Balcones

La líder salió a los balcones tremendamente seria. No parecía que el viento frío que le azotaba el rostro la afectase en lo más mínimo, y mantenía su gesto imperturbable. La piel, curtida, ni siquiera se erizaba tampoco, pese a que el abrigo era mínimo. Gwendoline estaba acostumbrada al calor y al frío como debía estarlo todo guerrero. Había estado observando en Brontë por un tiempo, y no estaba segura de si lo que veía le gustaba.
Había gente poderosa, y otros que no lo eran tanto, pero faltaba disciplina. Para ella, que había servido años como adiestradora en Lumen, la disciplina era sumamente importante; tanto o más que el poder de cada uno.

En lo que a disciplina se refería, por otra parte, estaba el tema de su hijo. Había salido a los balcones a enfriar las ideas antes de buscar a Majid, que aquella tarde había insultado a un par de miembros del servicio que le llevaban la comida.
Gwen no dejaba que la frustración llegase a su rostro, pero no podía dejar de darle vueltas.

*se queda*

La líder no se volvió hasta que su interlocutora la llamó. La gente debía ser capaz de pedir las cosas por sí misma, por lo que tendía a aguardar a que se dirigiesen a ella. Había muchos incapaces de abrir la boca, y Gwendoline tendía a pensar que si no podían expresarse no merecían demasiado reconocimiento.
Era la chica del servicio claritas, Aloe Mion. Se había propuesto aprenderse el nombre de cada miembro del servicio, pero no había logrado quedarse con el de todos todavía, ya que a muchos ni los veía. Pero aquella, por ser de otra raza, destacaba inevitablemente.

La examinó un instante, con mirada evaluadora y gesto imperturbable. Aunque compusiese aquella expresión de saberlo todo no podía adivinar qué buscaba la muchacha, pero de todas formas era más apropiado dejar que los subordinados viesen que uno no titubeaba. Y después de que el líder de Aqua y ella hubiesen llegado Gwendoline se había esforzado por no parecer que ella sería la líder novata y benevolente.

-¿De qué se trata? -preguntó, con voz firme.

Ella había dicho impertinencia. Aquello despertaba la curiosidad de la líder.
Se le ocurrió que quizás se tratase de Majid. ¿Acaso iría a decirle que su hijo había destrozado más cristales?

La joven comenzó con decisión, y a Gwen le gusto, aunque no supiese de qué se trataba. Cuando metió en el juego a la líder chrysos, Fera Twinkle, no hizo ningún gesto. De alguna forma el hecho de que pensasen en ella le gustó, aunque era consciente de que, una vez más podía ser un intento por ganarse su favor. Sin embargo Gwendoline no le dio más vueltas a aquello. Al menos no se trataba de Majid de nuevo.

Sin embargo, cuando la chica se reveló, Gwen no pudo evitarlo: una carcajada sonora rompió el aire, y tras aquella vinieron varias más. No tuvo reparo en reír varios segundos, y cuando se detuvo no borró la sonrisa audaz que cruzaba su rostro, sustituyendo la expresión seria que había tenido hasta entonces. Se cruzó los brazos bajo el pecho, y parecía estar desafiando a Aloe con la mirada.

-Aloe Mion -le dijo, con fuego en los ojos-. Atácame.

La chica parecía hacerse pequeña, y Gwen llegó a sentir decepción, pero no borró la sonrisa ni el brillo de interés de los ojos. Y entonces, del mismo modo que se empequeñeció, Aloe Mion pareció crecer de nuevo. O más incluso, descubríó la líder al mirarla con más atención.
No se apartó cuando la atacó. Deja que los hechizos la alcancen allí donde la chica del servicio había escogido, y no apartó los ojos de ella. Eran golpes nimios para alguien acostumbrado a medirse con oponentes mucho mayores, pero la demostración de agallas la llenaba de satisfacción. ¡Aquello era lo que Gwendoline deseaba! ¡Aquella decisión! Una idea afloraba en su mente, mientras examinaba a la chica con ojos nuevos.

-Bueno, Aloe, supongo que sabes que aquí ha muerto gente. Imagino que habrás tenido en cuenta todos los contras y que sabrás hasta qué punto es serio esto-. Ella había sido del servicio. Aquello la haría disciplinada. Quizás todos los guerreros deberían limpiar algunos baños antes de ponerse a luchar para descubrir en qué consistía la disciplina-. En lo que a mí respecta, Aloe, eres bienvenida. Pero las cosas se pueden ir tan deprisa como llegan. No me decepciones, cambio de idea con facilidad -le dijo, manteniendo la sonrisa afilada.

La mujer no hace ningún movimiento para esquivar los golpes y Aloe Mion se queda quieta, respirando algo agitadamente debido al momento. Ver cómo la mujer simplemente recibía los golpes le deja una extraña sensación: un parte es alivio, ya que ha podido golpearla, la otra es algo de impotencia por ser tan débil como para que no merezca la pena evitar su magia.

Pero escucha las palabras de la mujer, que sigue sonriendo y la mira con sus enormes ojos abiertos. Ha dicho que puede hacerlo o, más concretamente, que le dará una oportunidad. Deberá esforzarse para poder siquiera compararse con aquellos que han recibido la llamada, ya que ella no tiene ese algo especial que Brontë había pedido. Pero es una oportunidad y no tiene muchas en su vida.

Frunció algo el ceño, poniéndose seria. Ahora no hay vuelta atrás, está donde ella quiere estar y no donde cree que debe estar. Asiente y vuelve a reverenciarse.

—Por supuesto, daré lo mejor de mí. Muchas gracias, señora —Agradece. Ahora no sabe si marcharse o quedarse en esa posición. Como muchacha del servicio debe quedarse, como guerrera... No lo tiene claro, ha visto a muchos guerreros tratar a los líderes como si estuviese a su altura, pero ella no puede hacer eso. Por ahora.

También debe hablar con la líder Twinkle para informarle de la situación y perdir que le ceda una cama de aquellas enormes habitaciones en su palacio. Seguramente ella ya lo sepa, pero quiere decirselo ella misma.

Aquello había sido interesante. Gwendoline, de todas formas, era consciente de que quizás aquella muchacha no era suficientemente capaz para luchar allí. Pero no le importaba darle una oportunidad. Había tenido ocasión de observar a otros, y sabía que los había que no habían sido llamados. Al final llamar a nadie era una tontería, se había dicho: el que quisiese luchar, lucharía.

-Puedes hacer tu mudanza a las habitaciones cuando lo desees -le dijo con tranquilidad-. Además te ofreceré un arma sencilla, si lo deseas. ¿Tienes alguna idea ahora? -inquirió, tranquila, sonriente, pero sin perder su imponencia-. En caso contrario hazme llegar tu petición a través de un miembro del servicio.

En aquel momento su tono brilló de forma especial. "Porque tú ya no lo eres".
Gwendoline esperaba cambiar un poco Brontë. Ella inculcaría lo que les faltaba a los guerreros. Los motivaría, pero los haría entrar en vereda. Ella sabía tratar con los soldados.

*fin de escena*

Me apoyé en la baranda con gesto apático. Iba abrigada, y, por lo que había visto por los pasillos, no era lo normal, porque todos llevaban ropa menos gruesa. No sabía qué iba a hacer en invierno, entonces...
Mamá había mandado una carta, que había llegado aquella mañana. Todo iba bien por casa, y preguntaba qué tal por Brontë. Había dejado la respuesta para el día siguiente, porque lo cierto era que no tenía muy claro qué decirle. No quería preocuparla con una respuesta sin contenido, pero al mismo tiempo no me sentía con ganas de mentirle e inventarme cualquier cosa.
Quizá dejas la respuesta a Pris, que siempre parecía brillar un poco más, y era capaz de sacar algo bueno incluso de las cosas más insulsas.

Me retiré un mechón de la cara y suspiré, frustrada, pasando a morderme el labio inferior.

De Altan no había habido noticias. Hasta ella lo había ignorado. Tenia la sensación de que de tenerlas me enfadaría, pero no podía evitar...

*se queda*

Una voz me hizo fruncir el ceño, y me llevé el pulgar y el índice a las cejas, que froté un momento antes de volverme. Para cuando me volví, la chica ya estaba hablando.. No me esforcé demasiado en poner buena cara, así que al final se quedó en una expresión de fastidio ligera. Lleva un animal algo extraño detrás de sí.

-Tranquila, iba a ir dentro enseguida -la disculpo. Le dedico una mirada algo más prolongada-. Soy Zaih'ra Flegrell. Y he llegado recientemente, sí -murmuro, algo desganada. Tras cumplir con el protocolo, me acerco a la puerta-. Buenas noches.

Le dedico un gesto vago y entro de nuevo en el palacio, perdiéndome en los pasillos.

*se va*

Por una vez, la noche se había quedado agradable. Y eso que últimamente la lluvia no daba tregua. Lo cual no suponía un problema terrible en mi caso, pero los años me habían enseñado a no menospreciar el invierno de Brontë, que tenía la habilidad de pillar a mis defensas desprevenidas. Aquel año, pese a todo, no había pasado demasiado tiempo enferma, y esperaba seguir así todo lo que quedaba de temporada.

Claro que, en una noche nublada, no iba a renunciar a un rato de balcón y fresco. Las alturas no me inspiraban confianza, pero la balconada sí, así que no me disgustaba dejar los pies colgando al vacío si suponía que había un pilar entre mis piernas que asegurara que todo mi cuerpo no los siguiera. Ni siquiera tenía nada que hacer más que estar allí, al fresco. Pero era suficiente.

Thor me sigue, aunque con desgana. Hoy hace menos frío, por lo que ha aceptado moverse un poco. A medida que se vaya este tiempo se le irá pasando, imagino. Me he llegado a plantear pedirle a Anna, la costurera, que le haga una chaqueta, o algo, pero llego un poco tarde. La destrozaría, de todos modos.

Alzo las cejas al ver a Massen asomada a uno de los balcones. Es mejor compañía que la tipa flamma esa que no habla con casi nadie, que estaba en otro pasillo.
Doy un par de golpecitos en el cristal, esbozando una sonrisa, y luego salgo. Thor me sigue, acercándose contento a Massen, aunque duda un momento antes de cruzar hacia el exterior.

-¿Que hace una chica como tú aquí, tan sola? -le pregunto, alzando las cejas un par de veces y dedicándole una sonrisa insinuante-. Espero que no estemos interrumpiendo tu momento de reflexión del día.

Sonreí a Frikka y le hice a Thor un gesto rápido con los dedos, abriendo y cerrando las membranas, para llamar su atención y atraerlo. Últimamente, por lo que sabía, estaba algo decaído, así que no estaba de más intentar animarlo un poco. Lástima no tener alguna golosina para él.

-Nah, no tengo gran cosa que hacer -respondí, encogiéndome de hombros-. ¿Me traes algo interesante tú? No tengo el listón muy alto ahora mismo.

Cualquier cotilleo podría estar bien.

Thor se acerca con algo más de ánimo al ver el movimiento, y busca esa mano suya. Pero no, no hay comida. Me siento traicionada, mi pequeño cachorro.
Aunque pequeño pequeño ya no es...

Hago una pequeña mueca. ¿Que no tiene el listón muy alto? ¿Por quién me toma? Yo soy Fif, el alma de la fiesta. Podría animar cualquier situación. Esta no es ningún reto.

-Pues no mucho, la verdad. Tenía ganas de pasarme por el pueblo, pero con esta lluvia intermitente me faltan las ganas-. Dejo que mi mirada se pierda en el horizonte unos segundos-. Esperando algo que hacer, como todos-. La miro-. Creí que con otro líder nuevo más las cosas se pondrían candentes, pero parece que estos son más bien reflexivos.

No es que me queje, que no quiero que muera nadie, pero...

Juego con Thor, haciendo que me persiga la mano sin ceder a dársela. A ver si consigo que juegue un poquito.

-Sí, yo también esperaba más acción -coincidí, pensativa-. Pero, de hecho, no he llegado ni a ver a los nuevos líderes. Supongo, y espero, que estarán poniendo las cosas en orden.

Callé, pensativa. Estaba deseando que llegara mi momento de entrar en acción. La espera acabaría por hacer estragos si se prolongaba mucho más.

Dan ganas de suspirar y cagarse en todo. Pero es muy temprano para amuermarse, realmente. Queda demasiada noche por delante como para venirse abajo.

-Son jovencitos, por lo que se dice, ¿no? -menciono, mirando de nuevo al infinito, mientras escucho cómo Thor, algo más animado, juega con Massen-. Al menos dos de ellos...

Que quién seré yo para hablar, dirán... Pero estamos aquí luchando, y como sigan rejuveneciendo acabaremos guiados por algún crío. Bueno, si es que ya hay críos por aquí, y todo.

Extiendo una mano hacia ella y tomo el extremo de una de sus trenzas. La verdad, es un peinado que nunca se me ha ocurrido llevar. Tiene que ser un trabajo de la hostia cada vez.
Aparto la mano apenas un segundo después, algo contrariada. Eso... ha sido un poco raro por mi parte.

-¿Ese Jun no está por aquí para encasquetarle a Thor de nuevo y tener una noche de chicas otra vez, no? O algún otro colega que se preste. Para pasar un buen rato-. Sonrío-. Es broma, eh-. Miro a Thor, que me devuelve la mirada, juguetón-. Ya sabe quedarse solo.

Si no fuera por la lluvia y lo lejos que queda el pueblo... Cualquiera diría que somos poderosos guerreros.
A ver si voy a ser yo el problema...

Fdr- Pausa

Me encogí de hombros, tratando de hacer que Thor se diera la vuelta para rascarle la barriga. Los líderes habían permanecido bastante ocultos desde su llegada, así que pocos sabían algo de ellos.

-Eso dicen -asentí-. Aunque no sé qué querrá decir jovencitos. ¿Jovencitos como Jillian o jovencitos como Timber?

Me resultó un poco extraño que me tocara el pelo, y no pude evitar tensarme, pero lo ignoré. Frikka no era muy dada al contacto físico, así que resultaba extraño. Me centré en su pregunta y negué.

-Se ha ido a Aqua con Alehyss -expliqué-. Creo que para repetir tendrá que buscar otro una niñera. ¿Tú no conocías a esa tal Lea? La de los animales... Seguro que hasta te lo agradece -. Miré a Thor, pesativa-. ¿Seguro que solito se las apaña? Con lo que le gusta la compañía...

Frunzo un poco el ceño, mirándola.

-¿Quién es Timber? -alcanzo a preguntar, desviando la vista a Thor un momento, que juega a tratar de atrapar la mano de Massen con la boca y las patas.

Cuando Massen menciona a Lea se me escapa una risilla, y la miro de nuevo, entretenida. Anda que, no se me había ocurrido. Pero siendo yo, creo que no me costaría echarle algo de morro.

-Venga, va. Yo se lo digo -asiento-. Por probar que no quede. Así nos quitamos de encima esta sensación de encierro-. Me desperezo un poco, pensativa-. Con el tiempo que hace aquí, vaya fechas para irse a Aqua... -reflexiono en voz alta.

Fruncí un momento el ceño ante su chocante pregunta, pero no tardé en abrir los ojos, entendiendo de pronto. Ella no había llegado a conocerlo. Y Jillian había seguido en contacto con el palacio, además de que aquella era su casa, pero Timber y Cynara ya no habían vuelto a dar señales de vida desde su partida. Y, después de todo, Frikka no tenía por qué conocer a todos los políticos del mundo.

-Timber Bright -remarqué, por si el nombre completo le decía, algo, aunque lo dudaba-. Fue el primer líder aether que tuvo Brontë. El señor Michael llegó después. La verdad es que han ido pasando muchos por aquí. Los únicos que están desde el principio son Brumm y Darvenwish, creo.

Sonreí y asentí. Mejor que cargar al pobre Jun otra vez, aunque estuviera.

-Genial -acepté. Miré al cielo-. Han ido por negocios, podría decirse. Les corría prisa -. No quería dar muchos detalles, aunque no sabría decir por qué. Me volví hacia ella, haciendo a Thor una finta con la mano-. Oye, ¿te parece si vamos dentro? Un rato de aire está bien, pero un baño o algo así estaría mejor ahora.

Asiento vagamente. Eso sí lo había oído.

-Bueno, tiene sentido... Si hablabas de Jillian...-. Me encojo de hombros-. Lo cierto es que algunos nombres se me escapan, pero sabía que esos dos eran los de siempre-. Sobre todo Darvenwish, claro... Como que no lo supimos en Caligo ni nada.

Me llevo las manos a la nuca, pensativa. Bueno, con lo de busca a Lea ya tengo algo que hacer. Además de entrenar y esas cosas. Algo es algo.

-Bueno, el trabajo es el trabajo. No creo que aquí estemos como para rechazar ir a un sitio porque haga frío... Aunque me alegro de no ser yo -añado, con una sonrisa afilada. Los dientes de Thor se cierran en el aire-. Ah, por supuesto-. Asiento a su propuesta-. Es una buena forma de despejarme para empezar la noche.

*se van*

El invierno se acercaba a pasos agigantados, borrando con su lluvia todo rastro del agradable tiempo del verano. La tarde había probado ser tan tristemente anodina como los nubarrones que cubrían cada pedazo de cielo, oscureciendo la tarde antes de lo debido. Un alivio para los caeruleus, probablemente, que habían soportado la intensidad de la luz a lo largo del verano.

Para mí, particularmente, aquella lluvia tenía un toque agridulce. No era santo de mi devoción, por supuesto, pero no podía evitar cierto regocijo al sentir mi espalda libre de la tirantez y el agarrotamiento de las alas. Podía contar varios años desde que me librara de aquella carga, pero mis sentimientos al respecto no parecían haberse apagado, por el momento.

Decidí salir a disfrutar de la brisa y la última y efímera luz de la tarde, tan solo para descubrir que el balcón que había escogido tenía ya un ocupante. No lo había visto antes de abrir el ventanal, y dado que dar media vuelta podría ser tomado como mayor ofensa que quedarme, me limité a seguir mi resolución pese a la compañía.

-Con permiso -saludé con un murmullo y una inclinación de cabeza, situándome a una distancia educada del claritas.

Lo conocía, pero no personalmente. En un lugar como Brontë, incluso aquellos con los que uno no se cruzaba demasiado acababan por resultar rostros identificables. Y, aunque hacía tiempo que no había incidentes en el palacio, sabía que era conveniente aprender a reconocer las caras de los otros guerreros. No dejaba de servir como medida de seguridad, y facilitaba la identificación de incursiones indeseadas. Aunque, por supuesto, sabía que no me correspondía esa tarea.