Comedor

Me llevo la mano a la frente mientras le da vueltas al tema, algo alterado. Sólo de pensar en una sesión ahora mismo me pongo de los nervios. Dice que no debo darle explicaciones a ella; pues entonces no sé por qué no viene el viejo a darme la charla.

En cuanto me agarra del hombro volvo a girarme rápidamente para mirarla, casi dando un respingo, esperando un mayor reproche o advertencia. Noto entonces como los músculos se me relajan un poco, descansando un rato de la mella contínua y me siento de pronto mucho mejor y menos cansado.

Lo cierto es que ayuda bastante a que me relaje y deje de agobiarme.

—¿Entonces qué es esto? ¿Un aviso? ¿Un consejo? Todavía me lo estoy planteando. Si al viejo le preocupa tanto esperar un par de días más, que venga a buscarme —Acabo diciendo, todavía determinante y algo fuera de tono, pero visiblemente más calmado. Ni siquiera he subido la voz tant ocomo antes.

Miro a Frikka con severidad, de reojo, cuando comenta si puede hacer algo.

Instintivamente llevo el cuello algo hacia atrás, retrayendo algo la cabeza en cuanto me dedica una nueva mirada, algo más intensa, por llamarla de alguna forma. Siento algo más de presión mientras habla y eso hace que cada uno de sus adjetivos cariñosos suene más irritante y casi burlesco. Acabo mirando a otro lado, sobre todo cuando hace el recordatorio del respeto.

No digo nada más al respecto. Todavía me acuerdo un poco de las formas y sobre todo de las consecuencias de reprochar demasiado. Poco, pero todavía soy capaz de corregirme.

Me mantengo en mi posición cuando se pone junto a Frikka y miro como la toca, halagándola con su trabajo. Una forma bonita de callarla y decirle que se meta en sus asuntos a fin de cuentas. Una vez desaparece por completo tomo aire y me froto el ceño con las manos, apoyando los codos en la mesa.

Miro a Frikka cuando comenta.

—Ya no puedo uno ni morirse tranquilo —Comento, mordaz. —Te juro que es horrible. Y cada vez es peor —¿Tengo necesidad de justificarme con Frikka por lo que haga con esto? Supongo que sí, a fin de cuentas. —¿Y para qué? ¿Un día? ¿Vale la pena un día dolorido a cambio de pasar por eso? Si hay algo que de verdad no quiero es ser un inválido —Comento, asqueado. Levanto la cabeza, echándome de nuevo hacia atrás en la silla.

Noto su golpe en el hombro y la miro mientras habla. Acabo por reírme un poco por la veracidad de la frase.. Alargo la mano para frotarle la cabeza.

La miro ahora con curiosidad cuando asumo que pregunta por Vest, pero no me da tiempo a responderle ya que comenta que podemos quedarnos a tomar algo tal y como era el plan inicial. Aunque su aporte sobre la cerveza me dice que habrá cena para largo.

—Claro, me hace falta tomarme una noche de esparcimiento. ¿Todavía no tomas cerveza? Te veo lenta si quieres seguir mis pasos. Uno no se puede relajar del entrenamiento con un zumo —Hago un gesto con el brazo y doy un silbido a uno de los del servicio para que traigan un par de cervezas y ya si ella definitivamente no la quiere, que pida otra cosa. Podemos hasta avisar a Cierzo si no se pasa ya a cenar. Hace falta un poco de alegría.

La miro con interés cuando así a lo tonto empieza a hablar de cómo se ha planteado las cosas y la verdad es que me parece de lo más correcto.

—Si haces lo que te da la gana entonces es que has aprendido bien —Bromeo. —A mí lo de la magia como que nunca se me ha interiorizado mucho. En el tiempo que tengo que estar parado pensando en cómo concetrar chispas ya he ensartado a unos cuantos —Comento, acomodándome en la silla.

Me quedo con lo que pide y con su comentario y sonrío de medio lado.

—No dejas de ser una señorita —Le indico cuando insiste en lo de no tomar cerveza. No le pega, de todas formas, eso es cierto. Empezar con dos tampoco es mala idea. No tardo en darle un buen trago en cuanto llega la mía. Parece que hoy sabe mejor y todo.

—¿Qué decías antes? —Ya no sé en qué se había cortado la conversación.

La escucho entretenido y asiento cuando dice que quiere que la vea en acción. No veo por qué no.

—Es verdad, hace mucho que no sé cómo vas. Podríamos entrenar alguna vez, como antes. Con algo más de calma, quizá —La última frase la hago con más dejadez, más dejando el comentario al aire para que se pierda.

Vuelvo a dar otro trago, tras el primero de brindis, antes de responder.

—Antes no se te notaba tanto. Parece que te ha venido bien alejarte de las malas compañías —Bromeo, dándole con los nudillos en el mentón. Luego me paro un momento a verla. Es verdad que está algo diferente. —Sí que has crecido en este tiempo —Le confirmo.

Vuelvo a beber. Es más entusiasmo que sed, algo psicológico. Tener la otra jarra al lado me hace apurar más la primera.

—Antes, cuando te sentaste para pedir las cosas... Ah, estabas preguntando por el nombre de "ella" así que supongo que te referías a las termas —Pregunto. El tema quizá sigue siendo algo tirante, pero ya no es ni la mitad de incómodo. Al menos para mí.

Asiento con convicción, elevando la jarra para que vuelva a chocar el vaso para afianzar la propuesta.

—Me he partido la nariz contra un bicho enorme y horrible, no creas que has sido la única que ha estado entrenando —Le replico, entretenido. Vuelvo a beber.

Río con su perorata.

—Bueno, todavía no sé cómo de guapa serás "en el fondo", así que no me lamentaré por ahora —Le digo picajoso, alzando las cejas un par de veces haciendo algo el payaso.

Bebo de nuevo hasta acabar la jarra cuando retoma la conversación y me río con sus palabras. Paso un brazo por sus hombros aprovechando su acercamiento como si fuese a contarle algo confidencial. Agarro la otra jarra por fin.

—Acaramelados... Se llama Vest y no lleva mucho aquí, pero tuvo la suerte de toparse conmigo en cunato llegó. Las hay afortunadas —Bromeo. Luego bebo para aclararme la garganta. —Es divertida, pero habla incluso más que tú y a veces no hay forma humana de detenerla, Mithos —Me río. —Pero te explicaré lo de las termas. No sé cómo tu amigo el agujeros te habrá cortejado, pero las chicas soléis funcionar mejor con un poco de cariño. Sobre todo cuando se os tiene que pedir algo hum... delicado —Comento, divertido. Vuelvo a beber todavía con la sonrisa en la boca. Es bastante gracioso así contado.

Correspondo a su gesto agarrándolela nariz entre los dedos y tirando un poco.

—Mejor que tus amigos los muñecos de madera sin duda —Le replico, divertido.

Suelto una pequeña carcajada y apoyo la jarra un momento, sin soltarla.

—Tiene gracia, el otro día buscaba precisamente estrecheces —Le suelto. Me parece que la conversación ha empezado muy fuerte en el primer trago, pero el ambiente y el humor ya no me quitan la risa y las ganas de mamoneo. Lo peor es que tiene gracia realmente. Cuando dice eso de "como nueva" vuelvo a reírme, ahora con algo más de malicia. —Así que nuestro amigo el agujeros la tenía corta. Quién habría dicho de su problema por perforar —Bromeo. Luego bebo de nuevo.

Dejo salir una risa en forma de resoplido con su chiste malo.

—Cuánto ingenio. Aunque te concedo algo como "Des" —Aclaro, entretenido. Antes de seguir bebiendo hago un gesto para que traigan otra ronda. Me río más con sus nuevas inquiertudes.

—Con esta apenas hizo falta saliva —Respondo mordaz. —Hay que ser listos. Se cogen más moscas con miel que con vinagre. Si a las niñas dicen sí a las caricias no hay por qué no dárselas. Igual que no viene mal un azote de vez en cuando —Comento, animado.

Río más sutilmente antes de beber y acabarme lo que me queda de la cerveza cuando responde.

—No, no son las mismas, aunque supongo que también las mantendrás estrechas —Bromeo. —A veces está bien cambiar un poco y suele ser mejor cuanto más aprieta. Salvo cuando es demasiado... —Es una última aclaración importante porque no es agradable que te estrujen el pene.

Suelto una carcajada cuando lo defiende rápidamente, echándome hacia adelante y rebotando, y arrastrándola conmigo al mantenerla agarrada por los hombros.

—Así que corto el tipo, corta la picha, corta la noche... Tienes muy mala puntería —Me río, bastante entretenido. Así que el tipo no había vuelto a aparecer después de eso. Bueno, no he sido yo al menos. —Sólo te juntas con los capullos —Le comento, acercándomela para darle un beso en la cabeza, gracioso.

Sus preguntas sobre Vest siguen siendo divertidas e interesantes de responder. Empiezo la siguiente cerveza en cuanto llega.

—Pues bastante bien, la verdad. Y eso de la miel... prefiero probar a pelo, no me van mucho esas cosas de la comida —Aclaro, bebiendo más. Luego río con picardía cuando pregunta sobre mis fantasías. —¿Por qué? ¿Guardas algún talento oculto? Pues claro que tengo fantasías con mujeres adoradoras del sexo que te obliguen a follártelas, ¿quié no las tendría? —Confirmo.

Me echo a reír ampliamente cuando cuenta la anégdota. Sí, seguro que hay más de una que ya carecen de ese problema.

—Sobre muchas cosas de esas has oído hablar tú —Le digo, frotándole la cabeza y empujándosela hacia abajo. Enarco una ceja cuando ataca a mi entrepierna.

—Perdona, enana, pero que yo sepa todavía no tienes derecho a opinar. Y mejor ten cuidado, no vayas a parir sólo con sentarte —Le reprocho, dándole un buen trago a la cerveza.

Está hablando de sus supuestos talentos cuando por el comedor aparece a quien ya estaba esperando.

—¡Cierzooooooo! —Le grito abriendo los brazos con la jarra en la mano. —Si ya sabía yo que no habías cenado. No te tendré yo fichado ni nada. ¡Te estábamos esperando! Vente, pídete una de éstas y vente para aquí que está esta niña poniéndose chulita —Me levanto incluso para acercarme y atraerlo hacia la mesa. No hace falta, porque habría venido él solito, pero me apetece.

—¡Camarero, otras dos para aquí! —Bueno, no estamos en la taberna, pero también sirve para llamarlos, ¿no?.

Cierzo no tarda en sentarse y pedir también para comer. Pues ahora que lo dice creo que hasta me ha entrado el hambre. Frikka no tarda en empezar a chincharme para que Cierzo le haga caso con lo que acabo apoyando el codo en su hombro, como buenos camaradas.

—Anda y vete a pelotillear a otro, enana. Hoy iba a despertarte para desayunar y ya no estabas, ¿a qué te dedicas desde tan temprano? —Inquiero, tirándole de la mejilla afeitada.Entonces recuerdo una cosa.

—¡Ah, ah ah! No te lo pierdas. Antes esta guarra ha dicho que si nos tocábamos en compañía. ¿Qué se supone que os contáis ahora que os veis en secreto sin mí? —Pregunto, bebiendo algo más.