Comedor

Vago nervioso cuando mis ojos interceptan algo inaudito. Dos pelirrojos se besan. No conozco a ninguno, pero esta es la primera vez en mi vida que veo a dos personas besándose. Enseguida me noto enrojecer.
Los movimientos que hacen son extraños, acompasados, agresivos... Son interesantes... La verdad es que...

Agito la cabeza varias veces. ¡Pero Jun! ¡¿Qué haces?! Menuda falta de respeto, por Mithos... Esto es demasiado para mí... No es lugar para alguien como yo.


*huye del comedor XD*

Aquella lluvia. Aquel frío. Aquel mal tiempo se me colaba como una garra helada hasta los huesos, provocándome un agudo e insoportable dolor. ¿Dónde estaba el verano? ¿Por qué tenía que empeorar de nuevo el tiempo? ¿Cuándo terminaría toda aquella tortura?

El dolor era tal que había pasado todo el día retirado, buscando la soledad para poder relajarme y sufrir en silencio. Pero, llegado un punto, aquello ya no funcionaba. Necesitaba otra cosa. Quizá todo lo contrario. Una distracción suficientemente fuerte como para hacerme olvidar aquel terrible dolor.

Con no demasiado buen aspecto, me presenté finalmente en el comedor, desesperado por encontrar algo que me hiciera deshacerme de aquel suplicio. Tomé la primera jarra de cerveza que encontré cerca y di un buen sorbo. Quizá el alcohol hiciera remitir el dolor... Además, debía admitir, aquella cerveza era muy buena, y eso que la cerveza no era la bebida más habitual en la corte.

Me perdí entre la multitud, mirando alrededor, hasta dar con una cara conocida. Formé una mezcla entre mueca de dolor y sonrisa y me acerqué a Gerald.

-Buenas noches -saludé a él y a su acompañante.

-¡Eh!- exclamo molesto cuando el tal Corbinco Bincorbin (menudo nombre tonto, dioses) me retuerce el brazo en la espalda. Ahí ha estado rápido, sí señor. Cuando me suelta le saco la lengua, dispuesto a dedicarle un par de improperios, cuando el beso de los pelirrojos me llama la atención. Se me abre tanto la boca que creo que se me va a desencajar la mandíbula.

- Pero, pero... ¡¿has visto eso?!- exclamo sacudiendo a Corbinco del brazo-. ¡Se están be-san-do! ¡Él y la pelirroja" Pero entonces la aether rubia ¿qué...?- no logro ordenar mis pensamientos. Este tío sí que sabe cómo tratar a las mujeres. Guau. No me extraña que vaya a lograr convencer a la rubia de que nos veamos los tres. Doy otro trago a mi cerveza, e indico al claritas que haga lo mismo. Yo no olvido mis misiones por un par de tetas y una boca dispuesta.

Me despido de Heylel, que se dedica a dar alguna que otra vuelta por la sala, y me giro hacia otro grupo de personas. Identifico a Corbin a lo lejos y lo saludo con una leve sonrisa y un movimiento de cabeza. Me acerco un poco, aunque la grotesca visión de la lengua de Rick haría que cualquiera se alejase, así que me quedo a medio camino.
Es cierto que he venido a la fiesta por acuerdo con el claritas, pero no quiero que mis ojos sufran de ver a Dehnel... Y pensar que mis labios tocaron los suyos una vez. Vale, sí, fue por joder, pero ahora que lo veo así...

Me estremezco. Qué falta de discreción.

Abrí la boca para corregirlo, puesto que nos habíamos visto por última vez la noche que rescatamos a Jun, pero al final me callé. Para él, la noche había acabado en que Alehyss lo obligara a "vigilar a los enemigos caídos". Y, dada su disconformidad al respecto, decidí que no era buena idea recordarle aquello.

Miré alrededor. La gente reía, bebía, la música había vuelto. Me encogí de hombros. ¿A qué había ido allí?

-Supongo que sí... -respondí, sin entender muy bien el motivo de la pregunta.

Me preguntaba dónde estaría Nagore. Tanta emoción con la fiesta, con qué iba a hacer y cómo iba a ir, y al final ni la había visto. Me pregunté si habría encontrado a alguien interesante en aquel "campo de nabos", como ella decía. Al final, concluí que prefería no saberlo, y que pese a ello lo sabría la próxima vez que la viera.

Corbin frunció el ceño, sin entender muy bien las palabras del flamma. Tanto alcohol empezaba a desorientarlo. Y lo curioso era que el alcohol que lo desorientaba no estaba en su sangre, sino en la de otros.

Decidió ignorar el comentario del pelirrojo, que al fin y al cabo no tenía sentido para él. Sin embargo, una parte de su mente daba vueltas a si la auténtica dama sería Inger o aquella tal aether rubia.

Un poco más allá, vio un rostro conocido y a alguien que lo saludaba. Un brillo de reconocimiento acudió a sus ojos.

-Si me disculpas -dijo al flamma. Los otros dos parecían un poco ocupados para disculpar a nadie.

Esquivando a la efusiva pareja, se acercó a la chrysos.

-Vaya, ya no sabía si aparecerías por aquí -alzó la copa y dio un sorbo, casi tan diminuto como el primero, más por imitación de lo que veía a su alrededor que por verdadera gana de tomarse aquello.

Entro con la respiración agitada abriendo la puerta de par en par.- ¡Ya está! Ya estoy guapa de nuevo- digo taconeando con pequeños pasos, dirigiéndome corriendo para abalanzarme contra Rick, de un salto, sin importarme lo que estuviera haciendo, llenándole la cara de besos. -~Me has echado de menos, Ricky?~ Jajajaja- río y me quedo colgada de sus brazos. 



e,e nu che puner spoier ;^;

Gerald mostraba su habitual buen humor y entusiasmo, que contribuyó a relajarme un tanto. Tras corresponder a su abrazo, hice un gesto con mi jarra al parvus que me señalaba y di un amplio sorbo.

-Un placer, Erl. Yo soy Cierzo -me presenté, antes de volverme de nuevo a mi amigo.

Hice una mueca y un leve encogimiento de hombros. De nuevo, bebí de mi jarra, casi vaciándola ya.

-Ya sabes cómo es esta condena que cargo a la espalda, como empeore un poco el tiempo empieza a dar guerra -repuse, en un tono que insinuaba que prefería no hablar de ello-. Por eso he tardado en aparecer, pero he llegado a la conclusión de que será mejor que lo ignore y haga algo que me distraiga.

Apuré la jarra y la dejé sobre la mesa. Hice un gesto a una joven del servicio, pidiendo que me la rellenaran.

Me alegra verlo acercarse. Con este hombre nunca sabes si tiene alguna apetencia, aunque solo sea por charlar, o si simplemente no tiene sentimientos, emociones ni ningún tipo de impulso.
Enarco una ceja, entretenida.

-Ya llevo aquí un buen rato, aunque no por esta zona. Estuve un poco más allá -comento, haciendo un gesto vago cuyo objetivo es ilustrar aproximadamente mi zona anterior-, hablando con Heylel.

Mis ojos, lejos de mirarlo mientras hablo, terminan en Massen, que sigue con ese niño un poco idiota, Follow... Me pregunto qué le verá. Aunque, bien pensado... Si me preguntase qué le vi a cada uno de los hombres con el que he estado alguna vez ni toda la sabiduría del mundo me ayudaría a responderlo.
Al observar un poco más me doy cuenta de que el chico del pelo blanco ya no está aquí. Qué frustrante... En algún momento se habrá ido, supongo. No era más que un niño. Vaya descuido por mi parte.

Clavo mis ojos en Corbin.

-¿Qué tal la experiencia?

No me pasa desapercibido su pequeño sorbo, casi tímido, por lo que doy yo uno a mi bebida, algo más largo. Es una especie de experimento.

No me lo puedo creer. ¡Corbinco me ha dejado tirado para ir a hablar con una tía! ¿Pero qué problema tienen aquí los hombres? ¿No saben socializar si no es con la chorra? Todo el mundo parece felizmente acompañado, y las pocas personas que conozco en la sala están ocupadas.

- Menudo ajjco de to'- murmuro, mirando en derredor a ver qué se cuece por ahí. Finalmente observo a un parvus que no había visto nunca sentado muy cómodamente en una silla. Siento un pinchazo de envidia y me dirijo hacia allí. Arrastro una silla y me siento a su lado, abrazando mi cerveza-. No me gusta esta fiesta. Todos me dejan solo por ir de caza- tiendo la mano libre sin que apenas me falle el pulso-. Soy Narbe.

La cabeza me daba vueltas mientras mi boca se mezclaba con la de Inger. Realmente, todo sabía a cerveza y algo más dulce. Quizás lo que ella había bebido. De todos modos, ya fuese por el alcohol o por mi increíble virilidad, las miradas no tenían importancia para mí. Era como un guerrero desatado enfrentándome a un ejército que temía a los besos, la lengua y el placer, y esgrimía mi arma del amor con una capacidad suprema.

Algo me interrumpió, colgándose de mi cuello y no haciéndome caer por los pelos. Traté de enfocarla, pero fue bastante difícil. Era como una prueba de distinguimiento de espejonismos o algo así...
La extraña cosa pequeña me besaba.

-¿Qué pasa? -pregunté desorientado.

Casi en un gesto reflejo, tomé la copa que Follow me tendía y me la llevé a los labios. Hice un gesto extraño, ante su fuerte sabor. La garganta me picaba un poco. Miré a Follow, tratando de disimular mi mueca.

-¿Qué es? -pregunté, bajando la vista a la copa, sin saber muy bien si volver a dar un sorbo o devolvérsela.

Entonces Follow me señaló a Nagore, que acababa de entrar con un elegante modelito. Sentí que me sonrojaba un poco al recordar mi aspecto descuidado. Para colmo, parecía absolutamente desenvuelta. Quizá demasiado, deduje al ver cómo se abalanzaba sobre Rick, que en aquel momento estaba... ocupado. ¿Rick e Inger estaban juntos?

-Creo que no me echa de menos... -repuse, desviando la vista de aquella surrealista escena, un tanto incómoda. Al final, me animé y di otro sorbo a aquella bebida, con un resultado similar al anterior.

Lo vio sentarse a su lado y le sonrió. - ¿Sabes lo que pasa?- digo señalando al grupito con el índice y acercándome al flamma- Que auí hay mucho cazador que vende la piel del bismonte antes de cazarlo ejeje pero ya verás, hoy las habitaciones de los hombres parecerá un campamento de tiendas de campaña- río, con ganas.
- Y dime, Narbe... ¿Acaso tú no ligas? Hay bastantes chicas y, sino... - se encogió de hombros- siempre están las chicas del servico, supongo. Dijo contento- Soy Errald. Un placer.

Cuando Rick se separó, fruncí el ceño, confusa. ¿Qué le pasaba? ¡Si había empezado él! ¿Por qué se apartaba? Por suerte, no tardé demasiado en descubrir el motivo: la parvus de antes se había colgado de sus brazos, y lo besaba.

Claramente molesta, la miré.

—¿Te importa irte? —gruñí—. Por si no te habías fijado, cosa francamente difícil, estábamos ocupados. Así que agradecería que fueses a otro sitio, lejos.

Miré a Rick, esperando que me diese la razón o algo.

Corbin asintió lentamente, echando un vistazo general. Vislumbró, efectivamente, a Heylel un poco más allá, al parecer paseando sin rumbo fijo. Y, de paso, repasó toda aquella escena caótica a la que llamaban fiesta. Era un entorno de lo más curioso y variopinto.

Se volvió finalmente hacia la chrysos.

-Bastante interesante -calificó, con tono no muy convencido-. Aunque he extraído poca información. Las conversaciones giran en torno a elementos muy primarios -. Bajó la vista a su copa-. Especialmente el alcohol...

Echó un nuevo vistazo, evaluando todo aquello.

-¿Es siempre así de desordenado?

Río contenta y no paro de comerle la cara de Rick a besos.- ¿A que estoy guapísisma, Ricky?- digo contenta. 
Sin embargo, veo a la pelirroja.- Oye, si no te importa... ¿puedes irte?-digo con mala cara, ya que antes de que yo saltase, ella lo estaba besando- Ahora es mío. Aunque sea un rato- digo guiñándole un ojo a esa mojigata, volviendo a Rick para darle un morreo de los buenos.

En lo que Gerald hablaba, di un nuevo trago a mi segunda jarra. Después, lo miré, con aspecto exageradamente ofendido, mirando alternativamente a Gerald y a la tal Alehyss.

-Oh, qué crueldad -repliqué, llevándome la mano libre al pecho, encima del corazón-. La amistad abandonada por una joven de piel como la noche. Ya que te fuiste a vivir a Caligo, imaginaba que las preferías más pálidas. Si llego a saberlo, me habría sacrificado para dejarte vía libre. Aunque siempre puedo ahogar mis penas en cerveza en lo que vas a conquistarla. Un negrito no podrá contigo...

Ante el comentario sobre la otra noche, me encogí de hombros.

-Hablas como si nos hubieras estado evaluando con atención -bromeé, antes de llevarme la jarra de nuevo a los labios-. Bueno, Fier es bastante especialita, pero cuando quiere es un encanto. Aunque por lo que sé ya la conocías, así que supongo que no hará falta que yo te lo diga.

FdR 

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