pues yo sí que me había olvidado... ─murmuré, algo avergonzada, sin saber por qué. Demasiadas emociones en los últimos días para pensar en cumpleaños. Me costó un momento echar la cuenta─. Gracias.

Pese a que mi propia pregunta me hubiese resultado demasiado directa, su respuesta parecía muy segura. Me alegraba, en cierto modo. Teniéndolo delante, me daba cuenta de una forma un tanto diferente de cuánto lo había echado de menos.

Me apoyé en una estantería y me encogí un poco de hombros cuando me devolvió la pregunta.

─No lo sé ─respondí, pensativa─. Supongo. Nunca me he ido del todo, realmente, pero tampoco recuerdo la última vez que pasé por aquí, físicamente. Como mínimo estaré una temporada disfrutando de la vuelta y manteniendo un perfil un poco más bajo en cuanto a misiones. Me estaba acostumbrando demasiado a encadenar una detrás de otra.

No sé si volveré a sentirme atrapada en el palacio, pero eso ya lo iré trabajando según llegue.

No puedo evitar reír. Cómo no... Massen Dew, demasiado seria y comprometida con sus deberes de guerrera como para recordar su cumpleaños. Tengo como el impulso de tocarla, pero al mismo tiempo se me hace extraño, después de tanto tiempo, y no consigo hacerlo con naturalidad, por lo que me mantengo en mi espacio.

<<Eso suena a que te vendría bien un descanso>>, indico, entretenido. <<¿Qué has estado haciendo últimamente?>>

Suena como si hubiese estado muy ocupada. Si ha estado dedicándose absolutamente a ir de misión en misión casi hasta me alivia que esté de una pieza.

Pensé un momento por dónde empezar antes de responder. Tampoco sabía, de mis últimas actividades, cuánto era factible contar y cuánto era confidencial.

Sonreí.

─Pues te lo creas o no, he pasado una temporada en Ventus ─comencé─. Llevaba un tiempo buscando misiones prácticamente por libre y me encontré con que tenían bastante demanda. Trabajaba para Brontë, pero buscando y administrando yo mis propios encargos. Y acababa de volver de cerrar el último trabajo, todavía ni me había puesto a buscar otro, cuando me encontré con Alehyss en una posada. Resultó que ella estaba de camino de vuelta a Brontë de cumplir con un encargo también, así que decidimos volver juntas. Humus, Fulmen y hace un par de días llegamos aquí. Todavía me estoy acostumbrando.

Me encogí de hombros.

─¿Y tú qué? ¿Has venido directamente desde Ciudad Nevada? Porque también es un viajecito.

Abro mucho los ojos, sorprendido por la historia. Por un lado, le pega mucho viajar por ahí gestionando los encargos. Lo cierto es que si ya era capaz la última vez que nos vimos, no puedo imaginar lo fuerte que será ahora... Y siempre ha sido muy independiente. Pero, aún por encima, que se encontrase con Alehyss justamente en una posada de Ventus parece casi como la mayor de las casualidades. Qué pequeño es el mundo a veces.

<<¿También está Alehyss por aquí entonces? Tendré que saludarla>>, formo con las manos. <<Vaya viajes tienes que haber hecho. Ya me contarás alguna de tus aventuras. Quizás tomando algo. Celebrando tu cumpleaños, por ejemplo>>, sugiero con una sonrisa.

Cuando pregunta por mi caso, asiento. Es decir, he visto cosas por el camino, claro, pero no me he parado más de lo necesario. Estaba más interesado en llegar que en el camino.

<<Hace tiempo que no hago nada parecido a una misión. Y he venido directo, la verdad>>. Tras pensar un momento, saco pecho, con cierto orgullo impostado. <<Bueno, he estado tirando bastante con arco.>>

Le devolví una sonrisa cómplice, encogiéndome un poco de hombros.

─Cuando quieras. Es decir, cuando quieras, por ahora. No prometo que no vaya a volver a llenar mi agenda en breves, aunque ande por aquí ─advertí, medio en broma. Solo medio, porque ya estaba empezando a notar que me incomodaba la falta de actividad y solo llevaba un par de días de descanso.

Así que había estado entrenando. Se le notaba, realmente. Y era mejor así, si quería volver a las filas de Brontë. Tuve que aguantarme la risa como buenamente pude, solo de pensar en el Jun de hacía unos años, absolutamente perdido en el palacio y sin ninguna confianza en sus capacidades. En eso no se parecía mucho al Jun que conocía.

«Hay que volver a entrenar», me atreví a signar, con cierta torpeza, «juntos».

Se me tensaban los dedos solo de probar. Sí que lo tenía oxidado. Me daba un poco de vergüenza.

─Y buscarte una misión, ya que estamos.

Niego con la cabeza varias veces. Si es que no ha cambiado nada a ese respecto, o, si lo ha hecho, parece que ha sido para volverse todavía más aplicada. Salvo que con "llenar la agenda" no se refiera precisamente a irse por ahí a salvar a algunas personas o a machacar a alguna bestia.

Sus torpes gestos me resultan tiernos. Ha perdido práctica, pero no se ha olvidado. Ni siquiera me planteé que pudiese haberlo hecho al encontrármela. Me salió directamente utilizarlos.

<<Me encantaría entrenar contigo de nuevo>>, coincido, asintiendo. <<Aunque creo que para ir de misión necesitaré recuperar algunas habilidades primero>>.

Tengo más interés en su cumpleaños. O en cualquier tipo de tiempo de ocio con ella. Aunque supongo que es un poco irresponsable ponerme a pensar en fiestas el primer día.

Alcé las cejas, inquisitiva.

─¿Pero no decías que habías estado entrenando? ─bromeé. Negué con la cabeza─. En fin, para todo habrá tiempo. Pero ya veo cuáles han sido tus prioridades para empezar. Hay cosas que nunca cambian ─. Y menos mal, por algún rasgo tenía que reconocerlo─. ¿Estabas recordando el pasado o buscabas algo en concreto?

Me incliné hacia un lado un momento para mirar más allá de la estantería y comprobar que mi paquete de cartas seguía en su sitio. Efectivamente. No parecía que la biblioteca estuviera muy solicitada. Suponía que, con la nieve, la mayoría de la gente estaría aprovechando otro tipo de ambientes.

Me encojo de hombros, con una sonrisa divertida.

<<He estado entrenando, pero no es lo mismo apuntar a una diana inmóvil y correr un poco que enfrentarse a unos bandidos sanguinarios>>, respondo, con gestos ágiles.

La verdad es que, pese a todo, creo que podría enfrentarme a peligros mejor que hace años, aunque haga tiempo que no hago nada parecido. Es impresionante el valor y seguridad que he ganado simplemente por cambiar de entorno, ver el mundo y conocer a gente nueva.

<<Estaba recordando el pasado, más bien. No sabía bien a dónde ir. Si hubiese sabido que estabas, te habría buscado. O a Alehyss. Supongo que simplemente recordaba viejos tiempos y esperaba que alguien me encontrase a mí. Y no hubiese podido ser nadie mejor>>, respondo, franco.

Solté un resoplido.

─No te preocupes, te buscaremos algo que consista en rescatar a crías de mecña de la copa de un árbol ─le aseguré. Aunque, si la cosa iba de trepar, yo casi que prefería los bandidos, sinceramente. A cada cual con sus gustos.

Asentí, sintiéndome completamente identificada con la sensación que describía. Yo también sentía un poco que no sabía por dónde empezar.

Sonreí. Qué adulador.

─¿Te apetece dar una vuelta? ─propuse─. La verdad es que yo estaba un poco igual e iba a ver si las cartas me distraían un poco, pero no contaba contigo. Ahora como que me apetece más ponerme a leerlas en otro momento.

Río de nuevo. Qué mala. No ha perdido su capacidad para ser mordaz, desde luego. Pero ya no me pone tan nervioso que se meta conmigo.

<<Seguro que se me ocurre la forma de crear algún objeto que los baje sin tener que subirme siquiera>>, gesticulo rápidamente. Lo peor es que no es broma, nada más decir eso ya estoy pensando en cómo lo haría.

¿Una vuelta? Sí. Claro que sí.

Asiento con energía y, por fin, me atrevo a romper la distancia y dar un pequeño toque cariñoso en su brazo derecho.

<<Entiendo que mi compañía es mejor que cualquier carta>>. Sonrío con cierta socarronería. <<Si quieres ir fuera, te puedo enseñar lo igual que me da la nieve ahora mismo.>>

Y más esta nieve. El frío que hace hoy aquí palidecería ante cualquier día de invierno en Ciudad Nevada.

Sonreí de medio lado, aguantándome la risa. No dudaba de que lo hiciera. A saber qué más pajaritos le había metido Loksass en la cabeza, como si no hubiera ido a Aqua ya con suficientes.

Lo de la nieve terminó de arrancarme la carcajada que contenía, pero me tapé la boca. Aunque no hubiera gente, seguíamos en la biblioteca.

─Eso sí que voy a tener que verlo para creerlo ─respondí─. Quién te ha visto y quién te ve.

Tampoco lo decía por decir. Se me hacía rarísimo tener que mirar arriba para hablar con él, y más una vez se hubo acercado. No sabía si iba a ser capaz de acostumbrarme a eso.

Me separé de la estantería sobre la que me había inclinado, pero ponerme recta no solucionaba mucho el problema.

─Tiene especial mérito si no te molesta el frío ahí arriba ─apunté, al final, sin poder contenerme más─. ¿Qué te han estado dando de comer? En mis tiempos, la infancia en Ciudad Nevada era dura e implicaba pasar un poco de hambre, por lo menos. A la juventud de ahora os lo dan todo hecho.

Eché a andar hacia la mesa para recoger mis cartas. Si íbamos a dar una vuelta, tampoco era cuestión de dejarlas ahí olvidadas.

"Quién te ha visto y quién te ve". Sonrío, divertido. A veces siento que he cambiado tanto que yo mismo no me reconozco en las cosas que hago. Supongo que tendremos que acostumbrarnos el uno al otro de nuevo.

Cuando hace referencia a mi altura vuelvo a reír. No he querido mencionarlo. No me había dado cuenta de lo alto que era hasta que llegué, ayer, y vi a Cierzo. Porque en el fondo en Aqua todo fue poco a poco y aunque fuese consciente no me medía contantemente. Pero ver de nuevo a la gente y no tener que mirar hacia arriba... Y ver ahora a Massen y encontrarme con que tengo que bajar la vista...

<<Comía un poco de todo. Sería el pescado, seguro. O la humedad del aire.>>, gesticulo. <<Ya decía yo que estabas más bajita y me daba vergüenza preguntar si te habías encogido. Pero no era eso, entonces.>>

Voy tras ella cuando va a por las cartas. Tengo muchas cosas más que contarle. De cómo iban las cosas por allí. De qué había aprendido. De Loksass. De... tantas cosas. Y esperaba al menos las mismas historias por su parte. Pero antes de que nos pusiéramos al día quería, simplemente, pasear un rato y disfrutar sin más, fingiendo que no había pasado tanto tiempo.

<<¿A dónde te gustaría ir? ¿Qué quieres hacer?>>

Te he echado de menos, Massen Dew.

Compuse un mohín ofendido, con cierto aire teatral.

─Te diría que yo también he crecido, pero es evidente que no sabrías apreciarlo ─respondí con fingida indignación.

Cavilé un momento su pregunta. En realidad me daba un poco igual; era una excusa para pasar rato juntos. Pero ya lo sabía, o eso quería pensar, así que le puse un poco de empeño. También hacía mucho que no recorría Brontë de arriba a abajo; en los dos días que llevaba allí no me había movido demasiado, y menos por los exteriores.

Al final, la respuesta era evidente.

─Todavía no he ido al lago ─respondí, volviéndome a mirarlo.

Esbozo una sonrisa. El lago, entonces. Cómo no. Muy Massen.

<<Tengo una idea. Vete a guardar las cartas y luego vete al lago. Nos vemos allí>>, gesticulo rápidamente.

Acto seguido, con una sonrisa traviesa y sin mayor explicación, echo a correr hacia la puerda con largas zancadas. Antes de salir le dedico una nueva mirada, esperando que confirme o asienta de alguna forma, pero pronto he salido de la biblioteca y me pierdo en los pasillos con un rumbo fijo.

*se va rápido*

Quise detenerlo, pero parecía de pronto muy resuelto y con mucha prisa. Me quedé un momento donde estaba, viéndolo marcharse. Al final, cuando se giró hacia a mí antes de salir lo más que me salió fue sonreír y encogerme de hombros suavemente, aceptando. Tenía cierta curiosidad por qué se le habría metido de pronto en la cabeza.

Volví la vista a mi paquete de cartas. Definitivamente, tendría que ser en otro momento. Lo guardé y me dirigí yo también a la puerta, camino de la habitación.

*Se marcha*

Lleva un rato en la biblioteca, tratando de entender las explicaciones de los libros sobre magia claritas. La última misión le demostró que está muy verde para plantar cara a un enemigo y más todavía si debe hacerlo en la oscuridad. Quiere estar más preparada y ya que el físico no es su fuerte, quiere procurar no volver a quedarse a oscuras de nuevo. Sin embargo, la lectura no es su fuerte y tarda mucho en acabar un párrafo y, sobre todo, en entenderlo.

Toma aire, levantando la cabeza del libro, y suspira con cansancio. Se recuesta hacia atrás, levantando los brazos para apoyarlos sobre el respaldo de la silla. Su espalda se curva y siente como su vientre se estira. Sus pechos se caen ligeramente hacia los lados, marcándose sobre la camiseta. Al menos, piensa, la piel de lobo que ha conseguido es bonita.

*intenta estudiar*

Dado 6

Se ríe con el comentario del parvus. No se rió cuando sucedió, pero dicho así le parece divertido.

—Sí, fue bastante patético. Creo que no nos vana a dejar ir solos más —Se tapa la cara con ambas manos, entretenida y algo avergonzada, pero no demasiado. Se pone seria de nuevo cuando el parvus da explicaciones y lo mira ladeando ligeramente la cabeza.

—Lo que te pasa... Esa enfermedad o lo que sea... Creo que es un asco. O sea, no que me des asco tú. Digo que si me pasara a mí, viviría encerrá. A ver, es verdad que fue un estorbo. Pasar de tres a dos sin avisar es peligroso, pero sé que no es tu culpa así que no pasa nada. Creo que eres muy valiente por intentarlo, pero no sé si es buena idea —Se sincera con el parvus. Habla con voz suave y amable, sin reprocharle. Lo ve levantarse para ir a por un cojín y sonríe. Pero rápidamente se pone seria, no quiere que le siente mal.

—A mí me caes bien, Marik. Aunque te duermas. No es tu culpa —Insiste. Pasa por alto lo de la fiesta. No tiene ganas de ver a nadie después de la vergüenza de la misión.

—Ah, es que hace poco que estoy aprendiendo. De pequeña no me enseñaron casi nada —Le explica con simpleza— Sí, dime —responde curiosa.

Dado 5

Dado 4