Baños de las chicas

Sin pronunciar una sola palabras más en el recorrido, Aren llegó junto a la puerta de los baños femeninos y se colocó a la derecha, poniendo su mano izqueirda a su espalda y haciendo un sutil gesto con la derecha para indicar a Alehyss que entrase.

-He aquí. No tienen pérdida. Ya podeis disponer de ellos -Comentó al tiempo que las puertas se abrian sin ningún tipo de mecanismo o empujón. Luego simplemente se quedó apoyado en el dosel de la puerta. Si la chica quería entrar, tendría que volver a acercarse a él.

En efecto, me lleva hasta los baños. Hasta tiene la "amabilidad" de quedarse en la puerta, invitándome a pasar, aunque su visión ahí parado me invita más bien a irme. No obstante, concentrada en que su forma de actuar no me afecte, que es lo que procuro hacer con todos, paso a su lado sin mirarlo y entro.

No lo noto dispuesto a marcharse, por lo que simplemente lo ignoro. ¿Quién soy yo para echar a un jefe? Solo demostraré que me da igual lo que intente. No voy a asustarme.

Dejo mi ropa en uno de los bancos que hay contra la pared y busco por el lugar hasta encontrar toallas, cogiendo una.

De reojo, compruebo si el jefe continúa allí. Este hecho me incomoda un poco, pero lo paso por alto. Dándole la espalda, comienzo a deshacerme de mi ropa con calma, como si no hubiera nadie mirando, y luego me cubro con la toalla y paso a una de las duchas, quedando al fin oculta a sus ojos.

El proceso es rápido, aunque no tengo demasiadas ganas de verlo de nuevo: dejo que el agua recubra mi cuerpo unos segundos, escojo el jabón con menos perfume de los que encuentro -esconder el olor corporal para que no te huelan es mejor que ir oliendo a rosas- y me aclaro un par de veces.

Una vez termino, me seco el cuerpo y, de nuevo envuelta en la toalla, salgo, sin mirar hacia la puerta, y comienzo a vestirme con la ropa limpia, que queda inmediatamente húmeda por mi pelo suelto.

Cepillo mi cabello hasta que queda completamente liso y compruebo que todo ha quedado como estaba. Entonces regreso a la puerta y salgo, inexpresiva, procurando ocultar lo mejor posible la leve incomodidad de la que no he podido deshacerme desde que entré.

El jefe esperó a que la chica pasase y recordó su olor en cuanto esta caminó por su lado. Cuando ya estuvo dentro de los baños, el líder Caeruleus no quiso marcharse en seguida. Ya que se mostraba dura e imperturbable, decidió poner a prueba sus nervios.

Cuando observó que lo miraba unos segundos antes de disponerse a comenzar su baño, este no pensaba quedarse mucho más tiempo que el suficiente para intranquilizarla, pero al verla tan decidida y casi desafiante fue prolongando su estancia.

La chica se mantuvo firme y llevó a cabo su objetivo, siendo analizada poro a poro por el jefe que la había acompañado. A pesar de que no era una figura de las más despanpanantes que había visto, siempre era agradable presenciar una situación como aquella, casi como una danza cotidiana para su deleite.

Se giró para apoyarse contra la pared mientras la chrysos se duchaba, pues se le haría demasiado aburrido, y en cuanto acabó, volvió a esperarla hasta su salida. Era consecuente, si señor.

- ¿A gusto ya? -Preguntó con su habitual malicia. No es que se comportase así con toda mujer que viese, pero la férrea voluntad de la chica lo incitaba a aquello.

Dejó que la muchcha abanzase unos pasos y luego se despegó de la pared. Ya que había empezado no iba a irse con un final tan simple.

Susurró un hechizo en su lengua, muy siseante y sutil, casi escalofriante en aquel tono tan dulce y toda la luz del lugar desapareció como si se huviesen tragado el sol. Luego, con delicadeza, apoyó las manos en los hombros de la chica y susurró:

-Espero que aun no... -Y desapareció al instante, llevándose con él su negrura, como si aquel momento fuese parte de una imaginación desvordante.

*se desvanece*

"¿A gusto ya...?"

Lo miro de reojo. No me gusta el ambiente que se ha generado. Entonces sisea unas palabras que no alcanzo a entender y todo se queda a oscuras.

Me pongo rígida. Noto sus manos en mis hombros. Escucho su voz cerca de mí. Me cuesta que mi ritmo cardíaco sea normal.

Y todo acaba de pronto. La luz regresa y no hay nadie conmigo. Me llevo la mano derecha al hombro izquierdo, tocando allí donde él me tocó, como si su mano siguiera allí.

Me apoyo contra la pared y trato de recorar la calma. No tardo mucho en conseguirlo, aunque la sensación de desasosiego no se marcha.

Entonces dejo el lugar, internándome de nuevo en los pasillos, sintiendo, de todas formas, como si Aren Darvenwish’s, jefe Caeruleus, siguiese observando mi espalda.

*se va*

Entro en el baño y me ducho rápidamente, con agua templada. Me seco el cuerpo y me visto con ropa limpia. Luego me dedico a desenredar mi cabello con un cepillo y lo seco también, hasta que queda completamente liso y me hago una única trenza que dejo caer a mi espalda.

Recojo las cosas, que dejo en sus respectivos sitios, y salgo.

*se va*

Entré en el baño tarareando, de muy buen humor. Me desvestí, me quité los dardos del pelo y me deshice las trenzas con total parsimonia. Dejé a Loksass envuelta en la ropa, con cierto recelo, asegurándome de que no quedaba a la vista. Luego me metí en una ducha, y me tomé mi tiempo, disfrutando del agua que caía sobre mis hombros.

Cuando salí, me vestí con rapidez y me quedé allí sentada, desenredándome el pelo húmedo hasta que los dedos se me resbalaban. Sin suficiente paciencia para esperar a que estuviera totalmente seco, rehice mi peinado (desesperándome cada vez que el mechón que me había mordido Tristán me caía sobre la cara) y coloqué los dardos cuidadosamente. Me colgué a Loksass al cuello y saqué de la mochila un saquito en el que había guardado los cinco especiales. No quería dejarlos en cualquier sitio. Pensaba llevarlos encima siempre que pudiera. Así, até el saquito a mi cinturón, asegurándome de que quedara bien cerrado y el cinturón bien ajustado. Por último, me eché la mochila a la espalda y me fui canturreando, tan relajada y contenta como había entrado.

*Se va*

Entro despacio y cierro la puerta. Entonces me desvisto con lentitud y dejo la ropa bien doblada sobre un banco. Sin perder un segundo, comienzo con la ducha.

En el baño hay una especie de gran bañera, o algo similar, pero el agua no me agrada demasiado. Lo justo, quizás, por lo que siempre me ducho. Según mi modo de ver las cosas, la higiene no precisa seis horas para llevarse a cabo, así que con lograrla en diez minutos es suficiente para mí.

Una vez acabo de asearme, salgo y me seco concienzudamente, tratando de borrar todo rastro de humedad de mi piel. El cabello es más complicado de secar, por lo que lo dejo estar, pero lo cepillo para eliminar cualquier nudo existente. Así me veo más presentable.

Lo ahueco un poco para que no quede apelmazado debido al agua y lo dejo suelto. Así terminará de secar antes.

*se va*

Entré en el baño. Cerré la puerta. Me desvestí y me di una ducha rápida, con agua templada.

Me sequé y me puse la ropa limpia. Me pasé una mano por el pelo. Aún estaba mojado. Suspiré.

Recogí las cosas. Las dejé en sus sitios, y luego salí del baño.

*se va*

Entré en los baños que llevaba buscando en el periodo que pasó entre que me desperté y el momento actual.
Empecé a quitarme la ropa, que resultaba bastante aparatosa, ya que esa en especial era la más artificiosa y elaborada. Mientras tanto, fui llenando una de las bañeras con agua que salía de un grifo, probablemente por un sistema de tuberías.

Una vez me encontraba totalmente desnuda y la bañera estaba lista para poder bañarme, metí mi cuerpo lentamente en el agua envolvente.
Froté, limpié y aclaré mi piel con jabón que había allí y agua.
Tras varios minutos de relax y limpieza salí de la bañera, dejando el agua con un tono más oscuro, pues llevaba más de dos semanas sin recibir un buen baño.

Traté de secarme con algunas pieles y cuando me encontré lo suficientemente seca, me vestí con las opas que había dejado sobre uno de los taburetes.

*Se va*

Me acerqué a lo que parecían los baños de mujeres; abrí la puerta y entré en la habitación. Era una habitación espaciosa, con varias duchas y un par de bañeras grandes. No pude evitar sonreír ante mi visión, la bañera era demasiado apetitosa, no tenía ni punto de comparación con el río frío donde acostumbraba a bañarme.

Lentamente dejé mi arco y mi carcaj apoyados contra la pared y me acerqué al grifo de agua caliente, lo accioné y empecé a desvestirme, lo que me costó un poco, ya que mi ropa estaba entrelazada con un montón de nudos y cordeles que costaba quitar. Al fin, un vez completamente desnuda, cerré el grifo del agua y metí la punta de mi pié derecho, el agua estaba caliente, mucho, pero era perfecto para relajar mis músculos tensos de la caminata desde mi casa. Una vez en la bañera me relajé y disfruté al sentir el desprendimiento de la roña que llevaba acumulando desde la partida de mi casa. Me froté el cuerpo con jabón y deshice mi peinado para poder limpiar mi cabello. Una vez limpia, desplegué mis alas y con cuidado las froté, haciendo que volvieran a adquirir su brillo blanco de siempre. Cuando acabé, me levanté y salí de la bañera. me cubrí el cuerpo con unas pieles y me sequé hasta que estuve completamente seca. Entonces me vestí, atando cada uno de los nudos y cordones de mi vestimenta.

Al final sequé mi pelo como pude y volví a peinarme con mis coletas para que no me molestara el cabello en la cara. Me puse el arco y el carcaj y salí contenta del baño relajante que pude darme.

*Se va*

Fui al baño apresurada, ya que había notado una humedad por abajo que me resultaba bastante familiar... y una vez estuve encerrada en uno de los cuartuchos con inodoro procedí a comprobar de qué se trataba esa humedad, mientras temblaba por los nervios.

Y entonces vi la sangre.

Me quedé mirándola durante bastante rato. Ya me había hecho a la idea de que no me iba a venir... y me pilló un poco desprevenida.... pero ahí estaba aquel manchón de sangre. Entonces una lágrima surcó mi mejilla...

"No he de llorar... es lo que estaba esperando. No... lo que estabamos esperando. No tengo por qué llorar... es... es absurdo.", pensé cerrando los ojos e intentando autoconvencerme. "Es una preocupación menos... se acabó...."

...

"se acabó...", pensé, mientras las lágrimas brotaban igualmente de mis ojos cerrados.

"No... no tengo que ponerme así. No importa. Que esto ocurriese es lo mejor...", pensé mientras respiraba hondo y me secaba las lágrimas. Una vez me calmé abrí los ojos, y pensé: "Además, Silvanus se pondrá muy contento..."

Entonces suspiré.

"Nada abuelo... toca esperar", dije sonriendo.

Una vez me aseé y me preparé para el sangrado me fui de allí corriendo. Tenía que contárselo a Silvanus cuanto antes.


*se va*

El lugar al que acudo enseguida (casi me esfuerzo para lograr no correr por los pasillos) es el baño. Voy, por supeuesto, a por agua para enjuagarme. Repito el proceso de enjuagar-escupir varias veces y luego me lavo la cara, prestando especial atención a los labios. Me detengo al darme cuenta de que estoy siendo excesiva, pero es que creo que naie comprendería el asco que acabo de sentir.

Una ver termino de eliminar impurezas de mi boca, salgo del lugar.

*se va*

Me desvestí con calma, tarareando, feliz ante la expectativa de darme un buen baño caliente. Dejé todo doblado, escondiendo entre la ropa los dardos y a Loksass y me metí en la gran bañera, sintiendo como el calor del agua me provocaba un agradable escalofrío. Con los ojos cerrados, el pelo extendido sobre el agua y una relajada sonrisa en los labios, dejé pasar el tiempo, con la mente en blanco.

*Se queda*

Al cabo de un tiempo bien largo, me decidí por fin, a regañadientes, a salir de la bañera. Me vestí, me colgué a Loksass al cuello y me miré al espejo. Entonces, con calma, fui cogiendo mechón por mechón y trenzándolo, uno a uno, con cuidado, enredándolos luego entre sí en uno de esos complejos peinados que tanto me gustaban. Cuando me di por satisfecha, introduje los dardos en el pelo, recogí mis cosas y salí de allí.

*Se va*

Entré en los baños con aire derrotado y de muy mal humor, y empecé a desvestirme para darme una ducha rápida. Ya casi estaba desnuda cuando me detuve y me quedé mirando mis bragas. Enarqué una ceja, frunciendo los labios hacia un lado. Vaya. Esto explicaba un par de cosas. Qué asco.

Terminé de desvestirme, me metí en la ducha y me lavé a conciencia. Sin embargo, no tenía ninguna gana de salir de allí. ¿Qué se suponía que debía hacer ahora? Golpeé la pared con el puño, furiosa, pero sólo conseguí hacerme daño. Me eché a llorar otra vez. Estaba harta. Harta.

Finalmente, cuando me calmé un poco, decidí salir. Me las arreglé como pude para evitar manchar nada en la medida de lo posible, me vestí y me salí corriendo del baño, en dirección a la enfermería.

*Se va*

Entré en el baño y me duché, con agua caliente. Tras pasar un buen rato bajo el agua, salí, me sequé, me vestí y me acerqué a un espejo. Con una toalla, me sequé el pelo, con calma. Cuando terminé de secarlo, cogí un cepillo y comencé a peinarme.

Probé diferentes peinados: recogido en una trenza, recogido en una coleta alta, en una coleta baja, recogido en dos coletas, recogido en dos trenzas, recogido en un moño,recogido con pinzas, con una diadema, con una flor en un lado con el flequillo hacia la derecha, con el flequillo hacia la izquierda, con la raya al medio, suelto, rizado, con bucles, aleonado, repeinado hacia atrás ...

Finalmente, tras dar muchas vueltas, decidí hacerme una coleta.

Recogí las cosas, las guardé en su sitio y me fui.

*se va*

fdr. xD Si me proponeis más peinados, edito y los añado xDDDD

Entro en el baño y dejo la ropa limpia a un lado. Observo la puerta cerrada con frialdad y empiezo a desvestirme.

No me gusta demasiado el agua, pero la elijo templada porque es más agradable al cuerpo que fría, especialmente ahora que el tiempo comienza a bajar las temperaturas.

Me lavo el pelo y el cuerpo con jabón inodoro. No me gusta usar nada que impregne el propio cuerpo de olores para no tener que lamentarlo a la hora de pasar desapercibida. Luego, con los ojos cerrados y el agua cayendo por mi piel, relajo un poco los hombros y dejo escapar un suspiro. No tardo, sin embargo en recuperar la compostura.

Una vez termino, me seco y me visto. Me seco un poco el pelo y luego lo cepillo, dejándolo suelto.

Asiento conforme para mí y abandono el baño.

*se va*

La capitana llegó al baño de las mujeres y se desvistió para darse una ducha.

Después de un tiempo lavándose, se secó el pelo, se lavó los dientes, se pintó los labios de rojo, se puso su blusa abrochada solamente entre sus senos y se puso los pantalones y las largas botas que le llegaban casi hasta la cadera.

Se vio al espejo y con un dedo hizo un bucle en un mechón de su flequillo, dejando a este caer sobre uno de sus ojos.
Sonrió.

Se puso el sombrero que le otorgaba la capitanía de su abandonada - por el momento- nave y se ajustó el cinturón mucho más fuerte.

-Es la hora de la cacería.- dijo mientras salía con una botella de whisky agarrada por el cuello de esta mientras la movía de adelante a tras. La miró y quiso darle un trago, pero tenía el aliento limpio y no quería estropearlo tan pronto, por lo que se resignó y salió de la habitación, con sus característicos pasos de hombre y con las piernas ligeramente separadas, como de costumbre.

*se va*



*se va*

Entro en el baño y cierro la puerta a mi espalda.

Como en el centro de la estancia hay una especie de gran bañera, me dirijo al lugar y me desvisto. Entro en el agua templada -quizás,por alguna clase de hechizo- y me siento en el fondo, quedando cubierta hasta el cuello. Doblo un poco la espalda, entonces, hasta que también mi barbilla y mi boca quedan cubiertas.

Me quedo así, en una especie de ovillo, sentada, por un rato. Luego con una esponja y jabón comienzo a frotar con suavidad mi cuerpo.

Un escalofrío me recorre. Me detengo y respiro con calma. Hay en mi cuerpo algunas marcas de lo sucedido anoche.

Termino de lavar mu cuerpo y paso a mi cabello. Tras enjuagar este último, limpia ya (todo lo posible, al menos), salgo del agua y me seco con una toalla. Me cepillo el pelo y me pongo ropa limpia.

Suspiro cansada.

*se va*

Se peinaba el pelo con el cepillo en la boca cuando una carta voló sobre su cabeza y se posó en el aire flotando delante de su cara, tapando su imagen reflejada en el espejo.

La cogió con curiosidad, escupió el contenido de su boca, y la abrió mientras terminaba de peinarse. Esbozó una sonrisa y se metió la carte en el entreteto.

Se vió al espejo y vió las iniciales de Aren marcadas a la altura de su ombligo, por lo que rápidamente se volvió a poner la pesadísima gabardina encima para salir a por su destino.

*se va*

Después de haber descansado lo suficiente y haber dormido unas 12 horas, estaba completamente recuperada. Me había quitado el polvo y la tierra nada más llegar a Brontë, pero aún estaba pegajosa por culpa del sudor. Así que me dirigí a los baños.

Llegué y vi una de las bañeras, casi se me hacía la boca agua. Puse el agua caliente y me desprendí de mi vestimenta. Paré el grifo cuando la bañera estaba completamente llena y probé el agua con la punta del pie derecho. Me dio un escalofrío, pero el calor le sentaba bien a mi cuerpo. Después de haber estado tantas horas bajo el calor de la Montaña Inferno, el frío de Brontë era lo que menos convenía. Me deslicé bajo el agua, abrí mis alas para disfrutar todavía más del baño y cerré los ojos, se estaba realmente bien. Sonreí inconscientemente y metí la cabeza debajo del agua.
Después de unos minutos de relax, cogí el jabón y empecé a frotarme el cuerpo, sintiéndome cada vez más limpia. Luego me lavé el pelo y por último lavé mis alas con esmero, casi parecían negras en vez del blanco perla habitual. Cuando conseguí desprender toda la roña, me levanté y salí, el agua estaba casi negra. Con un suspiro, vacié la bañera y luego me di una breve ducha para desprender el posible polvo que pudiera quedar.

Cuando completé mi limpieza, me sequé con unos cueros y me vestí. Una vez estuve lista me miré en un gran espejo que había y observé mi aspecto. Las ropas estaban bastante sucias y llenas de polvo, arrugué la nariz al notar también el olor a sudor .-Necesitan un lavado...- Pensé mirando mi cuerpo y suspiré. Me puse mis dos moños a los lados, me colgué a Arpa (que también necesitaba una limpieza y engrasamiento) y me fui, medianamente satisfecha.

Bocanegra salió de la ducha y se vistió sus característicos ropajes, más propios -y útiles- en una embarcación que en tierra. Pero era su marca distintoria. Ella era capitana y ellos no. Por lo que debía hacerlo notar de algún modo.

Una vez vestida, la Capitana se vio al espejo. Arqueó una ceja y abrió la boca para verse las muelas.

-AAAHHHHhhhh... - dijo mientras se las inspeccionaba. Todas estaban en su sitio.

Escupió y volvió a verse al espejo. Sonrió y se fue al comedor. Eran horas de desayunar y estómago le pedía un poco de Whisky.

*se va*

Llego a los baños y me desvisto mientras la puerta se cierra a mi espalda. No me agrada mucho el agua -una historia poco agradable-, pero a pesar de eso hoy me apetece "disfrutar" de un baño templado. Me meto en la bañera y, elevando la vista al techo, me sumerjo y trato de relajar mi cuerpo.

Me quedo así, hundida en el agua caliente, con los ojos cerrados, pensando, por un buen rato. Es agradable, pese a mi inicial aversión al agua. Pero cuando llevo un rato así decido que es suficiente y paso a asearme como es debido.

Echo jabón inodoro en mi cuerpo y mi cabello. Lo aclaro dos veces, salgo de la bañera y me seco. Al terminar desenredomi pelo, me visto y abandono el lugar.

*se va*

- ¡¡¡¡¡¡INGEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEER!!!!!!

La llamé una vez más, jadeante, pero tampoco estaba allí. ¡No la encontraba por ninguna parte! Entonces algo en mí hizo "click". Un obvio razonamiento que me llevaría a ella.

Inger me amaba, por tanto pensaba en mí siempre, por tanto pensaba en mí ahora, por tanto estaba mojada, por tanto estaba en el lago.

Y allá fui.

- ¡¡INGEEEER!!

*se va*

Entro en el baño prácticamente desvistiéndome. Dejo mi kusarigama sobre un banco con cuidado, el resto de mis pertenencias (la ropa) termina tirada en el suelo de cualquier forma, casi con furia.

Una ducha de agua fría es lo mejor cuando una tiene los nervios tan crispados. Noto el agua helada recorriendo mi piel, casi me asquea. Está tan fría que noto algo de dolor en las sienes cuando contacta con mi cabeza. De todas formas, no pienso ni un solo segundo en evitar el contacto con el agua. A pesar de ser incómodo, me templa.

Tras un par de minutos, tras asearme con jabón inodoro, termino de aclararme y abandono al fin el agua. Me seco con violencia el cuerpo y el pelo y luego me cepillo este último.

Me visto.

Me voy.

*se va*