Comedor

El claritas asintió lentamente, mientras masticaba. Era un alivio pensar que, al menos, ella había salido ilesa. Sabía que Rick había acabado en una situación similar a la suya, y era probable que los efectos de aquel desvanecimiento fueran los mismos que en su caso.

Alzó ambas cejas, mirando a la chica. Así que su aspecto se debía a aquello. Tenía sentido. Si era buena guerrera (y algo le decía que sí) los otros tipos no habrían supuesto un problema para ella. Se encogió de hombros.

-Bueno, no sé qué pasaría con el "jefe", pero no sé si conseguiría algo sin sus socios. Aunque, visto lo visto, yo consideraría a esos mercenarios más un estorbo que una ayuda.

Ladeó la cabeza ante las últimas palabras de la chrysos.

-¿Ah, sí? Porque después de implicarme, tengo interés en conocer ese final.

Enarco una ceja. No puedo evitar estar algo nerviosa. Lleva todo el rato mencionando lo sencillo que le fue acabar con sus oponentes, llamándoles incluso estorbo, mientras que a nosotros... ¿Acaso eran realmente más débiles? ¿O me encuentro ante un hombre capaz de doblegarme con tanta facilidad?
Tomo algo más de sopa, intentando no pensar en ello.

-En ese caso, si consigo una respuesta te buscaré para dártela -le digo, mirándolo fijamente.

Quién diría que se trata del hombre que aquel día me resultó tan poco interesante. Hoy, sin embargo, tan seguro de sí mismo, no parece una rata de biblioteca.
De algún modo, esto es extraño. Me hace hacerme más preguntas sobre su supuesta maestra.

FdR- Perráaaanganaaaa

Negó con la cabeza.

-Sería más fácil si me indicaras a quién preguntar -repuso-. No me gusta dejar cabos sueltos en lo que hago. No tengo reparo en matar si es necesario, pero prefiero saber qué estoy defendiendo.

Eso, por supuesto, era cosecha del chico. Falace no habría estado de acuerdo, y era algo que había tenido ocasión de comprobar en innumerables ocasiones. Lo había criado, lo había preparado para matar, y lo había hecho bien. Sin embargo, sus ideales no se correspondían con los del joven. Corbin no se identificaba con la sangre de los Falace, y aunque su educación lo había llevado a rondar peligrosamente aquel camino, no era su objetivo ninguna venganza.

Aprieto ligeramente la mandíbula al escuchar su respuesta, pero no tardo en esbozar una sonrisa. Al fin y al cabo, tiene todo el derecho a saberlo. Y esto no son más que datos sobre él.

-Lyam -le digo-. No sé si lo conoces. E Inger o Massen probablemente también lo sepan.

Abro la botella y me sirvo un poco de bebida. Incómoda, me la llevo a los labios y bebo. Disimuladamente, procurando no hacer ruido, me enjuado, y se nota en mi rostro la mueca de dolor que hago cuando el alcohol toca la herida de dentro de mi boca. Luego trago y hago un gesto, indicando que sabe mal.
No soy muy amiga del alcohol, pero cuando se trata de desinfectar y calmar dolores mi padre siempre lo recomendaba, así como para paliar fiebres u otras enfermedades.

Examino unos instantes sus ojos. Está diferente. Quizás el enfrentamiento haya sacado algo a la luz.

El rostro del claritas reflejó reconocimiento y acuerdo.

-No conozco a Massen -respondió-. Pero si me encuentro con alguno de los otros, les preguntaré. No vi a Lyam por allí, ¿estaba contigo?

Dejó el último hueso en la fuente y se limpió las manos con una servilleta. Entonces, se sirvió algo de agua, casi al tiempo que Alehyss tomaba el vaso de whisky. Corbin se preguntaba si aquello era por gusto o por algún otro motivo; por alguna razón, no veía a la chica como una amante de aquellas bebidas. En su caso, conocía los beneficios del alcohol en situaciones de frío o como desinfectante, aunque también los inconvenientes que podía traer su abuso y lo poco recomendable que era en la batalla.

No tardó en responderse a su propia pregunta. Por el gesto de contención del dolor y desagrado de la chica, y teniendo en cuenta aquel apósito en su cara, no era difícil deducir que lo que fuera que hubiera allí afectaba al interior de su boca, probablemente herida por un corte o un mordisco involuntario. Se preguntó si aquello lo habría hecho el hombre de pelo largo, aunque teniendo en cuenta cómo los había atacado a él y a Rick, no parecía muy de su estilo.

Asiento lentamente, dando vueltas al líquido que queda en el vaso y observándolo girar como si fuese un gran entretenimiento.

-Sí, llegamos algo después de vosotros y os vimos entrar.

Alzo la vista, mirándolo de nuevo, aunque sin dejar de hacer girar el vaso con la muñeca, notando la inercia del líquido de su interior. Si no sabe quién es Massen, probablemente acudirá a uno de los otros dos. Me pregunto qué clase de relación tiene con ellos. Me sorprende, asimismo, que pregunte por Inger y no por Dehnel, o por el caeruleus, que también estaban allí con él. Quizás los vio en la enfermería, o tal vez...

-¿Tienes una relación con Inger? -inquiero, directa, sin cambiar mi tono, manteniendo mis ojos fijos en los suyos como si le estuviese preguntando por el tiempo.

Esto sería extraño, pienso, pues que yo sepa la caeruleus está -inexplicablemente- o estaba con Dehnel, pero quizás tengan una relación "secreta", o algo semejante. Ello explicaría su preocupación por su estado y no por el del resto.
Por otra parte, quizás viese a los otros en la enfermería y ello le hiciese obviar esa pregunta. Sea como sea, la pregunta está formulada.

FdR- Corbin se fue a cenar con sus padres, así que el rol queda pausado hasta que vuelva.

Corbin asintió con firmeza.

-Coincidimos mucho en la biblioteca, así que hemos hablado bastante -explicó-. Somos amigos. Al menos, por mi parte. ¿Por qué lo preguntas?

Le parecía una cuestión estúpida, ya que si había preguntado por ella quería decir, precisamente, que tenían alguna clase de relación. Uno no iba por ahí preguntando por las vidas de desconocidos o, al menos, ese no era su estilo. Él daba por hecho que Alehyss tendría alguna clase de relación con Lyam, al igual que con aquella tal Massen; podía ser una relación más estrecha o más superficial, pero le parecía evidente que se conocían.

Por otra parte, la actitud de la chica con aquella pregunta, su seriedad y su aire resuelto le resultaban un tanto extraños.

FdR.: Sí, es tan virgensito que no se plantea igual que el resto del mundo el concepto "tener una relación".

Enarco una ceja al oír su respuesta y no puedo reprimir una sonrisa que me hace daño en la boca. Creía que mi pregunta era lo suficientemente clara, pero he podido comprobar que no.

-Me refería a una relación más cercana -respondo, aunque su respuesta ya me ha sacado de dudas: son amigos.

Me encojo de hombros, quitándole hierro al asunto. Me resulta extraño que un hombre como él, tan estudioso y, aparentemente, buen guerrero, responda de esa forma a una pregunta así, pero no tiene importancia.

-Era curiosidad, más que nada. Al preguntar por ella y no por los otros que te acompañaban pensé que quizás... -dejo la frase en el aire, observándolo fijamente.

El chico frunció levemente el ceño, extrañado. ¿Inger y él? Negó con la cabeza, suavemente pero con decisión, en un gesto que no admitía réplica. Le caía bastante bien la caeruleus, tenía cosas en común con ella, pero nunca se le había ocurrido plantearse así las cosas. Le parecía un poco fuera de lugar.

El siguiente comentario de la chrysos lo hizo reflexionar un poco. ¿Así de simple? ¿Una pregunta como la suya podía traer deducciones de ese tipo? Si así era, entonces la gente debía pasarse el día haciendo y deshaciendo parejas con una facilidad asombrosa. Nunca había tenido oportunidad de comprobar por sí mismo cómo funcionaban aquellas cosas, pero le costaba imaginar relaciones a un nivel tan absolutamente básico. Casi parecía cosa de niños.

-No conocía al caeruleus; de hecho, lo estábamos siguiendo, ni siquiera sabía si estaba con nosotros o en nuestra contra. A Rick lo vi caer momentos antes de caer yo, con lo que deduzco que estará más o menos como estoy yo ahora mismo. Sobre Lyam, tú misma me has dicho que se mantuvo lo suficientemente sano hasta el final como para ser un narrador objetivo de los hechos. Sobre esa tal Massen, repito, no la conozco. Y a ti te estoy viendo ahora mismo. Creo que, teniendo en cuenta todo eso, es lógico que pregunte por Inger.

La miró fijamente, apoyando ambos codos en la mesa y el mentón entre las manos. No le parecía un razonamiento tan complejo, y la chrysos, hasta ahora, había demostrado una cierta inteligencia.

Frunzo ligeramente el ceño, sin llegar a parecer enfadada. La mitad de las cosas que dice, como lo de Lyam y Massen, son erróneas, puesto que no mencioné al chrysos hasta después de que hiciese su pregunta sobre Inger. En cuanto al caeruleus, yo no podía saber que no lo conocía, pues en momento alguno me ha dicho ni ello ni lo contrario. Del mismo modo, no sabía que conocía a Dehnel o Inger hasta esta conversación.
Me incomoda su forma de dejármelo claro. Especialmente utilizando argumentos cronológicamente incorrectos. Me hace sentirme estúpida, cuando es él el que está reaccionando de forma extraña.

Dejo el vaso sobre la mesa.

-Tranquilo -digo, seca-. No tiene importancia.

Me incomoda. Puede llamarme entrometida, pero que dude de mi capacidad de razonamiento de esa forma tan básica... No pasa.

De pronto, la chrysos parecía incómoda, como si empezara a ponerse a la defensiva. Corbin observó sus reacciones, tratando de analizarlas y comprenderlas, pero no llegaba a encontrarle un sentido completo a todo aquello. Finalmente, Alehyss pareció proponer dejar el tema, aunque de una forma un tanto brusca, que hizo al claritas plantearse dónde estaba el problema. De todas formas, insistir solo le causaría problemas, así que decidió guardarse sus impresiones. La gente se relacionaba de forma extraña.

Se encogió de hombros, con aire indiferente. De todas formas, ya había obtenido toda la información que la chica parecía poder darle, así que no tenía mucho más que añadir. Sin embargo, algo en el ambiente le decía que marcharse en aquel momento resultaría, por algún motivo, extraño, con lo que permaneció donde estaba. Buscó algo con lo que llenar aquel extraño silencio.

-Todavía no tengo tu carta, pero estoy trabajando en ello -comentó con naturalidad.

No se había puesto a escribir nada todavía, pero sí había meditado al respecto, buscando algo con qué rellenarla.

Cuando menciona la carta relajo algo la mirada, volviéndola a dirigir hacia él, con cierta curiosidad. La conversación de hoy me basta para percatarme de que es extraño en ciertos aspectos, pero la manera que tiene de disimularlos me parece extraña. ¿Cómo parece tan normal y de pronto tiene detalles así?
Una carta, por ejemplo, se escribe ensegida, y basta con poner cualquier cosa.

-No hace falta que te compliques mucho -comento, algo seca, pero recobrando el tono normal.

Lo miro fijamente atenta, curiosa. Busco, quizás, algún gesto que lo delate.
¿Quién eres, Corbin?

FdR- Una mirada que no pasa desapercibida XD

Su gesto se relajó un tanto, así que el chico dedujo que, efectivamente, el tema del que habían estado hablando hasta entonces era incómodo para ella. De todas formas, no entendía el por qué, ya que tenía más que ver con el claritas que con ella. ¿De qué forma le afectaba que Corbin se preocupara más por unas personas o por otras?

En cualquier caso, su respuesta (aún algo brusca), combinada con una intensa mirada cargada de atención y (le pareció a él) cierta intriga hizo que aquel tema desapareciera de su mente. ¿Por qué lo miraba así? Por sus palabras, no parecía muy emocionada por la idea de la carta, aunque aquella mirada no coincidía con esa idea. Al chico le resultaba incómodo pensar que, tal vez, las espectativas respecto a aquel texto fueran altas. ¿Qué escribía la gente en cartas?

Espiró de golpe por la nariz, en una mezcla de suspiro y resoplido.

-Créeme, los versos alejandrinos son más sencillos -respondió, medio en broma medio en serio.

Le devolvió una mirada fija, tratando de descifrar algo en aquellos ojos interrogantes.

Su comentario me hace alzar una ceja, aunque termina, al menos casi por completo, de relajar mi aspecto.

-Si necesitas ayuda no dudes en pedirla - respondo, entretenida. Vaya hombre más extraño me he encontrado.

Me aparto un mechón del rostro, del lado sano, pues el otro casi me gust más cubierto por cabello que visiblemente herido.

-Aunque quizás no tengas nada que decirme y por ello te resulte difícil escribirla.

Hay un brillo en mis ojos que denota diversión. Algo en él me evoca cierta inocencia, pero no logo encontrar el origen, y eso me escama. No lograr entender una cosa es motivo suficiente para investigarla.

Corbin rechazó su ofrecimiento con un gesto. ¿Qué sentido tenía escribir una carta a alguien si esa persona te ayudaba a escribirla? O una cosa o la otra, pero combinar ambas le parecía una tontería. Y, si le daban el trabajo hecho, no serviría de nada.

La segunda afirmación de la chrysos sí le pareció interesante.

-Quizás -concedió-. Aunque, si no es algo difícil, y no debe serlo ya que tanta gente lo hace, debe ser más una cuestión de costumbre que de contenido. No podrás encontrar un punto vital de un hombre si no has practicado en buscarlo. Es solo un tipo nuevo de entrenamiento. Tengo que buscar la manera de desenvolverme con él.

Si algo había aprendido a lo largo de su vida era que un entrenamiento podía compararse a casi cualquier otra actividad. La práctica acerca el éxito.

Esbozo una sonrisa, sintiendo nuevamente el pinchazo en el rostro. Yo, que no suelo sonreír, recibiendo un refuerzo negativo por hacerlo. Es, cuanto menos, irónico.

-Tienes razón. En ese caso, mejor simplemente te daré tiempo para que puedas practicar lo que te sea preciso.

No me había olvidado de la carta, pero lo cierto es que la veía como un juego, nada más. No le daba mucha importancia. Ahora, sin embargo, viendo la, digamos, dificultad que parece entrañarle, no puedo sino sentir interés por el resultado final.
Por otro lado, su forma de hablar de escribir como un entrenamiento, unido a comentarios anteriores, me da un perfil de él muy diferente al que vi la primera vez que nos encontramos. Quizás siga una seria disciplina de entrenamiento. Quizás, de hecho, tenga que ver con la maestra de la que me habló.

Lo miro, sugerente. Conozco bastantes puntos vitales, pero no puedo evitar querer averiguar una cosa.

-¿A qué punto vital me atacarías a mí? -inquiero, haciendo referencia a su comentario, que no era más que una metáfora, pero creo seriamente que ocultaba gran verdad.

FdR- Alehyss está intentando ver cuanto pilla las indrectas y los dobles sentidos XD Aunque también cómo de capaz de matar es u.u

Corbin hizo una inclinación de cabeza, un gesto de acuerdo.

-Espero que no me lleve demasiado -repuso.

Un trabajo bien hecho requería tiempo, pero demasiado tiempo para un trabajo podía estropearlo. Y, ya que aquello era nuevo, quería que saliera bien. Necesitaba ampliar su mente, conocer aspectos del mundo más allá de lo que Falace le había inculcado. Parecía necesario para entender el mundo.

Entrecerró los ojos ante la siguiente pregunta. Evaluó un momento a la chica, de arriba a abajo, sin ningún disimulo. No era necesario ir directos a un punto vital. Un golpe bien dado en las costillas podía clavarle algún hueso en el pulmón. También estaba el hígado. A Corbin le gustaba llegar a los órganos utilizando los huesos de sus víctimas como arma. Los puños de acero facilitaban las fracturas, y un golpe dado en una zona blanda era más fácil de amortiguar. Aunque también era efectivo, no le satisfacía del todo.

Finalmente, negó con la cabeza.

-Depende -respondió-. No conozco tu forma de combate ni tus puntos débiles. Verte luchar facilitaría mucho la elección. Además, cada situación requiere una respuesta diferente, golpes distintos, muertes distintas. Ahora mismo, trataría de clavarte el tabique nasal en el cerebro, ya que es el punto más desprotegido desde tu posición. -Se encogió de hombros-. Aún así, sería arriesgado. Con unos buenos reflejos, podrías evitar el golpe, si eres lo suficientemente rápida. Aunque, probablemente, eso supondría para ti perder el equilibrio, lo que me daría oportunidad de ganar algo de terreno.

Hizo un gesto de descontento. Una hipótesis traía demasiadas posibilidades. Un combate real, la mayoría de las veces, no daba opción a pensar en una estrategia concreta, y aún si la daba, siempre existía posibilidad de que fallara en algún momento. Para él, la mejor opción era adaptar el cuerpo a la situación. Generalmente, pensar hacía al luchador más lento.

Escucho su larga explicación con ambas cejas enarcadas, atenta. Es cierto que sin ver a otro presentando combate se hace difícil conocer sus debilidades y sus puntos fuertes, por lo que hay que guiarse más por la intuición. Muchas veces, incluso, el no mostrar una habilidad hasta un momento justo del combate da la vuelta al resultado, pues lo inesperado puede descolocar por completo al rival.

Me llevo la mano a la nariz. No es un gesto inconsciente, pero su comentario me hace sentir una extraña necesidad de hacerlo.
La nariz siempre ha sido un punto débil por su forma, sobresaliente, su facilidad de fractura y esa capacidad que tiene para clavarse en el cerebro si la golpeas bien desde abajo.

-Pareces todo un experto -digo, sonriendo-. Si algún día nos enfrentamos, procuraré no ponerme a tu alcance.

Aunque hablo tranquila y relajada, lo evalúo mientras tanto. Si lo que debo hacer es alejarme de él, quizás lo ideal sería usar sigilo y agilidad para atacarle desde atrás. Si el corte es certero, no hay defensa posible.
Fríamente, parece un tipo peligroso.

El claritas se encogió de hombros. No sabía qué clase de entrenamiento era habitual, aunque tras el combate en los jardines, había concluido que sus compañeros no parecían saber muy bien qué hacer. Quizá Rick, pese a su mala fortuna, fuera el que más empeño había puesto en hacer algo más allá de defenderse.

Miró fijamente a la chica, completamente serio.

-Es todo lo que he aprendido en mi vida.

Probablemente, pensaba, de no ser así nunca lo habrían convocado a aquel sitio. Desde antes de tener plena conciencia de sí mismo, se le había inculcado un fuerte instinto de supervivencia, y había aprendido a defenderse como a atacar. Su mentalidad lo traía grabado a fuego. Probablemente, si hubiera sido de otra forma, él no habría llegado nunca a Brontë.

Sostengo su mirada, escuchando sus palabras, y cualquier atisbo de sonrisa que pudiera haber en mis labios se borra. Paso a estar seria, inexpresiva. Su gesto, su tono, su seriedad... Todo da a entender que habla en serio. Y también lo hacen los pocos datos que tengo sobre él: nunca ha escrito una carta, su maestra... No queda nadie vivo que lo conozca lo suficiente.
¿Lleva toda su vida entrenando para matar? ¿Para luchar? ¿Para qué?
¿Por qué?
Pero eso no es algo que pueda preguntarle. No todavía, al menos. Porque si lo hago puede responderme la verdad tranquilamente y, del mismo modo, puede cerrarse en banda y no querer volver a hablar conmigo, quitándome toda posibilidad a hurgar en su vida. Si quiero sacar algo, tengo que ganarme su confianza, y parece difícil, pues es bastnte reservado y parece tomarse muy en serio (y muy al pie de la letra) todo lo que se le pregunta.

-Eres joven -le digo, serena-. Aquí hemos venido a luchar, pero aprovéchalo. Si es todo lo que has aprendido, ahora tienes la oportunidad de aprender muchas más cosas. Y no hablo de lucha, ni de libros. Ni siquiera de cartas.

Mientras hablo, no puedo evitar pensar en mí misma. Vine aquí a averiguar cosas sobre todos. Ese es mi trabajo. No debería hacer amigos. Sin embargo... ¿Acaso no debo también yo mirar un poco más allá?
Es, de algún modo lo que dice Heylel. Pero creo que no estoy preparada para aceptar algo así. Al fin y al cabo, yo no estoy aquí por lo mismo que ellos.

FdR- Alehyss, "metafóricamente", diciendo a la gente que haga lo que ella no hace XD Abrirse a nuevas emociones XDD

Las palabras de la chica no le decían nada nuevo. Aquel era su planteamiento particular. No le interesaba mucho la gente porque no la entendía, pero en el fondo era, de alguna forma, su motivo para estar allí. Podría haber seguido por su cuenta. Podría haber pasado el resto de su vida solo en las montañas. Sabía sobrevivir, no necesitaba a Falace. Nunca la había necesitado porque ella no había permitido que la necesitase. Podía haberse autoconvencido de que sí pertenecía a aquel mundo, de que sí era un descendiente de Falace, la sangrienta. Podía haber recorrido los pueblos de Lumen sembrando la muerte y vengar así a aquel fantasma que lo perseguía, el fantasma de un pasado que no era el suyo.

Pero había recibido una llamada de un lugar lejano, de un mundo que desconocía, y había preferido ir a explorarlo. Había salido al mundo y se había dejado ver. Y aquel mundo le intrigaba, le causaba tremendos quebraderos de cabeza, pero cada vez que encajaba una nueva pieza del puzzle, la satisfacción compensaba el esfuerzo. Poco a poco, avanzaba.

-Es mi objetivo -respondió-. Ofrezco mis servicios a este lugar como soldado. Pero esta no es mi guerra, y no voy a luchar por ella sin más. Busco algo a cambio.

Parece que mis palabras no le revelan nada nuevo. Nunca he sido la filosófica de mi entorno, así que en cierto modo no me sorprende. Generalmente soy la borde, la seca, la que indaga. El resto de cosas son más propias de gente como Heylel, que sí que sabe sacar esa clase de sentimientos a la gente sin problema. Yo me conformo con ganarme su confianza poco a poco hasta que sea capaz de sonsacarle las cosas por casualidad, o sintiendo ya el derecho a preguntar.

Me levanto. Estoy bastante cansada y me gustaría dormir un poco. Ya no es el día siguiente al combate y me encuentro algo mejor, pero de todos modos me duele el cuerpo y sigo sin encontrarme al cien por cien.

-Creo que me voy a retirar ya.

Lo miro unos instantes. Es algo frío, algo serio de más, algo raro... No obstante, sigue teniendo una especie de deje de inocencia que no logro ubicar y que no deja de intrigarme. Siento que en cualquier momento él puede decir algo que me aporte la información suficiente como para completar el puzzle, y que ello bastará para comprenderlo todo, solo que ese momento todavía no ha llegado.
Todavía no conozco lo suficiente sobre su vida como para sacar conclusiones.

-Un placer haber compartido la mesa contigo.

Lo miro unos instantes más. No se ven muchos claritas por aquí, lo que me convierte, generalmente, en la persona de piel más oscura. Ello lo hace destacar por un motivo más, de alguna forma.

-Me gustaría verte de nuevo pronto, si es posible -le digo, sorprendiéndome a mí misma, poco acostumbrada expresar ese tipo de deseos.

No es química. Hay algo en él que me atrae, que me apetece averiguar. Quizás sea, simplemente, esa forma de ser que tiene. Me da la impresión de que hay algo interesante a sus espaldas, y está en mi naturaleza querer saberlo, pero también en mi trabajo.

-Buenas noches.

Hago un gesto seco de despeda. Camino hacia la puerta y salgo.

*se va*

Corbin no se había dado cuenta de que, de hecho, estaba cansado, hasta que Alehyss le planteó la posibilidad de retirarse. Él mismo se la había planteado un momento atrás, y apenas lo recordaba ya. Sacudió la cabeza, sintiendo que estaba descontrolando sus ideas. Aún no había repuesto sus fuerzas del todo.

"De acuerdo." "Igualmente." "Nos veremos por aquí." "Buenas noches."

La vio marchar sin más, sumido en sus impresiones y pensamientos. No solía estar tan cansado. Estaba descuidándose, no había otra explicación. Aquella noche descansaría, pero luego retomaría el entrenamiento.

No tardó en marcharse él también, en silencio.

*Se va*

Tras una agradable comida a base de arroz y pescado, me dispuse al fin a leer mi carta. Con cierto nerviosismo, rompí el sello, abrí el sobre y extendí el papel. Con un suspiro, comencé a leer:

Spoiler:

Doblé la carta, aún más nerviosa que antes de abrirla. Demasiado extraño. Por una parte, no respondía a una sola de mis preguntas; por otra, la idea de ver a mi interlocutora en persona me producía sentimientos contradictorios. No podía negar una inmensa e irresistible curiosidad, pero me daba algo de miedo. No olvidaba la muerte de Adela ni el secuestro de Silvanus. ¿Qué podía pasarme si me encontraba a solas con cualquier desconocido?

Para rematarlo, fuera quien fuera aquella mujer tenía demasiada información. Yo misma, que estaba en Brontë, había recibido la invitación del líder parvus aquella misma mañana. ¿Cómo alguien externo había conseguido información suficiente como para enviar una carta al respecto y que hubiera llegado ayer noche? ¿Acaso era el propio líder parvus, o alguien cercano a él, quien me escribía? ¿Y si todo era una broma pesada? ¿Y si era una prueba?

Sacudí la cabeza. No podía dedicarme a darle tantas vueltas, porque no llegaría a ninguna parte. Lo que debía hacer era buscar a alguien a quien decirle que estuviera pendiente por si desaparecía. Se me ocurrían varias opciones.

La primera, por supuesto, era Nagore, pero después de mi conversación con Alehyss parecía claro que no era lo suficientemente discreta. Por otra parte, era capaz de seguirme u obligarme a llevarla, y aquello sí que no me lo podía permitir.

Alehyss, por su parte, me había ofrecido su apoyo la misma noche anterior. Yo confiaba mucho en Alehyss, pero sabía qué imagen tenía de mí. Era probable que, en su afán de "protegerme", tratara de sonsacarme tanta información como pudiera, o incluso que, como Nagore, se empeñara en acompañarme. No; necesitaba alguien dispuesto a guardarme el secreto sin entrometerse.

Con un suspiro, acabé por tomar una decisión: tenía que hablar con Follow. Follow, pese a sus rarezas, parecía la persona más adecuada para aquello. No creía que hiciera demasiadas preguntas al respecto, y sabía que, si las hacía, sería sencillo evitarlas. Por otra parte, parecía lo suficientemente dispuesto a estar pendiente de mí para invitarme a una cena, así que... ¿Por qué no iba a dar la voz de alarma si desaparecía?

Volví a echar un vistazo a la carta. Buscaría a Follow y permanecería atenta a la cita. Quería averiguar qué era todo aquello.

*Se queda*

Entro en el comedor, ya con la pizarra en la mano y un buenos días escrito, pensado para saludar a cualquiera de los miembros del servicio que se me acerque. Sin embargo, cuando veo a Massen Dew dibujo una sonrisa y me acerco, mostrando el susodicho mensaje a ella.
Me doy cuenta de que parece algo concentrada cuando ya la he saludado y me pongo algo más serio. Quizás la estoy molestando. Al fin y al cabo, están aquí para enfrentarse al mal, no para jugar conmigo o charlar eternamente.

Borro el mensaje y le muestro uno nuevo.

“¿Molesto?”