Lago

Nadé hasta llegar al punto en el que hacía pie (que, debido a mi altura, no era demasiado profundo). Una vez allí, metí la cabeza en el agua, para mojarme el pelo, y comencé a nadar. El agua ya no estaba tan fría como antes. De hecho, era realmente agradable. La temperatura de Fulmen era bastante superior a la de Caligo, por lo que, ahora mismo, estaba muy a gusto en el lago. No me gustaba nada el calor.

Tras dar unas cuantas brazadas, me pasé una mano por el pelo, echándomelo hacia atrás, y volví a observar el islote. ¿Qué habría ahí? ¿Bestias? ¿No bestias? ¿Gente? El islote estaba ahí, en medio del lago, como si alguien hubiese decidido ponerlo para tenderle una trampa a un grupo de exploradores demasiado curiosos. Porque, otra cosa no, pero aquel islote despertaba bastante curiosidad. O al menos a mí me despertaba eso. De hecho, podría afirmar que aquel islote era realmente misterioso. Y seguro que había alguien que opinaba lo mismo que yo.

Permanecí así un buen rato, hasta que una sombra apareció en mi campo de visión. Cerca del islote había una figura nadando. Ladeé la cabeza hacia la derecha. Finalmente la persona que había dejado su ropa por ahí tirada estaba en el lago... O al menos eso parecía. A lo peor aquella figura que nadaba no era una persona. Igual era una bestia. Aunque, la verdad, no tenía forma de bestia marina... Aunque tampoco había visto tantas como para jurar aquello.

Fruncí ligeramente el ceño, y me cubrí con los brazos (a pesar de que el agua me cubría perfectamente).

— ¿Hola...?

"¿Hola...?"

Me detuve en seco y agudicé el oído, volviendo el rostro hacia el lugar del que había venido la voz. Fruncí el ceño. ¿Se trataba acaso de algún monstruo metamorfista que había adoptado la forma de una persona para devorarme? Eso sí que no... Y yo estaba desarmado.

Apreté los dientes. No me iba a dejar tragar.

- ¿Quién anda ahí? -inquirí a la defensiva a la oscuridad, escrutándola sin lograr demasiado.

La figura no tardó en responder. El hecho de que hablase descartaba que fuese un animal. Aunque todavía quedaba la duda de si sería una bestia o no en el aire. No tenía demasiados conocimientos en el campo de las bestias, pero no me extrañaría que algunas pudiesen hablar.

Tragué saliva. La sombra había preguntado quién era. No con esas palabras, evidentemente, pero el espíritu era el mismo. Ahora que sabia que no era un animal, la probabilidad de que fuese una persona aumentó. Aquella voz me sonaba de algo, pero no estaba segura de quién sería. Y, quién sabía, a lo mejor la bestia podía adoptar un tono de voz similar al de un conocido.

Miré a la orilla. Había dejado ahí a mi espada. A pesar de que no estaba muy, muy lejos, si me movía hacía allí el ser podría acercarse. Y yo no quería que se acercase. A lo mejor pensaba que quería atacarle, cuando yo no quería, o igual se asustaba y decidía atacarme, o algo así. Tras escrutar la orilla durante unos segundos, decidí que lo mejor que podía hacer era responder a su pregunta.

— Eeeh... Yo... Soy... Vengo del Palacio de Brontë... Estaba paseando por el bosque cuando decidí acercarme...

Demasiados titubeos para alguien de los míos. Los guerreros no titubearían frente a un compañero. Aquel ser metamorfista estaba mintiendo, y aquello estaba muy claro.

Fruncí el ceño. No sabía cómo de poderoso podía ser aquel monstruo ni si podía fiarme del tono de miedo que había en su voz. Tal vez fuera solo una treta. Y... Si era un monstruo acuático, ¿no estaba yo en desventaja, acaso? ¿Podía derrotarlo en medio de ese lago?

Aunque no perdía nada por intentarlo.

Sin pensarlo dos veces, comencé a nadar hacia el origen del sonido con fuertes brazadas. Ya decidiría qué hacer dependiendo de la reacción de aquel ser maligno.

FdR- XDD

Silencio.

Tras responder a la pregunta de la sombra, el lago se quedó en silencio. Miré hacia los lados, nerviosa. El sitio, que la principio me había parecido agradable, en aquellos momentos me resultaba justo lo contrario.

Silencio.

No se escuchaba nada. Y la figura parecía haberse quedado quieta. Tragué saliva. Casi podría estar segura de que era una bestia. Sí, tenía que serlo. Una persona hubiese respondido. Y si no era un bestia, tendría que ser alguien ajeno al Palacio. Un compañero hubiese respondido... O hubiese dicho su nombre o algo así.

Y entonces, de repente, ruido.

Y la figura empezó a moverse.

Por el ruido que hacía, parecía que había comenzado a nadar con gran velocidad... hacia aquí. Hacia donde yo estaba. Dejé escapar un quejido. La figura se acercaba con rapidez hasta donde estaba situada.

Sin pensármelo más veces, comencé a nadar en dirección contraria. Mis brazadas eran cortas, pero, a lo mejor, podía llegar a la orilla antes que la sombra. Entonces... Entonces ya pensaría lo que hacía. Lo primero era llegar hasta tierra.

Comenzó a huir. No era lo que me esperaba en un principio, me esperaba más un contraataque, pero si escapaba es que había hecho algo malo, o al menos lo pensaba, así que aumenté la intensidad de mis brazadas. Mis brazos fuertes respondían perfectamente a mis necesidades, y sus extremidades, fueran lo que fueran, parecían no servir del mismo modo.

Pronto me acerqué lo suficiente para lanzar un brazo hacia ella con intención de tomar su muñeca, brazo, aleta, tentáculo o lo que sea con lo que se mueva por el agua.

- ¡Ya te tengo! -gruño ligeramente gutural, viendo cerca a mi presa.

Desgraciadamente, la figura resultó ser mucho más rápida que yo. Antes de que pudiese llegar a la orilla, el ser del lago me cogió la muñeca con fuerza. Al notar el contacto de su mano con mi muñeca no pude evitar soltar un pequeño grito agudo. El ser, por su parte, gruñó un "¡ya te tengo!". Su voz era gutural, aunque no parecía la de una bestia. Probablemente fuese alguien ajeno al Palacio que estaba en el lago sabía Mithos por qué. Tragué saliva y comencé a revolverme. Quería escaparme, y así lo dejaba claro al intentar escapar de sus garras de persona.

Tras forcejear un buen rato con aquel ser, comprendí que no iba a ser capaz de soltarme por mí misma. Si quería escapar, tenía que ser o con ayuda de alguien... O con el consentimiento del ser. Y, dado que no había nadie más en el lago, tenía que intentar convencer a ese ser de que me soltase. Y para hacerlo tenía que mostrarme como una persona fuerte y sin dudas, para poder asustarle o para poder convencerle de que lamentaría atacarme.

— ¡ Suéltame, suéltame, suéltame! O... O me sueltas... O... O... lo pagarás... ... Muy... ... Caro... ... Créeme... ...

Fruncí el ceño, y clavé mi vista en el agua. No iba a atacarle de momento. Si no me dejaba escapar, conjuraría un Âchnam y huiría lejos. No me había girado, así que aquel ser no podría impedir que conjurase el hechizo.

FdR. Lalala, es estúpida 8D

Al notar cómo se revolvía tuve que buscar un lugar más apropiado para agarrar al escurridizo extraño. Pasé mi fuerte brazo alrededor de su cuerpo, lo cual era mucho más cómodo que, simplemente, agarrar un brazo, pero me sorprendió lo que encontré.

Porque aquello era sin duda una cintura de mujer.

Bien pensado, el grito había sido un grito de mujer.

Y, mejor pensado... Su petición de libertad sonaba a mujer, no a monstruo.

Aflojé ligeramente el brazo. Yo... No podía estar agrediendo a una mujer... ¡Porque yo era un noble y valiente joven, no... un violador cualquiera!

Y aquella voz.

No podía ser que...

- I... ¿Inger...? -inquirí, ligeramente asustado.

Ya podía ir preparando mis mejores disculpas.

Planeo sin ver demasiado. La verdad es que igual es hora de irse. Pero escucho uns voces por el lugar. Parece una chica gritando que la suelten. Me pongo tenso y me apoyo sobre los pies. No será que algún pervertido...

Sigo el sonido casi a tientas ya que no se ve un pimiento. Jope, tener alas no era muy útil ahora... O sí.

Aleteé un poco y me subí a un árbol. Me movería como un monito. Casi me hace gracia el comentario. Voy de árbol en árbol haciendo el mínimo ruído posible mientras me acerco al sonido y los gritos.

El ser rodeó mi cintura con su brazo. Tragué saliva, nerviosa. Seguro que era un tipo como el piscis aquel. Sí, no había duda. No podía ser otra cosa. Con los nervios en la garganta, me preparé para conjurar el Âchnam que me salvaría cuando, de pronto, el hombre (porque aquel brazo tenía que ser de hombre) aflojó su brazo.

Y entonces habló. El hombre conocía mi nombre. Fruncí ligeramente el ceño. Su voz me resultaba familiar. Y su tono de voz parecía nervioso.

Me giré con lentitud.

Detrás mía no había una bestia, ni alguien ajeno al Palacio, sino que la persona que estaba ahí parado era Rick, el flamma que me había encontrado el día que llegué al Palacio, y el que me había ayudado el otro día. Tenía el pelo rojo mojado (tenía sentido, había estado nadando) y se le pegaba a la cara. Y, además, parecía ligeramente confuso. Bueno, tan confuso como yo, mejor dicho.

Ladeé la cabeza hacia la derecha, y parpadeé varias veces.

— ¿Rick...? ¿Qué...? ... ¿Tú...?

Me noté enrojecer y la solte. Eso sí era ser un estúpido. Acababa de hacer un ridículo impresionante. Tenía suerte de que nadie hubiera presenciado aquello, porque solo los energúmenos se comportaban así. Los energúmenos y las bestias.

Bajé la vista azorado.

- Lo siento... Creí que eras el enemigo... Lo siento...

Muy bien, Rick... Estabas hecho todo un hacha... Meterle mano a la chica que has salvado de un violador no es lo correcto.

Le di la espalda y comencé a nadar, alejándome cabizbajo.

- Te dejaré en paz y no volveré a la sociedad hasta que haya pagado por esto... Me redimiré...

Cuando por fin estoy lo suficientemente cerca como para escuchar, me quedo quieto para saber qué pasa. La verdad es que ni veo ni escucho bien, pero algo se capta.

"¿Rick...? ¿Qué...? ... ¿Tú...?"

Una chica...

"Lo siento... Creí que..."

El tal Rick, supongo. Con el ruído de las hojas y el lago no esuchco todo lo que dice.

"Te dejaré en paz ... por esto... Me redimiré... "

Parece una conversación realmente privada. Que cotilla me siento. La voz de ella me suena, pero la verdad no sé quien es. No es de niña y no es el tono serio de Alehyss... O sí, a lo mejor está de buenas. aunque con el tal Rick... aunque está disculpándose. Pero juraría que ella tenía un tono menos chillón.

Como me da vergüenza bajar ahora, prefiero seguir escuchando. Además hay un gusanito cotilla que está mellando mi moralidad.

El flamma no tardó en disculparse, y yo no tardé en bajar la vista al agua. Luego me cubrí con los brazos, ligeramente nerviosa y azorada. El flamma comenzó a nadar, en dirección contraria. Lo observé en silencio durante unos segundos. Parecía lógico y evidentemente que se había tratado de un error por parte de ambos. Él había pensado que yo era el enemigo, y yo había pensado que él era una bestia. Por tanto, no tenía que alejase ni redimirse (sabe Mithos cómo) por su error.

— No hace falta que... te vayas... Creo. Es decir... fue un error. La gente comete errores. Yo, de hecho, pensé que eras una bestia... ... Y por eso... Escapé y tal... ... Si hubiese dicho quién era, no hubiese pasado nada... Así que... puedes... volver... Para... No sé... — Negué varias veces —. A ver, si ibas a salir del lago no hace falta que te vayas... Y si no te ibas a ir, tampoco... ... — Suspiré —. Lo que quiero decir es que no hace falta que te vayas...

Me pasé una mano por la nuca y observé su espalda, esperando a que volviese. La verdad es que me daba algo de vergüenza estar con él en el lago, pero él podía ver en la oscuridad. Además, me estaba cubriendo con ambos brazos... ...

Negué con la cabeza y clavé mi vista en el suelo, sonrojada.

— El caso es que... acepto tus disculpas y no tienes que irte ni nada... ...

- Todo eso tienen que ser mentiras -dije sin volverme hacia ella, aunque me detuve-. No puedes perdonarme por lo que acabo de hacer... He sido... He sido lo contrario a lo que mi padre me enseñó.

Además ella me había salvado la vida.

- ¿Quieres que sea tu esclavo? Tu criado... Para siempre, o... durante unos meses... Sé cocinar. También puedes azotarme si quieres. Aren lo hizo... O... No sé... Merecería un gran castigo por mi deshonra...

Sigo escuchando lo que puedo. La conversación engancha en serio.

"No hace falta que... te vayas... La gente comete errores. por eso... Escapé. Si hubiese dicho...puedes... volver... Para... No sé.."
"Lo que quiero... caso es que... acepto...irte ni nada... ... "

Oioioi. No voy a quedarme si esto sigue. Pero, ¿cómo demonios salgo sin que me oigan? A ver el baritono ahora que dice...

"Todo ... ser mentiras. perdonarme...He sido... padre"

Esto suena a culebrón que tira. Madre mia. Ojalá pudiese escuchar bien.

"tu esclavo? criado... Para siempre... azotarme si quieres...Aren lo hizo...mi deshonra..."

Yo ya no sé si estoy rojo, azul o amarillo, pero aquello suena muy raro. Mierda, un pie se me queda encajado y al moverlo se mueve la rama. Aun voy a hacer el patético aquí...

Rick detuvo su avance, aunque no regresó sobre sus pasos. Suspiré. No entendía por qué no creía lo que le decía. No me consideraba una persona rencorosa y, si se había tratado de un error (tal y como era el caso), no tenía motivos para enfadarme con él. Si era un error, era un error. Mis padres me habían enseñado a perdonar los errores y aquel era un error, no como el del piscis del otro día. Aquello no había sido una equivocación. Él no me había confundido con una bestia o con el enemigo, pero Rick sí.

Suspiré.

— En serio... Te lo digo de verdad. No te estoy mintiendo... Ha sido un error — Esbocé un amago de sonrisa que, evidentemente, no pudo ver porque me daba la espalda —. Y, como ya he dicho, yo te confundí también con una bestia...

El flamma volvió a hablar. Le escuché con atención. La mayoría de las palabras que pronunció tenían relación con el hipotético castigo que debía ponerle, pero también mencionó algo que me hizo ponerme nerviosa: El líder de Caligo. Ya sabía que estaba en el Palacio porque me había cruzado con él en los pasillos el día que la aether Sanae llegó. Lo que no sabía era que se dedicaba a castigar a los alumnos. Aunque, bien pensado, la afirmación no era del todo sorprendente. Aren Darvenwishs siempre hacía cosas así. Todos los amigos de Simon, y Simon incluido, lo decían.

Observé la espalda de Rick, con preocupación. Probablemente las heridas que tenía el día que llegué se las había hecho el líder de caeruleus. Ladeé la cabeza hacia la derecha. Seguro que había sido muy doloroso, aunque ahora parecía encontrarse bien.

Suspiré.

— No quiero que seas mi esclavo... ¡Y tampoco voy a azotarte, por favor...! Y no quiero que seas mi esclavo... En serio, no tienes que hacer nada... Acepto tus disculpas... Ahora... No sé... ¿Vuelve? Si quieres, claro... No creas que te obligo...

Permanecí en silencio, contemplando su espalda. Ya le preguntaría, si decidía volver, por qué el líder caeruleus le habia castigado.

FdR. Evidentemente, lo de Aren es todo infundado xDDDDDDDDDD Objetividad 0 u.u ¿Ella qué sabrá xDDD?

Cavilé unos largos segundos sobre sus palabras, pero finalmente asentí para mí. Si de verdad debía aceptar sus órdenes, también debía acudir junto a ella, pues me lo estaba pidiendo. Me giré lentamente y nadé cabizbajo hasta llegar a unos tres metros de ella.

- Soy un estúpido, Inger... No deberías acercarte a mí nunca más...

Yo sabía que le gustaba. Tal vez por eso estaba siendo condescendiente, pero no podía permitirle que lo fuera. Mi efusividad y mi desapego solo le harían daño... ¡Hasta yo mismo le haría daño si la confundiera con una bestia de nuevo! ¡Por Mithos! Pero no podía decirle eso, porque ella no debía saber que yo conocía sus sentimientos.

- Te prometo que haré algo para compensarte por mi error... ¿Vale?

Y aquí sigo. Parece que los dos tórtolos no se dan cuenta. Menos mal. Intentaré mentalizarme de que tengo que bajar. Es denoche, no verán que estoy rojo de vergüenza.

"No te estoy mintiendo... yo te confundí ...bestia... No quiero ...esclavo... ¡Y tampoco voy a azotarte, por favor...!"

Eso, gritando se entiende la gente.

"Acepto tus disculpas... Ahora... ¿Vuelve?...te obligo... "

Yo no tengo claro si quiere o no quiere que sea su esclavo ya. Esclavos... ¿De verdad este tipo tuvo algún problema de honor con el líder de Caligo? Silvanus, Rick...¿A qué se dedicaba ese hombre?...

"Soy un estúpido, Inger..."

Ooh... Ooohhh... Ooooooggghhh.... Inger. Mírala a la chica. Y se ponía roja cuando le pregunté lo del "amigo" Ya entiendo, ya.

"No deberías...nunca más...Te prometo ...por mi error..."

Oiii...Que estúpido me siento. Inger, Inger. Que maja era aquella chica. Jope, es que se los ve tan embotados en lo suyo... Y con lo tímida que es...

Al final Rick decidió volver. El flamma dio media vuelta y comenzó a nadar hasta donde estaba, deteniéndose a unos metros de mí. Le observé en silencio. Parecía que seguía dispuesto a seguir diciendo tonterías. Suspiré, y luego le sonreí (ahora que había vuelto no quería que se fuese de nuevo. Convencerlo para que hiciese algo parecía realmente imposible).

— Sólo fue un error, hombre... — Ensanché la sonrisa—. Ni tan siquiera lo hiciste a propósito... Pensabas que era una bestia, así que es normal.

Le observé en silencio durante unos segundos. Luego desvié la vista y la clavé en el agua. Me pasé una mano por el cuello. Él dijo algo acerca de que debía compensarme por su error.

— No tienes que hacer nada, jo... En serio... — le miré —. Y, por supuesto, no te castigues ni nada... ... Como mucho, no sé... — Me encogí de hombros —. No tienes que hacer nada...

Esperaba que me hiciese caso. Podríamos pasarnos un buen rato discutiendo sobre ese tema, y no parecía nada divertido.

Puse los ojos en el lugar en el que estaba, aunque veía poco más que una silueta. De verdad parecía estar esforzándose en conseguir que me tranquilizase. Finalmente suspiré.

- Si alguna vez necesitas algo, lo que sea, vienes y me lo pides. ¡Rick Dehnel no te decepcionará! Lo prometo...

Lo mejor era dejarlo estar por el momento. Se veía que le había calado más hondo de lo que pensaba y estaba sufriendo mientras yo me decía todo aquello. Opté por dejar las cosas reposar y, ya si eso, hablar de presecuciones en el lago otro día.

Carraspeé.

Estaba avergonzado y nervioso. Quería desaparecer; disolverme en el lago.

¿Honor? Desde luego, no había actuando usando ese honor.

- Pero ahora estás bien, ¿no?- aventuré tímidamente.

¡Chicos, dádme cuartelillo! ¿Por qué no se ponen a hablar del tiempo? Jope, ¿yo para qué vendría? ...

"Ni tan siquiera lo hiciste a propósito...Pensabas que ... bestia...es normal. No tienes ...No tienes que hacer nada... "

...Jope para la tímida. Parece muy libertina con el chico. Mejor para él, supongo...

"Si alguna vez necesitas ..vienes y...¡Rick Dehnel no te decepcionará!"

Rick Dehnel. Vaya chico. ¿No la decepcionarás? un poco tarde... Aunque, yo que sé...

Ahora que parece que han solucionado su rellerta creo que va a ser mejor ir bajando...

tengo cuidado de no hacer mucho ruido con las ramas y planeo un poco para llegar al suelo también en silencio. ¿Y ahora qué? ... Planeo unos cuatro metros lejos de ellos para que parezca que vendo de otro lado. Ala, alitas, os quiero.

Cuando bajo en lugar seguro me pongo a caminar muy casual hasta llegar hasta ellos.

-Eeehhh... hola... Soy Heylel -.Vale, se supone que no veo un pimiento y no sé quienes son. -¿Quienes sois? -En serio, miento muy mal. Pero como estoy un poco lejos, pues pff.

Finalmente conseguí convencerlo de que no necesitaba nada. Sonreí con alivio al comprobar que por fin había aceptado mis palabras.

— De acuerdo. Si alguna vez necesito algo, iré a buscarte.

Lo miré. Realmente no tenía pensado ir a pedirle ayuda, a no ser que fuese en un tema del que no tenía ninguna clase de conocimiento. El flamma carraspeó. Yo le observé. Parecía un poco nervioso, aunque no podía estar segura. Tras unos segundos en silencio, el flamma preguntó si me encontraba bien. Yo me pasé una mano por la nuca, y luego dibujé una tímida sonrisa.

— Sí, estoy bien... No te preocupes... ... ¿Tú estás bien? ¿No estás cansado? — Ensanché la sonrisa —. Es que viniste nadando tan rápido que, no sé, igual estás cansado o así... ... ... — Bajé la vista al agua —. Es curiosidad, no hace falta que...

No terminé la frase. Una voz había resonado en el lago. Me giré buscando al dueño de aquella voz, que no resultó ser otro que Heylel. Escruté la orilla del lago. Parecía que estaba por ahí. Heylel parecía perdido y preguntaba quiénes eramos.

Me cubrí con los brazos y, luego, comencé a hablar.

— Eeh, Heylel, hola... ¿Dónde estás...?

Sonreí. Parecía que había logrado tranquilizar a la muchacha.

- ¿Cansado? No, no. Para nada... Una cosa, Inger... Yo...

"Sé que te gusto. Lo siento, pero no me parece justo saber esto y ocultarlo"

Pero no pude decirlo, porque una repentina voz me hizo ponerme tenso.

¿Heylel?

Pero ella parecía conocerlo.

Como no veía nada, solo mirñe a mi alrededor esperando encontrar una sombra.

- ¿Quién es? ¿Lo conoces? ¡¿Quién eres?!

Bien, al fin saben que estoy aquí. Aunque Inger aun no puede verme. Me acercaré más entonces.

Me aproximo a ambos siguiendo un poco las voces y rehaciendo el camino que deshice volando. Si es que yo me meto a agente secreto y triunfo...Met rothe

Cuando estoy bastante cerca de ellos, retomo la palabra.

-Hola, os escuché hablar y como estaba un poco perdido por aquí... -Sí, sí, perdido. Eres un canalla Heyl... Me tiembla un poco la voz, pero bueno, que piensen que es de frío...

-Ah, yo soy Heylel... Tú debes de ser R...- No, no lo conozco, no lo conozco.- Hummm No, No sé quien debes de ser... -Me llevo una mano a la nuca, comprometido. Respira, no eres ningún idiota. -Perdonad, es que vengo pensando en muchas cosas...- Comento. Y entonces, no sé si es por la luz de las estrellas, si es el reflejo del lago, si es que me acostumbro a la oscuridad del sitio, pero... ¿Están en ropa inteior? ... Joder.

-Eeeh... aunque veo que estáis a lo vuestro así que puedo seguir pensando. Si tampoco me aburría mucho, perdonadme. Creo que seguiré mi paseo. -Bien, yo oigo cosas y veo cosas y lo que saco en conclusión...

Rick me aseguró que no estaba cansado. Iba a decirme otra cosa, pero de pronto se calló. Supuse que sería por haber escuchado la voz de Heylel, así que no pregunté. Quién sabía, a lo mejor era algo secreto que sólo yo podía saber.

El flamma me preguntó si conocía a Heylel. Yo asentí con la cabeza, pero, al recordar que no podía verme, dije:

— Es Heylel, un compañero del Palacio de Brontë... Hablé con él en el observatorio — Sonreí —. Pensé que le conocías...

El aludido no tardó en seguir hablando. Al parecer se había perdido en el bosque y, al escucharnos, había decidido acercarse.

El aether siguió hablando. Yo ladeé la cabeza hacia la derecha y fruncí ligeramente el ceño al escucharlo. Heylel parecía nervioso. Daba la impresión de que no encontraba las palabras y que, por eso, cortaba las frases a la mitad. Según él estaba pensando en muchas cosas y por eso se confundía. Pensé que podría tener sentido, aunque parecía un poco raro. Después de un par de frases, el aether dijo que seguiría con su paseo. Fruncí el entrecejo. ¿Realmente veía algo a esas horas? Miré a Rick de reojo, y esperé a que dijese algo. Tras unos segundos, volví a recordar que la única que podía ver algo era yo, así que me animé a hablar.

— ¿Pero ves algo a estas horas? No sé, es un poco tarde para dar un paseo, ¿no? — Miré a Rick. Luego clavé mi vista en Heylel —. No sé... A mí me lo parece... O sea, creo que está muy oscuro para que alguien dé un paseo...