Biblioteca

El líder sonrió complacido ante la respuesta de la niña. Parecía que conseguía mantener su buena apariencia frente a ella y eso era productivo.

tomó nota de sus expliaciones para futuras posibles charlas con la pequeña. Abuelos, casa, líder Splash, esas cosas podían haber sido totalmente insustaciales, pero no estaba de más guardarlas para el fututo. Había tenido suerte, pues la niña no conocía todavía a más líderes y su mente aun no estaba demasiado saturada por las visiones de ellos.

-Descansa bien, señorita. Y gracias por tus opiniones -. Comentó divertido y cortés. En cuanto la niña se fue, volvió a recostarse en la silla. Había recuperado algo su humor al notar la inocente franqueza de la piscis. ¿Por qué no pedía opiniones Jillian por el palacio? Le presentaría a los pequeños piscis, a la caeruleus y puede que quizá también al grandote de Dehnel... Ya vería ella si sus prácticas eran o no acertadas.

El líder se disponía a estirarse y seguir con su trabajo, pero una chica de menos estatura que la piscis había entrado en el lugar. Por supuesto, recuperó la postura, no iba a exponerse como un vulgar maleducado estirándose y acomodándose en público.

-Buenas noches -. Respondió el líder sin perder de vista a la chica. Al principio creyó que tendría la edad de la piscis o menos y casi maldice la suerte de aquel maldito palacio. Pero al fijarse un poco más dio en cuenta de que no era de corta edad, sino que era de raza parvus. Una pequeña y hermosa parvus. La expresión del líder se iluminó y su sonrisa brotó sola.

- ¿Cuál es tu nombre, hermosa parvus? -Preguntó con un tono animado y cortés.

El hombre respondió a mi saludo, lo que provocó en mi cara una sonrisa inconsciente. Quizás estaba acostumbrada a tratar con gente y siempre sonreírles, a veces el forzamiento de los gestos acababa acostumbrando a una misma.

También preguntó por mi nombre, quizás dándose una ligera confianza que no existía entre nosotros dos.

- Me llamo Elektra Samon - respondí sonriéndole tras haber levantado mi cabeza para poder mirarle a la cara.

Volví a dirigir la mirada hacia el libro, quizás el hombre sólo quería conocer mi nombre y anotarlo a su lista de conocidos, o quizás lo que quería era conversar; en cualquier caso, traté de no ser muy ruda con él.

El líder Darvenwish apreció cómo elektra le facilitaba su nombre y volvía a sus asuntos. Quizás estuviese ocupada, pero si imponía aquellos papeles a la palabra de un líder era que desconocía quien era él.

- ¿Cuál es tu edad y cómo has llegado a Brontë? - Preguntó con el mismo tono cortés, aunque era consciente de que continuar aquellas preguntas con ese tono tras la respuesta de la chica -que inidcaba que no quería conitnuar charlando- sonaría más impertinente de lo que se pretendía. Sonrió para sí. Quería ver cómo respondía la chica.

Otra pregunta brotó de los labios del hombre de pelo largo, ¿para que querría saber aquéllo? No tenía mucha lógica.
Cerré el libro y lo aparté a un lado tras haberlo arrastrado con mi mano derecha, las intenciones del desconocido parecían más duraderas de lo que yo dudé inicialmente

- Disculpe, ¿quién es usted? - pregunté antes de aportar información personal a una persona que en la vida había visto.

Me mantuve sentada en la silla, pero ahora mi mirada estaba fija en él; no había ninguna atadura que me lo impidiera, y así podría aprovechar para analizar su físico. Parecía un caeruleus, pero a menudo solía confundírmelos, por lo que no hice ningún comentario respecto a su raza.

El líder retomó su sonrisa habitual al escuchar la respuesta de la chica. Parecía dura y segura, una digna parvus. Y por supuesto no sabía quien era él. "Que poco considerado, Nagorr..." Bromeó para sí el líder.

Cruzó una pierna sobra la otra y mantuvo la espalda totalmente recta sin perder la mirada de l chica.

-Yo soy el hombre más sonado de las islas del sureste de Mithos desde tu tierra. Soy Aren Darvenwish, gobernante en el país de Caligo y uno de los jefes a cargo de Brontë -Sentenció el hombre con voz estentórea y tono dramático y lento. El ambiente había variado, como siempre que el líder pasaba de desconocido a reputado.

Cuando escuché sus palabras mis ojos se abrieron estrepitosamente por la sorpresa, ¡estaba hablando con el mismísimo jefe caeruleus Aren Darvenwish's!
Me levanté de la silla rápidamente e incliné una de mis rodillas, agachando la cabeza, y soltando el protocolo que debería seguirse para tratar con los líderes.

- Mis disculpas, señor Darvenwish's - dije tratando de parecer lo más seria posible.

- Tengo veintiún años - respondí recordando su primera pregunta -. Y he venido caminando, la mejor forma de reforzar la resistencia y el instinto de supervivencia.

Me dirigí hacia él, evitando mirarle a la cara.

- Cuente conmigo para hacer todo lo que quiera, nuestra principal misión es hacer caso a nuestros jefes - comenté repitiendo la inclinación, tratando de parecer lo más respetuosa y formal con el jefe.

El líder observó, divertido, el cambio de comportamiento repentino de la muchacha. Permaneció sentado, pero no dijo nada a la parvus sobre que se sentase.

- Comprendo. ¿Y qué arma tienes? -Preguntó sin mucho interés. Ahora daba igual qué preguntase o respondiese ella, lo interesante era la actitud actual que tanto agradaba al líder.

En cuanto la chica acabó con su última frase, el líder entornó un poco los ojos.

- Me alegra escuchar tus palabras, pero deberías tener cuidado con decirlas tan a la ligera -.Indicó en un chiste interno.

Otra pregunta brotó de sus labios, era de esperar, ya que un buen líder que se precie debe de investigar a todos sus sirvientes, guerreros, esclavos y demases.

- Utilizo como arma un tridente de tres arpones, aunque también puedo utilizar mis puños - afirmé manteniéndome inclinada en frente a él; el respeto y el buen trato era lo más importante en una relación de un jefe con un cargo inferior.

Después realizó otro comentario refiriéndose al mío anterior. A pesar de que no logré entender muy bien su significado, decidí insistir en ello, como buena guerrera, mi labor era servir y vivir para los jefes.

- Disculpe la discrepancia, pero creo que estoy bastante segura de estar capacitada para hacer lo que usted me pida - aseguré reafirmando mi anterior comentario.

Debido a la respuesta de la chica parecía que, como la mayoría de su raza, su fuerza era encomiable. Algo interesante, pero no demasiado en estos momentos.

El líder amplió su sonrisa y se levantó elegamentemente, dando pasos lentos hacia la muchacha y poniéndose frente a ella. Esperó unos segundos, observándola desde su postura. Luego llevó una mano a su cara y, con gran sutileza, hizo que la levantase hasta mirarle a la cara.

- Con esfuerzo supongo que acabarás convenciéndome -. Comentó, acariciando su barbilla. La chica le hizo recordar sus encuentros parvus. Realmente habían sido menos de la mitad de los encuentros con hembras de otras razas y, generalmente, múltiples debido a la complexión de la térrea raza.

Soltó a la chica y le indicó con un gesto que se irguiese.

-Por el momento, lo único que te pido es que des tu impresión sobre nuestra pequeña charla a quien te lo pida -. Comentó con tono amable. Luego hizo un gesto con la cabeza y fue a recoger sus papeles.

Me agarró la cara en gesto de que me levantase, y eso hice, dejando que me acariciase además la barbilla. Hizo varios comentarios que cuya finalidad no llegué a entender muy bien. Pero lo que más me intrigó fueron sus últimas palabras, ¿acaso el líder no gozaba de una buena reputación?
La verdad, los altos cargos siempre albergan altos secretos...

- Como usted desee - afirmé agachando ligeramente la cara en vez de postrarme, ya que fue el propio jefe el que ordenó que me levantase.

Parecía que debía marcharse, porque se dirigió a recoger unos papeles.

- Si me disculpa, yo también debo abandonar la sala - rogué tratando de evitar dar más detalles, lo que resultaría más propio en una madre maruja que en una seria y respetada guerrera.

Sin ofrecerle la espalda en ningún momento al líder de magia oscura, me dirigí lentamente hacia la puerta y tras repetir mi adornada y artificiosa despedida, abandoné la sala.

*Se va*

El líder dedicó una última mirada a la chica antes de que esta se marchase y se disupuso a organizar sus cosas para irse.

Quién lo iba a decir, había empezado la tarde la mar de aburrido y molesto y en un par de horas había conseguido dos buenos argumentos para su persona. Estaba medianamente satisfecho.

Acabó de recoger y dejó los libros sobre la mesa para que el servicio diese señales de vida. Después se desapareció con mejor humor que con el que había llegado.

*Desaparece*

Al final acabé otra vez en la biblioteca. ¿Qué se me había perdido a mí allí? Aunque no me atraía mucho aquel sitio, acabé por ponerme a buscar cosas interesantes. Aquel lugar era enorme, y estaba lleno de estanterías. Me perdí un rato entre los libros, hasta llegar a una zona de libros con colores especialmente brillantes. Con curiosidad, cogí uno y lo abrí. Era un libro de dibujos. Cogí otro. Igual. Finalmente, escogí unos cuantos y me senté en el suelo, con una pila de libros al lado.

*Se queda ojeando los dibujos*

Llego a la biblioteca paa ponerme con las cartas de esta tandada. El otro día no llego tarde por los pelos y no pienso dejar que eso ocurra más veces.

Entro en la sala y me dispongo a sentarme en el pupitre que siempre empleo, pero me encontré que en un lado de la habitación había libros apeliados en el suelo. ¿Recuento? Como veo una cabecita entre los libros y me entra curiosidad y me aproximo.

Cuando estoy cerca del amasijo de libros veo que Massen está allí viendo dibujos y me encuclillo delante de ella.

- Vaya, tienes mucho tiempo libre -. Digo con cara plana a la que le sigue una sonrisa bromista.

Alcé la cabeza entre los libros al ver acercarse a Heylel, y respondí a su comentario de forma involuntaria apretando contra mí el libro que estaba hojeando, deseando que no hubiera visto que sólo son dibujos. Por su parte, a mis mejillas se les ocurrió que, para seguir la costumbre habitual, lo más adecuado era encenderse de la forma más llamativa posible. Intentando fingir que no me daba cuenta, respondí a su sonrisa con una propia.

- Buenos días, Heylel -cerré el libro y lo dejé a mi lado, con la contraportada hacia arriba-. Lo cierto es que sí. No sé muy bien cómo funciona el Palacio, pero empiezo a tener la impresión de que nadie va a organizar entrenamientos. Aunque debo reconocer que hoy no estoy muy de humor para hacer ejercicio -me callé. ¿Por qué siempre tenía que irme por las ramas?-. Y tú, ¿a qué has venido aquí? -pregunté finalmente.

Al ver como se sonroja me rio un un poco. Massen me hace mucha gracia, siempre tan digna y seria a pesar de lo pequeña que es y luego...

Le tiro de un moflete sin hacerle daño y respondo.
- Pues claro que no van a organizar entrenamientos, como mucho nos dará un par de teoría o expliación sobre lo que pasa y listo, ¿o qué pensabas? -. Comento con un falso tono de reproche antes de soltarla y reir. -Yo entreno de vez en cuando, pero la verdad es que a veces me da pereza... Neceito un horario... -Comento, más para mí que para ella.

Entonces sonrío cuando me pregunta qué hago y me siento en el suelo. Estar mucho tiempo encuclillado es una molestia.

-Pues vengo a escribir mi carta matinal. El otro día casi llego tarde al envio. Al principio las enviaba cuando quería, pero los de abajo se cansaron de mí y solo me dejan enviarlas cuando ellos mandan cosas -. Digo rascándome la nuca y echando la lengua. Que agobiante soy a veces.

Lo miré, algo sorprendida. ¿No habría entrenamientos en grupo? Me encogí de hombros ante su pregunta.

- Bueno, no sé, yo esperaba que alguien nos enseñara un poco, ¿no? -contesté, sin saber muy bien qué decir-. Quiero decir, yo no sé nada de combates... No creo que con entrenar por mi cuenta me llegue...

Entonces comentó que venía a escribir, y bajé la cabeza. Yo ni siquiera sabía leer... Y menos escribir. Pero no dije nada al respecto.

- ¿Escribes todos los días? ¿A quién? ¿A tu mujer? -pregunté, recordando que me había hablado de ella.

FdR: Me voy a comer, luego vengo y sigo posteando xDU

Lo pienso un poco cuando comenta lo de que no sabe nada de combate.

- Humm bueno, realmente... supongo que habrá algún tipo de adiestramiento... Pero los entrenamientos serán basicamente individuales, supongo -. Comento. La verdad es que debería de dar un folleto o algo así... -Si queire podemos entrenar un día juntos. Yo soy todo cuerpo a cuerpo -. Le propongo con una sonrisa.

Luego pregunta por las cartas y suspiro con encanto.
- Todos los días. Sí, a Gabrielle, no sé si te dije que se llamaba así -. Sonrío. -¡Cuando dije que le contaría mi día a día era literalmente! -Indico alzando un dedo con decisión. -¿Tú no escribes a tu familia? -Pregunto. aunque la verdad esperaba un no porque de las personas con quien me había tropezado ninguna lo hacía...

FdR: Eso te iba a decir yo ahora mismo XDDDD

Reflexioné sobre lo que me decía. Si nadie iba a ayudarme, tendría que ponerme a entrenar más en serio. Luego propuso entrenar conmigo. Pero su forma de lucha era completamente opuesta a la mía. Me descolgué a Loksass del cuello y se la ofrecí para que la viera.

- Esta es Loksass -le expliqué-. Mi padre la hizo especialmente para mí. Es mi arma -sonreí, algo decepcionada-. No es precisamente... de lucha cuerpo a cuerpo -comenté-. Baso mi estilo de combate en la distancia. Digamos que... en el combate soy muy débil. Por eso me dedico a esconderme. Sigilo, velocidad y camuflaje. Si mi enemigo no me ve llegar, tengo una tremenda ventaja. Una vez me ha visto, sin embargo, no tengo muchas posibilidades -ladeé la cabeza, con los ojos fijos en los suyos-. Aunque supongo que aprender a defenderme no me vendría mal. No tengo mucho futuro en la lucha cuerpo a cuerpo, pero siempre puedo aprender cómo actuar si no me queda otra que luchar de cerca. Eso podrías enseñármelo -propuse.

Heylel confirmó que escribía a su mujer. Todos los días. Qué moral. Pensé en Sock, en si esperaría saber de mí de alguna forma. Y en la abuela. Aunque ella tampoco sabía leer. Entonces preguntó lo que yo más temía. Me puse tensa, se me borró la sonrisa y enrojecí hasta el límite de lo posible. Bajé la vista, muy nerviosa. Finalmente, le quité a Loksass de las manos, me levanté con expresión seria y dije, fingiendo indiferencia:

- No, no escribo a nadie. Ni tampoco hay nadie que me escriba a mí -carraspeé, intentando deshacer el nudo que tenía en la garganta, pero aún así, me falló la voz cuando añadí-: Perdona, pero tengo que hacer una cosa.

Me dí la vuelta y salí corriendo de allí, dejando los libros en el suelo y cerrando con un portazo.

*Se va*

FdR: Aprovechando que le has tocado la vena sensible, marcho definitivamente xDD Más la próxima vez ;)

Observo su arma con curiosidad. Realmente es una forma de combate bastante rústica y poco recomendable para un ejército, pero supongo que siempre se puede sacar partido.

-Siempre biene bien poder escurrirse si te agarran y esas cosas. Yo no soy demasiado fuerte, por eso me muevo rápido y hábilmente -. comento haciendo un amago de golpes con los puños adornado con una sonrisa.

Entonces Massen responde a mi siguiente pregunta algo más sombría que durante el resto de conversación. Quizá la haya molestado con la pregunta pues no sé nada de su vida o su situación familiar más que lo que me ha mencionado alguna vez sobre sus hermanos a los que poco ve.

La dejo irse sin decir nada para que se vaya tranquila y me levanto.

Me pongo aescribir la carta diaria y luego me voy de allí.

*se va*

Entré silenciosamente en la biblioteca y me puse a rebuscar entre dos estanterías algun libro interesante de Chárity Strauss

Después de haber estado todo el día sin hacer nada productivo mientras le daba vueltas a la cabeza, decidí ir a la biblioteca a coger un libro para leer.

Ya había leído muchos sobre criaturas y bestias, pero en ese momento no tenía ganas de leer libros de ese tipo... quería leer algo que despejase un poco mi mente de lo malo que puede llegar a ser a veces el mundo real...

Y entonces, sin pretenderlo me encontré a Silvanus frente a una de las estanterías.

"¡¡¡Ahhh, maldición!!!", pensé sorprendida.

Me puse nerviosa y reaccioné escondiéndome rápidamente por la parte de detrás de la estantería en la que el estaba, sin estar muy segura de si me había visto o no.

Rebuscaba entre las estanterías, algún libro de Chárity Strauss que aún no me hubiese leido... pero eso era bastante dificil, puesto que me había leido la mayoría.
Decidí ir por el otro lado de la estantería, para buscar alguno de última edicion, entonces la ví, a Hewina, pegada a la estantería, respirando medianamente fuerte, como si se estuviese ocultando de algo. Esbocé una sonrisa torcida y juguetona y me acerqué a ella.
-Hola- susurré mientras mis manos rodeaban su cintura y mi nariz se paseaba por su moreno cuello, captando su aroma a néctar dulce.-¿has pensado en ello?- le dije muy bajito al oido.

Empecé a temblar y a ruborizarme, y mientras intentaba apartarlo de mí con mis manos le dije en voz baja: "Si-silvanus... ¿qué haces...? déjame..."

Finalmente conseguí alejarme un poco de él, y le dije en voz baja: "puede vernos alguien...", aunque en el fondo el único alguien que se me pasaba por la cabeza era el líder Aren.

Hewina se puso nerviosa ante aquella situación.
-Te hago feliz... eso es lo que hago. dije mientras le mordía el lóbulo de la oreja suvemente.

Entonces ella logró zafarse de mis manos. A lo que yo me puse serio y la vi a los ojos.
-¿Que te pasa?- entonces me dijo que alguien podría vernos, por lo que esbocé una sonrisa y la besé apasionadamente, mientras mis manos volvían a buscarla.-Ese es un riesgo que estoy dispuesto a correr- dije cuando me separé de sus labios- de hecho... me encanta estar en la cuerda floja... le añade morbo a es ta situación.- La abracé fuerte hasta que nuestros torsos se juntaron y los latidos de nuestros acelarados corazones se mezclaban-. Te quiero- musité.

"¿Qué le pasa...?", pensé asustada mientras me hacia eso y me decía aquellas cosas.

Estaba actuando de forma muy extraña conmigo... y entonces recordé las acusadoras palabras de Aren.

Después me dijo que me quería, e inevitablemente se me empezaron a llenar los ojos de lágrimas.

"Sil... no me hagas esto...", dije con los ojos llorosos.