Sala de entrenamiento

Conseguí recuperar la compostura apoyando una mano en el suelo y concentrándome en respirar bien. Zacharyas se levantó y me ofreció subir a su espalda. Con manos temblorosas y algo vacilante, agarré su capa y me medio arrastré hacia él, agarrándome fuertemente a su espalda y, una vez sobre ella, a su cuello. Con una sonrisa algo perdida, le di un beso en el pelo y cerré los ojos, agotada.

La ayudó a subir. Creía que la muchacha pesaría menos, pero al parecer la masa corporal de los parvus era más densa. No obstante, era ligera. La subió con facilidad a su espalda sujetándola por las piernas. También le resultaba gracioso su pequeño tamaño, en comparación con el de él.

Parecía cansada, aunque Zacharyas no sabía si sería por la herida o por la energía que aquella niña debía de consumir a lo largo del día, pues, por lo que había visto de ella, su energía tenía que quemarse más rápido que un cadáver en un mar de llamas.

Le sorprendió el beso que ella le dio, supuso que por gratitud, en la cabeza. Sin decir nada más, para que pudiera descansar, comenzó a caminar para llevársela a un lugar más apropiado para el sueño.

*se van XD*

Entro en la sala de entrenamiento con un morral y dejo lo dejo, junto con mi kusarigama, a un lado.

- Hoy sin ti -murmuro.

Respiro hondo y doy vueltas por la sala, buscando algo con lo que entrenar. Desde hace unos días, ya antes de hablar con Lyam, la sangre me hierve, y ya que no puedo descargar mi ira contra algún enemigo debo dejar salir alguna de la tensión que hay en mi cuerpo.

Muevo el cuello hacia ambos lados, haciéndolo crujir. Al final he escogido un muñeco de madera con forma humana de esos que hay por aquí.

Regreso al lugar en el que dejé mis cosas y tomo el morral, del que saco dos largas tiras de tela blanca. Hago lo mismo con cada una: las utilizo para envolver mis nudillos, asegurándolas bien. Luego muevo los hombros hacia atrás varias veces.

No quiero lesiones, así que caliento un poco. Troto por la sala, salto en el sitio varias veces, hago algunos ejercicios concretos (abdominales, lumbares, flexiones...) y tras un rato considero que es suficiente. Ahora empieza el entrenamiento de verdad.

Me acerco al muñeco a medio metro de distancia y giro a su alrededor. Finalmente me detengo y golpeo su supuesta cara con la diestra. Un golpe seco. Sonrío. Apoyo todo el peso de mi cuerpo sobre la pierna izquierda, alzándome levemente sobre la punta, y hago que la derecha salga disparada, dibujando una trayectoria circular, también hacia su cabeza. Una vez la golpeo y mi pierna vuelve al suelo golpeo su vientre con la izquierda, ya preparada, y me impulso hacia atrás y arriba, saltando gracias al muñeco. Utilizo el impulso logrado por la dureza de la madera, combando mi cuerpo desde el inicio el salto y cayendo nuevamente de pie a un par de metros, con la pierna derecha conscientemente adelantada para un nuevo impulso con el que me lanzo contra mi oponente.
Corro hacia él con el cuerpo semiinclinado, y al llegar a su lado salto para pisar su rostro con ambas plantas de los pies, primero con una y lueogo con otra. Caigo, retrocedo y me lanzo de nuevo. Esta vez al ir a golpear su cuerpo me desvío impulsándome con la izquierda para esquivarlo y luego con la derecha para ponerme a su espalda y dar un giro semicircular, de forma que quedo frente a su nuca. No aguardo ni un momento y doy un codazo junto en la zona inferior a sus costillas, más o menos a la altura de sus riñones. De ser una persona, probablemente se inclinaría, con lo que alzando una pierna golpearía su cabeza ladeada de arriba abajo y, en caso de que cayera, pisaría su cuello hasta la rendición o la muerte. Sin embargo, al ser un muñeco de madera esto me es imposible, por lo que tras el codazo me retiro.

Continúo probando más ataques, tratando de calcular cada movimiento al milímetro, y descargando mi ansiedad con el muñeco. Tras estar un buen rato entrenando, estiro un poco, recojo mis cosas y abandono el lugar.

*se va*

Llego a la sala de entrenamiento y estiro un poco para ponerme a entrenar un poco. La verdad es que luchar tu solo tampoco está mal... mas que nada es mantenimiento.

*se queda*


al cabo de un rato, decido irme.

*se va*

Entro en la sala de entrenamiento para calentar un poco. Tengo que seguir mejorando. Llevo bastante tiempo aquí y no quiero que mis esfuerzos caigan en saco roto, así que me quedo entrenado

*se queda*

FdR: que venga quien le de la gana y con quien quiera xD

Paseaba por los pasillos cuando escuchó un ruido en una de las habitaciones. Como no tenía nada mejor que hacer (caminaba sin rumbo con el único objetivo de despejar un poco su mente), decidió acercarse para comprobar quién estaba en la estancia.

Al entrar en la sala de entrenamiento, sus ojos se encontraron con Silvanus Kettleburn, que parecía estar calentando para empezar a entrenar de un momento a otro. El chrysos alzó ambas cejas y torció una sonrisa, jocosa, al ver al saltar. Luego cruzó los brazos y habló:

—Se te ve concentrado, ¿huh?

Su voz me distrae y ceso en mi calentamiento. Le veo y sonrío.
-Hola Lyam- digo gracioso. me acerco dando saltitos pequeños y lo rodeo dando una vuelta. -¿qué tal?- digo riendo por lo bajini.
Es la primera vez que lo veo desde que Alehyss me dijo que había tenido relaciones con el- se te ve contento- digo levantando los brazos y haciendo crujir la espalda.

Me froto un ojo y me siento en el suelo, con las piernas en loto y viendole con una sonrisa enorme en los ojos y en la boca. Ahora que lo veo tan feliz, me acuerdo de que quizás sea porque haya estado con Alehyss hace poco. Si es que despues de tener sexo se te queda muy buen cuerpo. Sonrío aún más y me quedo viéndole con una mirada de superioridad.

Frunció ligeramente el ceño al escuchar al piscis reír y observó cómo se sentaba, sin variar la expresión. Luego se encogió de hombros y se sentó a un par de metros del piscis. Ladeó la cabeza y echó la espalda ligeramente hacia atrás, manteniendo las palmas de las manos pegadas en el suelo.

Sonrió.

—Pues bien... — Ensanchó la sonrisa —. Llevo una semana bastante tranquila, así que sí: estoy contento.

Clavó sus ojos en los del piscis, que sonreía con un deje de superioridad en los ojos, y alzó ambas cejas. ¿Por qué lo miraba él precisamente así? Se suponía que era Silvanus, no alguien importante. Frunció, de nuevo, el ceño.

—¿A qué viene esa cara...?

fdr. maximus cutrez.

Rio, pero intento mantener la compostura.
-A nada, a nada- digo sin poder aguantarme la risa y teniendo que taparme la boca con la mano.- es que hoy... estoy contento- miento para encubrirme.

Lanzo a Altheda al aire y la cojo de nuevo un par de veces.
-Bueno, pues a mi casi me mata Cynara esta semana jaja te lo puedes creer? esa gilipollas. Que asco le tengo- digo aún riéndome de ella.

-Pues se te ve bastante contentillo para haber tenido una semana normal- sentencio acusador.

Empequeñeció los ojos al escuchar las risas del piscis y ladeó la cabeza hacia la derecha, mientras escrutaba a su compañero. ¿A qué venían esas risas, esa cara, esa expresión de superioridad? ¿Por qué estaba tan contento...?

Por el rabillo del ojo, observó cómo Kettleburn jugaba con su daga, sin poder alejar de su mente la sensación de que el piscis se estaba riendo de él. No sabía el motivo, pero el chrysos veía bastante obvio que el piscis se estaba mofando interiormente de él. Y no le hacía ninguna gracia. Sin embargo, antes de preguntarle el motivo de su extraña alegría, el chrysos decidió centrar sus preguntas en la tal Cynara y en los motivos por los que la chica había amenazado a su compañero.

—¿Y por qué te ha amenazado esa tal Cynara? — Frunció ligeramente el ceño —. Lo siento, pero es que no sé quién es... — Torció una sonrisa —. Así que no puedo imaginarme por qué querría matarte, Silvanus.

Eso último era, en parte, falso. Cualquiera con poca paciencia querría arrancarle la cabeza de cuajo al piscis para que se callase...

...O para que dejarse de reírse y de insinuar cosas, tal y como hacía ahora mismo. Sin borrar la sonrisa, el chrysos frunció el ceño, dibujando así una extraña mueca en su rostro.

—A ver, ¿qué te pasa? ¿Por qué te ríes y por qué insinúas que no he tenido una semana normal? — Ensanchó la sonrisa —. Explícate, anda.

-Porque es la zorra mas grande que te puedes echar a la cara- digo con una sonrisa en la boca. - Se cree muy maravillosa por ser la lider flamma, pero no es mas que una putita consentida. Lo que pasa es que tengo que hacer como que me cae bien para que no me coma la olla.- digo distraido.- es que me pilló con Aren, ¿sabes?- digo como si fuera la cosa mas normal del mundo.


Entonces en cuanto me pregunta directamente lo que me pasa y porque me rio, me levanto y le doy un par de palmadita en la espalda. - Ya lo sabes, machote!- digo descojonándome de la risa y largándome de la sala corriendo

*se va*

Alzó las cejas al escuchar la respuesta del piscis. La forma con la que había definido a Cynara (revelada, ahora, como líder flamma) le había sorprendido. En su imagen del piscis no encajaba esa ¿seguridad? con la que afirmaba las cosas. Más bien, todo lo contrario. Lo normal en Kettleburn hubiese sido que hubiese empezado a tartamudear, a irse por las ramas... O al menos eso era lo que él veía como natural en el piscis.

El chrysos frunció ligeramente el ceño, alejando sus anteriores pensamientos de su mente para centrarse en lo que había dicho Kettleburn. Y es que, fuese cual fuese la forma con la que el piscis se había explicado, aquello era, de alguna forma, interesante...

El golpe del piscis en su espalda hizo que volviese su atención a la sala de entrenamiento (lugar donde, a fin de cuentas, todavía estaba). Torció el cuello y clavó sus ojos en su compañero, que se había echado, de nuevo, a reír. Estrechó los ojos y miró a los lados. Se puso en pie y observó cómo el piscis abandonaba se alejaba corriendo de la sala de entrenamiento. Comenzó a caminar, siguiendo el camino de Kettleburn.

—¡Eh! ¡Eso no es una respuesta! Espera, ¡joder! ¡Venga ya! ¡¿Vas a irte sin decirme por qué demonios te reías...?!

Evidentemente, el piscis no se detuvo y abandonó la estancia. El chrysos alzó ambas cejas, con la vista clavada en la puerta. Luego volvió a fruncir el ceño. Boqueó. ¿Pero a qué venía esa actitud? ¿De qué se reía? ¿De algo que había hecho? ¿De algo que le había pasado? ¿O no se reía de él? ¿Se habría enterado de algo que le afectaría a él y por eso se reía? Por Mithos, ¡aquella actitud no tenía sentido! ¡¿Por qué se reía y por qué (y mucho más importante) lo miraba con superioridad?!

Resopló y, con esas preguntas en mente, abandonó la sala.

*se va*

FdR. you've been trolled, you've been trolled~~
me había olvidado de esto (XDU). Y... sólo decir que te aprovechas de su buen humor para trolear ;u;
(ya verás cuando sea borde otra vez ¬¬ todos sabemos que esto no dura xD)

Correr, correr, correr, correr, correr. Desenfundar. ¡Atacar! Reía descontroladamente mientras veía caer, roto en dos mitades, el tronco. Entrenar era tan divertido... Algún día conseguiría acción real, y entonces sí que sería divertido sacar unas cuantas tripas. De las blanditas.

Tiré sin cuidado mi guadaña a un lado y me senté frente a una de las mitades de tronco partidas. Si aquello fuera piedra, papá se lo habría pasado pipa haciéndola trocitos hasta darle forma. Le di vueltas, observando irregularidades y vetas. Sería una bonita escultura, papá sabría hacer de ella una obra de arte. Tomé mi guadaña con cuidado y la clavé en el tronco partido. Yo, en cambio, podía destrozarla.

Me levanté de nuevo, con una sonrisa traviesa, y proseguí mi entrenamiento.

*Se queda destrozando cosas*

Alguien entró en la sala haciendo bastante ruido, y no tardé en identificar a los dos amiguitos de siempre. Cuando se dieron cuenta de mi presencia, corrí hacia el piscis gritando con furia, guadaña en alto. Pero antes de llegar junto a él lancé la guadaña hacia atrás y me abalancé sobre él riendo, con intención de abrazarlo.

- Hola, señor -reí bajito-. ¿Vienes a matar bichos? Es lo que hago yo -me señalé con el pulgar-. Y es divertido. Ven a matar bichitos -señalé los troncos caídos-. Venga, ven.

Me alejé de él, tomé de nuevo a Amatista y eché a correr hacia los troncos.

Al final la identifico y sonrío aún más al ver de quien se trata y cuando se abalanza sobre mi, la cojo en brazos y le doy una vuelta- Jajaja Ayne claro que vengo a matar monstruos. - digo enseñando todos los dientes.

Alzo la vista y ve los troncos. -¿Bichitos? bah, eso son tonterías, ¿te parece si intentas darle a Tristán? ¿El primero que haga rebotar su hechizo en la cota de maya de mi dragón será el ganador. ¿Qué te parece? - digo dando saltitos en mi sitio. Es mas divertido que romper troncos.

Entonces conjuro un Aquaerum y lo lanzo contra el reptil que, ágil, lo esquiva. -Venga, inténtalo.

FdR: tienes libertad de poder darle si gustas xDDDD

Solté la guadaña y me remangué, mordiéndome la lengua mientras me concentraba en ver la trayectoria del dragón. Conjuré en mi mano un Pervatia, notando como me temblaba la mano, más por la excitación que por el hechizo, y lo envié contra el dragón tras unos instantes de cálculos. Este, por supuesto, lo evitó con total facilidad. La puntería no era mi fuerte.

Negué muy fuerte con la cabeza.

- Es un rollo -me quejé a Silvanus-. Yo soy una sacatripas, no una cobardica que ataca de lejos. Ni siquiera sé. Mira.

Envié otro pervatia al animal, con idéntico resultado.

- Yo no sé -concluí, abrazando mi guadaña con un puchero.

FDR: llevatelos >.> xDDDDDDDDD

Le cogí la mano para que dejara de frotarme la cabeza, mientras lo miraba con expresión desconcertada.

- ¿Llorar? ¿Por qué? -reí, negando muy fuerte con la cabeza. Dijo que se iba a ir ya, pero yo rechacé el acompañarlo. Tomé mi guadaña, me di la vuelta y volví con mis troncos, con un grito de guerra.

Él y el dragón, ante mi negativa, se fueron.

*Silvanus y Tristán se van, y Ayne se queda entrenando*

Al cabo de bastante rato, empecé a notar como me fallaban las fuerzas y todo se volvía cada vez más pesado. Dando patadas con desgana a los troncos, me fui haciendo paso hasta un rincón, donde me senté a descansar. No tardé en quedarme dormida allí mismo.

*Se duerme*

Me desperté al cabo de un tiempo que no sabría definir, pero, ¿a quién le importaba eso? Lo verdaderamente importante era que había sido un sueño reparador, por lo que ya estaba lista para más acción. Tomé y enfundé a Amatista, me levanté de un salto con una sonrisa de oreja a oreja y abandoné el lugar caminando me puntillas, procurando no hacer ruido. Los monstruos vencidos el día anterior merecían descansar para recuperarse de sus heridas.

*Se va*

Llegamos al fin, después de recorrer numerosos pasillos e incluso habiéndome equivocado una vez, a la sala de entrenamiento. Nunca había estado en ella, pero conocía bastante bien donde se situaba -pues había pasado por delante de ella numerosas veces-.

- Y aquí estamos - comenté como si fuese la guía del palacio, lo cual me haría mucha ilusión -. Tienes muchísimas armas a tu disposición, y como puedes ver el espacio resultará... "asequible"

Me giré sonriente hacia él.

- ¿Algo que quieras preguntar antes de empezar? - Pregunté como si ya me hubiese autoconvencido de que era la guía turísitica del palacio de Brontë.

Tam siguió a la pequeña Parvus a través de los pasillos hasta llegar a la sala acondicionada para el entrenamiento. Durante el camino observó a la Parvus y dedujo que estaba ansiosa, eso no jugaría a su favor, aunque Tam tampoco consideraba que fuese a darle problemas)

-Ya veo -Tam asintió mientras lo decía con la cabeza, se acercó a uno de los estantes y tomó una espada bastarda de entrenamiento, tanteo y probó el arma, buscando en que parte de la misma se hayaba su centro de gravedad y cuando encontró una que le gustó, la tomó (sin desprenderse de la suya, pues tenía para él un gran valor sentimental).

-No, no tengo preguntas, tranquila. Cuando quieras, podemos empezar a bailar, te cedo la iniciativa -dijo con una sonrisa, estaba subestimando a la pequeña, no era habitual en él, pero hacía mucho que no empuñaba un arma desde que se había asentado en la granja y no consideraba a la joven una amenaza.




FdR (perdón por la enormidad, pero quería dejar las cosas claras para los que lo lean): Vamos a probar el nuevo sistema de combate como no aparece explicado el daño de las armas grandes ni su multiplicador, vamos a suponer, dado que el de las medianas es x2, que el de las grandes es x3 y creo que tanto nun tridente como una espada bastarda pueden considerarse "grandes".

Como tampoco aparece explicado el tipo de dados que se usan, y el máximo numero que sale en los ejemplo es 7, hemos supuesto que los dados son de 10. La función usada para calcular los dados será [rand]X,Y[/rand] (Siendo X e Y los numeros entre los que oscilan los valores, esto es x = 1, y = 10

Dado que Elektra suma 8 en agilidad+ técnica y velocidad + técnica, y yo sumo 9 en ambas, los posibles resultados son los siguientes, teniendo en cuenta que suponemos tambien que cada arma es grande y creemos que eso implica x3, tenemos los posibles siguientes resultados:

resultado del dado	Elektra	Tamlin
1	24	27
2	48	54
3	72	81
4	96	108
5	120	135
6	144	162
7	168	189
8	192	216
9	216	243
10	240	270

El daño de Tam es 3 (fuerza) x 3 (arma grande) - 2 (resistencia de Elektra) = 7
El daño de Elektra es: 4 (fuerza) x3(arma grande) -1 (resistencia de Tam) = 11

hemos hablado, ya que tampoco se sabe cuantos puntos de daño aguanta un personaje, que ganará el primero que llegue a 25 puntos de daño o más ( es decir, elektra gana si acierta a Tam 3 veces, Tam gana si acierta a Elektra 5 veces [Que palizota me va a dar... X D]) y que, el daño no será real sino que los personajes frenarán el golpe antes de descargarlo sobre el adversario.

¡Dicho esto, que comience la función!

Tamlin estaba listo, y no tenía ninguna pregunta. Perfecto.
Observé como se acercaba a un estante donde estaban todas las armas, y de entre ellas coge una espada inmesa, Mithos mío, era algo enorme, aunque tampoco podía quejarme, yo tenía un tridente.
Me alejé un poco más que él, pues los tridentes estaban más al fondo. acaricié varios con mi mano derecha, y al final cogí el que parecía el más ligero, aunque ninguno lo era.

Entonces dirigí mi mirada hacia Tamlin.

- Está bien... Empiezo yo... - comenté con temple y mi mirada fija en él.

Me alejé tres pasos hacia atrás, sin darle la espalda, para darle un poco de tiempo a prepararse, sería injusto que empezase automáticamente justo después de coger mi arma. Con la boca, sin producir ningún sonido, conté en silencio hacia atrás.

"3, 2... 1" Comencé a correr hacia él agarrando el tridente con las dos manos, cuando vi que estábamos aproximadamente a dos metros continué avanzando y extendí el tridente apuntando hacia él, alargando lo brazos al máximo.

Número aleatorio (1,10) :

1

Estábamos en frente el uno del otro, y no había obstáculos entre nosotros. No tenía pinta de durar mucho la pelea, fuese quien fuese el ganador.

Tam se movió como activado por un resorte, aun no estaba peleando en serio, al fin y al cabo la Parvus era pequeña, no quería hacerle daño sin querer. Movió el filo horizontalmente, tratando de desviar el tridente con un golpe seco que le dejase listo para asestar luego otro concatenado con la parada, listo para anotarse el primer tanto sobre la Parvus, o al menos, eso creía él.

Número aleatorio (1,10) :

6

Tam desvió el ataque con suma facilidad, al fin y al cabo, era un golpe recto sin ningún tipode floritura. Desviado el tridente, lanzó un ataque a la Parvus, no veía necesidad de usar la llama y el vacío aún. El golpe era desganado, pero al fin y al cabo el era un maestro espadachin o, lo fue en su día, por lo que la técnica era impecable. Un tajo oblícuo de arriba abajo, desde la izquierda, aprovechando la abertura que había provocado desviándo el tridente.

Número aleatorio (1,10) :

10

Mi golpe fue desviado por su espada con un golpe seco y sin ningún esfuerzo por parte de Tamlin, aunque se veía venir, era como el golpe que daba comienzo al combate, y ese nunca se solía acertar.
El desvío había sido hacia la derecha, y aprovechó ese instante para atacarme por la izquierda. Traté de mover el tridente a la máxima velocidad que podía hacia mi izquierda para intentar desviar su espada, pero lo veía bastante complicado, su ataque había sido espléndido, a pesar de tratarse de una simple estocada.

Número aleatorio (1,10) :

6

FdR: En la primera me salió un 10! Tamlin está de testigo! Pero luego edité para poner el FdR y varió... XP Siento las molestiasTamlin decidió ponerse un -1 por subestimarme, así que ahora por yo sacar un 10 queda en empate... Lo decidió él, eh!