Mazmorras

La miré de soslayo. Ni siquiera yo me ponía tan autocompasiva. Al menos, no en voz alta. Seria, alargué un brazo, pasando a través de los barrotes, y le di un pequeño capirotazo.

-Yo también sé echarme las culpas de lo que pasa -comenté-. Y no suele ser muy productivo, que se diga.

Retiré la mano de nuevo, abrazándome con ella otra vez.

-He estado investigando un poco -añadí-. A ver si podía conseguirte algo de información. Pero, la verdad, está siendo bastante más difícil de lo que creía... -Me encogí de hombros-. Seguiré buscando. Si descubro algo, por pequeño que sea, venir a verte será lo primero que haga.

Sabía que no debía centrarme en aquel tema si no quería hundirla a ella, pero la verdad era que no se me ocurría mucho más que decir. Y, aunque sonase egoísta, a mí sí me ayudaba a salir un poco de mi tristeza. Seguramente me vendría bien algo de actividad...

El golpe en mi frente me hace volver en mí, de algún modo. Me froto la piel dolorida, mirándola con reproche, pero termino por relajar el gesto. Al fin y al cabo, tiene razón. No me estoy comportando como se debe.

Parece que ha estado investigando, como prometió. Me alegra, aunque no haya encontrado nada. Eso es frustrante, pero tarde o temprano acabaré sabiendo algo, ya sea por ella o por otro. Me siento amparada por su interés. Desde luego, estas malditas mazmorras me están succionando la energía, y eso que yo nunca fui una persona demasiado optimista.

-También puedes venir si no encuentras nada -murmuro, esforzándome por sonreír. No me pasará nada sin intento ser simpática-. Estar aquí sola es muy aburrido... Agradezco mucho tu compañía. El otro día también vino Lyam, pero por lo general...

Suspiro. Espero que se lo tome como un cumplido, que es lo que es, y no como una petición de atención. Aprecio mucho a la piscis, pero mis formas de comunicárselo llegan a ser, quizás, algo confusas.

Su sugerencia consiguió arrancarme una sonrisa. Por lo que sabía de Alehyss, no era habitual en ella aquella clase de comentarios, así que me sentía halagada. En cierto modo, siempre tenía la sensación de estarla molestando cuando aparecía delante de su vista, así que era reconfortante saber que lo apreciaba.

-Lo siento -me disculpé-. Debería venir más. Sí que tiene que ser horrible lo de estar aquí metida. Y, total, tampoco es que esté haciendo mucho arriba últimamente...

Era cierto. Desde hacía algún tiempo, ni siquiera me pasaba por el lago. En parte, suponía, era porque me daba miedo encontrarme por ahí a Follow. Lo cual tampoco tenía mucho sentido. No iba a arreglar nada escapando de él.

-También puedo... traerte alguna otra cosa. Si quieres.

Niego lentamente, más relajada.

-Me basta con la compañía, y ya bastante más estás haciendo por mí. Lo que no sé es cómo podré corresponder a todo eso que haces.

Las convenciones sociales no son complicadas, pero a veces llegan a sonar excesivamente corteses. Al menos para mi gusto. Sin embargo, por mucho que lo busque, no se me ocurre nada que decir a la piscis que no suene de ese modo. Quizás mi gratitud sí sea representada realmente por esas palabras, lo que me resulta un poco vergonzoso. Acostumbro a pensar que decir esas cosas denota cierta debilidad, aunque en este caso supongo que no es para tanto.

-Al final no te di ningún regalo de cumpleaños -comento, de pronto, recordando ese hecho, irrelevante ahora mismo-. Y eso que lo prometí...

Aquel día estábamos allí Lyam, Heylel y yo. Pensado de forma fría, resulta casi hasta gracioso; irónico, cuanto menos.

Negué con la cabeza.

-Ni falta que hace -respondí-. Anda que no habrás hecho tú cosas por mí. Creo que si comparamos, salgo yo ganando.

De pronto, sacó a relucir un recuerdo que me hizo soltar una pequeña risa. Me encogí de hombros, quitándole importancia con un gesto.

-También Heylel me prometió que me regalaría algo y tampoco lo hizo -repuse-. No te preocupes. Además, ya os dije que no quería nada. Ni siquiera creí que pudieras acordarte aún... -Hice una pequeña pausa-. La verdad es que me tuvisteis un par de días dándole vueltas, porque se os veía muy convencidos y me preguntaba qué clase de cosas se os podía ocurrir regalarme. Pero luego, hasta yo me olvidé. En realidad es una tontería.

Le sonreí.

Lo dudo seriamente. Puedo haber hecho cosas por ella, pero dudo que sean equivalentes a sus favores. Pero, nuevamente, decirlo solo estropearía un momento bonito, ya fuese por ser verdad o por parecer excesivamente modesta. Así que me centro en lo relacionado a su cumpleaños. No creí, de verdad, que le hubiese dado vueltas. Ahora sí me siento francamente mal. Supongo que se lo dije en un momento de buen humor, pero por aquella época ya estaba bastante amargada con los temas que ahora mismo me tienen aquí atrapada.

-Ahora mismo es secundario, pero si consigo salir de aquí haré algo. No soy muy buena con esas cosas, así que espero que aprecies la intención -bromeo con tono cansado.

Me levanto. Voy junto a mi manta y tomo la caja que me ha traído, regresando con ella a mi posición original, sentándome de nuevo al lado de los barrotes. La abro, al fin. El olor a carne guisada me sube hasta la nariz. No es que nos den de comer basura, pero esto es bastante mejor, y eso siendo poco generosa con mi puntuación.

-¿Te molesta? -inquiero, mirando a las piscis. Tras un leve titubeo, añado-: ¿Quieres?

Sonreí de medio lado.

-Mejor no prometas nada, no vayas a olvidarte otra vez -bromeé-. Además, si no dices nada será inesperado, y eso tiene más gracia.

Se levantó entonces y seguí sus pasos. Cuando vi que era porque iba a coger la caja de comida, sentí una pequeña satisfacción interna. Ya casi creía que se había olvidado, pero al parecer no era así. Me preguntaba si, a aquellas alturas, seguiría caliente.

Negué con la cabeza.

-Come -la animé-. Yo no tengo muchas ganas de comer ahora, la verdad.

Traté de no mirarla muy fijamente mientras comía; sabía lo incómodo que podía ser tener a alguien observándote comer directamente.

Declina mi oferta alimenticia, pero, dado que tengo todos los permisos para hacerlo, termino cediendo ante mi apetito y, por qué no decirlo, algo de gula, y me meto el primer trozo en la boca. Aún está templado, y sabe tan bien que no me importaría comerlo aunque estuviese metido dentro de una piedra de hielo.
Inspiro profundamente, cerrando los ojos, disfrutando de un sabor que hacía mucho que no probaba. Esto es lo bueno de encontrarse en una situación como esta, y eso lo digo a pesar de considerarme poco o nada optimista.

-¿Cómo surgió lo de beber ayer con Dehnel? -inquiero de pronto, serena, como si llevase hablando del tema con ella varias horas.

El flamma no me agrada demasiado, aunque he de admitir que desde que no lo veo lo soporto mejor. Incluso durante el rescate de Silvanus me sacó menos de quicio de lo que acostumbraba, aunque sigo pensando que fueron simples casualidades.

Sonreí al ver su gesto, que pese a ser poco expresivo, revelaba su gusto por la comida. Pero, cuando me miró y formuló su pregunta, no pude evitar que se me borrase la sonrisa. Desvié la vista a un lado, enrojeciendo.

-La verdad... no lo sé muy bien -reconocí. Había sido algo improvisado, y además no me acordaba demasiado, así que era difícil de explicar-. Fui hacia las termas porque hacía bastante que no me daba un baño por puro ocio, y era demasiado tarde para ir hasta el lago. Él ya estaba allí cuando llegué, así que me senté a hablar con él un rato. Me ofreció un poco de su botella y... Bueno, creo que el resto te lo puedes imaginar.

Era incómodo, siendo sinceros. Aunque, curiosamente, a una pequeña parte de mí le parecía que había sido divertido. De no ser por las catastróficas consecuencias, probablemente no dudaría un instante en repetirlo.

FdR- Rol pausado

Niego lentamente, para mí, tratando de evitar componer la mueca que se me viene a la cara. La relación que yo pueda tener con Dehnel, y el que crea sin lugar a dudas que su estupidez es suficiente para que no quiera trato con él, no tiene por qué afectar a la piscis. Supongo que es común que cierta persona, para uno completamente fuera de lugar, resulte, por extraños motivos que a veces escapan a mi comprensión, agradable para otros.

-Procura tener cuidado con esas cosas -mascullo de todos modos, llevándome un nuevo bocado a los labios. No vuelvo a hablar hasta que lo he tragado-. Supongo que no hace falta que te diga que al consumir ciertas sustancias te arriesgas a tener desagradables recuerdos al despertar.

Enarco una ceja, mirándola, como si esperase su confirmación.

-Considero que lo peor, sin embargo, es no guardar los recuerdos. Por lo que pueda haber pasado.

Con calma, tomo un nuevo trozo de carne. Lo meto en la boca y lo mastico en silencio, con los labios sellados, pensativa. Al tragar, hago una breve pausa, inspirando profundamente.

-¿Sigues queriendo hablar sobre aquello? -inquiero, mirándola fijamente.

Asentí lentamente, sin variar el gesto en la medida de lo posible.

-No es difícil comprobarlo -musité, mirando un punto más allá de su hombro izquierdo.

Sabía que podía ser mucho peor que lo que yo había experimentado, pero eso no hacía buenas mis experiencias. Sobria, nunca se me habría ocurrido venir a hablar con Alehyss, y menos teniendo en cuenta su situación. La embriaguez del momento, además, dificultaba que ordenase los pensamientos.

La miré.

-Creo que... no he perdido ningún recuerdo -. Desvié la vista-. Creo.

Nos invadió entonces un silencio que no me molesté en romper. Al cabo de un momento, sin embargo, me pregunté si no hubiera sido bueno hacerlo para evitar que Alehyss lo hiciera en mi lugar.

Sentí que se me cubrían de rubor las mejillas, y apenas me atreví a mirarla un momento de reojo. Carraspeé.

-No lo sé -reconocí, azorada.

Como corresponde a alguien de su edad, inexperta como ella, pronto veo a Massen ruborizarse avergonzada. Bajo la vista a mi comida con gesto sereno, indecisa sobre si pinchar una patata o un nuevo trozo de carne.

-Sinceramente, me gustaría ayudarte en todo lo posible. Lo que no sé -alzo la mirada de nuevo, hacia ella, y tuerzo el gesto de forma un tanto teatral- es si realmente soy la persona más indicada para hablar de esto. Seguro que mi forma de plantearme el sexo no se parece nada a la tuya.

No imagino a Massen buscando una "presa" para desahogarse en momentos de estrés. De hecho, imaginarla con Fera se me hace algo escabroso... Incluso es un recuerdo extraño para mí, si lo pienso bien.

-Pero, a la hora de la verdad, es imposible encontrar a alguien imparcial. Lo que te diga vendrá dado por mi experiencia y mi forma de ver las cosas y no deberías, a la hora de la verdad, permitir que te afecte más que tus propios ideales, así que repito la pregunta. ¿Deseas hablar sobre ello?

La miro, silenciosa, calma.

Al igual que había enumerado la noche anterior, enumero en mi cabeza lo que se me ha dicho sobre esto. Nagore lo buscaba desesperada, probablemente por encima de una relación en sí misma, aunque nunca había estado seguro. Follow hablaba de ello como un simple método de reproducción, pero a la vez daba importancia a la pareja. Rick decía que debía buscar a alguien experimentado. Incluso Aren me había advertido, indirectamente, que se acercaba mi momento.

Miré a Alehyss. Cuando hablé con ella estaba demasiado alterada, y eso contribuía a que no me acordase bien de qué me había dicho. Aunque sí me parecía evidente que su visión sería muy distinta a la mía, aunque solo fuera por la diferencia de edad. Y, en todo caso, estaba de acuerdo con ella en cuanto al aspecto subjetivo del asunto.

Inspiré profundamente y me giré un poco más hacia ella.

-De acuerdo -accedí-. Aunque no sé muy bien por dónde empezar. En realidad no tengo ni idea del tema.

Asiento, aceptando sus palabras. Escapar de esto no me ayudará en nada, y es mi oportunidad de serle de ayuda, aunque quizás termine sin serle de ninguna utilidad.

-Yo tendría más o menos tu edad la primera vez que lo hice, aunque admito que en mi caso no se trató de nada especial. Quería hacerlo y lo hice, sin más.

Hago memoria un instante, recordando aquel momento. Nada especial, de hecho. Quería tener sexo y punto. Solo fue mi primera vez porque alguna tenía que serlo, pero cualquiera de aquellas veces podría haber sido la primera en lugar de aquella y nada hubiese cambiado. Pecaba de altivez, y lo hacía solo por mí.

-No recuerdo exactamente el nombre del chico. La experiencia fue mediocre y no tuvo más significado para mí que el de perder la virginidad-. Hablo con serenidad, como si le estuviese contando qué tiempo ha hecho los últimos días, y no de mi vida-. No creo, ni mucho menos, que esa forma sea más incorrecta que otra. Solo depende de la importancia que le des-. Dibujo una sonrisa algo amarga-. Él, sin embargo, le dio más importancia que yo, y acabó herido y preguntándome por qué había sido "tan zorra". Eso es lo que pasa cuando ambas personas buscan cosas diferentes.

No estoy explicándole nada, realmente, ni respondiendo a la pregunta que me hizo borracha... Pero es una historia personal que, lejos de ser ejemplar, quizás sirva de algo. De todos modos, pienso en qué contarle que la pueda ayudar. ¿Qué consejo daría yo en un caso como este?

Ninguno, supongo. Toda mi vida ha sido dedicada a preocuparme antes por mí que por el resto.

Algo cohibida, Cassandra escuchó a las mujeres hablar desde la esquina opuesta de su celda. No deseaba interrupirlas. Parecían realmente amigas. Se conocían, hablaban, tenían una conversación fluída y cordial.
Las envidiaba bastante.
En un acto de valentía, carraspeó y se puso en pie, para luego acercarse un poco.
-Massen Dew. -Habló, algo extrañada.- Ese era tu nombre, ¿verdad? -Cassandra agachó la cabeza, recordando cómo la había asustado y amenazado con comerse al dragón.- Siento haberme comportado así... -Dijo, deprimida.

Se sentía un estorbo, alguien que estaba completamente fuera de la conversación, que era imposible no escuchar debido a la cercanía. -Disculpad si os escucho... No hay nada mejor que hacer aquí. -Susurró, agotada.

Desde luego, no parecía que tuviera en absoluto la misma concepción que yo de todo aquello. Aunque, de todas formas, yo tampoco buscaba una noche de bodas... En realidad, exceptuando la importancia que yo pudiera darle a Follow, la situación era prácticamente la misma. Yo quería probarlo. Lo único que me frenaba era la duda de si era realmente una buena idea, y las consecuencias que pudiera tener.

"Eso es lo que pasa cuando ambas personas buscan cosas diferentes." Quizás eso sí me daba algo de miedo. Con lo difícil que era entender a Follow, nunca estaba cien por cien segura de qué quería realmente. Quizás el sexo era una excepción, pero ¿y su contexto? ¿Hasta qué punto era importante para Follow eso?

Sacudí la cabeza. Para él, todo era el destino. Cuando el destino quisiera, yo estaría preparada, y entonces nos encontraríamos y sucedería. Y cualquier consecuencia, positiva o negativa, también sería aquello que el destino nos había traído, y como tal debía aceptarse con normalidad. Desde luego, era bastante simple.

-Formo parte de una pareja -comencé a hablar, medio para mí, medio para ella-. De una pareja que, hasta ahora, ha demostrado ser bastante estable. Podría decirse que un poco distante, pero eso es a lo que estoy acostumbrada -. Bajé la vista al suelo y comencé a hacer dibujos invisibles con el dedo-. Creo que todo va bien. Que avanza -. Alcé la vista de nuevo a Alehyss-. Pero he oído tantas cosas, hay tanto que pude salir mal, que no puedo evitar sentir miedo.

Al final, todo se reducía al miedo. Miedo a un hijo, a una ruptura, a una crisis del tipo que fuera.

Una voz me distrajo. Me volví y vi a una piscis pelirroja. Tardé un momento en reconocer en ella a Bocanegra. Parpadeé. Había cambiado mucho, y ni siquiera estaba segura de si era un cambio positivo o negativo. Era... extraño.

-Eh... No te preocupes -murmuré, algo perdida por su repentina interrupción-. No... no pasa nada.

Volví la vista a Alehyss, un poco incómoda.

No puedo evitar esbozar una sonrisa divertida. El día que llegó era una niña. Recuerdo haberme cruzado con ella y haber leído desconfianza, casi miedo, en sus ojos. Y ahora, hablando de sexo, no me deja de parecer eso: una niña. Una niña que quiere hacerse mayor, abordar temas adultos, pero que al mismo tiempo está asustada y necesita el amparo de otros porque no sabe cómo debe enfrentarse a ello. ¿Debo pensar que mis palabras la harán tomar alguna decisión o que simplemente las tendrá en cuenta cuando ella misma decida qué hacer, pero que no influirán en nada?

-Quizás suene dura el decirte esto... Pero realmente creo que solo debes pensar en ti misma y en lo que deseas. Las cosas seguirán sucediendo, tomes la decisión que tomes. Puedes decidir esperar, hacerlo o no hacerlo, y cualquiera de las tres puede ser un error-. Bajo la vista, esbozando un amago de sonrisa-. Nunca di importancia al sexo, y la única vez que lo hice salí herida. Pero eso no implica que vaya a pasarte lo mismo o que vayas a cometer un error, ni tampoco lo contrario.

Suspiro. Creo que no se me da demasiado bien esto, ciertamente. No soy demasiado maternal, y tampoco he tenido que enfrentarme a esto demasiadas veces.

Cassandra habla de pronto. Desvío el rostro hacia ella. Es normal que haya escuchado, no hablábamos precisamente bajo. Estoy tan acostumbrada a los momentos en los que estaba ausente que casi me había olvidado de que nos escucha. ¿Cuántas cosas habrá escuchado desde que estoy aquí?
Massen la disculpa. Mientras ella no se sienta violenta, no habrá problema conmigo.

-Le he dicho que avise a alguien para ver si puede hacer algo por ti -digo a Cassandra, mirándola un instante, refiriéndome indirectamente a Fera.

Vuelvo la vista a Massen, interrogante, como preguntándole si desea seguir ahora que su privacidad es menor. No obstante, me permito el sacar un brazo a través de los barrotes y ponerlo sobre su hombro.

-Pase lo que pase, cuenta conmigo mientras pueda servirte de algo. Puedo hablarte de medidas de protección o darte mi opinión, contarte experiencias...

Por poder, podría decirte que te alejes de ese piscis. No me parece suficiente para ti. Evito hacerlo porque eres mi amiga, y porque eres joven y tienes derecho a equivocarte.

Me estiro. Es algo tarde, aunque en este lugar el tiempo pasa a su manera.

Era curiosa la cantidad de pensamientos contradictorios que aquella conversación estaba creando en mi cabeza. Por una parte, porque no estaba segura de si entendía lo que Alehyss me explicaba. Por otra, porque tenía el extraño impulso de darle la razón y, al mismo tiempo, no dársela. Viéndola hablar así, me maravillaba su madurez, lo experimentada que parecía, como si todo estuviera bajo su control. Y, al mismo tiempo, por lo que decía no era así.

-Supongo que no puedo evitar querer controlarlo todo -comenté, pensativa-. Me empeño en pensar que tengo el poder de decidir cualquier aspecto de todo esto. Y, aunque sea lo lógico, me desespera sentir que se me va de las manos.

Al hablar con Bocanegra, Alehyss me recordó, sin quererlo, su petición. A aquellas alturas, absorta como estaba en la conversación, ya me había olvidado. Me dije a mí misma que eso no podía pasar, que tenía que grabarlo a fuego en mi mente, y asentí al comentario de Alehyss. Fera Twinkle. No podía olvidarme.

Alehyss volvió a la conversación, aunque al mismo tiempo parecía que la estuviera dando por finalizada. Sin embargo, hizo un comentario que me llamó la atención, y me volví a mirarla fijamente, muy seria, aunque un poco perdida.

-Protección -repetí, con voz clara, como paladeando la palabra. La miré, intrigada-. ¿Qué clase de protección?

Sabía que, probablemente, estaba abusando de su favor, pero aquello era algo que, de alguna forma, llevaba mucho tiempo persiguiendo.

Por lo menos es madura. Por desgracia, me he encontrado con personas mucho mayores que ella que no parecían comprender ni la mitad de cosas que ella está admitiendo esta noche. Aunque supongo que si Massen no fuese como es ya ni me esforzaría en tratar de compartir nada con ella o explicarle lo que considero.

-Yo suelo querer controlarlo todo -coincido, asintiendo una única vez-. Supongo que es inevitable, cada una es como es... Pero hay casos en los que dejarse llevar ayuda -. De nuevo, dibujo una sonrisa tirante, torciendo una vez más el gesto al final-. Ya sea ayuda para lanzarse o para no sentirse responsable en caso de que algo salga mal-. Suspiro, cansada-. Y estoy segura de que no pensar te ahorra más de un dolor de cabeza, aunque también tiene sus inconvenientes... Como los resultados inesperados.

En el momento en el que pregunta por la protección, enarco una ceja.

-Pues... Hay de todo... Pociones para evitar quedarse embarazada, métodos para evitar que el hombre "termine" en tu interior... Y si tienes relaciones en según qué lugares a saber qué higiene estás teniendo...-. Suspiro. Me gusta la higiene, pero no sé hasta qué punto será tan importante para ella. Pero es importante-. Son cosas importantes a tener en cuenta, especialmente si quieres evitar ser "uno más en la familia".

Explico un poco el funcionamiento de algunas de las cosas que le he mencionado, aunque si quiere saber de alguna en concreto que pregunte por ella. No sé qué preferirá, en su caso.

FdR- Imagino que explica off rol porque no se acordó nada sobre anticonceptivos XD

Al final, parecía que en lo básico no era todo tan diferente a como yo lo veía. Por una vez en mi vida, prestaba perfecta atención a lo que me decían, pues estaba realmente interesada. Pensar era bueno, pero no demasiado ni demasiado poco. Se podían controlar las cosas, pero solo hasta cierto punto. Por algún motivo, y pese a que ciertas cosas me resultaban inesperadas, en general me aliviaba conocer una opinión tan exacta. Alehyss siempre me había parecido muy seria, y quizás por ello muy calculadora. Conocer sus opiniones, de alguna forma, me tranquilizaba.

Me sorprendía descubrir que existían tantas posibilidades. Para mí, todo aquello era un mundo aún por conocer, y eso hacía que no me esperaba que ciertas cosas existieran siquiera. Alehyss me habló de distintas formas de protección, y cada vez que añadía una nueva, a mí me sorprendía que pudiera haber tantas.

Aunque no sabía bien lo que buscaba, ella me lo hizo ver, en cierto modo. Había aspectos de todo aquello en los que ni siquiera había pensado, y que de pronto me parecían de suma importancia. Otros, a los que ya les había dado vueltas en su día, salían también a colación, y yo asentía, recordándome a mí misma que eran importantes.

Poco a poco, a base de preguntas, fui encaminando la conversación hacia aquello que me interesaba. Quería algo fácil de conseguir, y a ser posible también fácil de usar. Algo que no fuera dañino y que, a ser posible (aunque no llegué a decirlo en voz alta), no dependiera de la colaboración de ambos. Tenía que tener siempre presente que Follow no debía saber aquello.

Alehyss me sorprendía con sus extensos conocimientos, de los que yo bebía casi con ansia. Gracias a ello, poco a poco, me fui haciendo una idea más clara de lo que sería más adecuado para mí. No llegué a tomar una resolución definitiva; varias opciones me parecían buenas, así que tendría que probar suerte.

-Cuántas cosas -murmuré, abrumada, al cabo de un tiempo.

Me encojo de hombros. Lo cierto es que parecen muchas, pero al final cada persona termina quedándose con una, dos como mucho, y las otras dejan de existir más que en la teoría. Hay que tener cuidado con ciertas cosas, pero termina volviéndose algo normal que haces sin pensar en ello, así que a la larga tampoco es que sea muy necesario preocuparse.

-Deberías pensar en ello e incluso probar tú misma lo que sea que vayas a usar antes de hacerlo. Así te asegurarás de que su funcionamiento te conviene antes de tener una sorpresa desagradable-. Entorno los ojos, recordando ciertas cosas-. No es la primera vez que veo que alguien hace algo mal, no lo usa como es debido o lo que sea y termina siendo como si no hubiese usado nada en absoluto, o incluso peor...

El haber empezado pronto y el haberme dedicado a ser tan "libre", por decirlo de algún modo, me hizo preocuparme por esas cosas desde joven. Por suerte conseguí evitar los hijos y las infecciones, pero no puede decirse de todo el mundo. Aún recuerdo una chica, a la que tuve la suerte de no conocer, a la que la poción no le hacía el efecto que al resto. Por lo que supe, se quedó embarazada, pero además perdió la mitad del pelo durante meses por haber mezclado cosas extrañas.

-Tómalo como un entrenamiento antes de irte de misión. Y mientras pruebas, puedes seguir pensándolo y comprobar si te sientes cómoda.

Alehyss hablaba como quien habla de escoger el nuevo color de una habitación. No podía evitar que eso me llamara la atención. Aún así, debía reconocer que sus consejos eran buenos. Lo que no sabía era de dónde iba a sacar tanta variedad de material para ir probando. En cualquier caso, pensaba hacerme con algunas de las opciones que más me gustaban para probarlas.

-Es buena idea -aprobé-. Así me sentiré más segura, supongo -. Hice una pausa antes de atreverme a añadir-: Vendré a verte si tengo algún problema.

De pronto, un bostezo acudió a mis labios, y tuve que hacer grandes esfuerzos por contenerlo. Llevaba tanto tiempo dedicada a la conversación que ni siquiera sabía qué hora era. Miré a Alehyss, que hacía tiempo que había acabado de comer.

Esbocé una sonrisa de disculpa.

-Creo que debería dejarte descansar... -comenté, algo tímida de pronto.

Me levanté y me estiré un poco para desentumecerme.

-Volveré pronto a verte. Con buenas o malas noticias, o sin noticias, pero volveré. Y haré llegar tu mensaje a tu amiga. Y... te traeré algo más de comer... si quieres.

Tras un momento de duda, me acerqué un poco más a los barrotes.

-Gracias, Alehyss.

Y, tras darle las buenas noches tanto a ella como a Bocanegra, partí hacia mi habitación. Necesitaba descansar y asentar un enorme número de ideas.

*Se va*

La despido con una sonrisa. Luego la veo alejarse desde mi posición, sin llegar a seguirla con los ojos, que se van apagando poco a poco. También yo me estiro, en mi sitio. La conversación no ha sido tan terrible como me temía, pero estar aquí me deja hecha polvo. Necesito moverme un poco. Quizás, ya que viene Fera, le pueda pedir que me saque un rato de esta jaula... Ella misma lo dijo, al fin y al cabo.

-Este tipo de conversaciones me traen recuerdos -digo al aire, con intención, quizás, de que Cassandra lo oiga desde su celda.

No puedo evitar sentirme algo vieja. Aunque no lo soy. Supongo que es inevitable.

Termino mi comida y cierro la caja de nuevo. Tras suspirar, voy a tumbarme y a descansar un rato. Espero que mañana me saque, o me las apañaré por mi cuenta para desentumecerme aquí dentro.

*se queda indefinidamente*

El chrysos descendió las escaleras que daban a las mazmorras con lentitud, mirando los escalones y con las manos en los bolsillos, sumido en sus pensamientos. Llevaba un mes tranquilo, excesivamente tranquilo para su gusto. Había imaginado que, tras todo lo ocurrido en agosto, estaría en una espiral de problemas: había pensado que, tal vez, alguien quisiera pedirle explicaciones, pero nadie se las había pedido; había pensado que, siguiendo la amenaza que Dena le había hecho el último día que se vieron, alguien de su banda aparecería en Brontë, pero no había visto a nadie. De hecho, en todo el mes Alehyss había sido la única persona a la que había visto, y aunque aquello no le desagradaba, no podía evitar sentirse extraño (quizá porque la realidad no coincidía con las expectativas que había creado, no lo sabía).

Al pasar por delante de la celda de Bocanegra, Lyam le dedicó un rápido vistazo, pero no se paró a preguntarse cómo estaría, ni tampoco la saludó. Cuando llegó a la celda de Alehyss, esbozó una sonrisa.

—Buenos días.

Se preguntaba cómo estaría; hacía bastante que no hablaban.

Los pasos me despiertan. Estoy enredada en una manta, entumecida. Desde que estoy aquí, aunque tengo un sueño ligero, no me preocupo tanto. Al fin y al cabo, estar alerta no me va a sacar de aquí un día cualquiera. De todos modos, los pasos me despiertan.

Me yergo con los ojos entrecerrados, algo amodorrada. Ayer, tras la visita de Massen, tardé bastante en dormirme, y llevaba varias noches durmiendo mal. Es normal que el cansancio haya podido conmigo.
Enarco ambas cejas, sin variar demasiado mi expresión adormilada.

-Lyam -digo. Tengo la lengua pastosa. Enseguida me doy cuenta de que debo responder-. Buenos días.

Me desperezo. Dormir aquí no es demasiado cómodo, aunque he dormido en lugares peores.

-¿Cómo están tus costillas? -murmuro tras carraspear, tratando de calentar la voz.