Comedor

-Oow... qué mono eres.- Esta vez no con el sentido de animal. Río ante sus explicaciones.
-Verás. A veces las chicas engordamos. Y a los chicos no les gustan las chicas gordas. Bueno. Hay algunos a los que sí, pero muy pocos. A los chicos les gustan las chicas delgadas, estilizadas, con altos tacones y dulce faz. Cabello hermoso y grandes pech... digoo... y grandes dotes para combinar ropa. - Toso.- Y por eso como poco: tengo que estar guapa por si el momento se propicia.

Vuelvo a acercarme unos pocos centímetros.

Poco a poco.

- ¿Y para qué quieres ir tan rápido? ¿Acaso tienes mucha prisa por llegar a... ningún sitio? -Río.

-Tú.- Apoyo mi índice en su nariz. Río.- Es una forma de decir que eres guapo. A los chicos y a las chicas les gusta que le digan que son monos.- Explico. - A mi me gusta que me digan que soy mona. Aunque preciosa es un buen sustituto también.

Intento digerir aquello.- ¿Y si una mujer no quiere tener hijos? ¿Y si sólamente quiere tener una pareja para estar enamorada de él y ser felices los dos hasta ser viejecitos? No sólo hay que pensar en el futuro. Mejor: piensa en el presente y el presente eres tú y lo que sientes en estos momentos.- Le intento explicar.- Yo no voy a tener hijos nunca. -Me sincero.- Y sin embargo, estoy segura de que habrá algún chico que me quiera...- Mi rostro se torna algo más serio.- ¿Podrías estar tú conmigo aunque yo no pued... quiera tener hijos? - Pregunto, con el corazón a cien por hora.

Aprieto una sonrisa y agacho la cabeza.- Estaré encantada de recibir ese nombre, Follow.- Sonrío, sintiendo que todas las nieblas de mi ser se disipan un poco.

Sin embargo, le escucho con atención y mi rostro va adquiriendo unos tonos algo más preocupados ante sus palabras.

-Oh... vaya...- Ahora me siento realmente estúpida. ¿Acaso no sabe que rechazar así a una chica la puede dejar traumatizada para el resto de su vida?
- Lo entiendo, supongo. - Intento no parecer afectada.
- Pues... quizá tengamos que trabajar más nuestros lazos.- Le sonrío, con una sonrisa cargada de dolor y al borde del llanto.
-Si me disculpas...- No aguanto más y salgo corriendo. - Ha sido un placer...- Susurro mientras me voy.


FDR:

Spoiler:

*Se va*

FDR2: qué les pasa a todos mis pjs.

Ben entró en el comedor con un silbido en los labios y claramente animada. Se sentía pletórica. Un nuevo trabajo cumplido. Una nueva razón para alargar su estancia. Y el comedor, como siempre, esperándola con todos los manjares que sintiera necesario pedir.

No se había molestado en pasar por la habitación, sino que llevaba todo consigo. Acababa de llegar, después de todo, y tenía más ganas de poner las cosas en orden que de recoger. Aquella noche, pensaba, dormiría como un bebé. ¿Cómo no hacerlo en aquella cama mullida y tras llegar de semejante trabajo?

Se sentó a una mesa con un suspiro satisfecho y saludó a un chico del servicio, que no tardó en acercarse a preguntar qué quería. Ben sonrió de forma más evidente.

-¿Qué tal, campeón? Anda, tráeme un buen plato de lomo con patatas, que creo que será lo que mejor me entre ahora. Y un poco de agua para bajarlo mejor. ¡Ah! ¿No tendrás por ahí alguna botella que no vayas a usar, así grandecita? -preguntó finalmente-. Porque me vendría de maravilla.

El chico no tardó en ir a por todo lo que pedía.

*Se queda*

Un bostezo en los labios es lo primero que sale de mi boca nada más entrar en el comedor. Y no es para menos, a estas horas. Aunque, por suerte, las siete de esta época son las nueve de otras, y la luz ya la voy llevando mejor.

Me estoy frotando un ojo cuando una figura conocida llama mi atención, y no tardo en acercarme, haciendo una señal con la mano, risueña, y tomar asiento frente a ella, como si hubiésemos quedado, como si me hubiese invitado ella misma a venir.

-¿Qué hay, Retales? Estamos hechas unas madrugadoras, huh -murmuro, con la voz aún poco usada hoy-. ¿Qué has pedido? ¿Es apto para decir "que sean dos"?

Me rasco bajo la axila con pereza. No me he asentado en el día de hoy, es obvio.

Aún no habían llegado las cosas cuando Frikka se presentó en el comedor, y Ben la saludó con entusiasmo, invitándola al momento a sentarse. Volvió la vista hacia la cocina, para comprobar si ya estaba todo, y lo hizo justo en el momento en que su camarero salía hacia ella.

Se volvió de nuevo hacia Frikka.

-Buenas, veterana -respondió, contenta-. Yo llevo unas cuantas horas en pie, te diré. Las suficientes para no poder contarlas. Pero puedes unirte a mi banquete, por supuesto. Hoy hay lomo con patatas fritas. ¿O prefieres una galleta? Vienen de Ignis.

Se volvió hacia el chico con una sonrisa y tomó la botella vacía para llenarla con el contenido de la botellita de falso fondo. Alzó la vista de nuevo.

-Se me ha olvidado, ¿me traes un par de vasos de chupito? -pidió, y se volvió hacia Frikka-. Porque este lo tendrás que probar. Licor de fuego, nada menos. En un momento ya vas a estar despierta.

¿De Ignis?
La miro, curiosa, enarcando una ceja. La verdad es que tiene una moral a estas horas... Para lomo y para galletas.
Aunque hambre no me falta, admito.

-Trae una, que la pruebe -termino accediendo. Que no se diga que...-. De Ignis decías, ¿no? ¿Y quién te la ha traído?

Sin demasiados miramientos, la muerdo, finalmente. El sabor es algo raro. No es la típica galleta que...
Pica. ¡Pica, hostia! Joder...
No tardo en tragar, contemplando el trozo que me queda en la mano, no muy segura de si quiero más o no. Deja un regusto rico, pero es que el picante y yo no somos muy...
¡Tengo una veteranía que demostrar, coño!

-Traeme lomo a mí también -le digo al del servicio, sin embargo. Y, de nuevo, me vuelvo hacia Ben, con media galleta en la mano-. ¿Y qué haces con eso? ¿Chupitos? ¿De fuego?

No me siento muy confiada. Ya, para empezar, no sé si se ha dado cuenta, pero está vaciando una mierda de botella en una enorme. Esta debe de haberse fumado algo.

-¿No es un poco pronto para ponerse a empinar el codo...? Es decir... Probaré, claro. No te creas que soy aquí una debilucha, pero...

Demonios. En mala hora me levanté de la cama.

Ben le ofreció una galleta, sonriente. Pensó en tomar otra para sí, pero la perspectiva del lomo resultaba más tentadora, así que esperó unos minutos. En seguida tenía la comida ante sí, y el gesto de satisfacción era evidente en su cara.

-Ah, nadie -respondió, encogiéndose de hombros-. De Ignis las traje yo, aunque me las compró Adain. ¿Lo conoces? Un aether con pinta de niño bueno. Es que vinimos de allí hoy, acabo de llegar.

La sonrisa de Ben se volvió algo más pícara cuando Frikka preguntó por el alcohol. Ben había probado muchas clases de alcohol a lo largo de su vida, y en más cantidades de las que a muchos les gustaría admitir, pero nunca había poseído tanto en su propiedad, y la idea le parecía tremendamente divertida.

-Es casero -presumió, divertida-. En agradecimiento por los servicios prestados por Brontë. Habrá que celebrar el éxito, ¿no?

Poco a poco, fue vaciando la botella, y mientras tanto picaba patatas del plato. Cuando terminó, cerró el frasquito y se lo guardó, ya vacío.

-Este nunca lo he probado -reconoció, metiéndose un buen trozo de carne en la boca-. Peo aoda veemof.

Así que ha estado en Ignis. Pues eso sí que es algo interesante que escuchar. Mira, una noche entretenida.

-Ah, pues cuenta, cuenta. Lo conozco, sí-. Me llevó a volar sobre el pueblo de paso y es buen tipo, aunque parece un poco maricón. Que ni que no fueran compatibes, claro. Yo no soy una mierda homófoba de esas-. De misión, ¿no? ¿Cómo fue? A mí también me pasó una cosa el otro día que...

Niego varias veces, como si aún no me lo creyese. Y es que en cierto modo...

Casero. Eso, se mire por donde se mire, no anima probarlo. Pero no voy a ser yo aquí la cobarde. No soy una cobarde.
Alargo la mano para robarle una patata en lo que espero mi comida, que termina llegando.

-Bueno, supongo que habrá que brindar por el éxito, sí.

No creo que fuese una buena costumbre para mi hígado. Pero no le voy a hacer el feo.

Sigue vaciando la botella... Eso es como cuando uno está meando y para, y luego sigue otra vez. Como que no tienes claro dónde ha metido tanto, no sé si me explico...

Ben rió, pletórica.

-Pues mira, nos vino un tío de esos que cagan oro a pedir pasta, así resumiendo. Algo de un terreno que era suyo y no sé qué. El caso es que tenía okupas, y nosotros teníamos que largarlos. Pero bueno, el tío era un matón, así que acabamos por cantarle las cuarenta a él. Eso sí, respetando que siguiera cagando oro, no fuera a ponerse a lloriquear. La que montamos: ya me ves a mí, subida a un tejado y largando un descurso de lo lindo. ¡Y la gente me iba detrás! Me voy a autoproponer capitana del ejército, que total... -. Se estremeció de pronto, y bajó la voz-. Que a todo esto, no sé cómo de bien se ve aquí que hagamos eso. Pero vamos, que era evidente que el ricacho era el que no venía a cuento en el asunto...

Sirvió dos vasitos de licor de fuego y le acercó uno a Frikka con una sonrisa traviesa. Alzó el vasito hacia ella, brindando con el aire, y lo despachó de un trago. Soltó un suave rugido.

-Huah, esto está fuerte de la leche -comentó, divertida. Procedió a cortar otro trozo de carne, sintiendo el calor que se extendía en su interior, como quemándole las entrañas-. ¿Y qué decías que te había pasado?

Mientras cuenta su historia yo me dedico a comer lo mío. Supongo que me ha dado hambre tanto ver comida. Y, si de verdad pretende que beba algo, lo mejor será tener un buen colchón con el que parar el lo que sea.
Dejo la galleta a un lado. De postre.

-Entonces no hicisteis lo mandado, ¿no?-. Arrugo la nariz un momento, pensativa-. Bueno, ya os dirán algo si les parece mal. Pero supongo que no estamos aquí para joder al personal. Si era un cabrón, que ahora se calle la boca. Aunque esos son los que más hablan, ¿no?

Cuando me sirve lo que se ha traído de Ignis lo miro con cierta desconfianza. Brindo con ella, eso sí, pero en lo que Retales se bebe el líquido de un trago yo me lo acerco a la nariz y lo huelo.
JO-DER. Huele a Ignis. No sé cómo olerá Ignis, pero esto es como un incendio de eucaliptos o así.

-Sí, bueno... -. Me lo acerco a los labios y bebo un sorbito-. ¿Tú te habías enterado de lo del parvus que atacó a los nuestros en Ignis? Errald... El que estaba en las mazmorras.

No siento los labios, ahora mismo. Podría besar un cactus.

Ben se encogió de hombros, poco animada con cómo lo planteaba su compañera.

-¡Contentamos a las masas! -recalcó, poco amiga de la idea de que los líderes pusieran pegas-. La idea es que la gente se sienta ayudada por nosotros, ¿no? Hemos asegurado la comida de un pueblo entero. Con cagamithones o sin él, yo creo que hemos cumplido.

Masticaba deprisa, y tragaba a la misma velocidad. Ben estaba acostumbrada a que para asegurarse de que la comida no desaparecía en manos ajenas tenía que desaparecer en la boca propia. Se lamió el labio superior, que notaba tan ardiente como su estómago, y tragó con fuerza.

-Algo he oído -respondió, con la vista fija en ella, antes de tomar otro bocado.

Asiento algo ida, pensando en otras cosas por un momento. Supongo que una cosa es para lo que te llamen y otra lo que juzgues. Estamos para mantener el orden, claro. Si me dicen "ve y mata a esos bebés" pues supongo que diré que que lo haga tu madre si tiene huevos...
Bueno, no supongo, sé.

-Pues si alguien se queja le dices eso. De todas formas, malo sería, ¿no? Es decir... No te ralles. Seguro que lo habéis hecho bien. Desde luego vienes contenta. Y como no esté envenenado el licor ese, pues parece que el pueblo también lo está.

Entre yo y yo misma. El licor de fuego envenenado no estará, pero porque en sí mismo tiene pinta de sentar como si fuese veneno. De todos modos bebo otro sorbito como el primero, que así doy una imagen. No sé de qué coño la doy, pero una imagen.

La comida desayuno cena cosa sigue. Rumio pensativa, algo menos animada ahora que el tema ha salido. No sé si es como para contarlo, pero...

-Pues resulta que el otro día bajé a verlo. No porque fuésemos amigos, es decir... Nos habíamos llevado un poco antes de que pasase todo, ¿sabes? Y como que quería preguntarle que qué cojones le había dado porque seguía sin encontrarle sentido. Una parte de mí no se lo quería creer. Y bajo y se lo pregunto y va el tío y mientras habla empieza a ponerse agresivo, me agarra a través de los barrotes... -. Tiemblo un momento. Quería darle como comicidad, pero a la hora de la verdad tengo algo de miedo aún-. Fundió los barrotes con las manos, como si fuesen de mantequilla. Se deshizo de ellos, salió y cuando quise darme cuenta llevaba horas inconsciente... Por lo que pude saber luego, los líderes no tardaron en pillarlo, pero fue algo turbio...

Esta vez sí, acabo el licor de un trago. Enseguida noto cómo arde por la garganta y me echo a toser.
No sé si esto hará que olvide las penas, pero me va a quemar la laringe.

Ben escuchó mientras masticaba a dos carrillos, con las cejas en alto y expresión atenta. Tragó de golpe, y carraspeó justo después de hacerlo.

-También, solo a ti se te ocurre ponerte a tiro -comentó, a sabiendas de que ella se habría mantenido bien lejos, por experiencia-. Aunque si total podía salir, no sé por qué esperó tanto. Supongo que si los líderes pudieron con él se asegurarán de que no vuelva a causar problemas, así que yo de ti no me preocuparía más que por el golpe -. Calló un momento-. ¿Te caía bien el tipo?

Rellenó el vasito de su compañera en apenas un momento, y luego comenzó a pinchar patatas otra vez.

Ahí tiene razón, pero claro... Él se puso tan raro... No es que yo fuese muy lista, peor me gustaba pensar que había sido todo un malentendido o...

Cuando termino de toser tengo los ojos llenos de lágrimas. Vaya una mierda de imagen, sí. Esa es la imagen que doy.

-Se puso a hablar con una voz súper chunga y no parecía él... Que ya digo, no es que fuésemos íntimos, pero fue raro de cojones. Raro de esto de pensar "pasa algo y no nos lo dicen", ¿sabes?

Veo que me ha vuelto a llenar el mini vaso y, aunque me lo pienso, termino por beber de nuevo. Ya ni noto el sabor. Ningún sabor.
Me encojo de hombros, entonces.

-Me caía... Sí, supongo que bien. Aunque era un poco raro. No sabría explicarlo. Tuve la sensación de que me tiraba los trastos alguna vez, pero también hablaba de su familia y no sé qué...

Tampoco quiero ir contando por ahí su vida.

-Hostia puta, Ben. Esto que me has dado me quema por dentro -salto de pronto, notando la lava esa en el estómago.

Ben asentía efusivamente mientras hablaba. Su plato estaba ya prácticamente vacío.

-¿Quién no nos lo dice? -preguntó, intrigada.

Ben arqueó las cejas, sorprendida. Acabó por asentir.

-Ah, había rollito -dijo por fin, comprendiendo-. Entonces es más grave. Cuando menos mola tirarse a un tío es cuando sabes que es problemático. Bueno, no, es peor cuando lo descubres después. Hay que tener cuidado, que están jamados de la cabeza.

Se echó a reír cuando la chica se quejó del licor.

-Pero está bueno, ¿eh? -dijo, sirviéndose otro vaso, que apuró de un solo trago, enérgica-. Mírate. Estás rosita como el culo de un bebé. ¿No te llevan de fiesta nunca? Siempre hay algún motivo por el que destrozarse el cuerpo.

Arrugo el ceño, frunciendo los labios, dando una palmada en la mesa con la mano abierta, muy sobrada yo.

-¿Pues quién va a ser? Los líderes. Tienen a ese tipo ahí abajo y ¿crees que alguien me ha explicado qué cojones le pasó? No tengo ni puta idea de cómo abrió esos barrotes, ¿sabes?

Respiro hondo un momento. Al menos la líder chrysos, Fera, tuvo la gentileza de sacarme de aquel lugar y llevarme a una cama... Y... cambiarme la ropa para que no durmiese tan incómoda. Y hasta aquí, donde yo sé. Estaba dormida, pero confío en ella, pese a que tenga esa mirada gélida que parezca entrar dentro de tu cuerpo por tus ojos y...

-¡¿Eh?!-. Enseguida abro mucho los ojos, echándome algo hacia atrás en el asiento-. Bueno, rollito no eh... Él y yo no hicimos nada. Solo charlamos un par de veces, eh. No te pienses lo que no es-. La miro un momento más, dubitativa-. Te... ¿Te ha pasado mucho eso? Es decir...-. Me bebo el chupito de un trago. Mejor hablar de otra cosa. Los hombres no me han dado más que problemas hasta ahora-. Está rica la cena, eh -comento, llenándome la boca de patatas.

Me llevo la mano a la mejilla.

-¿El culo de un...?-. La madre que la parió. Es peor que yo, hostia-. ¿Ir de fiesta con quién? Aquí todos son unos folladores compulsivos. Si vas con ellos y tienes coño corres el peligro de que te violen. Yo soy más de... Más de... ¡Bueno, hostia! ¿No se puede ser una chica sana? Os patearé el culo a todos cuando vayáis a gatas.

Ben rió de nuevo. Por algún motivo, le parecía muy divertido.

-Si ellos lo supieran, no habrían dejado que los abriera, ¿no? -apuntó-. Un buen ladrón sabe abrir la puerta de forma única. Si no, en seguida le pondrían trabas -. Se llevó un dedo a la sien, dándose un par de toquecitos, con expresión casi solemne.

Ben parpadeó, seria de pronto. Asintió. Si ella no quería compartirlo, Ben no era nadie para exigírselo. La pregunta, por algún motivo, le hizo mucha gracia, y mostró una sonrisa divertida.

-Ah, sí, más de las que imaginas -declaró, segura-. Más de las que recuerdo, también. Pero he tenido suerte, creo. Eso ya se acabó. Un duro camino, pero ¡mira adónde he llegado!

Ben observó su plato, ya vacío, y alargó una mano hasta el de Frikka para robarle unas pocas patatas. No le sobraban en el estómago, realmente.

Se quedó en silencio cuando ella comenzó a gritar, entre sorprendida y admirada. Y la admiración, poco a poco, fue dominando a la sorpresa, hasta qué su sonrisa, que había remitido un poco, se afianzo una vez más en los labios.

-Qué suerte tienes -suspiró, maravillada. Tomó de nuevo la botella-. ¿Otro?

Bueno, eso tiene sentido. O no.
Doy un nuevo golpe en la mesa.

-Es un complot, cojones. Seguro que alguien en las altas esferas me odia y lo liberó para que me pegase. O a lo mejor...

Me llevo las manos a la boca, de pronto, dándome cuenta. ¡¿Cómo no lo pensé antes?!
Fera. Fue Fera, que quería llevarme a su cama. Ya la vi yo muy dispuesta en los balcones aquella vez. Pero es lista, y en vez de usar abuso de poder para convencerte lo usa para hacerte creer que te ha salvado y ganarse tu confianza.

La miro algo extrañada mientras habla. Parece que se la hayan follado en fila, bueno. ¿Cómo puedes acostarte con "más de los que recuerdas"? Eso es lo que hacen las zorras esas a las que nunca soporté. Que no pueden estirar las rodillas del callo que tienen. Y, desde luego, a Ben le faltan dos kilos de tetas y cara de guarra para parecer del club.

-Los hombres son basura -escupo, frunciendo el ceño-. Una vez intenté estar con mujeres porque no los aguantaba, pero creo que soy un vulpus solitario, ¿sabes? No necesito a nadie. Los abrazos son para mariconas.

Creo que he bebido demasiado veneno del desierto.

-¿Suerte? -. Me echo a reír, escandalosa. No obstante, cuando me sereno...-. Creo que sí, ¿sabes? -admito-. Siempre creí que era muy desafortunada. Y ahora echo la vista atrás y es como... "Hostia, qué patada en la boca tenías, Njorthrbiartr", o algo así. Se queja siempre el que menos derecho tiene, eh...-. Le acerco el vaso-. Solo uno más. El último.

Ben la miró, entretenida. Podía ser lo que Frikka quisiera. A ella, muy a su pesar, debía reconocer que le daba lo mismo, porque tenía cama y comida caliente y techo y chimenea todos los días, y eso no se cambiaba por nada del mundo. Por nada de nada.

Levantó el labio inferior, con cierto aire de pena, cuando su compañera habló. No le gustaba aquello. Se encogió de hombros.

-¿Tú crees? La verdad es que yo me aburro rápido de ellos, pero de ahí a que sean basura... No sé, los hay majos -comentó, con una mezcla en la voz de diversión e indiferencia. Luego negó, con una pequeña sonrisa-. Ah, pobrecita.

Luego volvió a mirarla. Le sirvió el vaso rápidamente, y luego se sirvió el suyo y lo apuró a toda velocidad. Le estaba entrando ansiedad, y no podía permitirlo. El licor la espabilaría y se relajaría.

La verdad es que me está desvelando unas cosas que no me esperaba de ella. Supongo que así, a primera vista, creí que...
Bueno, la rara soy yo, supongo. Y tampoco es que a estas alturas esos temas me quiten el sueño. Habré madurado al respecto, o así.

-Quizás haya exagerado -termino por murmurar con la boca pequeña, hundiendo un poco la cabeza entre los hombros. Empiezo a ver difuso por la colonia esta-. No le des vueltas. Soy un poco petarda. Pero se supone que esto era una celebración-. Brindo con ella antes de apurar el que será mi último chupito de fuego-. Por tu éxito en Ignis, gracias al cual he probado el sabor del fuego.

Y, de nuevo, toso. No creo que pueda acostumbrarme a esto. De hecho, diría que estoy un poco mareada. Es lo normal, por intoxicarme.

Me termino la galleta. Por qué no. No es mal momento.

-¿Y qué tal se portó el plumoso ese? No parece un tipo muy valiente, sabes... -le comento, inclinándome un poco hacia ella.

FdR- pauze