Sala de entrenamiento

Kyoti asiente. Lo de los modelos falsos suena útil, desde luego. Es un poco como las flechas con punta roma o pintada que se usan a veces para practicar puntería. Aunque, disponiendo de dianas y objetivos, Kyoti prefiere trabajar con las mismas flechas con las que lo haría en combate o cazando. En cualquier caso, parece que el chakram es todo un mundo de posibilidades, oyendo a Zaih'ra.

─¿Y para, eh, defenderte tú con él? ─se le ocurre preguntar entonces.

A la pregunta de la chica se para un momento a pensar. Es cierto que tiene otras opciones, objetos que ha ido consiguiendo con el tiempo y que le dan la posibilidad de trabajar de otra manera. Pero, al final, el arco es su única arma, y es con lo que se maneja bien, así que acaba por negar.

─Diría... diría que el arco, solamente.

Quizás tenga que ir pensando en aumentar sus medios de combate.

-Bueno, yo solía luchar contra bestias, de modo que interponer el arma solía bastar... Digamos que muchas de ellas no "pasaban por el aro" -dije, riendo mi chiste con un resoplido-. Con armas convencionales pocas veces lo he intentado, pero al tener forma circular los filos resbalan, de modo que al defenderme me baso especialmente en desviar golpes. Y con proyectiles ya nunca lo he intentado...

Tampoco era muy experta. Tendría que probar aquello.

Él también parecía centrado en una sola cosa: el arco. Aunque Kyoti era mucho más veterano que yo, tanto en el uso de su arma en sí, como, posiblemente, en conocimientos de combate.

-¿Y no te animarías? Si tienes buena puntería, al final es solo probar cosas diferentes. Aunque sea por diversión, solamente.

Kyoti sonríe. No se imagina qué tipo de bestias puede haber en el desierto. Es decir, algunas sí, claro, pero no con qué tendrá más experiencia su compañera.

─¿Usabais las mismas armas? Es decir, todo el grupo.

No entiende muy bien por qué un chakram. Por qué no, realmente. Ya ha conseguido demostrar en un momento su utilidad. Es solo que se le hace extraño.

Se encoge de hombros, un tanto azorado. Sabe que hay mucha gente en Brontë que domina distintas disciplinas de combate. Sabe que es lo más conveniente, considerando que las situaciones en que pueda encontrarse son muy diversas.

─S-supongo que podría... debería... ─admite─. No es... no es exactamente lo mismo. Es decir, para lanzar... El arco es un sistema muy... concreto. Aunque tenga, eso, puntería, si quisiera lanzar una lanza, o un cuchillo o... cualquier otra cosa, tendría que trabajar de... de otra manera ─. Carraspea─. Pero... bueno, sí que debería... probar, al menos.

Negué. No todos usábamos las mismas. Había un poco de todo: látigos, una alabarda, un par de sables... Tampoco éramos tantos, a fin de cuentas.

-Había variedad, creo que nadie repetía estilo. Cuando decidimos aprender, nos centramos cada cual en una cosa. Queríamos... crecer juntos, aprender y poder enseñarnos unos a otros.

Recordar aquello me causaba cierta nostalgia. La parte de Altan escocía, pero había otras muchas cosas que echar de menos. Al ir a Brontë, iracunda y despechada, había dejado atrás a mucha otra gente que merecía la pena. Debía escribirles...

-No pretendía que pareciese una crítica o presionarte-me apresuré a decir a Kyoti cuando empezó a ponerse nervioso y justificarse-. Solo me pareció que, con lo bueno que eres, le sacarías partido.

Suena interesante, realmente. Kyoti no entiende muy bien que no sea capaz de ver lo útil que puede ser eso aquí, que la mayoría llegan sin su experiencia. Sonríe.

─Eso suena... muy útil. Es decir, podrás adaptarte a más, eh, estilos de combate. O sea, porque sabes luchar en un grupo como ese ─apunta.

Zaih'ra debe de ser una muy interesante compañera de misión. Ojalá retome la motivación y gane un poco de confianza en sus habilidades.

Niega suavemente, preguntándose si la está haciendo sentirse mal. Espera no estar haciéndola sentirse mal.

─No, no, está bien, es decir ─carraspea, azorado por el cumplido. Aunque no sabe si se lo merece mucho─. La mayoría... la gente que lleva más tiempo suele, eh, tener más armas. Trabajar, bueno, con cosas diferentes. Es decir, supongo que... bueno, que no hace falta pero. Sería útil. Yo tiendo... bueno, a limitarme un poco en mi estilo, creo.

Acaricia inconscientemente las plumas de una de sus flechas.

Esbocé una sonrisa algo tímida. Tampoco diría que "sabía luchar". A fin de cuentas, en Brontë eran... Éramos... Guerreros. Pero yo lo único que había hecho era proteger un poco a la gente, y ni siquiera de riesgos tremendos e inminentes.

-Nunca me he enfrentado a personas. Eso me da muchísimo miedo -reconocí, tras un segundo de duda.

Porque matar bestias era una cosa. Pero atacar a... seres humanos... Aquello era algo completamente diferente. Aunque se tratasen de bandidos.

-Tampoco creo que sea malo especializarse -terminé por zanjar-. Tampoco es que yo sepa... muchas cosas. Supongo que no hay un solo camino.

No quería que creyese que criticaba que solo utilizase el arco. Me parecía un arquero muy capaz. No estaba yo, recién llegada, como para ponerme a dar lecciones a nadie de cómo o qué entrenar.

Kyoti calla un momento, baja la vista, la vuelve a alzar tímidamente.

─A mí también ─confiesa, con la voz algo queda.

Puede parecer algo evidente que lo ha hecho. Que tiene experiencia. Sabe que algunos de sus compañeros han llegado a matar. Kyoti no. Kyoti, en el fondo, no es más que un cazador reorientado. Enfrentarse a personas no es lo suyo. No lo ha hecho mucho, realmente. Hay tareas en Brontë, misiones y posibilidades que permiten que el tiempo vaya pasando sin que se vea en esa tesitura. En parte lo agradece, pero en parte le hace sentirse un poco impostor.

Se encoge de hombros.

─No, claro, es decir, sí, es decir, está bien ─coincide. O algo así─. Hay... O sea, lo bueno de Brontë es que, a ver, al final, ¡cada persona es un mundo!

Es difícil encontrar en Palacio dos personas con estilos de combate similares. Y eso les da mucha versatilidad, a fin de cuentas.

Alcé las cejas, sorprendida de pronto.

-No... ¿No has luchado con personas?

O quizás lo había hecho, pero le seguía asustando. La verdad era que el hecho de que Kyoti siguiese allí, después de tantos años, y de que fuese un chico tan sensible y no un monstruo sin alma quizás... tenía que ver. Yo había dado por hecho que todo el mundo en Brontë estaría acostumbrado a quitar vidas sin que les temblasen las manos. Y no me veía preparada para aquello. Ni quería ver a Pris en aquella tesitura.

Pero claro... Aquello no parecía un lugar lleno de asesinos...

Esbocé una sonrisa, asintiendo a su último comentario. Seguía sentirme rara allí, no se trataba de mi casa. Pero sí notaba menos presión a medida que conocía un poco más del lugar. Quizás acabase encontrando mi sitio.

-Es un alivio verlo. Aunque seguiría agradeciendo unas clases de lucha -añadí, con cierto deje jocoso, pero resignada.

Kyoti siente que se ruboriza. ¿Está mal? No parece que a nadie le importe mucho que su carrera como guerrero haya tomado otros derroteros hasta el momento. No es que no haya estado trabajando, vaya.

─Bu-bueno, o sea, alguna vez, pero ─se encoge de hombros con cierta vergüenza─. Hay... hay muchas otras, en fin, tareas, o misiones, o... que se pueden hacer en Brontë y. Bueno, la verdad es que, en mi caso, es decir, he hecho otro... otro tipo de cosas.

Trabajar más solo que acompañado. Ayudar a gente peculiar con peticiones peculiares. Nada muy épico, realmente. Kyoti lo prefiere así, si no es molestia. No necesita sentirse como el máximo exponente del ejército.

Sonríe un poco, volviendo la vista al duende, que sigue mirándolos en silencio.

─Pu-puedes... podrías, empezar por aquí ─apunta─. O pedir a algún líder que... O, bueno, yo preguntaré. Por si... por si hay alguien que pueda, no sé, orientarte. Yo... yo, es decir, cualquier pregunta que tengas... Pero no sé si te puedo ser... eh, útil.

De nuevo, me aliviaba saber que no tenia que acostumbrarme a mancharme las manos de sangre en aquel lugar. Y más aún que no le tuviese que pasar aquello a Pris. Me asustaba un poco que, siendo tan joven, aceptase más fácilmente ciertas cosas y acabase por volverse una persona oscura y...

No, aquello era impensable.

-Yo lo que tendría es que encargarme de algo pronto, no vayan a echarme de aquí -reflexioné, ya que hablábamos de misiones.

Miré mi réplica cuando Kyoti hizo lo mismo, y esbocé una sonrisa, algo resignada.

-Supongo que es todo ponerse. Siempre me estoy quejando, pero nunca tomo iniciativas. Creo que sí, que empezaré porque la... otra yo me ponga a caldo. Quizás pueda enseñarme qué puedo hacer y termine aprendiendo algo-. Volví a mirar al flamma y le sonreí-. Gracias Kyoti. Siempre me ayudas.

Kyoti sonríe. A veces le parece que la chica le da demasiadas vueltas a las cosas. Claro que él no es el más indicado para decir eso.

─¿Sabes... Sabes cómo? ─pregunta. No es que la tome por inútil, pero si no conocía el funcionamiento de la sala de entrenamiento, es posible que tampoco tenga muy claro cómo funcionan los encargos─. O-o sea, sin presiones. Solo que... Quiero decir, que te puedo acompañar. A registrarte, si... si quieres, claro.

Él debería hacer lo propio, por otra parte. No es que nadie nunca le haya metido presión tampoco, pero sabe que no está aquí por nada.

Se ruboriza un poco. Espera, efectivamente, ser mínimamente de ayuda. Es una sensación agradable.

─N-no es nada. Es decir, me alegro.


Se pregunta si su propio clon podría enseñarle algo. Es posible. Sería curioso verlo. Aunque, la verdad, no sabría ni por dónde empezar. Le pone un poco nervioso la idea.

Asentí. Recordaba haber pasado por delante de aquel tablón algunas veces. Había leído algunas de las ofertas disponibles, aunque tampoco aparecían todos los días.

-Solo es anotarse cuando hay un encargo, ¿no? ¿Es necesario hablar con los líderes o con alguien al respecto también?

Kyoti era un buen chico. Me gustaba. Su inseguridad era un poco agobiante al principio, pero tras conocerlo mejor creía que la mía era peor, realmente.

Era bueno, agradecido y amable. Casi costaba creer que fuese real. ¿Acaso no sería él otra copia falsa?

-Creo que iré a por mi propia arma. Si voy a enfrentarme a mí misma, tendrá que ser en igualdad de condiciones, y no veo nada parecido por aquí más que...

Miré el chakram de la copia, que sostenía entre las manos todavía. No era más que una ilusión, pero resultaba verdaderamente realista. ¿Podría matarme?

Kyoti niega. Parece que de eso sí que está informada.

─Con eso llega. Sí. O sea, luego ya... te avisan, y eso. Cuando tengas que... bueno, cuando tengas que ir ─explica.

No tiene muy claro quién lo administra. Los líderes es la respuesta obvia, pero no tiene muy claro que lo hagan de forma personal. Es decir, no sabe de nadie del servicio ni de ningún alto cargo del palacio cuyo trabajo consista específicamente en gestionar las peticiones y encargos que reciben. Quizá dependa del caso. A fin de cuentas, lo habitual sí es tener que reportar ante alguno de los líderes al terminar una misión.

Kyoti sonríe a Zaih'ra. Le alegra que se anime a trabajar. Necesita ganar esa confianza. Alza una flecha, mostrándola, como enfatizando con el gesto sus palabras.

─Yo voy a... bueno, a seguir un poco más. Es decir. Salvo que... Salvo que quieras... ¿espacio? O sea, yo ya llevo un tiempo y... si quieres, puedo dejarte, bueno, a tu aire. O, bueno, o puedo... ¿puedo quedarme, si prefieres?

Si no tiene confianza, quizás no quiera público en sus primeros entrenamientos. Kyoti lo entendería. Pero tampoco quiere darle a entender que no se preocupa. A lo mejor quiere apoyo.

Bueno, parecía que al menos había entendido algo bien. Me aliviaba ver que solo se me habían pasado por alto noventa y nueve cosas, y no cien. Una misión me vendría bien sin duda alguna: me despejaría la cabeza, me haría sentir útil, me haría (con suerte) dejar de pensar que todos me veían como una inepta y me daría un motivo para quedarme allí sin sentirme un estorbo.

-¡No te preocupes! -me apresuré a decir en cuanto ofreció espacio. ¡Era demasiado bueno!-. Tendré que quitarme la vergüenza también... Si no soy capaz de manejarme delante de ti, que me has visto en mi peor momento, qué haré cuando tenga delante a alguien con quien no tenga ninguna confianza...

Por difícil que fuese salir del cascarón, peor iba a ser hacerlo cuando estuviésemos en peligro de muerte y alguien estuviese juzgando mis habilidades con cara de pocos amigos. Suspiré.

-Ahora... vuelvo. Te dejo seguir con lo tuyo.

Devolví el arma a mi copia, aunque no sabía si era necesario, y me dirigí a la puerta. ¿Había dado un pasito o era impresión mía?

*fin de escena*

ENTRENAMIENTO HECHIZO NEUTRO SUUCHI (2/3)

El Suuchi no se me da mal del todo. Ya le voy cogiendo el punto. Sin embargo, me cuesta mantenerlo durante mucho tiempo. Es por eso que hoy intentaré centrarme en aumentar la cantidad de tiempo que puedo estar en Suuchi.
La Sala de Entrenamientos sigue como siempre. La vida aquí es tranquila y yo estoy empezando a acostumbrarme a este estilo de vida que consiste en entrenar y mejorar. Por otra parte, mis relaciones personales se han visto bastante mermadas últimamente. Es como si viviera solo pero rodeado de muchos. Es extraño. Cada persona va a su royo. Muchos permanecen lejos de aquí por misiones durante mucho tiempo. Otros, simplemente les da pereza hablarme, supongo. Sea como sea, el entrenamiento debe continuar.
Me siento en un banco y practico dejar la mente en blanco, como Abaddom me enseñó. Para eso, invoco un Aquaerum y decido calmar la mente y el cuerpo hasta que la esfera de agua se ha calmado y está prácticamente parada. Comprobar mi estado mental gracias a los Aquaerum me está resultando especialmente útil.
─Suuchi... ─susurro, mientras noto cómo mi cuerpo se desvanece. Genial.

[...]

Bueno, no ha estado mal. Ya ha sido más que la última vez. Voy a volver a intentarlo, pero esta vez intentaré centrarme en mi respiración. Sólo en eso y nada más. Pensaré en cosas tranquilas y relajadas para que la magia pueda fluir por mi sin interrupciones ni problemas.
─Suuchi ─repito, para desaparecer de nuevo.

[...]

¡Genial! Me pregunto si la próxima vez Duende podrá encontrarme. Necesito tener un enfrentamiento directo con un enemigo para demostrar la utlidad de este conjuro en el campo de batalla. Aprieto el puño triunfante mientras sigo invisible tomo aire y lo expulso con fuerza mientras me pongo de pie con rapidez, deshaciendo la cobertura invisible y volviendo a ser yo mismo de nuevo.

─No ha estado mal. Ahora, a comer ─camino contento y  brincando. Me pregunto si estaría bien anotarme a alguna misión. Aún me duele el cuerpo desde la última. Las que hay parecen peligrosas, por lo que por ahora voy a pasar. Me quedaré aquí y continuaré aprendiendo.



*Se va*

ENTRENAMIENTO HECHIZO NEUTRO SUUCHI (3/3)

Casi no hay gente en el palacio. Se han ido de misiones o unos días a sus casas de vacaciones. Quizá debería irme yo también y encontrar un par de gachís con quien pasar el rato. Aloe está desaparecida y me gustaría trabajar un poco más mi relación con ella. Quizá así algún día se me ofrezca por sí misma.

Me estiro y desperezo. Le he estado echando horas al Suuchi y casi lo tengo. Sin embargo, me gustaría ponerlo en práctica en combate, por lo que Duende será útil. Cojo la caja donde vive, le doy la vuelta y la abro de golpe.
Duende cae de culo y rueda un par de metros.
─Venga, vago. Vamos a entrenar. Combatamos ─digo sin más. Y sin darle casi tiempo a que se recupere, le lanzo un Aquaerum que le impacta de lleno.
─¡Qué grosero! ─Duende se recompone y se sacude la cabeza. Se transforma en un león y salta sobre mí.
Yo ruedo e intento esquivarlo, aunque me llevo un rasguño. Frunzo el ceño. Duende puede ser peligroso si así lo desea.
Invoco un Nairea y me oculto entre la niebla para lanzar un par de Aquaerum más desde mi posición ventajosa. Uno da, el otro no. Duende siempre ha sido un enemigo a respetar.
El león se transforma en un águila enorme que sacude las alas y dispersa la niebla en la que me escondo. Entonces, cae en picado y aterriza convertida en un cocodrilo que corre a por mi con todas las ganas del mundo.
Es el momento.
Invoco un Suuchi y desaparezco justo delante de él.
Duende recupera su forma normal, se detiene al momento y mira hacia los lados, rascándose la cabeza.
Aprovecho el momento de invisibilidad para lanzar dos Aquaerum directos a su cara que golpean de lleno gracias al factor sorpresa.
Genial.
Rompo la invisibilidad y me abalanzo sobre él, tumbándolo en el suelo. Le sonrío y le doy una palmadita en la cara.
─¿Qué tal, tonto? ¿Vencido por el nuevo? ─gallardo, me desaparezco de nuevo con el Suuchi y aparezco de nuevo. Así varias veces, como si fuese una luz intermitente. Suuchi arriba, Suuchi abajo─. ¿Qué te ha parecido? ─pregunto animado mientras me pongo de pie.
─No está mal. Sin embargo, eso solo te funcionará una vez. Ahora que sé que dominas ese hechizo, para la próxima estaré preparado.
─Te estaré esperando, cabezón ─le digo mientras veo cómo se mete de nuevo en su caja. La verdad es que Duende siempre se supera. La última vez el Nairea le dio problemas y en este combate, supo resolverlo a la perfección. Creo que en el fondo a él también le gustan los retos de este tipo. Sólo por eso, seguiré entrenando y mejorando mis habilidades.


*se va*

HECHIZO APRENDIDO.