Pasillos

Spoiler:

Los pasillos estaban oscuros y silenciosos debido a la falta de vida en aquellos días. Solo podía escucharse el arrastrase de los Boros cuando se dedicaban a limpiar alguna repisa.
En una de las puertas de los pasillos más oscuros y recogidos, una puerta que daba paso a un pequeño cuarto de armas permanecía entreabierta dejando escapar algún que otro susurro de su interior.

- Sois de una tacto y sabor fascinante. Vuestra raza bien rezuma por vuestros claros poros. Casi siento el cosquilleo de vuestras venas en mi lengua...-. Susurraba un hombre fino y de porte elegante, inclinado sobre una jovencita castaña a la que apoyaba contra la pared.

- No sé hasta que punto...Es esto correcto, Señor...- Comentaba con rubor la jovencita encargada del cambio de sábanas mientras se debaja llevar por el hombre.

- Silencio. Todo cuanto el cuerpo desea no debe ser juzgado como incorrecto...- susurraba a su vez el hombre, con una mediasonrisa, antes de abrir un camino desde el escote de la jovencita hasta el alto de su cuello con su bífida lengua.

Aren Darvenwish agarró las muñecas de la joven con una mano y las situó contra la pared, sobre la cabeza de ella mientras, con el otra, agarraba su cara con delicadeza.

- Teneis unos ojos formidables. Miradme a los ojos y no me perdais de vista...- La jovencita se ruborizó aun más y apartó la vista, pero el líder caeruleus se lo impidió con un gesto de la mano que la agarraba e hizo que volviese a mirarlo para continuar con el juego que seguiría con la mano izquierda del hombre bajo la ropa de trabajo de la vasalla.

Caminaba por los pasillos como solía hacer por mi palacio, con paso relajado, brazos cruzados y cabeza gacha, pensativa. Un extraño sonido salía por una de las puertas que llevaba a un pequeño cuarto de armas.
Me acerqué para averiguar cual era el origen de aquel sonido inquietante, y a la vez silencioso. Arrimé la vista y pude distinguir dos cuerpos en la oscuridad, un hombre y una de las empleadas del castillo. Ella estaba de espaldas contra la pared, y el hombre parecía dominarla; aún así, ella no ofrecía resistencia.

- Vaya, vaya... Ya veo qué hemos venido a hacer los jefes aquí... - comenté interrumpiendo el momento entre el hombre, que debía de ser un jefe, ya que nadie más tiene la entrada permitida al palacio y no vestía el uniforme; y la empleada.

Rápidamente ella se recolocó la ropa y tras despedirse con un rubor dominante en el rostro y disculparse, abandonó la sala.

Me acerqué al hombre y descubrí que era un viejo conocido, Aren Darvenwish's, el jefe caeruleus.

- ¡Hala! ¿No te da vergüenza? ¿Y tú eres el que se va a casar? - Pregunté con tono jocoso, conociendo sus intenciones en el futuro.

Tras soltar un par de risotadas, fijé mis pupilas en el hombre que había estado "revolcándose" con la sirvienta.

Me acerqué a él y le di dos palmaditas en el hombro.

- Buena elección, la chica no está nada mal - comenté sonriendo de forma picarona -. Pero si quieres un matrimonio serio... Has de evitar estos pequeños... percances.

Tras la interrupción del líder Aether, Aren puso mueca de molestia y rotó los ojos antes de separarse de la joven para que esta saliese corriendo.

- Eres realmente molesto cuando quieres...- Comentó el líder Caeruleus a Timber mientras se recolocaba la ropa.- ¿Es que tenías envidia, gallito?- Y palmeó el trasero del líder de viento mientras sonreía con amplitud.

- No seas así con la sierva...O no volverá de buen grado otro día- Comentó con desparpajo, cerrando la puerta del cuarto.- Dime, ¿cuándo vas a regalarme un fular de estas?- Preguntó Darvenwish agarrando una de las plumas del otro líder.Luego, retomó la atención en sus palabras y respondió.

- Yo solo he hablado de matrimonio, nada de serio...- Comentó, ampliando su sonrisa.Luego se encogió de hombros.-¿Qué voy a hacer con lo aburrido que es esto?- Se puso a caminar junto a Timber.

- ¿Has venido con tus alas de pavo? Normal que hayas tardado tanto...- Añadió colocándose bien las mangas de la camisa.

Abandonamos el cuarto. Al parecer Aren no había cambiado nada en absoluto desde la última vez que lo había visto.

- Tienes razón... Esto es un rollo... Pero han pasado cinco días y ya te estás tirando a las empleadas... - dije atribuyéndole a mis palabras un tono irónico.

Lo miré fijamente, iba vestido como siempre, con un traje negro y un abrigo morado.

- ¿Cómo te han ido estos años? Pensé que tus ocurrencias y tonterías acabarían llevándote a la muerte -comenté manteniendo el tono jocoso que había utilizado dentro de la sala -. Aunque ya lo dice el dicho: "Mala hierba nunca muere".

Caminamos por los pasillos sin rumbo fijo, sólo siguiéndonos cada uno al otro.

Una vez treminó de colocarse, continuó caminando al lado de su acompañante con las manos agarradas tras la espalda, sacando pecho.

Tras el primer comentario del joven líder, repondió.

- Te equivocas...- Mencionó con tono seco. Después, una sonrisilla malévola volvió a su cara-Pasaron dos días antes de que empezase.

Tras su intervención continuó escuchando las preguntas del Aether con calma y casi agrado.

- Como siempre, tu ingenio es increíble...- Ironizó, en respuesta a su interlocutor.- No me quejo de mis andanzas. Contninúo haciendo lo que quiero y enojándome si no mee permiten conseguirlo. Creo que por eso he mantenido mi alta posición.- El líder Caeruleus sonrió con maleficencia.

- ¿Y qué hay de las alturas? ¿Tendremos buen tiempo estos días?- Preguntó al finalizar, con un marcado tono sarcástico.

El líder caeruleus mantenía su tono jocoso, aunque en él podría decirse que era el "normal".

- Al final resulta que tu comportamiento es equiparable al de una una niña caprichosa - comenté con risotadas mientras le daba palmadas en la espalda -. sólo que tú además tienes pene.

Una sonrisa se quedó gravada en mi cara, como si fuese incapaz de borrarla.

Escuché su pregunta con tono sarcástico.

- Verás el tiempo está perfecto - respondí alegre -. Hasta me puedo permitir el lujo de volar hasta los cielos de Caligo para hacer mis necesidades sin preocuparme de que al volver las nubes me despisten - añadí sarcástico, al igual que había hecho él.

Sonrió ligeramente ante las respuestas y comentario del Aether, haciendo alguna que otra mueca que denotase lo que opinaba de su vocabulario.

- Y el tuyo al de un vendedor de puerto...- Comento el hombre en relación a las expresiones de Timber.

Después de un rato más hablando sobre temas intrascendentes, había llegado la hora de que ambos líderes se separarían en una bifurcación de los pasillos.

Darvenwish puso su mano sobre el hombro de Timbes a modo de despedida.

- Querido compañero, me alegra ver que sigues en forma. Ahora me retiro a prepararme y quizás a continuar algunas lavores...- Aren hizo un guiño de ojo a su compañero.- Nos vemos en breve en la reunión, líder Aether.

El líder Caeruleus pasó con delicadez su mano derecha por la cara de Timber, casi como una caricia frontal, apoyando sus dedos índice y anular en cada uno de los párpados del líder alado en su recorrido.- Y ahora, un truquito...

Cuando Timber pudo abrir de nuevo los ojos, del líder Caeruleus ya no quedaba rastro.

*Se va*

La amena conversación se había visto interrumpida por la bifurcación de los pasillos.

Aren se despidió de mí mediante caricias y palabras y yo hice lo mismo, a pesar de que yo me valí de las palabras.

Antes de que pudiera hacer nada cerró mis ojos. Pensé que me iba a gastar una broma, pero lo único que pasó cuando abrí los ojos fue que ya no había nadie a mi lado.

Tras mirar a mis lados y comprobar que Aren ya se había marchado, me dirigí por la bifurcación que llevaba al comedor, el hambre me había pasado factura y necesitaba algo que llevarme a la boca.

* Me voy*

Llegamos a los pasillos donde me detuve, con la espada aún en la mano, mirando a mis dos acompañantes con simpatía.

- Esto es el castillo, como habéis podido comprobar es muy antiguo - comenté tratando de introducir algún tema de conversación.

Miré a mis alrededores y no percibí ninguna señal de vida que no fuera la de Rick o Alehyss.

- No estoy muy seguro de qué hacer con vosotros, así que tendremos que esperar a Nagorr - dije sentándome en una de las muchas sillas que se repartían por los pasillos y colocando la espada inclinada contra la pared a mi lado.

- Sentaos si queréis, eso sí... ni se os ocurra alejaros - ordené tras cruzar los brazos y elevar la cabeza hacia arriba con los ojos cerrados.

Sonriente por haber llegado a mi destino al fin, me senté junto al jefe Aether y lo miré, procurando que mis ojos no se cruzaran con la Chrysos.

- ¿Nagorr? ¿Quién es ese? -pregunté curioso-. ¿Es acaso el jefe de los jefes? ¿Es el hombre al que debo mis honores? ¡Lucharé en su nombre si es necesario!

El lugar era interesante, pero Timber lo era más, y decidí que ya tendría tiempo para examinar las zonas en un futuro próximo, así que lo dejé estar.

Sigilosa y en silencio, escolto al jefe Aether hasta el interior del castillo, donde menciona a otro de los jefes al que debemos esperar. Algo que yo decido hacer de pie, mirando hacia el techo, y sin interferir en la conversación que los hombres mantienen, pero prestándole atención.

Mientras tanto, examino la zona. Tener conocimientos sobre el terreno en el que te vas a mover es de vital importancia, especialmente en mi caso...

Camino a la par con Aren, aunque mis pasos son más cortos, lo que se soluciona con una mayor frecuencia, atravesando los pasillos hasta que mi mirada se cruza con Timber y sus arregladas alas.

- ¡Timbeeerr! -. Sonrío-. Veo que has dado con... -. Examino a los extraños unos segundos y luego sonrío-. Nuestrrros "invitados". Grrracias porrr trrraerrrlos. Buen trrrabajo. Ahorrra déjanoslos a nosotrrros, chico. Puedes irr a prrrobar un licorrr Caruleus muy bueno que hay en el comedorr si lo deseas.

Tras mis efusivas palabras hacia el Aether, tras dirigir una pícara mirada a Aren, examino a los dos extraños. Un hombre y una mujer. Ella, una Chrysos, parece reservada, mientras que él, Flamma, tiene pinta de todo lo contrario.

Esbozo una tierna sonrisa. Espero que no les moleste dormir en el suelo. No creo que en las mazmorras haya buenos colchones.

La sonora voz de Nagorr hizo que abriese los ojos y desviase mi mirada rápidamente hacia él. Me levanté e incliné para saludar a los dos jefes, pues Aren también se encontraba atravesando los pasillos.
Tras conocer la existencia de un licor Ceuleus en el comedor me puse en camino rápidamente, no sin antes girarme y guiñar un ojo a los dos nuevos integrantes.

- ¡Suerte! ¡No habréis lamentado haber entrado en este castillo! Ya lo veréis... - aseguré con una de mis típicas sonrisas pícara mientras me reincorporaba en mi camino.

En el momento en el que me crucé con los dos jefes agaché la cabeza.

- No os paséis mucho, no parecen malos - susurré tratando de que sólo me escuchasen esos dos mequetrefes.

Poco después mi presencia en los pasillos se desvaneció, pues ya había entrado en el comedor.

* Me fui*

Ambos jefes aparecieron por los pasillos frente a los tres individuos. Aren, esbozando una media sonrisa, miró a su compañero y susurró:
-Tú te quedas al grandote... -

Después, estando ya frente a todos, el jefe caeruleus escuchó las palabras del parvus mientras miraba de arriba abajo a ambos jóvenes. El chico le pareció bastante simplón en formas y comportamiento aunque tenía una espalda nada despreciable, pero ella se veía más espabilada y la miró a los ojos comprobando si mantenía su profunda mirada.

A pesar de que el pálido quiso dar un aviso al aether de que no se acabase la botella de licor, prefirió dejarlo para no quitar creibilidad o respetos al otro líder.

-Así que estos son los dos pajaritos que jugaban con magia -Comentó tras su examen visual.

Sonrío.

- Eso parrece... Eso parrece... Pidamos a estos pajarrritos que nos canten su nombrre y la rrazón porrr la cuál jugaban a los magos.

¿Me deja a mí el grandote? Sé cuales son sus intenciones para con la chica, pero... ¡Qué grande es el grandote! Menos mal que no es fácil asustar a un Parvus como yo...

Pese a los ánimos que recibimos del jefe Aether al aparecer otros dos jefes, las sonrisas que estos se dedican no me tranquilizan mucho. Procuro mantenerme lo más serena posible mientras veo que el alto susurra algo al Parvus. Luego este pide nuestros nombres y, cómo no, una explicación.

- Soy Alehyss Lester -. Respondo seca-. Estaba acercándome al Palacio cuando él -. Hago un gesto con la cabeza hacia Rick Dehnel sin molestarme en mirarlo- se abalanzó sobré mí, espada en mano, como un energúmeno. Solo me defendía.

Dos hombres (un hombre y un niño al principio, pero no hay niños con barba) se acercaron por el pasillo mientras intercambio frases con Timber. Para mi sorpresa, este se fue en cuanto ellos llegaron, pero parecieron amigables, pues sonreían.

La asesina comenzó hablando, pero pronto desmentí sus palabras.

- ¡No es cierto lo que ella dice, señores! Yo, Rick Dehnel, hijo de Reick Dehnel, hijo de... ¡¡Ella es una mentirosa!! Esta mañana encontré a unos viajeros malheridos. ¡Uno de ellos murió en mis brazos! ¡Ella -. La señalé- es la culpable! Yo solo venía a servir para el ejército para el que fui llamado cuando la vi con el arma ensangrentada en las manos... ¡Y decidí hacer justicia! ¡¿Está eso mal?!

Darvenwish escuchó las palabras de la chica asintiendo para luego prestar atención al chico. Pero una vez este comenzó a hablar, la cara de los líderes de ambas razas se volvió un poema. Aren miró a Nagorr unos instantes y luego se riéron procurando no ser demasiado escandalosos.

-Vaya... -El lider caeruleus dio un par de pasos hacia el flamma -Así que el valeroso caballero se asusta de una jovencita con un pincho. -Se puso frente a él. -Pocas batallas has visitado si tanto te abruma la muerte de unos viajeros en el camino. El bosque está lleno de importunios -Agarró la quijada del joven y la movió un poco hacia ambos lados.- y aquellos que quieran formar parte de esta empresa no solo tienen que ser "valerosos héroes" sino algo perspicaces -. Soltó la cara del chico dándole una pequeña torta. Después, cual serpiente, se deslizó detrás de él y se acercó a la muchacha.

-Respecto a nuestra amiga... Alehyss, ¿cierto? Parece que cuenta con la templanza y la inteligencia pero... -Extendió sus manos con delicadeza hacia las muñecas de la chica y las agarró para abrir sus brazos. -Parece que falta compenetración y práctica en el fragor de la batalla -.Y con la misma delicadeza llevó los brazos de la chica hacia su espalda, haciendo una fuerza traicionera al final para apresarla al tiempo que acercaba a ella su cuerpo con un movimiento sinuoso.

El líder, tras sonreír y deleitarse con el aroma de ambos chicos, miró a Nagorr y comentó_
-Tenemos unas lujosas suits en el piso inferior que sirven para albergar a integrantes poco acostumbrados a formar parte de un ejército o academia. Podríamos acompañarles, ¿verdad, amigo?

Asiento un par de veces.

- No es porr serr poco hospitalarrrios, porr supuesto. Esperrro que no se lo tomen a mal estos "brrravos guerrrerros" AJAJAJAJA. De todas forrrmas, allí estarrán más a salvo que en el bosque Je...

Lanzo una mirada a mi amigo. ¡Y pensar que no quería que nos interrumpieran en el comedor! ¡Si esto es mucho más divertido!

Aren asintió a las palabras de Nagorr a pesar de las malas caras de los chicos que ya parecían atisvar lo que les esperaba.

En cuanto el pequeño agarró al guerrero Flamma con sus grandes manos y apretó sus muñecas, este supo que, a pesar de su altura, no debería resistirse a ser apresado por él.En el momento en que ambos echaron a andar, Aren dio un golpe de pelvis a Alehyss para que hiciese lo mismo, sin atender a la rigidez del cuerpo de la chica.

Los cuatro caminaron por los pasillos destino a las mazmorras y, durante el recorrido, Aren no perdió dato de aquellos dos amiguitos.

*Se van*

Camino por los pasillos con la ropa en la mano, sintiéndome, de alguna forma, ligeramente intrusa por tomarme esas confianzas, pero al mismo tiempo consciente de que las cosas funcionan de esa manera: estamos al servicio de los jefes, que nos "prestan" los servicios que puedan existir en el castillo para subsistir en él.

Sin embargo, el Palacio es demasiado grande y no tengo ninguna información previa sobre su interior, por lo que pronto me encuentro recorriendo los laberínticos pasillos sin saber exactamente dónde se encuentra el lugar al que quiero ir.

*vaga por los pasillos XD*

El líder Caeruleus estaba apoyado en una de las ventanas de los pasillos observando como los primeros movimientos de gente se daban lugar en aquel solitario palacio.

Aburrido pero con su sonrisa de siempre, se separó de la ventana para caminar por los pasillos en busca de algo de sombra y humedad. Fue entonces cuando su fino oído captó las ligeras pisadas de algún nuevo integrante del lugar y su curiosidad le impidió no acercarse.

Al dar con el lugar de donde procedían los pasos, descubrió a la joven chrysos que habían detenido él y Nagorr junto al flamma el día anterior. Al parecer ya habían sido liberados. Sonrió algo más de lo habitual y se acercó a la muchacha con pasos suaves y elegantes. Le interesó comprobar que parecía perdida y con disposición de cambiarse.

-¿Agún problema que solucionar, señorita? -Siseó el hombre, ya a pocos metros de la muchacha.

Los pasillos del Palacio van a dar a, nada más y nada menos, que el jefe Caeruleus al que debo agradecer mi estancia en la planta baja de la enorme construcción. No obstante, decido dejar esa formalidad para más tarde, pues no creo que resulte muy "encantador" aparecer en sociedad de esa forma.

Se acerca hacia mí, sonriendo. Su forma de caminar y hablar me recuerda, de alguna forma, a la de un reptil. No sé, de hecho, si lo que veo en su boca es realmente una lengua bífida o alguna clase de efecto óptico. De todas formas, carece de importancia.

Enarco una ceja al dirigirme a él.

- No de la clase de problemas que requieran ayuda de otros -respondo-. No obstante, si pudiera averiguar dónde se encuentran los baños, el proceso sería un poco más ágil.

Mientras hablo, procuro que la distancia que hay entre nosotros sea siempre cerca de un metro. No quiero tener que repetir la experiencia de la última vez.

Al escuchar a la muchacha el jefe amplió su sonrisa y asintió, aun con los brazos unidos a su espalda y continuó su caminata con parsimonia.

-Me alegra comprobar que, a pesar de la fiereza que pareces tener, cuidas bien tu presencia -. Aun sonando siempre sinuoso o sarcástico, el jefe apreciaba realmente esa faceta en las personas. Continuó su camino, comprobando como la joven procuraba mantener distancias. Le resultaba muy entretenido comprobar que tomaba medidas desde el día anterior.

Continuó avanzando con más prisa.
-Por supuesto puedo mostrar el camino a los baños, pero mejor es caminar hacia delante si no quereis tropezar. Sería todo un desperdicio -. Comentó con complacencia. -Siempre podeis optar también por daros un baño y relajaros a un tiempo, pareceis algo tensa... Y las termas no quedan demasiado lejos, podría mostraros el camino también -Calma y tranquilidad en toda su figura pero un tono realmente perturbador caracterizaba al pálido líder al hablar con cualquier desconocido.