Fuente termal

Observé cómo se sumergía en el agua por completo con cierta curiosidad. Nunca había visto nadar a un aether, y aunque unas termas no eran el lugar más adecuado para nadar a gusto, resultaba curioso ver cómo desaparecía debajo del agua, alas incluidas. Me la imaginé nadando por el lago y sonreí. ¿Utilizaría las alas para impulsarse? Sería bonito verlo.

Volvió a salir al cabo de un momento, y asentí cuando me habló. Me sentía un poco tímida cuando me decía eso, pero al mismo tiempo era reconfortante saber que podía contar con alguien. Lo que necesitaba ahora era la confianza para hacerlo.

-Gracias.

Parecía tener intención de irse. A mí aún me apetecía quedarme un poco. Me quedé en silencio, contemplando cómo se cepillaba el pelo. Parecía que, efectivamente, iba volviendo a la normalidad.

FdR: Cariciaincepcion.

Salió del agua y se escurrió un poco el pelo y las alas. Cuando comenzó a aletear para quitarse el agua de las alas, formó una especie de nubecita de agua y sonreí, divertida. Después de vestirse, se acercó a despedirse con un beso y una caricia.

-Buenas noches, Fier -respondí, alegre.

Me quedé un tiempo más, buceando a mi aire y relajándome cuanto quise. Sin embargo, llegó un momento en que me sentí tan adormecida que empecé a temer el quedarme allí dormida. Salí del agua, me sequé como pude, y partí corriendo en dirección al interior del palacio, sintiendo cómo el frío me ponía el cuerpo tenso. Pese a ello, me sentía como nueva.

*Se va*

Decidí salir, pese a la lluvia, pero antes de hacerlo pensé que, puestos a mojarse, hacerlo a lo grande. Traigo una toalla en los brazos, que deposito a cubierto para que me sea de utilidad cuando la necesite. Luego me desvisto, suavemente, dejando caer la ropa al suelo para luego doblarla y dejarla sobre la toalla. No me la quito toda, cabe decirlo. No me agradan los mirones, pero si una se baña al aire libre tiene que estar preparada para todo.
Trenzo mi cabello y hago con él una especie de moño en espiral. Todo está listo.

Las aguas termales me gustan, y la sensación que se tiene al estar en ellas mientras llueve es, quizás, una de las más agradables sensaciones que puede dar el agua.
Deslizo un pie en el interior del líquido y me introduzco por completo, hasta el cuello. Suspiro, agradada. Los baños de agua caliente son muy relajantes, aunque son mejores en días fríos. De todos modos, disfruto de las gotas de agua fresca que salpican mi cara.

Estuve aquí con Silvanus. Añoro su capacidad para contarme secretos de todos, pero también añoro, en cierto modo, su presencia, que lo llenaba todo.
Él me abrazaba...

*se queda*

FdR- Morriñenta

Salgo cargada con un precioso paraguas rosa fucsia, unas botas de agua amarillas y un vestido de raso rosa también, todo acompañado de un precioso lazo amarillo a juego con mis botas y que destaca mucho en mi rosado pelo. Voy monísima, como siempre.
En mi mano derecha, un farolillo, ya apagado, pues la vela se había consumido y, en la otra, una cesta con un montón de frutas silvestres.
He pasado el día, pese a ser lluvioso, en el bosque, recogiendo cosas y entreteniéndome con los animales. Ha sido divertido.
Sin embargo, veo como una chica muy cuqui ha cogido el camino a las termas. Al ir de espaldas, no me ha visto y, como no la conozco (quizás me suena de haberla visto en alguna ocasión en los dormitorios de refilón, pero como son tan grandes...) decido seguirla y esconderme en un matorral. Sonrío mientras se desviste. Guau... tiene un cuerpo fabuloso...
Yo me miro las tetas, sonrío y echo la lengua para mí misma.- Ya crecerán- me digo en bajito, sonriente, sin embargo, no puedo dejar de envidiar su cuerpo.
-¡HOLA!- digo saliendo de mi escondite de un par de saltitos. - Perdón por aparecer así- digo riendo y girando la cabeza y echándole la lengua. Me acuclillo al borde de la terma-. Me llamo Nagore. Nagore Brumm - digo tendiéndole una pequeña y energética mano. - Encantada. Eres una guerrera, ¿verdad?

FDR: XDD HOLA SOY NAGORE Y SOY UNA PLAS-TA. xDDD

Algo sobresaltada, me vuelvo hacia la que grita, con los ojos iluminados. No tardo en reconocerla: es la chica que apareció aquel día en el prado y se puso a gritar delatando la posición de Massen...
Así que esta es Nagore, me digo, recordando las palabras de Seth, hoy mismo. Pero, entonces, algo en mi mente no cuadra.
Un escalofrío me recorre.

-¿Has dicho... Brumm? -inquiero, con cierta cautela, estrechando su mano sin demasiada confianza.

Asiento a su otra pregunta.

-Soy Alehyss Lester -digo, pero estoy más pendiente a lo que tenga que decir a su apellido que a cualquier presentación.

-Sí, Brumm- digo, sonriente-. Te has dado cuenta. -Río-. Soy la sobrina de Nagorr Brumm. No soy una guerrera, estoy aquí de paso... bueno... realmente era una visita corta, pero por lo que veo, los líderes están muy ocupados, porque no he visto a mi tío Nagorr por ningún lado. Aunque ahora que lo pienso, tampoco he visto ninguno de otra raza. Me pregunto si se habrán ido o simplemente estarán hasta arriba de trabajo. Me dan pena, porque yo, por ejemplo, no soy muy trabajadora, de hecho vengo de pasarme la tarde haciendo el idiota en el bosque- cojo aire-. Peeero si quiero puedo ser muy eficiente, ¿sabes? Varios días a la semana le doy clases a Massen Dew, ¿la conoces? Bueno, ahora ya no pasa nada que lo sepas porque ya sabe, pero antes era un secreto que no sabía leer- digo riendo-. Es muy maja, ¿sabes? Tiene un novio guapísimo, yo también quería uno, así que probé con varios, pero al final ningún intento cuajó. ¿Sabes? Eres muy guapa, tienes un pelo muy largo y precioso y y y bueno, seguro que tú también tienes un montón de novios- río de nuevo-. Si te sobra alguno, me lo presentas ¿eh? -río un poco amargada-. Siempre empiezo bien, pero luego siempre hay algo que los espanta. Jajaja- río, divertida, y cojo aire de nuevo.

FDR: Y ESO QUE NO LE PREGUNTASTE "¿QUÉ TAL? CUÉNTAME TU VIDA

POR
MITHOS.
CÓMO
HABLA.

La miro, casi asfixiada de escucharla, tratando de poner en orden mis recién adquiridos datos.
¿Massen no sabía leer? Eso explica un par de cosas, aunque me hace sentir algo triste... Y lo de que tiene novio... Parece que voy a tener que hablar con ella. Yo que la seguía tomando por una niña...

Esbozo una sonrisa algo tirante.

-¿Y esos chicos te cuentan muchas cosas?- porque con lo que hablas, maja, espantarías a una piedra.

Suspiro. Parece que es mi turno.

-Vi a Nagorr Brumm la noche que apareciste en el prado, pero más tarde. Si lo vuelvo a ver, le diré que lo buscas.

Realmente, haré lo que sea con tal de que se calle. Ya me asusta preguntarle algo, no vaya a ser...

-Bueno, no no me cuentan mucho la verdad- digo encogiéndome de hombros-. Pero bueno, eso da igual. Son chicos, no tienen que hablar mucho, ¿verdad? Tienen que cogernos del brazo, regalarnos flores y bueno... decir "Te quiero" - digo esas palabras imitando la voz de un chico- de vez en cuando. Así es como deben ser y y y tienen que ser guapos y fuertes y y y que te quieran mucho. Muy habladores no, porque sino son unos pesados. Es mejor que sólo hable uno. Así todo se equilibra, ¿no crees?- digo tomando aire de nuevo.
-Tía, tía, ¿cómo haces para tener la piel tan bonita? -digo entornando los ojos-. Bueno, luego me lo cuentas. No me has dicho si tienes novio. ¿Tienes? Podríais quedar con Massen y Follow. Hacen muy buena pareja. -Sonrío-. Yo siempre he querido ir a una cena de parejitas, pero bueno- río. - Algún día iré jajaja. No te preocupes. Luego Massen ya me cuenta qué tal os ha ido la noche. Por que conoces a Massen, ¿verdad? Porque igual te estoy hablando de una chica que no conoces de nada. Jajaja. Qué tonto sería todo- dijo poniéndome de pie de nuevo, pues estar de cuclillas no es agradable.

-¿LO VISTE? ¡GENIAL! Me harías un gran favor. Es... un poco urgente- digo nerviosa. - Tengo muchíiiisimas cosas que contarle y y y además tengo ganas de abrazarlo. Es muy majo, ¿sabes? Y además es un mago estupendo- sentencio con la cabeza.

De nuevo, comienza a sorprenderme con su habilidad para meter tantas palabras en tan poco tiempo. Me veo abrumada, pero, aún así, consigo, creo, seguirle el hilo.
¿Massen Dew y Follow? ... Uf... Desde luego que tengo que hablar con la piscis. Esto es peor de lo que esperaba. Mucho peor...

-No tengo novio -digo, negando suavemente-. No me interesan los novios. Y en cuanto a Massen, la conozco, tranquila.

Trato de esbozar una sonrisa, pero la verdad es que me estoy viendo superada por su... Habla por los codos, vamos.

-Y descuida, se lo diré.

Soy consciente de que no respondo a todo lo que me pregunta, pero... Mithos... Es que es imposible.

-Bua, pues si quieres te presento yo a uno... ¡por Mithos! Narbe, se llama. Es un tiarrón de los buenos. Es super sexy, super guapo y dice muchos piropos. Te encantará - sonrío.- Además lucha bien. Ya lo he sometido a un duro examen en la sala de entrenamientos. ¿Sabes? Aunque no sea una guerrera... Ser la sobrina de Nagorr Brumm.... tiene sus ventajas. Jajaja.

-Bueno, si te molesto dímelo, ¿eh? Aunque si quieres que te haga más compañía puedo. Me apetecería meterme contigo y relajarme también. Necesito calentar el cuerpo. Este tiempo es horroroso. Pero no puedo, ya sabes... cosas de chicas -digo guiñándole un ojo.
Cojo la cesta. - ¿Quieres? Son zarzamoras. Están ricas -digo ofreciéndole una con mi mano nerviosa-. Abre la boca aaaaah -río. Sin embargo, la dejo a suficiente distancia como para que la coja también con la mano si no quiere. - A mí me gustan mucho.

De nuevo, Narbe. Aunque no me interesan los novios, si me interesa conocer a ese hombre del que ya me han hablado hoy dos veces. Trato de sonreír, aunque me está costando un poco, y no termina de ser demasiado creíble.

-Sería interesante conocerlo. No como novio, me refiero... -. Lo dejo en el aire. Seguro que ella de ahí sacará cientos de cotilleos. Qué desgracia-. Pero está bien que nos conozcamos entre todos.

Además de saber todo lo que sé sobre ella, su vida, la vida de sus amigos y muchas cosas más, ahora sé que tiene la regla. Qué feliz soy. Solo de imaginármelo... ¿Quién pensaba que bañarse aquí iba a acarrear tantas consecuencias?

Cojo la zarzamora con cuidado. No será venenosa, ¿verdad? La miro con desconfianza un momento y luego la como.

-Muy rica -le digo-, pero acabo de cenar y estoy algo llena.

Vaya trola, Alehyss. Vaya trola.

-Jajaja ese es un buen paso. Tú conócelo. Te enganchará como una droga. Es un hombre que te pega mucho. Uff es que es super sexy- digo ventilándome con una mano, divertida. - Seguro que cuando hables con él, cambiarás de opinión. No entiendo por qué no quieres novios. A mí me parecen geniales: poder tener alguien con el que estar todo el día, y quererlo y que te diga lo mucho que te quiere y lo guapísima que estás y que te lleve el desayuno a la cama los días de fiesta... No sé... a mí me parece muy guay. ¿Nunca te planteaste eso o qué? No me digas que eres una de esas mojigatas de monasterio -digo azuzándome el pelo con garbo. - Además, mujer: tienes un bonito cuerpo. Aprovéchalo- digo riendo.- Massen será muy guapa también cuando crezca un poquito más.- digo viendo las estrellas. - La quiero mucho.- aclaro, adquiriendo un tono más serio.

Mi rostro se endurece un poco. No parezco enfadada, pero sí más seria. No es que me moleste que me juzgue, o que tenga sus propias opiniones, pero ese tema no me agrada.

-No quiero novios porque no necesito que nadie me diga esas cosas -. Hablo serena, tratando de no sonar borde-. Me considero lo suficientemente independiente como para que mi bienestar no dependa de otra persona y de lo que haga o diga.

Caer en eso es lo peor. Necesitar a alguien. Ser débil. Tus emociones... Todo se vuelve loco por haberte dejado llevar una sola vez. Sufres sin heridas, te descontrolas sin más razón que la que tú misma te has impuesto. No, gracias. Alehyss Lester no está interesada en sentimientos.

Suspiro. Dejarme llevar por este rencor es casi lo mismo...

-Pues tú te lo pierdes- digo acuclillándome de nuevo y apoyando mis codos en mis rodillas y mi cabeza en mis manos para luego suspirar- Es taaaaaan bonito - digo suspirando.- Ya verás, algún día encontraré un novio genial y haré con él todas esas cosas- digo con cierto rubor. - Cuando me crezcan la tetas- añado, con un tono de humor que me hace reír enormemente.

Me pregunto si será virgen, porque... si no quiere novios... igual es que no le gustan los hombres. Sea lo que sea, es una chica muy rara, y un poco seca, sin embargo, no parece mala chica.
-Bueno... yo... creo que ya me voy a ir yendo. Ha sido un placer conocerte digo elevándome de nuevo y sujetando fuertemente mi paraguas de nuevo. - Es tarde. Te dejo un ratito a solas y, recuerda, si alguna vez escuchas ruidos y risitas por lo bajo en la parte más alejada de las habitaciones de las chicas, que sepas que en el último apartamento individual, estaremos Massen y yo, seguro, haciendo algún tipo de fiesta de chicas, pintándonos las uñas y peinándonos. Serás bienvenida. Tengo unas ganas horribles de cepillarte el pelo- digo dándole un beso por el aire, para luego reír y salir corriendo-. Jajaja hasta pronto, Alehyss Lester.

*se va*

Habla, habla, habla, soltando sus pensamientos como si alguien le hubiese preguntado. Luego se larga y me deja sola, pensando. Yo, en lugar de pensar, salgo del agua y tomo mi toalla, para secarme. Comienzo a vestirme.
Pero no puedo evitar pensar.

Los novios no se buscan. Esa sensación agradable de la que habla... Jamás la hallará buscando bajo piedras o en cajones. Aunque se acueste con cientos de hombres, ese placer no será más que una sensación física. Más que un orgasmo. Más que una reacción cerebral. Pero no hallará ese amor del que habla, sin llamarlo así.
Y si lo halla, ¿qué? Si lo tiene, lo terminará odiando, aburrida de su sabor, cansada de la vulgar monotonía. O la traicionará, o ella lo traicionará, haciendo daño. O la abandonará a su suerte, diciendo adiós o ni dignándose a decirlo. Quizás no sea amor, sino alguien que la utiliza como ella utilizó a otros tantos. O no será correspondido. O lo será, pero será tan difícil de realizar...
¿Y al final, para qué? Para depender de una persona para sentirse bien. Para que haya una posibilidad entre tantos números, que su probabilidad tienda a cero. Y si los dos se quieren y nada duele, porque casi siempre duele, temer por la seguridad, por la vida... Tienes dos vidas que proteger, no una.

El amor es para Heylel, no para mí. Yo no quiero novios. No quiero anclarme a errores ni abrirme a algo que, redondeando, solo termina trayendo dolor. No quiero sentir esa debilidad. Nunca más.

*termina de vestirse y se va*

Me introduje en el agua soltando un suspiro de agrado. Lo cierto era que, tras una larga y difícil misión como la que recientemente había vivido, venía bien un baño caliente que tonificase los músculos. Además, tras haber conseguido servir de algo al final, me sentía bastante orgulloso. Aunque eso no eclipsaba los sentimientos de culpa.

Sí, era cierto. Habíamos salvado a Silvanus, y había conseguido evitar que matasen a Massen Dew, y había acertado con la botella... En resumen... Me había ganado uno de los puntos de nobleza, pero seguía doliéndome no haber logrado sacar de allí el cuerpo de Prosper para entregarlo a su familia. Una familia que no podría volver a ver el rostro del héroe que nos había ayudado y había tenido la desgracia de...

Cerré el puño con fuerza, frunciendo el ceño. Me arrepentía de no haber sido capaz de proteger más a la gente, a mis compañeros... Pero, aún así, no podía sentirme inútil. Nunca olvidaría a ese compañero, y haría lo posible por hacer que el mundo lo recordase y aquellos malos hombres que habían causado su... ¡Lo pagasen caro! Pero antes de todo eso, recuperaría mi vida...

Junto a mi ropa había la carta que había escrito para Inger. En cuanto acabase de bañarme la enviaría.

*se queda*

Caminaba cubierto por una capucha cuando, al pasar junto a las termas, creyó oír un sonido. Se acercó al lugar y vio que, efectivamente, Rick Dehnel estaba remojándose aparentemente pensativo. El caeruleus llevaba algunos días sin verlo, aunque todavía recordaba su último consejo. O, más bien, su último monólogo.

-Buenas noches -se atrevió a decir, sonriente, tras una duda leve en la que se planteó que quizás molestase.

Una sospechosa voz rasposa me hizo revolverme en el agua. Enseguida, desnudo, me puse en pie, alzando los puños, preparado para lanzarme contra todo aquel que osase desafiarme entre oscuridad y bruma.

-¡NO TE CREAS QUE POR IR DESARMADO PODRÁS CONMIGO! -grité al aire, todavía buscando la silueta-. ¡MI CUERPO ES MEJOR ARMA QUE LA QUE SEA QUE TENGAS!

No las tenía todas conmigo, pero esperaba que fuese una mujer. Así, al menos, al ver mi dragón que quedaría tan sorprendida que no podría actuar.

La repentina agresividad de Rick Dehnel hizo que Zacharyas se sintiese repentinamente interesado en abrir batalla. Por mucho que dijese el flamma, apenas veía en la oscuridad, mientras que él lo contemplaba con tal perfección que podía decidir desde su sitio en qué deseaba pincharlo hasta hacerlo sangrar. Quizás podría partirle la columna y luego torturarlo sin que sufriese. Sería una experiencia interesante.

El caeruleus negó para sí. Debía calmarse. Aquello no era lo adecuado. Lo mejor, pensó, sería mostrarse lo antes posible para evitar cualquier malentendido.

-Soy yo, Zacharyas -dijo con voz melosa, todavía pensando en degollarlo. Avanzó un paso hacia él, dejando, creyó, ver su silueta, para tranquilizarlo.

Me acerqué a la sombra parlante para comprobar que, efectivamente, tras aquella capucha se ocultaba mi buen amigo caeruleus. Le di una palmada en la capa con mi mano mojada y esbocé una ancha sonrisa. Estaba bien ver que cuando uno volvía a casa allí estaban todos los que había cuando se había ido.

-¡No me des esos sustos, hombre! Que con esa capucha pareces... -. Tensé los músculos de la cara un instante, recordando aquellas capas voladoras que habían quitado el brillo de los ojos de de Prosper.

Bajé la vista. Él no tenía la culpa de recordarme aquello, pero era la mar de incómodo.
Forcé una sonrisa.

-Venga, Zach. No vas a venir a las termas a estar así vestido, ¿no? -. Tiré de su capa con docilidad y una sonrisa amistosa-. Venga, quítate esto y métete conmigo en el agua. Los hombres de verdad se bañan juntos, ya sabes de qué hablo.

Rick Dehnel no llegó a acabar su primera frase, de forma que Zacharyas nunca supo qué parecía. Sin embargo, por experiencias anteriores, sabía que nada de lo que él pudiera parecer sería bueno, de forma que no le molestaba no saberlo realmente.
Cuando Rick se acercó a él y tiró de su capa se echó un poco hacia atrás, tratando de evitar el extraño contacto sin ser desagradable. Esbozó una nerviosa sonrisa.

-Lo siento -. Negó suavemente-. No tenía intención de bañarme y no he traído ninguna clase de material apropiado.

Sus excusas sonaban poco seguras. Ya comenzaba a arrepentirse de haber hablado con el flamma.

-¿Qué tal has estado? -. Sonrió, nervioso, tratando de desviar el tema.

Solté una carcajada enorme al escuchar su excusa. Seguramente lo acomplejaba su delgadez, frente a mi poderoso cuerpo. No me extrañaba. Hasta los guerreros más fuertes habían llegado alguna vez a temblar al verse comparados conmigo. Era de lo más común.

Pasé una mano alrededor del cuello del larguirucho.

-¡Pero hombre! ¡¿Qué utensilios?! La luna brilla en el cielo, el agua está caliente y tienes piel, ¿verdad? -inquirí, pellizcando su mejilla y estirando su piel-. Pues entonces ya lo tienes todo. No es la primera vez que nos bañamos juntos como machotes. No seas tímido ahora.

Aunque, bien pensado, la visión del dragón de entre mis piernas debía de hacerlo sentirse un poco humillado. Quizás era eso... Al fin y al cabo, la última vez él estaba oculto en el agua, pero ahora no había nada que lo ocultase. Quizás si le daba la espalda...

Zacharyas notó que se sonrojaba ligeramente. Pero el motivo no era otro que las extrañas palabras de Dehnel, que lo hacían sentirse violento y fuera de lugar.
Se llevó una mano a la frentre, avergonzado.

-Dehnel, por favor... Si dices todo eso para -. Carraspeó- burlarte de mí, agradecería que cesaras...

Comprendía que su forma de ser lo hacía un blanco sencillo para burlas, pero su incomodidad le impedía verlo gracioso.

Me rasqué el pelo mojado confuso.

-¿Burlarme de ti? ¿Por qué haría yo eso? Soy una buena persona, Zach.

Ahora sí que me parecía mal. Si su cuerpo era delgaducho no era mi problema, pero tampoco iba a reírme de él por eso. Tampoco era mi culpa que mi dragón fuese más grande que su culebrilla.

-No me importa el tamaño de tus músculos ni de tu... -. Hice alusión a su entrepierna con un gesto-. Yo no soy una mujer, por favor.

Reí.

-Venga, quítate eso, que no me burlo. Si quieres te ayudo a ponerte en forma para que consigas, ya sabes... -. Arqueé las cejas repetidas veces, arriba y abajo, insinuante. Mi éxito en la misión me daba fuerzas para afrontar de nuevo el reto del joven virgen y tímido caeruleus.