Baños de las chicas

Ben ensanchó la sonrisa, satisfecha con la respuesta. Luego la miró con curiosidad.

-¿Se lavan unos a otros? -preguntó, justo antes de que la chica negase sus propias palabras-. No suena mal, vaya...

Cuando tuvo ante sí la espalda de la chrysos dudó un momento, pensativa. Al final, acabó por acercar la esponja, pasándola por encima sin apretar en absoluto. Parecía una chica delicada. Ben dudaba que hubiese llevado un solo palo en su vida.

-¿Así está bien? -preguntó.

Ben sonrió, entretenida.

-¿En las termas se puede uno bañar con jabón? -se le ocurrió pensar entonces.

Cuando era pequeña, muchas veces la obligaban a bañarse al aire libre, en un barreño o una tina. Y, en cambio, sabía de sobra que no era así como la gente se bañaba habitualmente. Quizás Brontë fuera un caso extremo, pero no lo era tanto.

Frunció un poco los labios, atreviéndose, poco a poco, a hacer más presión contra la piel. Con el jabón, la esponja resbalaba bien, dejando espuma a su paso, y Ben no tardó en empezar a dibujar garabatos, entretenida con su nueva tarea.

Aunque Ben tenía la sensación, por algún motivo, de que sí habría algo que lo prohibiera, la respuesta de Anna solo pudo extrañarla. ¿Ensuciar el jabón? ¿No se suponía que era para...?

-Están chulas -opinó-. Es así como raro. Pero con fresquito está bien.

La verdad era que Ben estaba tan concentrada en su tarea que tardó un momento en asimilar lo que ella le decía. Alzó un poco la vista, repentinamente más despierta.

-¿Hm? Ah, sin fallo. Es entretenido. Como que emboba... No tendrá algo raro este jabón, ¿no?

Ben negó.

-No, en invierno es como... Brr -declaró, segura-. La mejor época es ahora, creo yo. Bueno, un día que no llueva. Una noche suena bien. Noche fresquita. Pero en primavera.

Ben se pasaba el día jugando, así que le resultaba un poco raro oírla hablar así. Sonrió, acercando la esponja a su cuello, frotando suave.

-Tú lo que necesitas es una sesión de música -concluyó, segura-. Te toco una nana y ya verás como te relajas como en tu vida. No sirve de nada estar preocupada antes de tiempo. Eso solo hace que luego te duela el cuerpo y te cueste más moverte. Y cuando toque preocuparse, tocará también moverse.

Ben hizo una mueca.

-En la ciudad... no sé yo -respondió, poco convencida-. La ciudad es muy sucia. Si estás en el campo está muy bien, eso sí. Pero solo cuando hace bueno.

Ladeó la cabeza y se acercó un poco, arqueando las cejas.

-¿Sabes qué? -murmuró en voz baja-. En realidad, a mí tampoco me pareció tan fácil. Lo primero que hice al llegar aquí fue meterme en el baño de los chicos. ¿Qué sabía yo que erais tan remilgados? Y la cama era tan cómoda que no era capaz de dormir. Y a veces me olvidaba de que podía ir a comer cuando quisiera. Estaba muy tensa siempre.

Dejó la esponja y le echó un poco de agua para quitarle el jabón. Cuando acabó, se echó hacia atrás, con gesto confiado.

-Y ahora, mírame, soy una reina -remató.

Ben sonrió, burlona.

-Era... ¿Cómo has dicho...? Desinteresado -respondió entretenida.

Se miró las manos cuando Anna comentó que llevaba demasiado tiempo en el agua. A Ben se le habían arrugado los dedos, pero era una sensación tan placentera que no saldría de allí nunca. Quizás para comer, bueno.

Pero, pese a todo, y tras estirarse sin ningún cuidado, accedió a darle la razón a la chica.

-Me dan ganas de meterme en cama. Creo que ahora mismo dormiría como un bebé. Quizás lo haga, de hecho...

Siguió a su compañera fuera del agua y buscó su propia toalla, frotándose con fuerza. Era tan agradable...

Cuando estuvo vestida, salió, al igual que la chrysos.

*Se van*

Entro delante, sosteniendo la puerta a Massen para que pase detrás. Después del ejercicio un baño es lo que mejor sienta. Echo un vistazo a la ventana, sin poder evitarlo. Sigue lloviendo. Eso no me gusta. Planeaba salir mañana, pero la lluvia... Quizás debería ignorarla de una vez y salir de todos modos. Puede que nos llueva durante el viaje, y el tiempo no mejorará de camino a Aqua. Si trato de huir de las lluvias quizás termine por toparme con el invierno.

-Eres verdaderamente rápida -comento a Massen con una sonrisa, comenzando a desvestirme.

Es difícil enfrentarse a ella. La próxima vez que lo haga yo también tendré una forma de atacar a distancia, y eso lo hará todo más fácil, por otro lado.

Entré al baño por delante de Alehyss y, antes de comenzar a desvestirme, me dirigí directamente a la bañera, para abrir los grifos y que comenzara a llenarse. Le dirigí una sonrisa mientras iba hacia los bancos para desvestirme, y le dediqué un momento una sonrisa significativa.

-¿Y tú no? -pregunté, de buen humor-. Haces movimientos tan extraños que es difícil predecir cómo vas a intentar esquivarme. Y eso que ya conozco bien tu estilo de combate.

Me gustaba mucho entrenar con ella. Sabíamos manejarnos bien en equipo, y, además, enfrentarme a ella siempre era emocionante. Y, terminara como terminase un combate contra Alehyss, siempre sentía que había rendido al máximo. Era un momento de gran concentración.

Me desvestí rápidamente, sin cuidar mucho de cómo dejaba la ropa, y en seguida volvía a la bañera para probar el agua.

Doblo la ropa con cuidado, sin mirarla, aunque sin poder evitar tampoco desvelar una sonrisa cuando sus palabras me llegan. Lo cierto es que luchar de frente siempre se me ha hecho difícil, pero a raíz de luchar contra mis compañeros, todos ellos dispares, he tenido que adaptarme un poco. Puedo sacarle partido a mi agilidad atacando por la espalda, escurriéndome como siempre he hecho, pero eso no me impide probar cosas más arriesgadas. Es entonces cuando más noto la adrenalina.

-Me obligas a innovar -reconozco, con sencillez.

Los magos son mi punto débil.

Ella ya está en la bañera cuando me acerco. Rozo el agua con la mano, comprobando la temperatura para entrar despacio. Aún no se ha llenado del todo, pero nuestros cuerpos harán que el volumen suba.

-Veo la lluvia y no me puedo creer que vaya a echar de menos este tiempo -le digo, dirigiendo una mirada corta a la ventana.

Al menos tengo la ropa que llevamos cuando fuimos a Aqua, la primera vez.

Reí con suavidad, aceptando su respuesta. La cual no hacía menos válida mi información. Incluso si intentaba utilizar sus movimientos, me sentía más torpe e insegura. Y, desde luego, recurriría a pocos de ellos espontáneamente en mitad de un combate. No los tenía interiorizados. Quizás debería practicar eso...

Entré en la bañera cuando todavía no estaba llena, y extendí todas mis membranas al tiempo que cerraba los ojos. El vapor y el agua me envolvían, y la sensación resultaba completamente agradable. Incluso, tal vez, llegué a suspirar.

Sonreí, entretenida con su comentario, sin abrir los ojos.

-Sería divertido veros -apunté, algo burlona-. Ni tú ni Jun sois muy amigos del tiempo húmedo. Parece que vayáis a representar una comedia. Bueno, tal vez cuando lleguéis todavía haga buen tiempo. Ciudad Nevada no está tan al sur, a fin de cuentas.

Cuando hace referencia a lo divertido que será vernos viajar juntos por el frío no puedo evitar componer una pequeña mueca. De modo que en eso puede comparar al chico conmigo. No me gusta la idea. Será capaz en muchas cosas, pero no quiero que se vea en él un reflejo mío, aunque sea en algo tan nimio como eso. Que incluso es cierto, de alguna forma, claro...

-Bueno, aunque encontremos mal tiempo no me oirá quejarme -refunfuño, apartando la vista un momento, en lo que me acomodo un poco más en la bañera, dejando que el agua caliente me acaricie-. Él será mudo, pero a veces es como si se quejase en voz alta -añado, para mí, aunque también para ella.

Quizás estoy exagerando. En el fondo no se atrevió a quejarse demasiado, pero cuando fuimos a Ventus si que componía alguna expresión que, personalmente, me sobraba. Espero que a Aqua podamos ir parando menos.

-Quiero aprovechar el próximo día tranquilo que haya para que nos vayamos. También parece que a él haya dejado de lloverle un poco dentro de esa cabeza, así que aprovecharé todas las calmas que pueda.

Pero no e voy a retrasar por Jun. Él lo sabe.
Me estiro para tomar el jabón y comenzar con el aseo. Creo que no me queda nada pendiente.

No pude evitar asentir, solemne, mientras enfatizaba el gesto con un suave murmullo entre los labios, sin abrir los ojos. Sabía de qué hablaba, probablemente mejor que ella. No olvidaba lo último que habíamos pasado. Pensado en frío, había sido demasiado emocional.

Alehyss parecía haber tenido oportunidad de estudiar bastante aquel carácter suyo. Yo, que lo conocía desde hacía tiempo, sabía que no lo había encontrado en su mejor momento. Y, en cierto modo, llegaba a sentirme responsable por ello.

-Espero que no te dé problemas -comenté, tomando yo también un poco de jabón para limpiarme-. Suele saber ser profesional, y espero que lo demuestre. De todos modos, en cierto sentido, eres su superior. Por algo tienes más experiencia.

Estrictamente, aquello no era cierto, claro. No era así como funcionaban las cosas en Brontë. Pero, desde hacía algún tiempo, yo empezaba a verlo de aquel modo. Al final, los más fuertes se imponían por sus capacidades, y era lo más práctico a la hora de tomar decisiones u organizar grupos.

Por cómo hablamos, da incluso la sensación de que el chico sea un inútil, pero es cierto que cumplió bien su papel en Ventus, y no espero que ahora sea diferente. Quizás es su carácter, algo débil, lo que me hace ser un poco dura. Soy especialmente inflexible con la gente pusilánime, como en un reflejo.

-Me encargaré de guiarlo si veo que la cosa no va bien -coincido, continuado con el aseo. Lo que dice de los superiores me hace esbozar una sonrisa y no puedo evitar recordar mi conversación con Lea, aunque no sea exactamente lo mismo. Ella hablaba de "guiar" a los nuevos-. Creo que todavía tengo algunas cosas que enseñarle-. Por supuesto, hablo de trabajo, pero la sonrisa burlona que le dedico a Massen da a entender algo más-. Aunque creo que tendré que buscar a un hombre de verdad que me caliente la cama -bromeo, hundiéndome en el agua, limpiando el jabón.

No tengo mucha experiencia en piscis. Es una broma, pero... no lo es tanto. En esta vida hay que probar de todo si es suculento, a mi modo de ver. Siempre que no intervenga con las obligaciones.
Bajo un momento mi vista, inconscientemente, a mi pecho. Todavía se ve una marca minúscula de las que Corbin me hizo, aunque la piel oscura la disimula para el que no se fije.
Quizás en Aqua los haya como él pero entrenados. Eso estaría bien.

-Estaría bien si pudiese aprovechar para hacer algún trabajo -comento-. Aunque sea algo menor... No quiero que esto sean unas vacaciones.

Asentí, pensativa. De todos modos, Jun no era tan problemático. Era un auténtico quejica, y eso lo hacía insoportable. Pero no quería decir que fuese ineficaz. De todos modos, la guía de Alehyss no le vendría mal.

Sonreí y negué mientras me masajeaba el pelo con las manos enjabonadas.

-Yo me buscaría a alguien más duradero -apunté, maliciosa.

En lo que me seguía enjabonando, pensé en lo que decía. Me mantuve un rato en silencio, hasta que di con la solución. Una solución poco concreta y bastante evidente.

-Cuando lleguéis, iréis a casa de Loksass, supongo -medité-. Pero Leen estará pendiente de vosotros, y probablemente sea bastante mejor anfitrión. Cuando quieras encontrar algo que hacer, búscalo a él. Sabrá orientarte.

Leen se desenvolvía bien en Ciudad Nevada, por lo que yo sabía. Después de todo, no había pasado tantos años fuera. Yo siempre lo había envidiado, aunque, en aquel momento, me sentía en un lugar mejor que el suyo. Me aclaré el pelo, mientras seguíamos ultimando detalles sobre su viaje. Sería interesante, seguro.

Pero yo no podía permitírmelo.

*Fin de escena*

No me gustaba el frío, y no había acabado de intercambiar más que algunas palabras con los guerreros. No había vuelto a bailar y Pris seguía allí, conmigo. Las indirectas que le lanzaba eran cada vez menos, porque en el fondo me alegraba tenerla conmigo, aunque no fuese lo correcto. Me sentía sola, agobiada y, de alguna forma, débil. No tenía la furza que me caracterizaba.
Era culpa de Altan.

Día tras día recordaba su expresión de culpa en nuestras últimas charlas, y también las palabras de ambos, aunque las suyas más que las mías. Había dado tantas vueltas a las cosas que no estaba segura de nada. A ratos lo odiaba, a ratos me daba igual, a ratos me desmoronaba.

Me abracé las piernas en la bañera. Tenía la piel arrugada y el agua se había ido enfriando. El agua caliente parecía lo único en lo que ampararse en aquel lugar, además de en Pris. Pero Pris debía volver a casa. Yo no estaba preparada para hacerlo.
Prefería estar en cualquier otra parte, y aquel era un lugar tan bueno como cualquier otro.

*fin de escena*

No es la hora más habitual para darse un baño, pero eso no es lo importante. Lo importante es que te has pasado toda la mañana ejercitándote, y que no puedes descuidar tu aspecto por ese motivo. Acción y belleza deben ir de la mano, son intrínsecas a ti, y no vas a dejar que ese hecho cambie así como así.

El pelo, untado en una suave crema, se mantiene dorado y sedoso. Salvo ese travieso mechón, por supuesto. A ese mechón le toca hoy una sesión especial de atención. Te ha costado decidirte, pero, en el fondo, sabes que el rosa es una opción perfecta, y nada te indica que sea contraproducente. Así que, una vez te sientes limpia, preparas el tinte para aplicarlo. Tras eso, por supuesto, toca esperar un poco. El color debe agarrarse. A tu pelo lo hace sin dificultad, claro. Cualquier elemento del mundo desearía tener la oportunidad de considerarse parte de ti.

En lo que el mechón absorbe el tinte, tú repasas tus alas. También tienes que mantenerlas perfectas, por supuesto. El blanco debe ser inmaculado, sin rastros de manchas que puedan dar una imagen que, después de todo, no es la tuya. Las repasas con mimo y atención, dedicada. Después de tanto ejercicio, el baño te ha puesto de muy buen humor.

*Se queda*

Aún podía haber dormido una horita más, pero antes de acostarme bebí demasiado y como no quería hacérmelo en la cama he tenido que venirme corriendo, descalza y todo. Ni miro a la chica que ya está en le baño, la Curtis esta con la que cené hace ya algún tiempo.

Hechas las aguas menores, acompañadas del suspiro de alivio correspondiente, me enfrento ya al mundo. En entonces cuando me fijo en la chica con más interés. Me froto el ojo con el puño y dejo ir un bostezo. Creía que Thor me seguía...

-Buenos días -murmuro, con voz ronca.

La chica entra en el baño como una exhalación, tan apurada que casi te ofende que no se detenga ni a mirarte. Pero apenas un momento más tarde ha abandonado el retrete para dirigirse hacia ti. La pobrecilla tenía tanta urgencia por hablar contigo que ha tenido que apurar sus necesidades. Qué adorable criatura.

-Buenas tardes -correspondes con tu melodiosa voz, todavía acicalándote-. Es una suerte poder coincidir a pesar de la diferencia de horarios.

Sabes que está de acuerdo. Sabes que se siente afortunada. Incluso llegas a sospechar que se ha levantado temprano a propósito. Pobrecilla, no puede evitar tomarse tantas molestias.

Aleteas un poco, recolocándote las plumas.