Comedor

Hago la burla la Frikka cuando se queja.

—Eres una celosa y una envidiosa. Búscate un Cierzo que te haga caso. ¿No tenías a ese monstruo peludo haciéndote compañía? Seguro que ya se te ha escapado —La pico, apretándole la nariz entre los dedos.

Luego Cierzo le sopla a ella también. Que tonto que es. —Vamos allá —Recojo las cartas y las barajo mirando a Frikka desafiante.

—Uh, esta carta es demasiado fácil, tiene restos de Frikka por todas partes —Le digo, pasándole la palma izquierda por la cara. Luego llevo la mano a la carta y, con cierto desdén, la levanto hacia ella.

—¡Esta! —Un momento, ¿he pedido la carta a la baraja o...?

Me quedo frío un momento y giro la carta para verla, extrañado. Pues no, no había pedido la carta... Joder, Gerald, deja de beber porqu empieza a ser preocupante... Fuerzo una sonrisa, recogiendo las cartas y guardándolas y miro un momento a Cierzo. Un momento muy corto, no vaya a ser que se dé cuenta de que soy más tonto que las piedras y que no lo he hecho a propósito por pena. A ver, la gente hace eso, hace frío fuera, es una señorita que no debería enseñar sus vergüenzas... Lo normal es que me perjudique haciéndola pensar que ella ha ganado. Por supuesto, ha sido todo planeado... Y ahora a ver qué coño se le ocurre a esta cabrona rencorosa. Miedo me da.

Me río un poco.

—Joder, parece que esto de los poderes mágicos no va bien con el alcohol... Otro día te lo demuestro mejor.Pero creeme, el polvo sí lo hizo. Y Cierzo, me parece horrible eso que has hecho. Vas a tener que compensarme esa suerte que me has robado para ella —Le comento, haciéndome con una nueva copa. Madre mía, estoy sudando. ME abro algunos botones más de la camisa y me bajo los tirantes, remangándome.

—Pues yo sí que me tiraba a la cascada ahora mismo... O a quien fuese —Acab bromeando, apoyando los brazos en la mesa y la cabeza en ellos por un momento. Luego me yergo y siendo un vahído.

—Ops... Bueno, a ver, enana, ¿qué se supone que tengo que hacer? Con lo psicópata que eres no quiero ni pensarlo —Le comento. Me paso una mano por el pelo y siento un cosquilleo en la palma. Qué suave parece, ¿no? Me paso la mano un par de veces más. Luego caigo en eso que ha dicho de que era el seis de corazones. Será capulla la cría esta mentirosa. Me entra la risa.

—Pues claro que lo haré, estúpida enana. Y ya verás como me río entonces —Le respondo, entretenido. Creo que mi equilibrio va un poco raro, pero me parece que Frikka se ha puesto encima de Cierzo. Será guarra la cría esta. Llamando la atención con sus dotes femeninas. Pero estaba un poco rara... No sé si es el pelo o...

Miro a Cierzo cuando se queja de mis luces y me miro, rebuscándome hasta dentro de la camisa, pero creo que no estoy brillando. Brillo un momento para cerciorarme. No, no estaba brillando antes. Me empiezo entonces a reír bastante.

—Puaaa, Cierzo, mira cómo vas ya... Ay, la madre que te parió —Me entra mucho la risa, pero es que ver a Cierzo "flipar colorines" no es algo que haya estado viendo mucho últimamente.

Miro a Frikka aguantando la risa cuando menciona lo de besarme con Cierzo y luego miro a Cierzo. Otra vez me entra la risa. Me arrimo a Cierzo, ya acompañado de la silla, que me estoy partiendo la espalda y estoy viendo que como me gire mucho me voy a comer el suelo.

Me tambaleo un poco al volver a sentarme y acabo apoyándome contra él, consecuentemente más cerca de las tetas de Frikka.

—¿Has oído? No te martirices, que es por las compañías con las que se junta, cariño —Bromeo correspondiendo a su broma. Estiro la mano y cojo un mechón de pelo de Frikka —Y ahora se le da por teñirse... —No tengo muy claro si estaba así cuando me la encontré...

"Secretetas" Levanto la vista y la miro, echándome a reír.

—Secreteeeeetas... es porque las tienes escondidas y por eso no se te ven —Me echo a reír otra vez, madre mía, secretetas, es buenísimo. Creo que ha dicho algo de la cascada.

—Pero la cascada, sí. O el lago... Tengo muchísimo calor —Informo, empezando a quitarme una manga de la camisa patosamente.

En medio de mis intentos por coordinar las manos para ir sacándome la camisa, escucho como Frikka me responde o algo. No la entiendo muy bien porque habla como a chillidos y acabo tapándome una oreja con cierta molestia.

—Podías decir todo eso más bajo, madre mía... —Y me vuelvo a reír. Es todo demasiado gracioso incluso aunque esa voz que acaba de poner sea tan chirriante. La hace parecer una hormiguita con... algo que la hace gritar muy fuerte...

Tiro de la camisa con más entusiasmo cuando Frikka empieza a corear, riéndome. Con ritmo parece más fácil realizar el movimiento.

No me da tiempo a mucho más, pues creo que veo algo acercarse y cuando me doy cuenta un chorro frío me cae encima. Levanto la cabeza y echo la lengua, tratando de beber algo de lo que cae y soltando un grito que más parece un auyido en cuanto acaba. Luego otra carcajada. Agito la cabeza, mojándolo al mover el pelo contra ellos y me agarró con fuerza al brazo de Cierzo para no caerme una vez paro el movimiento. Pues me ha sentado bien esto, sí.

—Wow, esto ya es otra cosa... —Me río. Me paso las manos por el pelo. Ahora voy a estar bastante pegajoso... Me miro el pecho, superponiendo un poco las imágenes. Ya no tengo la camisa encima, pero sigo viendo trozos de ella por mi cintura así que supongo que se habrá enganchado por ahí. Da igual. No la necesito. Me paso la mano por el pecho, mojado de cerveza, y luego me chupo los dedos.

—Ahora estoy aún más apetecible —Me río. —¿Qué clase de oscuras intenciones tienes, hombre noble? Bañarme en tu bebida favorita ha sido una confesión muy atrevida —Río, dejando caer los brazos sobre la mesa. Miro a Frikka, que desde esta perspectiva está bastante alta, y acerco una mano para agarrarle una teta, agarrando un par de veces el aire en el intento —Ahí, quietas, dejad de moveros que me estáis mareando... —

Miro rápidamente a la silla que dice Frikka. O todo lo rápidamente que creo que lo hago. ¿Qué niño? ¿Quién se nos ha colado? Pero no hay nadie en la silla.

—Iguall estás viendo el espíritu de un niño que murió en este palacio... —Divago, abriendo mucho la boca cuando me viene un enorme bostezo. Llevo la mano a una jarra de cerveza, volviendo a beber para seguir refrecándome.

—A ti sí que hay que darte... —Le replico, riendo, dándole con la palda en el brazo, que me pesa más de lo acostumbrado.

Noto como me aparta la mano cubriéndole las pechuguitas con su brazo. Claro, yo intento tenerlas quietas y él va y las coge como en un cesto. Qué morro.

—Eh... Mucho eres incapaz de resistir tú hoy, maldito traidor calzonazos. Yo confiaba en ti. Claro, cuando estamos solos te aprovechas de mí para no ser un triste y ahora me ignoras —Le tiro del brazo para apartarlo, luego decido dejarlo estar y subir a agarrarle algo más de pelo a Frikka. Ahora parece una especie de pulpo, disparado y moviéndose ondulante hacia todas partes. Me acerco y me apoyo contra ella, frutádome contra su pelo cerca de su hombro y apoyando la nariz en el brazo de Cierzo que la protege. —Y tú seguro que te has puesto pelirroja porque sabes lo que me ponen... —Es súper suave... Me hace cosquillas en cara.

Asiento todavía contra Frikka cuando pregunta por "el misterio". ¿Qué msiterior? No importa, está muy suave esto... Noto como Cierzo me rodea y me yergo un poco, mirándole. Me entra la risa. No le veo muy bien la cara, es como si se le escurriese.

—Bueeeeno, bueeeno, todo se puede hablar —Le respondo, haciendo paso entre las extremidades de estos dos a la jarra que había cogido antes. Hay como muchas para ser tan poca gente, qué incómodo para pasar la jarra... Bebo. Veo a Cierzo tantear con la mano por la mesa mientras recoloca a Frikka. Le acerco la jarra a la cara, que parece que se vaya a morir sin cerveza más de cinco minutos. —Toma, toma, abre la boca —Le digo, ayudándolo a beber con una risilla.

—¿Majo? No me hace falta, a donde quiero llegar normalmente está un poco más abajo. O más arriba... Eso ya depende —Comento, divertido. Luego se pone a hablar de chicos y del agujereado ese. Pues la verdad no lo he vuelto a ver más veces. Se habrá caido dentro de uno de los agujeros, je je je...

Miro a Cierzo con cara rara cuando se pone a consolar el mal de amores de Frikka y luego me apoyo contra él como si fuese una princesita.

—Oooooh qué cosas más bonitas me dices, Cierzo. Sé que lo nuestro es imposible porque me faltan las alas, pero yo también te quiero —Acabo por darle un beso en la mejilla mientras me río más y dejo ir el peso. Con lo que cuesta mantenerse erguido está bien esto. Qué fuertote está este chaval.

Me río con un resoplido con lo que más que una risa parece una pedorreta. Se me está secando la cerveza y me estoy asando de nuevo además de quedarme pegado a todo lo que tengo cerca. Me fijo en pecho de Cierzo -lo que puedo ver de él- y veo como le suben bichos tocando trompetitas diminutas. ¿No le molestan? Empiezo a aplastarlos con el dedo uno a uno mientras intento responder a lo que oigo.

—Muchos huargos veo por ahí, niña de la cueva —¿Era la historia de la cueva o esa era la de los trols? Da lo mismo. —Mucho te quejas de polvos, pero luego eres la más moñas —Se me escurre la lengua un poco al hablar. Me está sabiendo muy amarga la boca con el resto de cerveza. Si yo digo verdades, que no es que me queje, no tiene nadie que lavarme la boca...

Doy un respingo cuando a Cierzo le da el arranque alado y pierdo de vista a los bichos. Seguro que he matadoa todos o a la mayoría y se han ido ya. Luego me entra la risa.

—Bueno, bueno, sé un niño bueno, Cierzo... Todas las madres quieren lo mejor para sus retoños y luego cogen y se casan con un tipo idiota que no aguantas y van y se mueren y te dejan ahí a su cargo, qué asquerosas... Son todas unas guarras —Siento un bajón muy grande de repente y quiero subirlo con cerveza, pero se la ha bebido Cierzo así que acabo por dejar caer la cabeza contra él. —Y tú también los serás —Intento señalar al Frikka, todavía con la cabeza hundida.

Cuando Frikka habla de luchar levanto la cabeza con pereza.

—Nooo, luchar ahora no. Qué pereza... Mejor mañana por la tarde —Le informo. Luego miro a Cierzo y veo que tiene una cabeza muy rara. Será una máscara o algo. Le tiro de la quijada para encontrar el borde. —Quítate eso que es muy raro... —Le digo. Se me cierra un poco los ojos, pero enseguida los abro mucho, alerta.

—¿Una boda? ¡Vamos, que hay bebida gratis! Y comida... Y muchas solteras buscando suerte... Hay que ir a una boda —Es como que de repeten tengo mucha energía y al momento se va toda. Igual alguien me está inflando. Ahora que me veo el pecho tengo como un hueco en el estómago. Será por ahí que se me escapa el aire. Me lo tapo con la mano. Pues echa fresquito.

—Tú sí que eres amargado, que no te callas nunca con eso de gruñir y protestar mememe "Esto es muy proletario", "esto es muy ruidoso", "esto es muy molesto" pareces una mujer con la regla —Protesto.