Comedor

¿Morbo? ¿De qué va este?
Aunque no voy a decir que no lo tiene, que aún me recuerdo del encontronazo de Lea y el otro tipo el día de los establos y si no llega a aparecer Gerald hasta hubiese tenido su gracia. Estropeamomentos mariconazo.

-Bueno, ¿de qué vais? Yo no necesito espías. Me basto yo sola para encontrarme con las escenas más jugosas -digo, a medio camino entre la ofensa y la risa. Luego dedico a Gerald una mirada burlona-. ¡Y más te hubiese gustado que la abriese! Pero ya sabes que no me gusta meterme cosas sucias en el cuerpo-. Solo cuando estoy bebiendo me doy cuenta de lo que he dicho y de que está Cierzo y de que...-. Oh, venga ya-. No puedo evitar reír-. ¿Y tendrá agujeros para saciaros a ambos?-. Bueno, si no llegan siempre pueden usar los propios-. Algunas se lo llevan todo. ¿Tampoco tú me quieres, Cierzo?

Mithos... Si no he bebido tanto... Solo un par de copas y ya me va el mundo dando saltos.
Aunque, lejos de dejarlo, apuro el tercero, buscando a alguien con la mirada para pedir otro. Ya de perdidos...

-Cuando aparezca en mi baño creo que me pasaré al vuesto -termino por decir a Cierzo, con gesto resignado-. Vuestro. Guárdame sitio, por favor.

Dediqué a Gerald una mirada irónica.

-Diría que eso es algo más propio de ti -gruñí, entretenido-. Te pierde la lengua en todos sus posibles usos.

Volví la vista a Frikka, y un momento a Gerald de reojo. Luego me volví a centrar en ella.

-No sé cómo te han contado que funciona o qué hacen otros por ahí, pero a mí con un agujero suele bastarme. Claro que tampoco rechazo la... -Me vi interrumpido por Gerald, que poco menos me estaba echando la cerveza por encima-. Eh, tú tu jarra y yo la mía. Me sirvo bien solo, relaja un poco. Ve pidiendo una remesa si quieres. Dame un momento, algunos tenemos algo de aguante...

Di un nuevo trago a la jarra para demostrar que no tenía intención de demorarme, a ver si así se quedaba tranquilo. Cuando la dejé de nuevo en la mesa, aproveché para alcanzar un par de aceitunas, mientras con la mano izquierda daba un par de palmaditas en el hombro a Frikka.

-Tranquila, tampoco a todos nos va tan bien. Puedo permitirme darte algo de cariño. Tan solo te cuidado si lo hago, o Gerald te cortará el cuello mientras duermes. Es una mala manía que tiene.

Tomé de nuevo la jarra.

¿Verdulera? Fue a hablar la princesa del reino. Sí bueno. Yo digo lo que me sale de los huevos. Y eso que ni los tengo. Eso que lo tenga bien clarito.
Quizás sí me paso un poco algunas veces... Ahogo esa pena en la copa y pronto me veo reflejada en ellos. Ya soy una borracha más. Qué gracia.

-Con tantos huecos y manos aún os van a faltar poll...-. Me atraganto porque aún estoy bebiendo cuando hablo, y termino tosiendo, perdiéndome parte de la fiesta en lo que recupero el aire. Que no es tanto, bueno.

Alzo una ceja, entretenida, cuando Cierzo habla, y a las palabras de Gerald respondo con una mirada escéptica. Acabo por pegar el cuerpo a Cierzo, apoyando la cabeza en su brazo, justo junto al hombro, y mirando hacia arriba con una sonrisa. Si soy irresistible, coño.

-¿Has oído? Si la conclusión es que no va a querer tocarme más las narices hasta es una buena idea... Cuando quieras quedamos, Cierzo -le digo, zalamera, antes de echar una mirada cáustica a Gerald, burlona.

Anda que si no me habla más... Lo iba a pasar muy mal.

Roté los ojos al oír las quejas. Tanto escándalo y tan poco que decir.

-Bueno, por ahora preocúpate de la tuya -respondí, señalándolo con un gesto de cabeza-. ¿Te preocupa que me quede atrás? A ver.

Alcé la jarra, brindé con el aire ante él y me la llevé a los labios. Un trago tras otro, la vacié en apenas un momento. Después la dejé sobre la mesa con un golpe seco y me hice con una pequeña tostada de jamón.

-¿Contento? -pregunté, con una ceja enarcada y cierta sorna en la voz.

Solté un bufido, una suerte de risa, con la propuesta de Frikka. Le rodeé la cintura con un brazo, acogiéndola cuando se me acercó.

-Mañana lo hablamos lejos de oídos celosos -acepté con solemnidad.

FdR- La eterna pausa XD

Lo miro de reojo, aún mientras estoy tosiendo, dedicándome mi mejor mueca de desagrado. Será cabrón. No obstante no digo nada, porque aún me estoy recomponiendo, y para cuando lo he hecho ha pasado el momento. Mejor, si nadie le hace caso acabará cerrado esa bocaza que tiene

Cuando dice lo de Cierzo, eso de que cómo traga, he de morderme la lengua para no responderle con un burdo “si lo sabrás tú bien”. Que se me olvida ya que yo al que puteo es al rubio, y no al otro. Debe de ser esto, que se sube más de lo que esperaba.

Aprovecho para arrimarme bien a Cierzo cuando me atrae, y más aún cuando Gerry responde. Es como un crío.

-Oh, por favor. Es más divertido precisamente porque no estás en medio. No captas las indirectas- me burlo, bebiendo un poco más, dejándome estar junto a Cierzo, como si fuese, de hecho, mi hombre.

Al final se acaban los comentarios graciosetes y, en vez de seguir sacando más y más mierda graciosa saca algo que… también podría ser mierda. Lo cierto es que no lo tengo muy claro.

-¿Qué tienes ahí? No me digas que guardas lo que cagas… -se me ocurre soltar, y dejo ir una risa a mi chiste. Soy la polla.

Ignorando el comentario de Gerald, me acerqué la segunda cerveza, además de un par de bocados de queso. Lo miré de reojo, escéptico.

-Pobre ególatra abandonado -murmuré, entretenido.

Me sorprendió un poco lo que sacó entonces, aunque, de hecho, sí las recordaba. Un poco. Vagamente.

-Me suenan -respondí, tomando una y examinándola con ojo crítico-. No creí que las conservases todavía. Solo te recuerdo que si lo que buscas es que te hagamos caso, esto no va a hacer que así sea. Habrá mucho más que ver.

Le tendí una a Frikka. Para que echase un vistazo. Por mirar no iba a morirse.

Blablablablablablablabla. Setas.

Enarco una ceja, volviendo a mirar la que ahora me acerca Cierzo, acercando la nariz antes que la mano. Me gustan las setas. A la plancha y empanadas. Pero no hablamos, evidentemente, de las mismas setas.
Termino por tomarla para mirarla de cerca.

-¿Os vais a poner ahora con esto? -pregunto, primero a ambos. Aunque en cuanto Gerald se come la suya veo que solo me queda Cierzo-. Ya había hablado con una amiga de la posibilidad, pero...-. ¿Son ellos la gente adecuada? Bueno, Cierzo lo parece-. ¿Es seguro? Todo lo seguro que pueda ser, quiero decir...

Me acabo la tercera copa. Regarla con esto puede ser un gran error. O un gran acierto. ¿Por qué soy tan negativa? Puede salir guay. Y lo que no voy a hacer es robarla y probarla en otro sitio yo sola. No soy tan triste.

Tomo también un trozo de jamón, con gesto pensativo y miro a Cierzo. Realmente él es el único del que poder fiarse, así que a ver qué hace...

Levanté el labio inferior, en una mueca indiferente.

-No, solo que no me las esperaba -respondí, antes de dar un trago a mi nueva jarra.

Miré a Frikka de reojo, con una ceja enarcada. Pero qué pequeña más responsable. Un auténtico cúmulo de bondad e inocencia. Tomé un par de trozos de jamón y me los metí en la boca, tomándomelo con calma.

-No te sientas presionada -apunté, con tono monocorde-. Si te preocupa tu salud, no tengas cuidado. Lo peor que te puede pasar es que te quedes como nosotros. Ya las probamos aquella vez, y si no me equivoco son la misma mercancía.

Apoyé la que había cogido sobre un trozo de queso y me lo llevé a la boca. Para bajarlo mejor, lo acompañé con algo de cerveza. Aún tardaría en hacer efecto.

Vaya tío más petardo. Ni que drogarse fuese bueno. Habla como una madre que te mira de malas maneras porque resulta que has dejado todas las espinacas en el plato.
Mientras mastico lo que acabo de meterme en la boca me planteo si es lo que quiero, pero bueno. Cierzo se la ha comido. No puede ser tan mala.
Aunque quizás yo soy demasiado pequeña en comparación con él para consumir la misma...
Que no. Que ya está. Traga, hostia.

Lo miro de reojo. ¿Las cartas? No es que sea muy buena, pero...

-Va, venga. ¿Y qué vamos a apostar? -inquiero, atreviéndome con una sonrisa algo más desafiante-. Pero que joda si pierdes, eh. Y Cierzo también, no? -añado, incluyéndolo con una mirada.

FdR- Pausa XD La fiesta más larga del mundo. Ellos pueden porque molan eve

Al final, Frikka decidió meterse aquel trozo en la boca, con lo que Gerald ganó algo de ánimo. Yo, por mi parte, me hice con un nuevo trozo de queso, sobre el que monté una loncha de jamón. Por supuesto, lo bajé con un buen trago de cerveza.

Negué a la propuesta de Frikka con toda naturalidad. No iba a negarle a Gerald un poco de diversión, pero todavía no estaba tan afectado como para aceptar una partida.

-Oh, no, lo siento, nunca he sido amigo de los naipes -rechacé con toda rectitud-. Me limitaré a observar. Quizás así pueda acabarme la cena tranquilo, mientras tenéis las manos ocupadas.

Me hice con un bollo de pan y lo partí. ¿No habían traído mantequilla? Menuda faena.

Que rollo el puto Cierzo. Bien que participa si se trata de cerveza, pero cuando es perder pasta... Pues será el que más tiene. Cabrones que son. No dejéis que el patrimonio se os vaya a los pobres, no.

-Tranquilo, ya sé que si se trata de cosas cortas te sabes bastantes -me burlo, dirigiéndole una sonrisa socarrona a Gerry. A ver qué me saca-. Vamos allá.

¿Adivinador? Eso tiene truco seguro. No sé por qué será que me lo parece. Las cosas de adivinar siempre van de la mano de rollos chungos.
Pero es al mejor de tres, así que no hay problema.

-Venga, va... -.Tras un momento de duda tomo una de las cartas que ha puesto ante mí y la miro. Un tres de picas, eh. Alzo las cejas, desafiante, mirando a Gerry de nuevo-. ¿Y ahora qué? ¿Me la pongo el la frente? Eh, había un juego así, ¿no?

El juego no tardó en comenzar, y yo los dejé hacer mientras seguía con lo mío. La verdad era que Gerald era un cabrón, pero por no oírlo, que hiciera lo que quisiera. Tampoco iba a matarla un baño, de todas formas. Además, ¿no era medio piscis? Estaba todo bajo control.

La miré con extrañeza. ¿Existía un juego de ponerse los naipes en la frente? ¿A qué clase de cosas jugaba? Ese no lo había oído jamás. Aunque sonaba un tanto burdo para mi entorno, así que era probable que ese fuera el motivo.

Observando cómo se desarrollaba la partida y sin intervenir, continué con mi cena.

De acuerdo.
Miro a Cierzo de reojo un momento, pero no veo nada en su expresión que me llame la atención. Como para fiarse...
También veo algo borroso, así que no sabría decir.

-A ver... -murmuro, poniendo la carta donde me indica. Pronto se pone a barajar y mariconadas y hostias. Y entonces levanta una carta y alzo las cejas-. ... Sí, es esa. Ha sido de potra. ¿O tiene truco?

Ahora me he embarcado. No puedo retirarme. Así que dejo que baraje otra vez, indecisa, y tomo una nueva carta. Una rebuscada. Que ni que la eligiese yo, oye...

Una vez la he escogido, vuelvo a ponerla en el montón. Vaya rollo, joder. Esto no es un juego.

-¿Y quién te enseñó esto? ¿Una pitonisa a la que te follabas? -inquiero, burlona.

Por supuesto, Gerald acertó la carta de Frikka, pero ese detalle me dejó indiferente. ¿Se suponía que yo debía mostrarme sorprendido? Me salía demasiado poco natural, así que preferí dejarlo en una sana e inocente indiferencia. Me sorprendía más la velocidad a la que me estaba terminando las tapas. ¿Qué hora sería?

La pregunta de Frikka me trajo recuerdos. Bueno, yo no diría una pitonisa, pero seguro que la respuesta le llamaba la atención. Me pregunté si sería lo suficientemente chismosa como para... Bueno, a ver, sabía que era una chismosa, lo sabía bien. Por lo tanto, era lógico pensar que se hubiera pasado la vida alimentándose de cuentos e historias referidas al lugar en el que habíamos estado. Se trataba de Caligo, a fin de cuentas. Lo que no tenía tan claro era que quisiera oír esa respuesta. Era evidente que nuestro viaje no le había hecho mucha gracia. O ninguna.

Dejé que Gerald decidiera qué contarle. Aunque, con el ambiente y con su forma de ser, dudaba mucho que le dijera la verdad. Oh, claro, entre otras cosas porque eso podría destapar sus trampas.

Me llevé una aceituna a la boca.

Suelto una carcajada y me tiro del cuello de la camisa un momento. Parece que está haciendo bastante calor aquí dentro. Me desabrocho un par de botones y doy un trago a la cerveza.

—¿Qué truco? ¿Tú has visto cuánto he barajado? No tengo un tercer brazo escondido aquí dentro. Aunque pueda parecerlo bajo los pantalones —Bromeo, bebiendo de nuevo. Barajo las cartas y las extiendo para que coja otra. Esta vez voy a sacar un comodín para que no coincida con la suya. Así no se rajará desconfiando de mí.

Miro a Cierzo y me río con su nueva pregunta.

—Algo así. Yo le abría las piernas y ella a cambio me habrío el ojo interno. De hecho fue cerca de tu casa, en Caligo —Suelto una nueva carcajada. A pesar de haberme señalado el medio de la frente acompañando el comentario, la frase sonaba demasiado graciosa como para pensar en los chakras.

Saco finalmente la carta, pidiendo el comodín, y la enseño con algo menos de espectáculo.

—¿Es esta? —Pregunto, entretenido. Me echo de nuevo sobre el hombro de Cierzo, acomodándome. Me viene un olor bastante familiar, como a tarta de mora... Esto debe de estar haciendo efecto.


FdR: Me tomo la libertad de ir teniendo síntomas porque como haya que esperar las dos horas de digestión vamos bien lol

Sí, sí. Eso dicen siempre. "¿Qué truco? ¿Qué truco?" Y luego el truco es un truco. Claro.
Me preparo de nuevo. A ver qué me dice esta vez.

Uy sí. El ojo interno. Ese se lo petaría ella a él con un dildo gigante. Seguro que le cabe el puño y sobra hueco, al joputa.
¿Qué me lleva a pensar estas cosas?

-Pues qué suerte que la deshollinaras, eh. Te habrá dado bien las gracias... -comento, bebiendo un poco más. Como que da sed la cosa... Me apoyo entonces contra Cierzo-. No me habrás visto tú la carta, ¿no?

Pero esta vez falla, y no puedo sino reír. Un burdo truco no sale dos veces, gilimbécil.

-¡Pues no era esa! Era la reina de corazones, eso que te falta. Y ahora me dirás que el comodín vale por todas, eh. ¿Es ese tu gran truco? Venga, baraja, que ya estoy imaginando lo que te haré hacer. ¿Alguna idea, Cierzo? Venga, piensa también y si es buena idea te lo concedo.

La verdad, lo del ojo interno no le había quedado muy bien. Llegó a extrañarme que Frikka se guardara comentarios al respecto, porque estaba seguro de que le había sonado exactamente igual que a mí. Pero yo a lo mío. Osea, a la cerveza. Las jarras de Brontë eran grandes, pero, desgraciadamente, no eternas. Busqué con la mirada, y cuando localicé a un sirviente le indiqué con un gesto que nos repusiera las existencias.

No tardé en verme rodeado. Entre uno y otro...

-¿Por qué? ¿Me la estabas intentando enseñar? -pregunté a Frikka, manteniendo aquel aire de que la cosa no iba conmigo. Le di un par de palmaditas en la espalda al verla tan emocionada. Aquella jugada había sido una buena manera de ahorrarse quejas, pero también una forma cruel de darle esperanzas. Pobre criatura-. Estoy seguro de que prefieres encargarte tú misma de dar con la idea perfecta.

Y a mí podían registrarme.

FdR- Nah, queda bien justificado. Llevar, llevan días de fiesta y lo de Gerald no es resistencia ni es nah