Río

Poco a poco parece que mi cuerpo se habitúe al ejercicio, aunque no parece que mi forma sea como la del resto de guerreros. Troto junto al río, concentrada en no perder el ritmo, controlando la respiración, que lo marca de alguna forma, y me ayuda a mantener un paso que resulta suave. Llevo así un buen rato, pero me resisto a aumentar la frecuencia de respiraciones. Lo más importante ahora mismo es que mantenga el esfuerzo. Tengo el cuerpo caliente, y aunque me sienta fatigada de alguna manera resulta fácil. Ya he llegado aquí, a fin de cuentas.

Un sonido musical me distrae, pero no detengo el paso al buscar con la mirada el origen. Los ojos, iluminados, me permiten diferenciar a Ben sobre una roca, y la fatiga hace que tarde un instante más de lo debido en esbozar la sonrisa y hacerle un gesto.
No detengo el trote.

Siento hormigueo en las piernas, que pesan algo más de lo normal, pero puedo seguir. En eso consiste superarse. Tengo que mejorar mi fondo si quiero ser de utilidad, ya que enseguida parece que las fuerzas me fallan. Si se trata de coser puedo pasarme la noche entera, pero con el ejercicio pierdo la concentración y la energía mucho más rápido.

Comienzo a moverme un poco en zig zag, con suavidad, a la misma velocidad, como queriendo aprovechar más la distancia que nos separa a ambas. Si intento no pensar en el cansancio, me encuentro haciéndolo, por lo que trato de centrarme en otras cosas, pero resulta difícil cuando la lengua, seca, te recuerda que hubieses deseado parar hace tiempo.

Tengo que seguir.
Un paso más.

Me acerco a donde ella se encuentre, sin apurar la marcha, pero sin detenerme tampoco. He llegado a conseguir un ritmo cómodo, y parece que fuese a poder mantenerlo eternamente, aunque a la ver mi cuerpo se empeña en recordarme que no es así. No le doy importancia a ese hecho, sin embargo, ya que mi intención solo es llevar al máximo mi aguante para ganar un poco de fondo. No he participado en muchas misiones, ni soy experta luchando, por lo que me gustaría, al menos, contar con aguante. Quiero ser capaz de seguirle el ritmo a mis compañeros, ya sea avanzando o lanzando hechizos. Nunca he sido demasiado deportista, por lo que primero tengo que conseguir una forma física apropiada, que me permita soportar esfuerzos prolongados.
Al final he terminado siguiendo el río porque me pareció lo más cómodo. El camino que hay cerca del agua está cuidado, por lo que el terreno no entorpece mi marcha, poniéndome dificutades. Es por eso que he podido centrarme por completo en el ritmo constante que me permitirá aguantar un poco más. De esa forma distribuyo mejor la energía, y puedo tener de antemano un pronóstico del resultado.

Noto el sudor en la nuca, fresco debido al viento que corre a estas horas

-Buenas noches -alcanzo a decirle, todavía algo lejos, entre un paso y otro, notando la respiración algo más entrecortada de lo esperado al hacerlo.

He de estabilizar mi forma de respirar, centrándome de nuevo en ese "un, dos" que marca el ritmo en mi cabeza, y concentrada en animar a mi cuerpo a dar otro paso, aunque quiera resistirse. Procuro centrarme, también, en el sonido de la flauta, para que me distraiga del cansancio que me envuelve a estas alturas. Parezco ser más consciente de él de golpe, pero he de continuar. Todo lo que pueda.

Cuando veo que me encuentro en el umbral de mi aguante, ya habiendo rebasado a Ben un buen trecho, siento cierta angustia. Quiero seguir, pero me duele el pecho, y tengo la garganta seca y, sin darme cuenta, comienzo a subir el ritmo al que respiro, porque necesito más aire.
No estoy decepcionada con el resultado, pero querría seguir. Los pasos empiezan a costarme evidentemente, pero sigo enviando uno tras otro, pero parece que avance menos. Llegado un punto doy la vuelta, ya que Brontë está a mi espada y debería ponerme en camino si quiero regresar.
Ni siquiera ha sido una carrera, pero estoy tan cansada como si hubiese corrido a toda velocidad. Los metros parecen más largos, pero de alguna forma me las arreglo para encontrar energías en alguna parte y seguir recorriéndolos, ahora de vuelta, desandando el camino.

Mis ojos se topan con Ben de nuevo, a unos diez metros, sobre la piedra. El sonido de su flauta parece demasiado animado como para seguirlo. Al final me centro en el propio "un, dos" que marca el ritmo en mi cabeza. Administrar las fuerzas es más difícil de lo que puede parecer si uno no está acostumbrado, aunque solo se trate de correr un poco.
Aunque he hecho un recorrido largo. Y, aún así, no puedo decir ni siquiera que tenga un fondo impresionante. Sigue siendo algo que debo mejorar.

Me centro en los últimos pasos, en los últimos impulsos, cuando el calor empieza a ser sofocante y el dolor de pulmones palpable. Me detengo tras haber vuelto a pasar de largo la roca en la que se encuentra mi compañera, y cuando lo hago soy consciente de que me tiemblan algo las piernas, que parecen atrapadas en la inercia de correr.
Doblo algo las rodillas y apoyo las manos en los muslos, inclinándome hacia adelante para coger aire. Luego me yergo y miro a Ben de reojo, jadeante, con una sonrisa cansada.

Tengo sed y calor, y noto, sin verla, que tengo la cara enrojecida.

Me sobresalto un poco cuando me salpica, pero acabo por reír con suavidad, todavía respirando algo aceleradamente. Suspiro y me vuelvo hacia ella, ahora ya por completo, acomodando algún mechón que ha quedado fuera de la coleta, aunque a estas alturas no espero demasiado orden.

-¿Qué tal...? -le pregunto amable, pero sin aliento. Tardo unos dos segundos en volver a hablar-. Hacía tiempo que no...-. Inspiro hondo- te veía-. Me subo las gafas a la frente para secar el sudor de la nariz y junto a los ojos con la manga-. Uf... Creo que voy a tener que... sentarme -le digo, con una sonrisa algo tensa.