Biblioteca

¿Aquaereum? ¿Qué demonios era eso? En fin, podía valerme, era la excusa perfecta para salir de este bochorno.

-¡Oh! Sí, exacto, Aquareum era lo que andaba buscando ¿Cómo pude olvidar su nombre? Con lo fácil que es Aquarean... Jeje... Me reí y pronuncie mal el nombre después de repetirlo varias veces.

Agarré el libro que me había tendido a pesar de no parecer muy grueso y no creo que me sirviese para la mesilla de mi habitación, pero no podía hacer otra cosa que aceptarlo en estos momentos.

-Muchas gracias, es usted muy amable. Le dije e hice un gesto de reverencia enseñándole un poco mi penosa cortesía.

Al parecer la pobre chica quería irse a toda costa, la había entretenido casi toda la noche aquí buscando el maldito libro y ya debía estar un poco harta de la biblioteca, la verdad, es que yo también empezaba a estar un poco harto. Por eso cuando me pregunto si la acompañaba a la salida o me quedaba, opté por acompañarla y ambos nos dirigimos hacia la salida de la biblioteca, donde después cada uno siguió su camino, yo hacia mi habitación y ella a saber... Es algo de lo que por muchas vueltas que le diese, no tenía ni idea.

*Se van*

Entré en la biblioteca casi a hurtadillas, sintiéndome un poco inquieta y hasta fuera de lugar. Hacía bastante que no entraba en aquel lugar, y avancé casi con miedo, tragando saliva y apretando contra mi pecho los papeles que llevaba. Sin embargo, había tomado una resolución y no pensaba echarme atrás: tenía que aprender por mi cuenta.

Desde que había ido a ver a Nagore a la enfermería, no había vuelto a saber de ella. Ni siquiera sabía a ciencia cierta si seguía en el palacio, aunque no se me ocurría adónde podría haber ido. En cualquier caso, sin verla no podía intentar arreglar las cosas, y su ausencia había hecho que casi renunciase a seguir aprendiendo. No porque no me viera capaz de hacerlo por mi cuenta, sino porque la idea de hacer sola algo que solíamos hacer juntas me desanimaba.

A pesar de todo, renunciar a aprender sería tirar por tierra todo su esfuerzo, y no era algo que pudiera permitirme. Así pues, busqué entre las estanterías hasta dar con un libro de poco texto, letras grandes y claras, lo tomé y me senté en una mesa junto a la ventana. Extendí sobre la mesa las hojas de ejercicios que había ido haciendo con mi amiga y me apoyé en ellas para tratar de leer el libro que había cogido.

*Se queda estudiando*

Después de un par de vueltas por el palacio acabo en una amplia sala en la que nunca he estado y, en cuanto entro, pongo una mueca con el ceño fruncido. Es una biblioteca, qué aburrimiento.

Estoy casi por irme, pero al ver lo altas que son las estanterías decido darme una vuelta para investigar, total no he estado aquí antes y está bien conocer el lugar.

Miro a mi alrededor y todos son libros viejos y nuevos, aburridos, llenos de letras que no sirven para nada más que para perder el tiempo. ¿De qué sirve encerrarse a leer sobre técnicas y costumbres si puedes aprender mucho más realizándolos? No entiendo a aquellos que se dedican a la lectura y no llevan a cabo las acciones que se les guardan en la mente. ¿Qué sentido tiene? Sin duda esa panda de viejos chalados, encadenados a sus libros nunca conseguirá nada en la vida.

Como me aburro de pasear por el suelo miro a ver si hay alguien a mi alrededor y, al verme solo, decido dar un salto hacia las estanterías para encaramarme a una de ellas. Desgraciadamente se caen un par de libros y miro abajo. Creo que tendré que venir aquí a practicar para evitar este tipo de cosas. Al final la biblioteca va a resultar útil.

Me encaramo a la estantería y acabo por subir arriba del todo. Hay bastante distancia entre unas y otras con lo que no me alcanzará dar un salto hasta la cumbre de la siguiente. Tendré que calcular el salto para agarrarme a los estantes de la otra sin hacer demasiada fuerza por si se cae.

Tomo aire, tomo medida y, antes de saltar, veo que hay una escalera en la estantería a la que quiero llegar. Eso facilita la primera vez.

Cuando estoy seguro me decido a saltar hacia la escalera y, en cuanto lo hago me doy cuenta de que el impulso va a ser demasiado para unos peldaños tan escuetos con lo que, al caer y agarrarme a ella, rompo el peldaño en el que se apoya mi pie y me veo en la obligación de rectificar mi postura. Suspiro una vez estabilizado. Eso sí que ha hecho ruido... Subo a la cumbre de la estantería. Primero con la escalera y, en cuanto esta se acaba, a partir de los estantes.

FdR: Trepa, arañita, trepa~

Bostecé y me estiré, aburrida. Estaba cansada de darle vueltas a todo aquello. Empezaba a descifrar las letras, pero algunas seguían escapándoseme, y aunque poco a poco iba relacionando las cosas, me costaba un enorme esfuerzo. Me eché un poco sobre la mesa para descansar y cerré los ojos.

Casi estuve a punto de dormirme, pero un ruido me devolvió a la realidad. Parecía el ruido sordo de libros cayendo al suelo. Probablemente, a alguien se le habían caído. Decidí ignorarlo. Sin embargo, escuché un nuevo ruido poco después, y éste me llamó más la atención, hasta el punto de extender mis orejas, como un movimiento reflejo para escuchar mejor. Sonaba a algo roto.

Con curiosidad, me levanté y tomé mis apuntes y el libro, para dirigirme al lugar del que parecía haber venido el ruido. Sin embargo, lo que me encontré fue lo último que esperaba. Por un lado de la estantería, un par de libros en el suelo, tirados de cualquier manera. Por el otro, una escalera con un peldaño roto. Y, encaramado en lo alto, Follow.

-¿Pero qué haces? -pregunté, casi riendo. Viniendo de él, ya casi ni me sorprendía.

Estoy planeando el salto para la siguiente estantería y, en cuanto voy a lanzarme, una voz me sorprende y llama la atención haciendo que frene en seco mi movimiento y me desequilibre hacia adelante.

Abro mucho los ojos e intento moverme para recuperar el equilibro mientras de mi máscara sale un par de sonidos ahogados por la tela a causa de la sorpresa. Al final, la suerte me sonríe y la muerte no encuentra oportunidad para intentar conocer mi nombre pues caigo hacia atrás, con las lumbares sobre la estantería y agarrándome a todas partes para evitar caerme hacia atrás. En cuanto encuentro cierta estabilidad estoy boca abajo y me mantengo así unos segundos, mirando a Massen Dew -la voz inquisidora- con cara neutra como si esto no estuviera sucediendo.

Con un intenso movimiento giro mi cuerpo y me dejo caer sobre el suelo, encuclillándome al llegar abajo para no hacerme daño en las rodillas.

—Djatu sabbeh, Massen Dew —Digo con tono monocorde, el mismo que habría empleado llegando desde la puerta como cualquier otro. Recuerdo entonces que debo explicar cosas sobre el ritual de mi tribu. Todavía no he podido recordar todo, pero si el destino ha decidido que ella me apartase de mi práctica, será que debo contárselo ya. La miro con un libro entre las manos, quizás haya intentado conocer el ritual por medio de las letras, pero no encontrará nada referente a eso. Los libros son una pérdida de tiempo.

Estuve a punto de taparme la cara para no verlo caer, pero ni yo llegué a hacerlo ni él llegó a caer. Se recompuso y recuperó el equilibrio, para mi alivio. Bajó de la estantería y me saludó, como si nada hubiera pasado. Estuve a punto de preguntar para qué se creía que era una biblioteca, pero me mordí la lengua. Lo último que necesitábamos era que me pusiera a darle un sermón.

-Djosseh -murmuré, desviando la mirada con cierta timidez.

Rápidamente me puse a recoger los libros que habían caído al suelo (suponía que al subir él a la estantería, aunque me asombraba que solo se le hubieran caído dos) y los coloqué de nuevo en su estante tras poner en orden las páginas. Dejé el que yo había cogido horizontalmente encima de ellos, y doblé mis papeles en cuatro para meterlos en el bolsillo, sin volverme a mirarle.

Simplemente me devuelve el saludo con lo que, primero asiento y luego pienso en cómo empezar mi discurso. Mientras, ella empieza a recoger los libros que se han caído como si fuesen su responsabilidad y luego deja el suyo a un lado junto a los otros para guardarse unos papeles en el bolsillo. Quizá se trata de técnicas de cortejo que desconozco o quizá solo sea para limpiarse luego las manos, total el papel no sirve para mucho más. Cuando por fin parece haber acabado, empiezo yo.

—Massen Dew, puedo explicarte el ritual de mi tribu entre un hombre y una mujer —Empiezo, dándole a entender que estoy listo para explicarle de qué trata. Un hombre ha de parecer seguro. Miro a los lados.

—¿Cómo quieres que te lo explique? —Pregunto con curiosidad.

Noté cómo el estómago se me encogía con sus palabras y el calor acudía a mi cara por momentos. Seguí sin mirarle, nerviosa.

-Ah, pues... qué bien -se me ocurrió murmurar, algo intranquila.

Su siguiente pregunta, en cambio, me hizo alzar la vista hacia su cara y fruncir el ceño, sin entender. ¿Cómo quería que me lo explicara? ¿Qué quería decir aquello? Solo esperaba que, si el "ritual" tenía algo que ver con su actitud en nuestro último encuentro, no pensara explicármelo mediante una sesión práctica.

-¿A qué te refieres con... cómo...? -pregunté con tono cauteloso.

Massen Dew parece un tanto inquieta con mis palabras. ¿Estará preparada fertilmente para conocer el ritual? La verdad es que la situación es algo extraña. Cuando pregunta sobre el cómo explicárselo la miro un momento.

—El ritual tiene dos partes. Es sencillo. Puedo explicártelo con palabras, aunque también puedo buscar una hembra que me ayude a exponerlo para que lo veas ya que en la sala de entrenamiento dijiste que no deseabas presenciarlo por ti misma —Explico con calma. ¿Estará bien que utilice a una mujer que no me interesa en el ritual o eso me ligará a ella de alguna forma? Quizá los atributos de la supuesta hembra sean mejores con lo que no tenga que explicarle nada a ella. Niego con la cabeza.

—O puedes hablarme del tuyo ya que parece menos vinculante. Quizá no estés preparada como hembra para el encuentro —Explico con franqueza.

El estómago se me encogía cada vez más, y mi nerviosismo aumentaba. Traté de serenarme en la medida de lo posible y pensar de la forma más parecida posible a la suya. Desde luego, tenía claro que no quería un ejemplo práctico. Por otra parte, su insistencia en mi preparación hacía que me resultase todo más incómodo. Y, para terminar de hacerlo complicado, pretendía que yo le explicase mi ritual. Busqué en mi cabeza lo más parecido que conocía a lo que me estaba pidiendo.

-Pues... Mi ritual... -repetí-. Supongo que podemos hacer eso -clavé mis ojos en los suyos tragando saliva, con las mejillas ardiendo-. Tú me... explicas con palabras el tuyo y... yo haré lo mismo.

Tomé aire, buscando por dónde empezar. Tenía miedo de que, a raíz de explicarle esto, se creyera que buscaba un compromiso, pero era lo único que se me ocurría.

-Mi ritual consiste en que... dos personas se escogen -comencé-. Intentan... conocerse, hablar y pasar tiempo juntas. Y poco a poco, se van acercando la una a la otra, física y mentalmente. Si ven que la relación funciona, pueden comprometerse a seguir juntas, incluso casarse. Y si quieren, pueden formar también una familia. Tener hijos, y eso... y... Pero poco a poco, claro. Es decir, van paso a paso y esperan un tiempo antes de decidir el paso siguiente.

Lo miré, esperando que entendiera a qué me refería.

Aunque parece nerviosa, acaba por responder a mi petición y explicar en qué consiste su ritual. Al parecer no dista mucho del mío con lo que no entiendo por qué dice que son tan diferentes. Elegir un candidato, acercarse física y mentalmente, comprobar que funciona, emparentarse y tener hijos. Apoyo el puño derecho en la palma izquierda.

—Entonces no son tan diferentes —Comento en un principio. —El ritual de mi tribu consiste en eso. Elegir a un candidato, estudiarlo física y mentalmente, decidir si es adecuado como pareja, emparentarse y tener hijos fuertes que den buenos guerreros —Explico con toda franqueza. Sin embargo me doy cuenta de un detalle.

—Pero decidir a dar el siguiente paso... Hemos de hablar de eso Massen Dew. En mi tribu el siguiente paso simplemente continúa al anterior —Me fijo en que la zona se está llenando de boros que se dedican a recoger los restos de la escalera y repasar el polvo. Vuelvo a mirar a la piscis.

—Ahora un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer, pero volveré para escucharte —Explico antes de comenzar a andar hacia la puerta. Antes de salir de la biblioteca miro atrás y veo como ella también recoge sus cosas para abandonar el lugar.

Entré en la biblioteca, tan vacía como era habitual, y me introduje en las estanterías, buscando el lugar del que había tomado los libros. En cuanto los hube colocado, busqué una mesa de mi gusto y, tras tomar papel y pluma, me senté a practicar. Miré un momento por la ventana antes de empezar. Nevaba con fuerza.

*Estudia*

En cuanto entramos en la biblioteca, dirijo una breve mirada a Lyam.

-Voy a buscar un libro un momento. Ahora veng...

Me detengo. Estudiando, en una mesa, está la pequeña Massen Dew. Me alegro en un inicio, pero entonces me doy cuenta de que si ella dice algo sobre cuanto lleva sin verme, quizás desbarate todo lo que le he dicho a Lyam, por lo que decido dar yo el primer paso.

- Massen Dew -digo, acercándome a ella y arrastrando a Lyam conmigo del brazo-. Hacía bastante que no nos veíamos. ¿Molestamos?

La miro con serenidad, cruzando mentalmente los dedos.

Me detuve en mitad de un trazo al oír una voz muy familiar. Alcé la vista con una amistosa sonrisa. Alehyss. Ni recordaba la última vez que nos habíamos visto, pero debía hacer una millonada. ¿Habría estado de viaje?

-¡Hola! ¿Cómo estáis? -saludé, con cierto entusiasmo, tanto a ella como a Lyam, que estaba un poco más allá-. Pues sí que hace bastante, la verdad... -corroboré-. No, claro que no molestáis, la biblioteca es de todos.

Recordé entonces lo que estaba haciendo y una mano cayó sobre la hoja que escribía. Sentí la tinta manchando la palma de mi mano, pero no me volví a mirar el papel, y lo arrastré muy despacito, disimuladamente, sobre la mesa, un poco más lejos de su vista.

Un aether entró en la biblioteca y miró a su alrededor, buscando algo. En cuanto vio al grupo se acercó con decisión, con la vista clavada en la más joven. Cuando habló, lo hizo con el convencimiento de estarse dirigiendo a la persona correcta, mientras dejaba un paquete de tamaño medio y dos sobres sobre la mesa.

-Siento interrumpir -dijo, sin apartar la vista de la piscis-. Massen Dew, el correo -lo empujó un poco hacia la niña, ofreciéndole lo que traía.

Se retiró un poco hacia atrás y permaneció de pie allí, como esperando algo. Finalmente, volvió a hablar, en tono serio.

-Quien envía el paquete pregunta si se le dará una respuesta -le hizo un extraño gesto, como esperando que ella sobreentendiera algo más allá de lo que había dicho.

Nada más llegar a la biblioteca, la chrysos, que en un principio había ido a buscar un libro, había visto a la piscis Massen estudiando en una mesa, así que ambos se habían acercado. Mientras se acercaban a ella, el chrysos pensó en el tiempo que hacía que no veía a la niña. De hecho, y si no recordaba mal, sólo la había visto dos veces, y de la última hacía meses (cosa bastante normal, por otro lado).

Con un gesto de la cabeza y una amplia sonrisa, saludó a la piscis cuando llegaron a su mesa. Se pasó una mano por el pelo y observó a las dos chicas, esperando a que terminasen de hablar. Cuando lo hicieron, dijo:

—Pues... Muy bien. —Ensanchó la sonrisa. Luego frunció ligeramente el ceño—. Bueno, con un poco de frío, pero por lo demás bien. ¿Tú qué tal?

Segundos después de que terminase de hablar, un aether se acercó a la mesa y depositó un paquete y un par de cartas, antes de dirigirse a la piscis. El chrysos alzó ligeramente las cejas y miró con curiosidad el paquete y las cartas, preguntándose qué habría en el primero y que dirían las segundas.

Aunque la pequeña piscis dice que no molestamos, pronto entra un aether que le trae un paquete y dos sobres. Cada vez estoy más segura de que está haciendo algo importante y estamos molestando, pero su permiso y la curiosidad que siento me invita a quedarme. Aguardo, simplemente, a que ella interactúe con el aether y lanzo una mirada de reojo a Lyam, deseando que, por una vez, pueda leerme la mente.

"¿Qué será?" es lo que reza mi rostro.

Examino entonces a la piscis. Tiene semioculto un papel y no puedo ver lo que hay en él, aunque quizás sea mera coincidencia. No le doy importancia.

FdR- Sin palabras u,u

Me encogí de hombros ante la pregunta de Lyam, sonriendo.

-Bien también -me limité a responder.

Tampoco tuve tiempo de añadir mucho más, pues un aether del servicio se acercó con un paquete bajo el brazo, que dejó sobre la mesa junto con dos sobres. Pese a que yo no lo conocía en absoluto (tal vez lo había visto por ahí alguna vez, pero ni siquiera me sonaba demasiado su cara), él sí parecía conocerme o, como mínimo, sabía quién era yo.

Un pequeño rubor subió a mis mejillas. Casi me había olvidado ya, y lo cierto era que me extrañaba recibir algo. Asentí, sin embargo, tragando saliva, debatiéndome entre tres preguntas: quién era aquel aether, qué era lo que traía y quién lo había enviado.

-Gracias -murmuré, algo abrumada.

Arrastré un poco más el papel y acerqué a mí el paquete y los dos sobres. Hice un soberano esfuerzo para intentar leerlos, aunque lógicamente solo llevaban escrita la dirección y mi nombre. El primer sobre estaba escrito con letra tortuosa e infantil, que me recordó en cierto modo a la mía. El otro, de letra más fluida y elegante, estaba escrito con una caligrafía que reconocí al primer golpe de vista. Abrí mucho los ojos, palideciendo de golpe, y llevé la vista al paquete. Sin duda, venía con aquella carta.

Alcé de nuevo la vista hacia el cartero.

-¿Está aquí? -pregunté con un hilo de voz, sin saber muy bien si quería conocer la respuesta. Miré el sobre de nuevo, y cuando me volví al aether lo hice con mucha más firmeza-. No habrá respuesta de momento.

Guardé los sobres rápidamente en un bolsillo, sin abrirlos, y me volví al paquete sin saber muy bien si llevármelo o si abrirlo allí mismo. Cualquiera sabía qué podría contener. ¿Una colección de versiones masculinas de las muñecas? Dado el tamaño del paquete, era poco probable.

La pregunta de Massen pareció alarmar al aether, que dio un respingo y miró de reojo a los dos chrysos.

-Eso no puedo decirlo -murmuró entre dientes, algo molesto por la pregunta. Empezaba a impacientarse, y cuando recibió la respuesta de la joven pareció sentirse entre aliviado y decepcionado-. Bien. Me retiro entonces. Búscame si tienes algún mensaje más adelante, Massen Dew.

Dirigió una nueva mirada de sospecha a los otros dos y, con cierta prisa y aire incómodo, abandonó la sala.

*Se va*

Voy a la biblioteca en busca de un recambio para la pluma que tiene ya la punta muy estropeada para poder acabar la carta a Gabrielle y enviarla. Esta vez tengo algo de prisa en que la reciba con lo que entro rápidamente para finalizar mi cometido.

Para mi sorpresa, al llega encuentro a tres sujetos interesates. La pequeña Massen con un paquete, la guapa Alehyss y el desaparecido Lyam. Me sorprendo por un momento ya que no esperaba encontrarles allí, pero simplemente guardo la carta en un bolsillo y me acerco a ellos. Por mucha prisa que haya llevo tiempo sin verles a todos juntos y creo que puedo permitirme saludarlos.

—¡Buenas noches! Qué sorpresa ver esto tan concurrido. ¿Qué tal? —Pregunto, contento y emocionado, apoyándome en el respaldo de la silla de Massen. Miro a Lyam y extiendo la mano para estrechársela.

—Vaya, a quién tenemos por aquí. Bienvenido, desaparecido —Comento con amabilidad para luego echar una fugaz mirada y sonrisa a Alehyss. —¿Y qué tenemos aquí? Una señorita que parece una reina rodeada de lacayos... ¿Y toda esta expectación? —Pregunto, curioso y también entusiasmado, más por el ambiente que por el paquete.

El chico le devolvió, cómplice, la mirada a la chrysos. Supuso que ella también se estaría preguntando qué contendrían tanto el paquete como los sobres.

Cuando la piscis habló, el chrysos volvió su atención a la pequeña y al aether. ¿Qué podría haber en el paquete? ¿Qué dirían las cartas? Pese a que no esperaba que contuviesen algo excesivamente interesante (para él, porque era evidente que sí que era importante e interesante para la pequeña), sentía una cierta curiosidad, la cual se incrementó con las preguntas de la piscis y las posteriores respuestas del aether. ¿Quién estaba o dejaba de estar ahí? ¿Y por qué no podía el aether responder a su pregunta?

Volvió a mirar de soslayo a la chrysos, cuando el aether comenzó a retirarse. Luego observó a la piscis, sonriente, sin saber muy bien qué decir. Por suerte (o no) el aether Heylel apareció segundos después, tan alegre como siempre. El chrysos lo saludó con la cabeza, antes de estrecharle la mano, y sonrió.

—Buenas noches... —Ensanchó la sonrisa y alzó las cejas. Luego rió entre dientes—. No esperaba que mi ausencia se notase tanto, pero ya veo que uno no puede esperar nada... —Miró fugazmente a la chrysos, recordando que su conversación anterior. Luego volvió la vista a la mesa, preguntándose si la piscis respondería a las preguntas de Heylel o no.

Esto.empieza a llenarse demasiado de gente. No consigo atender bien a todo: el aether se va y en su lugar entra Heylel. Pluma por pluma.

-Hola -saludo, sin ocultar una sonrisa.

No cabe la menor duda. El aether me cae muy bien.

Dirijo una rápida mirada a Massen, observando lo que le han traído. Me siento incómoda hablando con tantas personas a la vez, pues cada uno me evoca humores distintos.

-La verdad es que no sabría explicarte bien qué pasa -explico a Heylel, pero mirando a la piscis-. Diría que es casualidad.

FdR- estaba cenando, perdón

En el momento en que el cartero se retiró, dejándome intrigada con respecto a todo aquel asunto que no acababa de comprender, Heylel entró por la puerta.

-Hola, Heylel -saludé, contenta de verle pero algo agobiada con tanta gente a mi alrededor.

Las miradas de Lyam y Alehyss apenas se desviaban de mi persona, y empezaba a abrumarme tanta expectación. Aunque solo Heylel preguntaba, tenía la sensación de que ellos tenían más curiosidad, o al menos una curiosidad de otro tipo. Desvié la vista al paquete y comencé a desenvolverlo. Hubiera querido abrirlo en una situación más íntima, pero ya daba igual. El ambiente de revuelo me hizo sentirme en la necesidad de dar unas explicaciones que nadie había pedido.

-Solo es un regalo -dije, sin mirarlos, con algo de color en las mejillas-. Es mi cumpleaños.

Aparté el papel que envolvía el paquete y examiné el contenido. Era una caja rectangular de porcelana, no demasiado grande e increíblemente ligera, con un paisaje dibujado en la tapa. Un paisaje que recordaba sospechosamente al glaciar Nevus. En una esquina de la misma, había grabadas unas iniciales en elegante caligrafía: M. D. Cuando la abrí, descubrí que el interior estaba forrado de una suave tela verde. Había varios huecos: uno alargado (en el que, pensé, Loksass encajaría a la perfección) y dos cuadrados a su lado, con sendas bolsitas de la misma tela que el forro, probablemente destinadas a contener dardos.

Parpadeé un par de veces, entre sorprendida y extrañada. Aquello era un regalo mucho más personalidad que las muñecas.

Lyam me saluda bastante animado, con su tono de siempre, como si se pasara la vida sorprendido. Alehyss, por su parte también saluda, pero no puede llegar a responder a mi pregunta. Es Massen, la protagonista, la que lo hace y, en cuanto sé de la noticia, abro muchos los ojos y las alas.

—¡Tu cumpleaños! ¡Madre mía! ¡Y yo sin enterarme! Muchas felicidades, Massen —Como todavía es una chiquilla, me atrevo a cogerle la cara y darle un buen beso en la frente. —Vaya, vaya, haciéndose vieja en este palacio, deberías salir a ver mundo, pececilla —Comento rascándole la cabeza con un puño sin hacerle daño. Entonces se decide a abrir su paquete que, asumo, es un regalo de cumpleaños y, en cuando se desvela su contenido, me maravillo.

—Qué bonito, parece que el del envío sabe lo que regalar —Bromeo. Luego estiro las alas. —Hum... Qué mal, y yo sin ningún regalo... Perdona, te prometo que tendré algo para ti —Sonrío. —¿Cuántos cumples?


FdR: Ahora me fui yo a cenar XDU podíais haber continuado, si yo estoy para meter baza lol

El chrysos esbozó una amplia sonrisa cuando la piscis explicó el porqué del paquete. ¡Qué casualidad! Reprimió una risa. Aquella coincidencia le hacía bastante gracia.

-Muchas felicidades -dijo, sonriente, mirando a la piscis. Ensanchó la sonrisa, divertido, y miró al aether después de que él terminase de hablar-. Heylel, por favor, qué falta de decoro: esas cosas no se le preguntan a una señorita.

Ya con menos curiosidad, observó el contenido del paquete: al final había resultado ser una caja rectángular de porcelana o algo similar, con un paisaje dibujado en la tapa.