Prado.

Tranquilo. Supongo que es normal que las cosas estén "tranquilas" cuando no te enteras mucho de la situación. Y bueno... Supongo que yo no soy la persona más amable de por aquí, ni tampoco deseo serlo, ni mucho menos, pero sí que me gusta la seriedad. Y que conozca la situación en la que se encuentra es algo importante, desde luego. Estoy harta de los que creen que han venido aquí a pasar meses viendo pasar el tiempo como si se tratase de una pensión de lujo.

-Supongo que, habiendo llegado hace tan poco, y sin contactos por aquí, no te habrás enterado de mucho -comienzo, con algo de hastío. A ver qué se puede contar y qué no...-. Lo cierto es que la historia se va un poco atrás. A hace más de un año. Fuimos a Ignis a salvar a un compañero que había sido secuestrado por una organización clandestina, pero no nos fue posible acabar con el líder. Esa misma organización, por lo que sé, fue la causante de las dos muertes recientes. Acabamos de regresar de Ignis, otra vez, para tener un segundo enfrentamiento contra esa misma organización. Era una misión importante y pudimos desmantelar el lugar -con decir eso basta-. No obstante, el enemigo principal volvió a escapar. Como comprenderás, la gente no se siente segura por aquí. Yo, personalmente, opino que mantener la guardia alta y esforzarse por mejorar las propias capacidades es lo mejor que podemos hacer por ahora. Podría haber otro ataque inminente, y no es ninguna broma. Ya ha pasado antes. Bajar la guardia puede ser igual a morir.

Es una mala explicación, pero tampoco quiero contar detalles muy concretos. Al fin y al cabo, ha dicho que solo está aquí para evitar ser acusado. Si no es un guerrero no quiero ser la que le revele la información específica. Y después de lo de Errald tampoco sería algo demasiado prudente.

Pronto admite no estar muy familiarizado con la lucha. No me sorprende, teniendo en cuenta su aspecto, ni tampoco teniendo en cuenta lo que ha dicho de que será "caballero" hasta que pueda solucionarlo todo. Por eso mismo es importante que sepa la situación. La gente se altera mucho cuando alguien muere, y no quiero que esto se llene de ineptos muriendo.

-Si eres mal guerrero entrena, o vete -digo, con sencillez. No hay dureza en mi voz-. La gente te ayudará. Somos un ejército, un grupo. Todos trabajamos juntos, con un mismo objetivo, en principio. No es que estés solo frente al peligro. Pero, personalmente, no me gusta la gente que, por creerse débil, no hace nada. Porque yo arriesgo mi vida por ellos -. Alzo las cejas, mirándolo-. No sé si me explico.

Inspiro suavemente por la nariz, volviéndome hacia el prado. A estas horas ya de noche, así que tengo que iluminar un poco el cuerpo para arrojar luz sobre la zona. Se nota que acaba el verano. Antes a estas horas todavía había claridad.

-¿Cuál es tu especialidad? -inquiero, mirándolo de nuevo-. No eres muy bueno, has dicho, pero ¿en qué destacas?

Enseguida da explicaciones. Bueno, he de admitir que no me desagrada su respuesta. No me importa demasiado lo que haga cada uno con su vida, pero al menos parece tener sangre en las venas. Supongo que es suficiente para un primer encuentro.

-Fera Twinkle -repito, asintiendo-. Es una gran mujer -. Se le da muy bien motivar, por lo que veo. No me resulta sorprendente, la verdad. También a mí me gusta, y también me esfuerzo por cumplir con sus expectativas. Ya me ha ayudado en varias ocasiones-. No la decepciones.

Rápido... Eso es interesante. La fuerza está sobrevalorada, en mi opinión. Otras atributos, velocidad, agilidad, sigilo, inteligencia... No todo es fuerza en la lucha ni en la vida.

-Si quieres hacer prácticas de vuelo quizás quieras acercarte al pueblo de paso -comento, rotando suavemente el hombro derecho hacia atrás-. No está demasiado lejos, apenas media hora, y allí no llega la barrera de Brontë.

Sigo escuchando su explicación. No puedo evitar que se me contraiga ligeramente el ceño al oír mencionar a Dehnel. ¿Acaso últimamente se ha dedicado a pedir a todos que los mencionen? Primero Massen y ahora...

-Algo he oído sobre él -murmuro, apartando un momento la vista. Supongo que no es para tanto. Últimamente no estamos en malos términos. En ningún término, más bien-. Es un buen espadachín. Podrá enseñarte mucho -añado, algo a regañadientes.

Inspiro profundamente. Empieza a hacerse tarde. El paseo ha durado bastante.

-Creo que iré retirándome por hoy. Aún no he cenado -comento, haciendo un gesto hacia el palacio con la cabeza.

*se van*

Hoy ya no llueve, así que es un buen día para salir. Aunque mucho al respecto no puedo decir, que hace nada estuve buena parte de la tarde cogiendo setas con Ayne. Al final fue productivo a medias, que no había tantas como esperaba y la lluvia dificultaba la búsqueda, pero fue divertido.Y las que pude comer estaban buenas, por lo menos.

He decidido venir al prado porque es un buen terreno en el que hacer ejercicio. Algunos animales están paciendo, ahora mismo, por lo que elijo una zona menos concurrida para hacer mis ejercicios. Me he decidido por un trote ligero, en círculos, siguiendo un circuito cerrado, para ser capaz de mejorar mi resistencia cuanto pueda.
Hace tiempo esto era tarea difícil, pero a medida que me voy acostumbrando se hace más cómodo. Lo malo sigue siendo el terreno, como siempre, que hoy está embarrado y más de algún resbalón me hace perder el equilibrio, pero por ahora me he ido salvando. Los zapatos, sin embargo, han tenido días más limpios, desde luego.

El aire libre sienta bien, eso sí.

*se queda trotando*

Antes de que pueda detenerlo, la hiperactiva bola de pelo ha salido corriendo en pos del chiquillo. Lo reconozco incluso en la distancia; si no me equivoco, se trata del chico mudo. De todas formas, no estoy del todo segura. Tengo otros asuntos de los que ocuparme en este momento. Otros asuntos de nombre Vilo.

Lo llamo, ordenándole que vuelva, pero aún tarda algo más de lo debido en hacer caso. Por otro lado, tengo a Telma a mis espaldas, dándome empujoncitos para que vuelva a prestarle atención, así que tampoco estoy en una tesitura muy simple. Veo a Vilo corriendo hacia el chiquillo y me temo lo peor. Aunque, por suerte, parece que se limita a cruzarse en su camino, rodearlo, y acomodar el ritmo al del chico.

-¡Vilo! -insisto, algo molesta por la falta de atención.

Una vez ha analizado al chico, vuelve, por fin, en un trote animado, hacia nosotras. Sonrío al chico desde la distancia, en un gesto entre amable y de disculpa, y lo saludo con la mano.

Cuando me quiero dar cuenta, algo viene corriendo hacia mí. Enseguida noto una cierta opresión en el pecho, pero él apura el paso conmigo y acaba por alcanzarme.
No obstante, no me hace nada.
Me permito bajar un poco el ritmo, entonces, y entonces escucho algún grito. Al alzar la vista en esa dirección veo a la flamma, Lea, y me relajo más. Termino por detenerme poco a poco cuando el vulpus sale corriendo. Recupero un poco la compostura, apoyándome sobre las rodillas para respirar, y luego me yergo y la saludo con un gesto.

Los contemplo curioso, desde la distancia. La verdad es que es un animal imponente, y eso que se ve que todavía es un cachorro.
Es la primera vez que tengo uno tan cerca que no estuviese en cautividad.
Finalmente me acerco un poco, con cautela, pero con una sonrisa curiosa, casi fascinada, en la cara.

Vilo está de lo más contento, disfrutando del día en el prado. Parece de sus lugares favoritos, y no me es difícil entender por qué. Creo que deberíamos empezar a pasear con mayor frecuencia por el bosque. No deja de ser su hábitat natural, más que el prado. Le doy unas palmaditas, aunque pronto encuentro algo más de lo que ocuparme: Telma se pone celosa con mucha facilidad.

De todas formas, Vilo es más de juegos que de cariños. En cuanto el chico hace amago de acercarse, sale corriendo de nuevo hacia él, y cuando llega a su altura, se pone a dar saltos a su alrededor, sin llegar a echársele encima. Lo cual agradezco, porque es algo que ha tardado en entender. Lo vigilo, por si acaso.

-Perdona el susto -digo al chico cuando está lo suficientemente cerca como para oírme-. Tiene demasiada energía. Si te molesta lo haré estarse quieto, así que dímelo, ¿vale?

Desde luego, no parece absolutamente nada agresivo.

Enseguida alzo las manos.

<<No pasa nada.>>

Entonces niego un par de veces, y repito el concepto de una forma que ella lo entienda, agitando la mano ante la cara y negando un par de veces con una sonrisa. Luego vuelvo a mirar al vulpus, a una distancia prudencial, aunque él mismo se encarga de romperla continuamente con sus saltos.
Lo señalo y miro a Lea, interrogante, haciendo un amago de acercar la mano a él, pero esperando su confirmación para tocarlo.

Resulta un tanto extraño tener que descifrar sus gestos, y también bastante incómodo. De todas formas, los hace bastante significativos, y entiendo perfectamente lo que dice. Sonrío, sin más. Viéndolo ahora, de cerca, parece que ha cambiado bastante más de lo que parecía. Tiene la cara más afilada y creo que ha crecido. Ya no parece un niño pequeño, después de todo. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que lo vi?

Ante su gesto, doy un par de palmaditas a Telma, pidiendo disculpas con un beso. Creo que para el chico tiene menos interés que Vilo. Después me alejo de ella, reclamando a Vilo a mi lado. Se da la vuelta y se acerca, tan contento como siempre, y me agacho un poco, frotándole el cuello.

-A ver, revoltoso, ¿vas a portarte bien? No vale subirse a la gente, ya lo sabes, ¿eh? -pregunto, mientras hago un gesto al chico para que se acerque y lo toque, si quiere-. Daño no te hará, pero no me fío mucho de que no te tire al suelo.

Vilo jadea un tanto, y no deja de mover la cola con entusiasmo.

Espero, con paciencia y curiosidad, a que me deje acercarme. O a que no lo haga, claro. Pero al final termina siendo un sí.
Doy un par de pasos, con cautela, y acabo poniéndome junto a ella, acariciando al vulpus concentrado. La verdad es que es muy suave. Me atrevo con la cabeza y el hocico, aunque no llego a tocar la nariz que a lo mejor no le gusta...
Cuando lo considero suficiente, sin sobar mucho, solo tres o cuatro caricias, me vuelvo de nuevo hacia ella con una sonrisa tímida. Hurgo en mis bolsillos para tomar la pizarra y una tiza.

"¿Cómo se llama?", inquiero, mirándola con una sonrisa animada.

El Abuelo nunca me dejó tener un animal. Me decía que no era apropiado perder el tiempo con esas cosas, que mi deber era aplicarme al estudio y que un animal requería demasiado tiempo y demasiada responsabilidad, y que no la tenía. Tampoco le insistí demasiado después de aquello, porque me había puesto una cara...

Tampoco es que le ponga mucho entusiasmo al asunto. Para eso no me hagas tenerlo quieto, que él no quiere. Sin embargo, Vilo se lo toma bien. En seguida gira la cabeza, buscando la mano con el hocico, tratando de identificarlo y darle algún que otro lametazo. Acabo por soltarlo, viendo que está tranquilo, aunque el chico en seguida para, dejando al pobre Vilo con toda su atención puesta en él. Siento un empujoncito en la espalda. Vale, Telma, tú también.

-Vilo -respondo al chico.

Y Vilo gira la cara hacia mí, atento, y suelta un pequeño gruñido. Le sonrío, divertida. Pronto estoy, sin embargo, afanada con Telma de nuevo. Ella requiere menos movimiento, pero no por ello menos atención.

Asiento con una sonrisa. Vilo, entonces. Es interesante.
Me pregunto si el amuleto funcionará con animales... Quizás deba hacer el experimento alguna vez, por probar, aunque no creo que ahora mismo sea el momento adecuado, y menos aún con el cachorro de Lea. Ya bastante nervioso parece por sí mismo, como para ponerme a probar cosas raras.

"Es muy bonito", escribo, veloz, mostrándole rápido el texto. "¿Sabe trucos?"

He visto que es bastante obediente, aunque parezca ansioso. Quizás le haya enseñado también cosas.
Desde luego, su nombre lo sabe, y ya es algo. Los vulpus, en particular, tienen una inteligencia considerable, por lo que sé, y pueden aprender bastantes cosas. Y más aún si son tan jóvenes.

Sonrío, amable. Claro que es bonito. Nos preocupamos mucho por que esté en condiciones, él y yo. Después de todo, si voy a cuidarlo, lo haré a conciencia. No tengo la intención de dejar que le falte absolutamente nada.

Su pregunta me hace contener una mueca, sin embargo. ¿Qué se ha creído el crío este? ¿Que es un animal de circo? Desde luego, si su idea es que está aquí para hacerle gracias, se puede ir olvidando. Aprende tú trucos, si te parece. ¿Quieres que te lance una pelota? ¿O tengo que pedirte la patita?

-No gran cosa -replico con voz suave, sonriente-. No tengo mucho interés en eso. Con que aprenda a comportarse me llega; no todo el mundo se toma a bien que haya un perrazo semejante por aquí. Y ahora aún bueno, que es pequeño, pero veremos cuando crezca...

En lo que hablo, sin apartarme de Telma, Vilo ya se ha levantado de nuevo, y se dedica a curiosear alrededor del chico. Hay que ver lo sociable que es. Telma, por el contrario, no muestra el menor interés en él.

Asiento con suavidad, sonriendo. Desde luego, ya es impresionante que no se me haya lanzado encima, porque la verdad es que por su actitud diría que ha tenido ganas. Lo que impondrá cuando crezca sí que va a ser impresionante.

Miro de nuevo a Lea. Tiene un bismonte pegado desde hace rato. Lo observo, curioso. ¿Será suyo también? ¿O ella se encarga de este tipo de cosas además de ser guerrera?

"Se nota que les gustas mucho.", señalo al bismonte con un gesto. "¿Te encargas de ellos habitualmente?"

Me acerco un poco al bovino, curioso, aunque no tanto. La verdad es que son animales pacíficos, y los de aquí estarán acostumbrados a tratar con la gente, pero sigue resultando ser un animal muy grande y muy fuerte, y como crea que mi mano es una hoja...

Cuando ve que el chico no le hace mucho más caso, Vilo echa a correr de nuevo, alejándose de nosotros. ¿Cuándo parará? Si es que no tiene límite. Me agota...

Vuelvo a la cabeza hacia Telma cuando la señala, sonriéndole y aumentando las caricias. Ella resopla, no sé si digna o satisfecha. Desde que tengo a Vilo a mi cargo le hago algo menos de caso, y creo que está bastante resentida al respecto...

-Ellos también me gustan a mí -replico, concesiva-. No es que sea mi trabajo, pero me gusta estar con ellos. De vez en cuando me encargo de sacarlos a pacer o así, pero es solo porque me apetece. Los del servicio ya están acostumbrados a tenerme por ahí, y parece que no molesto. Solía encargarme de los animales en el ejército de Ignis, así que tampoco es que haga las cosas sin saber.

Cuando veo que se acerca a Telma, me pongo algo tensa, vigilante, pero guardo la calma. Telma no es Vilo; no atiende a cualquiera así como así.

-Telmita es bastante más huraña que Vilo, ¿a que sí, preciosa?

Y hablando del otro, aquí viene, de nuevo a la carrera.

Sigo al vulpus con la mirada un momento, pero se aleja bastante y acabo por volver a mi interlocutora. Quizás no pueda hablar, pero el contacto visual es una parte importante de la comunicación. De hecho, más en mi caso, se podría decir, ya que tengo pocas herramientas más.
Tengo el amuleto, claro, pero me da la sensación de que ya se lo he mostrado a demasiada gente. AL fin y al cabo es algo peligroso. Y ya un día creí que lo había perdido. No es que no confíe en los guerreros, ni mucho menos, pero de prudente nunca se peca, creo yo.

Los ojos se me abren con cierta admiración.

"¿Estabas en el ejército de Ignis?", me apresuro a escribir, mostrándole el texto con gesto ilusionado. Esta sí es una veterana.

Telma...
Esbozo una sonrisa y asiento, retirando la mano que he empezado a extender.

"¿Todos tienen nombre?", escribo, echando un ojo al resto de animales que hay pastando.

Justo entonces veo venir al cachorro y extiendo la mano un poco hacia adelante y abajo, para que se acerque... si quiere.

Niego con suavidad, aún sonriendo. Debería especificar siempre qué hacía allí. Aunque no sé por qué todo el mundo tiene que dar por hecho que solo existe un posible papel en un ejército.

-No como soldado -aclaro en seguida-. Como he dicho, me dedicaba a los animales. Cuidaba las monturas, domaba las que venían nuevas y me encargaba en general de los establos. Mi carrera luchando empezó en Brontë. Aunque sí que tengo unas bases de cuando estuve en Ignis, claro, pero nada impresionante.

No me gusta que la gente se haga una idea equivocada, y su expresión me dice que ese es el caso. A ver si luego me van a tener por lo que no es; yo quiero que me traten como alguien de habilidades modestas, que no me interesan las tareas que superen mis capacidades.

Asiento a su pregunta.

-Eso parece. De todas formas, Telma es un caso especial: no es del palacio, sino de un guerrero. Rick Dehnel, ¿lo conoces? -pregunto.

Vilo vuelve justo en ese momento, y al ver al chico pendiente de él, se acerca y le olfatea y lame las manos, en busca de comida. Le hago un gesto al chico para que me preste atención y le ofrezco un aperitivo para el pequeño.

La sonrisa decrece un poco, pero no por decepción; más bien por atención. De modo que a eso se dedicaba... Eso explica, entonces por qué parece estar en tan buena sintonía con ellos.
Asiento, con cierta satisfacción.

"De todas formas yo he empezado" "a entrenar hace poco, así que seguro" "que podrías darme mil consejos.", le muestro, con un encogimiento de hombros modesto.

Creo que aquí todos tendrían mucho que enseñarme.

Enarco las cejas al oír la mención al dueño de la bismonte. Se me escapa una suave sonrisa y asiento un par de veces. Supongo que se es de él eso explica por qué ella le hace el favor..., ¿no? A estas alturas aquel altercado será una historia vieja, supongo.

"Me ayudó varias veces. Es un buen hombre.", escribo, para que lo sepa. Supongo que le alegrará saber ese tipo de cosas...

Vilo me hace cosquillas en los dedos de la mano libre, arrancándome una risa muda. Cuando Lea me hace un gesto la miro, y sonrío en cuanto me muestra la comida. Hago una pequeña reverencia de agradecimiento y me guardo la pizarra en los bolsillos antes de tomarla con las manos.
Cojo la comida en la mano derecha y se la muestro al cachorro, dejando que la vea bien. Entonces llevo ambas manos al centro y, en un movimiento rápido y discreto, las cruzo, cambiándola de mano. Después las separo, cada una a un lado de mi cuerpo, con los puños cerrados, ofreciéndole que se acerque a la que prefiera.

Lo miro con curiosidad. ¿Cómo que empezando? Pero si...

-Ya llevas aquí mucho tiempo -observo-. Probablemente estemos al mismo nivel. Dudo que uno de nosotros pueda aportar más que el otro.

Aunque la verdad, no hay que pensarlo mucho para concluir que no parece en absoluto un guerrero. Pero yo tampoco es que tenga mucha pinta de ello, así que no voy a ir por ahí. De hecho, hay pocos que cumplan con el perfil, por lo que he visto. Me pregunto qué buscan exactamente en nosotros cuando nos llaman.

Acerca de Rick, me limito a asentir, con una pequeña sonrisa. No es que me muera por indagar. Simplemente lo que dice demuestra que sabe de quién hablo, que es adonde quería llegar yo.

Lo miro cuando juega con la comida de Vilo, tratando de meterse con él. ¿Qué se ha creído? Si lo toma por tonto, está equivocado. El hocico de Vilo lo guía rápidamente hacia la mano correcta.

-Tiene buen olfato -apunto.

Esbozo una sonrisa algo tímida, encogiéndome de hombros. Supongo que ella también sabe cosas sobre mí, claro.

"Yo no soy exactamente un guerrero.", escribo. Nada más enseñárselo, tras haberme asegurado de que lo ha leído, me apresuro a borrar con la manga para matizar. "Pero lo intento." "Unos bandidos me habían capturado." "Me salvaron los guerreros y me quedé un tiempo," "pero hasta enero no me planteé lo de ser un guerrero." "Y seriamente hace menos, diría yo."

Pero ahora, aunque decir "seriamente" casi suene a burla, de verdad quiero intentarlo. Quizás no podré ser un increíble héroe, pero algo podré hacer. He ido a una misión y no ha salido mal del todo. Seguro que si me esfuerzo podré conseguir alguna cosa más.

Dejo ir una risa muda cuando el cachorro encuentra la comida y se la entrego, dándole una caricia.
Y tan buen olfato...

"Es raro verlos por aquí." "¿Cómo lo conseguiste?", inquiero, curioso, risueño.

La historia que cuenta es un poco extravagante, pero no veo motivos para creer que me miente. Me encojo de hombros y lo miro fijamente.

-Yo vine huyendo -declaro, aunque no pienso dar más detalles-. Solo cuando llegué aquí me di cuenta de que tenía que tomármelo en serio si quería quedarme.

No es un tema del que me guste hablar. Ni siquiera sé por qué lo he dicho. Espero que no se le ocurra ponerse a interrogarme al respecto, o acabaré de mal humor. Aunque supongo que la culpa es mía, claro...

No me gusta el sentido de su pregunta. Estoy harta de esa consideración. Vilo no era una propiedad de los hombres que lo capturaron, ni tampoco es una propiedad mía ahora. Tan solo lo cuido. No es un juguete ni ninguna otra clase de objeto, por más que todos se empeñen en pensar que lo es.

-En una misión, en Caligo -respondo, pese a todo-. Encontramos una base de furtivos. Liberamos a cuantos pudimos, pero había un mecña enfermo y él tenía una pata rota. Ninguno de los dos pudo seguir a los demás. Siento haber tenido que traerlo tan lejos.

Ladeo la cabeza, curioso ante su comentario. ¿Huyendo? La verdad es que no es algo que hubiese dicho que le pega... Tampoco es como si no le pegase, supongo. Es más como esas cosas que no te planteas, sin más.
No obstante, a su segundo comentario asiento, recuperando la sonrisa. Eso me recuerda un poco más a mí mismo y a mis esfuerzos por ser digno de quedarme. No puedo aprovecharme sin más de las posibilidades que me ofrece este sitio sin poner un poco de mi parte. No digo que tenga que ser matando, claro, pero...

Dibujo una mueca al enterarme de la historia del pobre cachorro. Desde luego, hay gente ruin por el mundo. Me alegra ver que incluso se organizan misiones para eso, para salvar a algunos animales.

"¿Qué pasó con el mecña?", inquiero, mirándola con cierto aire temeroso.

Tuvo que ser un panorama duro, bien pensado... No sé si lo hubiese soportado. Digo mucho lo de que quiero esforzarme por mejorar, por acercarme un poco más a lo que es ser un guerrero, pero lo cierto es que no todas las misiones son como a la que fuimos Lluvia y yo, y eso es algo que tengo que tener en cuenta. Si quiero ayudar, tarde o temprano me encontraré con algo desagradable...
Hace poco fueron a Ignis, y por lo que sé...