Baños de las chicas

Sonrío con cierta ilusión ante la idea de ver esos artefactos al salir del baño. Lo cierto es que sé poco de magia, pero todo lo que pueda aprender me parece interesante. O al menos todo lo que se me ocurre en estos momentos.

Cuando sigue hablando, la sonrisa pasa a una más tierna. La verdad es que no puedo decir que no entienda esa sensación...

-Bueno, hasta donde he visto, hay misiones que no son tan peligrosas. No todo es pelear, a veces la gente tiene otro tipo de problemas -le explico-. No todos somos iguales y no todos valemos para lo mismo. Y no digo que no sirvas para eso -aclaro, negando un segundo, repentinamente preocupada-. Solo que... creo que todos tenemos una función. Algo que podemos hacer. No sé por qué nos eligen, a lo mejor estoy completamente equivocada, pero...-. Cierro los ojos, guardando silencio un instante. Esto es lo que me costó entender tanto tiempo-. No creo que nos elijan por ser los más fieros, o los más fuertes. Creo que nos escogen porque somos personas que pueden hacer algo, mejorar las cosas, y que estamos dispuestas a esforzarnos por ello. O al menos me gusta pensar que esa es la clave -zanjo, riendo con suavidad-. A lo mejor es un poco soñador de más.

No ha llegado hace mucho, pero ya se ha apuntado en una misión. Lo cierto es que me alegra verla tan emocionada y dispuesta con todo esto.

-¿Por qué no parece de ayudar a la gente? -pregunto, ladeando ligeramente la cabeza. Espero que no se haya metido en algo de masacrar...

La verdad es que me siento identificada con muchas de las cosas que ha dicho en esta conversación. También me he sentido insegura sobre mi situación aquí. La cosa es que ni siquiera sé si escogen ellos mismos a los que llaman o si es algo más automático. Si hay un hechizo para comunicarse a distancia, quizás la señora Twinkle... Sacudo la cabeza, como para sacarme su rostro de la cabeza.

-Yo no sé tampoco los motivos. Supongo que son diferentes para cada uno. Pero al final hay gente muy fuerte, así que supongo que aciertan bastante.

Pienso un momento sobre la misión que me comenta. Puede que viese algo al respecto.

-Bueno, espero que no sea nada muy peligroso... De todos modos, seguro que terminas ayudando a alguien. Al fin y al cabo, que yo sepa, siempre solemos buscar "ayudar" a alguien de alguna forma.

Incluso en las historias terribles que he escuchado, se quería acabar con un peligro para el mundo, salvar a alguien secuestrado o investigar para evitar futuros contratiempos. Nunca había oído nada de masacrar pueblos o asesinar sin más.

-Seguramente la mayoría sean ciertas. Hay historias reales verdaderamente increíbles -confirmo, asintiendo-. Salvo que te las cuente un chico azul. Johan se llama. Entonces no te creas mucho. Pero bueno, es buena persona -reflexiono. Tardé tiempo en saber que mentía, pero al final he estado tanto con él que le tengo cariño.

Me siento un poco mal de pronto por haberle dicho eso de Johan. No es que no mienta, pero a lo mejor lo he hecho quedar peor de lo que pretendía. Salgo del baño con ella, ya que hace tiempo que habría acabado de no ser por la cháchara. Se he ha arrugado la piel y todo.

-No es que Johan sea malo -insisto, con algo de culpabilidad-. Solo es algo extraño. Pero a mí siempre me ha tratado bien, y no he sabido de que tuviese problemas con nadie.

Y eso que llama la atención por motivos obvios. Pero es muy bueno con Lino y con Rina. Es imposible que sea malo.

Empiezo a secarme y me pongo la ropa interior. Después cojo la crema hidratante que también he traído y empiezo a aplicarla por mi cuerpo. Es de almendras e hibisco, a veces no sé si me la echo por su función o simplemente por lo bien que huele.

-¿Quieres un poco? -le ofrezco. La observo un rato mientras se encarga del pelo. No me ha pasado inadvertido el esfuerzo que ha puesto en cuidarlo-. Tienes un pelo precioso.

Ya me queda poco por los baños. La verdad es que el baño me ha relajado, pero la conversación me ha despejado un poco.

"Divertido" puede que sea algo que describe a Johan cuando te acostumbras. Aunque también sé de gente que no está tan contenta con su actitud. Aunque supongo que si los líderes no le han dicho nada es que no es "tan importante"... Aunque tampoco sé si le han dicho algo. Estoy presuponiendo.

Cuando Priscilla me pide el bote se lo acerco, aunque con gesto preocupado.

-Lo compré en el pueblo de paso, en una tienda de jabones y cremas, pero no creo que ponga nada sobre eso-. No dice mucho más que los ingredientes y lo que es-. Si te puede dar problemas mejor no la uses...

La verdad es que es una chica agradable. Su entusiasmo me hace sonreír.

Una vez termino de extender la crema termino de vestirme y me quito el gorro de baño. Me siento revitalizada. De todos modos, ya que vamos al mismo sitio, esperaré a que ella termine.

Al final parece que puede usar la crema. En cierto modo me alegra, pero no me quito la intranquilidad del todo. En cierto modo me asusta que le cause algún tipo de reacción, que los ingredientes no estén completos o algo así... Espero, de verdad, que no sea el caso.

Ya vestidas y preparadas, y ella con el pelo seco, me hace la propuesta que llevo esperando todo este tiempo. No es como si no me gustase hablar con ella, pero podía seguir haciéndolo en la habitación y, de paso veo esas tobilleras. Existiendo eso, seguro que puede existir algo similar, aunque tenga otra forma.

Bueno, no voy a adelantarme. Ni siquiera sé para qué sirven.

-Sí, vamos -declaro, sonriente.

*se van*

Peto. Es una mala costumbre que tengo, pero no me gusta ir al baño si hay otras personas.
Entro relajando los hombros mientras sujeto un botecillo con unas píldoras que me ha dado Errst. Dice que las necesito para que mi cuerpo funcione correctamente. Pronto tendré una revisión con él. Espero que todo esté bien.
Lleno un frasquito con agua y me tomo una como todos los días.
─Qué pelo más horrible tengo hoy ─musito mientras me lo veo con desgana. Debería ducharme pero hoy no me apetece. A pesar de que lo peor del invierno ya ha pasado, aún hace frío y hoy tengo el día perezoso. Lo que sí hago es lavarme la cara y revisarme el cutis─. Luego iré a revisar el tablón de misiones. Quizá haya algo interesante... ─la verdad es que tengo ganas de salir de este lugar y cambiar de aires.

*se queda un ratin*

El día ha transcurrido en el más absoluto pánico. Solamente el encuentro con Rick fue capaz de calmarme un poco. Luego, tras una comida algo sobria, estuve toda la tarde paseando por los pasillos sin ningún orden. A media tarde me entró el hambre y terminé por tomar tres trozos de una tarta de manzana que acababa de hacer la gente del servicio y que estaba riquísima. Luego me dolía el estómago por haber comido demasiado. Y, para colmo, la sensación del paso del tiempo no es, en absoluto, tranquilizadora. Fui a la biblioteca para buscar algún hechizo que me sirviese para parar el tiempo a escala mundial, pero no encontré nada relevante. Aunque sí encontré cosas muy interesantes sobre la relatividad del tiempo. Al parecer, algunos expertos dicen que es posible que no pase a igual velocidad en el fondo marino que en la cima de una montaña. De haber podido, me habría ido a la luna a ganar algo de tiempo, pero no es viable, y lo que tardase en llegar no compensaría los minutos que pudiese prolongar esa situación.
Al menos allí no podrían encontrarme.

Todavía no he tomado una decisión.
Bueno, eso es lo que me digo, pero aquí estamos.

Creo que he exfoliado hasta el último rincón de mi cuerpo. Estoy limpia, también, e hidratada. Me he secado el pelo y me ha quedado un rizo un poco raro en la frente. Y haga lo que haga, no consigo que se normalice. Pero no creo que volver a ducharme sea la solución. Bueno, tal vez... No, no es la solución.

Respiro hondo y empiezo a probarme la ropa. Por un lado, tengo una camisa blanca con una falda plisada negra, hasta la rodilla. Sencillo y sobrio. Quizás demasiado para mi yo habitual. También tengo una chaqueta de punto rosada con unos pantalones azules, pero me parece demasiado mono. Y me encantan. Pero me da miedo que resulte, de facto, demasiado mono. Y que eso sea malo, por algún motivo. El vestido blanco me hace sentir como si fuese la viva imagen de la pureza. ¿Es así? Me pruebo una camisa de cuadros azul remangada, pero entonces es como si estuviese intentando parecer más dura de lo que realmente soy y como si me estuviese esforzando demasiado.

Me estoy esforzando demasiado.

Finalmente escojo unos pantalones negros, un jersey de punto algo holgado, pero formal, color burdeos y una camisa blanca por debajo. Me hago una coleta informal, pero con el suficiente cuidado como para que de informal solo tenga el aspecto, y elijo las gafas que llevé el otro día a la fiesta. Un poco de desodorante, me lavo los dientes, un pintalabios natural y en los pómulos nada que bastante roja estoy ya.

Respiro hondo varias veces. Me miro bien. No estoy mal, pero... quizás demasiado seria. Bueno, es lo que hay.

Recojo el resto de cosas y las doblo para ir a guardarlas.