Comedor

-Pues con el resto del mundo no es que sea una persona agradable, o eso es lo que a mi me parece, pero claro, del mismo modo que yo soy desagradable con él e intento ser agradable contigo, el podría hacer lo mismo, la diferencia es que tu me caes bien realmente, eres una persona agradable y se puede hablar contigo de temas varios, sin embargo, Grell es mas... no sé, a mi me dá mala espina, pero déjalo, son cosas mías, para hablar de ese tipo, la objetividad no está de mi parte- comento apretando los labios y encogiéndome de hombros con una sonrisa.

- No, discúlpame a mi por no decir alto y claro que tengo un sirviente un poco lelo- digo sonriente antes de meterme el tenedor en la boca.


Su discursito me trastoca un poco.- Jaja, no Summer, no. Yo no es que me haya apartado de los placeres carnales... simplemente tampoco he estado buscando una compañera y bueno... creo que hay cosas relativamente más importantes ahora en las que pensar. Se supone que Brontê es un lugar de entrenamiento y preparación, no un picadero ni un burdel, ¿no crees?. No tengo prisa. Bien es cierto que algunas chicas pueden parecer guapas y todo eso... pero con las chicas suelo ser un poco tímido para ciertos temas y eso. ¿Diosa? tienes que contarme algo sobre esa Diosa a la que rezas. Parece bondadosa y esas cosas- digo hechándome la coleta hacia atrás.

Realmente parecía muy animada. Así es como me gustaba verla. Si las personas a las que aprecio está contentas, yo me contagio de esa alegría... aunque supongo que eso le pasará a todo el mundo.

Promete no decir nada y me dá las gracias.- Gracias a tí, amiga.- digo terminando mi comida y poniendo los cubiertos a las doce en punto encima del plato y poniéndome los guantes de nuevo.

-Yo he terminado.- digo fortándome la barriga de forma graciosa para intentar arrancarle una última sonrisa a la joven. Tiene una sonrisa muy bonita.

-¿Te apetece dar un paseo? ¿o lo dejamos para otro día?- dije esperandola en el extremo de la mesamientras me ajustaba la chaqueta. Feliz.

Escuché como Alexander definía a Grell y no me pareció muy acertado a lo que yo sabía. Claro que ya me habían hablado en el santuario, cuando me fui, que la mayoría de las personas que encontrase fuera parecerían agradables y resultarían peligrosas... Aunque eso podría decirlo de Alexander también. Bueno, él era muy agradable, no quería pensar en esas cosas ahora que estábamos hablando.

Mencionó que tenía un sirviente y lo miré con curiosidad de nuevo "Un sirviente... ¿alguien atado para ti? Oh, Alexander, pero eso es muy antinatural... ¿Cómo puedes atar a alguien sin dejar que lo guíe su propio espíritu aconsejado por la diosa. Ten cuidado con eso, podrías hacerlo muy desgraciado" Aconsejé con cierta preocupación por esa situación.

Dejé pasar el tema y escuché lo que decía sobre mis comentarios con algo de desilusión. Así que no era un chico como los del santuario o algo así... Simplemente pensaba que mejor elegir a su mujer más tarde, como los demás hombres. Al menos no era como esos que iban mancillando su alma y el de las otras chicas regalando su cuerpo al pecado carnal, al juego, al vicio... Negué con la cabeza solo de pensarlo y agradecí que no fuera así. "Bueno, cada uno es libre de realizar sus actos. Siempre hay tiempo para el perdón de la diosa. su misericordia te perdonará si eres humilde y se lo pides" Comenté con una sonrisa amable. Entonces preguntó sobre la diosa y me puse bastante contenta. "¡Ah! ¿Te interesa de veras? Podría pasarme horas hablando..." Reí y me sonrojé un poco, algo avergonzada por mi reacción "Discúlpame, es solo que le tengo mucha devoción y normalmente no hay demasiada gente interesada en ella. Todo el mundo cree que la tierra es lucha, odio y materialismo, pero la diosa nos cuida y observa haciendo que la naturaleza siga su curso y manteniendo nuestras lamas puras y por el buen camino, alejándolas de lo que les hará daño y hará desdichadas. Ella es muy buena, muy tierna, es una hermosura, un ente maravilloso... No sé, podría explicarte muchas cosas, siempre me emociono hablando de ella" Después del momento de fervor me encogí un poco algo más avergonzada y miré a la mesa.

Alexander me llamó amiga y yo le sonreí asintiendo, luego dijo que estaba lleno y que quería dar un paseo. Como yo ya había acabado me levanté también. "Ah, perdóname, hoy no voy a poder. Tengo que acabar mi ritual de hoy, pero me gustaría darlo otro día si quieres" Hice una reverencia con una gran sonrisa. "Me ha puesto muy contenta verte, Alexander, ya nos veremos" Lo miré unos segundos y luego salí del comedor. Me lo había pasado muy bien.

La idea de que tenga un sirviente parece no gustarle. ¿que pasa aqui? hay un gen fememino que impide entender el concepto "servidumbre" a las mujeres? porque a todas las chicas a las que se lo he comentado, todas me han dicho que eso está mal... quizás debería plantearme lo de Kettleburn... ¿que demonios estoy diciendo? NO. Bastante me ha costado tenerlo como lo tengo como para hecharlo a perder ahora. Pero quizás debería darle más libertades... o ascenderlo a "Ayudante" ayudante suena mejor de "escalvo"... bueno, ya pensaré en ello.


Me cuenta un monton de cosas sobre su religión. Le brillan los ojos mientras lo hace. Sonrío. - bueno, por lo menos es algo positivo, no es ni una congregación extraña de esas, ni nada. Parece una religión que no infunde miedo sino bondad, ni ritos sanguinarios ni nada. ¿Sabes? si algún día gobierno un país, te prometo que la haré religión oficial, ¿que te parece?- digo rascándome una rodilla.- que para algo estoy estudiando mucho- digo golpeándome suavemente la cabeza.


Al final no accede a mi proposición, pero no se lo hecho en cara ni mucho menos. Ha sido algo imprevisto y es lógico que tenga otras cosas que hacer.
-Bueno, Summer, a ver si no tardamos tanto en volver a encontrarnos, ¿vale?- digo despidiéndome de ella a las puertas del comedor.

¿Hola?¿Aún queda algo de comida en este castillo? -pregunto en voz alta sin titubear.
No esperarán que me ponga a entrenar sin tener el estomago lleno?? aunque no confío demasiado en que aqui tengan algo a gusto con mi paladar... supongo que tendré que aguantarme un par de días hasta que pueda prepararme mi propia comida. Que remedio!

Entré en el comedor, abriendo la puerta con cuidado. Sólo había una chica en el comedor, quitando los miembros del servicio. Me acerqué a ella, parecía algo alterada, ¿qué le pasaría?

- Buenos días - saludé pasando de largo, como si no me interesase pararme a hablar con ella.

¿Quién sería? ¿Sería nueva? Porque nunca la había visto por el castillo.

Me acerqué a una de las encimeras que estaban dispuestas para los miembros del castillo, las cuales tenían varios tipos de comida para elegir. Yo cogí uno de los platos de porcelana y me serví algo que parecían cereales con una salsa rara, la verdad es que la gastronomía de Fulmen era totalmente desconocida por mi.

Volví a acercarme a ella, y me senté en la mesa más cercana. A lo mejor, si era algo habladora, le apetecía sentarse a mi lado, y hablarme de su vida.

Vale, la primera persona con la que me cruzo y es una parvus... No tengo nada en contra de esta raza, pero nunca he acabado por entenderme con ellos, me provocan dolor de cabeza...
En fin, supongo que puedo entablar un poco de conversación con ella. Aunque mal empezamos.. un simple buenos días?? No se podría presentar o algo? Bueno, no todos tenemos el mismo nivel de educación... Que se le va a hacer, habrá que darle una oportunidad.

Veo como se dirige a por un poco de comida y se sienta a mi lado. Se me escapa un largo suspiro y me lanzo a hablar con ella.
-Buenos dias, me llamo Hyomi. Acabo de llegar hace nada al castillo y estoy un poco perdida... después de dar un par de vueltas por ahi me ha empezado a entrar hambre y aqui he acabado, me puedes ayudar un poco?- Le pregunté mirándole fijamente a los ojos. -No me fío mucho de lo que está cocinado por extraños...-en un tono de voz mas bajo avergonzada por contar una debilidad mia

Como esperaba, la nueva chica me habló, haciendo una solicitud de ayuda.

- ¿En serio? ¿Eres nueva? Había pensado en ello, pero no dije nada, a lo mejor era simplemente que nunca habíamos coincidido - comenté sin haberle dado ni un muerdo a la comida que me había servido en el plato de porcelana -. Encantada, yo soy Elektra. Elektra Samon -. Me había olvidado de presentarme, pero nunca era tarde de más.

Le dirigí una gran sonrisa, mi cuestionario no había hecho más que empezar.

- ¿Vienes de Lumen, o vivías en otro continente? - Pregunté teniendo en cuenta que a simple vista era una claritas -. Claro que te puedo ayudar en lo que quieras, pero... ¿cómo es que no te fías del servicio de cocina? Su comida es deliciosa, y totalmente fiable.

-Encantada de conocerte Elektra- Exclame sorprendida por su saludo. Bueno, parece que si tiene ciertos modales..
-Asi es, soy nueva aqui, y obviamente soy de Lumen- de que otra raza podría ser si no?
-Digamos que siempre preparo mi propia comida, nunca se sabe de donde han sacado esos alimentos y en que condiciones se encuentran. Además, no te preocupas por si han podido verter alguna toxina en ese plato?- Señalo su comida con el índice de mi mano derecha.

Por el tono de voz tan parlanchín que tiene me da que me espera una laarga conversación, estoy siendo todo lo educada que puedo ser con extraños, asi que por su bien espero que no meta demasiado sus narices en mi vida privada. Seguro que solo quiere obtener información para ir corriendo a cotillear con los de su raza...

Al parecer Hyomi sólo preparaba su propia comida, ¿pero eso era razón suficiente como para rechazar la comida de un castillo oficial del Gobierno? ¿Toxina?

Me reí de su comentario, el cual había interpretado como un comentario cómico, y en ningún momento pensando que podría decirlo en serio.

- No creo que tengas que preocuparte, llevo más de cinco meses aquí y no me he muerto ni una vez - otra ligera carcajada volvió a salir de mi boca.

Aún no le había pegado ni un muerdo a la comida, debería de empezar a comerla, pero ya no tenía hambre. Mire a la joven claritas con una picaresca sonrisa.

- ¿Y cómo es que has venido a este castillo? ¿Tienes algún motivo personal o es que simplemente te apetece ayudar a nuestro mundo? - Pregunté acercándome ligeramente hacia ella con la cara, esperando una respuesta espontánea. así descubriría con más facilidad si me estaba mintiendo o decía la verdad.

Y ahora por qué se rie? Hablar de comida envenenada no es cosa de risa. Salvo que no tengas aprecio por tu vida, está claro...
Aunque bueno, si comiendo esta comida durante tanto tiempo sigue viva y con tanta energía supongo que puedo confiar un poco en los cocineros del castillo.
-Vale, me atreveré luego con un poco de fruta- respondí con un tono de voz seca, no me gusta que se frivolice con temas serios.

Por qué pone esa sonrisa? y por qué se esta acercando tanto!
-Ey! déjame respirar!- Exclamé en voz alta, echándome hacia atrás rápidamente! mientras mis mejilla se sonrojaban. No me gusta que se me acerquen tanto!

-Que que motivos?? A ti que te importa!!! Todos en este castillo están aqui para salvar el mundo, o no? - Me cruce de brazos protegiendo mi espacio personal.

Hyomi parecía estar estresada por mi presencia, y desgraciadamente no pude sacarle nada. Abrí los ojos con sorpresa cuando escuché su última frase, y entonces volví a reírme, aunque ahora más dulcemente.

- ¿Salvar al mundo? - Pregunté aún sonriente, ¿qué pretendía? -. No creo que hayamos venido para salvar al mundo, para eso ya tienen al ejército oficial.

Tomé la primera cucharada de arroz con salsa extraña, que traté de tragar lo más rápido posible, pues necesitaba volver a abrir la boca para hablar a Hyomi.

- Pero acostúmbrate a estar aquí sin hacer nada, eso es lo que realmente te espera - comenté, seguida por otra cucharada directa hacia mi boca. La verdad es qu eno estaba nada mala la comida.

-Salvar al mundo, ayudar en una batalla, ganar una guerra, todo se resume al final en salvar o ganar en algo- Respondí al fin mas tranquila.
Me alegro que haya cesado en su interrogatorio, parece que ha captado la atmósfera, buena chica! sonreí ligeramente.

-Pues yo no se tú, pero yo no me pienso quedar parada esperando a recibir ordenes, aunque sea seguiré mi entrenamiento habitual. Si quieres un día podemos entrenar juntas. Normalmente me gusta estar sola, estoy mas tranquila, pero me gusta de vez en cuando tener algún contrincante para probarme a mi misma.

-Y ahora si me disculpas iré a comer un poco. Nos veremos por ahi!

Me despedí con una pequeña reverencia y me fui a coger algo de comida.

Parecía que Hyomi estaba convencida en actuar a favor de nuestro mundo, el Mundo de Mithos. Después también me propuso entrenar alguna vez, en un futuro indefinido.

Entonces iba a soltarle varias preguntas, pero entonces se despidió, parecía que tenía que irse comer, aunque nadie se creería que fuese por eso, lo que pasaba es que estaba molesta, porque tenía cosas que esconder y no quería que yo se las sacase.

- Muy buenas noches, y que comas bien - dije con una sonrisa próspera y alegre. Ya la vería en otro momento para sacarle más información -. Yo creo que también me voy - me llevé una mano a la boca, para cubrir el bostezo -. Estoy bastante cansada.

Con paso firme me levanté y poco a poco me dirigí hacia la puerta, hasta abandonar el comedor.

*Se va*

Hacía bastante frío, por lo que sentí la necesidad de ir al comedor a tomarme algo caliente.

Nada más adentrarme el chico del servicio de siempre vino apresurado a desarrimarme una silla. Lo hacía todos los días desde que me había roto el brazo, a pesar de que podía desarrimarla sin problemas con el otro brazo.

"No hace falta que sigas haciendo esto, de verdad. Si ya está prácticamente curado.", le dije sonriente, y él se rió levemente mientras desviaba la mirada y se rascaba suavemente la cabeza.

"Ay... gracias. Tráeme un té con leche, por favor", le dije mientras me sentaba, y entonces se dispuso a traérmelo.

Entonces suspiré, saqué a Hoju de la bolsa y comencé a acicalarlo un poco para matar el rato mientras me sumergía en mis pensamientos.


*se queda*

Entré en el comedor al grito de "¡¡QUIERO UNAS FRESAS CON NATA O UNOS PASTELITOS ENCANTADORES!!".

Sonreí. Mi petición estaba realizada.

- Y mejor que mejor ambas cosas - dije mirando de reojo a un chico del servicio.

Asentí, con los brazos en jarros, contento de un trabajo bien hecho. Entonces miré a la muchacha que estaba sentada.

- Buenas tardes, Hewina. Te ves encantadora hoy, y lo digo como Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de... ¡¡Que mi nobleza y educación no empañen el brillo de mi halago, por otra parte tan cierto!!

Llegó al comedor. Se había despertado hacia un rato, con un ligero dolor de cabeza, y había decidido acercarse al comedor para comer algo. Al llegar, vio que Hewina estaba sentada en una de las mesas. Se pasó una mano por el pelo, y la miró en silencio durante unos segundos. Desde la última vez que había hablado con ella, la había estado evitando para que no le preguntase si había hablado o no con Kettleburn (por el mero hecho de que no quería hablar con el piscis y no quería explicarle a ella por qué no había hablado con el piscis a pesar de que le hubiese dicho que sí que lo haría). Pero, ahora que ya había tratado los temas que tenía que tratar con Kettleburn, no veía el motivo para seguir evitándola.

Justo en el momento en el que iba a acercarse a la mesa de la joven, los gritos de Rick Dehnel, el flamma bobalicón con el que se había encontrado hacia tiempo en el lago, resonaron en el comedor. Frunció el ceño, molesto por el griterío y observó al chico de reojo, al tiempo que se acercaba a la mesa de la claritas. Cuando estuvo a escasos metros de ella, escuchó el saludo que Dehnel le dedicaba a la chica y puso los ojos en blanco. Luego miró a la chica y esbozó una amplia sonrisa.

—Buenos días, Hewina. ¿Me permitirías sentarme contigo? — inquirió. Tras esto, clavó sus ojos en Dehnel y torció la sonrisa —. Buenos días, Dehnel.

Un gritó que resonó en toda la estancia hizo que me asustase encogiendo los hombros y, arrancandole así sin querer un pelo a Hoju.

El pobre Hoju empezó a quejarse mientras se acariciaba la zona dolorida con una pata.

"¡Perdóname Hoju! Fue sin querer...", le dije cogiéndolo en brazos y abrazándolo. Entonces vi que me saludaba la persona de la que provenía aquel grito, Rick Dehnel. Mientras vi como Lyam se aproximaba.

"Oh, vaya... gracias", le dije asombrada, respondiendo a sus cumplidos con cierto rubor. Entonces Lyam me saludó, me pidió permiso para sentarse y saludó a Rick.

"Sí, claro", le dije sonriente a Lyam. Hacía tiempo que no lo veía.

Tras esto le dije a Rick sin perder la sonrisa: "Tú también puedes sentarte si quieres, Rick"

Sonreí a la joven claritas. Era toda una dama, no como el chrysos.

- Hola, tú...

Suspiré. No quería quedarme ahí mucho tiempo si esa era la compañía. Por Hewina sí, pero por él... Casi me daban ganas de gruñir.

Por suerte, un chico del servicio se acercó trayéndome unas fresas con nata y unos profiteroles. ¡Fabuloso! hice una reverencia a Hewina.

- Lo siento, pero he de irme ya. Tengo algo que hacer, mas me encantaría acompañar a tan expléndida dama en otra ocasión. Hasta entonces, aguardaré impaciente. AHora, buen provecho a... a... ambos -. Maldito peliverde... Menos mal que yo era educado.

Hice un gesto más y me fui felizmente.

*se va*

Alzó ambas cejas al ver cómo el flamma se reverenciaba ante la claritas. Y, cuando se despidió, esbozó una amplia sonrisa. Con un gesto de la cabeza, se despidió de él. Luego centró su atención en la claritas y le sonrió. Tomó asiento en frente de ella y la miró. Antes, al acercarse a la mesa, no se había percatado, pero la chica tenía un brazo vendado. Sorprendido, frunció ligeramente el ceño. Se preguntaba cómo se habría hecho la herida, y si ya estaría bien o no. ¿Se habría peleado con alguien?

—¿Qué te ha pasado en el brazo...? ¿Estás bien...? — inquirió. Luego clavó sus ojos en los de ella —. Si se puede saber, claro.

Con un gesto, llamó al camarero. Y, cuando este se acercó a la mesa, le pidió algo para comer.

FdR. pereza de pensar algo... xDU

Por lo visto Rick tenía otros planes, así que se despidió cordialmente y se fue.

"Bueno, pues hasta otra", le dije mientras se iba. Entonces Lyam finalmente se sentó, y me preguntó por mi brazo.

"Ah, ¿esto? Nada... es que una criatura gigante de piedra me lanzó por los aires, y al estamparme contra el suelo me rompí el brazo", dije como si fuese algo de lo más habitual.

"Pero no te preocupes, no es nada grave. Seguro que pronto me quitan estos vendajes", añadí después mientras comenzaba a acicalar de nuevo a Hoju.

Alzó ambas cejas y dejó escapar una risa irónica al escuchar la respuesta de la claritas. Luego frunció el ceño y negó varias veces con la cabeza. No era la respuesta lo que le hacía gracia, sino el tono que había empleado al contestar. Tal y como había dicho la frase, parecía que estuviese acostumbrada a pelear contra colosos piedra y a que estos la lanzasen por los aires. Y él estaba convencido de que esas actividades no entraban en el día a día de la chica.

—Por cómo lo dices, parece que es una de tus mayores aficiones... Y estoy seguro de que no es así. Es más, ¿cómo demonios te las apañaste para encontrarte con ese coloso? — dijo, jocoso. Luego sonrió y observó cómo la chica acariciaba al tindle —. Contesta si quieres... Y, bueno, supongo que no tardarán demasiado en quitarte las vendas si te encuentras bien.

El camarero que le había atendido le sirvió lo que había pedido, por lo que comenzó a comer. Tras probar la comida, volvió a mirar a la chica.

—He hablado con Kettleburn, tal y como me habías pedido — murmuró.

Me reí un poco, y mientras el chico posaba en la mesa lo que habíamos pedido le respondí: "No, en realidad solo me pasó una vez. Fue en una misión en las montañas Inferno... teníamos que ir a buscar unos bismontes que había comprado Aren y bueno... la cosa se complicó y de repente nos vimos rodeados por cuatro de esas criaturas. Y claro... no nos quedo mas remedio que luchar, y salí un poco mal parada"

Entonces le di una pasta a Hoju, y comencé a tomar el té con leche. Después Lyam me comentó que ya había hablado con Silvanus.

"Ah... vaya", dije bajando el tono de voz inconscientemente. Era cierto que se lo había pedido, pero fue cuando todavía teníamos cierto contacto...

Aún así actué con normalidad, y le pregunté: "¿Y qué tal? ¿Como ha ido?"

Escuchó, mientras comía, la explicación de la claritas. Al parecer, las heridas se las había hecho durante una misión. Esta había consistido en ir a buscar una serie de bismontes que el líder caeruleus había comprado y, por lo que decía, durante el transcurso de esta las cosas se habían complicado hasta el punto en el que los participantes se vieron rodeados por las criaturas (que resultaron ser cuatro).

Cuando la chica terminó de hablar, asintió. Observó cómo la chica le daba una pasta al tindle y le dio un par de vueltas al cubierto que sujetaba. Alzó ambas cejas al ver cómo la chica cambiaba el tono de su voz al salir Kettleburn en escena y, cuando le preguntó qué tal había ido su conversación con el piscis, frunció el ceño.

—Pues bien... — Se encogió de hombros —. Ya no me odia. De hecho, ayer estuve con él y con Heylel. — La miró. Se preguntó si debería mencionarle que Kettleburn había celebrado su aniversario con ellos. Tras unos segundos en silencio, decidió que no pasaría nada con decírselo —. Nos dijo que quería celebrar su aniversario con nosotros, así que no tuve más remedio que acercarme. No quería a más gente porque, bueno, ya sabes cómo es... ¿verdad? Un poco raro y eso... Ni tan siquiera se llevó a Alexander...con el piscis, frunció ligeramente el ceño.

Se pasó una mano por la nuca.

—Así que supongo que todo bien con él... Ahora sólo falta que descubra que Alexander es estúpido y ya...

FdR. tergiversando las cosas, muy bien, señorito ewe

Me dijo que Silvanus ya no le odiaba, y que había celebrado su cumpleaños con Heylel y él, entre otras cosas.

"Ya... pero bueno, algo es algo", digo respondiendo a lo de Alexander. Me gustaría haber comentado que no era la única persona de la cual tendría que descubrir algo, pero no lo hice.

"Bueno... en ese caso me alegro de que os volváis a llevar bien", dije con una media sonrisa que sin quererlo se perdió en cuanto volví a darle un nuevo sorbo al té. No podía evitar entristecerme un poco al recodarle, a pesar de que me alegre el hecho de que las cosas le vayan bien.

Asintió al escuchar el primer comentario de la chica.

—Seh... — murmuró. No sabía qué decirle a la chica. ¿De qué debería hablarle? ¿De Kettleburn? ¿De la comida? ¿De la gente de Palacio? ¿De bestias como los tindles?

Suspiró. Si al menos ella dijese algo interesante... Escuchó en silencio su segundo comentario, y volvió a asentir. A lo mejor sí que debería hablar del piscis...

—Yo... Supongo que también — Sonrió —. ¿Cómo te van a ti las cosas con él?