Comedor

Me volví hacia la chica. Ya casi había olvidado que estaba allí. Asentí a sus palabras una y otra vez, en lo que iba deborando mis salchichas, añadiendo un "Sí, sí" de vez en cuando.

- Pues a Prustin nunca lo he visto en persona, pero a Brumm sí. Está aquí. Pero bah.

Continué comiendo, muy concentrada.

- Los caeruleus son geniales. Como el chiquillo y Aren -y Sodeth, añadí en mi cabeza-. O la chica del pelo de fuego. Tiene un pelo muy bonito. Vaya, de tanto pensar en caeruleus me han entrado ganas de chocolate -y me levanté para ir a pedirlo a la cocina. Volví corriendo para continuar con mi cena-. Ya está.

A cada palabra que daba parecía que le absorbía un poco de energía vital o algo. Eso o se concentra demasiado a la hora de comer, pues sus palabras y gestos se redujeron al mínimo.- Oye, tía, te pasa algo? es que de repente has estado de estar en una super nube de algodón, tía, a estar casi muda. -digo sin ningún reparo.

-¿Aren? He oído hablar a mi tío Nagorr de ese tipo. Parece una persona cojonuda. Cojonuda de verdad- digo convencida. - En serio, tía.

-Espera, espera, hay una chica con el pelo precioso? O sea, ¿qué me estas diciendo? Pues no quiero conocerla, es decir, tía, me encantan los pelos bonitos y si tú lo dices, es que seguro que es cierto, se te ve una tía legal, en serio.

Mientras hablo, el helado se fue consumiendo entre mis fauces. Ya empezaba a estar llena y eso de daba sueño, pero ahora estaba entretenida. -¿Te falta mucho? - digo impaciente.

De nuevo, comencé a asentir con convencimiento.

- Aren es un chico muy guapo y muy bueno -le expliqué, con calma. Luego la conversación se centró en la chica con cara de flamma, y tuve que detener mi festín para poder explicarme bien-. ¡Sí, sí! -grité, emocionada, gesticulando mucho de pronto-. Todo roooojo, rojo, rojo y suaaave. Yo quiero un pelo así... -no me había atrevido a arrancarle uno a la chica, aunque siempre me quedaba el consuelo del pelo que había conseguido aquel día en el cementerio. Lo guardaba entre mis tesoros.

Volví a mi comida, de la que apenas quedaban unos restos. Cuando la chica preguntó si iba a tardar, vi llegar por el pasillo mi tazón de chocolate. Me volví hacia ella, con una sonrisa casi fanática.

- ¡EL CHOCOLATE! -exclamé con regocijo.

Al parecer era una chica de rojo cabello. Lo tendré en cuenta para dar con ella. Y también tendré en cuenta la hermosura de ese tan Aren, aunque nada tiene que hacer con Prustin o con Follow.

-Ayyy...- di un suspirito al pensar en el. Es que era tan atractivo...

De mi ensimismamiento me sacó el chillido de Ayne al referirse al chocolate y yo me llevé una mano al pecho asustada pero sonriente.

- ¡Ayy, idiota, tía! ¡Que me asustas!- digo riendo.

Veo cómo el chocolate llega.

- Te pondrás gorda- le digo con aires de grandeza. -Salchichas, chocolate... No es una buena dieta para una chica joven y atractiva. Massen estaría de acuerdo conmigo, o sea, que deberías comer cosas sanas para estar mas guapa.

FdR: choli esta hija puta las va soltando así como quien no quiere la cosa xDDDDDDDD

Iba a ofrecerle algo de chocolate a mi compañera, pero no parecía interesada.

-Entonces, ¿no quieres un poco? El chocolate es muy bueno. Y es afrodisíaco -soplé a la taza antes de dar un sorbo, seguido de una exclamación de placer. Me relamí los labios-. Delicioso.

Apuré el resto del chocolate con ansia, encantada de sentir cómo el calor del brebaje me recorría todo el cuerpo. Cuando terminé me limpié la boca y suspiré, satisfecha. Luego me volví a la chica, con expresión de extrañeza.

-¿Guapa? Guapa... ¿para qué? -pregunté, parpadeando, con los ojos fijos en ella.

-¿¿¿QUÉEEEEEEEEEEEE??? ¿Cómo que para qué? Pues para ser la chica más guapa del palacio, más bella, más joven, más atractiva, más guapa, más elegante y para tener a todos los chicos a tus pies si se celebra alguna fiesta, para tener todas las posibilidades abiertas al escoger novio... (FdR: es como la selectividad para escoger carrera, vamos xD) Para... Para... ¡No sé! Para que Follow se fije en mi maravilloso cuerpo y superar en belleza a cualquier hombre o mujer que se cruce, por si algún día me encuentro con Prustin Rieber, o con quien sea, y estar monísima de la muerte, ser la envidia de todos, la bella, la reina, la diosa- cojo aire y me vuelvo a sentar, con los ojos brillosos de jubilo y satisfacción-. Estar guapa para verte al espejo y comerte ahí mismo, básicamente- digo para terminar, suspirando de cansancio después de hablar tanto-.Deberías unirte al grupo de chicas que voy a fundar en el palacio: A.C.B. "Asociación de Chicas Buenas" Para que seamos las tías más geniales de todo el mundo y que todo Mithos nos conozca.

No podía parar de reír. La emoción y energía de aquella chica me hacía sentir entusiasta a mí también, y era incapaz de aguantarme la risa. Me levanté y comencé a correr de un lado a otro, para luego sentarme a su lado, pero en el lado contrario al que estaba antes. Apoyé los codos sobre la mesa y la miré con atención.

- Pero, ¿has pensado -cuestioné- que si propones a todas que sean las más guapas te será más difícil ser la más guapa tú? Aunque la más guapa es la chica del pelo de fuego. Y Aren y el chiquillo también.

Me estiré, haciendo crujir mi espalda y me acomodé mejor en mi asiento.

La miro.
Se produce un silencio.
La vuelvo a mirar.
Arqueo las cejas.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY! ¡TIENES RAZÓN! ¡SI TODAS SE CUIDAN SERÁN MÁS GUAPAS Y MÁS BELLAS QUE YO Y SERÁ HORRIBLE! NOOOOOOOOO NOOOOO NOOO -le cojo las manos-.GRACIAS, AYNE. ¡A partir de ahora haré que esa maldita furcia de pelo rojo coma tanto chocolate que se pondrá tan gorda que nadie la querrá nunca mas! GRACIAS. ¡ERES UNA AMIGA DE VERDAD!

-¡PRUSTIN, FOLLOW! ¡ESTO VA POR VOSOTROOOOS! - grito mientras salgo corriendo del comedor a toda pastilla dispuesta a encontrar a aquella supuesta belleza de rojo pelo.

*se va*

No hizo falta nada más. El comentario fue suficiente para hacer explotar la bomba. Por tanto, me limité a mirar el resultado, conteniendo una sonrisa divertida. Efectivamente, aquella chica tenía la misma cadena de razonamientos que Eralt cuando tenía su edad. De hecho, dejando a un lado todo lo relacionado conmigo, aquella chica era exáctamente igual que ella. Era como una versión mejorada de mi hermana.

Cuando la chica, tras su enérgica reacción, abandonó la sala, me acerqué a mi taza de chocolate y metí un dedo dentro, que luego lamí con fruición.

-¡BUENAS NOCHES! -grité por último, con todas mis fuerzas, antes de abandonar la sala tarareando mi canción.

*Se va*

Entré en el comedor en silencio, pensando en muchas cosas a la vez y en ninguna en particular. Últimamente tenía la cabeza un poco aturullada con letras y signos, que se mezclaban con mi curiosidad por saber quién me había mandado mis cartas y por qué. Una, Adela me lo había desvelado, era probablemente de casa, aunque dudaba mucho que el abuelo se hubiera dignado a escribirme. La otra, sin embargo, no tenía ni idea de quién podía ser, aunque no sería descabellado pensar que tenía el mismo origen. Desde que había empezado a estudiar con Nagore, siempre llevaba mis cartas conmigo, guardadas como un tesoro en un bolsillo junto al pecho. Aquel día, además, la muñeca caeruleus asomaba de un bolsillo de mi pantalón.

Me senté en una mesa y pedí un caldo caliente con arroz. Una vez me lo trajeron, y tras comprobar que quemaba demasiado, me dediqué a jugar con la muñeca con una mano, mientras con la otra revolvía mi comida para que se enfriara.

*Se queda*

Llego al comedor con la cara únicamente cubierta por la tela y entro por las grandes puertas en busca de algo de comida. Sin embargo, pronto me doy cuenta de que no estoy solo sino que, en una de las mesas, la piscis del sur está revolviendo un plato de sopa mientras... juega con una muñeca.

Me quedo bastante sorprendido por la imagen aunque por mi cara no lo parece, pues me mantengo serio e incluso con cierto aire de incredulidad por su comportamiento. ¿Por qué está jugueteando con una muñeca durante la comida como si tuviese tres años? Se supone que está cerca de ser una mujer fértil aunque sus pechos poco dados a amamantar dicen que todavía no ha dado ese paso, sin embargo...

Tengo la tentativa de retroceder lentamente y olvidar la escena, pero un sirviente me alcanza antes para preguntarme qué deseo. Lo miro durante un momento y luego vuelvo a mirar a Massen para caminar hacia ella sin hacer caso del tipo.

Llego a una mesa antes de la que ella se encuentra y me paro mirándola un momento. No tengo nada que decirle aunque no sé si espera que diga algo. Simplemente la miro un momento más y luego me siento en la mesa de en frente, de espaldas a ella.

Al cabo de un rato, noté que alguien me miraba y alcé la vista, aún medio ensimismada. Encontrar a quien me encontré hizo que saliera de mi abstracción al momento, dejando la muñeca encima de la mesa de un golpe. Por un momento llegué a creer que se había roto, aunque en seguida vi que no era así.

Noté perfectamente cómo se me subían los colores, y parpadeé varias veces sin saber adónde mirar. Me sentía pillada en falta, y la forma tan fija en que Follow me miraba no ayudaba en absoluto. Avanzó hacia mí, y cuando estaba a punto de abrir la boca para saludar, vi, estupefacta, como se sentaba en la mesa siguiente, de espaldas.

Por un momento volví la vista al plato, mordiéndome el labio. Ya estaba acostumbrada a sus rarezas, pero no podía evitar sentirme dolida. Me preguntaba si de verdad no entendía lo extraño de su comportamiento. En un principio, pensé en volver al plato y olvidarme de su presencia, pero me sabía mal actuar así. Por eso, y aunque sabía que probablemente a Follow le molestaría, inspiré hondamente, guardé la muñeca en mi bolsillo, tomé mi plato y me levanté, para sentarme a su lado, con total naturalidad.

-Buenas noches, Follow, el ninja -saludé con tono serio-. Recuerdo haberme despedido de ti la última vez diciendo que volveríamos a vernos, pero no esperaba que te lo tomaras de una forma tan literal.

Me llevé la cuchara a la boca. El caldo ya no estaba tan caliente.

Me quedo sentado pensando en que mis planes sobre alimentación han sido truncados y que ahora no tengo muy claro qué debo hacer aquí con lo que me limito a rehacer mi listado de tareas cambiando sus prioridades.

Pero en el proceso noto como la piscis se sienta a mi lado con su plato de comida y me habla sobre el último slaudo que nos dimos.

—Dijimos que volveríamos a vernos. La palabra se cumple, de la forma que sea. Se debe pensar bien lo que se dice —Respondo sin mirarla todavía. Pero acabo girándome para mirarla al fin, no se debe descuidar a aquel que está prestando atención a tus movimientos o acabarás con un arpón en la espalda.

Noto como el dragón escala por mi pecho y sale a la luz por el cuello del chaleco de entrenamiento, moviéndola para despejarse y respirar aire fresco. Lo miro con cierta atención.

—Tr...istán —Digo olvidándome por un momento de que estoy acompañado. Entonces levanto un poco la cabeza volviendo a escontrarme con la cara de la piscis del sur y noto como mi cara, aunque seria, se templa un poco debido a la vergüenza que siento al haber tardado tanto en pronunciar el nombre. Me mantengo inmóvil y en silencio, tenso. No voy a dar señales de ello.

FdR: Pronunciará algo así como /Tlidistan/ o a saber... XDDD

Las primeras palabras de Follow me hicieron fruncir el ceño, aunque no dije nada para rebatirlas. Al fin y al cabo, su razonamiento no era incorrecto a nivel lógico. El único problema era la diferencia entre su educación y la educación del resto de la frente. Pero no me quedó más remedio que morderme la lengua a ese respecto, porque él no lo entendería.

Oí entonces que pronunciaba el nombre de Tristán y me giré hacia él, para ver al dragón asomando bajo su chaleco. Los miré, primero a uno y luego a otro, y sonreí a Follow, entre agradecida porque hubiera aceptado lo que le había contado y divertida por su actitud al respecto.

-Buenas noches a ti también, Tristán -dije, volviéndome un momento hacia él para facilitarle una golosina. Luego me volví de nuevo hacia mi compañero-. Dime, Follow. ¿Has entrenado mucho estos días? -pregunté, por sacar un tema que pudiera interesarle. La verdad es que el chico seguía pautas relativamente simples, lo que me daba la oportunidad de desenvolverme bien en su presencia. No podía olvidar, no obstante, la habitual sensación de tensión que sentía en su presencia.

Se ríe, pero no es una risa de burla con lo que no entiendo el por qué de su reacción. No obstante, tras darle de comer al dragón -un buen método para que permanezca quieto- me pregunta sobre algo interesante.

—He entrenado como debería entrenar porque para eso vivo y debo fortalecerme para ser un buen guerrero —Respondo con seguridad y peso, asintiendo para mí. Entonces abro los ojos un poco sorprendido por el recuerdo que me acaba de abordar y miro a la piscis del sur, con un seco movimiento de cabeza.

—Esa parvus a la que llamas Nagore... Interrumpió mi entrenamiento con palabrería para confundirme y luego me atacó sin darme opción a comprender su reclamo. Siempre hace que deba cambiar mi rutina de entrenamiento y pasar a la siguiente tarea —Digo con calma pero un deje de reporche, mirando ahora hacia la mesa.

—Nuestros caminos no pueden estar unidos. Entonces, ¿por qué me sigue en lugar de entrenar y hacer lo que debe hacer aquí? —Digo, frunciendo el ceño y esperando una respuesta por parte de la piscis del sur. Ella siempre la escucha y le habla.

El principio de su respuesta fue exactamente el que esperaba, pero lo dejé hablar sin interrumpir, dando a entender que estaba de lo más interesada en lo que decía, mientras aprovechaba mi silencio para seguir con mi cena. Sin embargo, la continuación de su discurso hizo que estuviera a punto de atragantarme, y tuve que controlarme mucho para no dar a entender mi sorpresa. Cuando quedó en silencio, esperé un momento antes de responder, limpiándome con una servilleta la boca y recuperando un poco la compostura.

-Vaya... -fue todo lo que pude decir al principio-. Así que Nagore ha estado haciendo de las suyas... -aunque me intranquilizaban esas noticias, una parte de mí no podía evitar sentirse divertida. Nagore era de lo más impulsivo, y era difícil entender su forma de actuar-. Bueno, deberías planteártelo de otra forma. Un entrenamiento con elementos inesperados te ayuda a ponerte a prueba a ti mismo y mejorar tus reflejos -dije, intentando defender a mi amiga de una forma que a él pudiera resultarle convincente-. De alguna forma, un ataque por sorpresa puede ser un buen entrenamiento. Y como dudo que Nagore pretendiera hacerte daño de verdad, seguiría siendo un entrenamiento tan seguro como cualquier otro -hice una pausa, sin saber muy bien qué decir. O, más bien, cómo plantear mi pregunta-. Entonces... ¿estás seguro de que no puedes estar unido a ella de ninguna forma? Es decir... Esto... ¿Cómo sabes cuándo tu camino está unido al de otra persona? ¿Puedes saberlo? -y, antes de que pudiera contenerme, solté aquello que me rondaba por la cabeza-: Por ejemplo, ¿serías capaz de decir si tu camino y el mío podrían estar unidos?

Al momento me di cuenta de las posibles interpretaciones que mis palabras podían tener, y desvié la vista al plato, ocultando la cara tras una cascada de trenzas para seguir cenando. Pensé entonces que, siendo como era, podía interpretar aquello como un corte en la comunicación, así que, medio a regañadientes, me puse el mechón que me tapaba la cara detrás de la oreja.

Frunzo aún más el ceño con su respuesta. ¿Que aquello que hacía aquella parvus descerebrada era un buen entrenamiento? ¿Era siquiera un entrenamiento? Doy un golpe en la mesa con los puños casi sin darme cuenta, como afianzando mi posición.

—Si quisiera entrenarme por sorpresa iría a practicar al bosque con las bestias salvajes. Si estoy utilizando la sala de entrenamiento que mantenga silencio y se dedique a lo suyo. Además, ningún adversario inesperado vendría a exijir mi descendencia para luego golpearme sin siquiera comprender de qué habla —Reprocho, algo molesto por su punto de vista. ¿Entonces estaba diciendo que no era lo suficientemente hábil? Por supuesto que soy un especialista en ataques por sorpresa.

Tomo aire y suspiro con cierta amargura para tratar de relajarme. Tristán vuela a mi alrededor y me tira del pelo. Ella, que es una niña que juega con muñecas, no tiene ni idea de cómo se hacen las cosas y de cómo ha pasado todo.

Pero, tras mi silencio, me hace una pregunta que pensé sería única pero que, al final, acaba convirtiéndose en un cúmulo de cuestiones.

—Un hombre que se encuentra con una persona ha marcado un pauta. Si se vuelve a encontrar con esa persona, entonces significa que hay algo que deben compartir. Pero esa parvus no se ha guiado por el destino y eso hace que cause problemas —Explico, más mermado y profundizando en mi forma de ver las cosas.

—Massen del sur, ya has aparecido en mi camino varias veces desde nuestro primer encuentro y aquella que no fue propicia traías a la parvus contigo —Reflexiono —Nuestros caminos están unidos porque tenemos algo que aportarnos, pero eso solo se sabrá con el tiempo, al igual que con el nómada. A él, sin embargo, no lo he vuelto a ver más veces, pero sé que volverá a pasar cerca de mí —Acabo mi explicación algo más relajado. Debería entenderlo aunque no lo haga. No importa, yo lo entiendo.

Di un respingo cuando golpeó la mesa, y me mordí el labio. Definitivamente, mi explicación no le había servido en absoluto, y parecía realmente enfadado. Parpadeé al enterarme de que Nagore le había "pedido su descendencia". Era una chica directa, pero... ¿tanto?

-Su-supongo que tienes razón... -dije con voz suave, intentando tranquilizarlo-. Solo piensa que tal vez ella no lo vea así. Quizá... No sé, es muy impulsiva... Pero no creo que tuviera malas intenciones...

Escuché la respuesta a mis preguntas, aquellas que yo consideraba tan peligrosas. Por suerte, su respuesta no fue negativa. Me quedé muy quieta, analizando sus palabras con detalle y cuidado, sin querer perderme nada. Notaba arder mis mejillas y batir mi corazón en el pecho, y aparté la mirada, azorada. Cuando mencionó a Seth, me quedé un momento pensativa. Era cierto, yo tampoco había vuelto a ver al flamma desde hacía bastante tiempo. Me preocupó un poco saber que él estaba en la misma situación. ¿Le habría pasado algo? Sin embargo, en aquel momento había cosas que me preocupaban más.

-Entiendo... -murmuré, más para mí que para él. Me llevé la última cucharada de caldo a la boca y me recoloqué en mi asiento para mirarlo mejor-. Supongo que es una manera lógica de ver las cosas -comenté-. Y espero que tengas razón y tengamos... eh... algo que aportarnos -comenté, parafraseándolo-. Creo que eres una persona curiosa, Follow, el ninja. Alguien particular y... -busqué en mi cabeza para evitar la palabra especial- interesante. Pero creo que... que mi camino sí está unido al de Nagore. Ella me aporta algo. Siento que te cause problemas -añadí, mirándolo a los ojos, resuelta.

Ignoro sus intentos por defender a la parvus. No hay excusas, solo hay formas de hacer o no hacer las cosas.

Me dedico a agarrar al dragón para que no me siga mordiendo por todas partes y este se revuelve entre mis manos. Mientras, Massen habla de que le parezco particular. Quizá no sea como la gente que hay habitualmente por aquí, pero creo que no soy más curioso que el ambiente. En cuanto dice que su camino está unido al de la parvus, asiento.

—El destino tiene caminos inescrutables —Comento para luego levantarme. —Pero espero que sepa manejarlos antes de que esa chica se tropiece en mi andadura —Doy un par de pasos para irme con el dragón aun revolviéndose en una de mis manos, ahora cerradas. Pero me detengo un momento al recordar su forma de venir a hablarme.

—Que la noche sea provechosa —Digo, a modo de despedida, para luego continuar mi camino hasta salir del comedor.

Finalmente, y a pesar de mis esfuerzos, Nagore no ha acabado muy bien parada en la conversación. Aunque no me gusta su actitud, debo admitir que ha marcado una línea clara respecto a ella: no le gustaba y no la quería cerca. Lo sentía por mi amiga, que parecía haberse ilusionado con el chico. Por otra parte, no podía evitar alegrarme de que no me metiera en el mismo saco; parecía, más bien, que con sus palabras Follow había "permitido" que yo estableciese una relación amistosa con él, y después de lo desconcertada que me había dejado en nuestros primeros encuentros, aquello suponía un alivio.

Sin embargo, el chico no iba a cambiar por considerarme un ente amistoso. No tardó en dar nuestra charla por finalizada, y sin mediar palabra se levantó y se dirigió a la puerta. Estaba a punto de expresar un mohín de disgusto, cuando vi que se daba la vuelta para dedicarme una despedida. Abrí los ojos, sorprendida, y correspondí a sus palabras con una rápida sonrisa y una inclinación de cabeza.

Tras verlo marcharse, me quedé un rato más allí, rememorando sus palabras e intentando poner orden a mis ideas. Temía por Nagore, que no parecía contenta por mi relación con el piscis, pero personalmente sí me sentía afortunada. Parecía que empezaba a entender cómo funcionaba el chico.

Al cabo de un rato, decidí que era hora de irme a dormir; se había hecho tarde. Me levanté y salí del comedor, en dirección a los dormitorios.

*Se va*

Entro al comedor relajado y sonriente, con bastate apetito por cierto y saludo enérgicamente a una chica del servicio para pedirle que me ponga un plato de arroz con verduras. Todo es como siempre, aunque hoy la monotonía de Brontë no me resulta pesada como otros días. Mientras camino con tranquilidad veo que una chica de pelo y alas clarísimas está sentada, algo apartada, en una de las mesas del fondo. Agito las alas, algo sorprendido y contento. Es una chica muy guapa, ¿qué hará ella sola por estos lares? Es cierto que hay muchas mujeres guapas guerreando en Brontë, así que quizás su aspecto frágil guarde una capacidad incalculable en la batalla. Como mi Gabrielle, tengo que contárselo en la próxima carta, pero ahora toca ser amable.

Me dirijo a su mesa con una sonrisa amigable y la saludo moviendo un poco las alas.

—Buenas noches, señorita. Veo que compartimos continente al menos. No me suena su cara así que me presento, mi nombre es Heylel y es un placer —Indico haciendo la debida reverencia con una de mis alas y llevándome una mano al pecho. Lo primero es lo primero y la cortesía no debe faltar. Aunque espero que me invite a sentarme antes de que vuela el camarero...

Ya es hora de cenar. La ducha se me ha hecho corta. Pero bueno, ya me rugían las tripas, por lo que voy corriendo hasta el comedor y entro sin hacer mucho ruido, saludando a los amables chicos del servicio con la mano.

-Sam, una tortilla con ensalada, porfa- digo en alto.

Entonces busco un sitio en el cual sentarme. ¡Aja! Feir está allí, por lo que corro hacia ella, pero me tengo que parar en seco al ver que está con el pesado ese, lo que hace que mi saludo sea mas cortés y menos eufórico.

-Buenas noches, Feir, buenas noches... -lo miro de arriba abajo con cara de asco. Sus pantalones flojos y su cara de bobalicón me superan-. Heylel, ¿verdad? -digo, levantando el labio y sentándome a su lado, por no hacerle un vacío tan grande. - Massen me ha dicho que quería verte -le digo al chico-. Para ser su amigo pasas muy poco tiempo cerca de ella -le reprocho, con una sonrisa un poco mala en el rostro.

-¿Qué tal, Feir? ¿Te adaptas? -comento cambiando de tema.

No es que me caiga mal el tipo este, solo que tiene pinta de ser un cotilla de los gordos. Pesao, que es un pesao.

Sonrío muy contento cuando la mujer -porque, a diferencia de las buenas chicas del palacio, de ella la impresión es esa-, tan dulce como parece, se presenta y me ofrece asiento.

—Un placer, es un nombre muy bo-... —Pero la intrusión de la chica parvus que me echó de la biblioteca hace que no pueda continuar hablando con la señorita, como si Fier fuese una objeto de su uso personal. La jovencita -algo maleducada, a me parecer- me informa de que Massen me está buscando y eso me sorprender un poco, con lo que abro los ojos un poco más de lo normal. ¿Acaso no me había rechazado también en la biblioteca por su nueva amiga? Massen nunca me había parecido una de esas niñas, sin embargo, aquellas edades eran muy peligrosas...

—La veré en cuanto pueda, no te preocupes —Respondo, lo más amable que puedo dentro de mi molestia por su tono y, acto seguido, tomo asiento frete a ellas, haciendo caso de la invitación de Fier para que, poco después de su cerveza, me sirven mi plato de comida. Agradezco a la chica del servicio y olisqueo sin que se note. Huele muy bien.

—Veo que ya os conocéis, ¿llevas mucho aquí, Fier? —Pregunto, pero cuando levanto la cabeza de mi plato tras haber cogido los cubiertos veo como la joven mujer se bebe a garrafa medio del enorme vaso de cerveza que tiene delante y me quedo ciertamente helado. Es algo bastante... inesperado. Sin embargo, trato de recuperar rápidamente la compostura y ponerme con mi plato. No soy yo quién de juzgar a una persona por su pasión al beber...