Comedor

Apenas me he sentado cuando entra por la puerta una cuarta persona y se dirige a mí con decisión. Alzo los ojos y dedico a Anna una sonrisa comedida, invitándola a sentarse.

-Oh -respondo, creyendo entender al momento de qué se trata-. No, claro, siéntate.

Justo entonces aparece un chico para preguntarme qué voy a tomar, y le pido un plato combinado y agua para acompañarlo. Dirijo a Anna una mirada.

-¿Quieres tú algo?

Cuando Kyoti entra al comedor se encuentra con que hay más gente de la habitual a esas horas, lo cual lo hace tensarse. Lleva encima tres conejos y dos perdices de su caza del día, viene con los pies llenos de barro y un aspecto bastante lamentable. Y, al ver la actividad que se desarrolla a media tarde, se siente enrojecer.

No es tanta gente, en realidad, se dice. Es más bien poca. Muy poca. Y seguro que tampoco es tan llamativo. De hecho, seguro que no es nada llamativo.

Apurando el paso y con la cabeza gacha, sin saber si la gente espera de él un saludo o que la ignore, avanza hacia las cocinas, donde pretende dejar sus aportaciones de día. Ellos ya lo conocen, así que se siente más seguro allí. No tarda en salir una chica a recoger sus presas.

*Se queda*

De repente, en lo que me traían un aperitivo, el lugar se empezó a llenar, como si todos se hubiesen puesto de acuerdo para ello. Y si aquello me enervaba, lo cierto era que tampoco recayó demasiada atención sobre mí. Respondí a un par de saludos con un gesto torvo y me dediqué a mi comida en silencio.

Podía haberle dicho a Pris que me acompañase, se me ocurrió en aquel momento. Intentaba despegarme de ella para que se diese cuenta de que yo ya estaba bien allí y de que no necesitaba quedarse, pero lo cierto era que los días pasaban despacio.
Y al final aún iba a tener que hablar con ella...
Y me lo discutiría y todo.

Kyoti da un respingo cuando el chico piscis se acerca, y trata de recomponerse rápidamente y sonreír. No parece especialmente afectado por su aspecto zarrapastroso, lo cual agradece. Se esfuerza en mostrarse seguro ante el chico.

-Hum, se... se puede buscar pensando como ellos -se le ocurre responder-. Ha sido buen día, pero he terminado pronto. Puedes... puedes comer alguna pieza... Es decir, si quieres...

Se da cuenta entonces de que ya está comiendo, de que probablemente ya haya terminado. Decide cerrar la boca.

Cuando Lea concede, retiro un poco la silla y tomo asiento, colocándome el bolso sobre las piernas. Pido un té con leche y un trozo de bizcocho. Luego, cuando se ha ido, abro el bolso y remuevo un poco dentro.

-Veamos... espero que te gusten los osos -comento, con una sonrisa divertida y algo nerviosa al mismo tiempo. Enseguida doy con el pequeño peluche, que le muestro-. Todo vegetal, como dijiste. Como es evidente, si quieres que rectifique algo o no te gusta, házmelo saber. No tenía claro qué sería mejor que hiciese...

Desvío la mirada un momento. Dedico un saludo cordial a Kyoti, con la mano, pero pronto vuelvo a mirar a Lea, expectante.

Cuando Ben llegó al comedor, todavía frotándose el pelo con una pequeña toalla que había cogido. Se la dejó colgando de un hombro y miró alrededor, preguntándose con quién podría estar bien iniciar una conversación. Anna y Lea parecían una buena opción, y las saludó con un gesto. Follow estaba hablando con un chico flamma, y aunque curiosear por allí también estaría bien, le dio algo de pena la chica que estaba sola, y decidió sentarse con ella.

-Hola -sonrió mientras tomaba asiento, sin pedir permiso-. Soy Ben. ¿Qué tal? Creo que no nos conocemos.

Y conocer gente siempre era buena idea.

Al final, cómo no, llegó mi turno. De alguna forma, aquella procesión que empezaba a haber en el comedor parecía no ir a tener fin. Cuando se me acercó la chica, una tal Ben, ignoré su pregunta y le señalé el entorno, con gesto algo desconfiado. Al menos ella era una mujer.

-Oye, ¿pasa algo hoy? ¿Es un día especial, una celebración?

Estaba viendo que había escogido el peor día del mundo para pasarme por allí.

No tarda en sacarlo y, efectivamente, es el muñeco que le pedí. Dejo escapar una risa sincera al tiempo que lo tomo en las manos el osito y lo examino con una sonrisa. Asiento, divertida.

-La verdad es que es una monada -respondo, quedándome el muñeco en el regazo-. No soy capaz de ver ningún problema ahora mismo, pero si lo encuentro, te lo haré saber. Muchas gracias. Te lo pago ahora, si te parece.

Justo en ese momento aparece la comida. Dudo un momento y pido al chico que me traiga una caja para guardar el muñeco. Preferiría que no se manchase.

Ben parpadeó un momento, sorprendida por la pregunta, y miró alrededor. Luego sonrió y negó con la cabeza, tras lo cual encogió brevemente los hombros.

-No lo sé -respondió, entretenida-. No que yo sepa. Supongo que con el frío y la lluvia hay más ánimos para pasar por aquí. Calor y comida, ¿Se puede pedir algo más?

Sí que era cierto que era un poco temprano para que se juntara tanta gente. Pero bueno, ni ella misma habría sabido decir por qué había ido tan pronto. Le había cuadrado así, sin más.

Todo lo que dijo tenía sentido. Era lo evidente. Pero o por ello dejaba de molestarme. Yo solo había ido allí buscando un momento de tranquilidad.
Al final suspiré, con cierta resignación. Al menos la cháchara transcurría lejos de mí.

-Soy Zaih'ra -le dije, tras un momento de duda, en el que me planteé levantarme y marcharme. Si iba a vivir allí (o ya vivía allí) iba siendo hora de no escapar de cada persona que se acercase-. Y yo pediría un poco más de tranquilidad. Prefiero los ambientes más relajados.

Realmente me gustaba la música y el alboroto. O solía gustarme.

Abro la puerta con los ojos cerrados, en mitad de un bostezo. Thor enseguida se echa a correr, empujándome un poco, en dirección a...

-¡Hostia! ¡Qué de gente!

La madre que me parió. Cuando vengo a por el desayuno no suele haber más de un par de mataos del servicio jugando a las cartas y algún guerrero merendando o de cañas.

-¡Thor, eh!

Se dedica a correr de una mesa a otra, sin mucha educación. A mendigar comida, cómo no.
Repliego la mano sobre la frente, acomodándome un poco el flequillo. Pues yo muy de gala no vengo. Y a ver con quién me junto.
¡Retales! Está Retales. Pero también Lea, y le tengo que pedir una cosa. Pero anda Gerry al acecho... Y luego Buscador...
Al final me fijo en alguien más... Está como escondido, pero...

Me acerco un poco a la mesa del claritas, con curiosidad.

-Era... ¿Era Kiba, no?

Nos vimos una vez. En la sala común. Y ya no me acuerdo de si me tiró los trastos o esa parte la imaginé yo luego...

Kyoti se queda un poco descolocado con su respuesta, pero sonríe de todas formas, divertido. Incluso se atreve a asentir, asumiendo que no se está riendo de él. Por lo que ha visto, parece un chico que se toma las cosas en serio.

-¿Has... estado cazando tú? -se le ocurre preguntar, por añadir algo a la conversación.

Su aceptación llega cuando ya se han llevado las piezas, así que Kyoti asoma la cabeza a la cocina para reclamar atención. Puede arreglarse más tarde, ya que parece que el chico ha entendido que tomarán algo juntos. Pide que hagan un guiso de conejo y vuelve a salir, nervioso pero, por una vez, satisfecho.

-¿Quieres, eh, que volvamos a tu mesa? -vacila un poco, sin saber muy bien cómo interactuar. Como siempre.

Niego al momento, segura.

-Qué va, llevo dinero encima -. Echo mano al bolsillo para sacar una pequeña bolsa y la abro, hurgando hasta dar con la cantidad exacta-. Habíamos quedado así, ¿verdad? Creo que está exacto.

No tarda en llegar la comida, y cuando Anna habla, le señalo mi propio plato, bastante más abundante. Y lo cierto es que lo agradezco, porque tengo hambre.

-No sé si será abusar -bromeo-. Aunque después de la tarde que llevo, siento un vacío en el estómago tremendo.

Dirijo la mirada a la flamma, a la que ya he visto por ahí varias veces, siempre con la misma expresión de disgusto. A veces va con una chiquilla que, de hecho, parece su contraparte. Hoy está sola... salvo por la mestiza que se ha sentado con ella. Aparto la vista cuando veo que se ha dado cuenta de que la estoy mirando, y sigo hablando con total naturalidad.

-La verdad es que sí, pero es lo que dices, es normal -. Y asiento-. Sí, es un poco rara. No quiero pensar mal, pero tanta seriedad le da un aire sospechoso...

Me interrumpo cuando veo a Gerald acercarse, y le dedico un saludo y una sonrisa cordial. Me extraña un poco que venga a sentarse con nosotras, pero tampoco voy a rechazarlo. Después de confirmar que a Anna no le molesta, asiento yo también.

-Hola, Gerald -saludo-. No, claro, siéntate y pide algo.

Ben sonrió con suavidad. Parecía enfadada, pero no iba a dejarse afectar. Solía saber manejar a la gente enfadada sin acabar demasiado mal parada. Por cuestión de supervivencia.

-Entonces seguro que has estado muy a gusto estos primeros meses -. Al menos creía que había llegado aquel invierno-. Pero no te acomodes mucho. De vez en cuando pasan cosas así, se anima la fiesta. Llevaba esto tan parado que, en lo que a mí respecta, es de agradecer. Dentro de un poco estará buen ambiente para que saque la flauta y me ponga a tocar algo. Seguro que aunque eso no sea relajado te gusta. Soy muy buena, ¿sabes?

Hizo un gesto a una camarera y le pidió una copita de vino. Por aparentar.

¿Muy a gusto? La verdad era que no. Y eso que sí, todo había sido bastante tranquilo. Aquello solo me recordaba que al final el problema estaba en mí y en mi forma de tomarme las cosas, y no en que las personas fuesen una molestia. De hecho, allí pocas habían sido molestia alguna. Al final iban más bien a lo suyo.

Detecto un par de miradas puestas en mí, pero ignoro completamente ese hecho.

De nuevo, tenía ganas de apoyar las manos en la mesa, levantarme y marcharme. Pero algo me llamó la atención en lo que dijo.

-¿Tocas la flauta?-. Por un momento, me olvidé de teñir la voz de amargura. Luego, aunque fruncí algo el ceño de nuevo, hablé de forma más relajada que hasta el momento-. Bueno, podría estar bien. Eso si eres buena de verdad.

No me fiaba de lo que dijese la gente. Las promesas al final no eran más que palabras vacías.

Se dirigen a la mesa en la que estaba el chico antes, aunque Kyoti se siente un poco cortado cuando él señala que no es suya. Ya no sabe decir si es él el que no sabe expresarse o la puntualización extraña ha sido la del chico.

Asiente cuando él pregunta por la caza. El tema de la caza es cómodo, es seguro.

-Normalmente sí -afirma-. Y... bueno, suelo llevar una navaja para desollar. Ah, bueno, pero con trampas también se puede cazar y... En fin, en esos casos suelo desnucar a las presas. ¿Cómo... cómo lo haces tú?