Baños de las chicas

Creo que no estoy aquí del todo, todavía. He llegado al mundo antes de tiempo, y eso se nota. Mi subconsciente estará rondando las nubes, todavía, en algún lugar del cielo oscuro.

-Si, supongo -mascullo sin muchas ganas, respondiendo así a su pregunta-. Tampoco es tan tarde, ¿no? Os quedará un buen trozo de jornada por delante, si me apuras. Aún se ve algo de luz -comento, llevando los ojos a la ventana, entornándolos levemente, aunque no es para tanto, concretamente.

Me fijo de nuevo en ella. Tardo un momento en hablar, como si mi cerebro hubiera muerto.

-¿No es un rollo lavar las alas? Siempre lo he pensado.

No puedes evitar reír. Qué ánimos por apurar el tiempo. A este paso, acabará cambiando su horario por verte más.

-Sí, supongo que sí -concedes para tranquilizarla. Ha tenido un buen despertar, y seguro que agradece poder mantener esa sensación.

Agitas las alas de nuevo, en lo que te estiras un poco y compruebas el estado de tu recién teñido mechón. Niegas con suavidad, recolocándote el pelo ante el espejo para asegurar que todo está en orden. Tendrás que lavarte bien las manos después de esto.

-No realmente -respondes con dulzura-. No deja de ser una parte más de mí, y el aseo es importante. Las cuido como cuido mi pelo, mi cara, o cualquier otra parte de mi cuerpo. Nunca lo he considerado de otra manera.

Unas buenas alas justifican cualquier trabajo.

Observo lo que hace con gesto extrañado. No me había fijado mucho, la verdad, pero ahora que me lo planteo... Se está tiñendo o algo así, ¿no? Supongo que eso es que las cosas van bien por aquí. O lo suficientemente bien como para que podamos hacer chorradas como esa, al menos.
Todo lleva un tiempo tranquilo.

Observo sus alas de reojo, poco convencida. Por mucho que me diga, yo no me lo creo. Hay mucha pluma ahí, y eso tiene que ser muy incómodo. Las plumas flotan, ¿no?

-Una cosa es que las cuides -reflexiono. Eso es normal-. Pero me sigue pareciendo una pesadilla. Quiero decir... Si tuviese una cola de diez metros la lavaría también, pero vaya mierda...

¿O no?
Podría usarla de liana para moverme por las ramas de los árboles.
No lo tengo claro.

De nuevo, no puedes evitar una risa. Resulta tan inocente... Sabes que lo que le pasa es que tus alas la tienen fascinada, que no puede evitarlo. Pero no deja de ser divertido a tus ojos. Claro que no quieres hacerla sentir ridícula, así que debes ser suave con ella.

-¿Eso crees? -respondes, mientras te recolocas por última vez el mechón, ya perfectamente teñido-. Entonces, ¿cómo es que mantienes ese pelo tan largo en lugar de cortarlo y olvidarte de él? El pelo corto es más fácil de cuidar. Aunque, en realidad, el tuyo está muy bonito así. Se ve que te gusta cuidarlo.

Sabes que le encantará el cumplido. Te acomodas la toalla que te rodea el cuerpo y te diriges a la pila para lavarte las manos. Después de eso, solo quedará aplicar un maquillaje suave para la noche. Un poco de máscara será suficiente hasta la hora de acostarse.

Alzo un poco las cejas, despertándome de pronto, llevándome inconscientemente la mano al pelo. Me ha pillado con la guardia baja. Enseguida fuerzo una pequeña mueca. Que vea que me da igual.
Aparto la mano y un mechón, casi con desdén.

-¿Esto? Bueno, sí que ha crecido, sí. Es tan aburrido tener que cortárselo... Además, ahora que viene el invierno me abriga el cuello. Y si mi madre me lo viese corto me mataría. Ya sabes. Nada del otro jueves. Lo cuido como cualquiera, no te creas -recito, con tono de desgana. Creo que ha sonado como si no hubiese sabido escoger la excusa y las hubiese soltado todas...-. ¿Y tú qué? ¿Te lo tiñes?

¿Se ha dado cuenta de que lo cuido? Voy a tener que empezar a tener cuidado... Quizás de pronto empiezo a parecer más floja. Cuando me quiera dar cuenta me verán como a una estúpida chica a la que comprar con flores...

Sigues sonriendo. Lo cierto es que resulta divertida. Intenta fingirse muy entera, pero está nerviosa. Quizás no debas forzar demasiados comentarios positivos, o acabará como un tomate. Mejor será ser sutil.

-Oh, bueno, eso tiene fácil solución -apunto-. Las bufandas son útiles, y no requieren tantos cuidados. También puedes cortarlo por debajo de los hombros para que siga cumpliendo su función. Si crece tan rápido, tu madre ni se dará cuenta. Y además, es sano cortarlo de vez en cuando. Aunque, claro, con esa melena tan abundante, cortarlo demasiado sería una pena.

Pero ella, claro, quiere preguntar por ti. Quizás un día aparezca con algún mechón de otro color para sorprenderte. No te extrañaría, aunque, por supuesto, apreciarías su admiración. Con sutileza, claro.

-Solo esto -indicas, con un gracioso gesto que hace que el rizo rosa baile-. Le da un toque alegre, ¿no te parece? Aunque el pelo rubio, al ser tan claro, ya tiene bastante vida por sí solo. De todas formas, disfruto adornándolo.

No tienes reparo en reconocerlo. Sabes que es parte de tu encanto.

Te secas bien las manos, con cuidado, asegurándote de que están perfectamente limpias.

Aparto un poco la mirada. Es sin querer, un gesto inconsciente. Como rehuyendo su mirada mientras pienso. Al final solo me encojo de hombros y mascullo un "ya veré".
Tampoco es como si no me lo fuese a cortar nunca. Las puntas, aunque sea. Que no es que estén muy mal. Pero bueno. De momento no planeo cortar mucho más... Ha tardado la hostia en crecer tanto. Es ya como una cosa de la que jactarse.

Me fijo, por fin, en su mechón. De todos los colores, el rosa no es que sea el que más me gusta. No tengo más contra él que uno de los espantosos lazos que mi madre me obligaba a ponerme de niña y algún detalle más. Pero bueno. Tampoco es como para ser una zorra.

-Tiene personalidad -le digo, encogiéndome de hombros-. Supongo que no está mal.

Tampoco soy yo muy buena con los cumplidos. Y menos con esta, que no es que nos hayamos conocido muy a fondo. Y parece algo remilgada. A Retales sí le diría que de puta madre. Pero esta no parece de las que fuese a considerar eso como un cumplido.

FdR-Pausa pussys

Se le nota la vergüenza, y por alguna razón, eso te parece divertido. De todos modos, tú eres muy buena con la gente, así que evitarás ponerla en un apuro. Aún te recolocas un poco más el pelo frente al espejo, satisfecha por el color que has conseguido esta vez. Lo cierto es que te favorece. Aunque, bueno, ¿hay algo que no te favorezca?

-¿Verdad que la tiene? -respondes, alegre-. Y el cambio siempre da energía a las cosas. Aunque sea algo tan sencillo, es muy positivo.

Sacas entonces tu neceser y lo revisas con cuidado. No tiene mucho sentido pintarse demasiado a estas horas. Será mejor dar una base suave, discreta, y un poco de lápiz para los ojos. Lo demás son excesos innecesarios, en esta ocasión. Tomas una base suave, una hecha con crema hidratante, que tanto agradece tu tersa piel, y comienzas a aplicarla.

¿El cambio da energía a las cosas? Bueno, la verdad es que supongo que sí. Cuando uno está harto de algo suele tomar decisiones drásticas, y esas cosas. Da un giro a su vida.
Me pregunto si no me vendría bien dar un pequeño cambio a la mía...

Ella, por su parte, empieza a arreglarse. Y yo no creo que me duche ahora. Luego planeo entrenar, de modo que...

-¿Tienes una cita, o algo? -inquiero, con un leve tono de mofa en la pregunta.

Como es evidente, la mofa es para tapar la curiosidad real, e incluso puede que cierta envidia. No envidia exactamente, pero...
Joder, qué más dará.

Te sorprende un poco su pregunta, lo suficiente para dejar ir una suave risita, mínima, una simple y adorable señal de sorpresa. La miras un momento de reojo, sin dejar tu perfecta sonrisa de lado en ningún momento, y parpadeas apenas un instante.

-Ah, no, claro que no -declaras, sin poder evitar cierta curiosidad por su pregunta. No es una pregunta muy normal, teniendo en cuenta que estás tomando cuidados mínimos con tu imagen. Quizás crea que vas a seguir después de la base y el lápiz-. ¿Por qué lo preguntas?

Te miras en el espejo y te encuentras preciosa. De todos modos, será mejor que termines de extenderte bien esa base. Los pegotes no suelen favorecer demasiado.

Tuerzo levemente el gesto, apartando la mirada un momento cuando se ríe. Ni que hubiese dicho algo gracioso. ¿Se burla de mí, o algo?

-Ya sabes... -mascullo-. Vosotros no soléis prepararos a estas horas si no tenéis un motivo, ya que en un par de horas estáis bostezando y lloriqueando por el sueño.

Pero a veces van al pueblo a pasarlo bien. Pero eso es asunto suyo, claro.
Podría ir con Retales, pero lo cierto es que hoy no tengo muchas ganas de hacer nada...

Ahora que lo pienso, puede que solo sea una de esas pijas que se arreglan. Y estoy quedando yo aquí como una idiota. La idea de que se reía de mí empieza a cobrar fuerza, y me froto el ojo para despejarme.

-Que da igual, bueno -termino zanjando, volviéndome hacia la puerta-. Yo iré a desayunar.

Y a buscar a Thor.

Niegas suavemente. Dos horas son mucho tiempo. Si no tuvieras cuidado, gente como ella no disfrutaría de la imagen de ti que merece. Te lavas las manos y tomas el lápiz, después de negar un momento.

-Lo cierto es que me gusta tener buen aspecto hasta el mismo final del día -explicas, a pesar de que es evidente.

Asientes cuando dice que se marcha. Quizás se siente abrumada viendo cómo te preparas para mostrarte al mundo ante ella.

-Claro, es tu hora -respondes, alegre-. Que aproveche.

Me encojo un poco de hombros, dejando ir un "hm" con la boca cerrada. La verdad, no sé dónde se cree que estamos. Aunque aún voy a ser yo la equivocada, claro. Aquí todas son tan...
No, es ella, es ella. Esto es un ejército. Y tampoco es como si no estuviese presentable sin el maquillaje. Supongo que le irá detrás a algún imbécil, o que será de estas divas pretenciosas que quieren sentirse superiores a las otras chicas. Una hembra reina de estas que quieren dominar a las otras mujeres y decidir qué es gracioso y qué no lo es. Pues a mí no me va a convencer de unirme a su secta.

-Gracias -respondo, volviendo a mirarla, de reojo-. Y tú, bueno... Lo que sea que vayas a hacer. Que vaya bien.

Hago un gesto desenfadado con la mano mientras me dirijo a la puerta, que o tardo en abrir.
A ver qué desayuno yo hoy...

*se va*

Pobre chica tímida. Suspiras cuando se marcha, negando con suavidad. A algunos les pasa eso, se sienten cohibidos, necesitan encontrar una forma de escudarse... No deja de ser divertido, claro, pero no es algo de lo que reírse. Deben superarlo. Conocerte la ayudará en eso, seguro. Queriendo seguir tu ejemplo y ser como tú, aprenderá a abrirse.

Pero todo a su tiempo. Por el momento, mejor centrarse en que la raya del ojo vaya recta, como debe. Ese lápiz verde que has escogido es muy bonito, desde luego. Quizá deberías usarlo más a menudo. En cualquier caso, no son más que pequeños retoques, así que en seguida estás lista.

Y, cuando eso se da, recoges tus cosas y te vistes. Antes de salir del baño, eso sí, te das otro paseo ante el espejo. Si es que da igual lo que hagas; siempre estás preciosa.

*Se va*

El pelo de Pris, si no tenía cuidado, podía convertirse rápidamente en una maraña indomable. En realidad, mucha gente consideraba que lo era hiciera lo que hiciese, pero ella sabía la verdad: aunque su aspecto indómito era incorregible, en realidad podía mantenerse sedoso y ordenado. Pris sabía cómo; llevaba toda una vida volcada en ello, decidida firmemente a no renunciar a su larga y espesa melena.

Era cierto que eso, en el desierto, suponía desarrollar métodos muy ingeniosos para su buen mantenimiento. No era que en el oasis faltase agua para lavarlo, por ejemplo, pero tampoco era un bien que nadie pudiera permitirse derrochar. En Brontë, las cosas funcionaban de manera ligeramente distinta. No era que pretendiera ponerse a derrochar, pero el mantenimiento de las bañeras le permitía el lujo de asearse de otra manera. Era un peligro; como se acostumbrase a aquello, volver a casa iba a ser un drama.

Por suerte, ese era un problema para un futuro nada próximo. Metida en el agua hasta la barbilla, escogió uno de sus numerosos botes acondicionadores y se empleó en el tratamiento de su melena.

*Se queda en el agua patitos*

Pris levantó la vista de la cascada de pelo con la que se afanaba para encontrarse con Anna, que también venía a darse un baño. Sonrió de oreja a oreja. Qué chica tan agradable.

─Buenas noches ─saludó─. Aquí, trabajando duramente.

No pudo evitar observarla mientras se preparaba para meterse en la bañera. Parecía estarse volcando en todo un ritual. Al contrario que Pris, que estaba enfrascada de lleno en su tratamiento capilar, Anna se recogía el pelo precisamente para no mojarlo. Pris se preguntó qué talla necesitaría si intentase usar un gorro como el suyo.

Rió a su comentario.

─La verdad es que es un lujazo, ¿eh? ─comentó─. La primera vez que entré y me encontré con semejante piscina no lo entendí. Pensé que tenía que ser para otra cosa.

Comenzó a enredarse todo el pelo, sacándolo poco a poco del agua, embadurnado como estaba en la mascarilla que se había echado.

─Perdona, a lo mejor no debería estar haciendo esto en la bañera. Te voy a ensuciar toda el agua... Aunque es como que se limpia rapidísimo, ¿no? Me pregunto cómo lo harán.

Pris rió. En el desierto, las bañeras se consideraban, como había dicho, un absoluto lujo... y un despilfarro de agua. Le había costado un tiempo hacerse a los métodos de higiene de Brontë, y a menudo se preguntaba si sería posible, de alguna manera, equilibrar las cosas, llevar el excedente de agua de zonas lluviosas como la de Brontë a otras donde el agua escaseaba. Facilitaría la vida de muchas personas, pero era mucha distancia para transportar el agua.

Un hechizo... Eso explicaría que el agua siempre estuviera lista.

─Quizás sea algún recurso especial de la familia Campbell... ¡O puede que algún sistema especial importado de Aqua! La verdad es que no sé cómo de costoso será mantenerlo a nivel mágico, si es un hechizo, pero sí que sería utilísimo aprenderlo.

Quizá alguna runa que... Pris se había fijado en que, en determinados puntos de Brontë, había marcas y runas particulares, y sus estudios en magia le habían hecho entender rápidamente que, en muchos casos, aquellas marcas serían formas de mantener hechizos. (Era posible, y esto solo era una posibilidad remota, que también hubiera confundido como magia unos cuantos elementos decorativos del palacio, pero esa era otra cuestión). En los grifos, por ejemplo, había marcas que, estaba segura, mantenían la temperatura del agua. Era posible que hubiera otras dedicadas a su filtrado y limpieza.

Pris abrió mucho los ojos, repentinamente emocionada, y se inclinó hacia adelante en el agua, generando un suave chapoteo con su movimiento brusco.

─¡A mí también! ─exclamó, encantada─. Siempre me han dicho que se me daba bien y la he estado estudiando y practicando desde pequeñita. Supongo que es un poco cliché, una claritas maga, y no digo que no ayude, pero tampoco me gusta que me pongan la etiqueta porque sí. ¡Pero me encanta la magia! Como en el oasis nos dedicábamos mucho al baile, mi padre me mando hacer unas tobilleras especiales que la canalizan, para que pudiera combinar mis dos cosas favoritas del mundo mundial.

Se echó un poco hacia atrás, con una sonrisa un poco más contenida, dándose cuenta de pronto de que quizás se había emocionado demasiado. Se apoyó en la pared de la bañera, con un suave carraspeo que pretendía sonar un poco a disculpa por el aluvión repentino de información.

─Entonces... ¿tú también eres maga?

La raza chrysos no solía destacar por sus capacidades mágicas, ¡pero no sería ella quien se dejase llevar por los estereotipos! Y menos en casa de la familia Campbell, que a fin de cuentas era una familia chrysos dedicada a la magia y reconocida internacionalmente por sus prodigiosas habilidades.

Pris sonrió de oreja a oreja, feliz de tener alguien que le diera cuerda para hablar de una de sus pasiones. Asintió, entusiasta.

─¡Claro! ─accedió, feliz─. Si te veo luego en las habitaciones te las enseño, que las tengo en el baúl. O, bueno, si prefieres puede ser en otro momento, que ahora a lo mejor es algo tarde.

A la joven le generaba incluso más curiosidad la reacción de Anna. ¿Quizás su interés por la magia era meramente teórico, y no porque la practicara? ¿O dudaba de su nivel? Cuando terminó su explicación, sonrió.

─Sí que dicen que la magia chrysos es difícil de controlar ─coincidió─. Claro que yo de eso no tengo ni idea, para mí la magia es algo que me viene muy naturalmente. ¡Pero no te pongas toda tímida! Si se te da bien, tienes un motivo de sobra para estar bien orgullosa, y si te han llamado es porque han sabido ver que lo valías.

No especificó su propia situación; que, estrictamente, no la habían llamado, que simplemente se había plantado allí, que había sido ella quien se había acercado a ofrecerse. Que hasta entonces, hasta que llegó, nadie la había reclamado, y que solo ante su insistencia la líder claritas le había concedido el derecho a ser guerrera de Brontë. Era una historia complicada, diferente a las que había oído por el palacio, y no tenía muy claro que se la fuera a aceptar tan sencillamente si se sabía. Así que prefería dejar que asumieran que había acabado allí como el resto.

Pris negó enérgicamente.

─Claro. Sin problema. Podemos ir ahora. Es decir, cuando acabemos aquí, entiéndase, claro.

Ladeó la cabeza, confusa ante la convicción de su compañera. Meditó un momento sus palabras. ¿En qué era buena Pris? En el baile, claro. No tanto como Zaih, no iba a compararse con un nivel tan altísimo, pero se le daba bien y lo sabía. Claro que eso no tenía mucho que ver con luchar, ni con el motivo por el que estaba en Brontë. Que era, creía, a lo que Anna se refería.

─Bueno... Realmente, yo no sé qué tal se me da eso ─reconoció, correspondiendo a su sonrisa─. Espero que no muy mal, a ver si me van a echar... Pero creo que es una cosa que tengo que aprender, simplemente. A luchar, y eso. ¡A ser una chica dura que se planta ante el peligro! Espero aprenderlo aquí, en realidad.

No sabía cómo de entrenada llegaba la gente de casa, realmente. Todas las personas a las que había conocido llevaban allí más tiempo que ella.