Biblioteca

Al principio saber que es su cumpleaños no hace más que darme un dato extra sobre ella, quizás ni siquiera digno de apuntarse en el cuaderno, pero pronto recuerdo lo que suele ir unido a esas celebraciones y esbozo una sonrisa. Al fin y al cabo, no es más que una niña.

Me acerco a ella y atraigo su cabeza hacia mi pecho a modo de pequeño abrazo, sin mantener el contacto demasiado tiempo.

- Muchas felicidades, Massen Dew.

La miro un instante, antes de añadir algo más.

- Recuerdo la primera vez que te vi. Cabe destacar que se notan los años -comento, mirando en dirección a su pecho.

Para mí, de alguna forma, es una especie de hermanita pequeña, y es bien sabido que yo, como mujer, debo destacar cualidades físicas nuevas que le avergüencen para que se acostumbre a ellas.

- Y siento tampoco tener un regalo. Me pillas completamente por sorpresa.

Realmente, tendré que buscar algo con lo que resarcirme. Los niños suelen sentir con más intensidad las desilusiones.

FdR- Alehyss nunca fue niña

La reacción a mi alrededor no consiguió sino hacerme sentir todavía más azorada. Había echado de menos a Heylel y a Alehyss, pero no había echado de menos en absoluto la parte en la que me consideraban una cría. Por supuesto, Lyam no se quedaba atrás a ese respecto.

-Gracias -murmuré, deseando que todo aquel paripé acabara cuanto antes-. Cumplo 15 -respondí a Heylel, a pesar del comentario de Lyam.

Por su parte, la intervención de Alehyss me obligó a desviar la mirada, deseando que la tierra me tragara. No había cambiado mi ropa a un estilo más holgado por simple capricho, pero no necesitaba que nadie me lo recordara. Aren ya se había encargado de hacérmelo notar, "por si se me había pasado por alto".

-Gracias por preocuparos, pero no necesito ningún regalo, en serio -rechacé, sintiéndome culpable al verlos tan preocupados a ese respecto-. Ni siquiera esperaba éste. Si os digo la verdad, no sé ni quién lo envía.

Río con picaresca al comentario de Alehyss seguido de su gesto y muevo las plumas, divertido.

—Eso es un cumplido, Massen. Ahora estará celosa porque vayas a superarla —Bromeo y, cuando la pequeña dice cuantos cumple, le doy un pequeño codazo. —Ten cuidado con los chicos que ahora ya eres toda una joven florecilla —Comento, algo jocoso. Pero cuando veo lo roja que se está poniendo le froto la cabeza. —Bueno, es broma. Pero los 15 es una edad importante así que estate alerta —Le guiño un ojo.

Escucho su comentario sobre los regalos y niego.

—Ah no no, pues el mio lo tendrás y sabrás de quién es —Comento, divertido. Me fijo entonces en la hora y aleteo para alertar de mi partida. Es hora de que acabe de escribir esa carta. —Bueno, chicos, me alegro de veros y ver que estáis de una pieza, pero ahora tengo algo de prisa. Cuidaos mucho y ya nos veremos. Sobre todo a ti, pececilla. Tendrás noticias mías —Con un gesto acabo de despedirme y abandono el lugar. Ay, Massen ya tiene quince años... Cuanto tiempo en Brontë...

*se va*

Mientras el resto hablaban, el chrysos sonreía sin saber qué hacer. A diferencia de la chica, él apenas conocía a la piscis y al aether: a la primera la había visto un par de veces y con segundo, pese a que sí que habían coincidido más, no tenía una gran relación, así que no sabía muy bien cómo intervenir en la conversación.

Enterró las manos en los bolsillos y observó a sus "compañeros". Ahora mismo el aether le estaba asegurando a la piscis que recibiría un regalo de su parte. Antes había seguido la broma que la chrysos había iniciado en su comentario.

Cuando el aether se despidió, el chrysos habló finalmente.

-Igualmente -dijo mirándole, sonriente-. Cuídate y todo eso.

Después de que se fuera, volvió a mirar a las chicas, sin decir nada más.

La verdad es que pese al horrible inicio del día, me alegra encontrarme con estas personas. Sin embargo, tras bromear un rato, Heylel se despide, sin dejar bien claro a qué vino. Le doy las buenas noches y lo veo marchar.

Ahora somos menos, y por la actitud de Lyam, vamos a ser las otras dos las que tengamos que mantener la conversación activa o dejarla morir.

- Supongo que también me comprometo a darte algo -digo tranquila a la piscis-, pero no esperes que tenga tan buen gusto como Heylel. De mí espera algo más práctico.

Soy sincera. No me gusta regalar cosas sin utilidad. Los adornos solo sirven para acumular polvo y en caso de urgencia son lo primero en dejarse atrás.

-Corren tiempos difíciles, así que está bien que haya alguna celebración de vez en cuando para calmar los ánimos. No has de avergonzarte, Massen. Eres una guerrera como el resto, pero si tu cumpleaños es capaz de quitar durante un momento las preocupaciones de las cabezas de otros, no lo ocultes. Personas como Heylel siempre se alegrarán de saber esas cosas.

Miro de reojo a Lyam para ver si quiere añadir algo.

No me gustan demasiado los cumpleaños, ni, en general, las fiestas, pero soy consciente de la importancia que tienen esas cosas en el ánimo de los guerreros, y es bueno que transmita esto a la joven. Quizás algún día un cumpleaños le salve la vida.

Jugueteaba con la caja, algo nerviosa, mientras escuchaba los comentarios de Heylel. Unos meses atrás me habría reído y habría negado sus palabras, alegando que quién iba a interesarse en aquel ambiente por una niña de 15 años. Ahora, en cambio, y especialmente tras ver la actitud de Follow en nuestros últimos encuentros, no me atreví a hacer el menor comentario.

Aunque me alegraba volver a verlo, me sentí algo aliviada cuando dijo que tenía que irse. Ya que Lyam permanecía en silencio, centré toda mi atención en Alehyss. No quise replicar más acerca de los regalos, y menos después de sus palabras. No podía evitar sentirme culpable por el hecho de que se tomaran la molestia, sin embargo.

-Bien, pero solo un detallito -accedí, finalmente.

Reflexioné un momento sobre sus palabras. Por una parte, tenía la sensación de que yo había reducido mi condición como guerrera a chiquilladas, pero por otra, tenía que darle absolutamente la razón.

-La verdad es que no estamos para bromas -comenté, con un gesto de preocupación-. Silvanus desaparecido, Aren se ha ido... Y hay mucha más gente de la que hace un montón que no sé nada -los miré a ambos, con rostro serio-. Sinceramente, llegué a pensar que vosotros tampoco estabais por aquí ya...

Escuchó con atención la conversación de las chicas. Por hipócrita que sonase, estaba de acuerdo con la chrysos: las celebraciones, relajar los ánimos en tiempos como aquel estaban bien. Todo el mundo necesitaba distraerse (aunque fuese poco), y mucho más en tiempos difíciles (siempre que la distracción no acabase devorando a lo realmente importante).

Miró a la piscis y esbozó una sonrisa amable.

-Como dices (y como dice Alehyss), son tiempos complicados, difíciles, pero eso no implica que tengamos que estar las veinticuatro horas del día pensando sólo en eso -murmuró. Chasqueó la lengua-. Quiero decir, evidentemente hay que preocuparse por esos temas, pero -se encogió de hombros- hoy es tu cumpleaños. No pienses en ello y... Disfruta del día. O algo así. -Desvió la vista a la mesa-. A Silvanus lo encontraremos, porque para algo estamos bajo el mando (o como sea) de siete importantes guerreros (o políticos). Aren seguro que acabará volviendo. -Se calló un "desgraciadamente"-. Y, bueno, el resto de la gente a la que hace tiempo que no ves también volverá.

Se pasó una mano por el pelo y chasqueó la lengua. Luego rió con suavidad.

-No sé si me explico (creo firmemente que no), pero lo que quiero decir es que... Disfrutes de tu cumpleaños, y también del resto de los días, claro, pero especialmente hoy no pienses en ello: los quince años no son una broma.

Bajó la vista, notando un cierto rubor en las mejillas.

-Lo que, supongo, quiero decir es que todo se arreglará -susurró. Luego rió entre dientes y suspiró-. Si es que yo estaba callado por algo...

Parece que por fin Lyam decide unirse a la conversación, sin embargo se le nota incómodo. Y por lo que decimos todos, parece que no quede mucho más que decir. De este modo, yo decido dar fin al diálogo.

Empiezo con una sonrisa.

-En fin. Creo que lo mejor será que te dejemos disfrutar de tu regalo y leer tu correo y ya lo celebraremos como es debido a una hora más normal -. Miro a Massen-. ¿No te parece?

Miro a Lyam de reojo un instante, segura de que él, de algún modo, estará contento con mi decisión.

FdR- :_D

Asentí a las palabras de Lyam con una sonrisa, algo extrañada al verlo tan vacilante a la hora de hablar. No estaba segura de si estaba de acuerdo con él absolutamente en todo, pero la idea no era iniciar ninguna clase de conversación de besugos.

Cuando Alehyss habló de retirarse, asentí también. Se había hecho tarde. Ya no creía que me diera tiempo a intentar leer las cartas, pero ya no creía que me diese tiempo. En cualquier caso, sí quería probarle a Loksass su nueva carcasa.

Me levanté, doblando el folio en el que había estado escribiendo y guardándolo junto a las cartas, para luego tomar el regalo de aquel desconocido.

-Sí, a mí se me ha hecho tarde -me excusé-. Ya tendremos tiempo de hablar en otro momento. Buenas noches, chicos. Me he alegrado mucho de veros, de verdad. Espero no tardar mucho en veros la próxima vez. ¡Chao!

Y, con una sonrisa, avancé hacia la puerta y salí, en dirección a los dormitorios. Mientras me iba, comencé a darle vueltas de nuevo a quién sería aquel extraño que tanto interés tenía en mí. Recordé que, la última vez, el paquete había llegado de Ventus. Maldije no haber preguntado al cartero si esta vez tenía el mismo origen.

*Se va*

Escuchó lo que las chicas decían cabizbajo, sin decir nada pero asintiendo cuando la ocasión lo pedía (a fin de cuentas las estaba escuchando). Se arrepentía de haber abierto la boca: había parecido un idiota que no sabía hablar. Suspiró. La próxima vez que no estuviese animado limitaría más sus palabras.

Cuando la piscis se despidió sí que alzó la vista y le sonrió.

-Buenas noches -murmuró-. Felicidades otra vez y, eh, a ver si no tardamos tanto en vernos la próxima vez.

Ensanchó la sonrisa contempló cómo la niña abandonaba la biblioteca. Luego miró a la chrysos de reojo durante unos segundos.

Rió entre dientes.

-En mi mente todo sonaba mucho mejor -susurró. Volvió a mirarla-. ¿Te vas ya...?

Nos despedimos de Massen y luego nos quedamos un momento en silencio. Lo observo con calma, como si esperase que se diera cuenta de algo por sí mismo con curiosidad científica.

Finalmente habla.

- No lo dudo.

Tras su pregunta, me detengo unos segundos. Asiento involuntariamente, pues estoy cansada. Sin embargo, enseguida cambio de opinión para acercarme un poco a él.

-¿Qué te pasa? No hay que ser muy listo para darse cuenta de que estás en otra parte.

Escuchó la respuesta que la chrysos dio tras haber asentido y suspiró. Luego se pasó una mano por la cara, echando, al llegar a la frente, los mechones que cubrían hacia atrás (para que, segundos después, volviesen a caer).

-Llevo unos días decaído -confesó en voz baja. La miró de reojo-. No sé muy bien por qué. De todas formas, si estás cansada, puedes irte. -Le sonrió-. No voy a obligarte a que te quedes. Así que, si quieres, puedes irte.

Realmente, y pese a que dudaba que le fuese a contar muchas cosas a la chica (más que nada porque había cosas que no podía contarle a nadie), esperaba que se quedase. No quería estar solo.


Fdr. Rol pausado o3o Mañana seguimos uwu

Lo miro fijamente mientras habla. ¿Decaído? No da más detalles, así que no puedo saber si simplemente es un estado anímico temporal causado por temas como el mal tiempo, el frío, la mala alimentación o altibajos hormonales o si realmente corresponde a algo que lo perturba pero que pertenece a la franja "secreta" de su pensamiento y que, por ende, no me puede desvelar.

-¿No será cansancio? -pregunto monocorde-. Has regresado hace nada. No sé si vienes de muy lejos, pero quizás tenga que ver con eso.

Hay muchos motivos para sentirse triste. Tampoco yo estoy pasando por los momentos más alegres de mi vida, pero si me pusiera a decirle eso acabaría contándole cosas incómodas, como hice la última vez con Heylel, y no quiero irme de la lengua.

Observó a la chrysos (que al final había decidido no irse) mientras hablaba, atento a sus palabras. Luego, cuando el silencio volvió, apartó la mirada con un amago de sonrisa en los labios. Meditó su respuesta. En parte, la chrysos tenía parte de razón: estaba cansado, pero no físicamente. No estaba cansado porque hacía poco que había vuelto: estaba cansado por el viaje, por lo que suponía el viaje. Estaba cansado de vagar de un lado para otro, de pasar un par de meses en un sitio para luego tene que ir a otro en el que sólo permanecería otro par de meses porque luego tendría que volver a ir a otro en el que se repetiría el proceso. Estaba cansado de cambiar de nombre y de fingir que era una clase de persona que realmente no era (o no había sido antes, al menos). Pero esto, evidentemente, no podía contarselo a la chrysos.

Sus labios titubearon antes de volver a cerrarse. Suspiró y se pasó, de nuevo, una mano por la cara.

-Puede ser. -Miró a la chica y esbozó una mueca-. Creo que volver a casa no me ha sentado demasiado bien.

Aquello, pese a que realmente no había vuelto a casa, no era totalmente mentira: durante el viaje a Fulmen sí que habían pasado por la zona (apenas un par de horas), y había recordado esa parte de su vida que tan poco le gustaba. Y pese a que horas antes se había mostrado cortante cuando la chica le había preguntado, ahora suponía que, teniendo en cuenta la otra alternativa, tal vez no fuese tan malo hablar un poco de ello. Nunca hablaba con nadie de él (el de verdad) y tal vez necesitase hablar con alguien. Y aunque no se fiaba del todo de lachca, en ese momento le dio igual.

Lo observo. Su respuesta, su silencio, su gesto, su expresión... Todo parece pedir un trato afable, cariño o quizás solo un oído amigo, pero esas son cosas que nunca he sabido llenar. Es triste pensar que de todos los hombres que me desearon durante mi vida, incluso aquellos a los que dejé que creyesen que me tenían durante un tiempo, no recibieron de mí más que indiferencia, desprecio y alguna vez considerado abandono. Incluso Jager, que llegó a calar en mí de forma más profunda que el resto, no obtuvo jamás palabra alguna de hondo afecto.

-Volver a casa tiene ese efecto en muchos.

Lo miro callada. De algún modo comprendo que el hogar lleva emparejados muchas veces fantasmas que es mejor no recordar.

-A mí tampoco me gusta ahondar en el pasado, pero muchas veces al regresar a casa es inevitable.

Escuchó las palabras de la chrysos en silencio y mirándola de reojo. Cuando terminó de hablar, suspiró y luego chasqueó la lengua.

Esbozó un amago de sonrisa.

-Ya... Tienes razón -murmuró.

Apartó la mirada y contempló la biblioteca: observó la mesa donde antes habían estado el paquete y los sobres de la piscis, la estantería que tenía en frente, los libros que la componían, el suelo. Luego soltó una suave risa y volvió a mirar a la chica.

-Lo siento. Te estoy reteniendo y no te estoy contando nada... Si quieres irte, no te cortes.

Aunque quizás si alguien estuviese en mi cabeza y oyese mis pensamientos pensase que soy una desconsiderada, en cuanto escucho su propuesta tengo ganas de irme y hacer algo más interesante que consolar a un tipo triste. Por mucho que me pueda alegrar verlo después de tanto tiempo (que tampoco es para tanto, puesto que hoy no estoy sexualmente activa), su tristeza me hastía. No se me da bien consolar, y menos aún cuando tengo que arrancarle las palabras al otro.

-¿Me estás echando? -inquiero sin embago, enarcando una ceja mientras lo miro.

Clavó sus ojos en los de la chrysos.

-No -respondió con seriedad-. No te estoy echando y, de hecho, me gustaría que te quedases.

Se pasó una mano por el pelo y luego sonrió.

-Pero entendería que quisieses irte porque no te estoy diciendo nada y entiendo que mi compañía debe ser muy aburrida ahora mismo. -Ensanchó la sonrisa-. De ahí el comentario.

Puesto que parece que me voy a quedar un rato más aquí, me encojo de hombros y decido que, por lo menos, me sentaré. Sin embargo, antes de hacerlo esbozo una sonrisa y enarco una ceja mirando al chrysos.

-No me gustan los chicos buenos, Lyam. No te disculpes.

Me vuelvo y camino hacia uno de los sillones de la biblioteca.

-Me pone nerviosa -comento.

Quizás se lo tome a mal. Espero que no.

Me siento y cierro los ojos. Una infantil parte de mí siente el deseo de quitarse los zapatos.

Observó cómo la chica avanzaba hacia uno de los sillones que había en la biblioteca y sonrió.

-Aunque no te lo creas, normalmente me cuesta bastante pedir disculpas -confesó en voz baja y sin borrar la pequeña sonrisa que había dibujado.

Se acercó al sillón en el que la chrysos se había sentado y miró en rededor antes de observarla.

-Pero a ti ya te he pedido perdón bastantes veces. -Se hundió en uno de los sillones cercanos al que ocupaba la chica. Ensanchó la sonrisa-. Intentaré no repetirlo...

Asiento lentamente.

-Si te disculpas por cualquier cosa la gente nunca te tomará en serio.

Me estiro. Tengo los músculos algo entumecidos y haberme sentado ha sido, quizás, la mejor decisón del día. Mi cuerpo agradece la comodidad de la superficue.

-Es una de las cosas que tienes que sprender a no hacer, Lyam.

Aunque mi tono es bromista, hablo en serio.

No disculparse, no lamentarse, no ser ñoño, no hablar demasiado, no usar rimas... Hay muchas cosas que pueden estropear la imagen que da una persona.

Rió con suavidad y la miró.

-Acabo de decirte que me cuesta pedir disculpas.

Desvió la vista, todavía sonriente, y volvió a mirar a su alrededor. Se pasó ambas manos por la frente, echándose el pelo hacia atrás.

-Aunque supongo que debería aprender a no pedirte a ti perdón. -Estiró los dedos. Sonrió-. Lo anotaré a la lista de cosas que he de aprender, justo debajo de "aprender a animar a la gente".

Volvió a reír con suavidad y suspiró. Se hundió más en el sillón.

Abro un ojo para mirarlo. No puedo evitar dejar salir un "ju" contenido. Cierro el ojo de nuevo.

-¿Insinúa algo con eso, señor? -inquiero con jocosidad.

Quizás no sé animar a la gente, pero eso no me importa. No lo considero una cualidad suficientemente importante para el objetivo social al que aspiro.

El olor a libros me relaja. Siempre he pensado, además, que las bibliotecas tienen una acústica especial que hace el silencio más agradable, aunque en este caso lo estamos rompiendo.

Rió.

-¿Señor? ¿En serio? ¿Me has llamado señor? -La miró, sonriente. Luego negó con la cabeza-. Qué cruel por tu parte, Lester.

Estiró los brazos y suspiró. Luego volvió a mirar a la chrysos y añadio:

-No insinuaba nada, por cierto. Realmente se me da mal dar ánimos. -Sonrió-. ¿De verdad no quedó claro antes, al hablar con Massen?

Asiento lentamente. Tiene razón.

El ambiente apacible me relaja. Hace tiempo que no sé dormir bien. Pesadillas, estrés, trabajo... Hay tantos nombres que darle a las causas de esto que podría llenar cuen bibliotecas como esta con los motivos.

-La verdad es que sí -concedo con voz queda-. Lo haces realmente mal...

No veo nada por tener los ojos cerrados, pero noto como, de todas formas, se me nubla la vista y la cabeza se recuesta cómodamente contra el respaldo.

Los cumpleaños también hacen que no te respeten. Y relajarse.

-No tienes que ser tan indeciso...

Yo misma noto que mi voz pierde fuerza. Supongo que mi enfermedad (la que tuve, pero ya no tengo) me pasó factura y mi cuerpo todavía no se ha recuperado. De no ser así, jamás me adormilaría.

FdR- pero yo usser sí xD
FdR2- quién osa añadir color a mis posts?