Sala de baile

Asentí tímidamente y avancé hasta quedarme a un par de metros del piano. Pese a que había entrado por completo en la habitación, no sabía muy bien qué decirle. La había visto dos veces: una de ellas fue en la misión, donde apenas intercambié palabra con los presentes, y de la otra apenas recordaba algo relevante. Así que podía decir que no conocía a Massen.

Me pasé una mano por la nuca y suspiré antes de hablar.

—¿Cómo estás? ¿Llevas mucho tiempo tocando el piano? ¿Qué tal tu... eeh... estancia en Brontë?

Inger avanzó hacia mí y comenzó a hacerme una serie de preguntas. Sí, creo que podía decirse que las dos estábamos en una situación similar...

- Muy bien, gracias. ¿Y tú? -contesté animadamente. Reí bajito ante su siguiente pregunta-. En realidad no sé tocar... -comenté, con tono pícaro-. Me aburría y estaba intentando entretenerme. ¿Tú tocas? -empezaba a acostumbrarme a tutear a la gente, y a nadie parecía resultarle extraño. Eso facilitaba las cosas-. La verdad es que últimamente no he hecho gran cosa -comenté, recordando mi última conversación con Aren-. Creo que debería ponerme a entrenar en serio... O algo.

Me encogí de hombros y me levanté. Me sentía mal si ella estaba de pie y yo sentada.

Reí.

—No, yo soy malísima en todo lo relacionado con la música... —Me encogí de hombros—. No canto bien ni nada... —Sonreí y me pasé una mano por la nuca, pensando en sus otras preguntas. Al igual que ella, tampoco había hecho mucho y estaba muy bien (o bien. Dependía del día, pero ahora mismo estaba muy bien)—. Sobre lo otro... Eh... Bueno. Tampoco he hecho demasiado; solo he ido a la biblioteca y he entrenado un poco. Y, bueno, conocí a gente nueva... —Ensanché la sonrisa—. Aunque a uno de los nuevos guerreros hace mucho que no lo veo. Pero bueno... Tampoco parecía muy simpática, así que no es que me moleste demasiado... —Me callé durante unos segundos. No había vuelto a pensar en la piscis aquella desde el día que la había visto en los jardines, pero ahora me preguntaba dónde estaría—. Y, bueno, estoy bien —añadí, pasados unos segundos.

Observé las paredes de la sala. Casi no me acordaba de cómo era.

La miré atentamente cuando dijo que solía ir a la biblioteca. Ladeé la cabeza y fruncí el ceño, con curiosidad. Me estrujé el cerebro pensando cómo podía hacer mi pregunta sin que sonara estúpida.

- Entonces... Te gusta leer -dije finalmente, sin saber muy bien qué estaba diciendo-. ¿O estudias algo? ¿Eres aprendiz? ¿O una sabia? -los ojos me brillaban, llenos de admiración.

Carraspeé y desvié la vista, preguntándome si aquello había sonado muy extraño. ¿La gente solía preguntar esas cosas? Empecé a buscar argumentos desesperadamente en mi cabeza, por si reaccionaba de forma inesperada.

Tras observar toda la sala (las paredes, el techo, el suelo, los instrumentos, las ventanas), volví mi vista a Massen que, al igual que yo, permanecía en silencio. Cuando habló, clavé mis ojos en los suyos y esbocé una tímida sonrisa, que no tardó en ensancharse al escuchar sus posteriores preguntas.

Negué con la cabeza.

—Me gusta mucho leer... Pero no estoy estudiando nada. Antes estudiaba... Un poco, pero, bueno, algo es algo, pero ahora no. —Bajé la vista al suelo—. Tampoco se me daba bien... Más bien lo contrario. Me cuesta mucho... Eeh... Expresarme... Encontrar palabras para decir lo que quiero decir... Y también... Eh... Me cuesta memorizar muchas cosas, como datos o así... A lo mejor es algo raro, porque leo un montón y siempre estoy buscando libros para leer. —Acaricié mi cuello y suspiré—. Aunque casi todos sean cuentos... Pero, bueno... Eh... El caso es que... Leer me gusta. —Sonreí con timidez—. ¿Y a ti?

Noté como enrojecía levemente, pero traté de disimularlo con una expresión de absoluta seguridad en mí misma. Me encogí de hombros.

- Bueno, me gustan los cuentos -respondí, evitando la pregunta-. Mi abuela se sabe unos cuentos preciosos. Me encantaba cuando nos los contaba antes de ir a dormir...

Miré en derredor, con gesto disimulado.

- ¿Qué te parece Brontë? ¿Llevas mucho tiempo aquí? -pregunté, cambiando de tema de forma descarada.

Esbocé una amplia sonrisa.

—Pues... Pues si te gustan los cuentos, en la biblioteca hay muchos, por si te interesa —respondí animadamente —. A mí también me contaban muchos cuentos de pequeña. —Ensanché la sonrisa—, y es... Em... Y me alegra que los cuentos que leía estén en Brontë... Es como... Volver a la infancia, o algo así.

Muchos de los libros que había leído en Brontë tenían cuentos que ya conocía de antes, y eso siempre me alegraba. Como le había dicho a Massen, era como si volviese a tener seis años o algo así.

—Llevo un año en Brontë... Y de momento me gusta. Hay gente muy simpática, aunque creo que no conozco a todo el mundo. —Me encogí de hombros—. Pero, bueno, supongo que los que no conozco también serán majos...

Fdr. mentiiiira ê_e

- Sí, la gente es muy amable... -corroboré, ignorando su referencia a la biblioteca. Ya había estado allí varias veces, aunque no sabía que hubiera libros de cuentos. ¿Tendrían dibujos?

Observé a Inger, con curiosidad. Parecía tímida, vacilante, pero entusiasta en sus gustos. De pie junto al piano, pulsé un par de teclas al azar. A continuación, dirigí la vista a la ventana. ¿Qué hora sería? Tarde, en cualquier caso.

- Perdona, Inger, pero creo que debería ir a dormir -me disculpé, algo azorada-. En cualquier caso, me alegro de verte y de saber que estás bien -añadí. Dudé un momento antes de volver a hablar-: Echaré un vistazo en la biblioteca. Tal vez encuentre algún cuento conocido yo también.

Y, tras esto, me despedí con una sonrisa y me dirigí a mi habitación.

*Se va*

FdR.: YO debería irme a dormir... Que mañana tengo que levantarme a una hora decente... xD

Sonreí. Al igual que yo, Massen también creía que la gente era agradable y, como supuse que era probable que no conociésemos exactamente a las mismas personas, pensé que el resto de la gente que me quedaba por conocer también era simpática.

Observé de nuevo la habitación y, cuando Massen se despidió de mí, le respondí con un buenas noches y un espero verte otra vez en algún otro sitio. Luego, cuando se fue, me acerqué al piano y toqué un par de teclas al azar. Me pregunté, al hacerlo, si habría alguien de Palacio que supiese tocar un instrumento, y luego pensé que los nobles solían saber cosas por el estilo (o al menos los príncipes de los cuentos) y que a lo mejor Rick sabía.

Con ese pensamiento en mente, abandoné la sala.

*se va*

El tiempo había pasado y yo seguía en palacio, siendo cuidada por mi tío Nagorr y por la gente del palacio pero, pese a todo, me aburría bastante.
Si tuviera una mascota o algo así, o un novio... pero es que a Follow no lo había vuelto a ver más y ahora, me debato entre la soledad o el aburrimiento de tocar algún instrumento.

Suspiro y con los ojos medio cerrados, doy un par de toques al piano, y toco un par de notas de una canción de Prustin Rieber que me sé de memoria, pero pronto me aburro, por lo que me quedo tumbada en el suelo, con los brazos extendidos, viendo el bonito techo.

*se queda*

Con la muñeca caeruleus y la flamma en brazos, paseaba por el Palacio sin ningún objetivo concreto. Llevaba días sin ver a nadie conocido, así que me entretenía en entrenar y nada en el Lago. Aquel día, sin embargo, no me veía con ganas de salir fuera; el tiempo se había vuelto muy frío, y mi único consuelo era esperar que, con un poco de suerte, bajaran algo más las temperaturas y comenzara a nevar. Echaba tanto en falta la nieve...

Detuve mi paseo frente a la Sala de Baile. Aunque no entraba mucho en aquella habitación, lo cierto era que tenía un fuerte atractivo para mí. Era un espacio amplio, donde correr y jugar, pero conservaba la elegancia y la distinción de las que carecían otros lugares, como la Sala de Entrenamiento.

Miré las muñecas con un gesto pensativo, y finalmente me decidí a entrar. Era un buen sitio donde jugar un poco.

Cuando entré, me encontré con que la sala no estaba vacía. Había una parvus tirada en el suelo a la que no recordaba haber visto nunca. No parecía, sin embargo, un miembro del servicio, pues no llevaba el uniforme y parecía ociosa.

- Hola -saludé, acercándome a ella con una sonrisa amistosa-. Creo que no nos conocemos. Soy Massen Dew, de Aqua.

Una chica me despierta de mi ensimismamiento y la miro sonriente, mientras me pongo de pie.

- Hola, Massen- digo resuelta, sin ningún tipo de pudor ni vergüenza-. Yo me llamo Nagore, de Humus, sobrina de Nagorr Brumm- le digo mientras me hago un chicho.

Me fijo en que es una chica más joven que yo y que aún juega con muñecas. PERFECTO. ADORO LAS MUÑECAS. SON TAN... COMO YO.

-Oye, tía, qué muñecas tan ideales- digo tocando con mi índice la mejilla fría de una de ellas. -Menos mal que has aparecido, porque sino me habrían comido los boros, de lo aburrida que estoy- digo dando un salto en el aire-. ¡Massen! Seamos amigas!- digo contenta.

La verdad es que necesitaba conocer a una nueva chica para que se hiciera mi amiga del alma.

- Tía tía, seremos super amigas- digo contenta-. ¿Qué te parece?- comento enseñando una sonrisa de oreja a oreja y soltando una risilla baja propia del apellido Brumm.

FdR: -___- niña, cállate la boca xDDDDDDDDD

Hice una inclinación de cabeza y amplié mi sonrisa.

- Encantada -contesté. No tenía ni idea de quién era aquel Nagorr Brumm, pero no parecía importante, pues en seguida cambió de tema. Le tendí la muñeca caeruleus-. ¿Te gustan? Me las regalaron. Tengo otras cinco.

Aquella chica era de lo más entusiasta, pues todo parecía encantarle. Sentí un leve rubor en mis mejillas ante sus ansias de diversión y amistad. Daba hasta un poco de miedo... ¿Sería pequeña? Parecía bastante pueril, aunque su cuerpo no daba a entender que fuera más joven que yo. En cualquier caso, decidí seguirle la corriente.

- Claro, seamos amigas, ¿por qué no? -asentí, animándola.

FdR.: Bieeen seamos amigas, persona que no conozco!!

- ¿Tienes cinco mas? ¿De porcelana también? ¡DEBES SER RIQUÍSIMA! - la elogio alzando las manos -. Yo tenía una de trapo y otra que era una piedra con forma de muñeca. Eran maravillosas - comento con añoranza.

Parece que ella también tiene ganas de tenerme como amiga, por lo que yo le agarro de los hombros firmemente.

-PASO UNO PARA SER MEJORES AMIGAS -hago una pausa-: Tener un saludo supersecreto- digo alzando mi meñique para que lo rodee con el suyo.

- El paso dos no se cual es, pero el uno es super importante- comento super convencida.
Entonces le cojo las manos y doy saltos.- Tíiia que ya somos super amigas. Ahora tendrás que contarme cosas de ti, porque claro, yo solo sé tu nombre y esas cosas y tiene que parecer que nos conocemos de algo por lo menos para que nuestra amistad sea creíble, porque si nos secuestran los malos, el sentimiento de amistad será más fuerte cuantas más cosas sepa de ti y recíprocamente de mí tú -no se si lo he dicho bien, pero da igual-. Tendremos más ganas de ir a salvarnos si somos super amigas del alma para siempre -digo tocándole el pelo-. ¡¡QUÉ BONITO ES, TIA!!

Tenía la impresión de que se estaba haciendo una idea equivocada de mí, pero hablaba tanto y tan deprisa que no me daba tiempo apenas a contestarle. Conseguí reaccionar, en el momento adecuado, para agarrar con mi meñique el suyo. Parecía en éxtasis.

- Me alegro mucho -comenté, preguntándome cuál sería ese segundo paso tan importante. Pronto preguntó por mí, así que decidí limitarme a contarle algo sobre mi vida-. Pues... ¿Por dónde empiezo? Nací en la capital de Aqua, y hasta los tres años viví allí con mis padres y mis hermanos. Luego nos fuimos a vivir a casa de mis abuelos, a un pueblecito. Mis padres se quedaron en la ciudad, porque mi padre trabaja allí. Es carpintero del ejército. Mi madre... No sé en qué trabaja, la verdad... Ni dónde está ahora... Tengo cinco hermanos mayores: Leen, Minta y Seranne están en el ejército, Inwir viaja por el mundo y Sock... Estudia. También tengo seis hermanos pequeños: Inma; Carie y Solce, que son gemelos; Arennette; Sill, y Danick, que es el más pequeño. Ellos viven aún con mis abuelos. Yo llegué a Brontë hace un año y pico, y desde entonces he estado haciendo misiones y entrenando aquí.

Me sacudí las trenzas, que aquel día llevaba sueltas, desparramándose por mi espalda, con una sonrisa.

- Ahora te toca a ti -la animé.

Escucho con atención todo lo que tiene que contarme. Parece que su vida ha sido bastante movida y que tiene muchísimos hermanos.

-¡Buaah, cuánta gente! Yo solo tengo a mi madre y a mi padre y tal, y bueno a mi tío Nagorr, que es fantástico. Cuando era más pequeña, me pasaba las tardes intentando colarme en los plenos de los consejos de sabios de la ciudad pero siempre me pillaba porque yo quiero ser como él algún día, y eso, y bueno, me gusta Prustin Rieber porque es genial y me gusta también un chico piscis. Follow, se llama. Algún día, será mi novio para siempre -digo dando una vuelta sobre mi misma con chiribitas en los ojos.

-PERO BUENO... No lo he vuelto a ver... A decir verdad, he estado con muy poca gente. ¿Sabes que Follow y otra chica de palacio tienen dragones? Sería fantástico que nos diesen uno a todos los guerreros. Yo quiero uno. Se lo pediré a mi tío Nagorr. Será rosa y se llamará Ingled.

FdR.: Choli** IIIngled xD

Escuché su historia con interés, aunque me perdía un poco porque hablaba de forma atropellada.

- ¿Prustin Rieber? ¿Quién es? -pregunté. De Follow, sin embargo, preferí no comentar nada. Por mí, que se casaran y tuvieran tropecientos hijos. Cada vez le tenía más manía a aquel chico. El asunto de los dragones, sin embargo, me interesó.

-¿De veras? ¿Y son dragones muy grandes? -pregunté, emocionada. Yo solo había visto a Tristán... Al recordar al pequeño, sentí una oleada de preocupación. No había vuelto a saber de él ni de Silvanus... Esperaba que estuvieran bien...- Yo conozco a un chico piscis que tiene un dragón también, pero no es Follow. No sabía que Follow tuviera un dragón... El que yo digo es un chico rubio, mayor, que tiene un dragón rojo pequeñito que se llama Tristán. Es muy gracioso.

Un alarido agudo, capaz de reventar cristales, salió de mis cuerdas vocales señalándola con un dedo acusador.

-¿CÓMO QUE NO SABES QUIÉN EEEEEEEEES? Es el chico más guapo, más listo, más majo, más dulce, más guapo, más dulce, más listo y más guapo DEL MUNDO!- cojo aire-. Es un trobador con mucha fama y yo soy su fan numero uno.

Parvus parvus parvus ooooh
parvus parvus parvus oooh~~

Después de cantar una estrofa de una de sus canciones más románticas del mundo, mundial, proseguí.

-No, ambos eran dragones pequeños. Uno era de una chica -me rasco un poco la cabeza-. No me acuerdo nada bien de su nombre, pero dijo que su dragón crecería hasta volverse enorme. No conozco a ningún chico rubio, pero el dragón de Follow es rojo y con manchas blancas- digo, seria-. Deberíamos quedar con el algún día. Es un chico tan majo y agradable y guapo y calladito y majo y guapo...

-¡DIOS MIO! ESTOY ENAMORADA! - grito muy alto-. Tienes que ayudarme a que se fije en mi, amiga del alma y del corazón- entonces le doy un abrazo.

-Por cierto, ya me enseñarás todas esas muñecas con calma, eh?

Me sobresalté ante su repentina excitación. Comenzó a hablar muy rápido y muy alto (más aún de lo normal).

- Pues en Aqua no es muy conocido, creo... -murmuré, algo azorada.

Luego describió el dragón de Follow, y la descripción coincidía extrañamente con la descripción de Tristán. ¿Serían de la misma especie? Dos piscis con dragones iguales... Suponía que tenía cierta lógica pensar que los dragones tuvieran un mismo origen con esos dueños.

A continuación, comenzó a describir a Follow... Y esa descripción sí que no coincidía demasiado con el Follow que yo conocía. Podía conceder lo de calladito, e incluso lo de guapo, pero... ¿Majo y agradable? ¿Hablábamos de la misma persona? ¿Me tendría manía aquel chico y por ello me trataba de forma distinta? Comencé a sentirme algo mal... Nagore parecía muy fija en sus ideas, y me encogí de hombros, fingiendo indiferencia.

- Supongo... -murmuré, dejando que, en un arrebato de emoción, me abrazara.

Agradecí el cambio de tema cuando mencionó mis muñecas.

- Oh, claro -concedí-. Están en la habitación. Cuando quieras te las enseño.

-Bueno, pues pronto será famoso también allí- digo con las manos en jarras.

-Oye, si quieres algún día lo esperamos en la puerta del dormitorio de los chicos y que nos enseñe el dragón, ¿qué te parece? -digo, dándole un golpecito pequeño en la nariz.

- ¿Y quién te las compró? -pregunto mientras miro y acaricio la caeruleus de porcelana -. Deben de valer un pastizal... UN MOMENTO. SE ME HA OCURRIDO UNA IDEA. ¿Qué te parece si buscamos a Nagorr o a alguien que sepa mucho de minerales y cosas bonitas para que valore el precio de las muñecas? Quizás, no sé... Quizás pueda hablarnos sobre ellas. ¡Yo que se! Yo solo quiero que conozcas a mi tío Nagorr, ¡que es un amor de hombre! Ya sea por las muñecas o no, yo quiero que lo conozcas también- digo contenta.

-¡Ayyyy, en serio, Massen! ¡Seremos superamigas y saldremos de misión juntas! - digo superilusionada- ¿Qué te parece si hoy por la noche hacemos una fiesta de pijamas en la habitación?

Asentía a las palabras de Nagore, una y otra vez, dejándome guiar por ella y concediendo todo lo que pedía. La chica hablaba y hablaba, y siempre parecía tener algo que añadir. Me propuso ir a ver a Follow, lo cual no me hacía demasiada gracia, y conocer a su tío Nagorr, por el que parecía beber los vientos, para que examinara mis muñecas. No estaba convencida de si era una buena idea, y evadí la pregunta sobre quién me las había regalado lo mejor que pude. No tenía ni idea de quién me las mandaba, pero eso no debía saberse. Me centré, pues, en su última propuesta: la fiesta de pijamas.

- ¿Una fiesta? -pregunté, entre sorprendida y emocionada. En Mirtill, el pueblo donde había vivido, apenas había gente de mi edad además de mis hermanos, y mi abuelo era demasiado estricto como para permitir fiestas en casa-. ¡Sería muy divertido!

-¡Peeeeeerfecto! - digo contenta alzando los brazos -.Pues tengo un montón de maquillaje y de cosas geniales, buah, buah, tía, va a ser una nochaza y quien quiera dormir, ¡que se vaya al bosque!- digo poniéndome detrás de ella para empujarla hasta las habitaciones.

-¡¡¡¡NOCHE DE CHICAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAASSS!!!! -digo chillando hasta desaparecer de la sala.

*SE VAN*

Entré en la sala de baile tras vagar sin rumbo por los pasillos: llevaba horas sin saber qué hacer, dando vueltas por todas partes en busca de algo interesante, y la sala de baile, al pasar delante de ella, se me antojó interesante. Supuse que sería porque, a diferencia de la biblioteca, apenas había estado por allí o porque me gustaba ver tantos instrumentos juntos pese a que no supiese tocar ninguno.

Me adentré más en la estancia y contemplé todo lo que había allí: observé el piano, los violines, los violonchelos, las violas y las flautas, y luego me acerqué al arpa y toqué sus cuerdas con cuidado. Sonreí y repetí el movimiento un par de veces más.

*se queda "tocando"*

De la sala emergía un sonido musical, algo repetitivo. Al abrir la puerta me encontré con que era Inger, la caeruleus pelirroja, quien producía ese sonido al tocar uno de los instrumentos. Parpadeé varias veces, mirándola fijamente y olvidando por un momento al dragón.

- Buenas noches -saludé, sonriendo. Aquel instrumento, desconocido para mí, me había llamado la atención desde la primera vez que lo había visto.

Percibí un movimiento de Tristán por el rabillo del ojo, recordando por qué había entrado en la habitación. Lo miré con ceño, y con algo de mal talante rebusqué en mi mochila hasta dar con algo de comida. Esta vez era un champiñón, que, me daba la impresión, era de sus favoritos.

- Este chiquitín se ha escapado -me volví hacia Inger, pensando que tal vez la estuviéramos molestando-. Perdón por interrumpirte.

Dejé de tocar y me di la vuelta al escuchar una voz familiar.

—Buenas noches —saludé, devolviendole la sonrisa a Massen, la pequeña piscis que acababa de entrar en la sala. Al parecer, no había sido la única que había entrado: según sus palabras, también Tristán, el dragón de Kettleburn, estaba en la habitación, aunque yo no me fijé en él hasta que ella lo mencionó. Ensanché la sonrisa.

—No te preocupes —murmuré mientras me acercaba hacia ella —. No estaba haciendo nada interesante, así que realmente no habéis interrumpido nada. O, bueno, al menos no nada digno de no ser interrumpido o algo así. —Me coloqué un mechón detrás de la oreja y miré de reojo al dragón. Me pregunté qué haría con ella, aunque luego supuse que habría decidido hacerse cargo de él después de la desaparición de su legítimo dueño—. ¿Cómo estás? —inquirí. Luego chasqueé la lengua y, tras unos segundos en silencio, añadí —: ¿Lle... Llevas mucho tiempo cuidando del dragón...? O... O sea, es simple curiosidad. No hace falta que respondas ni... Nada por el estilo.