Enfermería

Si bien evité hacer una mueca ante la petición de Rick no pude evitar entornar ligeramente los ojos. No, no creo que quieras, al margen de poderse o no. Y sinceramente esperaba que no se pudiera. Una muerte tan violenta hacía desagradable la imagen pero un viaje de varias horas, parte de él por un desierto, más un día de antigüedad no es que mejorase la estampa. No sabía qué había sido de él una vez se lo llevó el tal Sáltez, pero esperaba que ya estuviese enterrado con todos los honores que mereciera y no pudriéndose en algún rincón de palacio. Pobre hombre... Con el humor del que parecía estar Rick tal vez verle con ese aspecto no ayudase mucho. Miré a Lea con un claro gesto de duda.

-Rick, de momento deberías descansar. -Dije por fin para salir del paso. Noté las alas tensas a espera de su reacción, no es como si eso fuera a funcionar para calmarlo pero cabía la posibilidad.

Escucho todo lo que dice Rick con gesto serio, no dice ninguna locura, pero para alguien que acaba de despertar y que a penas ha podido incorporarse quiere hacer demasiado. Por lo que dice Silvanus no había llevado una vida sencilla y en cuanto a aquel hombre... Poco me habían contado a parte de que era un tipo peligroso y lo que había podido ver con mis propios ojos dejaba claro que encontrarle no iba a ser tan fácil por muy pronto que empezáramos la búsqueda.

-Ya has oído a Lea, los líderes se están encargando de ello. -Al menos eso esperaba. -Ahora mismo tienes que concentrarte en recuperarte. -Me ahorré el "volver a la normalidad". Tampoco quería darle pie a más frases demoledoras sobre el difunto.

Asiento a lo que dice Lea. Puedo entender que no le guste cómo a acabado todo pero no por ello tiene que hacer algo al respecto ya mismo. Si quiere venganza o la revancha o lo que sea al menos tendrá que esperar a poder mover el brazo sin abrirse las heridas. A pesar de todo no añado nada más, no tiene sentido que Lea y yo sigamos repitiéndole lo mismo, aunque probablemente haga falta recordarle que está convaleciente alguna vez más. De no ser tan oscuro el motivo de esa tozudez habría sonreído, pero Rick se sentía impotente. ¿Cómo iba nadie a prever lo que pasó? Al menos esperaba que la información conseguida sirviera de algo aunque no llegara a compensar lo perdido. Justo sobre eso preguntó Rick.

-Yo estoy bien. -Dije sin más cuando lo comentó. -La mayoría llegamos deshidratados pero los que más graves estabais erais Gerald y tú. -Apenas lo había visto unos instantes, por respeto ya que el trato era casi inexistente, pero no cabía duda de que se había llevado la peor parte. -Tú ya vez como estás, por suerte no perdiste demasiada sangre y Gerald... -Reflexioné un momento. No se llevaban bien pero tampoco es que no quisiera saber lo que le había pasado, ¿no? Tampoco sabía mucho más que lo que había oído por ahí. Miré a Lea, tal vez ella supiera algo más puesto que llevaba más tiempo en Brontë.

En cuanto al tema de la espada intenté tranquilizarle.

-Todos los enseres de cada uno fueron llevados a las habitaciones. Probablemente ahora mismo esté sobre tu cama esperando a que te den el alta. -Para no volver a crear disputas evité sonreír aunque sí lo dije con un tono algo más ligero. Tampoco podía pensar continuamente en lo que había ido mal, ya tendría tiempo de llorar a su amigo como es debido y no desde una camilla. Aun así me mantuve serio.

La historia de Gerald la pillo más que empezada, pero tampoco le busco mucha explicación. Por lo que sabía había estado cerca de palmarla y lo que dice Lea no parece dar datos mucho más positivos. Miro a Rick con curiosidad, ni si quiera tengo muy claro qué pensar de su reacción. Alguna vez había oído de gente que se sentía vacía después de conseguir librarse de alguien odiado y me pregunté si Rick estaba pasando por algo así. Ese odio contra Gerald, racional o no, parecía tan impropio de él que esa reacción casi me trajo más dudas. Aunque ahora mismo tendrá la cabeza bastante hecha lío como para asimilar más cosas malas... Agité ligeramente las alas y bajé la vista, pensando en la situación actual.

Dejo pasar a Lea cuando va a por agua y casi no me sorprendo cuando Rick dice que quiere estar solo. Asiento y me despido, dándome la vuelta para avisar a Lea, pero me detengo un instante.

-Rick, de nada te servirá darle vueltas. Llegará el momento del luto y también el de la venganza si es lo que quieres. Pero ahora no puedes ponerte más cargas. -Lo miro una última vez, echando el aire por la nariz despacio en un suspiro. -Descansa, Rick. -Digo a modo de despedida, dirigiéndome hacia los grifos.

Lea tendrá que dejar el vaso y querrá despedirse también o darle un par de tortas a ver si reacciona pero en cualquier caso si quiere estar solo no pienso llevarle la contraria.

-Quiere que nos marchemos. -Le informo cuando llego a su lado. -Supongo que necesita tiempo para pensar, aunque no sé si es el mejor momento. -La miro con las cejas algo enarcadas. Si hay que hacer algo ella sabrá mejor qué.

Estoy muy a gusto mirando los pájaros volar por la ventana bajo el cielo despejado. Hay una luz muy cálida y agradable que me da cierta somnolencia y calma, pero estoy bien despierto.

—Hace un día de los de comer fuera —Mi madre está sentada frente a mí, con una sonrisa agradable. Tiene el pelo suelto y está impoluta. Está muy guapa. Le sonrío, mirando por la ventana.

—Podemos salir y comer algo. Un bocata de ese pan oscuro tan bueno —Le menciono. Parece que el tiempo no pase.

—Mejor que no —La respuesta, aunque es una negación, es igual de agradable y cariñosa. Me giro para verla de nuevo y preguntar.



Todo es ruidoso y oscuro ahora. Me aturde. Veo cabezas borrosas sobre mí y no sé si el ruido está a mi alrededor o soy yo el que o hace. Miro a mi lado izquierdo y hay una enorme sierra que empieza a rugir como como como una bestia y se acerca a mi brazo. Intento revolverme, intento atacarlo y le grito que se detenga; le grito tanto que va a sangrarme la graganta.
La sierra baja y empieza a salpicar sangre por todas partes y me envuelve una agonía y un horror impensables al ser incapaz de impedirlo. Grito todavía más, pero me voz no se escucha debajo del sonido de la sierra y...


Quiero abrir los ojos de golpe, pero lo único que noto es una pequeña convulsión. Como si acabase de saltar sobre mi cuerpo para meterme dentro. Siento el pecho acelerado y mi respiración agitada mientras tengo la cabeza pastosa. Me doy cuenta poco a poco de que era una pesadilla -horrible, por cierto- y me voy calmando.

Me siento enormemente pesado, como si los parpados me pesasen toneladas, pero me encuentro bien.

Me encuentro perfectamente de hecho. No me duele nada -o sí que me duele, me siento como si me hubiese pasado por encima una manada de karnikarsh chisporroteantes-, no siento ningún tipo de presión ni agobio, nada parecido a esa constante sensación de llevar una soga al cuello y por todo el cuerpo, apretando cada vez más como una serpiente.
Tomo aire profundamente, hasta que me hincho al completo, y nada; nada de presiones ni molestias más allá de algún que otro mazazo o escozor. Creo que sonrío. Esto es maravilloso.

Acabo por abrir los ojos, aunque la luz me molesta un poco y me pican, pero ahí va la cosa.
Cuando consigo centrarme veo que hay alguien conmigo. Un tipo al lado de la cama. Puedo acabar por identificarlo como Cierzo y entonces sí que soy consciente de que sonrío hasta enseñar un poco los dientes.

—¿Estoy en el cielo? Me he muerto y... Mithos me ha recogido... —Carraspeo con la gargante seca después de la broma. Aunque podría creerlo realmente. No recordaba que esto de vocalizar costase tanto, parece que lleve años sin hablar. Esto es genial.

Creo que desaparece un momento, pero vuelve a estar cerca y esta vez lo escucho más que mirarlo y vuelvo a reír un poco.

—¿Me echabas de menos? Podían dejarme... descansar —Comento con un nuevo intento de aclarar la voz. Cierro la boca y masco un poco, todavía somnoliento —.Pero no iba a dejar solo... a mi hombre—Bromeo de nuevo.

Al final parece que consigo ver con más claridad. No hay mucha luz y eso ayuda. Trato de encenderme y siento que me duele, pero no consigo localizar un punto concreto. Ahogo un quejido frunciendo el gesto. Parece que es pronto para eso. Acabo por bostezar y vuelvo a carraspear y toser un poco.

—¿Cuánto llevas ahí esperando? —Pregunto. Miro a mi alrededor, con calma, y descubro que me han rodeado otra vez con una cortina o eso. Estiro la mano derecha hacia donde está Cierzo, pero parece que esta vez no me han dejado encajonado aquí dentro así que me río de nuevo y dejo descansa el brazo.

Reacomodo un poco la espalda cuando me pregunta y asiento.

—Bien. Muy bien. Como si me diesen una paliza, pero mejor que nunca... —Comento manteniendo la sonrisa. Pero parece que él no está por la labor de relajarse. —Venga, afloja un poco, ya estoy aquí, ¿no? —Le comento con la voz todavía pesada, hablando más lento de lo que me gustaría.

Así que he estado unos días dormido. Tendré que creerlo. Cuando sigue hablando me miro, bajando la vista a la cara. No hace falta que me lo recuerde, poco a poco vienen a mí los recuerdos por sí solos y no son los del mejor día de mi vida. Frunzo el ceño cuando habla del "precio" y se me borra paulatinamente la sonrisa. ¿No todo mi cuerpo? Si me siento perfectamente. Quiero hablar e interrumpirle para decirle todo lo que se me pasa por la cabeza, pero no me da tiempo antes de que siga con su discurso, al que le mete bastante prisa.

Cuando escucho eso de "brazo" siento como si mi cerebro se hubiese vuelto a reconectar de golpe y lo miro con incredulidad.

—Pe... mi brazo —Levanto la diestra para ver que se encuentra bien. Es la primera en la que pienso porque, de haberse perdido no habría sido... Miro a Cierzo de golpe, con los ojos fuera de sí, buscando algún tipo de confirmación a parte de quedarse ahí quieto mirando. Tiro de la sábana con fuerza y entonces estoy a punto de quedarme sin aire.

Mi brzo izquierdo. No está. No hay nada. No hay nada más que el colchón donde debería estar mi brazo. Siento que algo dentro de mí me golpea el pecho para largarse lejos y me mareo un poco, con lo que me veo obligado a recostarme y cerrar los ojos. No es posible.

—No, no... Esto es un error. No es posible —Abro los ojos de nuevo y vuelvo a encontrarme con el hombro vacío, asquerosamente vacío. Llevo la derecha hacia el brazo izquierdo. Tiene que estar ahí, ¡lo sigo sintiendo! Seguro que puedo agarrarlo igualmente, puedo...

Pero la derecha no agarra nada y acabo por palpar las sábanas y el colchón, como si hubiese perdido un pendiente y no el puto brazo. Siento como me tenso entero y voy acercando la mano hacia el hombro. Siento fuerzas encontradas, como si alguien tirase de mí para impedir que lo toque. Pero soy yo mismo. Cuando estoy a punto de tocarlo la mano me tiembla de pura tensión y acabo por retirarla para cerrar el puño contra la frente y apretar lo dientes.

Suelto un golpe con el mismo puño -el puto único puño que tengo- en el borde de la cama.

—¿¿Qué es esto?? ¡¿Qué mierda es esto, Cierzo?! ¡¡¿Qué coño has dejado que me hicieran, joder?!! ¡¿¿Qué es esta mierda??! ¡¡¿¿Así es como pretenden hacer que viva??!! —En ense momento alguien llega para tenderme el vaso de agua y lo cierto es que me viene jodidamente perfecto para cogerlo con rabia y lanzarlo con fuerza hasta oírlo estallar. —¿¿SIENDO UN PUTO LISIADO?? ¡¡PREFERÍA ESTAR MUERTO, JODER!! —Pateo el fondo de la cama y golpeo la mesa de mi derecha para hacer un gesto extraño por la falta del brazo. Ni siquiera puedo desahogarme machacando cosas a gusto ¡porque solo tengo esta puto mano inútil!
Me llevo el puño a la boca para mordérmelo y acabo por abrir la palma para taparme la cara. ¿Qué cojones es esto? ¿Qué hago aquí? No dejan de bombardearme la cabeza las imágenes de luchas y gestos que ya nunca podré volver a hacer. Mi mano izquierda, mi brazo... Mi mano hábil, mi mano de luchar, la mano de la katana... ¿Qué voy a hacer ahora?

Su aportación ayuda a mi rabia, pero tampoco resulta una mala idea en este momento. Pese a su tono.
No le miro mientras me habla, me limito a apretar los dientes, aunque pronto siento un nuevo arrebato.

—¡Pues es una gran idea, joder! ¿qué quereis? ¿Tener al tullido de Gerald para haceros compañía? "Oh, menos mal que le tenemos al pobre, ¡menuda suerte" —Escupo, cabreado.

Noto como me agarra e inicialmente tiro para soltar, pero al final lo miro a la cara y su gesto hace que me revuelva internamente por un momento. Porque es Cierzo y me está mirando de esa forma reprobatoria con la que no me miraría.

Me suelto de él con brusquedad cuando acaba de hablar, apartando la vista. Intento ignorar lo que dice, aunque se hace difícil pasar por lato lo que me joden sus palabras. Suena como un puto padre.

—Ahora ya no valgo nada —Acabo por decirle volviendo a mirarle. Y mi mirada va cargada de odio y frustración, pero también de algo que me atormenta. Quiero desaparecer de este sitio. No tendría que haber despertado. Si pudiese aparecer en otra parte, lejos...

Le doy la espalda en la cama y me encorvo un poco sobre mí. ¿Qué voy a hacer?

Los asistentes vuelven a insistir en que coma algo, a pesar de las veces que les he repetido que no tengo apetito. Me ponen la bandeja delante, sobre las piernas y cada vez que centro la vista en alguno de los platos me entran náuseas.
Me han dicho que Cierzo se ha ido a comer y a asearse y que volverá por la tarde, pero ni siquiera tengo ganas de que vuelva.

Según me comentan los del servicio, mientras me mullen la almohada y me comprueban la espalda y los oídos, todavía no era prudente que me levantara, pero sin duda me estaba mejorando. No me molesto en decir que lo dudo mucho. Si estuviera mejorando, me habría empezado a crecer  de nuevo el brazo y esas cosas no pasan, señora.

De nuevo vuelven a preguntar si no he cambiado de idea respecto a las visitas, que me vendría bien subir el ánimo hablando con algún amigo, como habían hecho los demás. Parece que tampoco pretenden hacer caso de mi desgana por ver o escuchar a alguien.

Y de nuevo el tema estrella. Me recuerdan que los demás se han recuperado y que, en general todos están bien. Que es una pena lo de ese chicos piscis y simplemente me mantengo con la vista perdida en la bandeja. Recuerdo haber hablado con Silvanus en las habitaciones. No era más que un crío asustado que no tenía razones para haber muerto de esa manera.
la vista se me pierde un poco recordando vagamente el momento. La verdad es que, a pesar de que he ido recopilando algunos recuerdos, la mayor parte de esa misión es inexistente en mi mente.
Siento como se me aprieta el estómago al pensar en el piscis y en cómo me había quitado el sitio de una forma tan absurda. Él no tenía motivos para irse y yo estaría mejor muerto.

Vuelvo a la enfermería con un pequeño respingo, a penas apreciable, cuando mencionan a Dehnel una vez más. Él había sido el más perjudicado después de mí y el que más había tardado en abandonar la enfermería. Menos mal que ya se había marchado. En los últimos días le había oído hablar un par veces y era algo que me agobiaba enormemente. No quería que nadie me viese y mucho menos que Dehnel lo hiciera. Puedo imaginarme su desdén y su desprecio ahora que yo ya no soy nada. Me duele la cabeza de apretar los dientes.
Las mujeres tenían el gusto de repetir que el flamma también había estado cerca de perder el brazo, pero por suerte se había recobrado. Qué raro, Rick Dehnel, la suelte vuelve a sonreírte. Yo sigo perdiendo todo y mientras tú...

De nuevo la rabia viene a consumirme. Quisieron librarme de esa maldición a toda costa, pero me han condenado a otra. Más larga, más agónica. Ese maldito viejo bastardo... Me mintió. Mintió en todo lo que me dijo. No deja de repetirse en mi cabeza aquella conversación.

—Está bien, pero si quiere que participe, que sea bajo ciertas condiciones —

—Claro, te afecta a ti directamente. Es una decisión importante así que siéntete libre —

—Probaré su método, pero si empiezo a sentirme incapacitado le dejaré plantado a usted y a su proyecto —

—Entiendo lo que dices, pero tienes que asumir las consecuencias de este tratamiento. Obviamente te sentirás debilitado, pero eso es parte de la lucha contra la maldición. Si vas a empezar con esto, no puedes echarte atrás por el malestar —

—Sí, lo sé, el dolor puedo llegar a superarlo, pero si... —

—Gerald, sé razonable. No es un tratamiento contra el resfriado. Durante el proceso mermarán todas tus capacidades porque tu cuerpo tendrá que centrarse en esta lucha. Luego tendrás tiempo de recuperar tu fuerza. Ya hemos hablado de esto —

—... Está bien. Pero de todos modos tengo que ponerle una condición. Si la consecuencia de esta "cura" va a ser algo que me deje impedido, no quiero que continúe. Si no consigue que salga bien, ya sabe lo que tiene que hacer. No empezaré con esto si no lo promete —

—... De acuerdo —

Aprieto con fuerza el puño al recordar cada palabra y acada gesto del viejo. Ese maldito se ha reído de mí como ha querido y ahora...
Centro la vista en la bandeja, de nuevo. Pienso en cómo van a mirarme ahora, cómo van a mofarse todos o como mirarán con esos ojos de repugnante compasión al pobre lisiado que tendrá que marcharse a un lugar donde no moleste.

¿De verdad quieres verme así, Cierzo? ¿Cómo puedes decirme que esto es mejor que haber descansado al fin? ¿Es que no sabes qué soy? Qué era. Iba a demostrar ser el mejor espadachín de Mithos. Iba a morir en una última lucha contra aquellos que tratasen de detenerme. Y ahora... Todo lo que tenía ha desaparecido sin más. Toda mi vida dedicada a algo que se ha esfumado en una noche para dejar paso a un harapo de hueso y piel...

"Pues mátate tú. Tú solo y sin armar escándalo."

Llevo la mano al cuchillo de la bandeja, centrado en las palabras de Cierzo que zumban en mi cabeza. No es que no lo hubiera pensado.

"Ya iba siendo hora de que agotaras esa puta suerte."

Lo miro con atención y alivio, como si este objeto fuese la solución a todo.

"No vas a hacernos a todos una putada y encima salirte con la tuya, jodido cabrón."

Se me escapa una mueca similar a una sonrisa ladeada y me llevo el cuchillo al vientre para notar como entra sin piedad. Y de pronto, alboroto de nuevo.

La suave y relajante sensación de la carne cortada. Quiero tirar hacia mi derecha, pero varias manos empiezan a agarrarme. Trato de liberarme con gritos de irritación, pero no puedo apartarlos de mí si no suelto el cuchillo. Doy codazos a mansalva, pero acabo cayendo hacia el costado izquierdo por la falta de equilibro ante el forcejeo y me golpeo la cabeza. ¿Qué es esta mierda? Acaban por reducirme y quitarme el cuchillo para taparme la herida y pincharme algo. ¿Qué clase de patética vida me espera? Ni siquiera puedo hacer esto.



*los enfermeros arreglan el estropicio y lo sedan*