Comedor

Otro Pollo acepta gustoso la comida que le ofrece Io, y lo contemplo un instante, risueño, antes de dar un tercer trozo a Rina, que ha engullido lo suyo sin reparo.

-Comen solos -explico, con un asentimiento-. Pero esta -señala a Rina entonces, con un leve gesto- trata de imponerse continuamente a ese -indica, haciendo lo propio con Otro Pollo-. Es el polluelo fuerte, es normal. Está en su naturaleza tratar de ganar toda la comida de su madre y está en su naturaleza que uno de los dos muera. Pero no es mi intención que muera, por lo que mientras no sea un poco más fuerte lo alimento yo-. Se encoge de hombros, risueño-. Y es divertido -añade, tomando él mismo algo de comida-. Te identifican como benefactor. Es importante que entiendan eso en primer lugar para establecer unas jerarquías.

Vaya, primera cosa con sentido que le oigo decir. Asiento. No me gusta mucho la forma en que lo expresa, pero desde luego el pequeño necesita ayuda para salir adelante. Los pájaros tienden a ser animales crueles. No deja de ser supervivencia, pero eso no le resta crueldad.

-¿Qué harás con ellos cuando crezcan? -pregunto entonces.

Porque, por cómo habla, suena a que va a mantenerlos consigo. Me pregunto cómo y dónde. Vilo ya está tomando territorio en el bosque. No sé cómo de territoriales son ellos, pero no quiero problemas. Aunque si pretende domesticarlos tanto, quizá hasta los estabule.

Johan come un poco más, pensativo, y termina por encogerse de hombros. Cuando la mira de nuevo y le sonríe resulta un poco más agradable, más sincero.

-Yo me ofrecí a quedarme con uno, de modo que lo cuidaré hasta que pueda valerse por sí mismo. Estoy evaluando, además, sus hábitos y comportamientos, o su inteligencia... Esas cosas -explica, acariciando un poco el plumón de Rina, que le pellizca los dedos, buscando más carne-. Si resulta que son muy valioso quizás los venda a alguien que quiera entrenarlos, o para usar como montura. Las monturas aladas son muy valoradas para los que no son aether.

Nunca los vendería, eso lo tiene claro. Johan no los ha llevado consigo para entregarlos a cualquiera que desee un animal. Pero tampoco resulta importante.

¿Por qué tiene que sonar tan...? ¿Amoral? Ni siquiera sé si es la palabra que busco o si trata el tema como lo trataría cualquiera. Su preferencia es evidente. Aunque si su interés es el dinero, no sé cómo no se plantea cuál le va a dar más. Ya de hacer estupideces...

Al menos parece que, efectivamente, sabe cuidarlos. Me pregunto si es una cuestión de saber o de querer. Quizá tenga alguna intención de asegurarse de en qué condiciones están una vez vendidos. Mithos, ¿por qué tiene que tratarlos como a bienes? ¿Quién, más que él, ha decidido que son una propiedad? Es desesperante.

-¿Solo cuidarás a uno? -pregunto, con tono de broma que esconde mi auténtica preocupación-. Supongo que el valor que tengan es el que cada uno les dé.

Y eso es lo que hace que rateros incapaces de valorarlos como tú se cieguen ante el dinero. Me centro en mi cena, que acaba de llegar. Me estoy poniendo de mal humor.

Asiente con suavidad, ofreciendo finalmente a Rina esa comida que tanto pide, con gesto relajado.

-El otro lo cuidará mi novia -explica, con suma naturalidad-. Vino conmigo a buscarlos, y lo cierto es que fue ella, de alguna forma, la que propuso como solución traerlos. Pero como nuestra relación es buena y sé más de aves que ella me encargo la mayor parte del tiempo. No obstante, a veces, por supuesto, es ella la que se hace cargo.

Se mete un bocado de verduras en la boca y la mira sonriendo de lado, tremendamente tranquilo. Es inevitable darse cuenta de que le gustan los animales. Le gustaría hurgar en su cabeza y saber qué piensa, pero Johan lo ve fácil de suponer.

-Bueno, eso desde luego. Lo ideal sería devolverlos a la naturaleza.

De nuevo, asiento. Y de nuevo, suena turbio. ¿No le corresponde a él pero planea venderlo? Venderlos a ambos, ha dicho. No sé. Pero supongo que no soy nadie para decir nada. Es demasiado confuso para seguirle el juego, y yo no soy ninguna cotilla, así que lo dejo estar. Como explicación, es suficiente por sí sola.

Me centro en la comida hasta que vuelve a hablar. Tengo que controlarme para evitar un gesto de desagrado. Despacio, alzo la vista y vuelvo a asentir, con una sonrisa suave.

-Eso por supuesto. Aunque requiere una clase de educación muy diferente a la domesticación -señalo. Quizás no por el momento, pero si se dedica a llevarlos en brazos y darles de comer en la mano... - ¿Es una opción que consideráis?

Como ella, come. Rina, por su parte, viendo mermada la atención, acaba por acercarse a su hermano para apartarlo de donde se encuentra. No parece tener una intención particular más que la de reclamar esa zona, de alguna forma. Sin embargo no le hace daño y Otro Pollo se retira un poco, obediente.

Johan la mira cuando dice eso. En efecto, la requiere. De hecho, él pretende no domesticar, sino adiestrar, a Rina. En cuanto a Anna, no lo tiene claro. Ella prometió que se haría cargo de la mitad de las responsabilidades, y él espera que cumpla.

-En función de la decisión se les dará una educación concreta -aclara-. Ella, por lo que sé, quiere quedárselo, aunque no sé si es consciente de lo que su propia decisión implica.

Johan tampoco tiene claro que Anna haya decidido eso. O, mejor dicho... Johan no tiene claro que Anna sepa todavía lo que conlleva su decisión de Aqua.

La sumisión del cachorro más pequeño me parte el alma. Desde luego, sin ayuda no podrá sobrevivir. La idea de soltarlo, desde luego, resulta inviable ahora mismo. Los observo a ambos, sin dejar de lado mi comida. Supongo que ninguno lo tendría fácil en estas condiciones...

-Tiene sentido -respondo, escondiendo mi aburrimiento. Él habla como un hombre de negocios, la verdad-. Supongo que el tiempo dirá, efectivamente. Los animales no siempre son previsibles, al fin y al cabo.

Vuelvo a mi comida, pensativa. Ni siquiera tengo que mirar a Vilo para descubrir que, efectivamente, se está limitando al agua. Espero que haya comido bien.

Johan asiente mientras come un poco más, tranquilo. Dedica breves miradas de reojo a los pollos, de todas formas, atento a casi todos sus movimientos, aunque a primera vista pueda parecer despreocupado.
No puede rechazar, siendo sincero, que le agrada tenerlos consigo. O, quizás, "si fuese sincero" sería más correcto.

Viendo a Otro Pollo desplazado termina por ofrecerle algo de comida, y este va. Pero Rina corre enseguida a adelantarlo, al ver la situación. Esta vez Johan, sin embargo, aparta la carne risueño, pero firme. Ella pía, indignada, y Johan simplemente deposita el trozo sobre el resto y mira de nuevo a Io, que come.

-Si te preocupan, querría que supieras que cuidaré bien de ellos. Soy experto en aves -le comenta, bebiendo un poco de agua.

No entiendo qué intenta decirme. Ni cómo pretende que lo tome más en serio que en todo lo demás que dice. Aunque, según él, lo tomo completamente en serio, ¿no? No sé si pensar que es retorcido o estúpido. La diferencia es crucial, pero difícil de distinguir.

Sonrío, amable, como siempre.

-Son buenas noticias -respondo, manteniendo mi distancia.

Es lo mínimo, aunque la mayoría no sepan entenderlo. Es lo que merecen por el simple hecho de estar vivos.

Johan asiente de nuevo. Desde luego, no se trata de una chica habladora. Eso hace la situación graciosa, a su manera, aunque no deja de ser difícil acceder a ella. No es algo que le importe demasiado.

Rina parece tomarse a mal que le retiren la comida, y está a punto de atacar a su hermano en venganza cuando Johan la toma y la levanta de la mesa, manteniendo siempre el semblante tranquilo. Independientemente de la indignación de animal, que trata de pellizcarle los dedos, se comporta con suma naturalidad. Como si no lo tuviese consigo.

Le queda poca comida. Trata de acabarla sin soltar al pollo. Otro Pollo lo mira, tembloroso, sin moverse de donde estaba.

-Creo que se están alterando un poco. Quizás debería ir llevándomelos. Los cachorros siempre se alborotan fácilmente -comenta.

Empiezo a dudar que sea buena idea que crezcan juntos. Y eso que los hermanos... En fin, mejor no digo nada. Ese estúpido polluelo me está poniendo nerviosa, y eso me resulta absurdo. Alargo una mano por encima de la mesa hacia el otro animal, ofreciéndole una caricia tierna, muy despacio.

-Sí, aunque parece que le sobran energías -comento, en referencia al que ha cogido-. Probablemente sea lo mejor.

Con él, además, no puedo disfrutar mucho de ellos. Creo que me apetece estar a solas con Vilo, después de todo.

Johan ha terminado la comida y quiere fumar un poco. Está seguro de que si los saca a un sitio donde puedan correr un rato más mientras toma el penúltimo cigarro del día, o el último incluso si se ve con fuerzas, se cansarán un poco más. Rina está especialmente molesta, y aunque la haya determinado como suya no va a permitir que ataque a Otro Pollo. Es lo mínimo.

Termina por levantarse, con Rina aún en brazos, algo más tranquila. Toma a Otro Pollo con suavidad y está a punto de dejarlo en el suelo cuando es consciente que Vilo lo asustaría, por lo que acaba tomando a uno en cada brazo, de forma que pueda tenerlos controlados.

-Bueno, Io, ha sido un placer. Suelo estar por ahí, por si alguna vez quieres verlos -le dice, comenzando ya la despedida-. Que tengas buenas noches, y buen provecho.

Johan no tarda mucho más en irse, y cuando sale deja a Otro Pollo en el suelo para que se sienta libre de caminar. Rina, por el momento, tendrá que esperar a serenarse un poco más.

Al final se despide, y yo sonrío. De verdad que no sé a qué atenerme con él. No tengo ni idea de qué pensar al respecto.

-Claro. Ya nos veremos. Buenas noches -me despido, tan cordial como siempre.

No tarda en irse, y yo me quedo taciturna, terminando mi cena. Miro a Vilo. Sigue sin haber probado la comida. Al final, cuando termino, me retiro yo también con él. Se ha hecho tarde, después de todo. Supongo que hoy dormirá conmigo.

*Se van*

Entré en el comedor; había estado entrenando y tenía el estómago vacío. Acababa de ducharme, la jornada de hoy había sido algo más intensa de lo que solía hacer normalmente. Con el cuerpo cansado, el pelo todavía algo humedecido -muy poco ya- y un mono de primavera puesto -con estampado floral-, entré en el comedor, dispuesta a llevarme algo a la boca.

Me apetecía un poco de fruta, además era buena después de hacer ejercicio, con un vaso de agua para reponer líquidos. Cogí dos ciruelas -la primavera estaba llegando- y un poco de agua, y lo llevé todo en una bandeja a una mesa cercana, estaba un poco vaga.

Había alguna que otra persona, pero preferí sentarme sola y pensar en mis cosas. A veces necesitaba abstraerme un poco del mundo y dejarme llevar; desde que me había covertido en chica de Flavia tenía que entrenar todos los días, y el tiempo libre ahora era más valioso que nunca.

Le di un mordisco a una de las ciruelas, todavía le faltaba un toque para estar jugosa del todo, pero ya tenía sabor dulce. Miré de nuevo al vaso de agua, si ahora tomase un trago me sabría a rayos. Siempre me pasaba lo mismo.

Sin darme cuenta, ya me había acabado las dos piezas de fruta. Dejé as pepitas en una servilleta y lo llevé todo de nuevo en la cocina. Finalmente, bebí del vaso de agua, sintiéndo un sabor amargo y desagradable.

Estaba cansada, debía descansar un poco, o, al menos, relajarme.

*Se va*

Incluso si se mantiene lejos del centro de la sala, lejos de la cocina, lejos de la puerta, es evidente que la atención gira irremediablemente hacia ella, que es ella la que crea ese ambiente extraño, sensual y electrizante, mientras espera tranquilamente, sentada en una mesa junto a la ventana. Todos los que la sirven saben que no es habitual verla por aquí, pero eso no significa que nadie vaya a cuestionar la situación. Incluso si no es la hora de su cena. Incluso si ya ha cenado. Incluso si acaba de aparecer de la nada, sin previo aviso.

Ya ha dirigido una mirada a Thess, un gesto tan sutil que podría haber pasado desapercibido, pero de hecho lo han entendido todos, y nadie se toma el trabajo de acercarse a atenderla. En lugar de ello, se retiran discretamente, dejándola donde está, sentada en la mesa, con las manos apoyadas tras la espalda y los ojos de azul helado clavados en la puerta, con esa expresión en los labios que quiere y no quiere ser una sonrisa, que sugiere pero no entrega.

Sabe que están al llegar, y espera, por una vez, un paso por delante.

*Se queda*

En el comedor suele haber gente. Pero no este tipo de gente.
Cuando abro la puerta mis ojos la encuentran deprisa, como si ella los llamase. Y eso que no es que esté en el punto más iluminado, o algo así. Me detengo, sin saber bien qué hacer, dudando un momento, e incluso dedico una breve mirada a Gerald.

Cuando un líder aparece puede que haya pasado algo. Y seguramente muchas veces no es el caso, y la situación es simplemente la que es. tendrán vidas, a fin de cuentas. Pero no puedo dejar de pensar, al verla ahí sentada mirándonos, que he hecho algo malo.

-Buenas noches -la saludo, repentinamente seria, algo firme, buscando comprender la situación antes de que se desarrolle.

Quizás no sea por mí, bien pensado...

Fera los mantiene a ambos en su campo de visión, y es plenamente consciente de que no ha pasado desapercibida. Los apetecibles labios esbozan una sonrisa sensual.

-Buenas noches -responde, con voz no menos atrayente, antes de desaparecer.

Se deja ver de nuevo algo más cerca de ellos, junto a una mesa algo más allá de los chicos, a la derecha, bien situada en la sala. Con un gesto elegante, los invita a sentarse.

-Espero no interrumpir nada, queridos -apunta desde su nueva posición, sin perderlos de vista-. No será más que un momento -. Dirige entonces una mirada a la cocina, y Thess aparece de nuevo, dispuesta a tomar nota a los guerreros.

Alzo las cejas cuando desaparece, en un gesto involuntario. Pronto la he ubicado de nuevo, pero no lo suficientemente pronto. De haber dependido mi vida de ello estaría muerta ya, imagino. Aunque tratándose de alguien de su nivel me da igual verla que no hacerlo.

Miro un momento a Gerald, de reojo, arrugando el ceño en una pregunta muda. Pronto estoy negando con una sonrisa algo seria en dirección a la líder. Hay que ser educada. Y más con ella. Ya me ha ayudado alguna vez. le debo un par de cosas.

-No, claro. En todo caso la pregunta es si podemos hacer algo -aclaro, dispuesta a hacer lo que diga. Diría que no parece furiosa, pero...

Algo ha pasado, eso seguro. Pido algo sencillo, de todas formas. No voy a ser la borde que rechaza comer si ha venido al comedor.

FdR: è)3(é

Se centra en Frikka un momento, concediéndole, con un regalo, una mirada dulce. Cuando niega, los rizos batallan en torno al cuello, a los hombros, como suelen hacerlo, antes de asentarse de nuevo.

-Nada que no sea en vuestro beneficio, amor -responde, antes de volverse hacia Gerald-. Nuestro querido representante de Ventus me ha comentado que no has pasado por la enfermería últimamente. Por supuesto, seguimos buscando avances para ti, pero resulta difícil sin la colaboración del paciente, ¿no crees, cielo? No nos corresponde perseguirte contra tu voluntad, ni así se hará, pero tenía entendido que habías pedido ayuda. Por supuesto, no está en nuestras capacidades ayudar a alguien que no se deja ayudar. ¿Debo entender que algo está fallando en el tratamiento, tesoro?

La mirada es fija, magnética, ineludible. Y aunque su actitud es la de siempre, y aunque la musicalidad no abandona sus palabras, hay un cierto tono de seriedad bajo ellas.

Siento la presión de la mirada de Fera un momento y llego a esquivarla un momento, sin evitarla del todo. La verdad es que es una líder bastante simpática, todo sea dicho. Yo no tengo nada que decir en su contra.
De hecho pronto tengo claro a quién debo reproches, porque enseguida dice algo a Gerald que... Para cortarle los huevos.

Lo miro, alzando las cejas y un poco el mentón, cruzándome de brazos con esa mirada desafiante que... Por un momento veo en mí el vivo retrato de mi madre.
De modo que pasas de la cura. Luego no me vengas con milongas. Aunque ya dijo él que...
No voy a atacarlo. Voy a comportarme.

-No me habías dicho nada -comento sin más, casi con inocencia, volviendo una vez más los ojos a Fera, como esperando que me filtre toda esa información confidencial de alguna forma, con guiños o así. Sé que tienen sus métodos.

Quizás Gerald le dijo algo a Cierzo. Eso seria un alivio.
Ya lo averiguaré.

No responde a la muda petición de la joven. Después de todo, existe una cierta confidencialidad médica, y la propia conversación ya baila en el borde de la misma. No le corresponde a ella, sino a Gerald, informar o no acerca de su situación personal.

-Existe, como supongo que ya sabrás, la posibilidad de alternar las sesiones de rechazo de la maldición con sesiones que acallen el dolor. Sin embargo, abusar de las segundas puede facilitar en avance del problema, y en cualquier caso, suponen una estancia mayor en la enfermería, a la que no pareces dispuesto -responde, sin inmutarse ante sus acusaciones, sin variar su sugerente tono, ni sus gestos, ni su mirada-. Puedes justificar tu actitud como mejor quieras, tesoro, pero no es ante mí ante quien debes hacerlo. No tienes nada que explicarme. Tu caso es particular, cierto, pero no se trata de explotar la información que de él se obtenga, y si eso es lo que está haciendo mi compañero, puedo asegurarte que no estoy informada al respecto. En otro orden de cosas, ralentizar un problema médico no es siempre algo que deje marcas visibles. Aunque estoy segura de que, a estas alturas, puedes percibir las diferencias exactas entre someterte o no al tratamiento.

Sin reparos, la mano izquierda alcanza el hombro de él, y los dedos se clavan con fuerza decisiva. No es, sin embargo, doloroso. De hecho, en seguida se extiende por su cuerpo una fresca corriente de energía, que consigue acallar el dolor sordo que seguía extendiéndose. Se trata, por supuesto, de un efecto temporal, pero se mantiene por el momento, incluso cuando ella ya ha retirado la mano.

-Es tu vida, amor, y no nos corresponde utilizarla. No me gustaría que tomaras la decisión errónea, pero no seré yo quien decida cómo la empleas. Siempre y cuando no vayas en mi contra, claro. No voy a tomar una decisión por ti.

Vuelve, entonces, la mirada hacia Frikka, tan intensa como siempre.

-¿Me olvido de algo?