Sala de baile

La sonrisa se mantiene en el rostro de la joven mientras hablan, se siente cómoda con él y a pesar de todo estaba contenta de haberlo conocido.

-Bueno, hay diferentes formas de relajarse. Reconozco que aporrear algo es reconfortante pero un baño caliente de vez en cuando...

Ladea la cadera ante el comentario posándose una mano.

-Pues sí, creo que aprecio tu compañía, al menos me haces reír. Pero te lo acepto sólo porque lo de que me meto contigo es cierto, aunque en parte. Tampoco soy tan mala. -Ladea la cabeza y un mechón rojo le cruza la cara. -Mmm, complicado...¿Has pensado que si fueras menos, creo que voy a decir capullo, el trato sería mejor? -Amplía la sonrisa. -Igual esperas mucho dando muy poco. Las cosas no se obtienen gratis.

-¿Eh, cómo que repipi? Y yo que me sentía mal por haberte llamado capullo. -Le da un puñetazo en el hombro sonriendo de medio lado. Acto seguido echa la cabeza ligeramente hacia atrás, como examinándolo. -Aunque me gusta eso de los encantos. Es como que me insultas para ocultar el hecho de que me dices algo bueno. Debería existir una palabra para eso, sería útil.

Levanta una ceja ante el comentario y sonríe.

-Lo que me falta de altura lo compenso en otras cosas. Me pregunto si podrás decir lo mismo, mi larguilucho a rayas...

Aprovecho para rotar un poco el cuello y relajar los hombros mientras me habla. Tanto hablar de baño caliente está haciendo que me plantée seriamente cambiar las duchas por las termas esta noche.

Sonrío cuando dice que no es tan mala conmigo.

—Eso es porque aún no has tenido tiempo —Bromeo. Me fijo en cómo vuelve a atacar ese mechón rebelde haciendo que decida en si fijarme en su ojo derecho o izquierdo.

—¿Y tú no has pensado en que igual me gusta ser así de capullo? —Respondo, entretenido. —Yo doy mi atención, mi interés y mi compañía y no pido mucho más que eso. Además, a las mujeres os encanta eso de que os hagan discutir quién lleva los pantalones. Luego se os presenta un sieso calzonazos y os aburríis enseguida —Explico, resuelto, volviendo a poner los brazos en jarra para acomodar la cadera.

Por supuesto, lo de repipi le parece muy poco acertado. Miro como me golpea mientras habla, manteniendo un gesto de ameno interés.

—¿Quién te ha insultado? No tengo ningún problema para decirte que eres guapa, graciosa y estás como un queso —Comento fanfarrón. —Claro que eso no quita que seas algo presuntuosa y repipi, pero sino la vida sería aburrida —Añado, abriendo las palmas como gesto de lo irremediable. Por supuesto mantengo la media sonrisa. Es sólo para chinchar un poco.

—Y tanto que lo compensas... —Respondo, desvergonzado. Apoyo los pulgares en la parte anterior de mis pantalones para apoyar las manos sobre las ingles —Pero lo de largo es una definición general para mí. ¿Quieres te enseñe dónde terminan las rayas...? —El tono es más bajo y lisonjero y me curvo ligeramente sobre ella, como para ganar terreno.

La joven sonríe mientras se coloca el mechón detrás de la oreja y levanta una ceja ante el comentario.

-Uuh, esa frase suena a historia triste y larga cubierta de sarcasmo. -Tras colocarse el mechón rebelde se pasa la mano por la melena mientras la baja, peinándola y colocando parte sobre su hombro. -Créeme, no me entretengo torturando psicológicamente a la gente, requiere un esfuerzo excesivo para lo gratificante que es. Aunque te acepto que cuando veo la oportunidad de dejar caer un comentario no la dejo pasar, sobre todo si eso causa un contraataque que me haga reír.

Sonríe negando ligeremante.

-¿Y seguro que eso no te causa problemas? Lástima, creí que tras esa cara de borde peligroso se escondía un pobre hombre arrepentido...-Tras decir la frase sobreactuando suelta una risa. -Bueno, supongo que sabes lo que te buscas siendo así, no es como si me quejara, de momento no parece que me haya tocado nada excesivamente horrible. -Echa la cabeza hacia atrás sonriendo ante el comentario. -Oh, nunca discutiría con pantalones puestos, dificultan el movimiento para que puedas dar una patada a algunos puntos para ganarla. Pero sí, a veces es bueno algo de espíritu crítico, siempre que no se pase de la raya. -Con la última frase levanta la vista para mirar al hombre y sonríe.

Sonríe de medio lado mientras Gerald habla.

-Hum, qué alagador...Pero si vas a pedirme dinero necesitarás unos cuantos más de esos. -Ríe ante su apunte. -Pues eso lo odio. Así que supongo que seré una repipi si así evito ser aburrida. Practicaré mis desmayos de doncella avergonzada.

-Vaaya, sí que me vas a pedir mucho dinero, espero que sea para comprarte algo realmente bonito. -Lo mira de nuevo, siguiendo las líneas como si fueran un camino hasta las manos apoyadas sobre los pantalones mordiéndose ligeramente el labio. Chasquea la lengua y sonríe, avanzando lentamente y hablando con el mismo ritmo. -Mmm. Sé a lo que te refieres con largo. Es lo que dicen las mujeres cuando te ven y...-Ya a pocos centímetros de él, con la voz prácticamente reducida a un susurro da un giro dándole la espalda mientras levanta una mano. -...pasan de largo. -Recupera su tono más alegre habitual para decir esa última frase y sonríe, pasándose la mano por la nuca para acomodarse el pelo.

—Ten cuidado con lo que dices entonces. Cuando me probocan no soy capaz de controlarme —Le informo. Aunque el tono es ameno, la frase me recuerda que es mejor que me mantenga sereno. —No querría que dejásemos de ser amigos —Aclaro, con tono más concesivo.

—Bueno, los problemas son algo que atraigo como la carne al lobo así que un pequeño aliciente no hace la diferencia —Comento, manteniendo el tono. Río socarrón con lo del arrepentimiento. —Lo de arrepentirse va en contra de mi religión —Aclaro. El resto lo dejo estar, aunque me fijo en sus formas para imaginar lo que se marcaría mejor con unos pantalones en lugar de sus vestidos.

Suelto una carcajada con lo del dinero.

—No suelo pedirle dinero a las mujeres. Más bien tiendo a gastarlo. De buena o mala casta siempre generáis gastos. Aunque a veces compensan —Respondo. —Tranquila, estaré encantando de recogerte —Le digo alzando una ceja. Gracioso va a ser como me desmaye yo antes.

Miro como se acerca y doy medio paso para acortar también distancia. Y amplío la media sonrisa cuando se gira y se va.

—¿Entonces tengo que asumir que tú no eres una mujer? Porque no te veo irte tan rápido —Respondo, dando un nuevo paso hacia ella y mirar por encima de su hombro.

Se encoje de hombros.

-Está bien, haré una pequeña concesión por el bien de mantener tu compañía. Pero a cambio espero que si me llegase a pasar me lo avisases al menos. Intercambio equivalente. -Levanta una ceja, colocando las manos con las palmas hacia arriba como si fueran los platos de una balanza.

-Siempre dicen que no debes de hacer nada de lo que te vayas a arrepentir, pero supongo que es más divertido si no te arrepientes de nada de lo que haces. Aunque es difícil.

Sonríe con el comentario de las mujeres.

-Dicen que las mejores cosas de la vida son gratis. Aunque también son difíciles de conseguir. -Asiente ligeramente ante el comentario. -Y yo encantada de que me recojas.

Se gira ante el comentario, quedando de frente a él, y lo mira a la cara, con una ligera sonrisa apenas perceptible. La melena gira tras ella, deslizándose la parte que reposaba sobre su hombro y uniéndose al resto del pelo con suavidad. Sonríe ligeramente y cuando habla lo hace con un tono suave y tranquilo.

-Ya te he dicho que no soy como las demás mujeres, Gerald.

En la tranquilidad del salón nota la respiración del hombre y su pecho subiendo y bajando lentamente. Mantiene la mirada fija en la suya, tranquila, como mirando en su interior.

Asiento a su propuesta, conforme. Siepre voy avisando cuando la gente se mete en terreno farragoso, que me escuchen ya es distinto.

—La clave está en hacer lo que realmente quieres, así no tienes de qué arrepentirte —Puntualizo. Me cruzo de brazos con lo siguiente.

—Yo había oído eso de que las mejores cosas son las que se consiguen con esfuerzo, pero yo soy más de satisfacciones inmediatas —Respondo entretenido.

Me fijo en su gesto y en como su melena se mueve dejando al descubierto el hombro par colocarse en su lugar con el pequeño rebote de los tirabuzones definidos. Institivamente aspiro profundamente antes de que acabe el giro.
Entorno los ojos cuando habla, curioso y algo receloso.

—No sé por qué, pero me estás convenciendo... —Respondo.

Desvía la mirada al techo, pensando en el comentario del hombre. Ante el siguiente se coloca en dedo sobre los labios, como reflexionando al respecto.

-Supongo que sí...que en el fondo no es gratis. -Sonríe, volviendo la mirada a su acompañante. -Me corrijo entonces. Las mejores cosas se ganan con esfuerzo.

La muchacha inclina la cabeza hacia un lado ligeramente, mirándole con curiosidad, con una pequeña sonrisa asomándole a los labios como si por fin hubiese entendido algo. Nota la tensión, tal vez más propia que del ambiente. No es una tensión incómoda, sino delicada. Es como observar a un animal salvaje, un simple crujido podría romperla y espantarlo antes de lanzar la flecha. Se preguntaba si merecía la pena disparar o si antes de poder hacerlo pisaría una ramita espantando a la criatura.

-¿Y de qué te estoy convenciendo? -Su respiración es pausada y su gesto tranquilo.

Se corrige, una mujer que se corrige. Esto sí es digno de aplauso. Asiento conforme y entretenido.

Le mantengo la mirada cuando se calla un momento. Por un momento pienso en que me estoy dejando llevar demasiado. Cuando pregunta parece que vuelvo a tierra.

—De que tienes algo raro. No sé qué privilegios puede darte eso, pero ya es algo —Respondo, echando hacia atrás la cabeza para levantar el mentón y dejar algo más de distancia entre ambos.

Doy medio paso atrás para acomodar la cadera y me detengo al sentir que retrocedo. Me quedo en el sitio sin moverme más.

—Di, ¿no es tarde para que una señorita ande por ahí hablando con hombres sospechosos? —Acabo por preguntar.

Privilegios. Eso le gusta. Nunca viene mal cuajar mejor que la mayoría aunque sabe el riesgo de apostar tanto por un mismo jugador.

-Me siento alagada entonces. -Sonríe, algo sonrojada. Dejando lo demás al margen haber encajado con su acidez era un logro. Ella nunca se había considerado especialmente cortante o borde, aunque podía serlo, pero en según qué círculos había que ser una tarta de fresa callada para empezar a ser tenida en cuenta. -Y me muero de ganas de descubrir alguno de esos privilegios. No todos los días se consigue algo así.

Al verle dudar al retroceder decide recuperar la distancia y avanza un poco hacia el hombre con los mismo ojos llenos de curiosidad. Se fija en el surco de los tatuajes subiendo por su garganta cuando este hecha la cabeza hacia atrás.

-Oh, tranquilo,-dice con voz pausada. -Creo que no es peligroso. -Una sonrisa aparece en su rostro. -¿O tengo que asustarme de lo que pueda hacer?

—La verdad es que es complejo que llegue a dar crédito a una práctica desconocida así que aprovéchalo —Comento sarcástico.

Ella no tarda en recuperar la distancia que he perdido sin darme cuenta. Me mantengo firme y ladeo una sonrisa de tiburón.

—Nena, ¿de verdad te fías de mí con esta cara? —Pregunto socarrón y franco. No tardo en alzar los brazos y acomodarle el pelo tras las orejas con las puntas de los dedos.

—Antes de dejarte llevar por lo primero que veas, deberías cerciorarte de que sabes de qué se trata—Le aconsejo con tono algo más misterioso o turbio. Al acabar con su pelo bajo la derecha y retiro la izquierda dándole una última caricia en el mentón con el índice y el pulgar.

—Si no vas a comerme la boca, mejor vete antes de que me ponga nervioso —Le indico con tono calmado y una sonrisa agradable para marcar la seriedad de mis palabras.

Asiente firmemente ante el comentario, sopesando el significado de esas palabras.

-Espero ser digna de tal privilegio.-Sonríe y vuelve la mirada al techo una vez más.

-Tal vez no me fijo en los tatuajes. Puede que me fíe de lo que hay detrás de ellos o que sólo sea curiosidad científica... O ambas. Igual tengo curiosidad por ver qué hay de verdad tras tantos adornos. -Lo mira a los ojos una vez más, fijándose en cada detalle, con la misma cara de curiosidad y duda. No tarda en cerrarlos al tiempo que evita un escalofrío cuando le coloca el pelo con los dedos.

-Creo recordar que dijiste que no me decepcionarías. Además, lo mío es el trabajo de campo. Creo que tengo suficiente información para arriesgarme. -Dibuja media sonrisa mirándole mientras le acaricia la cara.

-Bueno, creo que te conozco lo suficiente como para saber que no queremos que te pongas nervioso. -La joven levanta los brazos y alcanza le alcanza la cara, siguiendo por un momento las líneas negras con los pulgares. Acto seguido se echa hacia delante para agarrarse al cuello del hombre y hacerle inclinarse hacia adelante, besándolo en los labios con la decisión que hacía un momento él le había pedido.

La sonrisa se me amargo un poco cuando le da tantas vueltas. Lo que hay detrás de los tatuajes es lo que hay delante, a fin de cuentas.

—Más que esconder algo, sacan a relucir —Le explico. No es propio de mí sacarme defectos, pero ya le he dicho que es cierto que tiene algo raro.

—Ojojo, no diría que la información que tienes sea suficiente, pero no voy a quejarme de algo que me beneficia, por supuesto —Le aclaro, divertido. Tanto sacar puntilla aun se va a pensar que la echo. El que avisa no es traidor.

Frunzo un poco el ceño, extrañado por no tener muy claro si lo que dice es bueno o malo, pero apenas me da tiempo a pensarlo cuando siento que me sostiene para acercarse y besarme. Me sorprende un poco, acostumbrado ya a las reacciones reacias o incómodas que he tenido en los últimos tiempos y consecuentemente me noto hervir al momento.

Por supuesto respondo con el mismo interés y la traigo hacia mí rodeándole la cintura con los brazos. ¿Es una última consolación enviada por el destino? ¿Si me lanzo a por ella no llegaré a mañana? Había llegado a pensar que ya no volvería a tener energía suficiente para buscar más de esto en otra desconocida.
Cuando paro un momento hablo con la respiración apurada.

—Ahora deja que te lleve a una habitación y mañana te dejo investigar hasta lo que tengo en medio de las tripas —Le suelto, apurado.

Nota algo en el tono de la voz que le extraña. Tal vez sea un pasado tormentoso. Qué tópico, piensa. Aun así lo deja estar, no es cuestión de que se enfade o se deprima.

-Deberías mirarte con mejores ojos de vez en cuando. -Dice sin más, sin saber si intenta aliviarle de algo o simplemente cerrar el tema.

-¿Y crees que a mí no me beneficia? Para mí es suficiente y te diré otra cosa, si juego es porque sé que voy a ganar. -Contesta con el mismo tono que él, ligero, con una sonrisa. En el fondo sabe que ha de tener cuidado pero es lo sabe siempre, no es novedad por ser un hombre que podría ser un criminal.

Gerald responde al beso mientras la joven desliza las manos hasta sus hombros, sintiendo la musculatura de estos bajo la piel ligeramente perlada por el sudor del entrenamiento de hace un rato.
Sonríe ante su comentario y las manos desciendes hasta su pecho, cálido, siguiendo el relieve de su anatomía, observando con la mirada los dibujos de tinta negra.

-No creo que sea necesario llegar a tal punto, me conformo con explorar más el exterior. -Suelta un soplido de aire por la nariz causado por una carcajada contenida. Sube la mirada buscando la suya. -Pero Gerald, ¿cuándo he dudado de ti como guía?



*Se van.*