Comedor

*se va*

Estoy sentado, solo. Espero que la cena llegue pronto, porque la verdad es que me muero de hambre. Hoy me he permitido ser goloso y he pedido chocolate caliente con bizcocho, lo mejor para el frío, aunque lo cierto es que el día para permitirme ser goloso no es hoy, exactamente. De todos modos no he podido evitarlo. Entre el hambre y el frío...

Dentro del comedor me quito la bufanda que cada vez llevo más a menudo. El otro día llegó a nevar un poco, y eso que todavía no ha llegado el invierno. Este año tiene pinta de ir a ser frío, pero de momento lo voy soportando.
La verdad es que casi apetece irse de aquí solo por el frío y la humedad, pero hay muchas otras cosas buenas que hacen que quedarse suene mucho mejor. Así que el chocolate me bastará por hoy para combatir al clima.

*se queda*

Justo estoy recibiendo mi humeante taza de chocolate y mi generoso trozo de bizcocho cuando escucho mi nombre y me tenso. Mi gesto, sumado a la torpeza que me hace estar a punto de derramar la taza, hace sonreír al chico del servicio que me lo ha traído. Le dedico una mirada de disculpa con una sonrisa algo avergonzada, dejando el chocolate en la mesa antes de nada, y entonces me giro, curioso, hacia el que me llama.
Lo he visto solo una vez, se llama Adain, pero enseguida sonrío animado. Me cae bien. Y siempre es agradable comer acompañado.

Niego un par de veces, y le indico con un gesto suave que se siente donde quiera. Acerco entonces el plato de bizcocho hacia él, mirándolo curioso. Si quiere...
Tampoco es como si no pudiera pedir más si luego sigo teniendo hambre.

Perezoso hurgo en un bolsillo, dando con la pizarra y la tiza, que dejo sobre la mesa.

"¿Qué tal?", escribo, mirándolo curioso.

Tengo hambre, pero el chocolate está ardiendo y quizás no esperarlo fuese de mala educación...

Lo prueba incluso antes que yo, y su veredicto me anima a hacer lo mismo. Al fin y al cabo ahora puedo. El Abuelo siempre decía que debía esperar a que los demás empezasen a comer también, pero él ya lo ha hecho.
Al tomar un bocado, entonces, no puedo estar más de acuerdo con él. La verdad, no estaría de más aprender a hacer cosas como esta... Nunca en mi vida he cocinado.

Verlo hablando me anima. Me gusta la gente que habla bastante porque así lleva el peso de la conversación. Es agradable. Así que lo escucho con atención hasta que termina.
Además de todo está animado, y eso también es agradable.

Asiento, indicando que estoy bien. Eso no hace falta escribirlo. Luego dudo sobre qué contarle.
Lo cierto es que tampoco es que haya hecho mucho más que estudiar estos días.

"He estado leyendo porque hace frío.", le explico. "Soy algo friolero. En Lumen no hace este tiempo."

Ni la lluvia...
La verdad es que Fulmen es precioso, pero el tiempo en invierno no se puede decir que ayude. No quiero imaginar cómo será Aqua...

La verdad es que habla más de lo que esperaba. Eso me hace sonreír. Es simpático. Me gusta la gente que habla y es simpática. Bueno, supongo que esa gente le gustará a todo el mundo, claro...

Me entretengo mientras ceno con su charla. Alzo las cejas cuando descubro que ha estado viviendo en Ignis, y me apresuro a escribir, curioso, por saber un poco más.

"¿Has estado en Ventus y en Ignis?" "Tuvo que ser muy diferente." "¿Cuál te gustaba más?"

La verdad es que son unas preguntas que suenan bastante extrañas, bien pensado, creo...
Y entonces, cuando sigue hablando, me doy cuenta. Todo lo que dice... resulta tan...

Apoyo ambas manos en la mesa y me levanto, emocionado, mirándolo fijamente. ¡Claro! ¡Por supuesto!
Enseguida me pongo a escribir. Creo que la pizarra no me va a dar para explicar todo lo que quiero decir, así que lo mejor es pedir esto...

"¿Puedo ir contigo cuando pruebes?", le pido, con una gran sonrisa.

Seguro que eso me puede ayudar mucho. Sus experimentos para volar, mis experimentos para el ala de Lluvia...
Pero bueno, diciendo lo que dice parece que no ha pensado que...

"¿Y no has probado primero desde un lugar menos elevado?" "Una roca, una cuesta, una rama..."

Lo miro, curioso. Tampoco es que tenga que saltar de una torre, ¿no? Puede buscar algo más seguro...

La verdad es que es una historia interesante. Yo no sabía eso de qué era mudarse hasta que me vine aquí, y tampoco creo que la mía sea una historia muy normal que se diga, así que supongo que no sirve.

Ventus...
Siempre he querido ir a Ventus. Tiene que ser un sitio impresionante, pero ni siquiera he estado en Humus, así que no he visto del continente más que ilustraciones. Quizás algún día tenga la ocasión de subir hasta allí. Tiene que ser precioso...
Pero todo... Incluso volar. La verdad, envidio un poco a los aether. Me parece una habilidad increíble. Puede que sea por eso que incluso quiero ayudar a Lluvia todavía más.

"Pues me das más ganas de viajar." "Yo he estado en el Templo de Fulmen y fue magnífico." "Pero apenas he recorrido mundo, admito."

El Templo de Fulmen... Desde luego, cuando se me permitió estar en semejante monumento me sentí honrado. Es la única vez que viajé desde que volví a Brontë, un viaje que no fue de Brontë a Lumen y viceversa, y la verdad... Fue espectacular el haber podido estar en un lugar tan importante. Pero no sabría describirlo...

Asiento con entusiasmo cuando pregunta sobre ir con él. La verdad es que ver unas alas a prueba podría ayudarme mucho. Y voy con retraso en ese proyecto.

"Yo he estudiado sobre vuestras alas y vuestra magia.", le explico, recordando además mi charla con el líder. "No creo que sepa más que un aether de verdad." "Pero quizás pueda ayudarte.", propongo.

Es una simbiosis. Podría estar bien. Y bueno, claro...

"Buscaré además una forma de detener una posible caída.", se me ocurre añadir, con pulso veloz y una gran sonrisa.

Eso no será difícil de conseguir. Ya se me ocurren muchas formas de lograrlo. Y casi todas factibles.

Lumen...
Se me dibuja una sonrisa al pensar en casa. Casi siento el calor... Aunque de hecho aquí soy feliz de una forma muy diferente. No sabría decir...

"Hay muchas montañas y hace sol muchas más horas." "No hace tanto frío como aquí ni en invierno." "El clima me gusta más, y la luz, pero aquí tengo más libertad.", le explico, risueño.

Si algún día va, como dice, podrá verlo con sus propios ojos. No creo que el problema solar sea demasiado grande. Lumen no es como Caligo, quizás haya mucha luz pero eso no es tanto problema para seis de las razas como la oscuridad.

¿No se había interesado por saber esas cosas hasta ahora? El Abuelo habría dicho que es irresponsable. Bueno, de alguna forma lo es, supongo. El no saber sobre las capacidades y orígenes de uno. A mí me gusta investigar esas cosas.

"No hay un precipicio en el lago.", explico, tras negar un momento. "Pero me encargaré de buscar una forma." "Es más fácil de lo que parece."

Y es que es verdad. No es demasiado complicado buscar un mecanismo de protección para una caída.

Apuro el chocolate que me queda y me meto un nuevo trozo de bizcocho en la boca.
No podré quedarme mucho más, que mañana va a ser un día intenso. No es que lo espere, de hecho no solía serlo, pero después de lo que Lluvia insistió me he dado cuenta de que no estoy en casa. Y por si acaso...
Además de que ya suelo acostarme pronto siempre.

A él también le gusta el sol. Es normal. Esta oscuridad del otoño es desesperante. Yo no sé cómo aguantan así todo el año los que viven en Caligo y son caeruleus. Dicen que a todo se acostumbra uno, pero yo no puedo ni imaginarlo.

Niego con ansia. La verdad es que me apetece ponerme a prueba. Me gusta hacerlo.

"Tranquilo. No necesito nada." "Solo con ir me doy por satisfecho", le aseguro, con una sonrisa animada. ¿Y qué más iba a querer? Todo lo que me ayude en mi investigación está bien.

La verdad es que creo que sería buena idea ponerme pronto a buscar una solución para una posible caída, y así podré tener datos enseguida. Me alegra habérmelo encontrado.
Sin embargo es tarde.

"Debo irme ahora.", le explico. "Es muy tarde ya para mí."

Lo miro, con una sonrisa satisfecha. Me apena un poco que sea tan tarde...

Asiento con energía.
¡Qué despierto me siento pese a la hora! Y hablando de la hora... ¡Ya es mañana! Es decir, hoy...
La verdad es que se me hace raro pensar en eso.

"Nos vemos pronto, entonces." "Ha sido un placer hablar contigo." "Muy buen provecho."

Tras darle todos mis buenos deseos y una reverencia me apresuro a salir del comedor, contento.
De todos modos tengo sueño...

*se va*

Entro estirándome con una sonrisa satisfecha. Hoy ha sido un buen día. Y, por supuesto, entre el gorro de Massen y la capa de Lluvia me siento de lo más arropado, así que no me importa el frío. ¡De hecho saldría fuera incluso! Pero llueve... Y eso puede ser peligroso. Podría llegar a resfriarme. Y no quiero volver a pasar tiempo en cama, si quiero evitarlo.

Pido algo de cena, algo potente, estofado, por ejemplo, que he gastado mucha energía pensando, y enseguida me siento a esperar, impaciente. La verdad es que tengo hambre. Y hoy estoy muy contento.
No sé qué me pasa, pero bueno. No puedo quejarme de tener un día especialmente bueno.

Vuelvo a tener un par de cortes en la cara. Eso debió de ser lo único malo de hoy, que me corté. Pero ni eso duele, así que estoy satisfecho.

*se queda*

Llevaba todo el día metida en el palacio. Por algún motivo, tenía otra vez la nariz enrojecida y los ojos llorosos, y esperaba que no se me extendiera a fiebre. Desde que había llegado a Brontë me había vuelto una blandengue con el frío. Ni siquiera era invierno y yo ya estaba empezando a sufrirlo. En fin.

Sonreí al ver a Jun sentado a una mesa y no tardé en tomar asiento frente a él. Era mejor que cenar sola. Mientras avanzaba retuve al camarero, así que pude pedir un caldo de pescado antes de que desapareciera tras las puertas de la cocina. Me senté frente a Jun con un suspiro de cansancio.

-Mejor me pongo aquí, no te vaya a pegar algo -comenté sin siquiera saludar-. ¿Has salido fuera? Qué raro en ti, con este tiempo.

Saqué un pañuelo y me soné, una vez de tantas. Ya me dolía la nariz de tanto hacerlo.

Alzo la vista cando la puerta se abre y no tardo en sonreír, animado, llegando a hacer amago de levantarme. Aunque al final no hace falta.
Alzo una mano, sin embargo, saludándola cuando aún está lejos.

Cuando se sienta, viéndola mejor de cerca... Tiene mala cara.
Tanto he pensado en el resfriado y lo tengo aquí en frente... Pero no voy a ser un maleducado y apartarme, claro. Ella misma se ha puesto a distancia suficiente.

<<No he salido, pero tengo frío en los pasillos>>, explico, acomodando un poco la capa en el respaldo de la silla. <<Vaya mala cara tienes. Pobre. ¿Tu sí has salido?>>

Hoy no seré yo el que se vaya a dormir primero, creo. Aunque bueno... No es momento de jactarse. Es más para ser amable, supongo.

Miré un momento la ropa. ¿De verdad iba así por el pasillo?

-Entonces no salgas nunca, porque te vas a helar -comenté. Luego negué con la cabeza, con una risa que quedó ahogada por una tos extraña-. No, yo me parece que mejor que no salga.

Miré un momento hacia la cocina. Ese caldo me iba a sentar de maravilla. Carraspeé y me volví hacia Jun, mirando los cortes de su cara con una sonrisa divertida.

-¿Y qué has estado haciendo? ¿Jugar a ser un niño grande? -pregunté.

No me olvidaba de aquella vez que me había venido a enseñar aquel pelo invisible que tenía en la barbilla. Había sido una escena graciosa. Mithos, de verdad parecía un crío entonces. No era solo el aspecto, eran también aquellos detalles.

Me encojo de hombros con una sonrisa. La verdad es que soy bastante friolero, no vamos a negarlo. ya ha quedado patente, de todos modos. ¡Y ella ya debería saberlo! Me ha regalado un gorro bien abrigado, al fin y al cabo...

Me llevo la mano a la cara cuando se burla, tensándome un poco, algo azorado, apartando la vista un momento. Crecer ya resulta bastante vergonzoso como para que...
Llega la comida entonces y sonrío, aliviado, volviendo a mirarla.

<<No luego. Crezco.>>, le respondo, ladeando la sonrisa.

Que no se crea ella aquí la única que lo hace. Ya le saco un buen trozo.

<<Bueno, ¿y desde cuándo estás enferma? ¿Cómo te encuentras?>>, pregunto entonces, adoptando un gesto algo más preocupado.

Escucho mi nombre de pronto, lo que me hace alzar la vista involuntariamente. Y voluntariamente también, claro, que respondo cuando me llaman.
No tardo en ver a Adain y sonreír, haciendo un efusio gesto con la mano, de saludo. Niego enseguida, moviendo las manos.

<<Tranquilo, no te preocupes.>> Me doy cuenta entonces de que él no puede entenderme y miro a mi amiga, risueño. <<Se llama Adain.>>, deletreo. <<No hay problema, ¿no?>>

Rebusco rápido en mis bolsillos, sacando la pizarra y unos trozos de tiza, que dejo sobre la mesa. Esto empieza a hacerse complicado, pero creo que podré sobrellevarlo.
Le indico con un gesto que tome asiento a mi lado, si lo desea. Ni siquiera he dado el primer bocado.