Explorar las Islas Memphyis [Misión]

La siguió con la vista y obligatoriamente con su oído, deseando no tener que escuchar el chillido de la niña, pues le resultó bastante molesto.
Pestañeó ciertamente sorprendida al ver a aquel hombre en el que, si uno entornaba los ojos y comparaba rasgos, se podían ver insinuadas similitudes con la pequeña.

Las pocas dudas que quedaban en la mente de Bocanegra se disiparon enseguida al oír las palabras de la cría y rápidamente su cuerpo se tensó. Él era el Diablo, tan famoso en aquella isla, sin duda, el padre de aquella arrogante cría que en vez de hija de él, parecía hija de ella, más por su psicología que por su físico y raza.

Las palabras que continuaron al saludo le molestaron, pues sabía perfectamente que iban dirigidas hacia ella indirectamente. Su ego se vio dolido, pero era absolutamente necesario mantener la calma. No le importaba perder los papeles con cualquiera, pero si un hombre ha conseguido establecerse en esta isla en medio de la nada, salir a flote y jactarse de ello, merece un mínimo de respeto, por muy hombre que fuera. Quizá no respeto, pero sí un cierto margen de actuación.

Negocios... Aquella isla ocultaba algo más que bestias. Aquel tío hacia "negocios" con algo y ella no quería quedarse sin su parte.

Mientras la joven le reprochaba con feas palabras y un puñetazo en su vientre, la Capitana se acercó, lo más omnipotente que pudo, alzando orgullosa y pretenciosa su cabeza y mirando con cierto desdén a la parejita para hacerse ciertamente interesante.- Has educado tremendamente bien a tu hija, Diablo.- sentenció como si lo conociese de toda la vida.
Se azuzó el pelo y prosiguió.- Capitana Bocanegra, Dueña del Purgatorio y la que ha tenido en jaque al ejército marítimo de Aqua durante los últimos siete años, hija de Alain Babineaux, coronel de la Flota Naval de Aqua.- Hacía tiempo que no pronunciaba el nombre de su padre, pero la situación lo pedía.
Carraspeó.- Espero que ahora, tu hija me trate un poco mejor.- dijo sin quitarle la vista de encima al hombre y frotando la cabeza de la enana con fuerza.- Tiene agallas. - dijo con una sonrisa torcida.- Heredadas de su madre, seguramente- comentó riendo, dejando entre ver que ella estaba hecha del mismo material que su hija. - Mi barco está allí fuera y yo aquí dentro. Como pirata que soy, pido asilo- dijo muy elegantemente.

Una mujer debe saber comportarse en cualquier situación, pese a todo, aquel tipo era un hombre y se sentía ciertamente incómoda haciendo aquella petición, pero si con ello conseguía sus propósitos... ¿quién mandaba sobre quién?

Poca atención le prestó Bocanegra a las palabras del hombre pues su cerebro ya había desconectado con el fin de, simplemente, volver a disfrutar del sexo más salvaje que aquel hombre le estaba prometiendo o, por lo menos, intuyendo, por lo que dejó que el hombre la dominase un poco y se dejó empujar a la cama, mientras disfrutaba de las caricias, mordiscos y algún que otro suspiro ahogado por parte de ambos.
Sin embargo, las firmes manos de ella no dejaron, en ningún momento de presionar una su espalda y la otra su culo que, sin ningún tipo de reparo, manoseaba y que ya se había introducido hacia el interior de sus pantalones para clavar sus uñas en tan privado lugar.

Dejo entonces de agarrar su espalda con el otro lado y fue, poco a poco quitándose cosas de encima, con el fin de facilitar el camino. Al fin y al cabo, no era más que un hombre con el que iba a hacer negocios, por lo que ella debía pagar de forma eficaz.
De hecho a la Capitana le dolía más pagar con dinero, que con su cuerpo. Al fin y al cabo, al pagar con la primera opción, sólo ella se resentía; más bien, su bolsillo y, de este modo; ella también disfrutaba y sacaba un sano provecho.

Ya desabrochado su pantalón, comenzó a ejercer fuerza con una de sus puntas en el tacón pertinente con el fin de arrancarse las botas lo más rápido posible y, una vez conseguido, suspiró aliviada, pues ya estaba lista.

-A ver de lo que eres capaz- le susurró, mientras se acercó a su boca para darle un buen mordisco en su labio inferior con ganas, pero sin llegar a herirle ni nada parecido.

Dirigió pues, sus manos esta vez hacia la parte delantera del cuerpo del hombre y con una le acarició la cara para luego darle un par de bofetaditas suaves y divertidas- Veamos que escondes por ahí abajo- dijo con voz canturrona, mientras la otra mano se desplazó sin pudor alguno hacia donde señalaba el ombligo del varón.
Lo tocó y lo apretó un par de veces, arqueando las cejas- Hombre- dijo con un tono de entendida en esos temas- tsk... te voy a ser sincera- habló viéndole a los ojos y luego rotando los suyos. - Las he visto más grandes- atacó, consciente de que ese era el punto débil de todo hombre, con el fin último de provocarle más y más. - Sin embargo... venga, "Diablo" demuéstrame lo que sabe hacer ese arcabuz - lo retó guiñándole un ojo y abriéndose sin pudor alguno de piernas.

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