Observatorio.

Noté la presencia del joven Silvanus en el observatorio, por lo que decidí acudir allá, pues debía decirle varias cosas como represalia de sus actos en el palacio.

- Buenas noches - saludé sonriendo al hombre al que echaría la bronca en pocos momentos; era una tarea que no me gustaba hacer, pero como líder debía.

Me acerqué un poco a él para que pudiera verme con facilidad y poder habla de cara a cara.

- Soy Jillian Campbell, jefa chrysos - comenté recogiendo un mechón de pelo detrás de la oreja.

Me sobresalté un poco al oir una voz cerca mia, por lo que aparté del artilugio rápidamente para enterarme de quien se trataba:

El corazón me dió un vuelco:
Ayer la jefa Flamma y hoy esto

-Hola, señorita Jillian. Yo me llamo Silvanus Kettleburn. Un placer- quería hacer las cosas bien con esta... aunque era muy extraño, porque parecía mas joven que yo... y yo solo trataba de "usted a Aren" y eso... solo a veces-.
-¿A que se debe su visita?

El joven piscis preguntó a qué se debía mi visita, quizás no había sido consciente de lo que había hecho, o quizás quería hacerlo parecer.

- Verás... He recibido ciertas quejas sobre ti - comenté. No había recibido quejas de otras personas, pero había visto todo lo que hizo, y eso ya es razón suficiente como para poder inventarse esa escusa para introducir mi parte -. Ha llegado a mis oídos que acabaste con la vida de un boro, es eso cierto?

Lo miré fijamente, estaba preparada para saber si me iba a mentir y trataba de esconder sus malos tratos o si era un buen miembro y decía la verdad.

Se me puso la cara blanca y retrocedí unos pasos... me habían pillado... joba... no podía mentirle a una lider...

-Bueno... fue un accidente... yo... es que me dan mucho asco y claro... se me puso en el pie... y yo lo aplasté de una patada contra la pared... tiene que entenderme... perdon... no lo volveré a hacer... se lo juro...- la vi a los ojos- ¿me perdona?- dije mientras una lagrimilla solitaria rodaba por mis mejillas.

Lo miré fijamente mientras se escusaba; parecía bastante convincente, pero tampoco quería parecer demasiado blanda con los miembros del castillo.

- Bueno, por esta vez te perdono - comenté algo malhumorada, estábamos hablando de la vida de un animalito ajeno a todo esto.

Pero si perdoné por primera vez a Aren, Silvanus también se lo merecía.

- Pero como sepa que has estado haciendo otra cosa, el castigo será más severo - dije manteniéndome algo firme, mientras le miraba a los ojos -. No quieras acabar como "otros".

Mis ojos se iluminaron cuando oí que me perdonaba... aquella chica era muy buena.
-Gracias! Haré lo que me mande... ESTOY EN DEUDA CON USTED!- dije mientras le apretaba efusivamente su manita.

-"otros"? me atrevía a preguntar... bueno... yo... otras cosas... malas... creo que no he echo... o por lo menos solo- musité esa última frase.

Al parecer Silvanus tras mi último comentario pareció algo preocupado por si estaba metido en otros problemas.

- No te preocupes, no tienen que ver contigo - afirmé tratando de calmarle un poco -. Son asuntos de otros miembros ajenos a ti.

Le dirigí una sonrisa para no parecer tan severa como otros líderes y traté de iniciar una conversación agradable.

- Por si acaso, me repetir que no hagas nada malo otra vez, me gusta proteger mi palacio, y lo cumplo - comenté evitando volver a sacar un cara seria y algo cabreada; claramente no podía dejar de pensar en las travesuras del líder caeuleus.

-jo... no lo hago a propósito... son cosas que pasan... espero que me perdone- dije sentándome y sacando unas galletas de mi mochila que había cogido del comedor-. ¿quiere?

-una pregunta que se me viene a la mente... -dije mientras masticaba una galleta- ¿como lo supo? ¿como supo que lo había matado?

Dijo que no lo hacía queriendo, y añadió una pregunta, quería saber cómo lo había averiguado.

- Al parecer alguien te vio - respondí con tono de voz muy seguro -. Tienes que ser más cauteloso si quieres evitar estos altercados.


No podía permitir que supiese que yo sabía todo lo que pasaba en el castillo, porque entonces pasaría a hacer sus travesuras por las afueras.

- Pero no te preocupes, no te voy a castigar porque no vas a hacer nada, ¿verdad? - pregunté como na ligera amenaza escondida bajo mi simpatía, pues seguía mostrando una gran sonrisa.

Solté una risita ante su primer comentario.

-Bueno... a decir verdad no te prometo nada... aunque intentaré no volver a matar otro boro.
Entonces bajé la voz y puse mi mano al lado de mi boca.
-A no ser que Aren me lo pida... no le puedo negar nada a ese hombre... es un cielo... por el sería por el único que quebrantaría las normas de castillo... ¿a ti no te cae bien? a mi me parece una persona estupenda. Y, si me lo permites, me habría gustado habre nacido caeruleus, para que el fuera mi lider de raza... no me gusta nada Blues... tiene cara de palo todo el dia- dije con una sonrisa.

Sonreí muy forzosamente al comentario de Silvanus, sabía que estaba coldito por Aren, pero ese comentario resultó bastante irritante.

- Digamos que su mentalidad no es como la mía - respondí con un tono que mostraba bastante forzamiento a la hora de dibujar una sonrisa en mi cara.

Me alejé un paso muy discretamente y comencé a andar de derecha a izquierda con lentitud, mostrando quizás un poco de impaciencia.

- Pero bueno... Tampoco nos llevamos mal - mentí tratando de parecer aún amigable con él, no quería sacar mi lado cabreado todo por lo que pensaba hacia Aren. A saber que se pensaba Silvanus de mí.

Parecía que no le agradaba mucho hablar de Aren... no entendía porqué... así que al ver que se ponía a andar de un lado para otro, saqué a Tristán y se lo enseñé... por lo menos, relajaríamos un poco el ambiente.
-M-me lo encontré un día por el palacio, dije entregándoselo con cuidado, pues estaba dormidito-. no se... quizás sea de alguien y yo se lo he robado... en ese caso, me parecería mal que yo lo tuviera... puesto que no me gusta robar. Sino, no le importa que me lo quede, ¿no?.


-Por cierto, ¿sabe entonces donde está el cadáver del boro? porque yo lo fui a buscar, pero no estaba en los tejados... ¿se lo habrá comido algún mostruo? pregunté muy inocentemente y con los ojos muy abiertos y preocupados.

Un dragoncito apareció de repente, quizás al estar relajada no me di cuenta de que otra presencia estaba rondando el observatorio.

Le sonreí a Silvanus y negué con la cabeza.

- Si aún sigue vivo no creo que tengas que preocuparte por si tenía dueño o no - respondí sonriente -. Además, si te seguió y no se reveló sera por algo, ¿no?

Mencionó también al cadáver del boro, vaya, pensaba que ya habíamos terminado de hablar sobre ese tema, las tripas se me estaban empezando a revolver.

- Verás, el cuerpo de servicio se encarga de revisar diariamente TODO los lugares del castillo; supongo que ellos lo habrán descubierto, pero ya han muerto muchos por edad, así que ya no avisan - comenté como respuesta a su segunda pregunta.

Le dirigí mi mirada hacia sus ojos.

- Ahora debo de irme, tengo asuntos que hacer - tenía mucho trabajo por delante, pero el hecho de haber mencionado a Aren me había enfadado bastante.

*Desaparece*

Me alegré sobre los comentarios de Tristán.
Pero los comentarios del servicio me incomodaron un poco... ahora seguro que estarían buscando al asesino... joba... menuda caca...

-buenas noches- pero antes de que puediera terminar la frase, la jefa desapareció de mi vista en un habrir y cerrar de ojos.
-Jope, no me gusta nada que se desaparezcan... me hacen sentir un inutil... yo también queria hacer eso... que suerte... entnces recordé la extraña sensación que había tenido cuando Aren se había desvanecido conmigo, en los balcones. Había sido agradable... agradable pero extraño.

-Aren...- suspiré- no se que voy a hacer contigo...

*se va*

El líder había estado rebuscando por los libros del observatorio durante algunas horas en busca de algo relevante para su investigación pero, como había previsto, no encontró nada que le sirviese demasiado ya que la inmensa mayoría de los libros hablaban más de los satélites que de la propia atmosfera.

Cansado de vagar por ese lugar tan achicado, decidió que se dedicaría a otra cosa lo que restaba de día.

*se va*

Llegué a la zona más silenciosa del palacio. Me dolía todo el cuerpo después de trabajar todo el día y haber dormido en un sofá... Además los cortes en las manos me escocían, sentía el latido de mi corazón en ellas, parecía que las heridas no habían cerrado bien... aún era temprano, pero bueno... quizás por haberlas estado moviendo todo el día, aún no habían cogido costra... me escocían mucho.

Estaba cansadísimo, sin fuerza en los brazos... no podría seguir este ritmo de vida por mucho tiempo mas... tenía que comer, no comía nada... pero no tenía apetito, además tenía mucho miedo de que Alexander apareciese y me viese "vaguear" mientras como... quizás me vuelva a encerrar en las mazmorras... hay dios mio... que mal.

Ya me daba miedo todo... no me quería sentar en la silla... quizás aparecería Alexander y me reñiría, así que decidí sentarme en el suelo, apoyado contra la pared...

las antorchas estaban bajas de luz, por lo que una tenue oscuridad dominaba la sala, todo ello acompañado del silencio más sepulcral que jamás había oido.

Me quedé pensando en mi vida... pasándome una mano por la cara... aquella cara enfermiza y falta de sueño, que al mismo tiempo, estaba llena de preocupaciones.

*se queda*

Paseaba por los pasillos y acabé en un sitio que me resultaba familiar. Abrí la puerta y vi la escalera de caracol donde me había encontrado a Silvanus. Nunca había llegado a subir por aquellas escaleras, y no sabía que había allí, así que decidí subirlas.

Entonces me encontré una sala enorme y poco iluminada, y había un telescopio gigante. Nunca había visto un telescopio así... mi abuelo tenía uno, pero no era para nada como ese. Lo miré asombrada unos segundos, pero entonces vi algo que se movía en el suelo.

Dirigí mi vista hacia el bulto, sorbesaltandome un poco, y entonces vi a Silvanus allí sentado.

"Oh... hola.", le dije.

Unos pasos sonaron por las escaleras... alguien venía... ¿y si era mi señor? que diría si me encuentra aquí tirado?. Me hice un ovillo y esperé a ver quien era.

Hewina, menos mal. Entonces me desenrosqué y ella me vio.

-Hola- dije poniéndome de pié con un poco de esfurezo.- Olle, gracias por lo de ayer...- dije pasándome una mano por la nuca. Entonces estornudé

"Ah... no hay de que.", le dije, sonrojándome un poco, y entonces él estornudó.

"Vaya, al final te has resfriado...", dije apenada.

"Sabía que todo aquello no era suficiente...", pensé arrepentida, pero bueno... que se le iba a hacer.

Entonces abrí mi bolsa (con cuidado de no despertar a Hoju, quien dormía dentro) y cogí un pañuelo, y se lo ofrecí mientras le preguntaba: ¿Pero... que te pasó? ¿Qué hacías allí tirado anoche?

Ya no teníamos el trato y la confianza de antes, pero bueno... a lo mejor me lo decía, y si no... pues nada...

-Oh, gracias... digo sonándome la nariz.

-Bueno... no pasó nada grave... tuve un pequeño desliz con mi señor... y eso... al final acabé en medio del lago... nada grave en comparación con lo que me dijo... me dijo que Lyam le dijo que me pegase a mí en vez de a el... creí que era un buen amigo, pero ahora ve que era todo mentira... cuando se vio en un aprieto, rápidamente le surgió esa idea... y mira...- dije enseñándole las palmas ensangrentadas- esto es culpa de Lyam... mi señor me lo contó todo... ahora es bueno conmigo, y cuando me castiga, sé que no me castiga a mi, sino que castiga a Lyam... aunque ahora tengo un poco de miedo...

A medida que escuchaba lo que Silvanus me contaba mi asombro iba en aumento.

"Ah... vaya", dije, sin embargo pensé: "Madre mía... está completamente absorbido por ese odioso de Alexander. ¿Es que no ve que solo lo manipula como quiere...? y... ¿qué es eso de "mi señor"? Si ni siquiera está él presente, no tenía por qué decirlo. Silvanus... maldita sea, ¿es que nunca aprendes?"

No podía decirle nada porque él ahora no admitía ninguno de mis consejos, ni quería que le pusiese "cadenas", ni que no le dejase cumplir sus objetivos. Además, si quería arrimarme más a él para lograr influirle más adelante, tenía que guardarme estas cosas, e incluso cambiar mi forma de ser... pero... ¿estaré haciendo bien?

"Tengo que hablar con Lyam para saber que ha pasado en realidad. No me fio un pelo de ese noble pedante y ruín.", pensé, mientras agarraba las manos de Silvanus con delicadeza y las veía fijamente.

"Deberías ir a la enfermería a que te pongan unas vendas decentes... y que de paso te las desinfecten. Y además deberías procurar tener las manos quietas para que se te cierren las heridas y dejen de sangrar", le dije.

-Si... debería ir... pero igual, mi señor no quiere que valla... me dijo que me pusiera estas vendas durante dos días... así que estaré dos días con ellas, y luego... si iré a la enfermería, porque estarán los cortes infectados... pero no antes de dos días...

-Hew, lo has visto? a mi señor... es que estoy aquí escondido... no quiero que me encuentre... si lo ves, no le digas donde estoy... me da miedo...- dije abrazándola.

Su abrazo me pilló por sorpresa.

"Este... este es el Silvanus de siempre", pensé, mientras se me llenaban los ojos de lágrimas inevitablemente.

"No... no le he visto... y no le diré nada, tranquilo...", le dije mientras le correspondía abrazándolo de igual forma.

"Maldito Alexander... como lo aborrezco... como le pille se entera... esto no queda así.", pensé, a pesar de haber salido bastante mal parada la ultima vez que asomaron esos propósitos míos hacía él.

"Bueno... algún día tendrá su merecido", pensé autoconvenciendome.

Vi nervioso hacia ambos lados y cogí una silla y la acerqué a la ventana, al lado del telescopio y me quedé apoyando los brazos cruzados en el alfeizar de la ventana y la cabeza apoyada en ellos.

Entonces vi a mi señor en los jardines paseando con Inger, y me levanté y me escondí de inmediato detrás del telescopio.

Silvanus se separó de mi, mientras miraba a todas partes. Después se sento en una silla y se apollo en el alfeizar de una ventana, pero entonces salió de ahí de repente y se escondió.

"¿Qué pasa? ¿le has visto?", pregunté extrañada.