Sala de entrenamiento

Alzo las cejas cuando me habla, mirándola mientras bebo. Al terminar el trago no puedo contener un suspiro de alivio. Tenía la boca completamente seca. Después, tras secar cuidadosamente los labios mojados con el brazo, le sonrío de nuevo.

-Pensé que hacía demasiado frío para entrenar fuera... Hace más frío últimamente. Aunque ahora tengo calor, así que supongo que no hubiese sido para tanto. De todos modos, creo que he conseguido lo que buscaba. Ahora te libero el espacio.

En lo que hablo me dirijo a los conos, para comenzar a apilarlos.

La miro con curiosidad. Cuando habla del tema de las bolas de nieve, dejo ir un resoplido suave a modo de risa, y asiento un poco. Seguro que a Lino le encantaría que hubiese nieve, también. Y es un poco a lo que apuntan las nubes que se veían esta mañana.

-Bueno, si nieva es cosa de abrigarse bien. La verdad es que se pone tan bonito todo que casi merece la pena pasar un poco de frío...

Solo de imaginarme tomando un chocolate mientras paseo por el prado pintado de blanco ya me pongo de buen humor. Además de que tengo mucha ropa de invierno preciosa que nunca me canso de usar.

Cuando tengo los conos a medio recoger me vuelvo hacia Frikka y asiento. Termino, de todos modos, de recoger los que quedan, y también los sacos. Lo cierto es que la he visto alguna vez en acción y es muy rápida. No quiero imaginar lo espectacular que sería verla hacer un circuito como este con respecto a lo que es verme a mí.

-Pues te dejo eso a ti, entonces -indico, cuando he terminado de devolver todo menos las vallas a su sitio-. Yo creo que voy a darme un buen baño ahora. Hasta la próxima.

Termino de recoger mis cosas y, con una sonrisa, me despido con la mano y abandono el lugar.

"¡FIBROTOH!
¿Harto de no estar de fiesta? ¡Ponle solución!
La bebida es gratis que la pone Dehnel."

ENTRENAMIENTO HECHIZO BÁSICO: ALFRESNOIRET. NÚMERO DE ENTRENAMIENTO: 3/3.

Entro con parsimonia y sin apuro en la Sala de Entrenamiento. Observo de reojo un cartelito que a saber quién ha tenido la desfachatez de pegar allí. Lo repaso con la vista rápidamente y chasqueo la lengua. Decido continuar hacia delante. Seguramente a Summer le encantaría ir a esa dichosa fiesta. A saber la de años que hace que no se divierte. Aguanta Summer, querida. Pronto estaré en casa. Muy pronto podremos vernos de nuevo.
Aprieto los puños y decido alejar todos esos pensamientos de mi mente. Pensar en Summer no va a hacer que las cosas cambien. Al revés. Sólo si soy fuerte y sobre todo, inteligente, podré cumplir todos mis propósitos.
Saco al Duende.
─A ver, escoria ─le digo sin respeto alguno─. Quiero que me encuentres en la oscuridad, ¿de acuerdo? ─le pido.
─¡Uyuyuyuy... qué niñato más malencarado! ─Duende parece tener tan pocos pelos en la lengua como yo.
─Espabila ─digo rotando sobre mis puntas mientras bajo las persianas de la Sala de Entrenamiento para dejarla prácticamente a oscuras─. Alfresnoiret ─conjuro y entonces mi cuerpo desaparece.
─¡Ostras Pedrín! ¿Dónde s'abrá ido el tipo este? ─pregunta Duende rascándose la cocorota y dejando caer un montón de pelo bajo sus pies. Comienza a volar y a rebuscar por toda la habitación─. Aquí no... aquí tampoco...
Bien. Parece que si me mantengo quieto, soy capaz de pasar desapercibido completamente, pero esto es solo la parte sencilla. Tengo que lograr moverme a la par que mantengo el conjuro y esa es la parte difícil.
Doy un pequeño paso. Al hacerlo, la negrura que me cubre se tambalea y me deja las piernas al aire. Mierda.
─¡Ah, ahí estás, pijolino! ¡T'encontré! ─Duende vuela hasta donde estoy y rueda sobre sí mismo un par de veces, enroscándose la barba sobre su cuerpo en el proceso─. Duende uno; señoritingo, cero ─me reprocha.
─De nuevo. Aléjate y no mires, ¿quieres? ─ignoro sus comentarios hirientes. Todo el mundo sabe ya como es Duende y que no hay que hacerle ni pizca de caso.
Así ocurre.
─Alfresnoiret ─susurro. Esta vez me concentro desde el principio.
Me apoyo contra la pared y apoyo la cabeza contra la piedra. Respiro tranquilo y me concentro en mantener mayor cantidad de magia en las piernas. Flexiono lentamente, muy lentamente una rodilla y la subo. La magia se tambalea, pero lo hago lo suficientemente despacio como para darle tiempo a que se desplace conmigo. Bien. Bajo la pierna. Ha funcionado.
Ahora me separo, tomo aire un par de veces. Observo cómo Duende revuelve todo y va tocando las paredes para intentar dar conmigo. Viene en mi dirección, así que debo darme prisa.
Comienzo a caminar lateralmente por el muro, arrastrándome por él y parece que funciona. Lo hago lento pero a ritmo constante. Noto cómo la magia poco a poco se acostumbra al movimiento lo que me permite moverme cada vez con más rapidez por el largo del muro. Sin embargo, Duende es más espabilado de lo que parece y recorre la pared mucho más rápido que yo. A este ritmo, dará conmigo.
Es entonces cuando me envalentono y decido despegarme de la pared. Lo hago con cautela y poniendo la máxima atención a cada articulación que muevo. Si tengo que ir despacio, que sea despacio, pero no quiero que mi capa de oscuridad se disuelva.
Por ahora lo consigo.
Lentamente me coloco por la espalda de Duende que busca ceñudo mi posición y lentamente me acerco a él. Echo los brazos hacia delante extremadamente despacio mientras respiro con la boca abierta para hacer la menor cantidad de ruido posible.
ZAS.

Lo cojo por debajo de los brazos.
─¡Ah! ─Duende se revuelve y se despega la cabeza de los hombros para girarse hacia mi, asustado─. ¡Ahí estabas! ─gimotea.
Yo sonrío.
─Bueno, dejémoslo en un empate, ¿cierto? Estoy cansado. Vuelve a tu caja ─ordeno mientras el conjuro deja mi cuerpo. Estoy agotado. Me tiemblan todas las articulaciones y sin duda necesitaré mucha más práctica. Sin embargo, creo que puedo dar por concluido el aprendizaje.

*se va*

Aloe entra en la Sala de Entrenamiento y se va directa a la caja del Duende.
—Venga, sal —manda.
—¿Oh? ¡Oh! ¡La chiquilla del hechizo defensivo! ¡Cuánto tiempo! —Duende se aclara la voz y se mesa la barba.
—¿Empezamos? Quiero un combate. Un duelo normal. Si consigo conjurar tres Dënth Reck seguidos y parar tres de tus ataques, daré por finalizado en entrenamiento. ¿Te parece bien? —pregunta mientras camina al centro de la Sala de Entrenamiento.
—¡Venga, de acuerdo! —dice Duende mientras se dirige a un por una pelota—. No te lo pondré nada fácil, ¿eh? —dice lanzando la pelota hacia Aloe.
La chica, silente, la esquiva sin muchas complicaciones. Ni si quiera estaba cerca de darle, por lo que un brinco a un lado y la esquiva estaba hecha. Sin embargo, Duende lo tenía todo preparado. Se desapareció al instante y se apareció justo detrás de la claritas, recogiendo la pelota y lanzándola con fuerza contra ella esta vez de un modo mucho más certero.
Aloe recibió el golpe en la crisma y trastabilló unos instantes.
—... Oye... —quiere recriminarle aquel acto a traición, pero en el fondo sabe que en un combate real, cualquier táctica sirve con tal de ganar, así que aprieta los puños y se traga las reprimendas—. Venga, otra vez —esta vez Aloe se prepara para cualquier imprevisto. Tanto es así, que comienza atacando con un Clair ëm yäk directo a Duende, que lo esquiva desenroscándose la cabeza de los hombros para recogerla entre sus brazos. Luego lanza su propia cabeza contra mí con los morros hacia delante, como queriendo darle un beso a la jovencita.
—¡Dënth Reck! —Aloe invoca la pared de luz y Duende se estampa los morros justo delante de ella.
—¡Auch! —gimotea Duende.
—Eso te pasa por viejo verde —sonríe con timidez. Está contenta por haber conseguido un hechizo efectivo. Si no hubiese sido así, los morros de ese Duende viejo se le habrían pegado a la cara.
—¡Clair ëm yäk! ¡Clair ëm yäk! —Aloe invoca dos esferas de luz y las envía contra el duende. Una contra su cabeza y la otra contra su cuerpo. Aprieta los puños, deseando darle.
La del cuerpo golpea y hace que este se bambolee en el aire para luego caer del culo al suelo. El hechizo que iba hacia su cabeza fue esquivado con un rápido movimiento de esta hacia un lado.
—¡Allá voy! —dijo la cabeza lanzándose a toda velocidad contra el pecho de Aloe.
—¡Dënth Reck! ¡Dënth Reck! —Aloe repitió el hechizo dos veces con fuerza y la cabeza de Duende rebotó contra la barrera de mala manera. Rodó y se enroscó de nuevo en su cuerpo.
—¡Caray qué chica más testaruda! —se queja—. ¡La última! ¡Esta vez con todo! —dice antes de transformarse en un proyectil gigantesco de piedra—. ¡Yuhu! —canturrea antes de lanzarse en forma de roca sobre Aloe.
—¡DËNTH RECK! —Aloe cerca está de desgañitarse la garganta con aquel conjuro, pero logra retener la piedra sobre su cabeza con éxito.
Lo ha logrado.
Contenta, se despide de Duende y le rasca la cocorota como agasajo. Luego, se va.

*se va*

HECHIZO APRENDIDO

ENTRENAMIENTO: TÉCNICA DE PUNTERÍA “CONCENTRACIÓN INSTANTÁNEA DE PUNTERÍA”. (3/3 COMPLETADO)

Hoy me siento bien. Mis heridas de la misión ya han sanado y me encuentro en plena forma.
—¡Duende! —lo llamo mientras abro la cajita en la que se encuentra y lo sacudo fuera.
—¡Anda mira quién ha vuelto con el rabo entre las piernas. ¿Escarmentado de la última vez? —risotea Duende.
—Menos guasa. Venga —invoco un Aquaerum—. A entrenar.
—Anda, que se nos pone serio el pescao —se cruza de brazos y flota boca abajo— ¿Y bien? ¿Qué es lo que va a ser?
—He estado entrenando mis capacidades para concentrarme y mejorar mi puntería, así que estaría bien tener un combate. Quiero que seas lo más escurridizo posible y, si logro golpearte con un Aquaerum, habré mejorado mi puntería hasta el límite indicado. ¿De acuerdo?
—Mmm... ¡está bien! ¡Venga, vamos allá! —dice antes de transformarse en un libro volador que se desplaza por la sala de entrenamiento a toda velocidad agitando sus hojas como si fuesen las alas de un pájaro.
Aprieto los puños e invoco otro Aquaerum.
—¡Agh!, ¡ahí va! —lanzo primero uno y después el otro. Se le acercan, pero -para bien o para mal-, Duende nunca defrauda y evita con agilidad ambos hechizos.
—¡Aquaerum! —lanzo uno de nuevo, esta vez intentando predecir dónde va a estar al cabo de unos cuantos segundos. Al fin y al cabo, así es como funciona la puntería, ¿no?
—¡Así no me darás en la vida! —una voz burlona sale del libro que pasa zumbando a mi lado para darme una colleja con la solapa.
—¡Tú a lo tuyo! —esta vez estoy decidido a darle. Flexiono un poco las rodillas y los codos y hago un círculo con mis dedos. Tomo aire lentamente y cierro los ojos. Puedo notar mi respiración recorrerme entero, de cabeza a pies. El latido de mi pecho y al fondo, el batir de las hojas de papel volando por la sala de entrenamiento. Estoy así unos segundos.
—Aquaerum... —susurro, creando un Aquaerum del tamaño justo y que puedo agarrar a la perfección, como una pelota de magia que se adapta a las mil maravillas a mi mano.
Abro los ojos y un destello azulado se dibuja en mis pupilas un instante. Tengo la mente tranquila pero atenta. Lo sigo con la mirada y parece incluso que va mas lento que antes aunque en verdad vaya a la misma velocidad.
Lanzo.
Lanzo con efecto y ganas.
—¡Au! —Duende se queja y cae al suelo de culo para rodar unos cuantos metros para terminar con los morros cerca de mis zapatos.
Yo me cruzo de brazos y le sonrío. No digo nada.
—Has tenido suerte —se excusa—. Estoy cansado, ¿sabes? mucha gente me ha estado pidiendo entrenamiento y ya soy viejo.
—Ya. Claro. A otro con ese cuento —satisfecho, hincho el pecho y me llevo las manos a la nuca—. Dentro de poco te será imposible vencerme, ya verás —fardo.
—Quizá. Pero hasta entonces... —Duende se transforma en una bota gigante y me da una patada en el trasero, mandándome a volar hasta la puerta de salida—. ¡Abusaré de ti todo lo que pueda!


Fin de la escena.