Biblioteca

Es tarde, pero la emoción de haber llegado me impide tener sueño todavía. Haber descansado bien tras el largo viaje me había brindado aquellas horas extras en vela.

Me acerco a la biblioteca, solo visitada por algunos boros y un par de personas que, supongo, son parte del personal del palacio.

Me acerco a una mesa y me pongo a escirbir una nueva carta. Había escrito tanto ya que las pocas hojas que llevaba se me habían agotado. Después de mi pequeña labor me levanto y doy una vuelta en busca de algún volumen curioso.

Había un par de libros que me interesaban, pero después de varias horas por allí leyendo preferí irme ya a la cama.

*se va*

Llevo un buen rato en la biblioteca examinando diferentes libros de magia arcana, pero ninguno me convence. De hecho, la mayor parte de la información que encuentro está más basada en mitos y leyendas que en algo fiable.

De mal humor, cierro el décimo libro refunfuñando. Si el libro que busco está aquí, desde luego está bien escondido.

- Vherrdhën...

Guardo los libros en su sitio de nuevo y gruño.

Salgo con prisa.

*se va*

Caminando por los pasillos, voy a dar a una puerta más grande que el resto. Al atravesarla, me doy de bruces con una biblioteca. Lejos de apagarse, mi afán de investigación crece. Entro en el lugar cerrando la puerta a mi espalda y camino en dirección a las estanterías con pasos cuidadosos y lentos. Paso una mano por los lomos de los libros mientras mis ojos van recorriendo sus nombres, uno a uno, sin decidirse a escoger uno en particular.

*pasea entre estanterías*

Llego a la biblioteca algo sobnoliento. La verdad es que no tenía ninguna gana de levantarme hoy... Me rasco la cbeza y muevo un poco las alas para despejarme. ¡Tengo que escribir una carta! Aunque, realmente, aun no tengo mucho que contar...

Entro a la biblioteca y doy un par de vueltas en busca de algún libro interesante para luego. Entonces, tras encontrar un par de ellos, me siento en un escritorio y saco la pluma de alcon de mi difunto padre para emprender la descripción de mis vivencias.

Un sonido me hace ponerme tensa al instante. Inmóvil, contengo el aliento y agudizo el oído, pero pronto descubro que no es más que un aether. Me escondo tras una estantería, y me asomo ligeramente, observándolo desde lejos.

Tras hacerse con un par de libros, se sienta en una mesa y se prepara para escribir algo.

Finalmente, decido salir. Tomo un libro al azar, dejo atrás la zona de estanterías y miro al hombre.

- ¿Puedo sentarme?-pregunto, señalando con una mano la silla libre que hay frente a él.

Estoy escribiendo cuando una chica se acerca para preguntarme si puede sentarse. Instintivamente tapo la carta y la doblo, dejando de escribir. No me gusta que alguien esté cerca cuando escribo. La verdad es que me da bastante vergüenza... Además el correo es privado.

-Claro, cómo no -. Ronspondo a la chica guardando la carta a medio escribir. Luego la miro un rato sin saber muy bien que decir. Ciertamente, los ojos de los Chrysos son algo perturbadores...

-Soy Heylel... ¿Tú eres...? -Entablo conversación. No me gusta quedarme mirando a alguien sin más.

Me doy cuenta de que guarda lo que quiera que estuviera usando, pero trato de ignorarlo.

Abro el libro, que parece ser de leyendas estúpidas, y empiezo a leer la primera hoja, llena de ridículos comentarios de personas que "se han encontrado" con unicornios bicéfalos. Al menos, leyendo no levanto sospechas.

Entonces llega la pregunta esperada y alzo la vista.

- Alehyss Lester - respondo-. Lo miro fijamente por unos segundos-. No te he visto antes. ¿Acabas de llegar?

Por más que lo intento, no logro ser agradable. Ni siquiera me esfuerzo en esbozar una sonrisa. Si se me ocurriera al menos una forma interesante de recopilar datos...

Apoyé la mejilla en unos de mis puños. La Chrysos se había puesto a leer. Tonto de mí si pensaba que era por conocer a alguien... ¿Por qué no se buscaría otra mesa para leer?
Me responde su nombre. Alehyss... Menuda sonoridad chirriante. Asiento a su siguiente pregunta.

-Hace un par de días. Parece que aún no hay mucha gente... -Comento sin mucha idea de qué decir.

-Y... ¿a qué te dedicabas? Digo antes de venir... Yo era joyero -Comento como primer paso. Ya que viene y me impide escribir, a ver si al menos voy conociendo a alguien.

Joyero...

Alzo la vista hasta que mis ojos y los suyos quedan enfrentados.

- Extraña profesión para un guerrero -. Esbozo una sonrisa divertida que dura un instante. La siguiente pregunta es más difícil de responder y opto por ser ambigua-. Yo no me dedicaba a nada específico. Un trabajillo por aquí, otro por allá... Pero, principalmente, me he dedicado a perfeccionar mi sigilo y mi velocidad de reacción. Puedes dar por hecho que llevo una buena parte de mi vida luchando, supongo. Aunque esta será la primera vez que forme parte de algo como esto.

Peino un mechón de mi cabello, ocultándolo tras mi oreja, guardando silencio de nuevo y sin desviar la mirada.

Me quedo miránrola un momento, asimilando su respuesta y luego solo soy capaz de soltar un "Ah...". La pobre parecía no tener donde caerse muerta. "Nada específico" "Algo por aquí, algo por allá" ... Así que no tenía trabajo. Fijo, al menos no.

-... Ya... Eh, ¿y vienes sola? Es decir, ¿te está esperando alguien? No creas que es por lisonjear... -Comento con una sonrisa cordial -. Es mera curiosidad, estoy comprometido.

Comprometido...

Sus últimas preguntas, de alguna forma, me hacen suavizar la mirada; me sorprenden.

- He venido sola... Y... Realmente, no sé si alguien me espera... -. Bajo mi vista a la mesa-. Es decir... Hace mucho que no veo a mi familia y hay poca gente que...

Mis palabras se apagan lentamente. Estoy dando señales de debilidad. Alzo de nuevo la vista, procurando conseguir algo de dominio en la conversación.

- Comprometido... ¿Cómo es ella? -. Lo miro fijamente, pero, esta vez, de una manera menos mecánica; más curiosa.

Miro con curiosidad cuando me responde ya que parece que, desde que empieza la conversación, habla con un poco de soltura. Pobrecilla, soltera y desempleada....
En cuanto me pregunta como es mi queridísima mujer sonrío y dejo de apoyarme en el puño para acomodar los dos codos sobre la mesa y juntar las manos.
Seguro que me brillan los ojos.

-Pues es... increíble. Es amable y sonriente y muy buena cocinera, sí señor. Pone mucha pasión en todo lo que hace y siempre te arranca una sonrisa. Claro que también es testaruda a veces, pero solo porque es muy fuerte. A veces incluso más que yo... La verdad es que estaría bastante perdido sin ella -. Nostálgico, me llevo una mano al pecho, donde está el bosillo del chaleco donde guardo su foto y la saco para enseñarsela.

-No quiero aburrirte mucho, lo siento. Es ella -. Indico, mostrándole la foto.

Lo miro mientras habla. Me despierta una sensación extraña.

La foto... Relajo los hombros.

- Se te ve feliz... -comento.

Lo miro. No sé hasta qué punto es él alguien en quien confiar, pero lo que dice no suena a mentira. Realmente su sonrisa en la foto, al igual que la que dibuja al hablar de ella, es de felicidad.

- ¿Estás aquí para protegerla?

De nuevo asiento tanto a su comentario como a su pregunta y guardo la foto en mi bolsillo.

-Cuando enviaron el mesaje y lo escuché pensé que sería lo mejor. Como te he dicho soy joyero, pero pertenecí al ejército de Ventus hace un tiempo. -Me apoyo en el respaldo de la silla y me acomodo. -Ella pensaba acompañarme, pero al final acordamos en que vendría solo y le escribiría todos los días. Así comprueba que no me pasa nada- Comento con simpleza y un gesto agradable.

-Si tienes algo que proteger o por lo que volver, supongo que todo se hace más llevadero... -Comento, pensando en las misiones y enfrentamientos que aguardan. La sonrisa alegre se borra despacio llegando a un gesto casi intranquilo.

Algo que proteger... Algo por lo que volver...

Cierro el libro y me pongo en pie. Ya es suficiente. Es una persona interesante, pero si me implico demasiado no podré hacer lo que he venido a hacer.

Me pone nerviosa.

Le doy la espalda.

- Deberías terminar la carta de hoy... -murmuro, haciendo alusión a lo que probablemente escribía cuando me acerqué a él-. Espero que... Puedas regresar junto a ella lo antes posible, sano y salvo...

Tomo el inútil libro en las manos, hago un gesto de cabeza y abandono la habitación.

*se va*

Su reacción me coge algo por sorpresa. Parece molesta o algo así... Quizás he hablado demasiado de mi feliz vida cuando ella lo ha apsado mal... Debía haber preguntado un poco antes de emocionarme tanto...

-Sí, claro. Gracias. Ya nos veremos -Respondo cuando se va. Parece una chica agradable. Algo callada, pero agradable a fin de cuentas.

En cuanto vuelvo a estar solo saco la carta y acabo de escribirla. Al terminar, le dejo secar antes de doblarla y repaso los libros que había cogido. La verdad es que ahora se me hacen bastante aburridos... Los dejo en la mesa y me voy de allí.

*se va*

Llego a la biblioteca con la esperanza de encontrar a alguien, pero me equivoco. Suspiro y, de todas formas, entro. Camino entre estanterías hasta dar con el libro del otro día, lo dejo allí y me dedico a buscar uno nuevo, esta vez fijándome en los títulos para que el resultado no sea tan decepcionante.

Finalmente elijo uno simplemente por ocio. Una historia, aunque no podré saber de qué trata hasta que lo haya empezado.

Me siento en un sillón y comienzo a leer, silenciosa.

*se queda*

Nuevamente sin papel entro a la biblioteca para escribir una nueva carta. Al final van a cobrarme por el derroche... A pesar de que cada vez hay más gente en el palacio la biblioteca siempre parece tranquila. Supongo que a los guerreros de toda la vida no les apasiona la lectura...

Al dirigirme a uno de los escritorios me sorprendo al encontrarme a Alehyss sentada leyendo. Supongo que ella sí sería guerrera ya que no tenía ningún otro trabajo al parecer con lo que bien por ella.

Me acerco, auqneu quizá la moleste interrumpiéndola. Qué demonios, seguro que era totalmente capaz de ignorarme si le molestaba...

-Hola de nuevo. Otra vez por aquí... -Comento arrimándome a la otra silla del escritorio.

La historia tiene la pinta de ser de amor. Eso no me da demasiado pie a seguir, pero lo hago porque no me apetece levantarme para coger otro libro.

Pocas páginas he leído cuando veo a Heylel entrar. Que se dirija a mí es todo lo que busco, y lo hace, así que cierro el libro sin miramientos y clavo mis ojos en él.

- Te buscaba -sentencio, sin más.

Me sorprende un poco su respuesta debido a su sequedad y me permito sentarme frente a ella para escucharla. No es que la conozca mucho así que no puedo aventurar si aquello es normal o extraño. A mí me me entra la curiosidad igualmente...

-Bien, pues, ¿qué quieres? -Pregunto, cruzando los dedos sobre la mesa.

Me retiro un mechón de la cara, gesto que repito a veces, y no hago ningún gesto llamativo más.

- Lo cierto es que el mensaje no es mío.

Me callo un momento. A mí me lo dijo la pequeña piscis, pero no sé quién confió esas palabras a ella. Ahora es demasiado tarde para preguntar por ello.

- Hay una bestia en el bosque. Es peligrosa. Se ve que tenemos que acabar con ella -. Me encojo de hombros-. Me preguntaba si te interesaba participar.

No gusto demasiado de la caza. Ni siquiera de los enfrentamientos directos. Tengo, sin embargo, alguna cuenta pendiente con esa bestia en cuestión.

Escucho su propuesta. La verdad es que, por el tono, había pensado que era algo más... de otra manera. Estar en un palacio lleno de guerreros le llena a uno la cabeza de plumas... Apoyo la cabeza en una mano y me lo pienso un momento.

-Si hay una bestia peligrosa en el bosque supongo que habrá que hacer algo... -Comento, algo pensativo. Luego vuelvo a herguirme y asiento. -Sí, supongo que participaré. No voy a venir aquí de vacaciones

Luego le doy vueltas a una pluma que había sobre la mesa y me atrevo a preguntar. La verdad es que era demasiado cotilla a veces...
-El tipo flamma ese... -No sé muy bien qué preguntar porque no sé bien lo que quiero saber. Así que la miro un momento y luego continúo. -¿Le conoces?

Ante su respuesta afirmativa, esbozo una sonrisa. Por ahora no ha hecho nada que realmente me haya decepcionado, y teniendo en cuenta cómo son las cosas por aquí, parece increíble.

Cuando pregunta por "el flamma ese", sin embargo, lo que traduzco como "Rick Psicópata Dehnel", mi expresión se ensombrece un poco. No me gusta nada ese tipo, así que hablar de él en los momentos en los que tengo la suerte de que no se encuentre presente no es precisamente mi afición.

- He tenido un par de roces con él -respondo-. No somos amigos y creo que ninguno de los dos tiene interés por que así sea.

Lo miro, esperando que diga algo más o que explique el motivo de su pregunta.

Ante su respuesta asiento con una mueca de compromiso en los labio y luego miro hacia otro lado un momento. Parece que son cosas entre ellos así que ya no me intereso más.

-Lo siento si te he molestado, es que como vi el escándalo de los pasillo... -Comento para excusar mi pregunta. -Pero no importa.