Biblioteca

Niego levemente.

- No te preocupes.

Y entonces llega el silencio. Es como si la conversación hubiera muerto aquí. Pasan varios segundos y entonces trato de arreglarlo-

- ¿Vienes a escribir la carta de hoy?

Realmente me estoy entrometiendo; además es una de esas preguntas que no llevan a nada, pero, por alguna razón, me sentiría incómoda de haber venido solo para decirle que luche e irme. Desde que me encontré con Jager me siento bastante frustrada.

Cuando nos rodea el silencio me pregunto qué decir, pero como es tan seria y profesional -al menos lo parece- no se me ocurre nada que pueda interesarle con lo que me alegro mucho de que al final sea ella la que pregunte.

-Sí. No es que venga aquí todos los días, pero me quedo pronto sin papel -Sonrío. -Quizá me paso un poco escribiendo, pero quiere cada detalle -Comento con calma. -Supongo que le haría ilusión estar aquí.

"Cada detalle..."

Miro hacia el techo.

- Supongo que quiere sentir que está aquí mientras las lee... -murmuro.

Enseguida me noto enrojeces levemente, por lo que mantengo mi cabeza en alto hasta que el rubor cesa. El mero hecho de analizar mis palabras basta para que me percate de qué he hablado sin pensar.

- Pero es solo una suposición... -me excuso en cuanto recupero la compostura.

Al principio no escucho bien su comentario y trato de hacer que lo repita con un corto "¿uhm?", pero al final ordeno las palabras en mi mente y consigo descifrar lo que dice.

-Sí, creo que sí. Ella quería venir realmente, pero no le convenía nada... -Comento con algo de frustación en la cara. El tema no me alegra en absoluto, pero no me gusta ser de ese tipo de personas que hablan a medias para que la gente pregunta. Miro a la mesa mientras toqueteo un tintero.

-Ella no puede volar bien. La verdad creo que apenas puede. Era una magnífica arquera y casi acabaron con su ala derecha. Por eso quedamos en que no viniese. Es dura y fuerte, pero se frustra demasiado...- El tema me dolía un poco al recordar alguna que otra charla o mismo el momento en que se había condenado a coser en la tienda dejando su destreza.

Bajo la cabeza en señal de disculpa.

- Lo siento... No pretendía tocar temas personales.

Y esta vez, con los opacos ojos clavados en mis rodillas, sí guardo silencio, ligeramente avergonzada, aguardando, tal vez, a que algo suceda que haga que este tema quede atrás.

Un guerrero que ha sido mutilado... Un guerrero que pierde sus capacidades como tal. Es difícil comprenderlo, aún siendo guerrero, si no experimentas. Solo puedo imaginar una fracción la frustración que ello conlleva.

Escucho su disculpa. Realmente no es culpa de ella ya que yo he sacado el tema. Niego y sonrío aun con cierta tristeza.

-Aunque en algún momento hubiese sido algo tan privado, supongo que ya no lo es en el momento en que te lo cuento. No ya para ti al menos -.Comento con simpleza. -Ya hace un tiempo de eso y estas cosas es mejor desempolvarlas para que no se queden clavadas. Me disculpo yo por inmiscuirte o molestarte en una buena tarde como esta -. Comento con cierta gracia.

Me fijo en su lectura para refrescar el ambiente.
-¿Novela rosa? No sé si te hago con ese tipo de lectura -.Me atrevo a mencionar con simpatía.

Suspiro interiormente cuando le quita hierro al asunto y procuro no pensar mucho más en ello por el momento. Ya bastante mal me he sentido por un instante, creyendo que hurgaba en cosas dolorosas como una indiscreta.

Su comentario sobre el libro me hace volver la vista a sus tapas. Lo observo un instante, como si de solo mirar su encuadernación pudiera leer lo que hay escrito en sus hojas.

Me encojo de hombros.

- Me ha decepcionado descubrir la trama. Solo buscaba algo para entretenerme un rato, pero creo que escojo de forma un poco desafortunada -. Clavo mis ojos verdes en él-. ¿Alguna recomendación?

A su pregunta no sé qué responder. Me encojo también de hombros y pienso en algo que pueda sonar interesante.

-No sé que puede gustarte... Humm... ¿Misterio? Te creas o no las leyendas siempre son buenas para pasar el rato -. Comento algo más animado. - Aunque tienes pinta de "no pierdo el tiempo en lectura de cuentos" -Bromeo imitando un tono demasiado serio. Luego me doy cuenta de que me estoy excediendo al hablar y bromear. - Perdona, si soy un pesado, dímelo.

Niego lentamente.

- Las leyendas pueden ser interesantes si fundamentan pensamientos, religiones o cosas así... Las que no me gustan son las que carecen de lógica y no explican nada, pero me agradan los "cuentos" que explican ciertos comportamientos o dichos. Al fin y al cabo, los cuentos sirven para explicar cosas a la gente.

Tomo aire. Espero unos segundos.

Lo miro.

- Yo... No soy muy habladora...

Al ver que se lo toma bien me relajo y sonrío con naturalidad. Luego suspiro a su afirmación. Igual con esa "confesión" consigo no sentirme muy bobo cuando hago algún comentario. Apoyo la cabeza entre ambas manos que, a su vez, descansan sobre los codos que engo sobre la mesa.

-Eso tiene su encanto -. Comento con cierta picardía. -Conocí a un piscis ayer que no dejaba de gritar... Se acaba haciendo agobiante -Comento, rascándome de lado.

Miro por la ventana y hace un día bastante bueno, no me apetece mucho seguir allí. Pregunto a Alehyss si le apetece salir un rato y, tras su asentimiento, dejamos la biblioteca atrás.

*se van*

Entré en la biblioteca. Necesitaba un lugar tranquilo donde organizar los últimos acontecimientos, saqué lápiz y papel y comencé a escribir:


DENTE DE FIAR: Aren Alehyss Cero Massen
GENTE CHUNGA: Rick blues Inger
DE DUDOSA NATURALEZA: Heylel Svend

No tenía claro donde poner a Heylel, puesto que al principio se había portado maravillosamente conmigo, pero no me ayudó a enfrentarme a Rick, sino que parecía defenderlo, incluso. Había sido muy entrometido.

Respiré hondo y apoyé mi cabeza en la mesa, dejando los brazos colgando.
Tristán mordisqueaba el papel donde había hecho mi lista... parecía que él era el único feliz.

-Pffffff.... que gente más extraña, amigo....¿sabes? Sé que cuchichean de mi... sé que me llaman raro, paranoico y descarebrado... no estoy ciego... Llevo toda la vida siendo acosado por ese tipo de gente... por delante te dan la mano, y cuando te dás la vuelta, te la calvan por detrás...


Decidí escribirle a Aren una carta contándole mis preocupaciones y últimas vivencias, ya que hacía mucho tiempo que no le veía...
Cogí un papel nuevo de color violeta (el siempre iba de violeta, quizás fuera su color favorito...) y comencé a escribir:


Querido Aren:

Hace mucho que no te veo... ¿donde estas metido? jajajaja perdona mi intromisión....
Bueno, centrémonos... últimamente he estado bastante atareado leyendo libros de Chárity Strauss, ¿la conoces? Bueno, el caso es que no he podido evitar sentirme como cuando iba a la escuela: es decir, iba muy bien en el plano académico, pero mis compañeros se burlaban de mí... igual que en este palacio... El peor recuerdo que guardo de la escuela fue en los vestuarios: Un par de chicos de 3 cursos más que yo me insultaron, cogieron mi ropa y la rompieron, y para mi desgracia, me encerraron en una ducha, con un par de chichones en la cabeza... me pasé 4 horas encerrado hasta que apareció el profesor de gimnasia y me sacó de allí, me curó los golpes y me dió un par de mimos, porque yo estaba istérico... La verdad es que aquel profesor era realmente cariñoso conmigo: siempre me acariciaba... entonces aún era muy pequeño para entender sus intenciones... creo que al año siguiente lo echaron del colegio...
La gente no me trata muy bien aqui, sabes?
Excepto una chica muy maja que conocí hace dos días: es muy maja, ¿sabes? se llama Alehyss y es la mejor persona que he conocido de momento... (a parte de ti, claro), nos llevamos tan bien que me deja que le llame Al, jajajaja la verdad es que es un poco seca, pero tiene un corazón inmenso.
Por cierto. Esto es muy serio, ¿vale? ATENCIÓN AREN: Hay un espía en Brontë... es pelirrojo... más grande que 3 bismontes y su inteligencia brilla por su ausencia (creo que Tristán es bastante más listo que él) ¿lo has adivinado ya? por supuesto: el espía es Rick Dehnel o Sir Lagartija Hormonada, como quieras. Es cierto, querido líder... el otro dia estabamos Al y yo entre las flores del jardín y él nos estaba espiando desde una ventana... además anduvo cotilleando en mis cuadernos... OJO CON ÉL!
Aren... querido Aren... tengo ganas de verte, ¿sabes? ultimamente tengo muy buen aspecto: el sol de este lugar es fantástico! me estoy poniendo muy moreno... la verdad es que queda muy bien mi nuevo color de piel con mis ojos... espero que te gusten tanto como a mí! (si, ultimamente estoy un poco narcisista jajaja)

Bueno, querido amigo, tutor y confidente... te deseo mucha suerte hasta que nos veamos (que espero que sea pronto). Un saludo
S.K.

P.D: Si quieres responderme, utiliza a Tristán, en unos minutos, estará otra vez conmigo. Chao.



Cogí a Tristán y lo puse en la ventana:
-Agárralo bien, ¿vale? no lo pierdas... o te corto la cabeza- dije cariñosamente.

Llego a la biblioteca pensando en las musarañas y escojo una estantería y un libro de ella al azar. Siempre al azar, y siempre con funestos resultados. A ver si esta vez me sale algo mejor.

Partiendo de este punto, voy hacia una mesa (la más alejada) y tomo asiento, sumergiéndome en la lectura del desconocido libro, que resulta ser una guía de bestias básica.

Menos da una piedra.

*se queda*

Tras leer un buen rato, cierro el libro y lo guardo. Es el más interesante de los que he cogido al azar hasta ahora, pero no estoy para estudiar.

*se va*

Entré en la biblioteca silenciosamente. Quería escribir lo que ahora sentía. Quería repasar mi paso por el castillo para corregir los errores del pasado... ver como me había comportado... etc.
Me senté en una mesa que daba cara los jardines... Hacía una mañana preciosa.
Cogí un papel de color verde y comencé a escribir. Paré de golpe y me dí cuenta de que no era un niño para andar escribiendo en papeles de colores... Arrugué dicho papel y cogí un folio blanco, normal y corriente.
Empapé mi pluma en tinta y comencé a escribir... no sabía por que lo hacía pero a veces, las personas sienten esa necesidad de escribirlo todo... lo que sienten en esos momentos... no se si me entendéis.

No se muy bien como empezar una carta a mí mismo, así que no haré presentación de ningún tipo.
Algo ha cambiado en mi. Es como si me hubiesen dado un empujón cara la madurez. Me siento una persona honrada, buena, gentil y todo eso... siento que la parte impulsiva de mi ser... no es que haya muerto, pero es como si mi ''yo'' maduro la tuviera bajo control, y eso me gusta bastante.
Creo que me estoy comportando bastante bien. Es decir, mi relación con Al es más que estupenda y satisfactoria... creo que nunca encontraré una persona igual que ella. No me atrevo a decir que estoy enamorado... pero no se asta que punto la amistad se puede confundir con el amor... de todos modos, mi corazón ahora mismo está ocupado por otra persona. Aren, siempre en Aren... ese hombre me trae loco... aún no me ha visto con mi ''nuevo carácter'' pero si espera que me comporte como una vil sanguijuela, arrastrándome a sus espaldas y esperando por su amor, la lleva clara... no se como reaccionará mi mente cuando lo vea... pero habrá que comprobarlo... tampoco sé si voy a ser capaz de pasar de el...
''Supongo que tu eres el causante de esto...'' esas fueron las primeras palabras que Aren me dedicó... ni un hola... ni nada por el estilo...
''No te preocupes, joven Silvanus, un palacio no se derrumba por una antorcha'' esa frase retumba en mi cabeza una y otra vez varias veces al día... y no sabía porqué.
Se había portado muy bien conmigo... y cuando me tocó el pelo... con sus manos.... esas manos tan maravillosas... dulces... creo que fue lo que realmente me enamoró de él, ya que ha sido el único contacto que he tenido con su cuerpo (a parte de con su bota, pero esa es otra historia). Cuando lo hizo, nos miramos fijamente a los ojos... y mi corazón empezó a latir de una forma descontrolada....
Luego nuestra relación se torció un poco, ya que no volvimos a tener esa relación cordial desde el día del ''accidente'', cuando lo empujé SIN QUERER (eso quiero dejarlo bien claro)... en ese momento, fue como si el cariño que podría sentir por mí se hubiese roto en mil pedazos, como lo hicieron mis tarros de pociones...
Por Mithos! No se como puedo seguir enamorado tan perdidamente de una persona que no me ha dado más muestras de cariño que una simple caricia...
En conclusión, creo que cuando Aren y yo tengamos una charla pausada y civilizada, esto quizás pueda funcionar... aunque el se case con esa tal Cynara
*lágrima en el papel*
Me prometí a mí mismo que no volvería a llorar por nada... pero es que esto es algo... y muy gordo... algo gordo y pesado que se ha caído encima de mi corazón... haciéndolo mil pedacitos...


Me levanto y me paso la manga de la camisa por la cara. No tenía muy claro que buscar en el pasado fuera algo bueno para arreglar las cosas con Aren, pero quería tener por escrito mi primer contacto con él... no sabía por qué... pero era algo que quería hacer desde hace tiempo.

Doblé cuidadosamente la carta y me la guardé.
Salí entonces de la biblioteca con el fin de ir a comer algo por ahí, o así...

*se va*

Entré en la biblioteca dispuesto a responder a Ariel lo más rápido posible. Me senté y saqué la pluma, el tintero... PLAS!
-Mierda! la tinta! - el bote se me había escurrido de entre los dedos y se había roto encima de mi pié, dejandome una bota de color azul oscuro...
-Jo... esto no lo saca ni mi madre...- dije pensando en lo mucho que limpiaba mi madre.
Le pasé un pañuelo pero lo único que conseguí fue manchar el pañuelo y estirar aún mas la tinta por todo el zapato...
-Mecachis en la mar salada! Será posible?
Bufé hacia arriba, por lo que mi flequillo se elevó durante unos segundos.
-Tks,¿que se le va a hacer?
Saqué un papel y ''cogí prestado'' un tintero que había en una mesa vacía muy sigilosamente y comencé a escribir:

Querida Ariel:
Primero felicitarte por tu libro, seguramente va a ser un bombazo jajaja tiene que ser muy bueno si estas tardando tanto en terminarlo.
...
Sí estoy en Brontë señorita! jajaja ¿que te creias? ¿que tu bebé no iba a crecer nunca? Te quiero mucho. Espero verte pronto...¿por qué no me haces una visita? no ahora, sino cuando puedas, ¡yo no me voy a mover de aqui!
¿Que tal las cosas por casa? supongo que muy bien...

Por cierto, ¿has estado en Cáligo? me han dicho que la gente anda por la noche en vez de por el día...
tiene que ser genial!
Pequeña entrometida... ¿desde cuando sabes tu que me gustan los chicos? eeeee? Creo que ahí esta la diferencia entre por qué tu acabaste escribiendo libros y yo metido entre cuatro paredes de piedra... Siempre fuise muy espabilada... He de decirte que también me gustan las chicas eee? Yo prefiero enamorarme de la persona, no del cuerpo, por eso me da igual que sea hombre o mujer... Te quiero
¿Y tu que? no tienes ningun noviete del cual yo desconozca su existencia? Muy mal, e? muy mal.... tu antes a mí me lontabas todito... y mira ahora... lo que hace la distancia...

Vi la imagen... estas preciosa... como siempre... te quiero (si ya se que soy un pesado) me encantaría abrazarte y no soltarte nunca jamas...
No soy muy ducho en el arte del autorretrato aún, por lo que no te envio ninguna imagen mia... cuando sea mejor dibujante, ya te mandaré un dibujo mio, vale?
Un beso

PD: no le digas a mis hermaos nada de que me gustan los chicos... si no cuando vuelva, la casa se va combertir en un infierno... jajaja
PD2: podríais mandarme unos zapatos nuevos? es que se me mancharon los míos de tinta
Con Amor: Silvanus Kettleburn

Cuando terminé de escribir la carta, me recosté hacia atrás y estiré los brazos para relajarme... Entonces me dí cuenta... tenía algo en los pies... mas concretamente en el pié manchado de tinta
Bajé la vista temeroso...
-TAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA me puse de pié de golpe: tenía un boro en el pié y estaba chupando la tinta
-FUERA BICHO!!!!!!!!!!!!!!- DIJE AGITANDO MI PIERNA EN EL AIRE.
-QUE ASCO!!!!!!!!!! LARGO!!!!!!!!!!!!!!!!!! FUERA!!!!!!!!!!! ASQUEROSO!- mis ojos lloraban sin control. Me daban mucho asco los boros...

Encontes en un arrebato de ira asesina, empotré al boro de una patada contra la pared.
El boro chilló y dejó de moverse de golpe.
Cogí una regla de madera un poco larga y lo pinché para ver si se movia...
-¿Está muerto? ¿lo he matado?- Entonces un sudor frío se apoderó de mí cuando ví un hilo de líquido extraño salir del boro y que manchaba todo el suelo-
-Oh, mierda! que hago, que hago que hago QUE HAGOOOO! he matado un boro! forman parte del servicio!!!

Fui corriendo a la otra punta de la biblioteca, buscando algo para meterlo: no lo iba adejar allí, no era tan tonto...
Encontré una mochila azul en una esquina- debia de ser de algún estudiante de Brönte... pero me daba igual. La vacié en el suelo y me la llevé.

Metí al boro -no sin asco ni esfuerzo- en la bolsa y salí precipitadamente de la biblioteca, buscando un lugar donte tirarlo y nadie lo encontrase...

*se va con la bolsa, el boro, la carta y el tintero xDD*

Empleado:

Llegué a la bibliote por culpa del aviso histérico de Manuela. Menuda era, esa por limpiar hacía lo imposible. Estuve revisando el sitio que me dijo, pero no encontré nada hasta que me figé en una estantería más al fondo.

Allí había cosas revueltas y, al girar la esquina, encontré un manchón de sangre, hojas tiradas y manchas de tinta que llegaban hasta un bote del suelo. Pero nada más.

-Madre mia... ¿Pero qué es esto? -

Me acerqué con las manos temblorosas y fui a comprobar la sangre. De un color claro, espesaa... Era sangre de boro. ¿Por qué sangre de boro? ¿¿Quién podía haber herido a un boro?? Los boros eran pacíficos y útiles. Nos quitaban mucho trabajo.

Me acerqué al bote de tinta y lo cogí. Después de darle un par de vueltas vi unas letras grabadas en el culo del tarro.

-S.K. ... Te la vas a cargar... -Dije al aire apretando el bote. Luego vi que las marcas de sangre iban siendo cada vez menos intensas l acercarse a una de las puertas de salida.

-¡Mero! ¡Llama a un par de la limpieza y venid a limpiar esto! -Grité a mi compañero.

-¡Sí, hombre! ¿Y tú?-

-Yo tengo que hacer una cosa -Dije para mí, dejando atrás a Mero y los desperfectos.

Se pensarlo demasiado, me puse en pie y corr´´i tras el rastro del culpable.

*se va*

En cuanto el servicio acabó de limpiar el estropicio no quedó ningún otro chrysos presente en el lugar.

*vacío*

Voy a la biblioteca para coger más papel para cartas y escribir cómodo. Al llegar al lugar me siento en una silla y comienzo mi carta habitual a mi mujer. Ahora empiezan las cosas a complicarse. No quiero preocuparla así que no me gustaría soltarle "Cariño, hay una manada de bestias agresivas apalancadas en el castillo, pero todo está bien..."

Mientras busco la forma de como empezar la carta y como contarle las cosas me balanceo en la silla.

*se queda*

Después de darle vueltas al asunto acabo escribiendo la carta de la forma más llana que sé. Al fin y al cabo Gabrielle no es ninguna histérica y sabe los peligros que tienen estas "aventuras"


En cuanto acabo de escribir abandono el sitio.

*se va*

El líder llevaba un par de horas en un lugar apartado de la biblioteca para ayudarse de la gran variedad de libros que se guardaban en Brontë. A pesar de que su trabajo era continuado, no conseguía concentrarse por completo. "Esa estúpida Jillian"Pensaba a cada círculo trazadocon su compás. Pero a pesar de la pesadez que era tener a aquella niña persiguiéndolo para "blah blah blah, castigo, blah blah blah mi palacio" aun le quedaban un par de bazas para que no lo torease demasiado.

Dejó por un rato el trabajo y se recostó en la silla, apoyando el tobillo de la pierna izquierda sobre la pierna derecha en lugar de cruzarlas como hacía siempre. Le frotó el ceño con dos dedos de la mano derecha y tomó aire para olvidarse un poco del mundo. Barthemius estaba organizando las cosas en el cuarto y la biblioteca siempre estaba desierta. Por eso había ido allí y no a la sala común. Siempre había jefes molestando en la sala común.

*se queda, molesto XD*

Sin saber muy bien qué hacer, ni adónde ir, abrí una puerta al azar, yendo a encontrarme con una biblioteca. Arrugué la nariz con disgusto. Aquello era como el estudio del abuelo, pero mucho más grande. Un paraíso para él. Y, por tanto, un infierno para mí. Iba a cerrar la puerta, totalmente falta de interés en aquel lugar, cuando vi al señor Darvenwish sentado en una silla. No quería molestarlo, pero me parecía una falta de respeto no saludarlo. Era como si no reconociera su existencia. Sin saber muy bien qué hacer, me quedé en la puerta. Di un par de golpecitos en ella con las uñas, pensando que tal vez me oiría y su reacción me indicaría qué hacer.

El líder Darvenwish no estaba de humor para continuar su trabajo, con lo que se dedicaba a dar vueltas al compás con cara de tremendo aburimiento, aun con la pierna izquierda sobre la derecha y el brazo izquierdo apoyado en el respaldo de la silla.

Entonces escuchó algo en la puerta y rápidamente dirigió su mirada a la pequeña piscis que esperaba. No era algo maravilloso, pero Massen Dew sería una buena distracción alejada de líderes, incordios o gente ruidosa.

La miró unos segundos con cansancio en los ojos y finalmente le dedicó una sonrisa, indicándole que entrase con un movimiento de cabeza.

Se recolocó en la silla con calma y cuidado, guardó el compás y enrolló los diversos pergaminos. También cerró la mayor aprte de los libros que tenía sobre la mesa.

-Hace mucho que no te encuentro, pequeña, ¿cómo va tu estancia en Brontë? -Preguntó con amabilidad, cruzando los dedos sobre la mesa.

Parpadeé cuando el señor de los Caeruleus se volvió a mirarme. Parecía cansado. Me sentí mal por molestarlo. Entonces me sonrió y bajé la vista, azorada. Obedecí cuando me hizo un gesto para entrar, y me senté en una silla frente a él, devolviéndole una sonrisa tímida. Él recogió su material de trabajo.

- Buenas noches, señor -saludé, intentando no hablar muy alto. Aunque no me gustara estar entre libros, era capaz de comprender perfectamente que una biblioteca no era un lugar para armar jaleo-. Espero no haber interrumpido su trabajo -añadí. Realmente, teniendo en cuenta su posición, no me parecía adecuado distraerlo-. Estoy bien, señor, gracias. Aunque no hay mucho que hacer por aquí. Exceptuando la caza de las bestias, claro -me di cuenta de que me estaba centrando en mis propios pensamientos y lo miré, pues había desviado la vista-. Porque encontramos unas bestias en el Bosque el otro día, ¿sabe usted? Un parvus me advirtió que rondaban por ahí, y dimos caza a unas pocas. Aunque la mayoría escaparon...

Pensé en mencionar mi encontronazo ayer con la anciana Adela, pero dudaba que aquella información interesase al líder. Sin saber muy bien cómo devolver la pregunta sin resultar indiscreta, abrí un par de veces la boca, para volver a cerrarla en silencio. Acabé por reírme un poco de mí misma, con expresión algo avergonzada. Finalmente, me atreví a preguntar.

- ¿Cómo esta usted, señor? Tendrá mucho trabajo, supongo... -se le notaba en la cara el cansancio, pero me arrepentí de haber hecho el último comentario. Probablemente, la pregunta hubiera estado mejor por sí sola.

El líder mantuvo su sonrisa cordial ante la niña, aunque pensar en niñas lo estaba volviendo irritable últimamente. Escuchó su historia sobre las bestias y se rió para sí. "Nagorr..." Pensó con una sonrisisa cuando la piscis mencionó al parvus mensajero. Nagorr... Quería hablar con él como antes, pero a Nagorr le daba pena la estúpida Jill a pesar de lo pesada que era.

-Vaya, es una pena, pero seguro que siguen rondando por aquí, así que estate alerta. Son criaturas que tienden a grandes camdas y se establecen rápidamente -. Indicó para dar algún tipo de información a los chicos. Parecían bastante inútiles después de la primera batalla y él no quería ir a por esas bestias.

Entonces la pequeña preguntó, azorada, cómo se encontraba el líder y este, divertido, amplió su sonrisa.
-Oh, no sé si molestarte con eso, querida Massen -. Suspiró y apoyó la cabeza en una de sus manos, como si estuviese cansado, pero no solo físicamente, sino moralmente también. -La verdad es que estoy "castigado" estos días... No sé si conoces a Jillian, la dueña del palacio. Ella cree que me porto algo mal... -Indicó, con tono infantil mientras se tocaba el pelo de la nuca sin dejar de apoyar la cabeza sobre esa mano. Se acercó un poco a la niña, como si fuese a contarle un secreto. -Mismamente ahora estoy escondido mientras trabajo o Jillian no me dejaría seguir mi investigación -. Susurró con un falso tono de ansiedad por ser pillado.

Lo tenía ciertamente decidido, la zorra rubia lo molestaría, pero él no iba a dejarla sin más. Cuantos más seguidores tuviera, más se enteraría aquella niñata de como llevar un palacio.

Asentí ante la valiosa información que me regalaba el líder. No pensaba pasarlo por alto.

- Entonces, ¿usted sabe qué son? -pregunté, curiosa.

Entonces me explicó que lo habían castigado. Fruncí el ceño, confusa. ¿Castigado? ¿A él? ¡Pero si era el señor Darvenwish! ¿En serio había alguien que pudiera castigarlo?

- Vaya, como a mí -comenté-. Ayer una señora quiso castigarme. Acababa de conocerla y ya quería controlarme. Pero a mí no me gusta que me controlen, ¿sabe usted? -entonces bajé la vista. No debería decir aquello-. Es decir... No me gusta que cualquiera me controle. Sólo aquellos que de verdad tienen derecho a hacerlo -por supuesto, no iba a desobedecer a alguien como el señor Darvenwish, o, menos todavía, a la gran Splash.

Me quedé callada un momento al oír el nombre de Jillian. Parecía que esa era la persona que lo había castigado. Debía de ser muy poderosa si podía castigar al líder Darvenwish.

- ¿Quién es Jillian? -pregunté. Me sentía ignorante al no conocer a alguien tan importante.

Aren se rió cuando la niña preguntó por los monstruos y le dio con el dedo en la nariz.

-Eso ya me lo dirás tú, señorita -. Comentó, indicándole que esperaba un buen trabajo por su parte. A pesar de que él supiese qué bestias eran, decírselo sería una pista muy grande.

El líder escuchó a la niña complacido por su comprensión. Jillian = horrible ser, ; Señor Darvenwih = hombre incomprendido. Magnífico.

- Vaya, querida Dew, parece que no somos tan diferentes -.Comentó con una nueva sonrisa amable. -Míranos, nosotros tratando de ordenar nuestra vida y otros quieren revolucionarla a su gusto -. Indicó con una mueca de burla hacia esos "otros" hipotéticos de su frase y luego sonrió divertido.

Entonces la niña preguntó por Jillian... Interesante pregunta. No quería sonreír demasiado, pero dejó que su boca se torciese ligeramente. Que quién era Jillian... Jillian no era nadie, era una estúida niña insufrible con un palacio.

-Verás, Jillian es la dueña de este Palacio y una de las líderes encargadas de Fulmen... -Comenzó, haciendo hincapié en que era "una de tantas" al contrario que él, que era ÉL líder de Caligo. -Lo cierto es que, en cuestión relativa de mandato tenemos un mismo rango a compartir según las normas que rigen la etiqueta internacional de las áreas de Mithos a pesar de que ella tenga una potestad compartida de su cargo sobre el país mientras que yo gestiono por completo el mío -. Claro que esa criaja no tenía su mismo rango, por eso prefería hablar a la piscis rápido y con tecnicismos en esa parte. Así ella seguramente solo sería capaz de asimilar que Jillian era tanto o menos poderosa que él.

Después de la rápida respuesta incial, dejó unos segundos para que la niña se aclarase y continuó.

- Pero esta es una situación un tanto especial y los jefes nos vemos obligados a estar en este palacio juntos y el palacio es de Jillian, nueva y joven líder del círculo de Chrysos. Y ya sabes como son los niños pequeños... -Bromeó con la piscis, pues había comprobado en conversaciones anteriore lo asumido que tenía eso de ser lo suficientemente madura. -Jill cree que si soy demasiado estricto con los alumnos, me respetarán más que a ella en su palacio y ahora quiere castigarme por ello. Porque, al fin y al cabo, es su casa -. El líder culminó su explicación con una sonrisa plácida, esperando ver reflejada en los ojos de la niña el resultado de su labrado trabajo oral.

FdR: Clases políticas con Aren =D Primera lección: Explicar el funcionamiento político de Mithos en 150 movimientos faciales XD

Asentí con una sonrisa, algo sonrojada. Había acabado con una de las bestias. Con ayuda de Hewina, por supuesto, pero... ¿Qué me impedía repetir mi logro? Aquella victoria me había dado una cierta seguridad. Al fin y al cabo, ya no podía decir que fuera totalmente inexperta en batallas, aunque mi historial fuera de lo más corto. Pero esperaba ser capaz de cumplir con las expectativas de mis superiores.

Me sonrojé más y reí un poco cuando el líder comparó su situación con la mía. Me abrumaba que me acercase a él, puesto que, en mi opinión, no se podía comparar a alguien con un puesto tan alto con una simple niña como era yo. Me sentía muy pequeña a su lado. Sin embargo, decidí no comentar nada al respecto. No iba a rechazar su simpatía.

Jillian resultó ser una jefa Chrysos. Para mi vergüenza, el señor Darvenwish utilizó palabras demasiado complicadas, hablando demasiado rápido como para que yo pudiera entenderlo del todo. Básicamente, me quedé con que no compartían las mismas ideas, y eso los enfrentaba a la hora de dirigir a los guerreros. Cosas de política. No me gustó mucho que destacase que la tal Jillian era joven. Yo lo era, pero me esforzaba, y no me gustaba que me tomasen a la ligera, que era lo habitual. Pero tampoco dije nada sobre eso. Intentando seguirle el hilo, di mi propia opinión.

- Yo no creo que ser demasiado estricto sea bueno -comenté al líder. Sabía que no era quién para explicarle nada, pero esperaba que no le molestase-. En mi casa, el mando lo tenían mis abuelos. Ella nos mimaba mucho, pero él era insoportable. Al final, no hacíamos caso a ninguno de los dos -le sonreí, traviesa-. Supongo que lo importante es saber encontrar un punto medio. Disciplina, pero bien empleada. Aunque yo no sé nada de eso -aclaré. No quería quedar de resabidilla-. Pero si son iguales aquí, no debería buscar en los discípulos más respeto para ella. Cada uno debe aprender a hacerse respetar, de una forma o de otra. Yo no conozco a muchos líderes. Sólo a usted y a Blues Splash, creo. Pero los respeto por igual.

Al menos, eso intentaba. No quería dar mala impresión a gente tan importante. De pronto, me entraron unas enormes ganas de bostezar, pero no iba a hacerlo delante del señor Darvenwish. Al contener el bostezo, noté cómo se me llenaban los ojos de lágrimas.

- Señor Darvenwish... Ha sido muy interesante hablar con usted, pero ahora debo irme -anuncié-. Es tarde, y no quiero entretenerlo más. Espero que arregle sus diferencias con Jillian, y que pueda acabar lo antes posible con su castigo. Hasta pronto, espero, si no es molestia.

Me levanté, hice una reverencia y abandoné la sala.

*Se va*

Una niña muy guapa abandonaba una sala marchándose por la dirección opuesta a la mía, ¿de dónde provendría?
Me dirigí con pasos tranquilos y lentos hacia esa sala. Al entrar en ella comprobé cómo se trataba de una biblioteca. Miles de estanterías y libros se disponían por doquier; y en el centro, se hallaba un hombre de gran estatura y aparentemente serio.

Dirigí mi mirada a sus ojos, que apenas se podían percibir debido a la distancia que nos separaba. Rodeé alguna que otra mesa, acariciando el lomo de varios libros que parecían interesantes.

- Buenas noches - saludé como gesto de respeto, en ningún momento pretendía mantener una conversación con él; a menos que él lo desease.

Estiré el brazo hacia abajo para coger uno de los libros de la primera estantería. Tenía un título muy curioso, por lo que me lo llevé a una de las mesas y me senté en frente de él, abriéndolo por la primera página.

*Se queda*