Comedor

-Yo, muy bien - sentencio-. He estado casi toda la tarde en los baños. Es un lugar genial para ponerse mona - digo sonriente.
Al final suspiro y decido que si vamos a cenar todos juntos, es mejor intentar llevarnos bien. O por lo menos, aparentarlo, por lo que me giro a Heylel. - ¿Y tu que, emplumado? ¿Cómo va eso? -digo viendo como Sam viene con mi plato al fondo-. El otro día estábamos haciendo cosas de chicas en la biblioteca, si es eso lo que te preocupa, Don Cotilla -digo tajante. PORQUE EL SECRETO QUE SE HACE CON UNA AMIGA DEL ALMA ES INQUEBRANTABLE, ANTES LA VIDA-. Así que no me importa tener una conversación cordial contigo siempre y cuando no metas tus hocicos donde no debes -comento azuzándome una coleta divertida.

Sam llega y me ofrece el plato. -Aquí tiene, Nagore -dice sonrosadete.
-Muchas gracias, Sam -digo enseñando todos los dientes e hincándole el diente a mi cena.

-Feir, tía, tú a los tíos de Palacio ni caso son todos unos críos -digo con la boca llena, dándole un codazo a Heylel, divertida-. MENOS FOLLOW. FOLLOW es mi novio -miento.

Llegué al comedor sintiendo mis tripas retorcerse de hambre. Era extraño; había comido bien a mediodía, y aún era un poco pronto para cenar, según mi costumbre. Sin embargo, no tenía nada que hacer y había quedado con Nagore en el comedor un rato después, así que no me pasaba nada por ir yendo.

"Follow es mi novio."

Esas son las primeras palabras que oigo nada más abrir la puerta, y me sientan como un jarro de agua fría, hasta tal punto que me quedo quieta en la puerta, petrificada. Nagore, sentada en una mesa, hablaba animadamente con dos aethers. Uno de ellos era Heylel; la otra era una chica desconocida. Por supuesto, era ella la que acababa de hablar. Mi última conversación con Follow contradecía su afirmación, pero me asedió la duda. ¿Y si Follow había mentido? ¿Y si intentaba protegerme o, sencillamente, pretendía reírse de mí? Tragué saliva.

Avancé hacia ellos arrastrando los pies, y mi repentino desánimo no fue suficiente para no reparar en la larguísima cabellera de la desconocida. Le dirigí una mirada lánguida, incapaz siquiera de sentir envidia. Todo lo que pude pensar fue en el escándalo que hubiera montado mi abuela si llega a ver semejante melena. En dos minutos, habría acabado con ella, alegando que sería un nido de piojos.

Forcé una sonrisa, intentando no mostrar tan mal aspecto, y me acerqué a ellos.

-Buenas noches -saludé como un autómata-. Con permiso.

Y tomé asiento junto a ellos. Ni siquiera me di cuenta de que una joven del servicio estaba detrás de mí, con expresión interrogante. Cuando me di cuenta de que esperaba que le pidiera algo, murmuré un par de frases ininteligibles. Se me había pasado el hambre. Finalmente, acepté un vaso de chocolate con galletas que me propuso con un vago gesto de cabeza.

Los comentarios de Nagore me ofenden un poco. ¿Yo, cotilla? Por favor, ni que ella pudiese quejarse, ella que va corriendo por todas partes contándose secretitos con Massen. Yo me preocupo por la gente a la que aprecio, como cuando Inger y Rick no eran capaces de demostrar sus sentimientos. Cierto, ¿qué sería de la adorable pareja? ¿Y ese Corbin? Lo de aquella liga de Inger aún me tiene algo sobrecogido.

—Gracias por tu "amabilidad", Nagore, estoy muy bien. Y disculpa si os interrumpí en la biblioteca, pero por el momento no tengo el don de la oclumancia —Respondo, con el ceño fruncido y tomando un bocado de mi plato. Pero la amabilidad y calma de Fier se sobrepone al incordio de la chiquilla y me hace volver a soreír. Su calma y belleza me recuerdan tanto a Gabrielle... Ah, ella y su preciosa sonrisa paseando y mirando hacia atrás mientras se aparta un mechón de pelo mecido por el viento de las flores embravecidas. Doy un suspiro encandilado por los pensamientos de mi bella esposa y vuelvo al mundo en cuanto escucho a Nagore decir unas palabras muy curiosas.

¿Follow? Un nombre curioso y ¿su novio? Vaya, eso sí que era una noticia. No me imagino a ningún chico que reuniese los requisitos para emparejarse con la parvus con lo que, disimuladamente, escucho sus comentarios mientras sigo comiendo. Pero una aparentemente desanimada Massen llega y nos saluda y, aunque mi sonrisa se amplia por verla, en seguida desaparece cuando se sienta a mi lado con la cabeza gacha. Cierto, quería hablar conmigo. ¿Estaría triste por ello? ¿Sería una disculpa? ¿Estaría disgustada por interrumpir aquellas "cosas de chicas"?

—Buenas noches, señorita. ¿A qué viene esa cara larga? Me han dicho que me buscabas. Espero que no sea por eso...—Observo un momento a Fier -que ahora parece distraída mirando a otro lugar- tras preguntar a Massen. Sería un bochorno, la verdad, porque quedaría como un... No sé, un mal hombre.

-Bueno, pero a ti te lo digo con amor- digo riendo estrepitosamente y aceptando su presente contenta.

Massen hace acto de presencia, pero su cara refleja angustia y abatimiento, como si hubiese esperado durante días para conseguir un hueco en la plaza del pueblo para ver a Prustin Rieber y se hubiese quedado fuera. - Hola Massen - digo dándole un bocado a mi plato. - ¿Cómo va "todo"?-pregunto resuelta, haciendo referencia a sus estudios, sobre todo.
Me preocupo realmente porque aprenda rápido.
-Te noto un poco apagada. Te apetece quedar mañana?- le pregunto son ningún pudor.

FdR: cutrepostillo~

Me sentí un poco mal al ver que todos parecían tan preocupados por mi estado de ánimo. Me forcé a cambiar de actitud. No estaba allí para aguarle la fiesta a nadie. Ensanché mi vaga sonrisa.

-Oh, lo siento... -comenté, quitándole importancia a la situación con un gesto-. Solo estoy un poco cansada. Nada grave.

Me volví hacia la desconocida, ladeando la cabeza con cierta curiosidad.

-Me llamo Massen Dew -me presenté-. Es un placer.

Me volví hacia Heylel con aspecto interrogante.

-¿Buscarte? Pues... No recuerdo ahora si quería algo... Aunque bueno, siempre es un placer verte -esperaba que mi comentario disculpara la actitud de Nagore de la última vez. Me volví hacia ella con cierto brillo de rebeldía en los ojos, pero conservando mi actitud habitual-. Sí, muy bien, gracias. ¿Qué tal tú? ¿Hay alguna novedad que no me hayas contado? -esta última pregunta guardaba un cierto tono de reproche-. Sí que me gustaría quedar. Ha mejorado el tiempo, podíamos ir al lago -comenté.

Sin apenas darme cuenta, había recuperado algo de mi humor habitual. Cuando llegó mi frugal cena, di las gracias a la chica que me sirvió y ataqué las galletas y el chocolate en seguida.

Ignro el comentario de Nagore porque no me creo una palabra. Le costará mucho tratar de conseguir mi aprecio, no como a la pequeña Massen que, desde un principio, me pareció un encanto.

Ella dice que solo está cansada y seguidamente que se alegra de verme y no tiene nada que decir. Eso hace asomar mi curiosidad, sin embargo, me alegra mucho ver que no me tiene ningún tipo de rencor y que no me toma por un adulto molesto y anticuado. Le paso una mano por la espalda para reconfortarla.

—Bueno, eso me alegra mucho. Debes descansar entonces, ahora ya eres una mujercita y tienes que cuidarte bien para estar fuerte —Comento con una sonrisa complacida antes de soltarla.

Me fijo de nuevo en la distraída Fier y miro su bonita pulsera. Me apetece acercar la mano y echarle un ojo para ver el trabajo con el que se ha llevado a cabo. Yo trabajo más con piedras que con cueros, pero también conozco su manufactura. Sin embargo, mi curiosidad se ve aplacada por la falta de confianza y decido no hacer nada más que un simple comentario.

—Una bonita alaja, Fier —Comento con amabilidad, señalando la pulsera con la cabeza. Me fijo en los enormes ventanales para aproximar la hora que será y, al ver que ya es noche cerrada, apuro lo que me queda de la comida y me dispongo a bandonar la productiva conversación sobre ese tal Follow. Es una pena, pero he de escribir a Gabrielle antes de acostarme.

—Bueno, señoritas, un gran placer cenar con ustedes pero, si me disculpan, me retiro ya a mis actividades —Me pongo en pie y sonrío a las presentes. —Un placer conocerla, Fier —Digo a la bella aether. —Y vosotras dos no os metáis en líos —Muevo el pelo de Massen con una mano y le dedico una mirada más seria a Nagore. —Buenas noches —Y, contento como había entrado, camino hacia la puerta de salida para dirigirme a la biblioteca y, posteriormente, a descansar.

*Se va*

Su pregunta, pero sobre todo su inquina me asustan y creo que ya intuyo por donde pueden ir los tiros de su malestar, por lo que trago saliva ciertamente incómoda.
Creo que voy a tener que controlar mi tono de voz...
Pero como dice que sí que le apetece quedar, sonrío aliviada. - Me encantaría ir al lago contigo. Podríamos buscar cosas en él- digo argumentando un plan. -Sin embargo, deberás enseñarme a bucear. Es que me da un poco de... bueno... m-i-e-d-o- deletreo en bajo.


El aether se despide y yo le hago una pedorreta y me bajo el párpado derecho con el índice cuando se despide de mí.- Mememe - le digo, aunque con un tono cómico. -Eso, vete a dormir, que ahora esto es una reunión de chicas- dijo riendo.

-Feir, ¿siempre eres así de callada? - río.


FdR: siii... bucead... para encontrar bolsas de Silvanus perdidos... si.. XDDD

Me despedí de Heylel contenta de comprobar que su relación conmigo no había empeorado en absoluto. Me inquietó el último comentario que me dirigió, sin embargo. Desvié la mirada y me ruboricé levemente. No me gustaba mucho aquello de "mujercita".

Cuando se fue, me volví hacia Nagore mientras comía, asintiendo a sus comentarios.

-Claro, así te compenso... Ya sabes... Eso -comenté en voz baja, contenta de encontrar algo con que pagarle el favor que me había hecho. Me molestaba, sin embargo, que no hubiera respondido a mi comentario. Decidí picarla un poco, por si había suerte, y mostré para ello la cara y tono más inocentes que pude encontrar, hablando de nuevo en un volumen normal-. ¿Has visto a Follow últimamente? Yo me lo encontré el otro día precisamente aquí, en el comedor. Parece que al final se le podía confiar el cuidado de Tristán. El dragoncito está la mar de contento con él. Seguro que a Silvanus le gustaría saberlo.

-Eeeeh... bueno... -me entra una risa nerviosa-. Lo vi el otro día y... bueno, no sé, es que estoy tan ocupada que no sé si lo he visto últimamente -digo levantándome, nerviosa-. Me parece perfecto que se haga cargo del dragón -digo incómoda. Massen va a por mí con toda la artillería y no quiero empezar una discusión o charla seria delante de nuestra nueva amiga, aunque parece un poco tonta... Igual le faltó oxígeno al nacer. Siempre está mirando para el aire, como se descuide, se le caerá la cabeza en la jarra de cerveza.

Bostezo de una forma fingida y miro rauda a ambos lados. Quiero escabullirme de aquí ya. -Bueno, Massen, pues ya hablaremos - digo haciéndole gestos de que no quería hablar en aquel lugar de Follow, tanto por Fier como por Follow propiamente. ¿Y si aparece? No, no.

-Me retiro. Hasta mañanaaaa -digo guiñándole un ojo y saliendo escopeteada del lugar.

*se va*

Nagore se escabulló rápidamente y yo la dejé ir, sonriendo y asintiendo a sus palabras. No pensaba empezar una discusión seria. Su reacción apurada me hizo pensar que, probablemente, era ella la que mentía. Y aquello, a decir verdad, era un auténtico alivio. Suspiré.

No molesté más a Fier, que parecía muy ocupada en sus propios pensamientos. Yo, también sumergida en los míos, terminé sin prisa mi cena. Reinaba el silencio, pero no era un silencio incómodo. Terminada mi cena, me levanté.

-Es tarde -comenté a la aether-. Creo que yo también me voy a dormir. Buenas noches, Feir. Encantada de conocerte.

Y, sin esperar una respuesta, me fui del comedor.

*Se va*

Para cuando entré en el comedor, mi humor había mejorado bastante. Toda la tensión parecía haberse deshecho, dejando tan solo placidez como rastro. Por supuesto, no me había olvidado de todo lo que había pasado, pero sí lo había asimilado, encontrando nuevas fuerzas y mejorando mi posición respecto al asunto.

Me senté a cenar de frente a la puerta. Después de tanto ejercicio, me apetecía comer algo de carne, y así se lo hice saber a la chrysos que vino a atenderme. Pronto tenía mi plato frente a mí y me hallaba sumida en mis pensamientos.

*Se queda*

Después de una cena abundante, con la energía repuesta, decidí ir a acostarme.

*Se va*

Zacharyas comía frugalmente mientras pasaba con lentitud y atención las páginas del libro.

"La joven, llamada Mathe, era frágil como el más delicado vidrio. Tenía la espalda estrecha, el cuello delgado y los dedos largos y finos, casi infinitos. El largo cabello ondulado y marrón le caía sobre la espalda sin orden, y sus ojos azules y grandes brillaban cada vez que le daba el sol..."

Zacharyas sacudió la cabeza varias veces. ¿A quién importaba cómo era aquella mujer? Al fin y al cabo, la belleza era tan relativa como el resto de las cosas.
Tomó de nuevo alimento y prosiguió.

"Matthe fue atada y amordazada, su cabeza fue cubierta por un saco y, sin poder evitarlo ella ni su padre, fue llevada en sacrificio frente s a la puerta de Asesino. Allí la dejaron, inmóvil e indefensa, tirada como un animal enfermo, y aunque algunos lloraban mientras se iban, pues grande era la belleza que iban a perder, ninguno se atrevió a mirar atrás ni a recogerla, con lo que allí quedó, sola, bajo la sombra del castillo..."

*se queda leyendo y comiendo*

Entré en el comedor con el semblante serio y taciturno. Me encontraba bastante bien aquella mañana; la ola de frío que había atacado a mi espalda con furia parecía haberse retirado ya, y aunque la temperatura seguía siendo de invierno, había subido un poco. De todas formas, mis alas seguían tan entumecidas como de costumbre, y eso me fastidiaba enormemente.

Me senté en una de las mesas, ocupada ya por un caeruleus que parecía inmerso en su lectura. Decidí dejarlo tranquilo y encargarme de mis propios asuntos. Cuando un joven chrysos se acercó a preguntarme qué quería tomar, no pude evitar una divertida sonrisa, y le pedí un poco de queso con membrillo. Me hubiera gustado ver la cara de mi familia si me estuvieran viendo en aquel instante. Sería digna de retratar.

*Se queda*

Zacharyas percibió que alguien se sentaba frente a él. Dio un mordisco a la manzana que comía, acabándola, y terminó la página antes de alzar la vista para mirar al desconocido.

-Buenos días -dijo al desconocido, sonriendo como pudo.

Lo examinó un momento, aunque no quería ser maleducado. Le llamó la atención la piel de sus alas, pero no quiso hacer ninguna referencia ni clavar sus ojos en ellas, pues ello podía acarrearle fama de maleducado.

Justo en el momento en que llegaba mi desayuno, el caeruleus alzaba la vista de su libro para saludarme. Correspondí al saludo con una inclinación de cabeza, sin llegar a pronunciar palabra.

Ahora que podía ver bien su cara, tuve que contener una torva sonrisa. Me preguntaba si se encontraría mal o aquel era su aspecto habitual. De alguna forma, tenía la sensación de haber encontrado, sin proponérmelo, un compañero de dolencias. Era pálido, lo cual podía atribuirse perfectamente a su raza, pero sus enormes ojeras daban un matiz febril a aquel otro rasgo. Su sonrisa correspondía a la perfección con el resto de su aspecto.

Me preguntaba si, en un alarde de compasión o empatía, aquel hombre habría estado dispuesto a arrancarme las alas de cuajo. Tenía el aspecto de una persona dispuesta a hacerlo. Desde luego, sería una escena más que memorable.

Se sucedieron algunos segundos bastante incómodos para Zacharyas, pues se debatía entre mirar o no las alas de aquel hombre y,además, al no haber sido saludado siquiera, se sentía como si no hubiese lugar para conversación posible.

Se rascó la cabeza con la mano y carraspeó, como solía hacer. Había mucha gente desconocida rondando aquellos días.

Inspiró por la nariz. Cuando alguien se sentaba junto a otra persona solía ser para intentar relacionarse, así que no era capaz de comprender por qué aquel extraño lo ponía a prueba de aquella forma, tentándolo pero sin responder a sus palabras.

Nervioso, regresó sus ojos al libro.

El fantasmita estaba algo nervioso, o al menos esa era mi impresión. Un curioso individuo, desde luego. No tardó en desviar la vista de nuevo hacia su lectura, y me pregunté si querría algo o aquel saludo había sido simplemente una cortesía.

Tomé el queso y el cuchillo y comencé a cortarlo con delicadeza y cierta parsimonia. El queso era tierno y se dejaba trocear con suavidad. No pude evitar una pequeña risa al imaginar un trozo de músculo en lugar del queso. Aunque, por desgracia, la carne no se dejaba cortar con tanta facilidad.

Levanté la vista hacia el caeruleus mientras colocaba el trozo de queso sobre un poco de membrillo.

-Soy Cierzo -dije, secamente. Al menos habría que darle una oportunidad a aquel alma en pena.

Zacharyas apretó la mandíbula al escuchar el nombre del extraño, pero no por incomodidad, sino que estaba conteniendo una sonrisa y, quizás, un suspiro de alivio. Elevó de nuevo sus ojos oscuros y revisó al extraño.

-Yo soy Zacharyas -respondió, tratando de emular el comportamiento seco de aquel desconocido.

Observó cómo los cubiertos cortaban, como si aquello fuese tan entretenido que no hubiera podido desviar la vista aunque hubiese querido.

El aura de aquel tipo lo ponía nervioso. No sabía por qué, pero de alguna forma le recordaba a sí mismo. A la parte que ocultaba al resto; esa parte más oscura que le habían obligado a doblegar.

Aunque quizás, pensó, solo fuesen impresiones suyas.

Asentí con la cabeza, en un gesto casi aburrido. Zacharyas, el espectro. Un personajito la mar de interesante, o al menos eso parecía. ¿Sería por dentro tal y como parecía por fuera, o guardaría aquella clase de corazoncito sentimental y agradecido del que tanto decía su madre que todo el mundo tenía? En cualquier caso, tenía pinta de ser una persona con un trasfondo muy, pero que muy divertido.

Tomé el trozo cortado de queso con membrillo, me lo llevé a la boca y mastiqué despacio, saboreándolo. No había nada más reivindicativo que un desayuno frugal. Casi me satisfacía más lo que aquello implicaba que el propio desayuno en sí. Tragué el bocado y continué con el siguiente.

Siendo del todo sinceros, tal vez me equivocara con respecto al fantasmita. Decidí darle la oportunidad de demostrarme que me equivocaba.

-Es un placer, Zacharyas -dije, intentando sonar animado, aunque sin conseguir abandonar del todo el deje amargo habitual en mi voz-. ¿Lleváis mucho tiempo en este lugar?

Asintió con cautela. Aquel individuo de apariencia infeliz le transmitía sentimientos contradictorios.

-Ya llevo un tiempo, aunque no sé si tendré la visión distorsionada, pues poco he hecho desde mi llegada.

Otra vez, alguien lo trataba de usted. No estaba acostumbrado. Zacharyas era hijo de un herrero y una partera y no terminaba de verse cómodo en esos lenguajes señoriales que a su familia muy lejos le quedaban, pero no quería hacer el ridículo, como había hecho con Fier, y además aquel hombre le transmitía menos seguridad, así que, serio, correspondió a su pregunta con la propia.

-Podría preguntaros lo mismo. No os he visto antes. Habéis llegado hace poco, si no me equivoco.

El otro había preguntado si él llevaba mucho allí, por lo cual no debía de llevar demasiado tiempo en palacio. De lo contrario, de llevar Cierzo viviendo en Brönte varios meses, la pregunta sería "¿Habéis llegado hace poco?", pues lo extraño habría sido no toparse en ese tiempo.

Así lo pensaba Zacharyas, al menos.

FdR: Tranquilidad en las masas, no vengo a interrumpir >/////<