Prado.

El paseíto hasta el prado, cargando con semejante peso, no fue exactamente corto. Quizás también tenía que ver con el tamaño. Si fuera un objeto más manejable, probablemente, no me habría importado tanto el peso. Pero, en cualquier caso, fue un alivio poder dejarlo al fin en el suelo. Aunque espero que lo haya barnizado bien, porque como lo vaya apoyando en suelo húmedo con tanta alegría se va a pudrir la madera en dos días.

Aún nos costó un momento ponerlo de pie, mientras el armatoste se bamboleaba, pero acabamos por encontrarle el equilibrio. Y esperaba que no cayera, porque daba algo de sensación de inestabilidad.

Miré a Jun y negué con la cabeza, con una sonrisa.

-Tú te llevarías bien con mi padre -comenté, divertida.

Me sacudí las manos y me alejé un poco, contemplando su obra. Luego me volví hacia él de nuevo.

-Bueno, y ahora, ¿qué? -pregunté.

Me aseguro de que todo esté en su sitio una vez lo hemos colocado, no vaya a ser que en el trasporte se le haya movido algún mecanismo de dentro. No es que sea la maquinaria más precisa que he visto, y no me sorprendería. No obstante, parece que no es el caso.
Vuelvo la vista hacia ella, algo despistado.

<<¿Con tu padre?>> Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Nunca antes había mencionado a su padre. Bueno, no es que la gente hable de su familia todo el tiempo. <<¿Por qué? ¿Cómo es?>>

Siento cierta curiosidad por esas cosas: padre, madre, hermanos… Las veo algo lejanas y no me hago mucho a la idea. Que tengo al Abuelo, bueno, pero poco más.

Introduzco una mano en el agujero y tomo una de las palancas, moviéndola al ritmo que considero oportuno. Enseguida por el lado contrario, por una rendija especialmente dispuesta, sale una diana, traza una trayectoria curva y vuelve a entrar más arriba.
El circuito es muy simple, pero creo que puede servir.

Bueno, a ratos creo que me he complicado demasiado. Podía haberme subido a un árbol, colgar una diana de una cuerda y hacerla oscilar…

Me encogí de hombros, con una sonrisa escueta.

<<Carpintero>>, respondí, sencillamente-. Se dedica a la confección de armas. Este invento nuevo me ha recordado un poco a él. Y bueno, en general ese afán por la artesanía, que os pega bastante a los dos. Al menos eso creo.

Observé el mecanismo cuando Jun lo puso en funcionamiento, alejándome un poco para poder verlo mejor. Aquello terminaba de darle sentido. Sí era una idea interesante. Pero seguía sin estar convencida. Invoqué un aquaerum y lo miré.

-¿Crees que aguantaría esto o mejor limitarse a las flechas? -pregunté.

Asiento, risueño. Supongo que eso le da sentido. Bueno, a su comentario, porque tampoco es que ella tenga el perfil de la hija de un carpintero. Ni que no lo tenga, claro. No creo que haya un perfil para eso, realmente.
Supongo.
No sé.

<<Parece interesante.>> Sonrío, tratando de imaginar cómo será. Aunque no soy muy bueno imaginando personas, y aunque quiera pensar que debe parecerse a ella… <<Supongo que será un hombre interesante. ¿Os parecéis?>>

Una vez le he mostrado cómo funciona esto invoca un aquaerum. Tuerzo los labios un momento, mirando la máquina, y luego de nuevo a ella. Mi mueca muestra mi poca seguridad al respecto.

<<No creo que aguante. Si lo hubiese hecho de metal sí, pero no contaba con los recursos. Y primero debería hacerse la de prueba. Pero con tu magia creo que lo destrozarías enseguida.>>

Bajo la vista, algo apesadumbrado. La verdad es que es algo que no pensé antes. Me siento un poco decepcionado conmigo mismo.
Pero para otros proyectiles sigue sirviendo bueno.

Arrugué un momento la nariz, tratando de visualizarlo, aunque sin demasiado éxito. Acabé por encogerme de hombros.

<<No lo sé>>, acabé por decir. <<Lo conozco poco.>>

Ante su negativa, que ya esperaba, deshice el hechizo, asintiendo.

-Eso me parecía -respondí-. Entonces me obligará a usar el arco. Eso me viene bien -. Dudé un momento-. ¿Prefieres probar tú primero? Si me explicas cómo funciona...

Me acerqué a él, curioseando de nuevo en la maquinaria.

Me sorprende esa respuesta. No es lo que me esperaba… Especialmente teniendo en cuenta que dijo que nos llevaríamos bien.
Supongo que lo conoce lo suficiente, claro.

<<¿Por qué?>>

Cuando acabo de formular la pregunta me arrepiento un poco, por entrometerme, pero lo cierto es que si no le puedo preguntar las cosas a ella no se las podré preguntar a nadie, así que termino por darme permiso. Si no quiere decirlo me lo hará saber. No es que deba ir con pies de plomo.

El arco. Si le parece bien no hay problema.

Cuando se acerca le enseño las cinco palancas, cómo se mueven y las dianas a las que corresponden, cuatro a la derecha y una arriba. Cada una sale de un lugar diferente y realiza una trayectoria diferente. Es completamente mecánico, si lo mueves más rápido irá más rápido.
No obstante, le cedo el arco y el carcaj a ella.

<<Tú antes. Era tu sorpresa.>>

Aunque haya acabando siendo “ese monstruo”, bueno…

Me encogí de hombros, con una sonrisa. Se me hace un poco raro no haberle hablado de eso nunca. Es algo que tengo muy presente en mi vida, y me extraña no haberlo mencionado.

-Es que dejé de vivir con él a los tres años -expliqué-. Aún he vuelto a verlo, claro, pero solo un par de veces o así. Es que en mi familia es todo un poco caótico. Cuando quieras te lo cuento, pero es una historia un poco larga.

Cuando me explicó cómo funcionaba, y tras obtener su permiso, procedí a manejar las palancas, con cierta prudencia. No era un mecanismo muy fluido, y al principio me daba hacer demasiada fuerza y no conseguía moverlo, pero cuando lo moví un par de veces ya me quedó claro cómo manejarlo. No era muy complicado, la verdad.

Acepté el arco y el carcaj con una sonrisa, pese a todo. Esperaba una demostración por su parte, ya que a él se le daba mejor, pero también podía encargarme yo, después de todo.

-Gracias -respondí, volviendo frente al aparato.

Cargué una flecha y entonces fruncí el ceño, con una duda.

-¿Y no se partirán las flechas al recogerse las dianas? -pregunté. No estaba segura de que hubiera espacio suficiente...

Vaya… La verdad es que si lo pienso así, sé pocas cosas de ella, quitando lo que tiene que ver con Brontë. Y creo que ni siquiera aquí lo sabré todo. Bueno, lo supongo. Tampoco es que quiera, o deba. Cada uno debe tener sus asuntos.
Me contó lo de su hermana en su momento, pero de su familia sabía poco más…

Asiento, con suavidad.

<<Cuando quieras. Yo te escucharé encantado. Me gustaría mucho.>>

Sin embargo supongo que no es el momento más apropiado. Mejor probar ahora esto, a ver si funciona, que hace fresco, y así quietos…

Y todo va bien, de verdad, hasta que hace una pregunta y se me hiela la sangre. Rápido me alejo de las palancas y rodeo el artefacto hasta llegar al lado derecho.
Pues ahora que lo dice…
Me llevo las manos a la cabeza, despeinándome, haciendo una mueca enorme. ¡¿Pero cómo no he pensado eso?! Las flechas se clavan, y entonces…
Mithos…

Me froto la cara. La verdad es que dan ganas de llorar. Con todo lo que he trabajado. Me he llenado las manos de astillas y hasta me han salidos dos ampollas. Y por no hablar de los bocetos y… ¡¿Y se me ha pasado algo tan sencillo?!

Termino por mirarla, desanimado, y asiento.

FdR- Pausa por auto >__<

A su respuesta, tan desanimado, no pude evitar sentirme culpable, como si hubiera sido yo la responsable de aquel inconveniente. Menudo chasco se había llevado... Me sentía mal por él.

Acabé por bajar el arco, con un suspiro, y guardar la flecha. Sin embargo, para cuando llegué a su altura y le rodeé los hombros con el brazo, sonreía.

-Bueno, no es tan grave -apunté, tratando de consolarlo-. Quizá no sirva para flechas, pero sí para proyectiles más pequeños. Los dardos de la cerbatana... Yo creo que incluso un puñal cabría. Para ti puede ser menos útil, pero yo puedo sacarle partido. Y enseñarte, si quieres. Y, bueno, es la primera versión. Ahora que ya sé lo que estabas haciendo, podemos hacer juntos una versión mejorada.

Esperaba que lo que decía sirviera de algo. Se le había quedado una cara al pobre...

-¿Vamos a por la cerbatana? -propuse-. Ya que lo hemos sacado, lo mínimo es probarlo...

Siento su abrazo que me consuela y me recuerda mi error a la vez. Pongo la mano sobre la suya un momento, mientras recupero algo de fuerza. Supongo que lo que dice es cierto, pero sigo sin consolarme por completo.
Termino por mirarla con una sonrisa leve. Bueno, también tiene razón.

<<La próxima será mejor>>, termino por declarar.

Cuando me dice lo de la cerbatana, sin embargo, arrugo un poco el ceño y vuelvo a mirar el invento fallido un par de segundos, antes de mover las manos.

<<¿Y lo dejamos solo? Quizás le pase algo.>>

Echo un breve vistazo al cielo. Es que además las nubes no dan muy buenas vibraciones. Estoy seguro de que no tardarán nada en descargar.
Quizás hacer esto hoy no haya sido la idea de mi vida. No estaba todo tan planeado como llegué a pensar.

Cavilé un momento, mirando el armatoste. Moverlo otra vez ahora sería demasiado aparatoso.

-Podemos tumbarlo y taparlo con la manta. No debería pasarle nada así -propuse-. Aunque, bueno, puedes esperarme aquí si quieres. Otra opción es llevarlo a la sala de entrenamiento, que es donde mejor va a estar, pero eso ya es decisión tuya.

Me encogí de hombros, aún sonriendo. Me hacía gracia la seriedad con la que se lo tomaba. Parecía tan preocupado como si acabara de encontrar un cachorrito. Era obra suya, después de todo.

Cavilo sobre sus ideas. La primera no me convence del todo, pero tampoco es que quiera hacerla ir y venir, o quedarme aquí esperando al frío, sin hacer nada. Pero la tercera me hace resoplar, y esbozo una sonrisa que casi es mueca.

<<Está lejos. Para eso mejor con algo con ruedas.>>

Podría cogerse una carretilla o algo semejante. Si es que no hago nada a derechas…

<<Venga, ayúdame a tumbarlo.>>, le indico, tomando con suavidad la carcasa y esperando a que haga lo propio para dejarlo suavemente en el suelo.

Jun, Jun… Podías pensar antes las cosas.
Vaya una sorpresa.

Me froto el tabique nasal con dos dedos un momento y la miro otra vez, recuperando la sonrisa. Tampoco es que haya pasado algo espantoso.

Echándome el arco a la espalda, procedí a cogerlo por el otro lado para poder tumbarlo sin que sufriera daños. Estaba algo chafado, se le notaba. Me hubiera gustado animarlo, pero lo cierto era que no sabía muy bien cómo.

-Podíamos pedir ayuda al servicio -propuse-. Aunque lo hayas hecho pensando en mí, si lo llevamos dentro y lo ponemos a disposición de todos, estamos dando un servicio al ejército. Seguro que hay tablas con ruedines en alguna parte. Todo es cuestión de preguntar.

Pronto estuvo tumbado, y me sacudí las manos, mirando a Jun, interrogante.

Me encojo de hombros, asintiendo sin mucho entusiasmo. No quiero obligarlos a cargar con esto, pero supongo que en último caso se les puede pedir ayuda. Por otro lado, lo de la sala…
Miro el artilugio y luego a ella, poco convencido.

<<Quizás no sirva de mucho.>>

¿Qué iban a hacer unos guerreros con esto si ni yo puedo hacer algo con ello? Un golpe fuerte lo rompería, una flecha no cabe… Para colmo, hacen falta dos personas para manejarlo. No sé si me habré emocionado demasiado…

Cuando lo dejamos en el suelo miro a mi alrededor. He dejado la tela en el taller y me d pereza ir hasta allí ahora…
Resoplo, algo agobiado.

<<Vamos igual. Déjalo así. Volvemos pronto.>>

No creo que vengan a robarlo.

Acabé por fruncir el ceño. Vale, se había llevado un disgusto, podía entenderlo. Pero de ahí a enfurruñarse había un pasito, y era un pasito que yo consideraba bastante peligroso. Me acerqué y posé las manos en sus hombros, mirándolo fijamente. Acabé por soltar una y darle un par de cachetitos suaves en la mejilla.

-Eh -llamé-. No empecemos con lamentaciones. A mí me parece que puede ser muy útil. A lo mejor a ti no, pero tú eres más de meterte en el taller. La de desgastar luego lo que haces soy yo. Así que hazme caso. Vamos a buscar a alguien que nos ayude a llevarlo dentro. Vamos a ponerlo en la sala de entrenamiento para que cualquiera que le encuentre utilidad pueda usarlo. Y tú y yo vamos a usarlo los primeros, y le vamos a sacar provecho. Venga, te enseñaré a usar la cerbatana.

Con el buen humor que tenía cuando me fue a buscar... No quería que se pusiera así.

Sus golpecitos me sacan de mi ensimismamiento, sorprendiéndome. Abro mucho los ojos un momento y luego, al relajar los párpados, la vuelvo a mirar.
La verdad es que tiene razón… No es para tanto. Es una primera versión. No me puedo rendir si sale mal. Tengo que mejorarlo. Trabajaré más en ello y entonces saldrá mejor. Y mientras tanto habrá que probarlo para ver qué más fallos tiene.

Sonrío y asiento. Le doy entonces un pequeño abrazo, y cuando me aparto me siento como nuevo.

<<Habrá que probarlo pronto para ver qué tal. Vamos.>>

Comienzo a andar delante. Realmente ya tengo alguna idea de cómo solucionar el problema de las flechas, y el de la dureza con otro material…

*se van a pedir ayuda y se llevan el cacharro*

Hoy me he permitido abrigarme, aunque la bufanda dé la información de mi debilidad al frío. También llevo una gruesa capa por encima, y botas adaptadas para la nieve. Aunque de momento tampoco es que haya tanta como para considerarla una gran nevada, lo cierto es que la bajada de temperatura que se forma en torno a ella es evidente. Y aunque la nieve tenga un aspecto estético, lo que implica es algo que nunca me ha gustado demasiado.

De todas formas, nieve es mejor que lluvia, por eso cuando hoy quedé con Massen acepté salir fuera. Al fin y al cabo, necesitaba tomar el aire, por mucho frío que hiciese.
Aunque verla con un rastro de catarro no hace que me sienta muy cómoda con la idea.

-Si crees que te puede sentar mal podemos volver dentro -le propongo con suavidad-. ¿Cómo te encuentras hoy?

No hemos coincidido mucho desde mi vuelta. Supongo que cada una ha estado ocupada en cosas distintas, sin más.

Había empezado a nevar, y por mucho que me conviniera mantenerme abrigada, la nieve era demasiado tentadora como para quedarse dentro. En Brontë tampoco nevaba tan a menudo como para desaprovecharlo, después de todo.

Negué con la cabeza.

-En realidad ya estoy bien -insistí, sonriendo-. Y así, abrigada, no es problema. Hoy ni siquiera me he levantado mal por la mañana, y estoy bastante despejada.

Por el momento, la capa de nieve no hacía más que un vago amago de formarse. Como había estado lloviendo en los últimos días, le costaba más cuajar que sobre suelo seco. De todas formas, empezaba a verse un rastro blanco en la hierba. Y eso, sumado a que no parecía que fuera a parar pronto, daba la sensación de que cuajaría.

-Bueno, ¿qué tal el viaje? -pregunté-. Que al final no llegué a saber gran cosa...

Asiento, accediendo. Es mayor para saber qué hacer con su salud. Y esto no es una crítica. Si ella se encuentra bien no soy nadie para reprocharle nada. No es una niña ni esto es una guardería.

-Me alegro de que vaya mejor. Yo me temo que todavía no he caído y que quizás acabe tocándome –comento, torciendo una sonrisa.

Es otra de las cosas que no me gustan del frío. Se hace mucho más fácil contraer alguna afección. Mi padre siempre trabajaba más en invierno, y aunque aquello lo volvía una época rentable también era más estresante.
Y bueno… Ser hija de un médico no hacía que enfermases menos.

-Estuvo bien –admito, mirándola mientras avanzamos. No puedo contarle demasiado de la primera parte. Esa era una de las condiciones-. Estuve en casa hasta justo antes de volver aquí. Llevaba sin ir mucho tiempo. Y, teniendo en cuenta lo que me pasó el año pasado no estaba muy segura de cómo sentirme-. Mi familia nunca supo de mi vida con Jager y el resto. Aunque es probable que supiesen cosas y se callasen, porque mi madre y mi padre son así-. Pero todo fue bien. Pude volver a ver a mis padres al fin y a varios de mis amigos, los que seguían en el pueblo. La verdad es que resultó bastante agradable la mayor parte del tiempo. Aunque hacia el final ya tenía ganas de volver.

Me encogí de hombros.

-Bueno, no tiene por qué pasar -repuse-. Todo depende de cuánto te cuides. Y siendo tú...

Al escucharla no podía evitar evocar mi propia situación familiar. Había vuelto por casa hacía ya casi un año, y eso era todo. Había estado bien, aunque no habría dicho que fue del todo agradable. En general, me había sentido algo incómoda y con ganas de volver. Aunque ver a Nem y a Arennette, por ejemplo, me había gustado mucho.

Sonreí.

-Es que se nos echa de menos, somos tan maravillosos... -bromeé-. Bueno, tampoco te has perdido mucho. Esto ha estado bastante tranquilo desde que volvimos. Supongo que va siendo hora de darle algo de ritmo otra vez. Me apuntaré a alguna misión en cuanto tenga oportunidad.

No puedo evitar sonreír. Es cierto que me cuido, pero eso no salva a nadie de resfriarse en invierno alguna vez. No hay cosa que te libre por completo de las dolencias menores comunes. Eso hay que tenerlo en cuenta.

-Eh, ¿por qué ese tono? –me quejo, con una sonrisa divertida-. Claro que se os echa de menos-. Amago una risa-. Bueno, supongo que decirlo así resulta demasiado poco propio de mí. Me gusta estar aquí. Dejémoslo ahí-. Todo ha estado tranquilo. Es lo que he oído-. Yo tengo ganas de hacer algo de utilidad también. Y seguir con mi proyecto, el que te comenté, ahora que espero poder hacerlo –le explico, evitando un montón de nieve algo más grande.

Algo para Brontë, esta vez. Es posible que Madame me reclame de nuevo pronto, pero me gustaría realizar algún trabajo para el palacio. Algo que no implique demasiadas muertes, si puede ser. Uno de esos trabajos sociales que te hacen sentirte mejor persona, y no te dejan varios días machacado por tus deleznables pero necesarios actos.
Algo así.

Ensanché la sonrisa, llegando a sentirme arropada por sus palabras. Sí, cada vez era más evidente que Brontë era el sitio en que mejor me encontraba. Y saber que Alehyss se sentía de forma parecida resultaba reconfortante.

Asentí, animada.

-A lo mejor podemos volver a ir juntas. Aunque, claro, depende de para qué nos reclamen -comenté-. Pero me gusta trabajar contigo. Es más cómodo que con gente a quien conozco menos.

Alcé las cejas al escucharla. ¡Si se me había olvidado!

-¡Ah, sí! Se lo comenté a Jun en su momento -expliqué-. Dijo que lo veía factible, pero que probablemente necesite ayudas o piezas específicas. Lo ideal será que os ponga en contacto a vosotros, en realidad.

Asiento con calma. Ir juntas estaría bien. Confío en ella, ya me ha demostrado que es capaz muchas veces. Es verdad que la cercanía emocional hace que si se encuentra en peligro me altere más, pero creo que las ventajas son mayores. Y, de todos modos, corre el mismo peligro yendo sola que conmigo. Más incluso, si no intercedo en una situación de peligro por no estar presente.

-Puede ser. No estaría mal. También me gusta trabajar contigo. De hecho, deberíamos empezar a plantearnos, dada nuestra relación, el entrenar juntas algún tipo de estrategia. En medio de un combate, si tenemos a la otra como apoyo, no estaría de más saber explotar nuestras habilidades en conjunto –se me ocurre proponer.

Con Jager y los otros tenía algunos planes de antemano. Cuando nos mirábamos y asentíamos no era porque nuestras mentes estuviesen tan conectadas que no necesitábamos palabras, sino porque ya habíamos ensayado algunos de los procedimientos plausibles y sabíamos cuándo aplicarlos.
Brontë se componía de muchas personas. Yo no era tan sociable como para proponer mi ayuda a todos, pero con Massen podría ser posible.

-Estuve pensando precisamente ayer en eso –le comento a lo de Jun-. En que me gustaría hablar con él cuando fuese posible. No creo que sea mal momento para empezar a planificar mientras las cosas están tranquilas. Y si él no se ve capaz quiero saberlo cuanto antes para poder recurrir a otro.

Asentí. Habíamos entrenado juntas muchas veces, pero nunca pensando en una estrategia para las dos. Más bien, nos habíamos dedicado a enseñarnos algún que otro truco sobre nuestras formas de combate, sin llegar a combinarlas muy a menudo.

-Es buena idea -coincidí-. Luchamos de forma bastante complementaria, así que puede ser muy útil.

Empezaba a sentirme responsable de que el proyecto de Alehyss no acabara de avanzar. Lo pensé un momento, volviendo la vista al edificio principal, y luego me volví a ella y me encogí de hombros.

-Podemos ir a buscarlo ahora, si quieres -propuse-. Imagino que estará con la nariz metida en algún libro o así. Jun no es muy amigo del frío. Aunque tampoco creo que le parezca una molestia que lo interrumpamos en lo que quiera que esté haciendo. Si no, puedo intentar que quedemos los tres un día de estos, como prefieras.

Estoy de acuerdo. Yo tengo muy pocos medios a larga distancia, aunque esté trabajando en ello, pero con su ayuda podríamos generar estrategias mixtas muy útiles. Conocer a tus aliados puede ayudarte mucho a salir victorioso.

-Entrenemos algún día eso, entonces. Pensaré en algunas de las estrategias que usaba en el pasado, a ver si puede reutilizarse. Y en otras nuevas, por supuesto. Haz lo mismo.

A su propuesta alzo las cejas, con cierta extrañeza.

-¿Ahora? -inquiero, curiosa, aunque amago un asentimiento-. Bueno, no veo problema con ello. Si crees que estará disponible no voy a ser yo la que ponga la pega. Al fin y al cabo, soy la principal interesada.