Sala de entrenamiento

Entré con decisión en la sala de entrenamiento, abriendo la puerta en un arrebato tal que la estampé contra la pared. Me encogí de hombros ante el ruido y me volví hacia Jun con una pequeña risa. Quizás me había pasado un poco.

Avancé por la sala, preguntándome qué podía coger para mi gusto. Me acerqué a la armería y la miré un momento, dándome toquecitos con el dedo en el labio inferior. Acabé por tomar una daga parecida a la mía, y me volví hacia Jun.

-Bueno, antes de nada, ya que tú has propuesto el combate, quizá deberías poner tú las normas -comenté, con una mirada interrogante.

Inspiro profundamente, entrando tras ella. La veo dirigirse a las armas con tanta seguridad que me asusto un poco, admito. Yo no pensaba en... Bueno...
Vamos allá. Es una prueba, y ya.

<<Que no me mates, por favor. Eso será suficiente, creo.>>

Esbozo una sonrisa, encogiéndome un poco de hombros. También miro las armas y termino por no coger ninguna. Las que hacen daño me dan miedo o no las sé usar... Y para sentirme torpe creo que lo mejor es que utilice solo lo que puedo controlar.

Me alejo un poco de ella. Miro la daga con algo de reparo y salto un poco en el sitio.

<<¿Empiezas tú?>>

La miro, cuasi suplicante. ¿Ya me estoy arrepintiendo?
No, no...

Me encogí de hombros, con una sonrisa.

-Como quieras -respondí.

Entonces cogí la daga, enfundada, y la coloqué en mi cinturón, asegurándome de que estuviera bien fija. Tampoco quería que se me cayera o algo así. Pero no parecía que eso fuera a pasar. Tras observar un momento más la armería, acabé por volverme hacia él, tomando posición.

Sonreí, con el ceño fruncido.

-No des oportunidades al enemigo, Jun -dije, e invoqué en mi mano un aquaerum-. Cuando el combate empieza, empiezan los dos.

Y lancé el aquaerum a sus pies, buscando que retrocediese. Al tiempo, avancé yo, invocando una nueva bola de agua.

Asiento a sus palabras, algo nervioso. La verdad es que impone bastante. Y no tarda tampoco en atacar. Está segura de sí misma. Y yo jamás he hecho algo como esto. Pero hay algo con lo que no cuenta, espero... No tengo experiencia en lucha, no tengo más que...

Salto hacia atrás cuando veo venir el ataque, e inmediatamente recurro a mi estrategia. Primero un ebrain aitchbrëa que la ciegue, luego desplazarme hacia la izquierda y apuntar a su vientre para atacar, esta vez con un clair ëm yäk. Me siento muy nervioso, la verdad, pero cuento con que puedo dominar dos de sus cinco sentidos: la vista, cegándola, y el oído, porque no necesito hacer sonido alguno para invocar la magia. Si no me aferro a eso, no sé a qué hacerlo.

Mantener la distancia, ser silencioso y... tener suerte, supongo.

No pude evitar un gemido de dolor cuando sentí el hechizo llegar hasta mis ojos. Los cerré al momento como movimiento reflejo, aunque eso no evitaba el dolor, ni mucho menos la ceguera. Seguía viéndolo todo blanco.

No podía localizarlo así, por lo que me dejé llevar por lo que sabía. Por una parte, eché a correr hacia adelante; si me quedaba quieta, sería un blanco más fácil. Por otra, extendí las membranas de las orejas, buscando captar algo, alguna pista que me dijera qué hacer. Las vibraciones del aire eran mucho más difíciles de captar que las del agua, pero esperaba que sirviera de algo.

Mi desplazamiento era hacia donde él estaba, y ante la incertidumbre de lo que podría pasar, conjuré un baadha para protegerme. Cuando por fin pude abrir los ojos, lo busqué de nuevo, variando la dirección de mi carrera hacia él.

Las membranas, claro. Tendré que ser mucho más sigiloso. Pero tengo otras ideas que creo que pueden funcionar. A ver si...
Inspiro profundamente y trato de retroceder mientras ella avanza, que como se me acerque...
Vamos allá.

Esprinto un poco para alejarme todo lo que pueda sin quedar acorralado y entonces le lanzo dos clair ëm yäk al mismo tiempo, uno a la pierna derecha y otro a la cabeza, al lado izquierdo. El tiempo que tarde en reaccionar, pararlo, lo que sea, el tiempo que pueda retrasarla, será el que use para, rápido, quitarme los zapatos, utilizando el pie contrario para empujar, y que caigan donde sea.

Luego a seguir atento, que creo que como me dé ya puedo mentalizarme todo lo que quiera que...

Descalzo haré menos ruido, al menos. No es más que la primera fase de mi pequeña prueba.

Los dos ataques vinieron a la vez. Al menos, por el momento, podía seguir viéndolo. Corría como un endemoniado, pero yo también era rápida y no tenía ganas de dejarlo escapar. Porque, una vez lo hubiera alcanzado, me daba igual no verlo; podría tocarlo. Para evitar sus golpes, sin detener la carrera, salté hacia arriba y adelante, al tiempo que conjuraba un nuevo baadha. Así, evité el de los pies y detuve el más alto, aunque estuve a punto de golpearme con mi propia barrera, ya medio deshecha.

Después continué corriendo hacia él, que iba descalzo, y lancé de nuevo un aquaerum en su dirección, directo al centro del cuerpo, donde sería más fácil alcanzarlo. Desde luego, lo que le gustaba era escabullirse, así que era lo que tenía que conseguir que no hiciera. Si pudiera acorralarlo...

Me ha dado tiempo... Perfecto... Entonces ahora... ¿Qué tengo que hacer? He minimizado el sonido al máximo, valga la contradicción, y ahora toca evitar ser acorralado y proceder. Pero ella ataca. ¿Por qué no duda? Soy un novato y ella...

Me impulso con la derecha, al ser la pierna fuerte puedo fiarme más de los resultados, y al mismo tiempo pivoto, para ponerme de perfil, minimizando el área de mi cuerpo. Me roza la camisa, y de verdad que acabo de sentir un miedo que..., pero lo he conseguido. Por los pelos, esta vez...

Inspiro con fuerza. Vamos allá.
Ebrain aitchbrëa.
Tengo muy poco tiempo para proceder, apenas unos segundos, y lo que hago es lo siguiente: me quedo inmóvil, hurgando en el bolsillo. Tomo una de las tizas que utilizo para escribir y la lanzo hacia la derecha, no demasiado lejos. Me llegará si se gira. Entonces invocaré un nuevo clair ëm yäk a su cintura, la zona blanda del lateral del torso. Y luego a escabullirse otra vez, supongo, pase lo que pase. Me vendría bien volver al centro...

Esquivó el hechizo por los pelos. Pero seguía siendo esquivar y seguía sin estar bien que lo hiciera. Continué corriendo tras él, hasta que de nuevo me cegó. Cerré los ojos otra vez, sin poder evitarlo. Ya tardaba...

Repetí mi estrategia anterior, aún consciente de que no iba a servir de mucho, porque probablemente se movería otra vez. Pero, pese a ello, seguí corriendo hacia adelante. Entonces oí un sonido hacia mi izquierda. Giré ligeramente la cabeza, sin variar mi trayectoria, aunque preparándome para localizarlo allí cuando la luz pasara. Tenía un baadha para protegerme y un aquaerum preparado.

La luz, por supuesto, no tardó en remitir. Y entonces lo busqué en la dirección del sonido. Un momento. ¿Dónde...? Fruncí el ceño al ver que seguía por delante de mí, sin haberse movido a un lado. Muy listo. Retiré el baadha y lancé el aquaerum. Quería cercarlo contra la pared. No podía dejar que girase o se escabullese.

Sigue adelante. ¿Por qué sigue adelante? Según mis cálculos lo lógico hubiese sido que...
¡Pero ha seguido adelante! El enemigo estaba... Estaba...
Tengo que pensar otra cosa. Eso no va a funcionar más. Maldito estúpido... Si al menos hubiese atacado quizás yo hubiese...

Veamos. Un ataque.

Viene directo a mí. Doblo mucho las rodillas, me acurruco contra el suelo, haciéndome una bola, abrazándome la cabeza con las manos. Me pasa por encima, siento el viento suave, y poco después el impacto contra la pared.
Venga, Jun. Piensa algo. Tienes que ser impulsivo como un guerrero. Tienes que hacer algo... Tienes que reaccionar.

Me yergo de nuevo y me lanzo contra ella, corriendo, directo hacia su cuerpo. Ni siquiera con una idea fija. Mi intención es llegar frente a ella y que se aparte y me deja pasar. Pero estoy preparado. Si se queda quieta invocaré un baadha a poca distancia, y espero que se choque contra él. Me bastará con apuntar discretamente con una mano.

El tiempo que tardó en agacharse para esquivarme era esencial para mí, que aproveché para seguir acercándome. Así que ya no me atacaba. Mal, Jun. Debía atacarme, debía defenderse. Sonreí cuando lo vi correr hacia mí. Así estaba mejor. Sorpréndeme.

No era que la fuerza fuese mi principal aptitud, pero aquella era una buena oportunidad para poner mis habilidades físicas en práctica. O eso pensé hasta el momento en que mi puño se estampó contra el baadha, obligándome a formar una mueca de dolor. Vale, eso tenía que haberlo previsto...

Tratando de actuar con rapidez, avancé la otra mano para formar un aquaerum. Aquello sería bastante más fuerte que cualquier puñetazo que pudiera dar, y también menos doloroso.

Ya que se había acercado, no pensaba dejarlo tomar distancia de nuevo; de hecho, si podía, pensaba abalanzarme sobre él y agarrarlo.

Bueno, algo funciona, al menos. Aunque por la cara que pone... Lo siento, de verdad que lo siento. Pero ella, lejos de quedarse quejándose, intenta atacar de otra forma. Y un aquaerum sí que me asusta...
Conjuro un nuevo baadha para pararlo, pero se quiebra de todas formas y recibo el impacto, disminuido por lo menos, apretando los dientes a modo de queja. Enseguida lanzo, a bocajarro, mi propio ataque, un clair ëm yäk, hacia su vientre.

Mi objetivo es escabullirme hacia su izquierda, que por lo que sé es diestra y le será ligeramente más difícil apuntar y esas cosas, la alcance o no, aprovechando la confusión. Tengo que volver al centro de la sapa para tener a dónde moverme, porque si retrocedo un poco más acabaré acorralado.
Bien pensado, soy un auténtico cobarde...

Viendo su reacción, estaba a punto de defenderme, pero entonces decidí que no. No, porque no podía permitirme verlo salir corriendo. Así que, en lugar de defenderme del hechizo con uno propio, salté hacia mi izquierda, por donde pretendía escabullirse, apretando los dientes al sentir el hechizo golpearme de refilón el costado. Diría que era un debilucho, pero bien que dolían esos golpes.

Mi salto lo buscaba a él como objetivo. Estaba cerca, no le daría tiempo a escapar. Lo agarraría y lo tiraría al suelo. Una vez lo tuviera en el suelo, sería más fácil evitar que se escabullese.

Al final todo acaba. Se abalanza sobre mí, y noto cómo me doy un golpe contra el suelo, que me marea un poco y hace que sienta un sabor y olor a metal muy desagradable. La tengo encima, sobre mí, y no me he dado cuenta hasta ahora de que jadeo.

La miro, y termino por esbozar una sonrisa algo tensa. Supongo que ahora "estoy muerto" o algo así. Y me va a salir un chichón de recuerdo, eso sí...
Ni me resisto. Me dejo estar, reposando con los brazos en cruz, inspirando profundamente por la nariz. Ha sido muy estimulante, pero eso no hace que deje de ser un cobarde.
Supongo que era de esperar...

Aún no había terminado. Una vez lo tuve en el suelo, le puse el puñal de madera que había cogido al cuello, en un rápido movimiento. Lo miré con una sonrisa. De todas formas, no se estaba resistiendo ya. Guardé de nuevo el puñal y salí de encima de él, sentándome a su lado, jadeante. Reí, divertida.

-Desde luego, lo difícil es pillarte -reconocí, de buen humor.

Acabé por dejarme caer, tumbándome en el suelo, mirando al techo. Tragué saliva y traté de recuperar el ritmo de la respiración. Menuda carrera...

-No creí que fueras a pedirme eso nunca -comenté-. Te desenvuelves mejor de lo que crees.

Cuando me pone el puñal al cuello me estremezco y no tengo claro si se me ha borrado la sonrisa o tengo una distinta, así como cara de bueno, de súplica. Por suerte, enseguida lo aparta, y suspiro con sumo alivio. Y no tarda, tampoco, en salirse de encima.
Río, mudo, a su comentario. Supongo que escurridizo soy. Y menos mal, porque no tengo otra cosa.

<<No puedo hacer nada contra ti>>, le digo, de todos modos.

Normal, por otra parte.

Se tumba, como yo. Al menos podré decir que la he cansado. Le pongo una mano sobre la cara, picón, esbozando una sonrisa, pero no tardo en soltarla.

<<Tampoco yo lo creí. Ha sido la primera vez.>>

Me vuelvo hacia ella, tumbándome de lado, risueño.
Y no ha estado tan mal.

Me incorporé ligeramente para subirme un poco la camiseta, mirándome el costado, donde tenía una marca roja bastante considerable. De ahí saldría un buen moratón. Luego lo miré, con una sonrisa.

<<Esto no dice lo mismo.>> Apunté, alzando las cejas.

Pronto tenía otra vez la cabeza pegada contra el suelo, aunque no tardé mucho en deshacerme de su mano. Lo miré, haciendo una mueca de burla.

<<Pues ha estado muy bien.>> Respondí, satisfecha. <<Quiero seguir con el arco, pero también podemos hacer esto de vez en cuando.>>

FdR- Pauzau

Alzo las cejas con expresión de arrepentimiento,  observando la marca que le he causado. Esa parte, la del daño, me gusta menos... Si hubiese una forma de combatir sin tener que hacernos daño...
Hago una leve mueca.

<< Lo siento mucho.>>

De verdad que lo siento. Ahora hasta me arrepiento de haberlo propuesto. Aunque ella parece tan contenta que parece como que le resta importancia.

<< Podemos repetirlo.>>, termino por formular, asintiendo con una sonrisa algo tímida. << Pero juegas con ventaja. Necesitaré ayuda.>>

Me incorporo un poco, sentándome en el suelo, mirándola.

Negué con la cabeza, sonriente.

<<No pidas perdón.>> Rechacé, segura. <<Ataca sin piedad.>>

Lo vi incorporarse, aún tirada en el suelo. Si es que estaba duro, pero con eso y con todo, era hasta cómodo. Alcé las cejas. Sí que estaba motivado...

<<¿Ahora?>> Pregunté. <<Yo te ayudo en lo que quieras.>>

Acabé por incorporarme yo también y me levanté, dando un par de saltitos y estirándome un poco. Luego lo miré, entretenida.

FdR.: Pausa

Es muy fácil decir las cosas así cuando estás tan habituado como ella a este mundo. Massen empezó tan joven que no me parece ni raro que a veces tenga demasiado claras cosas que a mucha gente mucho mayor siguen dándole miedo.
Le tiendo el amuleto, ya que hemos acabado; no he querido usarlo antes por no hacer trampas.

La miro con cierto recato y una leve sonrisa.

-Bueno, con unos consejos llegaría. Eso de quedarse solo ante el peligro ha sido algo raro... -. Me escucha, pero ya ni hago amago de mover los labios. Como ella, me pongo de pie-. Y supongo que ahora que he llegado hasta aquí no vas a dejar que me retracte -añado, como quien no quiere la cosa, terminando por reír un poco, mudo.

En lo que me he metido...

Hasta se me hizo raro que me tendiera el amuleto. Era como darme una tregua con respecto a los signos. Porque no siempre lo cumplía, pero hacía tiempo que intentaba corresponder hablando así cuando él lo hacía. Me gustaba dejar que marcara él las normas respecto a eso porque era él el que tenía problemas al respecto.

-Creí que no lo traías -dije, poniéndomelo. Normalmente me lo daba desde el principio.

Me crucé de brazos, con cierto gesto orgulloso y una amplia sonrisa. No iba a convencerme de que no le había gustado; había sido muy estimulante, de hecho.

-Puedo darte un descanso si quieres -accedí-. Pero que esta vez quedase como única experiencia sería una decepción. Enfrentarte a mí te viene tan bien como recibir consejos. ¿No crees que es mejor que practiques conmigo, que si te haces daño pararé para ayudarte, que que te pongas directamente delante del peligro real?

Me encojo de hombros cuando se pone el amuleto, risueño, sacando algo de pecho con fingido orgullo.

-Lo consideré hacer trampas. Me da poder sobre ti, y no quería que, si de pura suerte me salía algo bien, le echases la culpa a un objeto.

Sonrío de medio lado, burlón, pero acabo por relajar el gesto a mi sonrjsa habitual, que a mí eso de parecer un chulo seme da bastante mal. Ni buen actor soy. Ni intentandolo creo que lo llegase a conseguir. Simplemente, son cosas que uno no puede hacer.

-Un peligro real... -. Hago una breve mueca-. Eso suena todavía tan difícil... Quiero practicar más contigo, pero me siento algo verde. No podría disparar una flecha a algo vivo, creo...

Ladeé la sonrisa, con una pequeña reverencia.

-Muy gentil por tu parte -respondí-. Aunque me ofende un poco que creas que me fío tan poco de ti. De hecho, ni siquiera se me había ocurrido que pudieras hacer trampas de esa forma. Lo cual es un gran error por mi parte, eso desde luego.

Acabé por negar con la cabeza, quitándole importancia con un gesto. Salvando la distancia que nos separaba, me puse a su lado y le di unas palmaditas en el hombro.

-No tiene que ser todo de golpe -insistí-. Las cosas van despacio. Yo creo que has mejorado mucho, te lo digo de verdad. Me alegra mucho ver que avanzas.

Esbozo una sonrisa, encogiéndome de hombros con sencillez. No obstante, me llevo un dedo a la sien, dando un par de toques en ella.

-Es que pienso en todo. Pero lo de la tiza no funcionó. Voy a necesitar más planes...

Me miro la mano derecha. Sigue algo blanca de hurgar en el bolsillo, así que la limpio contra el pantalón. La pongo luego sobre su mano cuando me toca el hombro, haciendo presión un instante, mirándola risueño. No tardo en soltarla.

-Pero la próxima vez toca tiro. Y hay que aprovechar lo que quee de sol para ir al lago -. Frunzo el ceño, con una sonrisa que imagino bastante intensa-. El lago -caigo de pronto-. Lluvia quería ir una vez, pero con el asunto del ala se siente insegura, y yo ya sabes cómo nado. ¿Vendrías?

Me encogí de hombros, desviando la vista, algo avergonzada. Eso había sido un alivio, casi, pero el por qué de que no funcionara era algo que no decía mucho bueno de mí.

-Es que si me giraba sin ver me iba a ser más difícil ubicarme cuando recuperara la vista -reconocí a regañadientes-. No es que sea fantástica orientándome, precisamente... -Lo miré con algo de ceño-. Pero tampoco vayas ahora de listo. Y yo no debería decirte mis debilidades...

Pronto volvía a sonreír, satisfecha con sus propuestas. La verdad, se lo veía motivado, y eso a mí me gustaba mucho. Ladeé la cabeza al ver que de pronto parecía pensar en otra cosa. Entonces parpadeé y me encogí de hombros.

-Ya sabes que yo, todo lo que tenga que ver con ir al lago me va a parecer bien -respondí, sonriente-. Por mí, encantada.