Comedor

Ben mostró una enorme sonrisa, asintiendo al brindis. Sintió el impulso de levantar su vaso para corresponder, pero no lo hizo. Si algo había aprendido con el alcohol era que brindar con un vaso vacío era de mal agüero. No iba a estropear las cosas con semejante tontería. En lugar de ello, asintió, y metió el dedo en el vaso, rebañando los restos de licor, antes de llevarse el dedo a la boca con gesto extraño.

Se encogió de hombros a la pregunta, entre pensativa y ausente. Al fina, acabó por recodarse en la mesa y formar una mueca divertida.

-Bueno, creo que no es precisamente un tipo experimentado. Estaba un poco perdido, creo. Hasta me hizo sentir veterana y todo. A mí, ¿te lo puedes creer? Pero bah, tampoco diría que fue mal la cosa. Muchos detalles tampoco tengo, que cada uno se fue por un lado.

Hizo amago de servir de nuevo a Frikka.

No puedo evitar una risilla entretenida, una breve burla. Y no es que yo sea aquí la polla, pero me lo imagino, al larguirucho, actuando con esa manera atolondrada suya. Y cuando digo manera también me refiero a amanerado, de alguna forma.
Quizás soy demasiado mala con el pobre chaval.

-Eso es que te vas metiendo en materia -le comento, sintiendo el ardor extenderse por todo mi cuerpo. Ya estoy como en un día de verano-. Pronto tendrás pequeños cachorros a los que adiestrar sobre el arte de la guerra y así. Es el ciclo de la vida.

Niego efusivamente cuando hace amago de servirme. El mundo se sigue moviendo un poco incluso cuando ya he parado. Vaya desastre.
Me llevo una mano a la frente, mareadilla.

-Mejor que no, eh. Por mí ya ha sido suficiente. No me malinterpretes, no es por blanda... Es más que eso hay que reservarlo, ¿sabes? Buenas ocasiones las habrá siempre, pero no siempre te traerás una botella de licor para celebrar cuando...

Buf... Demasiadas palabras.

Ben se llevó la palma abierta al pecho, mirando a su compañera con expresión de júbilo. Había olvidado el agobio, y la miraba exultante.

-¿Yo? -preguntó, sin creérselo-. Ay, quién me vería...

Aunque no le parecía del todo bien, accedió a dejar la bebida, y con un asentimiento solemne, cerró la botella. Miró a Frikka con curiosidad.

-No más -prometió-. Solo un poquito luego. Pero no más. Pero por esto no te preocupes, que está para gastarlo. Además, seguro que aquí tienen más. ¿Nunca has pedido? Yo tampoco. Pero seguro que tienen. ¿Hay algo que no tengan aquí? Quiero que me sirvan higadillos de dragón. Seguro que también tienen.

Asiento enseguida. ¿Y por qué no?

-Tú misma. Claro. Seguro que ya han llegado un par de novatos a los que podrías hasta mangonear. Tú siempre échale cara, que aquí veterana ya lo eres. No para todos, pero en cierto modo...

Hablo muy bien, sí, pero noto la cabeza nublada de cojones. De hecho, cuando me doy cuenta llevo un buen rato callada. Estaba mirando algunos de los borrones que se van poniendo sobre las cosas para difuminarlas.

-Aquí puedes pedir lo que sea. Una vez pedí algo de beber también con Narbe, no sé si lo conocer... Un gran tipo... Y... No sé qué era, pero no estaba mal, ¿sabes? Era como... rojo-. Dejo ir una risilla, algo tonta-. ¿Pedimos higadillos de eso? Qué asco... Pero tienen que ser una buena fuente de hierro.

Ben hinchó el pecho con orgullo. Veterana. Ella. Sonaba a chiste, desde luego, pero no podía evitar tomarlo con seriedad. Asintió, convencida. Al final, acabó por acomodarse más contra la mesa.

-Bueno, a mí me llega con lo que me dan aquí, no necesito títulos -declaró, finalmente. Suspiró, relajada y feliz-. Diría que hasta me sobra, pero una es idiota hasta el punto justo, entiéndeme. No voy a pedir menos si me dan más.

Ben rió, entretenida. Mostró una sonrisa traviesa.

-¿Asco? Qué va, eso tiene que ser delicia. Imagina: higadillos de dragón en licor de fuego. Eso sí tiene que ser increíble. ¿Y lo bueno que podría estar? Pero creo que como insista me va a repetir la comida durante tres días. Aunque el lomo estaba bueno, así que...

Desde luego, se conforma con lo que le den. Está bien eso de la no excesiva ambición, quiero decir... Los que piden mucho son los primeros a los que matan, o algo así. Realmente saber conformarse con lo justo está bien.
No sé. Yo de pequeña siempre quería conseguir más. Y si era más que Fenris, mejor que mejor. Aunque bueno, al final según en qué creo que recibía menos.

-Tú pide, pide. Que si cumples no habrá quien se te queje... -la tranquilizo, con una sonrisa un tanto demasiado apacible.

Aparto el vaso de mí. Que la tentación hace sucumbir. Aunque tampoco es que esté muy bueno. Sabe a eso. A fuego. Y yo del fuego prefiero lo que se cocina con él que él en sí mismo.
Y la luz. Uf la luz. Qué jodienda.

-Higadillos de dragón... -murmuro, y dejo ir una risa-. Higadillos. Suena a que son simpáticos, ¿no? Así, como amistosos. Sino serían... higadones o... Higas de puta o así...

No puedo evitar un resoplido. Ha sido malo hasta para mí. Incluso en este mundo que se difumina me doy cuenta.

Ben alzó un dedo y las cejas, muy seria de pronto.

-Ah, no, no, no, no, no, no -declaró con firmeza-. Primero cumplir. Luego pedir. Así es como se vive bien. No sea que venga alguien a echarte de una patada en el culo.

La carcajada de la chica resonó por toda la habitación, escandalosa. La idea de unas vísceras de ojos grandes, nariz respingona y sonrisa perenne había desencadenado su risa floja. Tardó un rato en detenerse, y aún tras hacerlo, seguía escapándosele alguna risita de vez en cuando.

-Pff... Pobres... Ay... No... -No se veía en condiciones de formular una frase completa.

Extiendo una mano hacia ella para darle dos o tres palmadas en el brazo, aunque cuando dejo de contar llevo siete.

-Bueno, mujer. Cumplir has cumplido. Ahora pide. A eso me refiero -le digo, sin más.

Aunque sean unos higadillos de esos...
Higadillos.

Cuando quiero darme cuenta, su risa se me ha contagiado, y también yo río sin demasiada delicadeza, terminando por llevarme las manos a la barriga. Que me empieza a doler.
Paro la risa como puedo porque creo que si sigo voy a echar fuego por la boca, como los dragones. A vomitar lava. A...

Echo un vistazo a uno del servicio que se nos cruza y nos mira. Vaya idiota.

-Deja de reír que me río yo -terminé por quejarme, aunque aún con la sonrisa en los labios, más tranquila-. Aunque es bueno para la vida. Dicen que la alarga. La vida...

Y Gerry se debe de creer que alarga la polla, porque la sonrisa no se la borra ni Efesto, hostia.

La felicidad de Ben era patente en su expresión. De verdad necesitaba repetírselo mentalmente, una vez tras otra, para estar segura de que aquel sueño tan realista, o aquella realidad de ensueño, o lo que fuera que tenía ante sí, seguía adelante. Asintió, contenta.

-Y que cumpla mucho más tiempo -añadió, envalentonada.

Negó con la cabeza, moviéndola de un lado a otro hasta que sintió que se mareaba. Fijó entonces, como pudo, la mirada en Frikka.

-¿Y tú quieres morir joven? -se burló, todavía entre risas. De pronto, retomando la seriedad, se levantó y dio un golpe en la mesa-. Nos vamos. De parranda -. En seguida le entró de nuevo la risa floja.

De nuevo, dejo ir una sonora carcajada. No tengo muy claro por qué.
Bueno, a ver. Lo tengo un poquito claro.

-Hay que cumplir hasta el final. Guerreras de corazón -coreo, entretenida, haciendo el amago de chocar una copa en el aire, aunque no tengo nada en la mano.

Morir joven...
Dicho como lo he dicho, hasta lo parece. Resoplo, en una risa evidente. No sé qué decirle, la verdad. Pero cuando proponer salir por ahí no imagino nada mejor que eso. Así me liberaré de este calor tan sofocante. ¡Con aire fresco!

-Vamos, vamos -canturreo, levantándome de un salto. Y vaya mala idea, porque el mundo no se ha asentado-. La noche es joven, y más para nosotras.

Qué de puta madre, joder. Un plan. No es el habitual, pero hoy me apetece. Será, estoy segura, divertido.

*se marchan a quemar las calles con el fuego de sus corazones*

Cuando llegó a Brontë, no imaginaba que el clima iba a ser tan duro. Ha traído toda su ropa de abrigo, e incluso se ha preocupado de comprar algo extra. Pese a todo, es evidente que no es suficiente. Kyoti, que siempre ha tenido un concepto amigable de Fulmen, empieza a acercarlo en su cabeza a la idea que tiene de Aqua, y eso no resulta demasiado agradable.

Le moquea la nariz, por más que insista en limpiarla con un pañuelo, tan a menudo que se le ha puesto roja. También tirita un poco. Y, aunque no tiene mucha hambre, acaba por decidir que un plato caliente puede ayudarlo a combatir el frío.

Cuando se sienta, pide el caldo que haya. Y, como siempre se encuentra con que su petición no es suficientemente específica. Acaba por escoger una crema de verduras con picatostes. Sabe que más tarde se le abrirá el apetito, pero por el momento es suficiente. En cuanto tiene el plato delante, lo prueba, ignorando la posibilidad de que esté demasiado caliente. Cualquier calor es bienvenido en una situación así.

*Cena*

Ya se va haciendo tarde, y con el frío parece que se nota más. Además, desde que el otro día me dio por salir, de listo, he tenido un leve dolor de garganta, aunque por suerte parece que no ha derivado en nada más. Pero, de todos modos, debo cuidarme, y dormir adecuadamente ya es, de por sí, una buena forma de prevenir.

A estas horas no hay mucha gente cenando. No llevan un horario como el de Lumen, es evidente, ni siquiera con estas noches tan ingratas. Y no conozco a nadie, aunque no me importa comer solo, claro...
De todas formas, me llama la atención un chico que está solo en una mesa. Lo he visto alguna vez en las habitaciones, aunque no he llegado a hablar con él. Diría que no lleva demasiado por aquí, aunque no lo podría asegurar, claro...
Soy algo despistado en lo que a personas se refiere.

Antes de acercarme ya he escrito el mensaje en la pizarra. "¿Te importa que me siente?" De esa forma solo tengo que acercarme a la mesa y mostrárselo con una sonrisa amable.

Últimamente estoy algo aislado, pero no sienta mal charlar un rato antes de irse a dormir.

La reacción de Kyoti ante la pizarra que aparece frente a sus ojos es de absoluto estupor, aunque intenta disimularlo como mejor puede. No tarda en subir la mirada del texto al chico que lo sostiene, un claritas evidentemente joven que sonríe frente a él. Conteniendo su extrañeza, le devuelve una sonrisa amable. ¿Será un juego? ¿Un voto de silencio? Desde luego, es llamativo.

-No, claro que no, el comedor es de todos -responde, haciendo un gesto hacia una silla para invitarlo a sentarse. Detiene el gesto a la mitad, frunciendo el ceño-. Bueno. De todos no. De los Campbell. Pero se puede usar. Es decir. Estamos como de alquiler, ¿no? Aunque no pagamos. O sí, pero no con mithones. Bueno, yo no he pagado. No sé si...

Su voz va muriendo a medida que se da cuenta de lo estúpido de su monólogo. Algo apurado por abusar tanto del habla frente a una persona tan silenciosa, acaba por callar, sintiéndose algo tímido. Cerrando su discurso con un suave carraspeo, decide mantener solamente la sonrisa.

Pocas personas te rechazan por aquí si ofreces compañía en la cena. La mayoría son bastante amables, aunque no sé si será que yo parezco algo desvalido y les doy pena o así. La cara de crío.

Sonrío divertido a su comentario mientras tomo asiento. Enseguida parece aturullarse mientras habla, por lo que asiento, tranquilizador. Borro entonces la pizarra con el puño, para poder intervenir también.
Es que no me he presentado.

"Tranquilo, te entiendo." "Soy Jun."

Desde luego, sí que es nuevo. Ya no hay duda. Y lo digo yo, como si fuese un veterano, bueno...

En cuanto se acerca un miembro del servicio a traerle su comida estoy a punto de pedir lo mismo, pero no llego a hacerlo. Es crema de verduras... Aunque lo de comer con cuchara pinta bien, y más para la garganta.
Termino por pedir una sopa de pollo. Eso me sentará bien.

Kyoti llega a atragantarse cuando se da cuenta de que no se ha presentado. Por un momento, se plantea si no debería hacer él también voto de silencio. Quizás eso le serviría para mantener la boca cerrada y limitarse a los datos importantes.

-Ah, sí, claro, eh... ¿Jun? ¿Se pronuncia así? -Carraspea, algo nervioso-. Yo soy Kyoti. Recién llegado. Bueno, aunque supongo que se nota. No es que me considere un inútil y carnaza, ¿eh? Es decir, tampoco es que tenga experiencia... En fin.

Consigue, por fin, cerrar la boca, y decide ocuparla con una cucharada de su cena para calmarse un poco. Una vez a tragado, lo mira de nuevo con su suave sonrisa.

-¿Tú llevas mucho por aquí?

Cuando lo pronuncia asiento, sonriente. No es un nombre muy difícil. Y vaya suerte, porque como lo fuese y sin poder hablar iba a tener un problema. Quizás el abuelo lo eligió así por eso. Aunque no es algo que haya pensado hasta ahora.
Puede ser solo casualidad.

Empieza a atropellarse de nuevo. Pese a lo que diga, no puedo evitar pensar que sí que parece menos un guerrero que otros. Que no es que tampoco tenga mucho que opinar yo sobre eso. Quizás sea esa forma de expresarse insegura.
Me recuerda vagamente a Lluvia, aunque no sea exactamente lo mismo. O quizás a mí... ¿Puede ser que me recuerde a mí?

"Tranquilo, llega gente continuamente. Seguro que te acostumbras pronto." "Yo llevo algo más de un año, diría. Pero hace poco" "que empecé más en serio con lo de luchar, podría decirse.", le voy explicando.

Lee atentamente lo que el chico le escribe, aprovechando sus intervenciones para mantenerse en silencio, limitándose a asentir, y seguir cenando. Cuando el claritas termina, Kyoti espera un poco más. Quiere asegurarse, antes de soltar la lengua otra vez, de que no está interrumpiendo. Pero, finalmente, parece que es su turno.

-Yo aún no sé muy bien cómo funciona esto -reconoce, un tanto apurado-. Creí que habría alguna organización conjunta, pero por lo que he visto, no lo parece. Y no quiero decir que esté desorganizado, que en realidad no he visto gran cosa... -Carraspea, buscando avanzar en lo que dice-. Pero bueno, supongo que tendré que ponerme con el arco y ya está. Es que siendo arquero es un problema, ¿sabes? Estoy acostumbrado a cazar, pero esto lo veía más como... que otros luchan y yo los apoyo desde lejos, ¿sabes? Ay, estoy sonando como si me desentendiera de todo, y tampoco es eso...

La idea de enfrentarse directamente con alguien no lo atrae. Necesita mejorar todavía con su arma antes de combatir por sí mismo, y esperaba que sus compañeros lo integrarían en un grupo de combate. Pero, por el momento, no ha encontrado que tal cosa exista.

En lo que escribo llega mi cena, y para cuando lo hace y he terminado es el turno de Kyoti, así que puedo calentarme un poco el cuerpo con la sopa. La verdad es que se agradece.
No obstante llego a quedarme con la comida a medio camino cuando menciona lo del arco, y se me dibuja una sonrisa involuntaria. Supongo que eso sí explica un poco por qué no es el prototipo de guerrero alto y fuertísimo.

"Yo también uso el arco.", le explico, escribiendo con cierto entusiasmo. "Y la magia, podría decir." "Si no te sientes muy cómodo podemos" "tirar juntos un día, y así me activo." "Y de paso te explico lo que necesites." "Aunque tampoco es que yo sea muy experto."

Aunque él dice algo de cazar, y yo no he disparado flechas a nada vivo hasta ahora. Quizás lo apropiado sea que él me enseñe a mí...

Kyoti alza las cejas, sorprendido por la coincidencia. Aunque el chico no cumple un perfil de guerrero convencional, encuentra agradable dar tan rápidamente con otros miembros de la artillería. Sin embargo, cuando él menciona la magia no puede evitar sentirse algo abrumado.

-Vaya, eso siempre lo he visto un imposible... -reconoce, sintiéndose algo torpe-. Es decir. Creo que con muchos hechizos puede aprovecharse la puntería tan bien como con el arco, pero nunca se me ha dado bien el fuego. Bueno, para ti no es el fuego, claro. Causa admiración, de todas formas. Supongo que tengo mucho que mejorar.

Continúa con su crema. Le parece una buena excusa para dar al chico tiempo de tomar la pizarra y responder. Debe resultar un engorro mientras come, ya que tiene que dejar todo el rato la cuchara. Y el hecho de escribir parece un engorro en sí mismo, aunque él lo hace tan deprisa que pierde esa sensación.

No es buen mago. Eso podría ser un problema, supongo, si se viese sin su arco. Porque tendría menos formas de defenderse. Pero supongo que todo el mundo tiene opciones y habilidades. A fin de cuentas, si está aquí es por algo. Y él llamado, no como yo, así que con más motivo...

"Estoy seguro de que ahora que estás aquí podrás hacerlo." "Hay mucha gente fuerte. Me han ayudado en varias" "ocasiones. No será distinto contigo, estoy seguro." "Y siempre que necesites algo estoy yo, claro."

Bueno, no siempre... Estoy cuando estoy. Pero si estoy, no tengo problema con ayudarlo. He de admitir que me hace sentirme un poco más... apto, por así decirlo. Es como que por fin puedo ser de ayuda, o algo así.

Kyoti llega a sentirse arropado por el entusiasmo de su nuevo compañero. Resulta agradable ver que otros están dispuestos a ayudar a uno cuando este acaba de llegar y se siente perdido. Sonríe, agradecido, y asiente.

-Me gustaría mucho contar con tu ayuda -asegura, convencido. Y entonces duda-. Si no es molestia. No quiero hacerte perder tiempo que puedas emplear en mejorar tus habilidades, por ejemplo. Pero me gustaría disparar contigo. Creo que eso sé hacerlo bien, y tengo un par de trucos. No es gran cosa, claro, no te confundas...

No tiene intención ni esperanza de impresionar a nadie. Para cuando Brontë pidió su colaboración, el ejército llevaba ya un tiempo en activo, y Kyoti había oído hablar de él. Sabe que hay muchos por encima, pero espera poder servir en algo.

Niego enseguida. Es incluso eso, una satisfacción. me siento orgulloso de poder ayudar. Eso no está muy bien, porque parece que o haga por mí, pero tampoco es que sea así, claro...

"No te preocupes. Me he ofrecido yo mismo.", lo tranquilizo por si acaso. "Puede ser interesante para los dos." "Yo también tengo mucho que aprender." "No esperes algo increíble."

Charlamos un rato más, mientras acabamos la cena. Al final ha sido agradable acercarme a él. Me ha animado un poco, que llevo un tiempo apático. Y además es simpático.

Cuando ambos terminamos la comida, puesto que parece que ninguno es de acostarse demasiado tarde, volvemos juntos hacia las habitaciones.

*se van*

Asentí con entusiasmo a sus palabras. La verdad era que llevaba un tiempo desde mi vuelta, pero entre una cosa y otra no había podido ver a Adain hasta aquel momento. Pero siempre era buen momento si había comida y buena compañía.
Aunque de momento no hubiese comida.

-¡Oh, sí! Me alegró mucho volver por allí, aunque no pasé por casa y no pude ir de visita. Pero espero poder hacerlo en otra ocasión -comenté, tragando y bebiendo un sorbo de cerveza. Estar con él, además, me ayudaba a no frustrarme por la carta de mi padre-. Y me llevé una buena quemadura -añadí, torciendo la sonrisa sin perderla, remangando un poco la camiseta para mostrar cómo el tatuaje de mi brazo había sido borrado en algunas zonas de la cabeza, dando paso a una cicatriz aún reciente-. Pero misión cumplida, como se suele decir. A las damas les gustan las heridas de guerra.

Me incliné un poco hacia adelante cuando volvió a hablar, y di un par de vueltas a mi cerveza en la mano, con una sonrisa divertida.

-¿Que no ha pasado nada interesante? ¡Venga ya! Ayer me dijeron que estuviste en Ignis, también. Tu primera misión, ¿no? ¿Te sirvieron las enseñanzas de la espada?

Justo terminaba de hablar y llegaba mi plato con costillas y la comida de Adain. Aquello daba un punto más a la noche.