Comedor

Tras repasar la carta, la guardé de nuevo, con un gesto de disgusto. No me acababa de inspirar confianza todo aquel asunto...

Un movimiento a mi lado me hizo girar la cabeza. Jun me observaba, serio, con un mensaje escrito en su pizarrilla. Lo miré primero a él, sorprendida, y luego bajé la vista al mensaje. Volví a mirarlo, ahora con una dulce sonrisa.

-Hola, Jun -saludé-. Perdona, es que no te había visto. No molestas en absoluto. Ven, siéntate. ¿Cómo estás?

La miro con cierta desconfianza. A veces la gente dice que no molestas por pura cortesía, pero realmente quieren que te vayas. Lo malo es que no la conozco lo suficientemente bien como para saber si miente. Podría, de hecho, odiarme, y yo no me estaría dando cuenta.
Enarco las cejas, dubitativo. ¿Me odia? Quizás me odie... Ya la he molestado muchas veces.
Me siento frente a ella, con cautela, lanzándole miradas mientras pienso. No creo haber hecho nada que la incomodase, así que...

Suspiro, al fin, y esbozo una tímida sonrisa. Asiento, dando a entender que estoy bien. Luego enarco las cejas, interrogante, y hago referencia a ella con un gesto, avanzando la cabeza para señalarla.

El pequeño parecía un poco vacilante, y me pregunté si habría dicho algo que lo había molestado. Reafirmé mi sonrisa, como dando a entender que todo estaba bien. Finalmente, cedió y se sentó frente a mí.

-Estoy bien, gracias -respondí-. Han sido unos días de muchas emociones, pero todo va bien. Parece que el líder Nagorr va a dar una fiesta esta semana. ¿Vendrás?

La verdad era que me extrañaba que, si tan estrictos eran con él, no se lo hubieran llevado ya de Brontë. Sin embargo, si aún se quedaba unos días, una fiesta sería algo muy emocionante para él. Seguro que le hacía ilusión.

Esbozo una sonrisa. La verdad es que no me esperaba que Nagorr Bruma me enviase a mí también una de aquellas cartas. Al fin y al cabo, estoy aquí, pero ni soy un guerrero ni me quedaré mucho más. Asiento enérgicamente.

“Tengo ganas.” escribo para reafirmarme.

Cavilo unos instantes, mirándola. Finalmente la curiosidad me puede. Borro con el puño lo que he escrito y tomo de nuevo la tiza.

“¿Muchas emociones?”

La miro curioso, dejando claro que es una pregunta inocente. Espero no estar inmiscuyéndome y que no se enfade...

Amplié mi sonrisa. De verdad me alegraba.

-¡Genial! Es la primera vez que celebran una fiesta desde que llegué. Seguro que es divertido. Yo también tengo ganas... -comenté.

Su siguiente pregunta no me hizo mucha gracia, pero tenía sentido que la hiciera después de mi comentario. Lógicamente, no iba a contarle aquello que pretendía ocultar a Alehyss y a Nagore, y tampoco le veía mucho sentido a hablarle a un crío de Follow. Decidí evitar la pregunta.

-Bueno, ya sabes, algún que otro lío. Nada importante, en realidad -repuse, evasiva-. ¿Qué has hecho estos días? ¿Has conocido a más de los chicos?

Parece emocionada con la fiesta, también. Para mí es interesante por la novedad, pero supongo que para alguien que lleva aquí un tiempo estresado y viviendo cosas duras un descanso tiene que ser muy de agradecer. Quizás Nagorr Brumm pensase en eso cuando pensó en hacer la fiesta.
Esbozo una sonrisa.

A la segunda pregunta, sin embargo, no responde muy convencida. Evita el tema, pero es comprensible. Yo no soy nadie para meterme en su vida, al fin y al cabo. Fingiré que no me he dado cuenta y punto.
Niego dócilmente.

“No he salido mucho estos días.”

Me encogí de hombros.

-Vaya, es una pena -respondí-. Aunque hay que reconocer que el tiempo no ha acompañado mucho estos días... Menos mal que hoy ya hace mejor, a ver si se mantiene y no llueve el día de la fiesta.

Entonces me di cuenta de que estábamos en el comedor y de que, probablemente, había ido allí a comer y yo lo estaba entreteniendo. Miré alrededor, buscando a alguien del servicio a quien llamar, antes de volver a mirarlo, con mi constante sonrisa.

-¿No te apetece comer algo? -pregunté.

Lo cierto es que sí que llueve bastante por aquí. Había imaginado que en estas épocas haría mejor tiempo, pero me está sorprendiendo la facilidad con la que la lluvia se salta la estación que le toca. Quizás haya alguna perturbación este año. A veces pasa... He leído muchos libros que explicaban tantos motivos por los que puede haber un cambio en el tiempo atmosférico que no sabría a ciencia cierta si apostar por unos u otros. Obviamente, no tiene por qué ser nada grave. La naturaleza es así de caprichosa.

En cuanto me pregunta por lo de comer, asiento, tímido. La verdad es que no hay muchas cosas que me guste comer, pero, por algún motivo, me da vergüenza decírselo. Supongo que quedaría demasiado como un niño caprichoso y este no es el lugar más apropiado...

Amplié mi sonrisa. Lo suponía. ¿Qué otro motivo podía haberlo llevado al comedor? Hice un gesto a una chica del servicio para que se acercara cuando pudiera, y después de saludarla me dirigí a Jun.

-¿Qué te apetece comer? -pregunté-. Pídele lo que quieras. Sin imposibles, no sé si les queda costilla de dragón... -bromeé-. Pero la elección es tuya.

Me lo quedé mirando con curiosidad. Dudaba que estuviera acostumbrado a poder comer lo que le diera la gana. Yo había tardado en acostumbrarme a no preguntar qué había cada día...

La miro, pensativo. La verdad... No me he acostumbrado todavía al sistema de comidas aquí. No sé qué pueden preparar y qué no. No conozco el límite de los cocineros, así que escribo en mi pizarra algo simple que seguramente habrá en cualquier sitio.

“Una ensalada con arroz, por favor.”

Muestro lo escrito y sonrío, tratando de parecer educado.
En la torre, dentro de un orden alimenticio correcto, solían dejar que comiese casi cualquier cosa que quisiese. Aunque, claro... No estoy hablando del mismo tipo de sitio. Allí todos eran muy especiales y muy quejicas, así que cada uno tenía sus propias exigencias y al final eso era lo más fácil: informar el día anterior de lo que comerías.

Al final, se limitó a una ensalada de arroz. No era un niño muy comedor, por lo visto... Así sí que no iba a crecer nunca. De todas formas, no era asunto mío, así que no hice ningún comentario al respecto.

Con lo sencillo que era lo que había pedido, apenas tardaron en traérselo.

-Que aproveche -dije, animándolo a empezar.

La comida llega pronto. Parece que he menospreciado a estos cocineros. Supongo que si eres cocinero de un ejército tienes que tener una buena capacidad de versatilidad. No hablamos de un puñado de personas, sino de muchas. Además, los guerreros tienen fama de buen comer. De algún sitio tienen que sacar la fuerza para plantar cara en las batallas.
Observo mi plato. No parece el plato de alguien de buen comer, pero a mí me basta. Al fin y al cabo, no soy grande y no hago grandes esfuerzos físicos. Es más que suficiente y es sano, además de rico y sencillo.

La miro a ella, entonces, agradeciendo el que aproveche con un asentimiento y una sonrisa. Tomo un bocado y la observo, analizándola. Ella...
Ella tampoco parece ser de comer mucho, aunque es algo más alta que yo, así que...
¿Cuántos años tendrá?

Desvié la vista, como distraída, sin saber muy bien qué decir. Ya era bastante difícil darle conversación al pequeñajo de por sí como para dársela mientras comía. Por otra parte, sabía lo incómodo que podía resultar que te observaran mientras comías, y no quería que comiera intranquilo.

Más por acompañarlo que porque de verdad tuviera más hambre, pedí a la chica que lo había atendido a él que me trajera una manzana. Así, al menos, no quedaría tan extraño comiendo solo mientras yo lo miraba.

La observo pedir una manzana.
Como despacio, masticando bien. Eso favorece la digestión y es más saludable. Además, así la comida se saborea mejor y el estómago no se llena tan rápido. Trago con lentitud.
Tomo la pizarra y escribo. Tímido, se lo muestro.

“Gracias por salvarme.”

No le he contado lo de Lluvia por vergüenza. Casi prefiero no decirle el malentendido en el que me metí, así que le contaré que la conocí la próxima vez que la vea.

Tomé la manzana y la mordí con gusto. Estaba fresca y buen jugosa, muy sabrosa.

Me volví hacia Jun al notar que escribía. Cuando terminó el mensaje, me lo mostró y solté una suave risita. Lo miré con cierta ternura.

-Bueno, para eso estamos aquí, ¿no? -repuse-. Rescatamos jovencitos en apuros, entre otras cosas. Además, no te íbamos a dejar tirado. Un buen guerrero presta su ayuda siempre que puede.

Di un nuevo mordisco a la fruta, aún sonriendo.

Esbozo una amplia sonrisa. De todas formas, no me llega con un gracias. Massen Dew me ha salvado nada más y nada menos que ¡tres veces! De Sanders, de estar perdido en la noche y del lago. Creo que voy a tener que hacer algo grande si quiero darle las gracias como se merece.

"Si puedo hacer cualquier cosa" "por ti, no dudes en decirlo."

La miro con los ojos brillantes. No sé qué podría hacer yo, pero quizás el abuelo...

Vaya, parecía que estaba consiguiendo una buena cantidad de contactos. El mismo día anterior Alehyss había dicho que contara con ella si la necesitaba. Un día después, Jun ofrecía su propia ayuda. Negué lentamente con la cabeza. Me sentía algo mal por estar rechazando tantas colaboraciones, pero para lo único que necesitaba ayuda en aquel momento era para algo demasiado personal como para atreverme a compartirlo.

-Muchas gracias, Jun -respondí-. No necesito nada, no te preocupes. Pero prometo pedir ayuda si alguna vez llego a necesitarla.

Sabía que la gente solía sentirse un poco mejor con esa clase de cosas. Animada, volví a mi manzana.

Sonrío, algo ruborizado. La verdad es que que me tengan en cuenta, aunque sea solo un poco, me hace sentirme halagado. No creo que pueda hacer mucho por ella, pero nunca está de más saber que si me necesita para algo que pueda hacer, me llamará.

"Aunque a saber qué puedo hacer por ti."

Como un nuevo bocado de ensalada, comenzando a pensar en qué podría resultarle útil.

Entro en el comedor con pasos rápidos y decididos, acompañándome de un muchacho del servicio bien vestido al que doy instrucciones sobre la marcha.

-La cerrveza llegarrá en brreves, así que di a tus chicos que vayan saliendo y llevad todos los barrriles al almacén. No los agitéis mucho y que nadie tome ni un solo sorrbo, ¿entendido? -. El muchacho asiente y lo miro, escéptico, pero termino por sonreír-. Pues venga, ve.

El chico se introduce en la cocina y entonces cambio mi mirada de objetivo. Me acerco a la mesa de los dos jóvenes que hay en el comedor.

-Vaya, perro mirrad a los dos que tenemos aquí. ¿Cómo os va? ¿Haciendo buenas migas?

Revuelvo el cabello del chico con una mano, sonriente.

Me encogí levemente de hombros, con una suave risita.

-Bueno, hombre, no seas tan negativo -repliqué-. Seguro que hay algo en lo que puedas ayudar. Si se me ocurre, te lo diré, aunque mejor te conoces tú mismo...

Una voz firme me hizo girarme hacia la entrada. Alcé las cejas, sorprendida. ¿El tío de Nagore otra vez? ¿Cómo era posible que nunca estuviera con ella cuando lo veía? Parecía atareado dando instrucciones, que tenían toda la pinta de ser para la fiesta. Le dediqué una mirada cómplice a Jun, con cierta emoción. Me gustaba la idea de que el líder parvus estuviera organizándolo todo personalmente.

Lo que no esperaba era que despachara al chico que lo acompañara y se acercara a nosotros. Aunque, bien pensado, se suponía que conocía a Jun personalmente, así que tenía sentido.

-Buenas tardes, señor -saludé-. Estábamos charlando un poco.

Asiento animado. La verdad es que tiene razón. Lo mejor será que yo vea qué puedo hacer por ella y lo haga. Quizás... Hasta podría ser una sorpresa. Como un regalo. No, mejor no... Qué vergüenza, por Mithos...

Me vuelvo al oír la voz de Nagorr. Parece que en la fiesta no faltarán borrachos. En la torre casi nunca había alcohol, así que esto será un espectáculo, aunque no sé si agradable... Cuando se nos acercan lo saludo con la mano. Él no tarda en revolverme el pelo.

Asiento tímido.

La joven Massen me hace un resumen de la situación y me echo a reír, atusando mi barba con una mano. Doy una palmada intensa, con la otra, en la espalda del joven Jun.

-AJAJAJAJA. Pues cuidado con el chico, que me han dicho que si te descuidas no te deja hablarr AJAJA.

Observo la manzana a medio comer y el plato de ensalada. La alimentación es un buen paso para hacerse grande y fuerte. Otro paso es entrenar. Y luego la batalla. Nada como la batalla.

-Bueno, ¿qué me contáis? Que ya que tengo la oporrtunidad de hablarr con chicos jóvenes como yo no pienso desperrdiciarrla AJAJA. ¿Alguna novedad porr aquí?

No supe muy bien cómo tomarme las palabras del líder. Por una parte, no quería ser descortés a su broma, pero por otra no sabía cómo le sentaría un comentario como aquel a Jun. Esbocé una sonrisa vacilante, mirando al chico de reojo, buscando su reacción.

A su pregunta, me encogí de hombros.

-No hay muchas novedades, señor -respondí-. Nada digno de mención desde la noche en que acogimos a Jun, que yo sepa. Parece que el jovencito se adapta bien a este sitio, por otra parte -añadí, afianzando mi sonrisa-. Creo que le ha gustado Brontë.

Hago una mueca al oír las palabras de Nagorr Brumm y me llevo las manos al pecho, como si me hubiese herido con una flecha o algo así, pero termino dibujando una sonrisa.
Nagorr Brumm es un buen amigo del abuelo y venía muchas veces a verlo. Veo que su sentido del humor no ha cambiado mucho en este tiempo.

Comienzo a gesticular con las manos, mirando al líder a los ojos, haciendo formas con las manos que para cualquiera poco habituado podrían parecer gestos absurdos de un loco.

<<Todo muy bien. La verdad es que me están dando una buena acogida. Creí que los guerreros darían más miedo. Aunque la biblioteca de la torre es bastante más extensa que esta.>>

Esbozo una sonrisa, complacido.

Atiendo a las palabras (o gestos) de ambos y luego, tras la gesticulación de Jun, me aproximo a la piscis, poniéndome a su lado, y le doy un nada discreto codazo.

-Dice que erres muy guapa EJEJEJE.

Me atuso la barba, pensativo. Desde la cocina llegan sonidos, fruto, seguramente, de la carga de barriles por parte de los chicos del servicio. Por ahora parece que no han tirado nada. Bien. Bien.

-Bueno, pues si cualquierra necesita algo de mí, decídmelo, que hoy estoy de buen humorr -. Río suavemente-. ¿Alguna petición porr vuestrra parrte?