Sala de entrenamiento

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En algún momento Johan se ha acuclillado para disfrutar del entrenamiento a sus anchas, cerca de la pared, donde no haya más ráfagas traicioneras. La verdad es que la copia de Cierzo le está dando una buena tunda a la copia de Lea, pero asume que esa es la intención. Se resiste a dar ánimos. No quiere intervenir.

Cuando la chica da el combate por terminado, le sonríe, alzando la mano izquierda en un gesto despreocupado de saludo.

-Sabía que tú eras la verdadera -le dice, sin levantarse-. Buenas tardes. ¿Estás bien?-. Se señala la cara-. El corte. Odio los cortes en la cara. ¿Sabes por qué?

La mira desde lejos, con una sonrisa tranquila.

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Alcé una ceja. Sabía. Ya.

Asentí a su pregunta, guardando el primer látigo y empezando a enrollar el otro.

─Perfectamente ─respondí, con la voz segura, ya recuperado el aliento─. Solo estaba poniendo a punto mi resistencia. Peores golpes me llevo fuera ─. Me encogí de hombros, restándole importancia al corte─. No es nada, gracias. Si veo que tarda en dejar de sangrar me pasaré por la enfermería, pero tampoco parece grave.

Guardé el segundo, látigo, me pasé de nuevo el puño por la herida en un gesto reflejo y me acerqué a la pared para estirar más cómodamente.

─¿Por qué? ─pregunté, por darle el gusto de la conversación. Tampoco necesitaba mucha concentración para estirar.

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Johan se inclinó levemente hacia la derecha, sin dejar de mirar a la mujer.

-Espero que esos sí intentes esquivarlos -comentó, con un deje soñador, sonriendo, pero en absoluto burlándose de ella-. Aunque alguno siempre cae.

Cambió de opinión con respecto a lo de estar en cuclillas y aprovechó su posición transversal para dejarse caer sobre el costado, manteniendo las piernas cruzadas, como si estuviese sentado en el suelo, aunque se apoyasen en el aire.

-Es que soy muy guapo. Y no me queda demasiado bien el rojo, o eso me han dicho-. ¿Qué era el rojo, para empezar?-. ¿Crees que me quedaría bien el rojo?

Mientras hablaba, iba alterando su postura, retorciéndose en el suelo hasta acabar, finalmente, sobre la espalda. Desde aquella postura inspiró hondo y, con un balanceo, intentó ponerse en pie, pero no calculó bien el impulso necesario y terminó acabando en la posición inicial, como una tortuga bocarriba. Todavía no lo dominaba.

-¿Irás de misión próximamente? ¿Estás practicando por eso?

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Hice un gesto vago con la cabeza, concediendo su comentario. De eso vivíamos, a fin de cuentas. Comencé a estirar.

Ladeé la cabeza, confusa ante su pregunta. No sé qué esperaba que dijera cuando le concedí hablar de cortes en la cara, pero no esperaba que se pusiera a explicarme sus inquietudes cromáticas.

─A mí me gusta el rojo ─señalé─. Aunque pueda parecer un poco estereotípico por mi parte. No creo que tuviera por qué quedarte mal. Sería un contraste curioso con tu piel, desde luego. Aunque mejor buscar combinaciones de rojo en algo que no implique daños físicos, si te apetece probarlo.

Lo observé con ojo crítico, preguntándome si aquel extraño contorsionismo tenía que ver con alguna intención de entrenar o si, sencillamente, estaba jugando. Nunca lo tenía demasiado claro, tratándose de él.

─No tengo ninguna asignada próximamente, si es a lo que te refieres ─respondí─. Aunque no creo que tarde en salir, si surge la oportunidad. No me gusta pasar demasiado tiempo encerrada ─. Me senté en el suelo para continuar con mis estiramientos─. ¿Tú?

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Johan sostiene su mirada, desde la imposible posición en la que se encuentra. Tiene incluso que forzar un poco la postura para poder hacerlo, pero lo hace gustoso mientras finde que estaba cómodo y mantiene el rostro sereno.

-Es que...-. Se lo piensa. Se lo piensa mucho. Casi se muerde la lengua, pero-. Soy daltónico. No veo el rojo, así que necesito que alguien me explique cómo me queda.

Siente la necesidad de añadir algo más, alguna historia extraña, pero por una vez logra contenerse. Rueda y se pone bocabajo y entonces se levanta, finalmente.

-Yo tampoco. ¡Podemos ir juntos la próxima vez! -propone, con una sonrisa tranquila-. Nunca he ido contigo a ningún sitio. Quizás trabajemos bien en equipo.

Incluso le parece bien si ella quisiese recibir los golpes por él. Aunque prefería que nadie saliese herido.

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Intenté mantener el gesto serio, impasible, pero por más que lo intentase, no pude evitar enarcar una ceja en la máxima expresión de su arco. Daltónico. De cualquier otra persona no encontraría ningún motivo para dudarlo, pero viniendo de él no puedo evitar preguntarme si habla en serio o no. Claro que, si es verdad, es bastante de mala educación no creerlo. Decidí fingir que sí, que lo creía, y seguirle la corriente. Si resultaba ser mentira, una estúpida conversación sobre el color rojo tampoco tenía por qué hacer daño a nadie.

─Es un poco... difícil de explicar ─respondí, pensativa─. No creo que mi vida fuese muy distinta sin rojo, pero lo cierto es que lo tengo un poco por todas partes. Es el color de mi pelo, por ejemplo ─. En realidad ese detalle era una tontería, pero no dejaba de ser algo que me acompañaba en mi día a día─. Y de la sangre, claro. ¿De qué color los ves tú, entonces? El rojo es un poco como... Lo contrario del azul. Por eso puede que haya quien te diga que en ti es chocante, con el tono de tu piel. Y por eso yo creo que sería llamativo. Es un poco como poner negro sobre blanco.

Esta era la última conversación que esperaba tener hoy.

Cavilé un momento su propuesta. El piscis era una presencia bastante caótica, pero por lo que había oído, tampoco trabajaba mal. Y la flexibilidad a la hora de trabajar era importante, eso ya lo había aprendido a rajatabla.

─Claro ─acepté─. Podríamos ser un equipo interesante.

Todo dependía del tipo de habilidades necesarias, claro. Porque él habilidades tenía, aunque fueran absurdas.

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Johan sonríe educado mientras la escucha. Lo cierto es que le resulta gracioso que la gente siempre pase a intentar describir los colores que no puede ver, porque aunque agradece el esfuerzo, al mismo tiempo le es imposible comprenderlo. No puede imaginar algo que redefine su realidad.

Pensó un momento cuando ella le preguntó. Echó la cabeza atrás, cerró los ojos y pensó. Pero al final resolvió que, de hecho, lo más sencillo era mirarla.

-No sabía el color de tu pelo. Podía ser rojo o marrón. Casi todo lo que puedo diferenciar es el azul y el amarillo. En distintos tonos, evidentemente, pero a veces sombras similares de colores diferentes se confunden. La sangre es de un color parecido, como... pardo. Tampoco tengo claro si tienes los ojos marrones o verdes. Sé que no son azules, el azul lo veo perfectamente. Y el negro y el blanco, evidentemente-. Se rasca la mano, pensativo-. Generalmente no hay problema. Pero a veces me cuesta diferenciar cosas. Soy malo buscando a lo lejos, salvo que el contraste sea muy grande, pero al menos tengo a Dardo y a Rina, que ven mucho mejor que yo y me sirven de ayuda.

Se siente extraño de pronto. Incómodo, pero a la vez aliviado. Es la primera vez que habla de sí mismo, que dice algo cierto, en mucho tiempo.

-Genial -responde a lo otro-. Te avisaré entonces si veo alguna a ver si te interesa.

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Continué estirando mientras escuchaba su explicación. Desde luego, si era mentira se la había trabajado más que la mayoría de las veces. Podía concedérselo. Y era una información a tener en cuenta en un compañero, porque podía afectar mucho al trabajo. Por supuesto, contar con la asistencia de las aves, efectivamente, le facilitaría las cosas.

─Tengo los ojos verdes ─le informé, aún a sabiendas de que era información inútil.

Volví a levantarme y me estiré, sintiendo la flexibilidad de mi cuerpo después de un día de buen ejercicio. Mithos, aquello era adictivo. Y la ducha que me iba a pegar a continuación, más.

─Esperaré tu propuesta, entonces. Aunque tampoco voy a rechazar ningún proyecto por ello. Puedo avisarte también si me entero de alguna misión interesante.

Recogí todo, finalmente, dispuesta a dejarlo por aquel día.

─Ya nos veremos ─me despedí.

*Se va*

Edad : 28 Mensajes : 477

Johan la sigue con la mirada mientras la ve recoger. Lo cierto es que ha ido a entrenar y al final no ha hecho nada, aunque ha sido interesante.

-No te preocupes, nunca te pediría exclusividad ni nada parecido. Pero ojalá podamos coincidir -dice, con entusiasmo, pero en el tono moderado que le caracteriza.

La despide cuando se marcha y entonces, reflexivo, contempla la sala vacía. Le apetece un cigarro, pero decide que, ya que está ahí, no le viene mal hacer un poco de ejercicio. Para que la visita no haya sido en vano.

Se coloca en posición y empieza a encadenar golpes precisos al aire, muy pendiente de dónde golpea cada uno, y de que los impactos sean secos y certeros. Imagina a un oponente de su altura, más o menos, y con esa visión en mente intenta ser consecuente con los ataques. Repite los movimientos en series, cada vez más rápidas, buscando no perder nunca la precisión.

De modo que los ojos de la flamma son verdes. Está bien saberlo.

*tras entrenar, se va*

Edad : 26 Mensajes : 147

Bueno. Si intentar mostrar interés en uno de mis compañeros hasta el punto de visitar el pueblo con él había sido mi primer paso hacia la vida correcta en aquel lugar, allí estaba el segundo. Llevé incluso mi chakram conmigo, aunque en principio no sabía si lo usaría, de modo que lo dejé apoyado en una de las paredes. Luego, tras una respiración profunda, me puse a ello.

Primero, decidí, tenía que calentar un poco. No había hecho mucho ejercicio desde mi llegada, ni siquiera había bailado demasiado. Comencé con unas rotaciones de articulaciones y con un poco de carrera ligera. Después pasé a encadenar algunos pasos de baile sencillos, centrándome en mi centro de gravedad, en probar los límites de mi elasticidad desentrenada y en hacer los movimientos lentos y precisos, recuperando un poco la conexión con mi cuerpo.

*se queda*

Edad : 27 Mensajes : 700

Después de una misión exitosa no convenía acomodarse mucho. Ben se sentía satisfecha de haber vuelto a Brontë con buenos resultados ─aunque, sinceramente, tenía la sensación de que no había entendido del todo qué era lo que había pasado. En cualquier caso, Fera Twinkle parecía haber tomado su misión como un éxito, y las noticias que habían llegado poco después de Aqua indicaban que parecía que poco a poco las costas estaban recuperando la normalidad. Así que, en lo que a Ben concernía, asunto cerrado.

Se dirigió a la sala de entrenamiento con su alfanje, que tenía abandonada desde hacía un tiempo, con idea de practicar un poco, aunque fuera sin contrincante. Cuando llegó allí se encontró con que ya había alguien trabajando. Qué curioso. Observando a Zaih'ra, parecía que sus movimientos fueran más un baile que pasos de combate. Seguro que era interesante verla luchar.

─Buenos días ─saludó alegremente.

Buscó su propio espacio y comenzó a trabajar, empezando por un calentamiento suave, moviendo las extremidades mientras daba saltos en el sitio.

Edad : 26 Mensajes : 147

La primera presencia no tardó en hacerse notar. Me detuve un momento, pero luego me esforcé por continuar: no había ido a un lugar público para marcharme a la primera de cambio. Mientras hacía un movimiento amplio con el cuerpo apoyada en solamente una pierna, eché un vistazo a la persona que había llegado. Me sonaba mucho haberle visto por los pasillos, pero no recordaba su nombre. Había demasiada gente en aquel lugar.

-Buenos días -respondí.

Empecé a echar alguna mirada disimulada mientras cambiaba mis pasos lentos por unos más rápidos y explosivos, aunque intenté quitar toda la parte dramática o emocional de la actividad que hacía. No quería que me viesen bailar, aquello era un entrenamiento.

¿Cómo entrenarían los veteranos?

Edad : 27 Mensajes : 700

Cuando consideró que ya había calentado lo suficiente, Ben comenzó a trabajar en su juego de pies. Era rápida, era ágil, pero eso no significaba que cualquier movimiento sirviese para salir triunfante en combate; lo sabía bien. Así que practicó sus pasos, avances, retrocesos, combinaciones de movimientos que, con la alfanje en la mano, le servirían para dar un golpe u otro.

Pero no estaba practicando con la alfanje. Centraba toda su concentración en los pies, en dar los pasos adecuados, dejando que el cuerpo acompañase pero sin imitar los movimientos que haría de tener su arma en la mano. Solo el juego de pies.

De cuando en vez, volvía la vista de reojo un momento a la actividad de su compañera, comida por la curiosidad. Por lo que sabía, no llevaba mucho en Brontë, y no sabía cuál era su estilo de combate. Como mínimo, había que decir que parecía elegante.

Edad : 26 Mensajes : 147

Lo cierto es que mientras que parecía que estábamos haciendo lo mismo, mi entrenamiento estaba mucho más relacionao con la simple movilidad y con mantener mi estado físico, mientras que el suyo parecía tener un objetivo más práctico. Lo cierto es que alguna vez me había enfrentado a bestias cerca del pueblo, por ello sabía luchar, pero mi experiencia no era más que aquello: una rudimentaria forma de defender mi pueblo unida a mi agilidad y mi conocimiento de baile.

Decidí cambiar drásticamente de actividad y me puse a correr en torno a la sala, buscando deshacerme de aquella ansiedad que empezaba a atenazarme por pensar en qué estaría pensando de mí en aquel momento. No trotaba como al principio, pero tampoco lo daba todo, simplemente mantenía un ritmo de carrera lo suficientemente alto como para que las pulsaciones en los oídos apagasen el sonido de mi cerebro.

Edad : 27 Mensajes : 700

Zaih'ra detuvo de pronto su actividad y la cambió por otra completamente diferente. Ben se preguntó si ambas tendrían alguna relación, aunque no conseguía ver cómo podrían tenerla. En cualquier caso, era hora de que ella también dejase su juego de pies por algo un poco más complejo.

Tomó la alfanje y se puso en posición, en guardia. Un brazo frente a la cara, el otro tomando el arma frente a sí, como si tuviera un enemigo delante. Comenzó por movimientos básicos, sencillos, incorporando a su anterior juego de pies la parte superior del cuerpo y los golpes de su arma. Aquel ejercicio también se podía hacer frente a algún objeto que detuviera los golpes, pero Ben prefería ser ella misma quien controlase dónde paraban sus movimientos, cómo fluían, adónde se dirigían.

Como si se enfrentase a alguien, fue encadenando uno tras otro, al principio más básicos y toscos, poco a poco más fluidos. Tampoco había perdido el toque, ¿eh? Pero debería entrenar con su arma más a menudo, de todas formas.

Poco a poco iba haciendo gestos más complejos, tratando de introducir bloqueos en su ejercicio. Imaginando las estocadas de su enemigo, siguiendo la lógica de los movimientos, respondía a su imaginario contrincante esquivando, contrarrestando... y, en un momento dado, clavaba los pies en el suelo, imponía su arma como defensa, se mantenía un momento en el sitio, firme. A continuación, retomaba el ejercicio, como si aquel fingido bloqueo fuera un elemento más de una pelea que en absoluto había terminado.

Edad : 26 Mensajes : 147

Por rápido que corriese, por mucho que intentase no pensar, no era capaz de cerrar los ojos e ignorar lo que había en la sala. Mientras yo daba vueltas alrededor de la habitación, cada vez más rápidas, la otra persona tomaba su arma y empezaba a moverla con maestría. Su cuerpo parecía saber lo que hacía. Tenía claro lo que estaba haciendo.

No como yo.

Aumenté la velocidad de la carrera, que en aquel momento ya era aquello: carrera. Ni siquiera era consciente de lo que hacía, era como si mi cuerpo se hubiese puesto en modo automático. Y por mucho que intentase no pensar, no dejaba de pensar: de pensar en aquel lugar, en todos aquellos guerreros expertos, en la vida que había dejado y que no podía recuperar aunque regresase, en mi hermana a la que había arrastrado al peligro, en mi arrogancia e inexperiencia.

Me detuve al lado de la puerta, jadeante. Estaba mareda sin estarlo. No era capaz de recuperar el aire. Necesitaba...

No lo pensé. Estaba al lado de la puerda, así que simplemente la abrí. La abrí y me marché.

*se va*

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Ben encadenaba una serie de movimientos tras otra, empezando a soltarse, empezando a sentir que no solo funcionaba, sino que además se divertía. Siguió con sus bloqueos, uno tras otro, buscando nuevas formas, estocadas diferentes y cómo las detendría, golpes de todo tipo, que le obligasen a reaccionar con rapidez sin perder la guardia.

Entonces se dio cuenta de que su compañera se marchaba. Se detuvo un momento al verla irse. Qué pena, le habría gustado aprovechar para hablar con ella después de entrenar. Pero, por lo visto, la flamma había terminado antes que ella.

Iba a retomar sus ejercicios cuando se dio cuenta de que un arma, a todas luces de la flamma, había quedado abandonada en un rincón. Recogió la alfanje y se pasó un momento la mano por la frente, apartando un par de mechones sudorosos, antes de acercarse trotando a ella y recogerla. Debería devolvérsela.

Asomó al pasillo.

─¡Eh! ¿Zaih'ra? Creo que te has dejado esto.

Pero ya no se la veía por ninguna parte, así que Ben escogió una dirección al azar y salió a buscarla.

*Se marcha*

Edad : 31 Mensajes : 1311

Llevaba ya un rato calentando en la sala de entrenamiento, con mi espada doble en las manos, practicando distintas estocadas y ataques. Consideré, al cabo de cierto tiempo, que había sido suficiente. Sin recoger mi arma, me dirigí a la caja del duende, inspiré hondo y la abrí. En su expresión pude ver que, antes de decir yo nada, ya tenía una idea bastante clara de qué le iba a pedir.

─Zacharyas ─declaré─. Magia.

Llevaba una temporada dedicándome a aquello. No a explorar mi propia capacidad mágica; no es algo que se me dé mal, pero tampoco es mi método principal de combate. Lo que me interesa es mi resistencia a la magia ajena.

Así pues, una vez dadas las indicaciones, tomé distancia, me puse en guardia y comencé a pelear. No se trataba solamente de enfrentarme a los hechizos en sí. Debía entenderlos, analizarlos, aprender a preverlos. Por supuesto, debía esquivarlos y contrarrestarlos. Y, desde luego, aprender a resistirlos, aunque solo fuera un instante.

Me dejé llevar por mis instintos de combate durante cierto tiempo hasta que, viendo venir un âchnam, apreté los dientes y me detuve a recibirlo. No resultaba una sensación agradable, pero no había sido en absoluto tan doloroso como podría pensarse.

─¡No te contengas! ─recordé a mi oponente, temiendo que no estuviera empleando toda su fuerza.

El combate continuó, y volví a ponerme en marcha. Lo cierto era que, fuera por mi advertencia o por mera naturalidad, no me estaba dando tregua. Pero tampoco estaba siendo tan terrible como para no poder seguirle el ritmo. Continué atenta a cada nuevo ataque, sin amilanarme pero sin responder de forma directa, centrando toda mi concentración en esquivar y bloquear los hechizos.

El siguiente que me alcanzó fue un garves, y de nuevo puse todo mi empeño en resistirlo. Era difícil medir si realmente lo había conseguido, pero al cabo de un momento recuperé la vista y me puse de nuevo en marcha para compensar los segundos perdidos.

La tercera vez fue un cement, y de pronto me encontré con una nueva contrincante: mi propia sombra, dispuesta a lanzárseme al cuello. De nuevo, me concentré en resistirlo, y no tardé más de un momento en comprobar que era mucho más débil que yo y que no me suponía ningún problema contenerla. Evitado ese peligro, me volví de nuevo a atender a mi enemigo principal, que seguía sin dar tregua.

*Entrena y se va*

Edad : 32 Mensajes : 524

ENTRENAMIENTO HECHIZO BÁSICO: ALFRESNOIRET. NÚMERO DE ENTRENAMIENTO: 1/3.

No es que tenga necesidad, pero descuidar mis obligaciones como guerrero no está bien. Me he hecho con un librillo bastante interesante en el que explican cómo aumentar el abanico de hechizos caeruleus. La magia siempre se me ha dado bien, por lo que no creo que tenga excesivos problemas a la hora de añadir a mi repertorio uno o dos hechizos más.
─Alfresnoiret... menudo nombrecito ─arrugo el morro mientras lo digo varias veces en mi cabeza para familiarizarme con la pronunciación. Parece útil. Poder pasar desapercibido es una habilidad que, debido a mi altura y pelo llamativo, no es fácil de conseguir, por lo que volverse una sombra no está del todo mal.

Concentro en la punta de mis dedos una buena cantidad de magia. Utilizo la misma concentración que usaría para un Garves, pero en vez de usarlo contra alguien, intento que la magia se adhiera a mi piel. Noto cómo poco a poco, mis dedos se vuelven sombríos y parecen repeler cualquier línea de luz que les llegue, perdiendo su color y luz. Pronto mis manos no distan de las de una sombra.
─No parece complicado... ─digo para mí, mientras observo cómo poco a poco el Alfresnoiret me envuelve hasta los codos.
De repente, toda la magia se esfuma y mis brazos vuelven a tener color.
─Tsk... ya decía yo que no podía ser tan sencillo. Arrugo la nariz y doy una patada al aire.

Por un momento me entran ganas de dejarlo y volver en otro momento, pero si quiero aprender, voy a tener que esforzarme un poco más. Aprieto los puños y cojo una buena cantidad de aire. La paciencia nunca ha sido algo que me sobrase, aunque si algo bueno ha tenido estar tanto tiempo en el servicio es que a veces una mancha hay que frotarla varias veces antes de que salga.
─Alfresnoiret... ─susurro de nuevo. Vuelvo a sentir cómo la magia de Cáligo se me a pegando de nuevo al cuerpo y a la ropa. Esta vez parece que va algo mejor o al menos, eso parece. Sin embargo, al llegar a mi pecho, el condenado se esfuma de nuevo. Parece que las extremidades son sencillas, pero cubrir un torso entero es más complicado. Sin duda debo investigar más a fondo este librillo y practicar más. Por ahora voy a centrarme en hacer que me salga natural aunque solo sean brazos y piernas.
─Alfresnoiret ─pronuncio en voz alta. Espero que nadie me vea hacer este ridículo. Los procesos de aprendizaje siempre son bastante bochornosos.
Observo cómo mi cuerpo ya se va familiarizando con el hechizo y mis brazos y piernas se cubren con él rápidamente, aunque mi torso sigue intacto. ¿Acaso no tengo suficiente magia? Imposible. No es un conjuro complicado.
─Tsk... relajo el cuerpo y deshago el hechizo. Entorno los ojos, molesto. ¿Acaso llevo mucho tiempo dedicándome a las labores del servicio y he perdido la maña que tenía para estas cosas? La magia es lo único que se me da bien.
─Una última vez ─me animo─. Alfresnoiret ─esta vez lo digo con fuerza y ganas. Mis extremidades se vuelven oscuras como una sombra casi al instante y entonces me llevo una mano al pecho para intentar extender la negrura por mi chaqueta. Sin embargo, solo consigo generar una pequeña mancha negra a la altura del esternón. Luego, el hechizo se desvanece─. Bueno... algo es algo.
Noto una gota de sudor caerme por la línea de patilla.
─Suficiente. Ya lo intentaré mañana de nuevo ─resumo.

*se va*

Edad : 34 Mensajes : 114

ENTRENAMIENTO: TÉCNICA DE PUNTERÍA “CONCENTRACIÓN INSTANTÁNEA DE PUNTERÍA”. (2/3 COMPLETADO)

Ahora que estoy un poco más recuperado de las lesiones de la misión, va siendo hora de continuar con el entrenamiento. Seguro que si hubiese tenido mejor puntería, las cosas me habrían ido mejor.
Coloco de nuevo un par de monigotes de paja al otro lado de la Sala de Entrenamiento y rápidamente invoco un par de Aquaerum.
─¡Aquaerum!, ¡Aquaerum!
No pierdo el tiempo
Los lanzo al instante y golpeo con ambos a sendos muñecos. ¡Ostras, eso ha estado bien!
Lo repito.
─¡Aquaerum!, ¡Aquaerum!
Esta vez he fallado uno. Me da rabia. La vez anterior fue perfecto. Habrá sido suerte. ¡Sin embargo la suerte no existe en una pelea! Tengo que esforzarme a tope.
Invoco otros dos y comienzo a notar cansancio.
─¡Aquaerum!, ¡Aquaerum! ─¿Tan flojo estoy? Aunque también es verdad que no estoy acostumbrado a invocar tantos Aquaerum tan seguido. Los lanzo. esta vez uno primero y luego el otro. Ambos golpean.
Bien. Ahora de nuevo ambos.
─¡Aquaerum!, ¡Aquaerum! ─bien. BIEN. Les he dado.
Invoco otro par. El último. Esta vez los mantengo en mis palmas más tiempo del normal. Los aprieto con fuerza pero sin deformarlos. No le saco el ojo de encima a los monigotes y entonces los tiro con toda la fuerza que tengo.
─¡Ahí va esa! ─con ímpetu, hago que ambos se golpeen contra el pecho de los monigotes.
Caigo de culo al suelo, agotado.
─Qué cansado... el próximo día veré si le puedo dar una lección a Duende. Qué ganas le tengo a ese bicho... ─la verdad es que golpearle en la cabeza a Duende con un buen par de Aquaerums me alegraría el día.
Todavía en el suelo, estiro las piernas y veo al techo. No he visto a Aloe todavía desde que volvimos de la misión. ¿Estará bien? La verdad es que las cosas entre nosotros se han torcido un poco. Espero poder arreglarlo.
Agh... quiero que se me declare. ¿Cómo voy a conseguir eso?
─Aquaerum... ─invoco un último Aquaerum y lo lanzo al monigote de la izquierda.
Le doy.
Bueno, por lo menos mi puntería parece que mejora. Ojalá hubiese un entrenamiento para mejorar mi relación con Aloe.

*se va*

Edad : 32 Mensajes : 524

ENTRENAMIENTO HECHIZO BÁSICO: ALFRESNOIRET. NÚMERO DE ENTRENAMIENTO: 2/3.

Le he estado dando vueltas al hechizo todo el día de ayer. He revisado un par de libros y he descubierto que el hechizo resulta más fácil de utilizar a la sombra. Tiene sentido, supongo, así que bajo las persianas de la Sala de Entrenamiento un poco más de lo normal.
─Venga, vamos a probar ahora... ─me remango la camisa del Servicio─. Alfresnoiret ─invoco resuelto y mis brazos y piernas se cubren en negro. Bien. Poso las palmas sombrías en mi pecho y esta vez sí noto cómo por mi torso se va extendiendo el hechizo. Se me escapa una sonrisa de satisfacción por la comisura de la boca.

Deshago el hechizo y vuelvo a la normalidad. Por alguna razón, Summer me ha vuelto a la mente. Quiero volver a sus lado. Ya le he explicado la situación por carta, pero de todas formas me gustaría volver a su lado.

Vuelvo al entrenamiento. No es momento de pensar en ella.
─Alfresnoiret ─conjuro de nuevo. Los libros parecían tener razón y es que la sombra facilita bastante el aprendizaje de los hechizos caeruleus.
─Alfresnoiret ─vuelvo a conjurar. Mi tronco está casi cubierto por completo por el hechizo. Esto marcha. Pronto podré caminar por ahí de un modo más sigiloso. Estoy seguro de que le voy a sacar mucho partido a este hechizo. Garves está bien, pero la otra persona rápidamente se da cuenta de que está siendo victima de un hechizo. ¿Pero este? Este me involucra únicamente a mi, lo cual me da gran ventaja táctica.
─Alfresnoiret ─conjuro de nuevo. Ahora falta la peor parte. La cara. No tengo forma de averiguar si mi cara está bajo el Alfresnoiret a no ser que tenga un espejo. Creo tener uno en mi habitación, así que me voy un momento a por él.

[...]

Regreso al trote. No sé por qué estoy tan involucrado en el aprendizaje últimamente. No es muy propio de mi. ¿Será que me hago mayor? Me siento un un banco y coloco el espejo encima de un potro de entrenamiento.
─Alfresnoiret ─conjuro. El hechizo me llega hasta el cuello, pero parece costarle avanzar más allá de mi mandíbula. Me toco las mejillas y las masajeo suavemente. Pronto, el hechizo se va extendiendo por ellas. Cierro los ojos y me los repaso con las yemas de los dedos. Luego las orejas y la nariz. Abro los ojos y busco mi reflejo en el espejo. Es complicado verme. No soy del todo invisible, eso sería imposible, pero en la penumbra, pasaría bastante desapercibido, sobre todo si el que me busca es un atolondrado y no espera que haya alguien camuflado cerca. Sí. Es sin duda un gran hechizo.

Me alejo un poco más y vuelvo a conjurarlo, esta vez para ver todo mi cuerpo reflejado en el espejo, no solo mi parte superior.
─Alfresnoiret ─bien, parece que ya lo controlo. Al menos si me quedo quieto soy capaz de mantener mi cuerpo cubierto por completo. Pero... ¿y si me muevo?
Echo a correr entonces hasta la otra punta y vuelvo de nuevo a la posición original, delante del espejo.
─Mmm... ─varias partes de mi cuerpo, sobretodo las articulaciones de las rodillas, codo y caderas, han perdido su camuflaje. Parece que mantener el hechizo
─Joder... ─mantener el hechizo a pleno rendimiento mientras realizo otras actividades físicas que impliquen no estar pendiente al cien por cien del hechizo es más complicado de lo que parece. Debo seguir entrenando. Debo ser capaz de mantener el camuflaje incluso en medio de una pelea o una carrera. Sino, ¿de qué servirá tanto entrenamiento?
Aunque creo que eso lo dejaré para el próximo entrenamiento.

*se va*

Edad : 29 Mensajes : 711

Tras despertarme, despejarme y un desayuno suficiente, mi siguiente objetivo es la sala de entrenamiento. Fuera hace demasiado frío y lo que quiero hacer puedo hacerlo en casi cualquier sitio.

Dejo mis cosas a un lado y comienzo con un calentamiento suave, para asegurarme de que mi cuerpo responde como debe. Lo cierto es que desde la primera vez que me acerqué a esta sala, hace ya años, y por mucho que todavía me cueste imaginarme como guerrera, mi cuerpo se ha puesto en forma en este tiempo.

Tras calentar empiezo a correr alrededor de la sala. La primera intención es subir mis pulsaciones. Si quiero mejorar mi fondo, de todos modos, no llega con trotar mucho tiempo. Hoy quiero ponerme un poco más a prueba.

Me dedico a correr un buen rato a una velocidad moderada hasta que noto el cuerpo perfectamente caliente y entonces empiezo: distribuyo algunas vayas y conos por la sala y empiezo a hacer un circuito, esquivando unos obstáculos, saltando otros, levantando unos pesados sacos y haciendo sentadillas con ellos, obligándome a hacer flexiones y después levantándome de golpe y corriendo hasta llegar al inicio del circuito de nuevo.

No me dejo descansar. Al fin y al cabo, el objetivo es mejorar mi aguante. Y no me llega con, como hasta ahora, aguantar una carrera moderada mucho tiempo. Los cambios de ritmo son agotadores y hacen que el cuerpo encuentre más problemas para adaptarse. Pero, sorprendentemente, me encuentro con que lo que he entrenado hasta ahora debe de haber servido de algo, porque, si bien me canso y siento el sudor descender por el cuello, puedo seguir más tiempo del que esperaba.

*se queda*

FdR- Entrenamiento de Fondo 3/3

Edad : 28 Mensajes : 1436

Vaya, vaya. Parece que no soy la única que ha decidido mover el culo hoy. Aunque cuando entro y escucho el sonido de alguien correr a la que menos me espero encontrarme es a la costurera. Bueno, tampoco a la que menos a la que menos. Siempre hay gente que pasa de todo con mucha cara, pero simplemente ella me resulta siempre demasiado pausada como para que me la imagine en un circuito de obstáculos. Pero bueno, que me alegro, oye.

La saludo con un gesto y me voy a una esquina a iniciar mi propio calentamiento. Salto un poco en el sitio, muevo las articulaciones y doy algunos golpes al aire con la espada para probar la flexibilidad de mi cuerpo. Lo cierto es que soy bastante flexible de normal, así que no hay mucha queja por mi parte.

Edad : 29 Mensajes : 711

Cuando Frikka entra en la sala ya llevo un buen rato entrenando y, además del evidente sudor que hace que se me pegue la camiseta al cuerpo, noto que mi respiración es bastante más apurada. Siento que me arde la cara. Y, en cierto modo, es como si sintiese que si paro me voy a caer al suelo, pero a la vez mi cuerpo ha llegado a una especie de trance en el que parece que podría seguir para siempre.

Con mis últimas fuerzas, apuro la marcha, repitiendo el circuito entero una vez más, ya casi sin aire, encontrando especialmente difícil mantener una respiración constante. Pero lo consigo. Lo consigo.

Quizás he estado demasiado tiempo esperando poco de mí, porque recientemente hasta me sorprende el buen desempeño de mi cuerpo.

Una vez termino me acerco a mis cosas a por un poco de agua, mientras observo a la caeruleus hacer sus calentamientos. Le sonrío. Pero no digo nada. Ella ha respetado mi entrenamiento.

Edad : 28 Mensajes : 1436

La verdad sea dicha... No pensé que la costurera pudiese moverse tan rápido. O sea, no es nada en comparación conmigo, claro, pero siempre es tan paradita.

Cuando se acerca a beber me echo la espada al hombro y esbozo una sonrisa de lado. Hago una señal con la mano libre hacia los conos y las vallas que ha dejado colocados. La verdad es que parece cansada.

-Vaya circuito que te has montado, eh. ¿No te parece mejor ir a la zona que hay fuera para hacer algo así? La de los puentes y eso-. Desde que la he descubierto he ido como cuatro veces. Estoy que no cago-. Tiene como mucho más espacio.

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