Comedor

Decidió fumarse una cosa más fuerte y a los diez minutos se dirigió un poco tambaleante hacia el cuarto de baño


*se va tambaleante*

Voy al comedor para tomar algo sólido. La verdad es que en este lugar siempre me acaba entrando más hambre de lo normal. Con lo poquito que comía yo...

Me siento en una de las mesas y, a pesar de mi oposiciçon, el servicio me atiende para que yo no cocine ni me sirva.

Pido un plato de arroz con algo que se le de bien al cocinero y al rato me traen un plato bastante suculento que no dudo en empezar a comer.

*se queda*

Silvanus regresó de los jardines con una hambre atroz, por lo que se sentó en una mesa al lado de un chico poco mayor que él que comia un copioso plato de arroz
Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
Las tripas de Silvanus rugían de una manera descomunal, y se decidió a hablar, al menos este tenía cara de buena persona

-H-hola, soy Silvanus Kettleburn, y ¿tu?

Silvanus le dijo a una chica del servicio que le trajese lo mismo que el chico desconocido y así fué

Mientras devoro mi plato más rápido de lo que esperaba, un piscis rubio entra y se presenta. Paro de comer y lo miro.

-Soy Heylel Tulvind. Un placer -.Iba a decir "Puedes sentarte" pero parece que él mismo se lo dice y pide un plato de comida como el mío.

-¿Llevas mucho aquí? -Pregunto con interés ya que el chico parece animado.

-pues... llegué hace poco, pero de momento solo he conocido a Rick, un Flamma, ¿tú lo conoces? es muy charlatán....
Tristán saltó de la maleta de Silvanus y saltó dentro de mi plato salpicándolo todo y manchándole la ropa y el rubio pelo de Silvanus: quería jugar.
-¡TRISTÁN! ¿eres tonto?, vuelve a dentro.-dijo metiéndolo con estuerzo en la bolsa.-
-perdóname, es que aún no le he enseñado modales... ¡Ah! tienes un grano de aroos en la cara...¿puedo?
Silvanus se lo quitó con cuidado y se le quedó mirando azorado.

No me suena el nombre del flamma que me dice, pero igual se trata del energúmeno de los pasillos.

- ¿Uno grandote y pelirrojo con un mandoble? - Pregunto para tratar de saber quién es el tipo de quien me habla.

En ese momento una pequeña criatura sale de su mochila volandos a todo correr y desperdiga toda su comida poniéndolo perdido. Menudo desastre...

-Deberías dejarlo fuera o algo o no comerás demasiado... -Comento ante la situción. En cuanto me pregunta si puede quitarme el grano de la cara me dispongo a retirarlo yo mismo, pero se me adelante y me lo quita para luego quedarse callado. Es un chico un poco raro.
Me dispongo a comer de nuevo y me llevo un poco de arroz a la boca hasta que prefiero romper aquel silencio.

- Así que otro piscis por aquí... No sé si la habrás visto, pero hay una niña de Aqua también -Comento por tener conversación.

-¿HAY MAS AQUAS?-esa era una noticia estupenda!!- la verdad es que Silvanus se quedó encantado con la noticia. Silvanus se llenó la boca de arroz y prosiguió

-Sí, parece que hablamos del mismo. Bueno, creo que me voy a ir, creo que voy a paras por la biblioteca, tengo que leer ''Plantas y Hongos, Volumen 2'' de Chárity Strauss. ¡CHAO!

*sale a los pasillos*

Me echo hacia atrás debido al semejante grito que pega con la noticia. Parece que le hace ilusión, madre mia... Si que es un tipo raro.

Parece que tiene prisa ya que se pone a comer a todo correr y dice que se va a la biblioteca.

-Ehh... Sí, claro. Suerte con esos hongos... -Comento cuando se va. Así que sí que era ese el tal Rick. No me extraña que sean amigos, con el numerito que he visto en ambos...

En cuanto acabo de comer dejo los cubiertos sobre el plato y me voy del lugar.

*se va*

Antes de nada, pese a la prisa, me permito pasar por el comedor para hacerme con algo de comida. Con el ceño semifruncido tamborileo con los dedos sobre una mesa, impaciente, mientras espero a que los del servicio me traigan algo de comer.

No hubiera tenido problema en ir yo misma a la cocina a buscarlo. De hecho, así hubiera terminado antes de esa forma, pero son serviciales en exceso.

Hago una ligera reverencia tras obtener lo deseado y salgo con más prisa de la que entré, arrepintiéndome de haberlo hecho.

*se va*

Entré con decisión al comedor y me dirigí a la cocina. Al llegar, llamé a la puerta y abrí. Un par de pinches estaban bromeando alrededor de una mesa. Cuando me vieron aparecer, se pusieron de pie de un salto y me miraron, expectantes. Enrojecí y bajé la vista.

- Necesito hervir agua -expliqué, sin saber muy bien si tenía derecho a pedir aquello. Tal vez no les gustaba que la gente ocupara su lugar de trabajo-. Es algo personal -añadí-. Tengo que hacerlo yo.

Se miraron entre sí, algo confusos. Luego me miraron a mí de nuevo. Uno de ellos se encogió de hombros.

- Adelante -me dijo-. Pero debes entender que vigilaremos lo que hacer. Tenemos que cumplir el reglamento. Espero que no te importe.

- En absoluto -negué, con cierta emoción en la voz. Iba a preparar mi primer veneno. Esperaba que todo saliera bien.

Con algo de ayuda por parte de los pinches, que se mostraron, como era habitual, enormemente serviciales, preparé un mejunje amarillento con un olor penetrante que, esperaba, se ceñía a las instrucciones de Kettleburn. Cuando añadí las semillas que me había dado, el líquido dejó de hervir de golpe, y se volvió de un tono verde brillante. Uno de los pinches se dispuso a probarlo, pero se quedó paralizado ante mi grito de alarma. Tragando saliva, guardé el veneno en el bote y me dispuse a fregar el cazo utilizado. Los pinches se negaron en redondo a que lo hiciera yo. Finalmente asentí, pero les advertí que evitaran en todo lo posible el contacto con aquella cosa verdosa, para la que ni siquiera tenía un nombre.

Me despedí de ellos enormemente agradecida por su ayuda, tomé el bote (que, como quemaba, tuve que envolver en un trapo) en mis manos y me dirigí al dormitorio.

*Se va*

De paso que salía, como siempre, pasé por el comedor para hacerme con algo. Los pinches amablemente me prepararon un par de bocadillos, algunas piezas de fruta y, en esta ocasión, me permití el lujo de pedir tres bollos de leche. Recordaba comerlos cuando era niño y, por alguna extraña razón, se me antojaron de pronto, haciéndoseme impensable la idea de no conseguirlos.

Agradecí enormemente lo que me habían dado y me fui silbando alegre.

*se va*

Llegué al comedor, aquéllo era inmenso y nunca dejaría de sorprenderme.
Correteé y brinqué recorriendo todas las esquinas.
Me dirigí a la cocina donde se encontraban algunos de los chefs descansando, los cuales me miraron.

- ¡Encantado! ¡Soy Cero Rein, y voy a acabar con todos los monstruos que haya aquí! - Exclamé señalando a uno de ellos con el dedo índice.

Al ver que pasaron de mí me di cuenta de que ningún mal acechaba la cocina, así que decidí coger una manzana del frutero y sentarme más solo que la una en un silla.

Llego al comedor con cierta hambre, la verdad es que a veces me olvido de comer algo y luego me acuerdo que no puedo ir a la nevera a coger lo que quiera porque no es mi casa...

Al entrar me cruzo con un pinche del servicio y ya le pido la cena. No hay mucha gente, así que no le será difícil ver donde me siento cuando salga.

En cuando voy a sentarme veo que hay un chico claritas allí. Creo que es con el que vi el castillo el día que vine. Me acerco a saludarlo, ya que es uno de los pocos que conozco.

-Hola, Cero, ¿no? Buen provecho. Soy Heylel, llegamos el mismo día al palacio -. Comento con amabilidad al chico.

El aburrimiento estaba a punto de arrastrarme a las poderosas garras del sueño cuando de repente apareció el chico que llegó poco después que yo y con el que compartí visita guiada.

- ¡Haylin! ¡Hola! - Exclamé saludándolo con una enorme sonrisa mientras me dirigía a darle potentes golpes a su espalda como muestra de confianza y aprecio - ¿Cómo te va?

¡Qué bien! Tenía una persona ya con la que hablar.
¡Hora de convertir el aburrimiento en adrenalina total!

Me sorprendo de la reacción del chico y encorbo un poco la espalda por culpa la efusividad de sus golpes. Pensé que el primer día estaría nervioso y ansioso y por eso se comportaba así, pero al parecer era lo habitual.

-Es Heylel... -Comento, corrigiendo sus palabras. Haylin suena horrrible, jope... Me siento en su mesa y me pongo a contestarle. -Pues todo va bien, parece un sitio agradable y me he acomodado bastante rápido, ¿tú qué tal? -No sé si será muy buena idea preguntar por si se pone a gritar o a eso, pero al menos conoceré al chico un poco y trataré de entender sus ansias.

La pregunta de Haylin despertó una llama de entusiasmo en mi corazón, al fin alguien que me preguntaba "qué tal".

- Puees... ¡Estoy genial desde que vine a este sitio! - Contesté gritando -. ¡El primer días estaba un poco cansado, pero pude entrenar bastante, y aunque no tenga arma tengo una magia muy poderosa! - paré un momento para respirar y continué - ¡Los días dos y tres estaba totalmente activo y... la verdad me dediqué exclusivamente a entrenar y ayudar a los del servios, al fin y al cabo, eso es otro entrenamiento más!

Lo miré a los ojos y me dirigí a agarrarle sus dos muñecas, con la intención de continuar con mi explicación.

- ¡El cuarto día me encontré con unos seres de los más peculiares, nunca entendí muy bien lo que eran! ¡Sólo sé que eran invisibles y no hacían ningún ruido! - Dirigí mi mirada al techo pensativa -. Recuerdo que eran muy sospechosos... Bueno, al caso. ¡El día cinco...!

"Met rothe" pienso para mí. Este chico habla por los codos y, peor aun, parece agarrarme para que no pueda huír de sus palabras. Con disimulo intento retirar los brazos de la mesa y soltarme mientras lo miro a los ojos y asiento.

-Así que criaturas invisibles y silenciosas... -Está como una regadera el pobre. -¿Y cómo se supone que te has enterado de que están ahí? -Pregunto por preguntar. Luego miro al techo, al lugar donde él mira por si están ahí. Pero que estúpidez, si seguro que ni existen... Seguro que está aquí sólo porque nadie quiere oír tantos desvaríos de carrerilla. Heylel, por favor, no hables tanto con la gente...

Hailyn me hizo otra pregunta, a la que me reaccioné con una sonrisa traviesa.

- Poco magos podemos percibirlos - respondí atribuyéndome un puesto de gran mago - incluéndome yo entre ellos.

Lo miré a los ojos y un brillo salió de ellos, como si hubiera recibido una señal divina.

- ¡Ya lo tengo! ¡Te lo demostraré en un combate! - Grité realizando un movimiento brusco y lanzando mi manzana al aire, dejando que cayera cerca nuestra sin aplastarse contra en suelo lo suficiente como para ser repartida y despedida por todo el comedor.

Ante su respuesta sobre los bichos eso respondo con un "Ah" demasiado natural para no sonar incrédulo. Debo controlar un poco mis aspamientos...

Luego me echo algo hacia atrás cuando habla de combate.

-¿Ahora? ¿Por probar? No, lo siento. Si voy a tener que luchar que sea con algún sentido. Me creo lo de tu magia super poderosa... -No es que me lo crea, es que no me apetece nada meterme en peleas absurdas. Si es mago pues es mago, a mí que más me da...

Haylin no quería luchar, vaya... tenía miedo de que le venciese, lo entiendo, yo también lo tendría.

- ¡Eso! ¡Di que sí! ¡Otro día será! - Exclamé recogiendo la manzana del suelo y dándole un mordisco a la parte aplastada.

De repente, se me encendió una lucecilla en la cabeza.

- ¡Ya lo tengo! - Grité señalándolo y volviendo a lanzar la manzana por los aires.

Poco después me di cuenta de que no tenía nada y que lo que dije lo dije sin pensar, por lo que me senté como si no hubiera pasado nada.

No me agrada mucho la estampa de Cero comiéndose la fruta aplastada del suelo, pero intento pasarlo por alto. Luego vuelve a sobresaltarme con un grito. ¿De verdad le cuesta tanto a la gente de aquí hablar en un tono normal? Pero entonces se sienta. ¿Pero qué...?

- ... ¿Tienes qué? -Pregunto con el ceño fruncido y las cejas alzadas, formando una mueca de desorientación.

Me puse un poco nervioso, pero si tardaba demasiado en responder quedaría muy sospechoso. Por lo que fingí tos y estornudos mientras pensaba en algo que pudiera ser creíble.

- Yo... -dije cortando mis propias palabras con tos.

Tras varios minutos de fingimiento y alboroto me detuve comos si nada hubiera pasada.

De repente se me iluminaron los ojos otra vez y señalé al techo.

- ¡Ya lo tengo! - Exclamé repitiendo mis palabras de antes.

Mi mano pasó de indicar la superficie que se encontraba sobre nosotros al mismísimo Haylin.

- ¡Serás mi ayudante secreto! - Grité, preparado para contarle muchas cosas.

Me desquicio un poco ante los carraspeos. No sé si está loco o me toma el pelo. Mi paciencia es grande, pero con al menos dos palabras lógicas por minuto... En cuanto vuelve a repetirlo muevo las alas incoscientemente.

- ¿¿Pero qué tienes?? -Pregunto con un tono algo grosero. Luego dice lo del ayudante secreto. Madre mia... Este tipo está peor de lo que pensaba. Miro a mi alrededor para buscar testigos presenciales de sus desvaríos, pero los de servicio están en la cocina. Pff...

-Ayudante secreto. Ya... Y ahora me dirás que montaremos en dragones, iremos en busca de aventuras y salvaremos al mundo juntos. Lo siento, pero no cuentes conmigo, tengo una vida real que sobrellevar y vivo muy bien ella -. Comento algo cansado de la onversación.

Vaya... Hailyn no tenía ganas de formar parte de mi grupo secreto. Jo, quizás esté intimidado porque su poder no sea lo suficientemente poderoso como el de Rick o el mío.

- ¡No te preocupes! - Dije poniéndole la mano derecha en el hombro derecho -. Lo comprendo.

El otro puño -el izquierdo- lo cerré y levante flexionando el codo, como si estuviera realizando un juramento.

- Algún día estarás preparado y te unirás a nosotros... - me detuve un momento y tome aire hinchando bien los pulmones - Mientras tanto, ¡¡¡SEREMOS RIVALES!!! - Grité exageradamente para que todo el mundo pudiera escucharme y lo anotase mentalmente.

A partir de este día, Haylin y Cero seríamos rivales.

*se va*

Está loco. Tiene que estar loco. Esto se llamaba esquizofrenia o algo así... Debe ser que ha leído muchas novelas de guerreros o que su padre murió en la guerra... Está loco...

- Eh...Claro, Cero... Humm si no te importa, ahora tengo que irme. Para prepararme para ser tu rival y eso... -Hice un gesto poco efusivo con el puño imitando el suyo. - Ya nos veremos si mejoro y así...

Me acerco a la puerta con algo de prisa. Madre mia, estoy en un palacio con un psicótico... Espero no encontrármelo mucho.

*se va*