Balcones

Bueno, no era la actitud más maravillosa del mundo, pero se notaba que lo estaba intentando. Al menos no había salido corriendo. Aproveché el espacio que me dejaba para ponerme junto a él en la baranda, apoyándome en ella y extendiendo las manos más allá, con las membranas abiertas, para recoger la lluvia que me repiqueteaba por los dedos.

-Sin mucha novedad -respondí, encogiéndome de hombros-. Estoy viendo a ver si salgo de excursión a algún sitio. Creo que me viene bien salir a trabajar, pero todo se andará. No puedo decir que últimamente lleve mal ritmo, así que no hay motivo de queja.

De todas formas, las novedades me las dio él. Fruncí el ceño, preguntándome, por primera vez en mucho tiempo, si no habría entendido mal los signos.

-¿Ben? -repetí, extrañada-. Pues te lo habrá dicho a ti, a mí, es la primera noticia que tengo.

Ella es así. Siempre pensando en salir, en trabajar, en esforzarse. La verdad es que resulta admirable. Y diría que hoy parece un poco más animada que la última vez, también.
Sigo con la mirada la trayectoria del brazo que extiende, hasta llegar a la punta de los dedos.
Vuelvo a su rostro cuando vuelve a hablar, alzando las cejas de pronto. ¿Habré dicho algo que no debía? ¿Sería una sorpresa? Aunque Ben no me dijo nada de eso...

<<Dijo que iríais de fiesta con Frikka. Incluso me han pedido que cuide a "Thor", que dice que es la mascota de Frikka, o algo así.>>

La miro extrañado. ¿Y si entendí mal?
No, no entendí mal...

Con cada nueva palabra la historia se volvía más confusa. Arrugué más el ceño, preguntándome si me estaría gastando una broma. Aunque, desde luego, no lo parecía. Acabé por sacudir la cabeza.

-A ver, a ver, a ver -lo detuve-. Yo, ¿yo?, voy a ir de fiesta con Ben y con Frikka. Te lo ha dicho Ben. Y tú vas a quedarte cuidando a la... ¿mascota? ¿Desde cuándo Frikka tiene una mascota? ¿Qué me he perdido?

Aunque, en aquel momento, me vino a la mente la idea de Frikka hablando con alguien en las habitaciones. ¿O era algo? Quizá sí la había visto de pasada con algún bicho y no me había fijado mucho. ¿O me lo estaba imaginado por lo que me había dicho Jun?

-Mira, tú por ahora olvídate del tema -recomendé-. Siendo como son esas dos, bien pueden estarte preparando alguna broma. Ya te confirmaré yo la cosa, porque tal y como me lo planteas me suena muy raro.

Lo pone como si fuese mentira, claro. Empiezo a sentirme un poco confuso al respecto, pero bueno... Yo solo he sido un mandado en todo esto. No creo que haya mucho más de eso que decir.

<<Eso me dijeron. Ben dijo que la mascota era un "falso dragón", o algo así. Y que me lo presentarían. Y que era pequeño. ¿No has visto nada?>>

Pues hasta me habían despertado curiosidad y tenía ganas de conocerlo. ¿Se estaría metiendo conmigo otra vez...?
Frunzo el ceño, confuso, pero acabo por asentir. Supongo que es lo mejor. Espero no haber estropeado nada para nadie, la verdad.

Me quedé un momento callada, pensativa. Volví la vista al exterior, a las manos, de las que ya me chorreaba el agua. Una idea malvada se me vino a la mente, pero contuve mis impulsos.

-Pues... la verdad es que ahora que lo dices no estoy segura de si lo habré visto por ahí -admití. Aunque lo de "falso dragón" sonaba a cuento barato-. No sé. Espero que a mí también me lo presenten, en todo caso. Ya hablaré con ellas, a ver qué es toda esa historia.

Lo miré de nuevo, con una suave sonrisa. A ver si se iba a creer el pobre que encima tenía la culpa de las chiquilladas de ellas. Porque siendo Jun...

Ladeo un poco la cabeza. Pues vaya cosas... Ahora sí que siento intriga...

<<Pues ya me dirás cuando lo sepas. Ben no deja de meterse conmigo, así que no me sorprendería que fuese una broma al final>>, añado, con una pequeña mueca. Aunque poco después niego y esbozo una sonrisa. <<Pero no lo creo.>>

No es ese tipo de bromas el que le gustan.

Pienso un momento, mirándome las manos, apoyadas sobre la baranda. Las miro un segundo, pensando. Al final, tras una breve duda, las separo de nuevo para dirigirme a ella.

<<Si al final es cierto irás, ¿no? ¿Qué se hace esas noches?>>, inquiero, mirándola curioso.

Asentí, pensativa. Luego lo miré, extrañada.

-¿Se mete contigo? -pregunté. No me lo esperaba, en general me parecía agradable-. ¿Pero en plan mal? ¿Qué te hace?

La pregunta me pilló un poco por sorpresa. De hecho, nunca me había planteado aquello como pregunta. Bueno, quizás antes de hacerlo, eso tendría sentido. Y siendo Jun... más sentido aún que tenía.

Me encogí de hombros.

-Beber, charlar, pasar el rato, supongo -respondí, algo evasiva. Pero, poco a poco, me fui envalentonando-. Normalmente, la base es beber. Al menos en mi experiencia. Sirve un poco para liberarse, y así hablas de cosas que normalmente no hablarías, por ejemplo, y se crea otro tipo de confianza. Aunque lo ideal es que haga bueno, no como ahora, y entonces también se sale por ahí, al aire libre. Suele apetecer salir al aire libre y perder un poco la cabeza. Te liberas -. Hice una pausa-. Tampoco es que lo haga tan a menudo, pero sí, iría, claro-. Y a continuación, la pregunta obvia-. ¿Nunca lo has hecho? ¿Ni un poco de fiesta? ¿Ni beber un poquito?

Me encojo de hombros, componiendo una mueca suave. ¿Y qué le voy a decir? Es como es, imagino. No diría que no lo hace a mal, pero tampoco que sí lo hace a mal.

<<No sé. Cosas incómodas, casi siempre. Pero no creo que lo haga porque le caiga mal ni nada parecido>>, respondo.

No he sido muy conciso, pero es que es bastante vergonzoso de contar. Y más aún a ella. Es mejor hablar de otra cosa.

Mientras habla la miro. Me resultan algo ajenas esas experiencias, aunque recuerdo la ya lejana fiesta del señor Brumm, y me cuesta imaginarla a ella en un contexto tan festivo con algo de licor o lo que sea en la mano.
Niego enseguida cuando pregunta por mí.

<<El Abuelo siempre me dijo que debía evitar esas cosas, que eran malas para mí. Y desde que me fui, pues tampoco.>>

Es como que nunca lo he buscado ni me ha buscado a mí. Así está bien, supongo.

No me hizo mucha gracia la respuesta, la verdad. Lo miré, algo más seria, con cierta desconfianza.

-No dejes que te haga algo malo, ¿eh? -advertí, empezando a preocuparme-. Si quieres hablo yo con ella. Es un poco cabeza loca, y a lo mejor descontrola. No dejes que lo haga.

Aunque, si entraba dentro de las bromas que me hacía a mí, no era tan grave. El problema era si iba a más. Y Jun era más delicado que yo, eso desde luego.

Por supuesto, él nunca había ido de fiesta. Casi daba pena. Lo menos era probar... Ya luego podía decidir si le gustaba más o menos.

-Todos los abuelos dicen eso -sonreí-. Pero luego, si investigas, te enteras de que ellos lo hacían de jóvenes. Estoy segura de que tu abuelo también -. Ya imaginaba su expresión de horror ante la idea sin verla siquiera-. La pregunta no es esa, en realidad. La pregunta es si te gustaría hacerlo.

Asiento rápido, intentando dejar el tema. Incluso sonrío para quitarle importancia, pero niego serio en cuanto dice que puede encargarse de hablar con ella. Ya me imagino una semana con Ben detrás diciendo que tiene que venir "mi novia Massen" a defenderme, o algo así.

<<No pasa nada, de verdad>>, acabo por aclarar sonriendo con cierto apuro. <<Ya me encargo yo.>>

O ya me he encargado. O no hay nada de qué encargarse. Que todo está bien, bueno...

¿El Abuelo de joven bebiendo de fiesta? Si me cuesta hasta imaginarlo joven.
Y... Bueno... ¿Me gustaría hacerlo? Solo puedo encogerme de hombros.

<<No lo sé>>, confieso. <<No es sano.>>

Otra vez las férreas enseñanzas del Abuelo resonando.

Acabé por dejar el tema, ya que así parecía quererlo. Tampoco iba a hacer una montaña de algo que no era un problema. No era mi intención. Si él prefería que lo dejase estar...

Su segundo comentario me hizo soltar un resoplido, sin poder evitarlo. No era mi intención forzarlo a hacer las cosas. Era solo la forma en que lo expresaba. Era como... Era como si él mismo fuese ese abuelo suyo tan petardo.

-¿Qué es sano? ¿Lanzar flechas a yetis de diez metros es sano? ¿Que te rajen la cara de un golpe es sano? ¿Estar aquí a la lluvia-. Aproveché aquel momento para echarle el agua que había recogido entre las manos, a modo de broma- es sano? - Sonreí, burlona-. Dame otro motivo -. Entonces lo pensé mejor y me encogí de hombros-. Bueno, si lo hay. Si no me quedo con ese, tampoco te sientas ahí acorralado.

Al final seguía forzándolo, siempre, siempre, siempre. Tenía que quitarme aquella manía o acabaría odiándome.

Bueno, lo de lanzar flechas no es ni sano ni deja de serlo. Ya sea a un Yeti o...
Bueno, que no habla de eso. Ya lo sé, ya lo sé. Y lo segundo que dice, lo de la cara, es más serio. Parece, sin embargo, que lo lleva un poco mejor.

Cierro los ojos, sorprendido por el agua, dejando ir una carcajada muda y cubriéndome instintivamente por si viene más. Enseguida arremeto también contra ella, pasando la palma por un pequeño charco que hay en la baranda para recoger mi munición y devolverle el disparo.
Mantengo la sonrisa divertida, desafiante de alguna forma, cuando respondo finalmente.

<<No lo sé. Nunca lo he hecho>>, expuse. Luego la sonrisa se suavizó un poco, algo más apagada. <<Me da algo de miedo perder el control, supongo.>>

Podría hacer tonterías vergonzosas en el mejor de los casos. En el peor... No quiero pensar en que pudiese herir a alguien sin querer, o algo así.

Al final no era tan grave. Si hasta seguía con el juego. Me cubrí con las manos, cerrando los ojos y soltando una carcajada, cuando se tomó su revancha. Pero luego formé un vlino y se lo mostré, con una sonrisa burlona.

-Sabes que tienes todas las de perder -advertí, antes de lanzarlo fuera, al aire, y dejarlo exportar de forma que el agua llegara a nosotros y nos empapara. Aproveché para abrir las membranas de las orejas, disfrutando de la oleada de agua, muerta de risa.

Me limpié un poco la cara, sacudiendo también las manos para quitarme algo de agua. De todas formas, estaba hecha un caldo.

Asentí cuando habló.

-Supongo que tiene sentido.

No era al primero al que le oía decir aquello. O eso creía. No estaba segura de si Sock hablaba en aquellos términos en algún caso, o de si había sido Inwir quien me había dicho que ese era su problema. Porque Sock solía quedarse siempre con la parte más pomposa.

Río con ella, pero cuando muestra el hechizo paro, aunque mantengo una sonrisa que mezcla una breve mueca que pretende ser arrepentida. Aunque no es que esté muy arrepentido. Pero bueno... Con sus capacidades mágicas como se le escape...

<<Qué violenta>>, formulo, risueño, entrecerrando los ojos cuando el agua nos baña. <<Vamos a ponernos malos.>>

Una imagen, un recuerdo, viene enseguida a mi cabeza y me ruborizo brevemente, apenas un momento. Por suerte la conversación distrae.

<<Pero tú siéntete libre. No juzgo a los que lo hacen>>, aseguro, risueño.

De hecho, ellos son valientes. No se asustan por la posibilidad de perder ese control...

Me encogí de hombros, aún con gesto burlón. Que cayera una cascada, ¿qué más daba? Ya de salir, pues acabarlo de poner interesante.

-Pues ya nos curaremos -resolví con una sonrisa.

Lo miré con curiosidad, preguntándome qué esperaba que estuviera pensando. Tal y como hablaba, casi parecía que yo tuviera que estar pendiente de eso. Aunque, como siempre que alguien me negaba algo, me había invadido aquella curiosidad de qué pasaría si lo sacara de fiesta. Una sensación muy molesta, pero inevitable.

-Bueno, eso te honra -repuse, aún con cierta burla, declarando que, evidentemente, ya me sentía libre.

"Ya nos curaremos". No puedo sino responder con una sonrisa a eso, asintiendo vagamente.
Espera. ¿He asentido? ¿Dónde está mi preocupación por la salud? Y también pensaba dormir temprano hoy. Veo que mis promesas no valen nada.

Nos quedamos un rato más. Al final, sin embargo, el frío y el agua no se llevan bien. Y por mucho que hayamos dicho que los resfriados se curan, dada la hora y las crecientes posibilidades de caer enfermos terminamos por volver dentro.
Si con el invierno que llevamos tendremos todo el tiempo que queramos para estar bajo la lluvia.

*se van*

El chrysos llevaba un buen rato en los balcones, contemplando sin interés la nieve caer, acodado sobre la baranda con los ojos levemente iluminados. Había bajado a las mazmorras hacía relativamente poco, pero Dena y Malia dormían, así que tras unos escasos segundos había abandonado el lugar con cuidado y en profundo silencio al ver que no parecían despertarse. Bajaría más tarde, más tarde. 

Lyam suspiró. Le había seguido dando vueltas a lo que Rick le había contado y había concluido que con la información que tenía no iba a sacar más que las largas hipótesis que ya tenía. Necesitaba más datos, pero no sabía de dónde sacarlos, o, mejor dicho, sí sabía de dónde sacarlos, pero no cómo obtenerlos. Dena seguía manteniendo esa actitud silenciosa, apenas hablaban cuando él bajaba a las mazmorras y cuando lo hacían eran de cosas triviales o de recuerdos de cuando vivían en los suburbios, Malia solo le había dirigido la palabra una vez de todas las que había bajado, a Alehyss ya le había dicho muy a su pesar que no le iba a hacer preguntas sobre la misión de Aqua y la líder piscis no parecía dispuesta a compartir datos con él, cosa por otro lado completamente comprensible teniendo en cuenta las equivocadas decisiones que él había tomado las últimas semanas.

El chrysos se pasó una mano por el pelo, echándoselo hacia atrás, percatándose al hacerlo de lo largo que empezaba a estar ya, y miró hacia abajo. ¿Habría o no habría algo que impidiese que te rompieses el cuerpo al caer desde tal altura? Llevaba ya varias semanas preguntándoselo. Parpadeó. Luego, con sumo cuidado, apartando la nieve que le resultaba molesta, intentó colgarse de los balcones, boca abajo, enredando las piernas en una de las columnas de piedra de la base de la baranda, impidiendo así la caída, quedando colgado boca abajo como un murciélago, como un hombre murciélago. Pero sin alas, claro. Esperaba no resbalar y matarse, vaya, eso sería muy desagradable.

Ya estaban en marzo, a fin de cuentas. Al menos unos días más antes de palmarla. 

*fin de escena*

Ver la lluvia caer es una imagen más de lo cíclico del clima este año. No me sorprendería que en un par de semanas, cuando la primavera se haya afianzado (o debiese haberlo hecho) vuelvan las nieves. De todos modos, aunque el clima de Brontë sea más húmedo que el de mi pueblo natal, sé que las lluvias por estas fechas no son extrañas.
Por mucho que me disguste.

Ya he ultimado los detalles del viaje a Ventus. Hoy he hablado con Jun y hemos acordado partir pronto. Quizás cuando deje de llover.

*se queda*

Finalmente, todo ha salido como se planteó en su momento. Es curioso pensar que no era nada planeado, sino que se trata de un simple capricho, un impulso del momento. Y, pese a todo, supone una serie de asuntos que resolver, y que no han dado demasiados problemas. A Fera le gusta pensar que, prácticamente sin quererlo, ha conseguido proporcionarse algo más de comodidad en su propia casa.

Aparece directamente junto a Alehyss, a escasa distancia tras ella, con una mano en su hombro, en una caricia mínima. El ambiente del lugar se ha llenado, como siempre ocurre, con su inevitable presencia, ese halo extraño que llega a todos los rincones. Y cuando baja los labios junto a su oído, con media sonrisa entretenida, sus palabras, el susurro, fluye como una brisa ligera, como un roce delicado.

-Quizás no lo sepas, pero tenemos un asunto pendiente, amor.

No estoy muy atenta en este momento. Quizás es lo que me hace darme cuenta demasiado tarde de que ha aparecido. O tal vez sea, simplemente, imposible predecir cuándo está si ella lo desea de esa forma.
El contacto en el hombro, la presencia envolvente, me hace adoptar enseguida una postura más erguida, obediente, dispuesta a acatar alguna orden, y aunque no llego a volver la vista hacia ella cuando habla no necesito hacerlo para sentir la mirada gélida.

Lo primero que pienso es que puedo haber cometido algún error. Sé que se ha estado encargando de algunos asuntos, y temo haber hecho o dicho algo que no debiese. Quizás por la visita a Dena en las mazmorras en su momento, aunque ha pasado demasiado. O tal vez alguna otra cosa.

Me mantengo firme de todos modos. Debo mostrarme profesional. La inquietud no ayuda.

-¿De qué se trata? -pregunto primero, formal-. Trataré de resolverlo lo antes posible.

La risa de Fera fluye junto a su oído, cantarina y traviesa. Acaba por erguirse, repasando su hombro con la punta de los dedos mientras los desplaza en una caricia, hasta detener el contacto. Desaparece entonces, materializándose de nuevo frente a ella, con una mirada entretenida, los ojos fijos, felinos, depredadores, sin dejarle ninguna vía de escape.

-Oh, no, cielo -responde, sin perder el deje entretenido-. Seré yo quien lo resuelva, puedes estar segura. Claro que necesitaré de tu colaboración. Tendré que estudiarte, examinar tu piel, para que vuelvas a experimentar lo que una vez tuviste. Puedes considerarlo un favor personal. Un pequeño regalo -.De nuevo, desaparece, y vuelve a situarse tras ella, y el alieto junto a su cuello le pone la piel de gallina-. ¿Qué te parecería eso, tesoro?

Espera en silencio, pendiente de cada reacción, de cada gesto, de su respuesta.

No me permite rehuir su mirada, aunque es algo que no he intentado. En el momento que la tengo ante mí se la sostengo, entera, sin titubear. Y escucho mientras tanto todo lo que tiene decir, porque sé que no ha aparecido de la nada por cualquier asunto trivial.
Aunque en el momento que termina de hablar, con ese rastro divertido que la envuelve con un atributo más, llego a dudar. Un leve titubeo que me resultaría evidente de verlo en ojos de otro. Una señal que indica que su pequeño juego ha dado resultado.

-Yo...-. No dudes. Eres profesional. Haz tu trabajo. Adquiero un gesto algo más firme-. ¿A qué nos referimos exactamente?

Aunque muestro entereza soy consciente de que mi situación ahora mismo, al menos para ella, puede resultar divertida. No dejaré que me afecte.

Es evidente el juego, ya que no se esfuerza en esconderlo. Al contrario, lo muestra, lo maneja, lo disfruta. Esta vez, se limita a caminar para situarse frente a ella, con su pasos de gata, con su sigilo y su actitud acechante. Y una vez más, sus ojos la encuentran, la atrapan, la devoran.

-¿Otra vez tensa, querida? -murmura, enarcando una ceja-. Bueno, tengo la esperanza de liberarte de algunas tensiones pronto -. Da un paso, y la distancia se reduce inevitablemente, hasta que, finalmente, cede un poco-. Nuestra apreciada Crisentia ha venido a verme hace poco. Me gustaría que no hicieras más preguntas de las necesarias, vida, pero sí puedo darte alguna información. Por ejemplo, quizás te interese saber que me ha cedido sus derechos sobre ti. Claro que es un traspaso que tendremos que formalizar nosotras, ¿no te parece?

Ladea ligerísimamente la cabeza, pero el gesto es suficiente como para resultar visible.

No lo estoy hasta que lo menciona, pero la referencia hace que, sin quererlo, deje caer la mirada un momento. Es breve, podría hasta considerarse un gesto casual, sin ningún significado.
Cuando vuelvo a alzar los ojos me encuentro con su mirada, pero contengo el titubeo y la mantengo. Llego a negar, pero no respondo. Ni siquiera se trata de que no quiera seguir el juego de bromas que se me ofrece. Es, más bien, que resulta complicado.

¿Crisentia? Esa palabra, un nombre, llega a resultarme algo ajena. Y entonces ato cabos. No tarda en corroborar la identidad de la susodicha, y pronto me da, además, una idea de la situación. Aunque sigo sin tener claro las condiciones de lo que se me acaba de presentar.

Su cercanía me da ideas, inevitablemente. El recuerdo de un baño caliente es algo que no se puede obviar en una situación como esta. Y, pese a todo, tiendo a creer que la líder chrysos, que Fera Twinkle, no entraría en un juego de control y propiedad.

No tengo claro qué expresión debo componer ahora mismo. Quizás solo parezco algo bloqueada. Pero, de hecho...

-¿Eso significa que todo ha acabado? -pregunto primero, alzando las cejas-. ¿Seguirá cumpliendo su parte del trato? Y...-. Repaso de nuevo a Fera, entonces, consciente de algo más. Aunque llevo siéndolo un buen rato-. ¿Estoy ahora a su servicio, entonces? ¿Más de lo que ya estaba? ¿Qué he de hacer?

Esta vez, cuando ella pregunta, Fera se limita a acercarse, a rodearla, a inmovilizarla contra sí. De nuevo, los labios se acercan al oído, el aliento acaricia la piel.

-Creo que es mejor que tratemos este asunto en mis habitaciones, donde podamos actuar con total libertad -murmura, tan sensual como resulta inherente a su ser.

Y, antes de que Alehyss, tenga oportunidad de reaccionar, ambas desaparecen de los balcones.

*Se desvanecen*